Sofía, Verónica y Raul. Parte 2. Algo de amor lésbico e insinuaciones musculares. By Dan the diverman dmmbsr@gmail.com Una historia de infidelidad y músculos desde todos los puntos de vista. …Raúl… Me despierta el sol entrando por las ranuras de las persianas, el olor a mar me retrae a los veraneos de hace muchos años, cuando mi familia y yo viajábamos a Valencia, la Costa del Sol, la Costa de la Luz, …, fueron unos años fantásticos, muchos de ellos los pasé con Olivier, y supongo que con su hermana pequeña, la verdad es que apenas me acuerdo de ella. Escucho ruido en la planta baja, así que me calzo un bañador y una camiseta y bajo a desayunar. En la mesa están Olivier y Sofía, al verme me indican que me siente, disfrutamos del café y las tostadas mientras me cuentan el plan para hoy; saldremos varios amigos con la lancha, comeremos en el barco, y por la tarde intentaremos hacer algo de esquí acuático. Me preparo para salir, y cuando bajo ya están nuestros acompañantes, veo con tristeza que Sofía no está, pero bueno, nos lo pasaremos bien. Somos cinco en el barco, cuando nos alejamos un poco acelera y me quedo impresionado de la velocidad que alcanza la lancha; el sol, la música, las más que abundantes cervezas, la charla intrascendente, hacen que el tiempo pase rápido; cuando nos paramos a comer me sorprende ver un pequeño velero que se acerca a nosotros. -Aqui llega Sofía. -Dice Olivier señalando al velerito- A ella le encanta navegar a vela, por lo menos comerá con nosotros. Solo cuando está muy cerca la puedo reconocer; arría las velas y el barquito poco a poco se acerca, Olivier se sirve de un bichero para alcanzarlo, y con un cabo lo ata a una cornamusa por la proa y la popa después; Sofía lleva enfundado uno de esos trajes de neopreno que se ciñen al cuerpo en cada centímetro; Se le marca su espectacular figura, me quedo en un segundo plano mientras el resto de compañeros la saludan, ella me busca, y cuando ha terminado de saludar se acerca a mi lado, me fijo en cada detalle de su cuerpo, intentando disimular, pero fracasando estrepitosamente en mi intento. -Veo que el modelito de hoy también te gusta -Dice jocosamente -Desde luego. Para que negarlo, te puedo asegurar que he intentado no ser demasiado descarado, ¡pero ha sido imposible! Ella se ríe -Si, la verdad es que este tipo de prendas marcan cada curva, pero lo cierto es que és un poco incómoda, ayúdame a quitármela. -Dice mientras me da la espalda, donde hay una cremallera que le baja hasta el final de la espalda. Se quita el traje poco a poco, realizando una serie de movimientos que me resultan tremendamente eróticos, desvío la vista, no quiero dar un espectáculo aquí. Busco al resto de ocupantes del barco, y pasa lo evidente, cada uno de ellos, salvo Olivier que está preparando unos bocadillos, está atento a cada movimiento de Sofía. Me acerco a ayudar a Olivier. Durante la comida me fijo furtivamente en el cuerpo de Sofía, ahora va con un bikini mínimo, que no tapa prácticamente nada; lo que más destaca, además de su cara, de su expresión, son sus pechos, son abundantes, apetecibles. El resto del cuerpo denota horas de gimnasio, aunque con una capa de grasa corporal visible se pueden ver algunos músculos que saltan a cada movimiento, no llega al cuerpo de Verónica, pero desde luego, es muy sexy, y la frescura que derrocha la hace adorable. Cuando terminamos de comer, se vuelve a enfundar el traje de neopreno y se va en su velero, nosotros en ese momento empezamos a prepararnos para el esquí acuático. Olivier es el primero; uno de los amigos se encarga de llevar el timón del barco mientras Olivier disfruta un rato; van pasando cada uno de los amigos por los esquíes, hasta que llega mi turno, intento zafarme pero es inútil, mi absoluto desconocimiento de la técnica no es óbice para evitarme el mal trago de hacer el ridículo; así que me tiro al agua, me calzo los esquís y veo como se tensa poco a poco el cabo que me ata a la lancha, escucho el rugido del motor y siento la tensión; soy arrastrado unos metros hasta que paran; a gritos me dan instrucciones, que tras dos o tres intentos adicionales, consiguen su efecto y por fin logro levantarme, intento cambiar el rumbo con poco éxito, pero por lo menos logro ir en linea recta, empiezo a disfrutar; tras un par de minutos me animo a echar el peso a un lado, y funciona, me deslizo hacia la derecha, cambio a la izquierda y lo mismo, me sigo animando, me da la sensación de que he nacido para esto, así que realizo un giro rápido para intentar dar un salto con la estela que deja la lancha, pero cuando salto, pierdo el control y me estampo contra el agua, reboto y me termino chocando con un barco que estaba varado. La pierna derecha me duele muchísimo, me la palpo bajo el agua y me horroriza sentir que algo no está bien, no está en su sitio; escucho como la lancha se acerca lentamente; la mirada de todos es de mucha preocupación, el golpe ha debido ser bastante espectacular; se interesan por mi, les explico lo de la pierna, así que entre dos me sacan del agua con sumo cuidado, me tumban sobre la cubierta de la planeadora y uno de ellos, que parece ser médico, me encaja el hueso; el dolor es intenso, pero por lo menos el aspecto no es tan funesto. Nos dirigimos a casa de Olivier, de allí, sin cambiarnos nos vamos al hospital donde me indican que se me ha roto el fémur, lo que implica un par de meses de reposo, escayola hasta la ingle y revisiones continuas para verificar la correcta soldadura del hueso. Regresamos con dificultad a casa de Olivier, me da la sensación de que le he frustrado su verano; tengo que ver la manera de regresar a casa, Olivier está muy serio. Cuando llegamos me ayuda a modo de apoyo para acercarme al interior de la casa, nos sentamos en el porche y le indico: -Bueno, siento lo que ha pasado, me lo estaba pasando muy bien y os he estropeado el día; pero no te preocupes, mañana mismo veo la forma de irme. -No digas tonterías, me siento fatal por lo que ha pasado, vienes unos días a disfrutar y te parto una pierna. Creo que he batido el récord en metedura de pata. Perdona la referencia. -Dice visiblemente avergonzado -Realmente no me preocupa la pierna, ya se curará, y lo cierto es que los días que pase aquí con vosotros son días que no paso solo en casa; aún así, insisto en marcharme, no quiero molestar más de lo necesario. -Aquí no molestas, entre Sofía y yo te cuidaremos estupendamente. A no ser que tengas que regresar por alguna otra razón, te quedas aquí el tiempo que sea, y no hay más que hablar. -Bueno, no insisto más pero, si molesto, decídmelo y estaré fuera en un par de horas, y no cambiéis vuestros planes por mi, continuad con vuestra vida. Parece que se conforma, cenamos algo, nos tomamos una copa, pero hoy estamos demasiado cansados los dos y con dificultad, subimos a nuestros cuartos. —o—o— …Sofía… Me levanto temprano, hago mis ejercicios matutinos y subo a desayunar, mi hermano está preparando el café, me pongo a ayudarle, no intercambiamos más que saludos y datos irrelevantes sobre el clima y demás; me cuenta lo que va a hacer hoy, y le digo