Sofía, Verónica y Raul. Parte 3. La venganza By Dan the diverman dmmbsr@gmail.com Una historia de infidelidad y músculos desde todos los puntos de vista. …Verónica… Me visto con mi top rosa, al mirarme en el espejo me gusto, realizo una pose de doble bíceps y mis músculos saltan a mi voluntad, no me puedo creer el volumen que tengo, la definición, veo como las venas saltan, marcando aún más mi dramática definición muscular. Llevo más de cinco minutos admirando mi cuerpo escultural cuando me percato que detrás mía está el baboso de mi anfitrión masturbándose en una esquina. Ha llegado el momento del castigo. Me giro lentamente, mientras me voy quitando la ropa que llevo, no quiero manchar de sangre el mejor modelito que tengo, me acerco lentamente, totalmente desnuda hacia mi anfitrión, está salpicado de semen por todas partes, pero insiste en masturbarse, ha debido correrse varias veces mientras realizaba mi posado; la cara la tiene desencajada. Flexiono los pectorales, haciendo que mis enormes tetas salten a mi voluntad; suficiente para hacerle llegar nuevamente -Ha llegado el momento de tu castigo, es una falta de educación que te toques delante de una dama -Digo con mi tono más sarcástico, como si pudiese evitar excitarse al ver mi cuerpo. -¡No, por favor!, no quería, pero eres tan guapa, que no puedo evitar excitarme al verte -Dice con una voz temblorosa Me inclino sobre él, agarro su mandíbula con mi mano izquierda y lentamente lo pongo en pie, pero no paro ahí, continúo hasta que lo estoy aguantando a medio metro del suelo, mi brazo estirado rebosa fuerza, no puedo evitar excitarme ante mi propia musculatura, mi superioridad sobre el anormal de mi anfitrión. Me fijo en su pene, está totalmente erecto, la tentación me vence, así que lo acerco a mis pechos y lo atrapo flexionando sutilmente mis pectorales, desde mi punto de vista puedo ver la cabeza roja sobresaliendo por encima de mis abultadas tetas; ahora flexiono drásticamente mis pectorales, comprimiendo demasiado su miembro, se retuerce de dolor; sus gritos inundan la habitación, pero no cejo en mi empeño, mantengo la flexión a la par que relajo mi brazo izquierdo, dejando caer su peso únicamente sobre su miembro. Sorprendentemente no se cae, nunca pensé que fuese capaz de mantener el peso de un hombre adulto aguantándolo de su pene tan solo con mis tetas, la escena me excita y no puedo evitar tocarme mientras sus gritos suenan como la mejor música en mis oídos. Pierdo la concentración cuando me corro, provocando que relaje los pectorales y haciendo que mi anfitrión caiga como un peso muerto hasta el suelo. Lo agarro por el cuello y lo levanto nuevamente, esta vez lo arrojo sobre la cama, veo como me mira con temor; hago saltar mis pechos conforme me acerco lentamente. Mi excitación ha bombeado sangre a cada músculo; ahora mismo podría compararme con cualquier campeona de culturismo, me detengo para mirarme en el espejo, acaricio mis abdominales, están duros como una piedra, bajo mi mano hasta las piernas, rebosan fortaleza, las flexiono, noto como me excito sintiendo como los músculos crecen bajo mi mano, levanto la mirada para ver como el anormal se vuelve a tocar ¡No aprende!. Continuo acercándome, repto por la cama como una pantera en busca de mi presa. -Creo que te había dejado claro que nada de tocarse -Digo disfrutando de cada palabra Balbucea algo ininteligible mientras atrapo con mis piernas su cabeza. Lo último que veo es su cara deformándose ante el crecimiento de mis muslos, aprieto con fuerza mientras acaricio los cuadriceps; mientras continuo apretando, siento como se corre en mi espalda, el anormal disfruta con el dolor, pero aún más disfruto yo infringiéndolo; continúo ejerciendo presión; la sensación me está haciendo llegar nuevamente, combulsiono mientras siento como mis fluidos llegan hasta la cara del atontado. Solo cuando he terminado relajo la trampa mortal que son mis poderosas piernas, liberando su magullada cabeza. Se resbala inconsciente. Por un momento me preocupo, verifico que aún respira, pero viendo que está bien, me relajo. Me levanto de la cama, me vuelvo a mirar en el espejo, estoy irresistible, ardo de deseos de ver a Sara. Me doy una ducha en la que vuelvo a jugar con mis músculos, disfruto de ellos mientras me masturbo nuevamente. Al salir de la ducha veo a mi anfitrión aún tirado en la cama, no se ha despertado; me fijo un poco más, está totalmente magullado, la cara la tiene cada vez más morada; supongo que no soy consciente del poder que almacenan mis piernas; toda esta situación me sirve para aumentar mi ego. Me vuelvo a vestir, el resultado es orgásmico, no puedo esperar a que Raúl vea lo que se ha perdido, pero antes tengo