La princesa Xypsangarh por Cyrus Map Este cuento es de tono ligero, a pesar de todo contiene desnudez y algo de violencia. Menores de edad y moralistas estrictos absténgase de leer. Gracias. ... En la hermosa Tebas, en el octavo año bajo la sabia tutela de Himenreth II, el preclaro hijo de Ra. ... Se ha abatido ,por nuestros pecados, la furia divina sobre nosotros. El padre Nilo no ha crecido, y los campos yacen mustios, del ardiente desierto el viento arrastra durante semanas el rojo polvo que cubre el radiante rostro de Ra. El pueblo tiembla , pronto el hambre cruel lo azotará. Rebetrop, Sumo sacerdote del Gran Santuario, junto los demás Sacerdotes de todos los templos del Alto y el Bajo reino, por indicación de Himenreth II, discuten en sesudo concilio qué hacer para aplacar el castigo divino. Tras horas de reunión, el sabio consejo ha dictaminado: Sólo se aplacará la Ira Divina si Himenreth arroja su hija Xypsangarth a las piscinas del templo, plagadas de sagrados cocodrilos. Con gran dolor, Himenreth manda raudamente emisarios en busca de Xypsangarth. Xypsangarth marchó hace ya cuatro años al santuario de Bigmusc, donde se somete desde entonces a las sabias disposiciones del sabio Suprembod. Suprembod ha logrado elaborar, tras sesudos estudios, mágicos ungüentos. Aplicados los cuales, junto con las comidas oportunas y un ejercicio formidable, algunas elegidas culminan su formación con un espectacular cambio físico. Xypsangarth ha sido su primera y mas destacada discípula. Al leer el papiro que su padre le envía, Xypsangarth no ha podido esbozar una sonrisa: -"Si Rebetrop ha decidido que, en arrojándome a los sagrados cocodrilos, los males de mi tierra desaparecerán, ve y dile a mi Padre que no tema, que yo acepto gustosa el sacrificio, y que pronto los dioses volverán a sonreir a la gente de Egipto". ... Dos días después, compungido el pueblo de Tebas aguardaba la llegada de la dulce Xypsangard, apostado en las gradas junto al gran estanque de los cocodrilos sagrados. Abatido Himenreth, lloraba por su única hija, a quien no había podido hablar ni ver antes  del sacrificio, como reglamentaba la liturgia . Sólo Rebetrop parecía feliz, gustoso saboreaba su venganza contra el buen faraón y su odiado rival Suprembod, el sabio sacerdote de Bigmusc. Lentamente apareció Xypsangard, cubierta por un enorme y pesado manto que la ocultaba totalmente. Avanzó hasta el pedestal que se alzaba sobre el estanque de los verdes monstruos, que feroces se arremolinaban para saborear su festín. Sonaron los clarines. Clamaron los coros, y Xypsangard fue despojada del manto. Un vehemente murmullo admirativo recorrió la multitud, asombrada ante la visión indescriptible de la desbordante belleza de Xypsangard. El bronceado cuerpo de la princesa relucía resplandeciente. Su hermoso rostro, de rasgos definidos y equilibrados, estaba elegantemente maquillado, con gruesas y curvas líneas definiendo sus negros ojos. La abundante mata de su negro y peinado pelo estaba coronada por la diadema de oro con el emblema de Bigmusc entrelazado con el de Himenreth. Los carnosos coloreados de carmín añadían atractivo a la sublime belleza de sus facciones. Xypsangard mide más de seis pies de alta. Y no pesará menos de setecientas libras. Su hermoso cuerpo femenino se realza con la suprema perfección de una desbordante musculación que el determinio de la chica y la sabiduría de Suprembod han logrado esculpir. La inmensa anchura de sus hombros culmina con la redondez fibrada de unos abultadísimos deltoides. Unos pectorales gigantescos proyectan una inmensa proyección del torso. Cimbreantes sobre el incréíble fajo de aceradas fibras, los grandes senos redondos proyectan su rellena tersura en desafío de la gravedad. Unos grandes mugrones rojizos dibujan un perfectó círculo, en cuyo preciso centro surgen gloriosos en su turgencia unos grosísimos pezones. A la sombra de la inmensidad pectoral, unos asombrosos abdominales definen su rocosidad enseis gigantescos bloques de mayor dureza que el más resistente granito de Nubia. Perfectamente resaltados por profundas hendiduras en las que se sumerje la piel, sin atisbo de grasa que desdibuje el hercúleo compás del desbordante músculo. La cintura de Xypsangarh parece estrechísima. No lo es tanto como la de una chica normal, porque los rocosos músculos refuerzan esa parte, pero se ve igualmente esbelta, poderosamente remarcada por el colosal tronco y gloriosamente subrallada por las redondas, prominentes y