que posiblemente me acerque con el RS100 a comer, pero que me apetece navegar; hoy hay previsto un levante constante, y eso es diversión garantizada. Además, quiero crear intriga con Raúl, no quiero que me vea todo el día alrededor suya. Veo como baja Raúl, con su bañador y su camiseta, me vienen recuerdos de la infancia. Desayunamos y mientras mi hermano y Raul se preparan, yo salgo hacia el club a por mi RS100. Paso la mañana navegando, me lo paso estupendamente, voy controlando continuamente donde está Olivier con su planeadora; cuando veo que echan el ancla para comer, me acerco a ellos, arribo mi barco al suyo, arriando las velas. Me fijo en sus acompañantes; hacía tiempo que no los veía. Me doy cuenta cuando subo al barco que mi traje de neopreno hace las delicias de cada uno de los amigos de mi hermano, me cuesta mucho no hacer ningún esfuerzo para que no salten los músculos; así que sutilmente voy saludando a cada uno de los amigos, intentando llegar hasta Raúl, que se encuentra en un segundo plano; cada vez que lo miro veo como no me quita ojo; esto está siendo muy divertido. Por fin accedo a la proa donde solo está él. -Veo que el modelito de hoy también te gusta -Digo juguetonamente -Desde luego. Para que negarlo, te puedo asegurar que he intentado no ser demasiado descarado, ¡pero ha sido imposible! -Dice sinceramente. No puedo evitar reirme por la obviedad -Si, la verdad es que este tipo de prendas marcan cada curva, pero la verdad es que es un poco incómoda, ayúdame a quitármela. -Digo mientras me giro sensualmente, dándole la espalda. Me baja lentamente la cremallera, y aprovecho para quitarme la parte superior del traje, lo tengo que hacer muy lentamente, no quiero que mis músculos se exciten; veo como Raul va con Olivier, supongo que esto no ha funcionado como creía, pensé que se derretiría al ver mi espalda desnuda. Continúo con el despiste. Como con uno de los amigos de mi hermano, dejando a Raúl de lado. Durante el rato que estoy a bordo, veo como me echa miradas furtivas, me encanta toda esta situación; como iba a suponer yo, siquiera hace 5 meses, que el chico por el que cambié mi vida, por el que cultivé mi cuerpo; el mismo chico que de pequeña me ignoraba, estaría tan pillado por mí; que bien me lo voy a pasar. No me molesto en despedirme, me enfundo el traje y me cambio a mi barco; la tarde la paso navegando; es un disfrute tremendo. En la distancia veo que empiezan a hacer esquí acuático; me alejo un poco para no molestar. A última hora de la tarde decido regresar al club, dejar el barco e ir a casa, con suerte podré entrenar un poco. Cuando llego no hay nadie, me sorprende un poco, no creo que hayan estirado la fiesta, me fijo en el embarcadero y veo que la planeadora está atracada; por lo que supongo que habrán salido. Entreno un rato, y viendo que no regresan, salgo nuevamente, me gustaría cruzarme con la chica de la que me hablo ayer Sara. Me vuelvo a vestir arrebatadora, espero ver esta noche nuevamente a Raul cuando regrese. Me dirijo al mismo bar, para mi desgracia no veo a Sara tras la barra, debe ser su día libre. Miro entre el público y tampoco veo a la rubia despampanante de la que me han hablado. -Sabía que vendrías -dice una voz familiar por la espalda, Me giro para ver a Sara, me saca una cabeza, es espectacular, todos los hombres del bar la están mirando. -Ven, acompáñame, estaba sentada en una terraza allá enfrente -dice señalándome el otro extremo de la plaza- te he visto pasar y he venido a rescatarte antes de que te tomases algo sola. Estoy con unos amigos, seguro que te caen muy bien, además, la chica de la que te hablé está con nosotros. No me apetece mucho socializar, pero la verdad es que me gusta pasar el tiempo con Sara, y para colmo podré conocer a la chica esa, conforme nos acercamos, veo una mesa con tres personas sentadas, tiene que ser esa. Son dos chicos y una chica, los chicos parecen en forma, llevan unas camisetas sin mangas que muestran sus brazos hiperdesarrollados, ambos tienen el pelo cortado al 1 ó al 2; si no fuera por los piercings en la nariz y pendientes en la oreja pensaría que son militares, eso sumado a la indumentaria que llevan, me hace pensar que son homosexuales. Pero lo que más me llama la atención es la chica; efectivamente es espectacular, va vestida con un top rosa fuerte, que deja poco a la imaginación; sus brazos sin llegar a los de sus acompañantes, son bastante grandes, los hombros son como dos melocotones grandes, las tetas son impresionantes, y el desarrollo abdominal es espectacular; el pelo lo lleva ligeramente ondulado, y le cae por la espalda; no son pocos los hombres de su entorno que no le quitan ojo. Por el camino Sara me va hablando de sus dos acompañantes masculinos; confirma lo evidente, son pareja; están de paso y se están quedando con ella. Le pregunto sobre la chica. -Se llama Verónica, es un encanto, me ha dicho que estuvo saliendo con un chico hasta hace poco; que a él le gustaban las chicas con músculos, así que se entrenó hasta conseguir ese cuerpo que tiene, pero que la abandonó; ahora está un poco perdida, no parece que sepa como encauzar su vida. Te imaginas, una chica con ese aspecto deprimida. Los hombres son lamentables. -¿Te has insinuado ya? -Le pregunto socarronamente. -Más o menos, y mis insinuaciones no han caído en saco roto; me da la sensación de que le va cualquier cosa; tengo ganas de estar con ella, ya que tu no me haces ni caso. Nos reímos, cuando llegamos a la mesa me presenta al resto del grupo; la conversación es muy divertida, los amigos de Sara han estado de viaje por toda Europa y cuentan anécdotas, cada una más divertida que la anterior. Verónica al igual que yo, permanece callada, ambas somos espectadores pasivas del resto de la mesa que parece más dicharachera. Desde mi punto de vista, frente a Verónica, puedo fijarme más en sus facciones; es un bellezón; el chico que la ha dejado tiene que ser retrasado; no comprendo como se puede rechazar a una chica tan guapa. Veo como no soy la única que se da cuenta; Sara no para de mirarla, coquetear con los gestos, de vez en cuando le pone la mano sobre sus robustos hombros, parece que le guste, Verónica le responde acariciando los suaves muslos de mi acompañante. Pero alrededor tenemos una caterva de maromos que no paran de mirar, tanto a Sara como a Verónica; alguno se acerca, pero una y otra los despachan. Llegado el momento veo como Sara acaricia el prominente bíceps de Verónica, se miran a los ojos, y veo como Verónica tensa su brazo; el músculo es realmente impresionante; Sara, como no podía ser de otra manera, se excita, noto como le cambia la respiración, se muerde el labio inferior, mientras la mira con lujuria; Verónica sonríe sabedora de que la ha conquistado. El erotismo se palpa; pero el entorno se mantiene impertérrito, intentando invitar a alguna de las dos. Por fin sucede lo que buscaba; se acerca un maromo, con una camiseta de tirantes, que deja al aire toda su musculatura de brazos y pectorales, debe dedicarle muchas horas al gimnasio. Agarra una silla y se interpone entre Sara y Verónica, pero