REENCUENTROS DE VECINOS HISTORIA 2 Evangelina y Marcos Por Esper, esper_cl@yahoo.es “Reencuentro de vecinos”, son historias de personas que fueron vecinos cuando niños en la calle “los gatos”. En continuación viene la historia 2. Evangelina era la pequeña vecina de marcos, 7 años mayor que ella. Después de varios años, se reencuentran, y Marcos queda se impresionado al ver la mujer en la cual la vecina se había convertido. **** DURANTE LA NIÑEZ DE EVANGELINA Evangelina y Marcos fueron vecinos cuando eran niños en la calle “Los Gatos”, ubicada en un sector medio acomodado de Santiago de Chile. Ella es 7 años menor que él. Los niños de edades similares a las de Marcos le decían cariñosamente “la pulga”. Este apodo se lo ganó por ser una niña inquieta, alegre, que siempre quería estar en los juegos de niños y niñas mayores. Normalmente era aceptada por éstos. Aún más, lograba ser invitada a fiestas de adolescentes, para envidia de niños y niñas de la edad de ella o un poco mayores. Marcos era el mayor de 3 hermanos. Su hermana Ema tenía 1 año menos que él y su hermano Cristián era 2 años menor que Ema. La casa de Evangelina estaba a dos casas de la de Marcos. Los padres de ambos se fueron haciendo amigos con el tiempo. Muchas veces que los padres de ella se ausentaban, la dejaban en la casa de Marcos. Puesto que la niña se fue sintiendo en confianza, era frecuente que entrara a la casa de ellos y pasara largos ratos, sin que sus padres se ausentaran. Era hija única y tanto su papá como su mamá trabajaban y se aburría sola en su casa. Muchas veces interrumpía las actividades de sus vecinos, pero era tan encantadora y alegre que finalmente captaba la atención, y lograba que Marcos o alguno de sus hermanos dejara lo que estaba haciendo para dedicarse a ella. A pesar de la diferencia de edad, con Marcos fue con quien Evangelina siempre tuvo la mayor afinidad. La familia de Marcos llegó al barrio después que la de Evangelina. Él tenía 11 años entonces y ella 4. Fue a partir de los 7 años de la chica cuando se empezó a desarrollar la cercanía con la familia de él. Marcos y sus hermanos siempre escucharon que los adultos decían que Evangelina era alta para su edad. Sin embargo dado que era mucho menor, no tenían noción de si era alta o baja. Evangelina tenía el pelo castaño el que usaba un poco más arriba de los hombros. Sus ojos eran de color café y su tez era clara. Su mirada a ratos parecía melancólica y reía con mucha facilidad. No era ni gorda ni delgada. En el patio trasero de la casa de Marcos habían instalado una barra metálica para hacer ejercicios de brazos. Esa barra se podía cambiar de posición pudiendo quedar a alturas que van desde 1,5 metros a 2,5 metros. Normalmente la tenían puesta a la máxima altura, de modo que Marcos y su hermano Cristián pegaban un salto y hacían flexiones de brazos y otros ejercicios. Eso les permitía ir desarrollando fuerza de brazos. Además tenían colchonetas en las cuales hacían abdominales en distintas posiciones y flexiones en el suelo. Con el tiempo había comprado algunas pesas para diversos ejercicios de musculatura. A los dos hermanos les interesaba tener fuerza y un cuerpo atlético, siendo quizás la principal razón el facilitar la atracción de personas del sexo opuesto. Su hermana Ema nunca tuvo mayor interés en hacer los ejercicios con Marcos y Cristián. Con las clases de educación física que tenía en el colegio y con el ballet que practicaba, le era más que suficiente. Como era natural, muchas veces en las que uno de los hermanos o los dos, estaban haciendo ejercicios, Evangelina hacía su aparición. Los hermanos la recibían con un comentario que decía “llegó la pulga” o la saludaban diciéndole “hola pulga”. Dado el apodo de la chica y el hecho de que su calle se llamaba “los gatos”, hacían el chiste que por causa de ella la vecindad era ahora gato con pulgas. Obviamente que Evangelina quiso hacer los mismos ejercicios de los hermanos. Cuando veía que estaban haciendo ejercicios en la barra ella decía “quiero hacer lo