que ver a Sara, lo necesito, quiero que me vea así vestida. Salgo hacia el bar donde trabaja Sara, no me sorprendería que mañana saliese en la prensa “una chica escultural nos visita en el Rompido” como pie de foto de la chica más llamativa que hay ahora mismo aquí. No hay nadie que no se detenga a admirarme, noto como me siguen un par de maromos observando como saltan mis gemelos a cada paso, acentuados por los tacones de aguja que me elevan hasta el metro noventa. La minifalda muestra mis bíceps femorales totalmente definidos, excitándose también a cada paso, que sirven de antesala a uno de los mejores culos que han visto estas calles en muchos años. Cuando veo que alguien me mira los abdominales los tenso lentamente, marcando mi tableta al máximo, hago lo mismo cuando cualquiera mira mis brazos, los flexiono drásticamente, soy todo un espectáculo, pero sería una pena ocultar mi cuerpo, estoy seguro que todos los que me están viendo van a tenerme en su cabeza, en sus sueños, muchos días. Entro al bar, aunque está repleto, la gente se va retirando conforme me acerco, liberándome el camino hasta la barra. Veo a Sara radiante, ligando con un maromo; no tiene mala forma física, pero es considerablemente más pequeño que yo. -Perdona, creo que te has sentado en mi sitio -Digo inquisitoriamente No se molesta en mirarme, sus ojos son para Sara, lo comprendo -Déjame en paz, no ves que estoy acompañado. Agarro su cara con mi mano y la giro hasta que está delante de mi escote, su vista no puede ser más excitante, tan solo ve mis enormes tetas y mi cara. Veo como se le salen los ojos de las órbitas ante el panorama, se incorpora para darse cuenta que le saco algo más de una cabeza. Miro de reojo a Sara, muestra una sonrisa de oreja a oreja. -Ahora que he captado tu atención, ¿Serías tan amable de cederme tu sitio? -Digo con la voz más sensual que tengo Balbucea algo que no logro comprender mientras recula torpemente, tropezando con la gente, sin quitarme ojo de las tetas; es divertidísimo tener este control sobre la gente. -Me has espantado a ese hombrecillo, estoy segura de que me iba a dar una buena propina, llevaba toda la noche trabajándomelo -Dice Sara con tono jocoso Estiro mi brazo para agarrar por el cuello de la camisa al baboso que aún yace en el suelo y lo levanto hasta que lo tengo suficientemente cerca como para que me pueda entender. -Creo que Sara se ha portado muy bien contigo esta noche, deberías ser generoso con la propina -Digo con el mismo tono sensual. Tras asentir bruscamente, busca su cartera y suelta una buena propina, aproximo la cara del atontado a Sara, y ésta le da un beso en la mejilla -Muchas gracias guapo, vuelve mañana, que aquí me aburro mucho -Dice de una manera demasiado sexy para mi. Suelto al maromo muerta de celos, ella me mira con cara de traviesa. -Dame un minuto, ya ha terminado mi turno, tenía la esperanza de que vinieses a buscarme y estaba haciendo tiempo, además, las propinas vienen muy bien. -Dice mientras se guarda el billete en el abundante escote. Veo como se aleja hacia la cocina, me quedo en la barra esperando que salga. -Tu levantas pesas ¿verdad? -Escucho detrás mía Me giro para ver la cara del atontado que acabo de despachar. -No, que va, nunca he visitado un gimnasio, ¿porqué lo dices? -Bromeo sarcásticamente -Nunca había visto una chica tan guapa como tu con unos brazos tan musculosos como los tuyos; estoy seguro que tienes más músculos que yo mismo Me río sonoramente, no me puedo creer la comparación que acaba de hacer. -Entreno cada día más de cinco horas, hago curls de bíceps con pesas más pesadas que tu. Si, creo que tengo más músculos que tu -Digo aclaratoriamente, sentenciando con una pose de bíceps que deja claro lo que estoy diciendo Me mira boquiabierto mientras noto como aumentan los murmullos alrededor nuestro. El insensato posa su mano sobre mi músculo, no puedo evitarlo, flexiono un poco más hasta que atrapo su mano entre mi antebrazo y mi bíceps, es una trampa imposible de romper, me lo acerco a la cara. -Como te atreves a tocarme sin pedir permiso, ¿no te das cuenta de que tengo más fuerza en mi brazo que tu en todo tu cuerpo? -Digo mientras aprieto aún más, notando la cara de dolor que pone el insensato. Cuando considero que ya ha disfrutado suficiente relajo la pose, y veo como se agarra la mano sin quitar ojo a mi brazo. -Eres impresionante, era imposible sacar la mano, ¿puedo tocarte otra vez? No puedo evitar enternecerme ante su candidez, acabo de aplastarle la mano, si no le he roto algún hueso, he debido estar cerca, y sigue insistiendo en tocar mi brazo, flexiono para él y le indico que puede tocarlo. Me acaricia suavemente el músculo, abraza la bola y