aborda a esta última. -Veo que entrenas como yo -Dice flexionando un brazo bastante bien desarrollado. Quieres que te invite a algo, parece que te aburres con tus amigos. -Vamos a hacer una cosa, te voy a echar un pulso, si eres capaz de vencerme en menos de un minuto, nos vamos ahora mismo de este tugurio y te dejo hacerme lo que quieras; si no, me das cincuenta euros para poder invitar a mis amigos y nos dejas en paz. El maromo acepta, saca de su cartera los 50 € y se levanta para colocarse en posición; le cedo mi sitio, a la par que él me cede el suyo; el ángulo de visión es extraordinario, puedo ver como los músculos de ambos contendientes saltan obedientes antes sus flexiones, están intentando amedrentarse mutuamente. Se ponen en posición, parece que se estén probando -No quiero hacerte daño esta noche, quiero que estés a tope para mi, además yo soy un caballero, y no me gusta luchar contra una mujer, pero debo reconocer que el premio es demasiado apetecible. -Dice el maromo mientras empieza a apretar, su brazo se infla ante el esfuerzo, aunque la velocidad de avance es sorprendentemente lenta. -No te preocupes, no podrías hacerme daño aunque apretases del todo, mis músculos son mucho más fuertes que los tuyos. Siento como Sara me aprieta la pierna, está totalmente excitada, sin embargo los brazos dan ventaja al maromo. Apenas quedan un par de centímetros para la derrota de Verónica, cuando se paran en seco, me fijo en la cara del maromo, está echando el resto, tiene un mar de venas por la cabeza, que se acentúan por el sudor -¡No puede ser! -Te lo dije, no puedes hacerme daño; me hacéis gracia los chulos de gimnasio, que pensáis que porque tenéis esos músculos tan abultados podéis ganar siempre; estoy segura que yo echo mas horas levantando peso del que echas tu; deberías tomar menos esteroides y anabolizantes, esos no te hacen más fuerte, tan solo te hacen grande, y aquí está quedando claro. Espera a terminar su discurso para sentenciar el pulso, recorre los 175º que le faltaban para ganar, machaca el brazo de su contrincante contra la mesa, pero lo mantiene en esa posición. Escucho la respiración entrecortada de Sara, está a 100, me levanto para cederle mi puesto más cerca de Verónica a la par que ésta libera el brazo del maromo, coge el dinero y se lo guarda en el escote. Sara toma mi sitio y directamente le come la boca a Verónica; ella no rompe el beso, al contrario, se dan un lote delante nuestra, se magrean como dos adolescentes, como si estuviesen en la intimidad de su vivienda. Cuando rompen el beso se levanta Sara agarrando de una mano a Verónica, y se va deprisa, noto en mi entorno las erecciones de casi todos los hombres; desde luego, son demasiado simples y predecibles. Los dos amigos de Sara ríen escandalosamente ante el bochornoso espectáculo que están dando todos los tíos del bar. Me quedo una hora más disfrutando de la compañía hasta que considero que debo regresar para ver a Raul; espero que aún esté en el porche como ayer. Al llegar veo que está todo apagado, esta noche no he tenido suerte, pero hay más días; desde luego, ha merecido la pena salir, lo de esta noche ha sido un espectáculo; ya me contará mañana Sara como le fue con Verónica. —o—o— …Verónica… Otro anodino día de playa, con todos esos babosos mirando mis tetas, parece que no hayan visto nunca a una chica de metro ochenta con una talla DD de sujetador y unos músculos que dejan en ridículo a casi todos los tíos que me rodean, hacer topless en la playa; he de reconocer que me hincha el ego ver esas miradas lascivas de cada hombre que pasa cerca de mí, o esas miradas de envidia de cada mujer. Llego a casa para encontrarme al anormal de mi anfitrión. Se sigue comportando como debe, servil, me recibe de rodillas, me besa los pies llenos de arena. Dejo que lo trabaje un rato, hasta que me agacho lo cojo por las axilas y lo llevo a mi altura. Lo lanzo al final del pasillo. -Ya está bien, no seas baboso. Prepárame algo de cenar, voy a ducharme y prepararme para salir. Él obedece sin intercambiar palabra; evidentemente lo de anoche lo dejó perplejo, pero lo cierto es que salvo mi masturbación, él no fue capaz de provocarme nada, ningún placer. Esta noche tengo que tirarme a alguien de mi nivel. Me pongo arrebatadora; llevo una minifalda vaquera y un top fucsia. Cuando salgo de mi cuarto, veo como se le desencaja la mandíbula al desgraciado de mi anfitrión; la piel morena con los colores vivos me hacen irresistible; le pido que me de aceite por todo el cuerpo, tengo que hidratarme. Él obedece, noto como se excita al tocarme, cuando llega a los brazos los flexiono, convulsiona ante su tacto, ante su dureza. Cuando termina le doy un puñetazo que lo manda rodando por el suelo. -No te vuelvas a correr delante mía; es una falta de educación. Él me sirve la comida y cuando hemos terminado, me termino de maquillar y salgo a comerme el mundo. Cuando estoy en la plaza del pueblo me aborda un pivón, medirá lo mismo que yo, pelo rubio, pero tiene la complexión de una modelo, curvas por todas partes y al igual que yo, una buena delantera. -Perdona que te aborde, hace un par de días vi como machacabas al musculitos en el bar y me quedé con las ganas de conocerte mejor; me pusiste a 100 -Dice mientras acaricia mis bíceps. No la decepciono, flexiono el brazo al máximo, veo como se excita -¿Te gustan mis músculos? -Evidentemente; me llamo Sara, te puedo invitar a unas cervezas, estoy sentada con unos amigos. Miro hacia donde me señala y veo a dos homosexuales, bastante cuidados; será diferente. Me presenta a los dos chicos que la acompañan, no decepcionan, nos divierten con sus historias; pero lo que me llama la atención es lo que me está haciendo sentir Sara; me acaricia la pierna, posa su mano sobre mi hombro, de vez en cuando aprieta un poco, como probando la dureza de mis músculos, todo eso me excita; me fijo en sus tetas, su cara, su pelo, es espectacular, flexiono suavemente mi cuadriceps cuando lo toca, veo como se muerde el labio, como se excita; estamos las dos muy calientes. Abruptamente se levanta y se va en busca de una chica; veo como hablan. No me lo puedo creer, ¡tengo celos!. Vienen a nuestra mesa, nos la presenta y se sienta; se trata de una chica pelirroja, muy guapa, pero no llega al nivel de Sara o mío; se la ve fuerte, es ancha de hombros, y se le marcan los abdominales, pero dista mucho de mi estado físico; me pregunto si son pareja Sara y ella, pero no lo parece, Sara continúa con el flirteo, le devuelvo las caricias, su piel es muy suave, casi inmaculada. La experiencia está siendo muy divertida, Sara acaricia mis músculos. Yo disimuladamente los tenso bajo sus manos, noto como se excita cuando hago esto; la situación es sorprendentemente muy erótica; nunca pensé que una chica me pudiese poner a 100. Por fin llega a mis bíceps, "la joya de la corona", los flexiono lentamente, su mano masajea la impresionante bola de músculo conforme crece. No hay nadie alrededor, sólo estamos ella y yo, empiezo a tocarme ella hace lo mismo. Siento como me interrumpe un imbécil; Se mete entre nosotras dos, no