Psic�pata B�rbara womntop@gmail.com (http://womntop.blogspot.com) Introducci�n a B�rbara, una mujer desequilibrada y poderosa con un deseo irrefrenable. *********************************************************** PROHIBIDO PUBLICAR, EDITAR O MODIFICAR SIN EL PERMISO EXPRESO DEL AUTOR. ESTA HISTORIA RELATA DOMINACI�N FEMENINA Y PUEDE CONTENER VIOLENCIA (GORE) Y SEXO EXPL�CITO, SI NO ERES MAYOR DE EDAD O NO TE GUSTAN ESTE TIPO DE HISTORIAS, POR FAVOR, NO SIGAS LEYENDO. AGRADEZCO CR�TICAS TANTO A LA DIRECCI�N DE E-MAIL COMO AL BLOG *********************************************************** B�rbara vino al mundo de un modo especial. Su madre: Nadia, era una empresaria rusa y adinerada, una mujer solitaria, decidida y con graves trastornos psicol�gicos y sexuales (de peque�a viv�a en una pesadilla en la que era repetidamente violada por su padre y hermanos ante la pasividad de su madre). Odiaba a los hombres y lo que representaban. Por ello, dese� que su hija fuese fuerte y poderosa. Una mujer incapaz de ser violada por nadie ya que, su hija ser�a superior f�sicamente a cualquiera. Una amazona capaz de defenderse de cualquier ataque gracias a su f�sico y sus habilidades. Obsesionada con dar a luz a una mujer superior f�sicamente, dedic� mucho tiempo y dinero en diferentes tratamientos para potenciar la correcta gestaci�n de la peque�a. Quer�a una mujer alta, fuerte y corpulenta a la que no le pudieran hacer lo que a ella le hicieron. Es por eso que Nadia busc� los genes perfectos y consigui� �vulos y esperma de distintos portentos f�sicos. Un equipo formado por los mejores cient�ficos: mezcl�, mejor� y seleccion� a los que consider� superiores y, tras una operaci�n sencilla, se qued� embarazada de una ni�a que llevaba los mejores genes que hab�a encontrado y potenciado. Sus esfuerzos por dar a luz a una mujer superior no acabaron all�. Nadia invirti� m�s dinero en m�s tratamientos que promet�an mejorar el desarrollo f�sico del embri�n. Los pinchazos y las pastillas se tornaron algo habitual durante el embarazo de la rusa adinerada. Finalmente, un 7 de Agosto naci� B�rbara con m�s de 5 kilos de peso y en un estado f�sico perfecto. Nadia educ� a su hija bajo un r�gimen totalitario, feminista y con una fuerte disciplina militar. La peque�a no ten�a vida social y estaba constantemente rodeada por un equipo de mujeres que se encargaban de formarla y ayudarla. Incluso la escuela fue vetada y prohibida por Nadia que quer�a moldear la mente de su hija aplicando sus propios conocimentos y creencias. La infancia de la ni�a fue corta y dura. A los 8 a�os de edad, la agenda diaria de Nadia ya estaba repleta de actividades (clases de formaci�n, gimnasia, feminismo, artes marciales,...). Tambi�n continu� recibiendo distintos tratamientos para potenciar su crecimiento f�sico en la adolescencia. A los 14 a�os de edad B�rbara ya dispon�a de un f�sico estupendo. 1.75 metros en 79 kilos de peso. Su cuerpo, tonificado y flexible, era superior al de la mayor�a de adultos. Nadia se sent�a orgullosa de su hija y contenta por el resultado obtenido. El odio hacia los hombres tambi�n fue trasmitido de madre a hija y B�rbara, al igual que su madre, odiaba a los hombres y deseaba castigarlos por^� todo lo malo que hab�an hecho^� (seg�n su madre, los hombres ten�an la culpa de todo lo malo y el mundo estar�a mejor sin ellos). Lo que desconoc�a su madre es que Nadia odiaba tambi�n a las mujeres. Se ve�a a si misma como un ser superior