aprieta, para verificar que es inamovible; noto como se está excitando, se le ha perdido la vista, se está corriendo con solo tocarme, me está calentando. -Me voy a poner celosa -Escucho detrás mía la voz sensual, susurrante de Sara -¿Quieres que te machaque también esa mano? -Le sugiero a mi admirador El no responde así que flexiono el brazo lentamente, viendo que no retira la mano la atrapo nuevamente y aprieto con todas mis fuerzas; convulsiona, pero no noto que haga ningún intento por retirar su mano, aumento la presión hasta que escucho un chasquido, no cejo en tarea pese a la cara de dolor que se le ha puesto, aprieto un poco más y escucho más chasquidos, pierdo la cuenta de los huesos que le he roto, le libero la mano; su aspecto es lamentable, veo como sale a duras penas delante nuestra, evidentemente necesita ayuda médica -Vámonos a mi casa, me has puesto a 100 con esa demostración -Dice cogiéndome de la mano y sacándome a toda velocidad del bar. Llegamos en un instante a su casa, cuando cierra la puerta la agarro y la levanto hasta que sus tetas están a la altura de mi cara, ella se retira el top, mostrándome las tetas mas espectaculares que haya visto nunca, lamo cada centímetro mientras la subo hasta su habitación, ella se retuerce de placer, la arrojo sobre la cama; en la penumbra de la habitación empiezo una serie de poses, la tenue luz que entra por la ventana deja entrever mi magnífico cuerpo, Sara se me abalanza en unos pocos segundos y me come la boca, me acaricia con fuerza, palpando mi cuerpo, intentando desnudarme, pero su cuerpo contra el mío evita que mi ropa pueda salir. Realizo una pose del cangrejo, estirando los músculos de la espalda y los brazos al máximo, siento como la tela del top no soporta tanta tensión y se resquebraja, quedando mis tetas libres de su prisión, ella me las lame al igual que hice yo hace un instante con ella; su experta lengua me excita, la subo hasta mi boca y nos fundimos en un beso apasionado. -Observa, creo que esto te va a gustar -Digo apartándola un poco de mí Me giro mostrándole mi espalda desnuda, empiezo con una pose de doble bíceps, flexionando los dorsales al máximo, con eso duplico el tamaño de mi espalda, abro un poco las piernas y las flexiono, prestando especial atención a los glúteos mayores; la falda es demasiado pequeña, noto como se clava en mi músculo, pero es demasiado duro, revienta el tejido como si fuese de papel. -No puedo más, poséeme, necesito sentir tu cuerpo -Dice con el tono más lujurioso que le he escuchado. Me dirijo lentamente a la cama, intento provocar con cada paso; consigo lo que quiero, antes de alcanzarla se me abalanza, desequilibrándome y arrojándonos sobre el colchón. -Atrápame con tus poderosas piernas, quiero sentir tu fuerza. Le hago caso, con ella sentada sobre la cama, me tumbo delante suya y la atrapo por la cintura; cruzo mis tobillos en su espalda y empiezo a apretar lentamente. -No me voy a romper, quiero sentir tu poder. Aprieto con mayor fuerza, los cuadriceps se empiezan a hinchar, el vasto interno y externo empiezan a tomar volumen, noto como las piernas se juntan me da miedo lesionarla, no me lo perdonaría, alejo la mirada de mis piernas para fijarme en la cara de placer que tiene, está disfrutando, mantengo la presión, mientras disfruto del placer que soy capaz de suministrar con tan poco. Flexiono de vez en cuando un poco más, ella responde con un gemido de placer, relajo y flexiono rítmicamente, noto como su excitación va aumentando, a la vez que me voy calentando; no lo soporto más de un minuto necesito correrme. La libero, la levanto, la giro en el aire y le como el sexo, ella hace lo mismo con el mío, siento como ella llega, yo tardo poco más, la aprieto contra mí, mientras dejo que su cabeza explore mis abultadas piernas, noto su lengua limpiando los restos de mis fluidos sobre mis músculos, repetimos la operación una vez más. -Posa para mi, pero necesitamos más luz -Dice levantándose, cerrando la persiana y encendiendo las luces de la mesilla de noche y orientándolas como si fuese un escenario; me ciegan, apenas puedo verla. Empiezo con una sesión de poses, bombeando cada músculo, la escucho levantarse y acercarse a mí con un bote de aceite, empieza a añadir aceite corporal a cada músculo, me frota con sensualidad. El brillo que me da el aceite acentúa mi vascularidad; voy flexionando cada músculo, y ella responde untándolo con aceite, a las tetas les dedica un buen rato, las hago bailar cuando las trabaja. Cuando llega a las piernas se entretiene especialmente con los gemelos, noto como mete la cabeza entre ambas piernas. No la decepciono me pongo de puntillas aumentando el volumen de los gemelos drásticamente, la