quiero espantarla, así que me contengo en las ganas que me dan de levantarme y darle una paliza; lo miro con desprecio, es un musculitos, de esos que se meten de todo para ganar volumen; bastante impresionante si no vas al gimnasio a menudo, como hago yo. -Veo que entrenas como yo -Dice mientras flexiona su abultado bíceps- ¿Quieres que te invite a algo? parece que te aburres con tus amigos. -Vamos a hacer una cosa. Te voy a echar un pulso; si eres capaz de vencerme en menos de un minuto, nos vamos ahora mismo de este tugurio y te dejo hacerme lo que quieras; si no, me das cincuenta euros para poder invitar a mis amigos y nos dejas en paz. Ya saboreo mi victoria, miro lascivamente a Sara, y para mi sorpresa, me mira decepcionada; espero que sea porque piense que voy a perder y no porque haya solucionado este contratiempo con algo de violencia. El imbécil coloca los 50 € sobre la mesa, se levanta la amiga de Sara para cederle el sitio frente a mi. El atontado empieza a flexionar su bíceps, intentando asustarme, respondo tensando mi músculo, que es visiblemente menor. Cuando me espeta: -No quiero hacerte daño esta noche, quiero que estés a tope para mi, además yo soy un caballero, y no me gusta luchar contra una mujer, pero debo reconocer que el premio es demasiado apetecible. -Dice el imbécil mientras empieza a apretar, su brazo se infla ante el esfuerzo, no puedo evitar sonreír al ver lo ridículo de su empuje. -No te preocupes, no podrías hacerme daño aunque apretases del todo, mis músculos son mucho más fuertes que los tuyos. Juego con él, quiero que piense que me puede vencer, dejo caer los brazos hasta que quedan un par de dedos para tocar la mesa; en ese momento empiezo a realizar algo de fuerza, los detengo en seco. Todo este rato he estado fijándome en la cara del imbécil, está sudando por cada poro de su piel, la cara está totalmente roja del esfuerzo, se le marcan las venas por todas partes. ¡Dios! ¡como disfruto con esto!. -¡No puede ser! -Masculla. -Te lo dije, no puedes hacerme daño; me hacéis gracia los chulos de gimnasio, que pensáis que porque tenéis esos músculos tan abultados podéis ganar siempre; estoy segura que yo echo mas horas levantando peso del que echas tu; deberías tomar menos esteroides y anabolizantes, esos no te hacen más fuerte, tan solo te hacen grande, y aquí está quedando claro. Me tomo mi tiempo, la falta de esfuerzo me permite hablar con tranquilidad, no tengo el más mínimo sobre-aliento. Miro a Sara, me relamo los labios, a la vez que le guiño un ojo. Pero ha llegado el momento de terminar con esto. Empujo con todas mis fuerzas, no quiero dejar ninguna duda sobre mi poder, quiero impresionar al imbécil, pero aún más quiero impresionar a Sara. Los brazos avanzan a un ritmo inverosímil, impacto en la mesa con fuerza, para que se arrepienta de la osadía de retar a alguien como yo; mantengo las manos apretadas contra la mesa, disfrutando de la cara de dolor de mi contrincante; noto el calor de la sangre de sus nudillos; estoy a 100. Miro a Sara, su cara es de lujuria, se me abalanza y me come la boca mientras libero la malherida mano de mi contrincante. Acaricio el terso cuerpo de Sara, ella se centra en mis músculos; meto mi mano en su sexo, está húmeda; pierdo la noción del tiempo, Sara rompe el eterno beso, se levanta y me arrastra con ella. -Vamos a mi casa, está aquí cerca. Cuando hemos andado algo menos de 100 metros, veo que busca la llave delante de la puerta de un adosado, estoy demasiado caliente; me pongo frente a ella, la agarro por su culo respingón y le como la boca, la subo un poco para besarle el escote, pesa más de lo que hubiese pensado, pero sigue siendo ligerísima, ella deja caer el bolso al suelo, noto como se excita, estoy a punto de correrme. -¡No!, aquí no, déjame que entremos -Dice entre jadeos Le hago caso, la vuelvo a dejar en el suelo, no sin antes darle otro beso apasionado. Ella busca su bolso, saca las llaves y abre la puerta; sube corriendo la escalera, la persigo; entra en una de las habitaciones, veo una cama muy grande, veo como se desnuda a la velocidad del rayo; su cuerpo es espectacular, sus tetas aguantan la fuerza de la gravedad sin problema, su piel es como terciopelo, la forma de reloj de arena me excita, el pelo rubio le cae sobre los pechos, se está mordiendo el labio, mientras con una mano juega con su sexo; me desvisto a la misma velocidad que ella, cuando me ve desnuda, cuando ve todos mis músculos se toca con más velocidad; realizo un par de poses, pero no aguanto, me acerco lentamente, insinuando cada músculo a cada paso, ella me mira con la mayor cara de deseo que haya visto nunca; la empujo sobre la cama, ella no pone impedimentos; repto sobre ella, lamiendo cada centímetro de su piel, ella se arquea por la excitación mientras gime sonoramente, me centro en sus enormes tetas, mi lengua juega con ellas, mientras froto mi sexo con su pierna, ella la mueve expertamente, excitándome aún más, sigo hasta su cara, le como la boca nuevamente, no sin antes morderle el largo cuello. Me giro, y realizo los mismos lametones hacia abajo, hasta que llego al sexo, meto mi lengua entre sus labios; el calor me embriaga, noto como ella hace lo propio, no tardamos nada en corrernos, convulsiono ante el orgasmo, mis músculos se tensan, Sara sigue afanándose con mi sexo mientras acaricia mis muslos, intento tensarlos algo más; los gemidos de ambas inundan la habitación; seguimos así un rato indeterminado, pierdo la cuenta de las veces que nos corremos. Me incorporo, ahora que nos hemos calmado un poco, le regalo una sesión de poses, quiero que disfrute de mis músculos como yo he disfrutado de su cuerpo virginal. Voy pasando de pose en pose, flexionando al máximo cada grupo muscular, noto como Sara se va excitando nuevamente; se me abalanza, me abraza mientras mantengo mi pose, ella acaricia cada centímetro, me lame con lujuria, intento aguantar, pero me puede el deseo. Me agacho, la agarro por las rodillas y me incorporo, le lamo el sexo nuevamente, hasta que llega nuevamente; sin duda es el mejor sexo oral que he tenido nunca; giro su cuerpo, poniendo las piernas para arriba; ella comprende lo que está pasando, se agarra a mis piernas y me hace lo propio; flexiono un poco mis piernas para darle mejor acceso; esto provoca que mis cuadriceps se inflen, que salten, noto como gime ante el tacto de mis poderosas piernas, pero no ceja en su labor, tardo muy poco en llegar nuevamente, la convulsión atrapa su cabeza, aprieto con fuerza. Pierdo el equilibrio y caemos las dos sobre la cama, me relajo; mis jadeos me impiden escuchar a Sara cogiendo aire, se estaba ahogando, me incorporo rápidamente, para ver que está totalmente roja; respira profusamente. -Perdona, no me doy cuenta de mi propia fuerza, casi te ahogo. -Digo con un sentimiento de culpabilidad inédito en mi. -No digas tonterías, ha sido espectacular. Me ha encantado, deja que me recupere, me encantaría volver a sentir esa sensación. Me quedo a cuadros, pero le hago caso, mientras tanto lamo sus pechos, mientras ella sigue masajeando mis músculos. Nos pasamos la noche