LA SOBRINA DE LA SEÑORA ROSA. Parte I Por esper_cl, esper_cl@yahoo.com Hernando recibe una nueva empleada quien lo asombra con su fuerza. Hernando, de 40 años, es un empresario exitoso. Vive solo en un departamento del barrio alto, luego de haberse separado hace 3 años. Su esposa y sus dos hijos viven en una ciudad a 300 Km de distancia. Ve a sus vástagos dos veces al mes y les provee para que nada les falte. Su empleada doméstica de 60 años, a quien con cariño y respeto siempre llamó Señora Rosa, le anunció que lo iba a dejar ya que quería irse a vivir al campo cerca de su ciudad natal. La señora Rosa trabajó primero en la casa de los padres de Hernando, por lo que lo vio crecer. Había mucha confianza entre ambos, y la Señora Rosa muchas veces había sabido guardar silencio cómplice con Hernando, cuando las circunstancias lo ameritaban. Señora Rosa: Sabe don Hernando, tengo a una sobrina, que tiene 25 años que quiere trabajar. Tiene algo de experiencia y creo que lo hace bien. Si quiere la mando a hablar con usted, para que la conozca, pero yo enserio que se la recomiendo. Hernando: Bueno, Doña Rosa, ya sabe que confío en Usted, así que mándela nomás. Hernando pensó que quería resolver rápido su problema doméstico para preocuparse de otras cosas, y si la señora Rosa le daba la solución lista, por supuesto que la aprovecharía. La señora Rosa se fue un día domingo. El sábado anterior llego su sobrina Adriana, para que su tía la enseñara el funcionamiento del hogar de Hernando. Al llegar la tía le presentó a la sobrina "¿Cómo está Adriana?" dijo Hernando y le ofreció la mano. Hernando sintió entonces una mano grande y fuerte, sin duda más grande y gruesa que su propia mano, la que era bastante varonil. Le dio la impresión que la chica controlaba su fuerza porque de lo contrario le haría daño Asimismo, Adriana se veía unos 5 cm más alta que él. El sábado la tía le enseñó a su sobrina el funcionamiento de la casa. Como conocía mucho a Hernando no fue necesario hacerle muchas consultas a este. Pasaron los días y Adriana se adaptó rápido al trabajo de la casa de Hernando. Hacía pocas preguntas y resolvía sola las cosas, como al dueño de casa la gustaba. Hernando miraba disimuladamente a Adriana. Le llamaba la atención su fuerza y musculatura. Movía objetos pesados como si fueran de cartón. Reconocía que le excitaba verla. Un día sábado, Hernando jugando fútbol se dobló un tobillo y se hizo un esguince en el pie izquierdo. Sus compañeros de juego le ayudaron y le ofrecieron ir dejarlo a su casa. Hernando les dijo que no era necesario que lo ayudaran a llegar al auto, el que por ser automático podía manejar con facilidad. Antes de partir tomó su teléfono móvil y llamó a Adriana contándole lo sucedido y le dijo que tuviera preparada su cama, la que dado que era temprano en la mañana, aún podría no estar hecha. Cuando Hernando llegó al edificio en el que vivía Adriana lo estaba esperando en el estacionamiento, el que quedaba en el primer nivel. Adriana: Le tengo malas noticias don Hernando, el ascensor está en reparaciones. ¿Le duele mucho? ¿Puede caminar bien? Su quiere lo puedo ayudar. Hernando pensó con desazón que tendría que subir los 3 pisos a pié. No pensó en ese momento lo fuerte que era Adriana. Hernando: Que pena lo del ascensor, ya, ayúdeme, puedo caminar pero con dificultad. Adriana entonces le tomó el brazo y Hernando fue caminando con dificultad hacia el edificio. Al llegar a éste le costó mucho subir los tres peldaños que había entre el nivel de estacionamiento y la recepción del edificio. Comprendió entonces que iba a ser una enorme dificultad subir los 3 pisos para llegar a su departamento, cosa que le hizo saber a Adriana. Al llegar a la escalera Adriana, le dice "apóyese en mí". Hernando pone entonces su brazo en el hombro opuesto de la chica, el que siente grande, musculoso y fuerte. Adriana entonces rodea la cintura de Hernando. Su mano y brazos se sentían igualmente fuertes. Comienzan a subir los escalones. Adriana sujetaba con fuerza a Hernando quien a duras penas subía