capturo sin remedio, noto como me acaricia los abultados músculos, la libero. -Vuele ha hacer eso -Dice entre jadeos Le hago caso, flexiono nuevamente, sintiendo su largo cuello ceder ante mis poderosos gemelos, no aprieto demasiado. Ella disfruta, acaricia mis músculos sensualmente. Cuando nos hemos cansado de este juego disfrutamos de nuestros cuerpos tumbadas en la cama, ella lame el aceite que me ha untado mientras flexiono cada músculo, la toco mientras hace esto. Nos vence el cansancio. —o—o— …Raul… Me despierto sin quitarme de la cabeza a Sofía, ¡que grata sorpresa ha sido encontrarme con ella!, estoy olvidando a Verónica a un ritmo espectacular. Me depecciona no encontrármela como ayer, empiezo a levantarme y al oír el ruido que hago, escucho como entra en el cuarto apresuradamente, va vestida con una sudadera y un pantalón ancho de deporte; calza unas deportivas. Me llama la atención que esté sudando profusamente. -¡Buenos días!, perdóname, no sabía que te habías despertado; me pasé esta mañana pero dormías plácidamente. -Dice atolondradamente -No te preocupes, no quiero molestarte, tan solo quería ir al baño. Ella se acerca y me ayuda a incorporarme tal y como hizo ayer, me facilita la otra muleta. Mientras estoy apoyado sobre ella me siento excitado por el olor de su sudor, me dan ganas de lamerla, tengo que contenerme. -¿Estabas entrenando?, estas muy sudada. -Si, he decidido hacer algo de ejercicio, ¡vamos a ver si antes de que te vayas consigo tener algo del músculo que tanto te gusta en una chica! -Me estas confundiendo, voy a pensar que quieres algo conmigo -Digo jocosamente, pero indagando para ver si lo que ha dicho lo he entendido bien. -No me hagas caso, dúchate y ahora subo a buscarte, voy preparando el desayuno. -Dice alejándose por la puerta. Tras la ducha, me encuentro nuevamente con Sofía en la puerta, hoy no luce su sonrisa habitual, espero no haberla espantado. Me espera mientras me cambio; me ayuda con la bolsa de viaje como hizo ayer, pero ahora espera a que me cambie, es discreta y espera en la puerta de la habitación; cuando me he cambiado, ella entra, sube la bolsa, y me abraza, aun sin sonreír. Desayunamos, hay una tensión que no logro comprender; cuando terminamos de desayunar, me ayuda a desplazarme al porche, donde me acomoda, me trae el portátil. -Me apetece salir a correr un poco por la playa, ¿te importa que te deje solo? -Dice con un tono ciertamente triste. -Por supuesto que no, sal a correr, solo me entristece no poder ir a correr contigo. -Digo en un intento de suavizar la extraña tensión que ha surgido. Sofía sonríe tímidamente, me da un beso en la mejilla y sale a correr. Me quedo solo en el porche preguntándome que he dicho o que he hecho, pero sobre todo preguntándome como puedo estar tan colado por Sofía. —o—o— …Sofía… Amanezco temprano, aún no ha salido el sol. Miro a mi lado para ver a Raúl, aún duerme, no puedo evitarlo, lo acaricio, no puedo evitar sonreír al verle dormir, no me puedo creer que después de tantos años hayamos terminado juntos. Busco bajo las sábanas su miembro, me excita ver esa erección nocturna, no me defrauda, la acaricio. -Buenos días -Me dice medio dormido Yo contesto levantando el brazo y flexionando todo lo que puedo. Aunque el bíceps está frío noto como crece, quiero que se excite, quiero que esa erección que tiene vaya a más, lo quiero poseer aquí mismo, ahora mismo, no me canso de hacerle el amor. -¿No crees que te has desarrollado mucho? creo que deberías dejar de ir al gimnasio, esos músculos parecen masculinos, con lo guapa que eras antes de empezar a muscularte -Dice con tono de decepción- Sabes que no me gusta que seas más fuerte que yo. Noto como mi mundo se derrumba, he estado muchos años cultivando cada músculo para él, para gustarle y ahora me sale con esto. La decepción se torna en ira, necesito golpear algo me cabreo demasiado rápido, me asusta poder matar a mi amante de un solo golpe, armo mi brazo, ahora mismo soy letal. Me despierto cubierta en sudor ¡Qué pesadilla! me levanto y me acerco al dormitorio de Raúl, aún duerme, regreso a mi cuarto; la pesadilla me ha dejado mal cuerpo. Necesito ejercitarme un poco para disipar la cabeza, regreso a mi dormitorio y comienzo a realizar curls con las mancuernas que tengo, no pesan demasiado por lo que no me molesto en hacer series. El ejercicio no me sirve, me empiezo a plantear todo, no se si me estaré pasando con el ejercicio, quizás Raul busque otro perfil de chica, quizás le gustan los músculos, pero no tan grandes como los míos, quizás le guste, pero acaba de salir de una relación y no creo que esté en disposición de meterse en otra, y yo estoy aquí haciendome ilusiones como si fuese