conociéndonos, disfrutando de nuestros cuerpos, divirtiendonos. —o—o— …Raúl… A la mañana siguiente me vuelve a despertar el sol; ya no me acuerdo de mi pierna escayolada, por lo que estoy apunto de partirme la cabeza al salir de la cama. A duras penas logro ir al aseo, vestirme y salir del cuarto. Cuando lo consigo veo a Olivier detrás de la puerta, con una mirada de preocupación -Como vas a pasar unos días aquí, voy a comprar una grúa para la cama, a no ser que quieras que te ayude, pero no quiero invadir tu espacio. Me río ante su excesiva preocupación. -No te preocupes por mi, me apañaré bien, tan solo me tengo que acostumbrar; no obstante, si necesito algo te llamaré, pero de verdad, haz tu vida, no pienses que tienes un lisiado en casa. Me ayuda a bajar las escaleras y veo la cara de consternación de Sofía, que nos espera con el desayuno en la mesa; desayunamos igual que ayer; bromeamos sobre mi torpeza con el esquí acuático; cuando terminamos de desayunar me ayudan a acercarme al porche, y me dejan el ordenador portátil para entretenerme; mis anfitriones deben salir a realizar algunas compras. Un par de horas después, aun no he encendido el portátil, las vistas son fantásticas; continuamente pasan barcos en una dirección y en otra, incluso hay incautos practicando esquí acuático, ¡no lo entiendo!. Escucho la puerta, me giro como puedo para ver a Sofía y Olivier muy cargados. Me da rabia no poder ayudar un poco, pero evidentemente no me queda alternativa. Tardan poco en acercarse para interesarse por mi, les explico lo placentero que es estar allí sentado. -Te hemos traído unas muletas, así irás un poco más cómodo -Me dice Olivier, ya de mejor humor- Déjame que me cambie, y nos tomamos unas cervezas. -Dice entrando a la casa nuevamente En cinco minutos regresa con las cervezas prometidas; nos quedamos charlando de lo humano y lo divino un buen rato, comemos allí mismo y por la tarde lo mismo; no podría estar mejor, con quizás el que es mi mejor amigo, charlando, con una cerveza fresquita en la mano. Decido descansar, así que valiéndome de las muletas subo a trancas y barrancas hasta mi habitación; tardo lo mío, pero disfruto de la autonomía; si bien es cierto que en los más de cinco minutos que me llevó subir la escalera, tuve a los ojos de Olivier vigilándome atentamente. Una hora después, regreso al porche, con la misma dificultad que antes, solo que con energías renovadas después del descanso. En la mesa están sentados Olivier y Sofía, el primero con una expresión de preocupación, la segunda con una sonrisa de oreja a oreja. -Tengo malas noticias, -Dice Olivier- me temo que tengo que salir de viaje de negocios, ha habido un problema en Taiwan y me requieren, por lo que estaré fuera unos días; no sabes lo que me afecta esto, tenía muchas ganas de compartir contigo todas las horas de este verano; he hablado con Sofía -Dice mirándola- y asegura que estará encantada de estar atenta, así que no creo que te falte de nada. -Te voy a cuidar estupendamente, voy a ser la mejor enfermera -Dice Sofía interrumpiendo a su hermano, con un tono alegre- nos lo vamos a pasar muy bien los dos solos aquí. -Bueno, por lo que he visto, pasas más tiempo fuera que dentro de casa, no te preocupes en cuidarme, dejadme que pase la noche y mañana me marcho a casa, no quiero molestar. Le cambia el rictus a Sofía. -De eso nada, has venido a pasar unos días y te quedarás con nosotros; si hace falta te secuestro aquí -dice Sofía juguetonamente -Bueno, pero mantengo mi propuesta de marcharme en el momento que queráis, ya habéis hecho bastante por mi, apenas he pensado en mi ex en estos días. Pero dime Olivier, ¿Cuando sales de viaje? -Me temo que esta misma noche, tengo que coger en cuatro horas el avión en Sevilla, así que debo salir prácticamente ya; ya sabes como están estas carreteras en verano. -Dice mientras se levanta dejándonos solos a Sofía y a mi. -Bueno, me tienes para lo que necesites, si te parece apunta mi móvil, y si necesitas lo que sea me mandas un whatsapp; verás que bien nos lo pasamos, la verdad es que tenía muchas ganas de pasar tiempo contigo, este verano está siendo un poco insoportable; tan solo disfruto cuando estoy con vosotros o navegando, pero como mi hermano quería pasar tiempo contigo, no he querido inmiscuirme. -Pero bueno, con la pinta que tenías la otra noche supongo que triunfarías. -Si, se puede decir que triunfé, pero solo atraigo a los más babosos; no hay chicos como tu, además, ya te comenté que me reservo para el chico perfecto. -dice guiñándome un ojo. Voy a preparar la cena, dame unos minutos y estoy contigo. Me deja a solas, necesito disipar la cabeza, no quiero malinterpretar las señales que percibo de Sofía, al fin y al cabo es la hermana pequeña de Oli, y no quiero meter la pata. Baja Olivier, vestido de chaqueta y con una maleta bastante importante y maletín de ordenador, se sienta frente a mi. -Sofía está realmente encantada de estar contigo aquí, ella te podrá cuidar mejor que yo; ella no tiene mis limitaciones. -Lo miro sorprendido- Pídele lo que necesites, estará encantada de ayudarte, y en cualquier caso, te he dejado en tu cuarto una lista con teléfonos de amigos por si necesitas cualquier otra cosa, ellos estarán encantados de ayudarte también. Ahora me tengo que ir, ya picaré algo en el aeropuerto. Tengo el roaming activado, no dudes en llamarme para lo que necesites, aunque entre vuelos y reuniones voy a tener poco tiempo. Espero que cuando regrese sigas aquí, me gustaría pasar más días contigo. Nos despedimos y se marcha, escucho como el coche se aleja cuando llega Sofía con una bandeja repleta de comida, coloca las cosas sobre la mesa y empezamos a cenar. Me habla de su vida, de lo que siente cuando navega, de lo que disfruta de la soledad, del poder del viento. Me habla de como es vivir en Sevilla, donde estudia, de su falta de experiencia con los chicos, en fin, me pone al día de su vida. Al igual que hace dos días, la velada se extiende hasta altas horas; mi insistencia para que salga con sus amigos a divertirse caen en saco roto, parece que prefiere hacer de anfitriona. Cuando llega la hora de acostarme ella recoge la mesa mientras yo hago por levantarme, con más torpeza que velocidad. Cuando por fin me he levantado con la ayuda inestimable de las muletas, me veo a Sofía mirándome desde la puerta con cara de circunstancia. -Creo que necesitas ayuda, no se te ve muy ducho con las muletas, déjame que te ayude, te resultará más fácil moverte apoyándote en mi hombro. -Dice mientras se acerca a mi lado quitándome una de las muletas y dejándola al lado. Aunque intento resistirme, alegando mi autosuficiencia, ella hace caso omiso y me abraza por la cintura. Empiezo a andar intentando no cargar sobre ella, por lo que se hace especialmente complejo, voy dando traspiés, hasta que Sofía se cansa y me pide que me apoye sobre ella, echo el peso temiendo que se caiga, no es fácil aguantar mis 80 kg, pero para mi sorpresa no se inmuta. -¿Ves? soy más fuerte de lo que parezco; tengo que pasar horas en el gimnasio para mantenerme en forma, mi RS100 exige mucho. No