mismo”. Los hermanos le decían que era muy pequeña y que además para las mujeres de cualquier edad eso era muy difícil. Una de las características de Evangelina la pulga, era que acostumbraba ser muy insistente cuando algo se le metía entre ceja y ceja. Ayudada por su natural simpatía y chispeante humor, la mayor parte de las veces lograba su objetivo. Fue así como logró que Marcos le enseñara como usar la barra. Como primer paso Marcos puso la barra a la altura más baja. Eso permitía que Evangelina colgara de ella con las manos, y pudiera tocar el suelo estirando la punta de los pies. En los primeros intentos Evangelina logró doblar sus brazos en un pequeño ángulo. “¿Ves?” le dijo Marcos. “No es fácil. No hay muchas mujeres que pueden hace flexiones en barras”. Las palabras de él remecieron el orgullo de ella y le contestó: “Vas a ver como voy a poder”. Esto hizo reír a Marcos y le replicó “con lo porfiada que eres, quizás lo logres”. Fue entonces cuando Evangelina empezó a entrenar con las barras. Todos los días lograba doblar un poco más su brazo, hasta que logró levantarse totalmente. Era la única niña de la vecindad que podía hacer ese ejercicio y había niños de la edad de ella que no lograban hacerlo. Un par de meses después ya estaba haciendo repeticiones. Evangelina aprendió más ejercicios con los hermanos, como flexiones de brazos en el suelo y caminar con las manos con cuerpo al revés. Marcos y su hermano Cristián miraban con mezcla de perplejidad y diversión los avances de Evangelina. La vitorean y la aplaudían diciéndole en voz alta cosas como “¡Bien, pulga!”, “¡Vamos pulga!”, “eso es, Pulga”. La casa de los hermanos tenía dos pisos, más una mansarda en un tercer piso. En ellas había puesto colchonetas en las que hacían ejercicios cuando el clima no permitía que los hicieran en el exterior. En ese lugar era habitual la compañía de Evangelina. Las salidas en bicicleta, las que llamaban cicletadas, eran comunes en los jóvenes y niños de la calle Los Gatos. Como es fácil imaginarse, Evangelina tomaba su bicicleta y los acompañaba siendo la menor del grupo. Ella nunca se quedaba atrás a pesar de lo largo que pudieran ser los caminos recorridos. Cuando Marcos tenía 18 años, al padre de Evangelina se le presentó una interesante oportunidad de trabajo en Lima, Perú, la que decidió aceptar. En ese momento Evangelina tenía 11 años. Marcos y Cristián ya había notado que la pequeña vecina iba a ser alta, puesto que estaba alcanzando en estatura a algunas mujeres adultas que eran bajas. De hecho era solo un poco más baja Ema la hermana de ellos la que era de normal estatura. Fue entonces cuando dejaron de verse. Se despidieron con grandes abrazos y Evangelina al despedirse les dijo: “Me voy pero volveré. De mí no se van a deshacer tan fácil”. Fue una de las tantas frases de la Pulga que los hizo reír. QUINCE AÑOS DESPUÉS Con 33 años, Marcos, acababa de terminar su matrimonio. De profesión abogado, llevaba 6 años trabajando en un banco. Iba 3 veces por semana al gimnasio y los fines de semana jugaba tenis, el cual resultó ser su deporte favorito. Se mantenía delgado, en buena forma, aunque no le preocupaba ser tan musculoso como quería serlo de adolescente. Un día en la tarde en su departamento encendió su computador. Al abrir su Messenger, notó que alguien lo estaba agregando como contacto. La dirección de correo electrónico comenzaba con las letras “e” y “uve”, y a continuación seguían unos números. El apodo que registraba la otra persona era “la pulga basquetbolista”. “¡No puede ser! Esta no es otra que Evangelina” pensó. La alegría y los recuerdos de su vecina lo invadieron de inmediato. Aceptó de inmediato a “la pulga basquetbolista”, y al hacerlo vio que estaba conectada. Fue Evangelina que inició la conversación. Evangelina: ¡Marcos!!! Marcos: ¡Pulga! No te imaginas la sorpresa que me has dado. Y es una linda sorpresa desde luego. ¿Cómo me encontraste? Evangelina: Encontré a tu hermana en el Facebook y ella me dio tu correo de Messenger. Te busqué primero a