a hombres y mujeres. Ella era m�s grande, m�s fuerte y poderosa, los hombres eran como mierda para ella pero, las mujeres tambi�n. S�lo respetaba a los seres m�s fuertes. Nadia mir� a su poderosa creaci�n y la vio alta y fuerte, sus conocimientos en distintas disciplinas (boxeo, karate, thai, judo, �etc.) eran excelentes y decidi� pasar al siguiente nivel. Quer�a comprobar lo que su hija de 15 a�os pod�a hacer. Prepar� un combate privado en su casa y contrat� los servicios de distintos luchadores (boxeadores, karatekas, etc.) para que lucharan contra B�rbara en sus distintas disciplinas. El primer combate fue de boxeo y enfrent� a la j�ven amazona con un sub-campe�n regional de 29 a�os, 75 kilos y 1.70 mts. El combate dur� 3 minutos y lo gan� B�rbara por KO. Fue la primera vez que B�rbara not� aquel calor agradable. No hab�a tenido contacto con muchos hombres y, aquel dominio f�sico la hac�a sentir especial. El segundo combate (Wrestling) dur� algo m�s, ya que B�rbara se tom� su tiempo retorciendo el cuerpo del muchacho bajo su poder. Disfrut� escuchando los gritos de dolor y el crujir de las articulaciones de su adversario mientras lo aplastaba contra su cuerpo de hierro. El calor y el placer volvi� a concentrarse en su cuerpo. El karateka s�lo aguant� una patada antes de caer inconsciente a los pies de la ^�ni�a^� con 4 dientes menos y la mand�bula fracturada. Aquella fue la primera vez que B�rbara sinti� aquel calor especial, una especie de agradable picor entre sus piernas. Su primer orgasmo y le gust�. Le gust� mucho. Los cambios durante la adolescencia fueron m�s exagerados y a los 19 a�os, B�rbara ya dispon�a de casi todo su potencial. Un cuerpo de 2.10 metros en 164 kgs de duros m�sculos. Una aut�ntica amazona poderosa y peligrosa, con un deseo irrefrenable por dominar f�sica y sexualmente al resto de formas de vida. Nadia examin� a su hija y constat� que tanto tratamiento y musculaci�n hab�an hecho desaparecer las formas femeninas de su hija. B�rbara no solo ten�a que ser poderosa, tambi�n ten�a que ser bella y sensual. B�rbara fue sometida a distintas operaciones de cirug�a est�tica para destacar su feminidad. Se agrandaron sus pechos, se redujo su cintura y se le hicieron varias liposucciones. Se redujo su nariz y le hicieron unos labios m�s carnosos y sensuales entre otras cosas. Una vez finalizada la operaci�n, Nadia dio por concluida la evoluci�n de su hija y la observ� orgullosa, sin saber que ten�a frente a si a una persona desequilibrada y antisocial. Hab�a creado a una psic�pata peligrosa con deseos de dominaci�n sobre el resto de formas de vida. Nadia quer�a a una protectora y hab�a creado a una agresora. B�rbara sent�a placer reafirmando su superioridad. S�lo su madre desconoc�a su maldad, violencia y sadismo. B�rbara disfrutaba dominando a las personas. Todas sus profesoras, educadoras y dem�s personal hab�a sido humillado, golpeado y violado durante los �ltimos a�os por la j�ven amazona. Su poderoso cuerpo le permit�a doblegar a los dem�s bajo sus caprichos. La gente la tem�a, su fuerza era casi sobrenatural y nadie pod�a detenerla. Con 19 a�os de edad, se sent�a completa, grande y poderosa. Un ser superior, mejor que el resto y s�lo le quedaba una cosa: ocupar el lugar que le correspond�a. Ella era el ser supremo y hab�a llegado el momento de usurpar el trono de su madre. Ya no la necesitaba. No hab�a nada que aprender de aquella mujer autoritaria. Estar�a mejor sola y ya era mayor