digo nada, supongo que ese RS100 es el velero del que me ha hablado y vi ayer. Pero en cualquier caso, el que pueda cargarme, aunque sea parcialmente, me encanta; Por otro lado, no quiero que se me note la excitación que me produce, así que no tengo nada que decir, simplemente me concentro en ser lo más hábil posible con mi muleta para no cargar en exceso sobre el hombro de mi anfitriona. Pese a mi torpeza, la ayuda de Sofía me sirve para acceder a mi cuarto en un instante. Me acerca hasta la cama, veo como no se va, se me queda mirando. -Si quieres te ayudo cambiándote. -Dice juguetonamente No cedo a sus encantos, me despido, no sin antes pedirle que me suba la otra muleta para poder moverme por la habitación. Mientras va por ella, me insiste que si tengo cualquier problema no dude en llamarla; cuando me la acerca, se despide y deja la puerta abierta para poder escucharme por si necesito ayuda. Esa noche me duermo pensando en Sofía. —o—o— …Sofía… Me despierto como todos los días al alba, bajo a desayunar y veo a mi hermano con cara de consternación; me cuenta lo ocurrido con Raúl. -Creo que voy a comprar una grúa para que no tenga problemas levantándose de la cama o metiendose en la ducha. -No digas tonterías, déjame que le ayude, sabes que tengo la fuerza para hacerlo -Digo enfatizándolo con una flexión de bíceps, ¡como si hiciese falta! -No tengo claro que Raul se sienta cómodo contigo todo el día cerca; pero no te preocupes, como también estoy yo, supongo que entre los dos nos apañaremos. Mientras estamos desayunando escuchamos ruido, así que Olivier sube rápidamente para ayudar a su amigo, escucho como hablan, sin entenderlos en absoluto, y a continuación veo como bajan la escalera. Ver a Raul así me afecta más de lo que pensaba, tan necesitado; no me quiero imaginar cuanto le ha tenido que doler el accidente. Durante el desayuno, veo que la escayola no ha mermado su sentido del humor, se ríe de su accidente, de lo torpe que estuvo. Lo dejamos solo y nos vamos a comprar, entre otras cosas debemos adquirir unas muletas para que tenga algo de autonomía; tardamos un buen rato, cuando llegamos está en el mismo sitio, en la misma posición que lo dejamos; dejo a mi hermano con él. Bajo al sótano ha realizar mis ejercicios; hoy haré una sesión larga. Cuando subo ya han almorzado, así que pico una ensalada y salgo a nadar por la ría. Cuando llego me encuentro a Olivier muy preocupado, me alarmo pensando que ha pasado algo peor; pero me informa que tiene que viajar al extranjero, que estará fuera unos días. No me podría haber alegrado más; empieza a decirme que va a contratar a un enfermero para ayudar a Raúl, lo paro en seco. -Ni se te ocurra, déjame que me encargue, estará en buenas manos; sabes bien que me apetece cuidarle. -Lo se Sofía, pero me preocupa, sabes que buscáis cosas diferentes, no quiero que ninguno de los dos os hagáis daño, me daría mucho coraje. Ya sabes que los hombres se asustan con mujeres tan fuertes como tu cerca. -Dice realmente preocupado. Me sorprende que no sepa los gusto de su amigo. -No te preocupes, seré muy discreta, me dedicaré a cuidarle, tan solo a cuidarle; además, sabes que me he acostumbrado a disimular tanto mis músculos como mi fuerza. Tras la reconfortante ducha me siento en una hamaca con un libro y me quedo esperando a que Raúl baje. Escuchamos los torpes pasos bajando la escalera, así que nos incorporamos mi hermano y yo. -Tengo malas noticias, -Dice Olivier- me temo que tengo que salir de viaje de negocios, ha habido un problema en Taiwan y me requieren, por lo que estaré fuera unos días; no sabes lo que me afecta esto, tenía muchas ganas de compartir contigo todas las horas de este verano; he hablado con Sofía -Dice mirándome- y asegura que estará encantada de estar atenta, así que no creo que te falte de nada. -Te voy a cuidar estupendamente, voy a ser la mejor enfermera; nos lo vamos a pasar muy bien los dos solos aquí. -Digo excesivamente eufórica. -Bueno, por lo que he visto, pasas más tiempo fuera que dentro de casa, no te preocupes en cuidarme, dejadme que pase la noche y mañana me marcho a casa, no quiero molestar. -Me contesta Raúl. No puedo permitir que esto pase, no quiero que se vaya. -De eso nada, has venido a pasar unos días y te quedarás con nosotros; si hace falta te secuestro aquí. -Digo con tono amenazante -Bueno, pero mantengo mi propuesta de marcharme en el momento que queráis, ya habéis hecho bastante por mi, apenas he pensado en mi ex en estos días. Pero dime Olivier, ¿Cuando sales de viaje? -Me temo que esta misma noche, tengo que coger en cuatro horas el avión en Sevilla, así que debo salir prácticamente ya; ya sabes como están estas carreteras en verano. -Dice mientras se levanta. -Bueno, me tienes para lo que necesites, si te parece apunta mi móvil, y si necesitas lo que sea me mandas un whatsapp; verás que bien nos lo pasamos, la verdad es que tenía muchas ganas de pasar tiempo contigo, este verano está siendo un poco insoportable; tan solo disfruto cuando estoy con vosotros o navegando, pero como mi hermano quería pasar tiempo contigo, no he querido inmiscuirme. -Pero bueno, con la pinta que tenías la otra noche supongo que triunfarías. -Si, se puede decir que triunfé, pero solo atraigo a los más babosos; no hay chicos como tu, además, ya te comenté que me reservo para el chico perfecto. Voy a preparar la cena, dame unos minutos y estoy contigo. -Empiezo con el mayor descaro mi flirteo. Espero no haber sido demasiado directa, no quiero espantarlo. Veo desde la cocina que mi hermano ya se ha preparado y está despidiéndose de Raúl; se acerca a la cocina, me da dos besos. -Bueno, me tengo que ir, cuídale bien; y no le hagas daño, está muy sensible. Me temo que el viaje es más largo de lo que os he dicho antes, estaré fuera por lo menos dos semanas, así que tienes tiempo para disfrutar en mi ausencia. Nos despedimos y se va. Me ha hecho feliz. Mientras cenamos aprovecho para hablarle de mi, de mi forma de ser; de mi grupo de amigos en la Universidad, de como me siento aquí. No para de decirme que salga esta noche, que lo deje en casa solo; no se imagina que no hay plan alternativo; ahora solo está él en mi vida. Se nos hace nuevamente tarde, así que decidimos dar por finalizada la jornada, recojo todo, organizo la cocina y cuando regreso veo a Raúl de pie frente a la puerta, concentrado para subir el pequeño escalón que da acceso al salón. -Creo que necesitas ayuda, no se te ve muy ducho con las muletas, déjame que te ayude, te resultará más fácil moverte apoyándote en mi hombro. -Digo apartando una muleta y abrazándome a él; se me eriza el vello con su tacto, tengo que contenerme. Se pone un poco pesado diciendo que no hace falta, pero no cejo en mi empeño. Sin embargo noto como más que ayudarle lo estoy molestando, no está apoyándose sobre mi, por lo que anda a trompicones. -¿Quieres apoyarte sobre mi?, no soy de porcelana. Él refunfuña pero termina apoyándose en mi hombro, me excita darme cuenta que apenas siento su peso, podría levantarlo con una mano y subir la escalera a la pata coja, y no me inmutaría. -¿Ves? soy