ti, pero eran muchos con tu nombre. Marcos: ¿Y qué es de tu vida? ¿Sigues viviendo en Perú? Evangelina: Si, pero estoy viendo la posibilidad de irme a Chile. Marcos: Y cuéntame, ¿te casaste? Evangelina: No, no me he casado ¿y tú? Marcos: Si me casé, pero me divorcié hace poco y tengo una niña de 5 años que está con su mamá. Siguió la conversación. Se pusieron al día de sus respectivas familias y de lo que hacía cada uno. Ella le contó que había estudiado comunicaciones, pero no había trabajado en su rubro, sino que con su familia de había dedicado a un negocio de exportar lanas y telas de Perú. De hecho uno de los países a los que exportaba era a Chile donde viajaba frecuentemente. Marcos: Déjame calcular, tú debes tener unos 26 años, me acuerdo que tenías 7 años menos que yo. Evangelina: Así es, y si antes teníamos 7 años de diferencia lo lógico es que tengamos la misma diferencia ahora. Eso no cambia con los años. Marcos: Jajajajjaa. No tienes remedio, sigues igual de pícara que cuando eras niña. Evangelina: ¡Por supuesto! ¿Te acuerdas que cuando nos despedimos cuando yo era niña les dije que de mí se iban a poder deshacer en forma fácil? Marcos: Obvio que me acuerdo, es difícil de olvidar un comentario así. Evangelina: Bueno, aquí lo tienes, te encontré. Marcos: Jajjajaa Así lo estoy viendo. La foto que Evangelina tenía puesta en el Messenger, la mostraba a ella con tenida de básquetbol. Se veía esbelta, pero la foto no permitía que se viera nítidamente su rostro. Marcos: Es obvio que te has dedicado al básquetbol. Lo dice tu Nick y está tu foto puesta. Evangelina: Así es y ¿sabes? En buena parte gracias a ustedes es que resulté buena para los deportes y actividad física. Es gracias a los ejercicios que hacíamos en tu casa cuando yo era niña. Marcos: Me gusta leerte eso, gracias. Evangelina: Gracias a ustedes. He jugado mucho básquet en mi universidad acá en Perú, y hemos salido campeonas más de una vez. Marcos: Te felicito. ¿Y has pensado en ser profesional? Evangelina: Pude haber entrado a la selección de Perú, pero habría tenido que nacionalizarme peruana, cosa que no quise. De todas maneras complemento mi trabajo con ser entrenadora. Me gusta mucho enseñar y desarrollar los talentos. Marcos: Te entiendo. Evangelina: Además no me atrajo mucho el modo de vida que implicaba ser profesional, dejando de lado mis estudios y negocios. Marcos: Cuéntame: ¿Eres alta? Evangelina (hace una pausa): Eso lo vas a saber cuando nos veamos. Porque nos vamos a ver, ¿no es así? Marcos: Con gusto nos veremos. Pero, ¿por qué tanto secreto con tu estatura? Evangelina: Para dar misterio a nuestro reencuentro. Así es más entretenido. Marcos: Jajajajjaa. No tienes remedio. Muy bien. ¿Y tienes un viaje próximo? Evangelina: Voy la próxima semana, dame tus teléfonos. Me voy a quedar dos semanas. Marcos le dio los teléfonos a ella. Luego le pidió que pusiera en la ventana del Messenger fotos de ella tomadas más de cerca. Marcos: ¿Tienes más fotos? La que tienes puesta no es de lejos. Espero que eso no lo dejes para el misterio Evangelina: A ver, déjame ver. La amiga entonces fue poniendo varias fotos en las cuales se veía de cerca. Marcos vio que era bastante guapa, sin ser una belleza tipo “miss”. Él también fue poniendo varias fotos. Marcos: Eres toda una mujer ya, pero tienes la misma mirada y sonrisa de cuando eras niña Evangelina: Tú también eres la misma persona. Y estás más guapo de lo que te recuerdo. Marcos: Gracias. Me hinchas el ego. Se despidieron y quedaron de seguir conversando por Messenger para luego coordinar su encuentro en Santiago. EL REENCUENTRO Luego de varias conversaciones por Messenger y por teléfono, Marcos y Evangelina acordaron reunirse en un café a las 7 de la tarde, después del trabajo de él. Ella había llegado de Lima esa mañana y fue la primera en llegar a la cita. Cuando llegó Marcos, no le fue difícil reconocerla. Estaba vestida de jeans con una blusa blanca y un suéter sin mangas de fondo rojo, con mucho diseño, de estilo peruano, que era sin duda uno