rabiosamente femeninas caderas. Un minúsculo tanga se descubre en el pubis. Del pequeño triángulo parten dos finas tiras que resiguen la curvatura abrumadora de sus caderas, uniéndose por atràs en una sola que se sumerje en la rajita del culín, soberbiamente trazada entre la gloriosa redondez de unos abultados glúteos que desbordan prominentes su perfecta geometría y culminan precisos la base de una gigantescamente musculada espalda de gigantescos dorsales. Dos prodigiosas columnas de complicada geometría componen la solemnidad de sus piernas. Unos descomunales muslos estallan aberrantes en su redondez, mientras se cruzan en armoniosa sinfonía los poderosos haces de fuertes fibras. En las pantorrillas, unos gemelos enormes proyectan sus aletones como si de enormes cobras se trataran. En culminante prodigio muscuilar se destacan los infinatamente poderosos brazos. Su compacta proliferación muscular los convierte en poderosos troncos de tortuosa definición. Unos brutales bíceps con picudo remate contraponen el remate de las gigantes acumulaciones de masiva plenitud muscular que prescriben los aterrantes tríceps.  Es imposible que sus bíceps midan menos de cuatro pies.. Unos antebrazos de prodigios y férrea trabazón, culminan en unas manos, vigorosas pero elegantes, con largas uñas perfectamente coloreadas. Todo el cuerpo despide una irresistible sensación de poderío incontenible, que compone insuperable sinfonía cuando, en elegante coreografía, nos sumerge en el éxtasis al obsequiarnos con una suprema exhibición de poses musculares. Al mínimo ademán, danzan fulgurantes las fibras musculares por debajo de su epidermis, mientras bajo ella  dibujan incifrables surcos un vasto desarrollo vascular, de caprichosas ramificaciones que derraman generosamente infinitas dosis de energía a los músculos. Al iniciarse el redoble lúgubre e los timbales, Xypsangarh saltó al agua, siumergiéndose en seguida. Un amasijo de cocodrilos sagrados se zambulló tras ellas. Pronto el agua pareció hervir, al compás de la furiosa batalla que se desarrollaba bajo ella. Al punto apareció un saurio muerto, flotando panza arriba, el agua comenzaba a enrojecerse. Acá apreció otro cuerpo de cocodrilo y otro más allá, despanzurrados, muertos bajo la destructiva eficascia de los golpes de Xypsangarh. Arrfat, el mayor cocodrilo conocido, el favorito de Rebetrop apareció súbitamente por el canal. Sus veinte metros de depredador asesino helaron la sangre de los presentes. Sus enormes fauces , capaces de partir en dos a un hipopótomo,  se orientaron hacia las turbulentas aguas donde la hija del faraón daba cuenta de los últimos cocodrilos sagrados que aún no habían emprendiodo la huída. Xypsangarh emergió. Mientras tiraba hacia atrás su mojada cabelleracon la ayuda de sus elegantes manos, hinchó su gigantesco pecho del aire necesario. No se apercibió de la llegada de Arrfat hasta que prácticamente lo tuvo encima. El colosal saurio se lanzó rápidamente sobre la princesa y esta apenas tuvo tiempo de contener el brutal mordisco asiendo con sus brazos las enormes mandíbulas. Arrfat comenzó a girar rápidamente siobre si mismo, haciendo describir a Xyndragat varios violentos tumbos. Peró pronto la hija del faraón ´contraatacó. Su portentoso cuerpo se tensó violentamente. La enorme firmeza que sus músculos poseían siempre pareció acrecentarse aún más, acercándose a la infinitud y Arrfat no pudo dar ni medio giro más. Sus intentos se debatieron en la impotencia, y apenas consiguió algunos brincos ridículos. Entonces Xyndragarh, sin soltar la boca del reptil, tensó sus brazos. En vano el Arrfat intentó , cerrando la boca, clavar sus enormes muelas en el cuerpo de la mujer, puesto que la fuerza de esta era infinitamente mayor que la suya. Así, mientras gozamos del portentoso baile de las aceradas fibras musculares vibrando bajo la piel, abríó los brazos la chica, arrancando totalmente la mandíbula inferior del saurio. El colosal crugido vino seguido del inútil debatir del cuerpo del dragón, antes de inmobilizarse , inmediatamente, muerto.   El leal pueblo de Tebas prorrumpió en v´tores exaltados, mientras el faraón derramaba emocionadas lágrimas.   pronto los dioses derramaron sus favores sobre los tebanos, calmada su venganza al bañarse la princesa en el estanque de los cocodrilos.   Rebetrop, atónito, tuvo que dedicarse a restablecer la nómina de cocodrilos sagrados, muy disminuida desde el día que la hija del buen faraón cumplió su sacrificio. Cyrus Map