más fuerte de lo que parezco; tengo que pasar horas en el gimnasio para mantenerme en forma, mi RS100 exige mucho -toco donde más duele, aunque no da pie a una conversación, él se queda callado. Cuando llegamos a su cuarto se lo pongo fácil, le propongo ayudarle a cambiarse, pero refusa mi ayuda. Realmente creo que sus silencios, sus brotes de timidez vengan derivados de un exceso de cortesía. Me despido dejando la puerta abierta para el caso de que necesite ayuda. Bajo al sótano ha desahogarme, hago unas pocas series, me ducho y me acuesto. —o—o— …Verónica… Cuando me despierto, todo lo que veo es a Sara mirándome con detalle; está desnuda, de rodillas sobre la cama, mi cuerpo yace desnudo sobre las sábanas, vuelve a estar excitada; tan solo con verme se pone a 100. Antes de que se de cuenta de que estoy despierta empiezo a flexionar mis músculos sin cambiar de posición, ella se toca; me excito, intento mantener la pose, simplemente flexionando, pero sus gemidos son demasiado, me incorporo y nos fundimos en un abrazo; nos magreamos un buen rato, introduzco mis dedos en su sexo y la masturbo, sus gemidos me excitan, noto como acaricia mis labios con su mano. Continuamos hasta que nos vence el hambre; almorzamos y acompaño a Sara al bar en el que trabaja; nos despedimos con un beso muy apasionado, la plaza se paraliza para ver el espectáculo que estamos dando. Regreso a casa para ver al atontado de mi anfitrión de rodillas -Estaba preocupado; anoche me quedé esperándote hasta las cuatro; pensé que no regresarías. -Dice sin levantar la vista de mis pies -No digas tonterías -Digo agachándome, agarrándolo por las axilas y levantándolo hasta mi altura Lo llevo al dormitorio, lo desnudo de un manotazo haciéndole la ropa jirones y abuso de él; no parece que le importe demasiado, lo follo un par de veces hasta que me quito el calentón que llevo de mi despedida con Sara. Ahora me doy cuenta que desde anoche no he vuelto a pensar en el desgraciado de Raúl. Solo recuerdo a Sara, me importa muy poco el dinero, no me puedo creer que me haya quedado pillada con una camarera, pero lo que tengo claro es que he disfrutado con ella como no lo había hecho con nadie. Debo arreglar mi problema con Raúl; esta misma tarde me acercaré a verle y le explicaré lo que ha pasado, pero tengo ganas de que sufra, de que vea lo que se ha perdido; nada me gustaría más que rechazarle cuando me ruegue quedarse conmigo; voy a disfrutar muchísimo. —o—o— …Raúl… Por la mañana me despierto y lo primero que veo es la cara de Sofía. -¿Llevas mucho tiempo ahí de pie? -pregunto aún adormilado -Apenas unos minutos, estaba disfrutando de mi invitado, estabas muy tierno ahí durmiendo. Déjame que te ayude a incorporarte. Instintivamente echo mis brazos hacia ella sin percatarme de que estoy en calzoncillos. Ella antes de que cambie de opinión se agacha mostrándome su amplio escote, la abrazo y me levanta de la cama con muy poco esfuerzo, la situación me excita, y mis calzoncillos no logran disimular lo evidente, me sonrojo, ella disimula, me acerca la muleta, se da media vuelta y me dice que en dos minutos subirá para ayudarme a bajar. Me quedo mirando como se marcha de la habitación. Bajo su vaporosa falda puedo ver unos gemelos muy decentes, esto no me sirve para relajarme. Me doy una ducha fría y cuando salgo veo a Sofía esperando. -Aquí estoy para ayudarte, dime que necesitas. -Necesito la bolsa de viaje, tengo dentro mas mudas, pero me temo que pesa mucho, me da miedo no te lesiones. Me costó mucho subirla. Sin darme tiempo a mas explicaciones se estira, agarra la bolsa y la baja, veo como su cuerpo atlético responde al esfuerzo, aparecen infinidad de pequeños músculos que me excitan muchísimo, sigue sin tener el cuerpo de Verónica, pero tiene mucho potencial. Me deja un par de minutos para cambiarme. Cuando salgo del cuarto está esperándome nuevamente. Me abraza como ayer y me ayuda a bajar, ya no me molesto en no echar el peso sobre ella, no se inmuta, noto como sonríe, parece satisfecha al poder cuidarme. Desayunamos y pasamos la mañana hablando, aunque no me quito de la cabeza esa infindad de pequeños músculos que le he visto. Le hablo de Verónica, de como me engañó. Ella repudia a la que me pudo hacer daño, me interroga con detalle sobre cada aspecto de ella, de lo que me gustaba, evito hablar de su musculatura o de su fuerza, pero me doy cuenta que quitando esos dos elementos y su aspecto físico o el sexo, no había mucho más que nos uniera, ella percibe que no se lo estoy contando todo. Término por hablarle de mis rarezas, le cuento como me excitaban sus músculos, lo que sentía cuando me derrotaba en un pulso. No se como, esta situación nos lleva a echar un pulso, la verdad es que tenía muchas ganas de probar si Sofía es tan fuerte como me gustaría. Ella se coloca frente a mi, pone su brazo en posición y me invita a retarla, me aprieta la mano con fuerza, se me eriza el bello al pensar que quizás me venza, me machaque. Empezamos a apretar, noto algo de resistencia, pero la venzo sin demasiado problema, hago lo posible por disimular mi decepción, supongo que cuando te obsesionas con chicas fuertes ves músculos donde no los hay. Entramos a almorzar; por la tarde me echo un rato a descansar, me vuelve a ayudar a subir las escaleras, cuando llegamos al cuarto se da cuenta de que la bolsa sigue sobre la cama, así que la agarra y con una sola mano, la coloca sobre el altillo. Son tonterías, pero juraría que he visto un bíceps aparecer, pero no tendría sentido, me habría machacado en el pulso, y aunque es más fuerte que una chica de su complexión, sigue siendo más débil que yo mismo, lo que desde luego, no es mucho. Me despierto y no oigo nada, así que hago por incorporarme, pero no me acostumbro a esta escayola; aún adormilado consigo levantarme pero tropiezo con los zapatos y me caigo al suelo, llega Sofía corriendo, al verme en el suelo se alarma, se abalanza sobre mi, introduce una mano en bajo mi nuca y otra bajo las piernas y me levanta sin ningún esfuerzo, me deposita sobre la cama. -¿Como has hecho eso?, peso 80 kg, por lo menos 20 más que tu, te vas a lesionar. -le digo alarmado por la mas que posible lesión que le he podido ocasionar. -No parece que peses tanto, no se, será la adrenalina, al verte ahí tumbado me he asustado un poco. Y muchas gracias por el piropo, pero hace tiempo que no peso 60. -Dice sonriendo. No doy mucho crédito; he oído historias sobre personas que levantan un coche para rescatar a un hijo, pero esta situación dista mucho de esas historias. Viendo que no me he hecho aún más daño, me ayuda a incorporarme como hizo esta mañana y me ayuda a bajar nuevamente. Pasamos la tarde y la noche juntos, hasta que es tan tarde que el sueño nos vence. Paso la noche pensando en la posible fuerza disimulada de mi bella anfitriona. —o—o— …Sofía… Por la mañana, me vuelvo a despertar al alba, antes de bajar entro a ver a mi invitado. Yace en la cama, como un bebe, duerme apaciblemente; me quedo en pie a su lado un tiempo indeterminado, disfrutando de cada detalle, pero lo que más me llama la atención es