de los que exportaba. Su pelo castaño y liso ahora estaba largo, brillante y muy cuidado aunque se vería natural. Lo llevaba tomado, con partidura levemente cargada a uno de los lados. Él la vio de costado y notó la forma de su nariz, tal cual la tenía cuando era niña, según el recordaba. Desde ya Marcos se percató de que Evangelina era grande. “¡Pulga!”, exclamó. Evangelina se dio vuelta para saludarlo esbozando una gran sonrisa. Se puso de pié y ambos vieron que Evangelina era mucho más alta que Marcos. Se abrazaron largamente y se dieron varios besos en la mejilla. Marcos: ¡Qué gusto me da verte! Evangelina: Pues a mí también, querido Marcos. Toda la vida me he acordado mucho de ustedes. Marcos: Déjame mirarte. Ahora tengo una idea de tu estatura, la que misteriosamente no me querías dar a conocer. Evangelina: Como ves, soy bien alta. Marcos: Bueno, no es del todo una sorpresa, porque fuiste alta desde niña y era lógico que lo fueras de adulta. Evangelina: Así es, mido un metro ochenta y tres. Marcos: Yo mido uno setenta. O sea trece centímetros menos que tú. Evangelina: Y eres delgado, así que con seguridad pesas unos diez kilos menos. Marcos: Peso entre sesenta y ocho y setenta kilos, dependiendo de la temporada. Evangelina: Bueno yo peso ochenta y un kilos, según decía ayer la balanza. Los dos amigos conversaron animadamente haciendo muchos recuerdos de cuando eran vecinos. Había detalles de los que uno se acordaba y el otro sí. Esto permitió que aparecieran más vivencias del pasado en la mente de cada uno. Finalmente se despidieron quedando de verse en una próxima oportunidad. Quedó pendiente que él mostrara a su departamento a ella y además `programaron una visita a la casa de los padres de Marcos, lugar donde Evangelina hacía los ejercicios con los dos hermanos. Evangelina: me encantará ir al jardín de la casa de tus papás, a la mansarda y ver la barra. Marcos: Y si quieres podemos hacer ejercicios. Evangelina: ¡Buena idea! Llevemos ropa de ejercicios. Marcos: Trato hecho. Evangelina: Además voy a ver mi ex casa. ¡Qué emoción! Marcos: ¿sigue siendo de ustedes? Evangelina: Ya no, fue vendida hace varios años. Marcos: Es posible que queden personas desde la época en la cual vivías ahí. Evangelina: También me encantará verlos. EVANGELINA VA A LA CASA DE LOS PADRES DE MARCOS El día sábado se concretó la idea a almorzar de Evangelina a la casa de los padres de Marcos. Al verlos, Evangelina los saludó cariñosamente y les entregó un presente traído desde Perú. Ellos le expresaron el mismo cariño puesto que ella pasó muchas horas y anécdotas en la casa de ellos, que ya había superado los 60 años. La chica se dirigió a ellos utilizando los apelativos de “tío” y “tía”, tal cual lo hacía cuando era niña. La conversación estuvo muy rica y cálida. Una vez que terminaron, los papás de Marcos salieron a un mall a hacer unas compras, tal cual los tenían planeado. Marcos y Evangelina decidieron descansar un rato en la sala de estar de la casa, para la digestión del almuerzo. Dormitaron y comentaron lo grato que estaba siendo verse de nuevo. Una hora después se pusieron sus tenidas deportivas y salieron a hacer ejercicios. Comenzaron saltando para entrar en calor. La barra estaba igual como la recordaba Evangelina. Lo primero que hizo fue dar un pequeño salto a la barra y hacer 20 flexiones. Luego hizo la posición invertida y caminó varios metros con las manos. Marcos: Son los mismos ejercicios que hacías de niña. Es emocionante verlo después de 15 años y con tu actual porte. Evangelina: Voy a hacer cosas que no hacía hace 15 años ahora, y vas a ver mi fuerza. Marcos: Estoy todo atento para verte. Evangelina: ¿Te acuerdas que tú y tú hermano me usaban de pesa cuando yo era chica, y que hacían ejercicios de fuerza cargándome? Marcos: Jjajajjaa. Si me acuerdo, y te gustaba mucho. En ese momento Marcos dejó de reír, enmudeció y su rostro empezó a reflejar asombro. Había captado las intenciones de ella. Su amiga sonrió al ver la expresión de él. Marcos: No me digas