los escalones. Hernando: A este paso, cuando llegue va a estar reparado el ascensor. Adriana: Don Hernando, fíjese que tengo mucha fuerza, si quiere lo puedo tomar en brazos y llevarlo hasta arriba. Hernando: ( con incredulidad) ¿De verdad? A ver trate. Entonces Adriana, que mantenía su mano izquierda en la cintura de Hernando, se agacha, pasa sus manos bajo el muslo de Hernando y levanta con facilidad sus 70 kilos. Acto seguido comienza a subir las escaleras. Hernando sintió una mezcla de alivio, sorpresa y excitación sexual. "Esto es lo más increíble que me pueda haber pasado", pensó. Puso sus manos en los hombros de Adriana como una forma de "ayudar", cosa que realmente era innecesaria, porque Adriana subía a paso firme, como si Hernando no pesara más que un par de bolsas de supermercado. Llegan a la puerta del departamento. Adriana: ¿Tiene la llave? La mía la tengo en el bolsillo. Hernando: La mía la tengo en le bolsillo de mi casaca, si puede me la saca y abre la puerta. Bájeme primero. Adriana sin decir palabra, mueve a Hernando y sin bajarlo lo carga sobre su brazo por sus muslos y le dice: tómese de mí que necesito mi mano libre. Hernando obedece y Adriana con la mano libre saca la llave del bolsillo de Hernando y abre la puerta. En la misma posición lo lleva hasta su cama y lo deja que se recueste. Hernando: tráigame mis cosas del auto, y mi celular porque voy a llamar al médico. Mientras Adriana estaba abajo, Hernando pensaba: se pasó esta muchacha, me trajo desde el primer piso hasta mi cama sin bajarme, es muy fuerte. Su pene estaba totalmente erecto, y esperaba que Adriana no se hubiera dado cuenta. Después que el médico asiste a Hernando, este le pide que a Adriana que le sirva el almuerzo en su cama. Adriana le trae el alimento en una bandeja y comienzan a conversar. En un momento Hernando, no aguanta la curiosidad y le pregunta a Adriana. Dígame Adriana, ¿de donde sacó tanta fuerza? Adriana: (sonriendo) bueno, ¿quiere que le cuente?, espero que no se aburra. "¡ Está loca si piensa que me voy a aburrir!", pensó. Hernando: Adelante, cuénteme. Adriana: Bueno, me crié en el campo, donde mis papas eran inquilinos, y desde chica me tocó hacer mucha fuerza física. Participaba en las cosechas, en el trabajo con animales y me tocaba cargar sacos a veces. Tenía un primo mayor que practicaba boxeo y que vivía haciendo ejercicios, Eso era cuando tenía como 12 años. Empecé a acompañarlo y a hacer los mismos ejercicios que él. Me regalo unas pesas y una máquina que no ocupaba. Y como eso me gustó, he pasado toda mi vida haciendo ejercicios. Hernando: Y su primo ¿le enseñó a boxear también? Si, también, dijo Adriana riéndose Hernando: Entonces espero haberla tratado bien para que no se enoje conmigo. Adriana: Ay don Hernando, lo que me dice. Si usted es muy bueno, y además no soy violenta, aunque un par de veces me agarré a puñetes en el colegio. Hernando: A ver, cuénteme como fue eso. Adriana: Una vez, venía de vuelta del colegio en la tarde. Tenía como 18 años Ya estaba oscuro. Paso por una calle en la que había poca gente. Había dos muchachos que cuando me ven acercarme se me empiezan a reír y a decirme piropos. No les hice caso al principio, pero cuando paso al lado de ellos uno me agarra el trasero y me lo comienza a apretar. No me lo soltaba. Entonces casi sin darme vueltas le mandé un codazo en su cara. El pobre tipo cayó al suelo con sangre de narices. Entonces el otro se me acerca caminando rápido en forma agresiva. No sé que pensaba hacerme pero al acercárseme le hago una llave y lo tomo del cuello con un solo brazo y se lo aprieto fuerte. El tipo no se podía zafar de mí. Empezó a lanzar golpes los que me daban en mi estomago, pero no me hacían ni mella. Y todo eso sujetándolo con una mano. Entonces se para el que estaba en le suelo otro y se acerca a mí. Sin soltar a su amigo le mando otro golpe fuerte y cae de nuevo al piso. Hernando: O sea, ¿pudo con dos a la vez? ¿ Y entonces que pasó? Adriana: Así fue. Luego, sin soltar del cuello al tipo, me acerco donde el amigo, que