su enorme erección; ya había oído hablar de las erecciones nocturnas, pero me sorprende el tamaño. Veo como se despierta, pero me quedo inmóvil, no necesito disimular, ya no tengo 12 años. -¿Llevas mucho tiempo ahí de pie? -Pregunta aun dormido -Apenas unos minutos, -Miento- estaba disfrutando de mi invitado, estabas muy tierno ahí durmiendo. Déjame que te ayude a incorporarte. Me inclino sobre él, asegurándome de mostrar bien mi delantera; para mi sorpresa, él no rechaza mi propuesta y se abraza a mi cuello, lo agarro por el torso y lo subo ágilmente, noto como su pene totalmente excitado choca contra mis abdominales, pero disimulo, me giro, le doy una muleta y salgo de la habitación -Voy a preparar el desayuno, ahora nos vemos. -Digo mientras salgo apresuradamente. Desde la cocina puedo escuchar como se está duchando. No puedo evitarlo, subo a verle salir de la ducha; no me decepciona, adoro a este chico. Él al verme se queda un poco cortado. -Aquí estoy para ayudarte, dime que necesitas -Digo para disimular. -Necesito la bolsa, tengo dentro más mudas, pero me temo que pesa mucho, me da miedo no te lesiones. El primer día me costó mucho subirla. ¡Que bien!, me brinda la posibilidad de lucirme mínimamente, me apresuro, busco el altillo, al abrirlo veo la bolsa, está al límite de mi alcance, pero logro agarrar y tirar de ella, no pesa nada. La dejo sobre la cama y salgo nuevamente de la habitación; continúo con mis preparativos del desayuno. Me noto sobre-excitada; subo nuevamente para ayudarle a bajar, no espero nada antes de que se abra la puerta. Al verme no negocia, directamente se apoya sobre mi y bajamos la escalera, no puedo disimular lo que disfruto de todo esto; casi me siento culpable por alegrarme por su pierna rota. Desayunamos, y nos quedamos el resto de la mañana charlando, me habla de su ex. -Lo cierto es que ella me atraía mucho, su carácter su forma de ser, pero sobre todo su cuerpo, eran espectaculares; sin embargo con el tiempo me defraudó; me sentí engañado, su buen humor, su forma de ser tan divertida se fue torciendo; pensé que casarme con ella habría arreglado las cosas, pero la verdad es que la persona de la que me enamoré no era aquella. Cuando la sorprendí engañándome comprendí que mis esfuerzos por mantener la relación a flote habían sido inútiles. Esos días fueron los peores de mi vida; hasta que tu hermano, que me conoce bien, me invitó a venir aquí, donde me reencontré contigo; que para ser sinceros ha sido la sorpresa más grata que he tenido desde hace tiempo. Sonrío a su halago, pero no me hago idea como una chica pueda dejar a Raúl, con lo bueno que es. Desvío el tema a otros asuntos, no quiero ahondar más en su herida aún abierta. Pero el insiste, es posible que necesite desahogarse. -Cuando empezamos a salir, muchos amigos me insinuaron que ella no me convenía. Siempre pensé que lo decían por su aspecto. -Pero me habías dicho que su cuerpo era espectacular, ¿porqué iba nadie a criticar el aspecto de una chica bandera? Se toma su tiempo para contestarme, noto como rebaja su defensa ante mi, se está abriendo. -Verás, a mi me parecía espectacular; no era el ideal de belleza del común de los mortales; por otro lado era una chica alta y bien parecida, pero no era eso, era su cuerpo. No se como contarte esto sin que pienses que soy un bicho raro. -Dice mirando fijamente la mesa. Lo aliento poniendo mi mano sobre la suya, dándole mi calor. Realmente creo que se por donde va; pero no quiero que se me note. -A mi me gustan las chicas como a cualquier otro hombre; no puedo evitar sentirme atraído por tus curvas o tu cara de niña traviesa. Me sonrojo, pero no se da cuenta, sigue sin levantar la mirada de la mesa. -Pero lo que más me llama la atención de una mujer no es eso; es algo que no es normal en los hombres. Lo que me llama la atención son sus músculos. Se calla, como pensando si ha hecho bien diciéndomelo, levantando la vista para analizar mi reacción. Soy feliz, ahora mismo no se hace una idea de a quien tiene delante. Pero es un poco prematuro, quiero jugar un poco más, además, aún se tiene que desahogar un poco más. -Bueno, no me parece tan raro, una chica con unas carnes prietas puede ser muy atractiva; es muy frecuente ver a chicas con buenos abdominales por la playa, o con unos gemelos bien marcados. -No me entiendes; como te digo, sí, eso me gusta, pero no es el tipo de músculo que me gusta en una mujer. Lo que busco en una chica es auténtica fuerza, músculos muy desarrollados; me excita mucho que una mujer sea más fuerte que yo. Vuelve a callar, parece que nunca haya hablado de esto con nadie, salvo con su ex. -Pues eso es más raro, si; no conozco a ningún chico que le gusten los músculos abultados en una chica; pero supongo que para gustos los colores. Me mira visiblemente esperanzado. -Entonces ¿No te parezco un bicho raro? -Hombre, un poco raro si que eres, pero me pareces encantador. Quieres que echemos un pulso, quizás te pueda ganar -Digo juguetonamente, flirteando con él. Veo que se emociona, realmente piensa que soy mas fuerte que él. Pero no va a ser tan sencillo, aún tiene que durar más esto, es muy divertido como para cortarlo ahora; ganará él. Me pongo en posición lo invito con el índice a que acepte mi reto; cuando se pone frente a mi le doy un apretón fugaz; veo como me mira emocionado; empezamos, noto como empieza a empujar, su fuerza es ridícula, no tengo muy claro como disimular para que no se note que me he dejado ganar, así que muevo los brazos lentamente hacia su lado creo, que lo estoy alargando demasiado, una chica normal ya habría perdido; así que dejo caer los brazos y sin quitar mi cara de esfuerzo. Puedo ver su mirada de decepción. Almorzamos y le ayudo a subir a su cuarto nuevamente; al ver la bolsa sobre la cama, la subo al altillo sobre la marcha. Me despido y bajo al gimnasio a ejercitarme un poco. Cuando llevo algo más de una hora, escucho un estruendo, subo corriendo, alarmada. Raul ha debido caerse. Cuando llego al cuarto me lo encuentro tirado en el suelo intentando, con poco éxito, ponerse en pie. Me abalanzo sobre él y lo subo a la cama; mis músculos se tensan ante el esfuerzo; cuando lo dejo sobe la cama disimulo apartándolos de su vista -¿Como has hecho eso?, peso 80 kg, por lo menos 20 más que tu, te vas a lesionar. -Me dice visiblemente preocupado. -No parece que peses tanto, no se, será la adrenalina, al verte ahí tumbado me he asustado un poco. Y muchas gracias por el piropo, pero hace tiempo que no peso 60. Espero que la historia de la adrenalina haya colado, viendo que está bien, le ayudo a incorporarse y a bajar al porche donde pasamos el resto del día, charlando sobre lo humano y lo divino. No me vuelve a hablar de chicas fuertes o músculos en una mujer, pero noto como me mira los abdominales cada dos por tres, o como busca algún resto de músculo en mis brazos; pero intento mantener mi musculatura relajada. Cuando estamos demasiado cansados nos acostamos, repitiendo la operación, por fin espera mi ayuda, y echa el peso directamente, ¡Como disfruto de esto! Continuará... Siguiente parte: La venganza