una adolescente, además para colmo, dentro de poco regresará a Madrid, dejándome a mi en Sevilla. No me puedo creer que me haya enamorado, la última vez que me pasó con él, tardé muchos años en aceptar que nunca saldríamos, y para colmo me marcó de tal manera que me ha convertido en una especie de friki con músculos por todas partes. Escucho a Raul moverse, me miro al espejo, los brazos los tengo totalmente definidos, casi me dan miedo, busco un chandal y me lo pongo; corro a ver a mi invitado. -¡Buenos días!, perdóname, no sabía que te habías despertado; me pasé esta mañana pero dormías plácidamente. -No te preocupes, no quiero molestarte, tan solo quería ir al baño. Me inclino sobre él para ayudarle a incorporarse, intento que no toque mis brazos, no quiero que se asuste; cuando ya está incorporado le acerco la otra muleta. -¿Estabas entrenando?, estas muy sudada. -Si, he decidido hacer algo de ejercicio, ¡vamos a ver si antes de que te vayas consigo tener algo del músculo que tanto te gusta en una chica! -Digo en un sinsentido, me puede el agobio. -Me estas confundiendo, voy a pensar que quieres algo conmigo. -No me hagas caso, dúchate y ahora subo a buscarte, voy preparando el desayuno. -Le contesto a modo de disculpa. Bajo y voy preparando el desayuno, palpo mis brazos, siguen hinchados, escucho como termina de ducharse y subo a atenderle. Le bajo la bolsa de viaje y lo espero en la puerta a que termine, cuando veo que ha terminado, pongo la bolsa de viaje en su sitio y lo abrazo para ayudarle a bajar; evito por todos los medios que me toque. Desayunamos, no me quito el sueño que he tenido de la cabeza, lo estoy estropeando todo. Apenas logro contestarle con monosílabos a lo que me pregunta. Al terminar lo acompaño al porche y le llevo el portátil. Necesito evadirme, escaparme, aclarar mis ideas. -Me apetece salir a correr un poco por la playa, ¿te importa que te deje solo? -Le espeto -Por supuesto que no, sal a correr, solo me entristece no poder ir a correr contigo. Salgo por la puerta sin más preámbulos. La mañana no puede ser mejor para correr, bajo a la playa y apenas hay gente a esta hora, hago un poco de estiramiento y empiezo a buen ritmo, necesito cansarme y eso no es tal fácil; cuando llevo 10 minutos sprintando, empiezo a sentir algo de fatiga en las piernas, bajo el ritmo y continúo un buen rato hasta que alcanzo el Portil, allí aprovecho para realizar una serie de flexiones y abdominales. Por lo menos estoy consiguiendo lo que buscaba, estoy aclarando mis pensamientos. Tengo unos días más con Raul en casa y tendría que sincerarme con él, enseñarle en lo que me he convertido, y si no le gusta, ya encontraré alguien a quien sí le guste, estoy convencida de que hay muchos chicos que disfrutarían con un cuerpo como el mío. Emprendo el camino de regreso cuando reconozco a Verónica, viene corriendo en mi dirección, me detengo para saludarla. -¿Te acuerdas de mí? -Le pregunto- La amiga de Sara, nos conocimos la otra noche Se detiene y me mira con curiosidad -¡Si!, es verdad, perdona, no te había reconocido, y disculpame, soy un desastre con los nombres, ¿Como te llamabas? Me vuelvo a presentar y charlamos un rato, aprovecho para fijarme en sus piernas, están tremendas, ¡Qué alegría poder mostrar un cuerpo así, sin complejos! -¿Estás de regreso?, ¿Vives aquí, en el Portil? -No, ahora estoy en el Rompido, iba a dar la vuelta, ¿quieres que corramos juntas de regreso? Acepto su oferta y comenzamos el camino, vamos las dos a buen ritmo, quizás un poco más rápido de lo que me hubiese gustado, pero así es mejor para mi entrenamiento. Ella va hablando casi todo el camino, entre jadeos, sobre Sara, lo maravillosa que es y todo eso, el camino se nos hace corto. -Estamos llegando a mi casa, es aquella con la terraza grande; ¿quieres tomar algo? -Le pregunto -Claro, creo que por hoy ya ha sido suficiente -Dice entre jadeos Apretamos las dos el ritmo, pero Verónica da un sprint y me deja atrás, llega a la puerta antes que yo. -Eres muy rápida -Alago a mi acompañante -Muchas gracias, pero tu tampoco te quedas corta, hemos corrido a buen ritmo. ¿Vives aquí sola? es una casa muy grande. -No, esta es la casa de mi hermano, yo vivo en Sevilla, actualmente solo estamos un amigo y yo, en unos días regresará mi hermano de un viaje de negocios. -Digo mientras abro la puerta —o—o— …Verónica… Me despierto junto a Sara, el sol empieza a entrar por la ventana; salgo del dormitorio con sigilo y me dirijo a casa de Raúl, quiero terminar con esto. Llego andando por la playa y veo a Raúl sentado, de repente se acerca la amiga pelirroja de Sara y le da un beso; desde la distancia no se si ha sido en los labios o en la mejilla, pero en cualquier