que…. Evangelina (interrumpiendo): Si, es lo que crees, yo te voy a cargar ahora. Tú vas a ser mi pesa, tal cual yo lo fui de ustedes. Primero ella lo tomó en brazos y caminó con él así. Luego lo dejó en el suelo. A continuación lo subió en sus hombros. Lo mantuvo así y comenzó a hacer flexiones de piernas con él cargado. Luego lo bajó. Marcos: ¡Increíble! Nunca pensé que íbamos a hacer esto. Evangelina: Yo tampoco. Pero no fue difícil, ya que no pesas mucho. Marcos: Si, pero 70 kilos no dejan de ser un peso. Evangelina: En fin, ya hice lo que deseaba Marcos: Hay algo que no has hecho. Pero creo que es bien difícil Evangelina: ¿Qué? Marcos: Cuando eras chica, te subíamos en los hombros y te levantábamos y bajábamos por sobre nuestras cabezas. Evangelina: Tienes razón, me acuerdo de eso. Y me gustaba mucho. Bueno, veamos… Marcos (nuevamente asombrado): ¿Es que lo vas a intentar de verdad? Evangelina: Por supuesto. Ella nueva mente tomó a Marcos y lo subió a sus hombros. “Pon tu cuerpo estirado y rígido”, le dijo. Marcos obedeció. Luego ella estiró sus brazos y mantuvo a su amigo en esa posición cerca de un minuto. Marcos: Jjajajja. Nunca vas a dejar de sorprenderme. Eres fantástica. Evangelina: Y esto es gracias a ti y a tu hermano Dicho eso, Evangelina besó con fuerza a su amigo en la mejilla. Al rato sintieron el timbre. Era Cristián, el hermano de Marcos que llegaba a la casa de los padres, con el deseo y la curiosidad de ver a la pulga. Venía de la mano con una niña de 2 años. Al verla emitió un grito: “¡Pulgaaaaaaaaaaa! ¡Qué alegría verte! ¡Y veo que eres todo un mujerón! Evangelina: ¡Cristián! Amigo mío, para mi es una gran alegría. Los dos amigos se abrazaron tal cual un par de días antes ella lo había hecho con Marcos. Luego saludó a la niña. Evangelina: ¿Y ella? ¿es tu hija? Cristián: Si, se llama Camila. Ya tengo dos niñas. Ella es la mayor. La otra está con mi esposa en casa, tiene 6 meses. Marcos. No te imaginas la mujer fuerte que es ahora la pulga. Hace un rato me levantó sobre su cabeza, la cual lo hacíamos con ella cuando era niña. Cristián: ¿De veras? Pues me gustaría verlo. Evangelina: Muy bien. ¿Lo hago contigo o con Marcos? Marcos: Te advierto que Cristián es más alto y pesa más. Evangelina: ¿Cuánto mides y pesas, Cristián? Cristián: 1,76 y 75 kilos. Evangelina: Creo que puedo, veamos. Le dio las mismas indicaciones que a Marcos. Primero lo subió a sus hombros y con el cuerpo rígido de él, estiró sus brazos y Cristián estuvo sobre la cabeza de ella a unos 30 cms. Cristián: Impresionante… Nunca me imaginé que viviríamos esto. Evangelina: Marcos, quiero intentar algo contigo. Ponte al frente mío y cuando te diga quiero que des un salto en posición vertical. Marcos le hizo caso. Evangelina lo tomó de la cintura con fuerza con sus dos manos, y luego de que él saltó lo levantó y lo mantuvo horizontal con sus dos manos estiradas. Después de la sesión de ejercicios de fuerza, los tres se tomaron fotos con la cámara digital. En la principal aparecían los tres de pie, con Evangelina al medio abrazando por los hombros a los hermanos. Se destacaba en esa foto la mayor estatura de ella y el mayor tamaño en general. En lo que siguió del sábado, encontraron a algunos vecinos de cuando ella vivía en la calle “Los gatos”. Por el tiempo transcurrido, muchos se habían mudado, y otros, que entonces eran niños, se habían ido de la casa de sus padres. EVANGELINA SE SIGUE VIENDO CON MARCOS Así se fue dando con quien más estuvo Evangelina en Chile fue con Marcos. Al poco tiempo el cariño que se tenían de niños, se fue transformando en sentimientos y emociones propias del hecho de que él era hombre y ella mujer. Dado que se veían o hablaban todos los días y que existía una gran afinidad, se empezaron a necesitar el uno al otro. Los 7 años mayor que era Marcos, antes era una gran diferencia, pero ahora de adultos era como si fueran de la misma edad. Un día que era feriado se encontraron en un mall a las 12. Tenían que hacer varias cosas, como pagos de cuentas y algunas