estaba medio inconsciente y lo tomo de la nuca y se la aprieto. Uno de ellos grita: ya, es suficiente, déjanos ir, tú ganas. No, es suficiente le dije, vamos a ir los tres a carabineros para hacer la denuncia. No por favor, dijeron los dos. Adriana: Había una entrada de autos de una fábrica sonde estábamos, que estaba vacía a esa hora. Los lleve a los dos a la rastra, y les dije, ahora les voy a enseñar a comportarse. Uno de los dos trata entonces a arrancarse, pero la agarro el brazo y lo mando al rincón donde estaba su amigo. Todavía no he terminado le dije. Les hice prometer a los dos que en le futuro tenían que ser más respetuosos. Hernando: Usted es increíble. -xxx- Pasaron dos meses y Hernando sanó de su esguince. Siempre pensaba en la demostración de fuerza que había hecho Adriana con él y la historia que ella le había contado. Ello lo excitaba de sobre manera. En el ínter tanto, le compró a Adriana unas pesas para practicar, cosa que ella le agradeció mucho. Un día conversando salió nuevamente el tema de la fuerza de Adriana. Hernando le pidió si podía hacerle alguna demostración. Adriana: ¿quiere que hagamos gallitos? Hernando: bien Se pusieron en una mesa, uno enfrente del otro y tomaron sus manos para iniciar la contienda. Hernando sintió la mano de Adriana mucho más grande y gruesa que la de él, y desde luego más fuerte. Adriana: ¿listo? Listo, dijo Hernando y comenzó a hacer fuerza. Veía como ella sonreía sin comenzar todavía a hacer fuerza. Adriana : Usted también tiene fuerza, me imaginaba que no tenía tanto. Sin embargo Hernando no lograba mover el brazo de Adriana ni un milímetro, y ésta no parecía estar haciendo un gran esfuerzo. En eso Adriana comienza a presionar, y el brazo de Hernando toca la mesa en un segundo Hernando: ¿Cuánto mide y pesa?, le pregunta Hernando a ella Adriana : mido 1,77 y peso 75 kilos, ¿y Usted don Hernando? 1,70 y 70 kilos respondió. Adriana: Parece que yo soy más grande y fuerte que Usted, continua Adriana Hernando estalla entonces en una carcajada, y le dice, claro, que duda cabe, y sus 75 kilos son de puro músculo. Adriana: Don Hernando golpéeme el estómago ahora. Hernando: ¿Está segura? hice Karate hace años y puedo golpear fuerte. Adriana: Veamos, empiece a golpearme cada vez mas fuerte, y si me duele le digo que pare. Bien dice Hernando. Le manda un golpe de relativa fuerza el que Adriana resiste perfectamente, sin moverse. A ver otro dice Adriana. Hernando entonces aumenta la fuerza y golpea. Mismo resultado. Da entonces una seguidilla de golpes: Adriana le dice, siga, siga... Como resultado Hernando estaba golpeando tan fuerte como podía. Adriana resistió todos los golpes si inmutarse. A ver don Hernando muéstreme mas su fuerza, záfese si puede.. Y acto seguido Adriana se acerca y le hace a Hernando un abrazo de oso. Hernando no logra zafarse. Primero toma los brazos de Adriana e intenta separarlos. Ningún resultado. Luego la empuja de los hombros, y lo mismo. Siente que el pubis de ella toca el de él y que es apretado con fuerza. Siente una enorme excitación y que su pene comienza a crecer. No resiste y besa a Adriana en sus labios. Esta por unos segundos responde el beso. Adriana: (Suelta a Hernando) ay don Hernando, eso no estuvo bien. Hernando: Lo siento. Me dio muchos deseos de hacerlo y me gustó mucho. Adriana: A mí también, que le vamos a hacer. Se volvieron a besar, esta vez en forma más prolongada. Hernando: Vamos al dormitorio Adriana entonces levanta a Hernando, lo carga en sus brazos y lo lleva besándolo al dormitorio. Al llegar lo tira sobre la cama y se desnuda. Adriana se tira sobre él lo inmoviliza y comienza a besarlo. Lo toma de las muñecas, y Hernando no se puede mover, por más que trataba. Adriana entonces se sube arriba de él, le dirige su pene erecto hacia su vagina, lo hace penetrar y comienza a moverse. Hernando resistió como pudo hasta que sintió a Adriana detenerse y exclamar un gemido. Entonces larga todo el líquido que tenía guardado para esta ocasión. Continuará...... Sus comentarios a esper_cl@yahoo.com