caso me empiezo a irritar. Tengo que ajustarle las cuentas a esa niñata, se va a enterar de lo que es quitarle el novio a una chica como yo. Veo como sale a correr por la playa; tengo la tentación de entrar en la casa a despedirme de Raúl, pero me atrae más coincidir con su Barbie pelirroja y partirle la cara delante suya, que vea a la mujer que ha rechazado. Corro detrás de ella, hasta que alcanzo mi casa, va muy rápido, tendré que ser rápida si quiero coincidir. Entro en el piso, e inmediatamente se dirige hacia mi el baboso de mi siervo, cuando abre la boca se la parto de un gancho. -No tengo tiempo para tus tonterías, tengo mucha prisa. -Le digo mientras paso sobre él, dirigiéndome a mi dormitorio. Me cambio, me pongo unas deportivas, un short muy corto y un sujetador deportivo y salgo corriendo de mi dormitorio, me choco con el atontado de mi anfitrión, sale rodando por el suelo -Regresaré después. Salgo a la calle y empiezo a correr en dirección a la playa, la veo muy lejos, por lo menos aún se está alejando, cojo un ritmo tranquilo para poder alcanzarla cuando regrese, no quiero cansarme en exceso. En la lontananza me parece apreciar que esté haciendo flexiones, por fin se ha parado, pensé que no llegaría nunca; aminoro el ritmo, tengo que reservar fuerzas; cuando la veo empezar a correr nuevamente, empiezo a acelerar, doy grandes zancadas para excitar mis musculosas piernas, quiero amedrentarla continuamente, que se amilane cuando le de la paliza que se merece. Cuando nos vamos a cruzar la miro con descaro, como si me sonase su cara. -¿Te acuerdas de mí? La amiga de Sara, nos conocimos la otra noche Picó el anzuelo; me detengo y me hago la sorprendida -¡Si, es verdad!, perdona, no te había reconocido, y disculpame, soy un desastre con los nombres, ¿Como te llamabas? -No pasa nada, me llamo Sofía, yo también soy un desastre con los nombres; ¿tu eras Verónica verdad? -Exacto, 1-0 para ti -Digo jocosamente Veo como observa mis piernas, las flexiono disimuladamente, el sudor acentúa cada músculo, estoy impresionante. -¿Estás de regreso?, ¿Vives aquí, en el Portil? -Entabla una conversación -No, ahora estoy en el Rompido, iba a dar la vuelta, ¿quieres que corramos juntas de regreso? -Claro, siempre es mejor correr acompañada, cuando vas sola es un poco aburrido; además al lado tuya todos te mirarán a ti, así pasaré desapercibida, que la verdad, lo prefiero. -No seas tonta, deberías mostrarte más, eres muy guapa, y si además corres, seguro que tienes un cuerpo estupendo bajo ese chandal tan feo -Digo ganándome su confianza. -No te creas, no tengo un cuerpo que le guste a la gente, prefiero taparlo, pero bueno, eso no tiene importancia. ¿Que tal os fue a Sara y a ti la otra noche? Sara estaba a 100, nunca la había visto así. -Fue increíble, nunca había estado con una chica antes, y la verdad es que me hizo sentir cosas que no conocía. Sara es muy especial, me ha hecho replantearme un montón de cosas. Mientras corremos voy aumentando el ritmo, lo que me hace hablar con algo de dificultad; pasamos delante de la casa donde me hospedo, pero continúo, espero que me invite a su casa, si no, me inventaré alguna excusa para ir con ella. -Estamos llegando a mi casa, es aquella con la terraza grande; ¿quieres tomar algo? -Me pregunta la muy ingenua -Claro, creo que por hoy ya ha sido suficiente -Digo acelerando el paso El último tramo lo hago sprintando, la dejo atrás sin demasiado problema, estiro contra la valla mientras llega ella, flexiono cada músculo de mi cuerpo, la quiero asustada. -Eres muy rápida -Dice sorprendida -Muchas gracias, pero tu tampoco te quedas corta, hemos corrido a buen ritmo. ¿Vives aquí sola? es una casa muy grande. -No, esta es la casa de mi hermano, yo vivo en Sevilla, actualmente solo estamos un amigo y yo, en unos días regresará mi hermano de un viaje de negocios. Entramos en la casa. Se aproxima mi venganza —o—o— …Raúl… Paso poco más de una hora mirando el paisaje, escucho que alguien abre la puerta; me pongo en pie con dificultad, quiero hablar con Sofía sin demorarlo ni un solo minuto, tengo que expresarle lo que siento por ella. Al entrar en la casa, ésta se ilumina, irradia energía; lamentablemente no se ha quitado el chandal, por lo que sigo sin poder ver su cuerpo. Me muevo con dificultad, intentando acceder al interior cuando me quedo de piedra, detrás de Sofía entra Verónica, no comprendo que está haciendo aquí. -¿Verónica?