compras. Como a las 13:30 fueron a comer algo al centro de comida. Ya estaban en la mesa cuando sonó el teléfono celular de Marcos. Evangelina escuchó que su amigo decía “hola Chichi”. Luego notó que la conversación versaba sobre el nuevo computador portátil que se había comprado Chichi, el que al parecer no sabía usar bien. Al terminar la conversación Marcos dijo “muy bien Chichi, te llamaré para coordinar”. Cuando terminó, retomó la conversación con su amiga de niños. Evangelina: Y esa, ¿quién es? Marcos: La Chichi. Se llama Cecilia y le decimos Chichi. Es una amiga. Evangelina: ¿Y qué quería? Marcos: Es que quiere que la ayude con su computador que se acaba de comprar. No sabe poner el Messenger ni conectarse bien. Evangelina: Mmmmmm…. Marcos (mirándola extrañado): ¿Por qué Mmmmmmm…? Evangelina: Esa no tiene problemas con su computador. Quiere verte. Lo del computador es la excusa. Marcos: Pues no lo creo. Evangelina: ¿Por qué? Marcos: Porque es una amiga que tiene novio. Y además hay algo que no escuchaste en la conversación. Evangelina: ¿Qué es lo que no escuché? Marcos: Que quiere presentarme a una amiga. Evangelina: Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh . Bueno, lo del computador era una excusa de todas maneras. Marcos: Es posible. Quizás me llamó porque quiere presentarme a su amiga, y no quiso ser tan directa. Evangelina: ¿E irás a conocerla? Marcos (sonriendo): Quizás sí, quizás no. Pero, ¿por qué me haces tantas preguntas? Evangelina: Porque somos amigos, y quería saber. No sé que tiene de malo que te pregunte. Marcos: Nada malo tiene, es que normalmente no haces tantas preguntas. ¿Estás celosa? Evangelina: ¿celosa? ¿Qué tienen que ver los celos? Marcos: es por las preguntas que me haces, y la forma de preguntar. Evangelina: Es que como sabes te quiero mucho, y solo pretendo saber. Marcos: Ahh, muy bien. Bueno, yo también te quiero mucho. Al rato salieron del mall. El plan era que se fueran caminando al departamento de él, el que quedaba a unas 8 cuadras. Luego Marcos tomaría su auto para ir a dejarla a la casa en la que estaba alojada. Era normal que cuando caminaban juntos ella se tomaba del brazo de su amigo. Esta vez lo tomó de la mano y se fueron caminando juntos. A Marcos le agradó eso, pero no se sorprendió del todo ya que ella era cariñosa con él. Atravesaron y se fueron caminando por una calle larga en la que había muchas casa que con el tiempo se habían transformado en tiendas. Entraron a una librería. Comentaban algunos libros, y cuando lo hacían ella se mantenía muy pegada a Marcos. Salieron y ella le puso las manos en los hombros a Marcos y luego le rodeó el cuello. Marcos le correspondió el abrazo tomándola por la cintura. Esa posición era cómoda para los dos, dado los 13 centímetros de estatura de diferencia a favor de Evangelina. Así se fueron caminando. Marcos se comenzó a excitar. A continuación se detuvieron en una tienda de artículos deportivos. Marcos estaba interesado en accesorios de tenis. Miraron la vitrina, y cuando lo hacían, Evangelina lo tomó por detrás por la barriga, y le dio varios besos seguidos en la cara y en el cuello. Marcos le tomó las manos con las suyas y la comenzó a acariciar. Entonces Evangelina lo levantó 20 centímetros, lo que hizo con toda facilidad. Lo dejó en el suelo , se dieron vuelta para mirarse y se abrazaron. Luego se miraron y se besaron en la boca largamente incluyendo el contacto de sus lenguas. Tomaron el camino abrazados y se besaron varias veces más. Evangelina: Quiero quedarme contigo en tu departamento una vez que lleguemos. No quiero que me vayas a dejar aún, en un buen rato. Marcos: ¿Quieres que hagamos el amor? Evangelina: Si, eso quiero. Después de eso, Evangelina fue a buscar sus cosas a la casa de una tía en la que estaba alojada y se quedó a dormir con Marcos el resto de su estadía en Chile. Su tía era lo suficiente abierta de mente como para entender y no inmiscuirse en asuntos de la chica. Hay más que contar de Evangelina y Marcos, pero eso vendrá en futuras historias.