de edad, pod�a quedarse con la fortuna de su madre. Durante a�os, Nadia hab�a ignorado las quejas y denuncias de las cuidadoras y profesoras que se encargaban de su hija. Hab�a echado a algunas de ellas por considerar que ment�an al denunciar el trato recibido por su querida hija. Ahora ten�a frente a s� una escena que no pod�a creer. �Porqu� hab�a estado tan ciega? B�rbara estaba abusando sexualmente de tres de sus cuidadoras en el gimnasio. Los ojos de Nadia se abrieron como platos al ver a su hija hacer aquello que ella tanto hab�a luchado por evitar. B�rbara la mir� y sonri� mientras continuaba lamiendo, besando y perforando con sus dedos a sus juguetes. Las mujeres lloraban amargamente mientras eran violadas en manos de su hija. Nadia mir�, impotente e incr�dula, como su hija frotaba su co�o contra la cara de Ana mientras lam�a los pechos de Esther y Estela a la vez que introduc�a sus dedos profundamente entre sus piernas. Aquellas mujeres eran sus entrenadoras. Ten�an conocimientos en muchas disciplinas deportivas y de combate, unos cuerpos fuertes y flexibles y las tres hab�an recibido distintas medallas. Nadia las hab�a visto en acci�n, luchando y demostrando una gran potencia. En manos de B�rbara, aquellas campeonas parec�an d�biles y fr�giles. Mu�ecas de trapo en manos de una ni�a mimada. La masa muscular de las tres juntas no llegaba a igualar la de B�rbara. Nadia observ� como los cuerpos de aquellas mujeres se retorc�an de dolor bajo los m�sculos de su hija mientras eran perforadas agresivamente por la amazona. Nadia, furiosa, orden� a B�rbara que se detuviera pero ella la ignor� y continu� disfrutando de aquellos cuerpos. Estaba cachonda y sent�a como el calor recorr�a su piel. Ver a su madre tan asustada hizo que su excitaci�n aumentara todav�a m�s. B�rbara apret� con fuerza aquellas mujeres contra su cuerpo, introduciendo sus excitados pezones en sus bocas mientras se frotaba con furia en la cara de Ana. Mir� fijamente a su madre y dej� que los orgasmos recorrieran su cuerpo. Segundos despu�s relaj� sus m�sculos y libero a aquellas mujeres que, semi-inconscientes, cayeron al suelo tosiendo y llorando mientras se retorc�an a causa del dolor. Sin dejar de mirar a su madre, B�rbara se levant� y se acerc� a ella con una malvada sonrisa dibujada en su cara. Nadia mir� a las 3 mujeres. Estela y Esther se revolv�an de dolor y Ana se manten�a inm�vil con sangre en la cara. �La hab�a matado? Nadia se impresion� al ver aquel cuerpo desnudo acercarse. Hasta ahora nunca hab�a visto a su hija totalmente desnuda y era una imagen dif�cil de olvidar: 2.10 metros de pura musculatura en un cuerpo de exageradas formas femeninas. Los m�sculos de la amazona parec�an bailar tras cada paso de la chica. Nadia retrocedi� de manera inconsciente hasta llegar a la pared mientras su hija se acercaba lentamente balanceando su cuerpo de manera sensual. La diferencia f�sica entre ambas era exagerada. Nadia solo pesaba 45 kilos en un cuerpo de 1.50 metros mientras que su hija �pesaba cerca de 190 kilos de peso: m�s de 4 veces el peso de su madre. B�rbara se detuvo a escasos cent�metros de su madre. Nadia tembl� de miedo al notar la mirada de su hija. Ten�a que levantar la cabeza y mirarla entre sus pechos (que quedaban por encima de Nadia). La chica se excit� al comprobar su superioridad frente a aquella mujer vieja, peque�a y d�bil que no le llegaba a los pechos. Solo uno de sus muslos conten�a m�s m�sculos y poder