¿Qué haces aquí? -Pregunto desconcertado -Quería hablar contigo, pero antes me gustaría que vieses lo que te estás perdiendo -Dice Verónica Veo como empieza a flexionar sus brazos, desde luego ha crecido, cuando me marché de casa era algo más pequeña. Me fijo en Sofía que no parece comprender nada. -Perdona Sofía, no sabía que Verónica estaba aquí en el Rompido, ella es mi ex, de la que te he hablado estos días -Digo intentando explicarle lo que no logro comprender. Conozco a Verónica, es capaz de agredir a Sofía solo para demostrarme que ella es mejor, me da mucho miedo que la pueda hacer daño, así que me acerco, pero Sofía se mueve con más agilidad. -Creo que me has engañado para venir a mi casa, hazme el favor de irte ahora mismo. -Dice Sofía con un tono amenazante Veo con horror que Verónica va a pegarle un puñetazo, así que me arrojo entre las dos y recibo un golpe en la mandíbula que me deja KO. —o—o— …Sofía… Entramos Verónica y yo en casa, veo al fondo a Raúl, me acerco para saludarle, quiero que vea que me he calmado; le he estado mandando señales contradictorias toda la mañana, espero que no se haya pensado nada raro. Ahora, cuando se vaya Verónica, hablaré con él para explicarle todo. Cuando salgo a la terraza, Raúl está levantado, apoyado sobre las muletas, veo que mira detrás de mí -¿Verónica?¿Qué haces aquí? -Pregunta casi descompuesto -Quería hablar contigo, pero antes me gustaría que vieses lo que te estás perdiendo -Dice Verónica ante mi asombro Ato cabos, hasta ahora no podía sospechar que Verónica era la ex de Raúl, estoy confundida. Me quedo perpleja al ver por un lado la cara de pavor de Raúl y a Verónica realizando una pose de bíceps, aún no se si quiere agredirle o impresionarle, en cualquier caso, esta chica está enferma. -Perdona Sofía, no sabía que Verónica estaba aquí en el Rompido, ella es mi ex, de la que te he hablado estos días -Digo intentando explicarle lo que no logro comprender. -Dice dirigiéndose a mi, con un tono de disculpa innecesario. Me preocupa que pueda intentar agredir a Raúl así que me acerco a Verónica. -Creo que me has engañado para venir a mi casa, hazme el favor de irte ahora mismo. -Digo inquisitoriamente intentando disuadirla de quedarse Mi intervención no la amilana, su cara manifiesta ira, veo como intenta agredirme, apenas me da tiempo de levantar las manos para recibir el impacto cuando veo como Raúl se interpone entre ambas y recibe el puñetazo que iba dirigido a mí. Cae redondo al suelo. El golpe ha sido muy fuerte, me preocupo por su estado; ha perdido la consciencia, pero respira sin problemas, después veré si le ha roto la mandíbula; pero ahora es el momento de ajustarle las cuentas a la loca de Verónica. Me retiro la parte de arriba del chandal, y flexiono mi torso al máximo, en un instante soy la visión hipermusculada de una modelo, veo la cara de miedo en Verónica; veo como su reacción, lejos de amedrentarse se torna violenta, realmente piensa que me puede vencer en una pelea. Me da la sensación de que no es consciente de la fuerza que poseo. Me lanza un puñetazo contra el abdomen, no me molesto en intentar detenerlo, flexiono los abdominales y suena un sordo “thud”, apenas siento nada, ella se retuerce de dolor agarrandose la mano. Aprovecho su indefensión para asirla del cuello y levantarla una cuarta del suelo, en esa posición hundo mi puño en su abdomen, le doy con todo lo que tengo, apenas encuentro resistencia; vomita. Sin bajarla repito la operación no menos de cinco veces, cada vez es más fácil, los músculos se están deshaciendo ante mi ataque, le suelto el cuello y cae redonda, pero aún no he terminado con ella. La vuelvo a agarrar y la pongo en pie, al ver que no tiene fuerzas para sostenerse la apoyo contra la esquina y trabajo su cara, le doy innumerables golpes con ambos puños equilibrando su tendencia a caerse a cada lado; no tarda en quedarse inconsciente, pero eso no me detiene, cuando se resbala la vuelvo a incorporar de un gancho, mis puños están bañados en su sangre, la cara no es reconocible, pero continúo trabajándola hasta me empieza a dar pena. Para terminar la vuelvo a levantar del cuello, es como un pelele, está totalmente floja, vuelvo a hundirle el puño en el abdomen, es como mantequilla; estoy segura de que le he ocasionado alguna lesión interna. Me quedo de pie ante el amasijo de carne inconsciente que tengo delante. Espero que Raúl no vuelva a ver a esta chica, porque no me gustaría que se enterase de lo que le he hecho. Lo cierto es que es la primera vez que uso mi superioridad física para agredir a nadie, y afortunadamente no lo he disfrutado. Me vuelvo hacia Raúl, sigue en la misma posición, inconsciente. Lo agarro y lo llevo al sofá del salón, lo dejo tendido suavemente y me doy una ducha, necesito limpiarme la sangre y el vómito que me ha salpicado. Al entrar en el baño veo mi reflejo en el espejo, estoy totalmente hinchada, creo que nunca había visto mi cuerpo tan inflado; espero que esta imagen no asuste a mi amor. Tengo que lograr relajar mi cuerpo antes de que se despierte. —o—o— …Verónica… Entramos en la casa, se trata de una casa muy elegante, con muchos libros y cuadros por todas partes; el amigo de Raúl debe ganarlo bien; veo en la terraza a Raúl moviéndose torpemente con sus muletas, intento esconderme detrás de Sofía, lo que no es fácil por la diferencia de altura; cuando llegamos a la terraza ya es imposible esconderme, al retirarse Sofía me ve Raúl, y se le muda el color -¿Verónica?¿Qué haces aquí? -Me pregunta incrédulo -Quería hablar contigo, pero antes me gustaría que vieses lo que te estás perdiendo Noto la confusión de Sofía, Raúl no me quita ojo, así que empiezo a flexionar mis brazos para dejar claro lo que ha rechazado, se le desencaja la mandíbula; estoy segura que está apunto de llegar al orgasmo, nunca me había visto tan grande, soy su sueño húmedo. -Perdona Sofía, no sabía que Verónica estaba aquí en el Rompido, ella es mi ex, de la que te he hablado estos días -Digo intentando explicarle lo que no logro comprender. -Dice a Sofía sin quitarme ojo. Lo tengo en el bolsillo, podría hacer con él lo que quisiese -Creo que me has engañado para venir a mi casa, hazme el favor de irte ahora mismo. -Dice amenazante la tonta de Sofía Ha llegado el momento de cobrar, bonita; espero que sepa que no es nada personal, tan solo estaba en el sitio equivocado en el momento equivocado, pero se va a convertir en mi saco de sparring. Aprovechando que se acerca, ceso mi pose de bíceps y me dispongo a darle el mayor puñetazo del que soy capaz en la cara, para arruinarle la vida, para dejarle una marca que recuerde toda su vida. Las cosas van a cámara lenta, estoy disfrutando de mi venganza, veo la cara de sorpresa de Sofía al ver como mi puño se acerca a ella, no puedo borrar la sonrisa de mi cara, es todo satisfacción; pero ocurre lo inesperado, Raúl se interpone entre ambas, no puedo detenerme, aminoro el golpe, pero sucede lo inevitable, el puñetazo lo recibe él. Cae al suelo inconsciente. Me quedo petrificada, no había contado con esto, me he quedado sin espectador. Vuelvo en mi para ver a Sofía agachada sobre el atontado de Raúl, no parece que sea demasiado grave, quizás algún diente menos, pero poco más. Esto no va a servir para que Sofía salga indemne de esto, aunque no tenga espectador, tendré víctima; espero a que se levante, no me quiero aprovechar de su posición en desventaja. Pero para mi sorpresa, cuando se levanta parece calmada, sospechosamente calmada, debería estar muy asustada, ya sabe de lo que soy capaz, de mi fuerza, de mi musculatura. Se retira el chandal, exponiendo su torso, que para ser sincera, pensaba que sería más parecido al de una modelo, presenta músculos bastante decentes, pero no rivalizan con los míos. Empieza a flexionar, no me puedo creer el espectáculo que tengo delante; lo que era grasa corporal se ha convertido en una capa de músculo hiperdesarrollado, el potencial que tiene Sofía es tremendo, pero ese cuerpo tiene que haberlo conseguido con drogas, no me creo que una mujer pueda ser tan fuerte, esos músculos tienen que ser falsos. Si piensa que me va a asustar por su volumen va lista. Armo mi brazo para asestarle el mayor puñetazo que pueda absorber, espero perforarle el estómago; para mi sorpresa no reacciona, deja libre el camino. “Thumb” resuena mi golpe contra lo que parece una pared de hormigón, siento un dolor agudo en la mano, me la agarro intentando calmarla. Tiene que haber truco, no puede ser tan dura, no parece que haya hundido mi puño en su músculo más de unos milímetros. Siento con horror como agarra mi cuello y empieza a levantarme, estoy ojiplática, aún recuperándome del dolor en la mano cuando siento como me atraviesa el abdomen, no se con que me ha dado, pero siento nauseas; vomito irremediablemente. Cuando creo que el dolor no puede ser más intenso, vuelve a golpearme en el mismo sitio, intento ofrecer resistencia, pero es como parar un camión con una mano, es imposible; siento su puño entrar cada vez más profundamente. Me suelta, apenas puedo ver, el dolor es demasiado intenso. Intento mantenerme erguida pero es imposible, me desplomo; tengo que protegerme, como me vuelva a golpear me puede matar. Siento como me agarra nuevamente por el cuello y me incorpora; no hago ningún esfuerzo por mantenerme erguida, así que me empuja hasta la esquina; abro un ojo para ver que está pasando, pero lo que veo me asusta aún más, su puño se acerca a mi cara a una velocidad inverosímil, el brazo parece que haya crecido aún más desde que se quitó el chandal, siento el golpe. Todo se oscurece, un pitido agudo me perfora el celebro. Continuará... Siguiente parte: El desenlace