que el cuerpo completo de su madre. La desnud� sin contemplaciones, le arranc� la ropa que parec�a deshacerse entre sus fuertes dedos mientras Nadia gritaba �rdenes que su hija no pensaba acatar. Coloc� sus manos en la cintura y mir� de nuevo entre sus pechos a aquella mujer a la que llamaba ^�madre^� temblar de miedo. Le gust� aquella sensaci�n. Apret� su cuerpo contra el de su madre, aplast�ndola contra la pared. Los ojos de Nadia se abrieron como platos al verse aplastada contra el musculado y duro cuerpo de su hija. Le costaba respirar y moverse bajo la presi�n que su hija aplicaba. Oy� las carcajadas de B�rbara mientras, impotente, luchaba por liberarse de aquella presi�n y poder moverse y respirar. El miedo creci� en su interior a medida que le faltaba el ox�geno. ^�Ya no me sirves para nada^� le inform� la chica mientras aumentaba la presi�n contra su cuerpo. ^�Tengo que dejar de vivir con mi madre ^� agreg� mientras sus pezones se endurec�an. ^�Tal vez te dejo vivir si me demuestras que me sirves para algo...^� Los pezones de B�rbara continuaron endureci�ndose bajo la excitaci�n que provocaba la dominaci�n de su madre. ^�Chupa mis pezones, dame placer y, si lo pides con respeto, te dejar� vivir para poder usarte^�. Nadia no pod�a creer lo que estaba escuchando pero no pod�a hacer m�s que acatar sus �rdenes si deseaba seguir con vida, sent�a como su cuerpo era aplastado y notaba como sus pulmones se vaciaban. Estir� su cuerpo y luch� contra la presi�n que el peso de su hija ejerc�a, sac� su lengua e intent� lamer aquellos pezones grandes y duros que se balanceaban sobre su cabeza. Lo intent�, pero no lleg�. B�rbara se ri� al comprobar como su madre era incapaz de llegar a sus pezones. Era tan peque�a, tan d�bil y ella era tan superior, dura y potente. ^�Eres tan in�til que no sirves ni para chuparme las tetas^� le indic� la amazona. B�rbara levant� uno de sus pechos y lo coloc� sobre la cabeza de su �madre como forma de humillaci�n. ^�Ja ja ja... mira que eres pat�tica^� le dijo tras re�rse de ella. Nadia se sent�a asfixiada y aplastada. Notaba los m�sculos de su hija apretarse duros contra su cuerpo. No pod�a hacer nada para mejorar su situaci�n y lo �nico que hab�a echo B�rbara para dominarla de esta manera hab�a sido apretar su cuerpo contra el suyo. Ni tan solo hab�a usado sus musculadas extremidades. ^�Quiero mirarte a los ojos y ver tu miedo mientras te quito la vida^� le dijo antes de agarrarla de los brazos y levantarla con facilidad hasta que su cabeza se asom� entre sus pechos. Una vez colocada, volvi� a apretar su torso contra el cuerpo de su madre, aplast�ndola de nuevo contra la pared, esta vez manteniendo su cabeza enterrada entre sus enormes y redondos pechos mientras sus pies pateaban el aire. Cada uno de aquellos pechos era m�s grande que la cabeza de Nadia. Coloc� sus pu�os en la cadera y la mir� profundamente en los ojos. Nadia intent� liberarse de aquella tortura. Su hija la estaba ahogando con sus pechos y ella no pod�a hacer nada para evitarlo. �Pate� y golpe� aquella monta�a llena de curvas y m�sculos pero, sus golpes se estrellaban contra la piel de B�rbara sin afectarla. Se excit� todav�a m�s al comprobar de nuevo su inmensa superioridad frente al testo de mortales. Le gustaba notar aquel cuerpo entre sus pechos, luchando por escapar. Disfrut� leyendo el terror en sus ojos. ^ӡSu�ltala! la vas a matar^� grit� Estela antes de agarrar a B�rbara del brazo e intentar seperarla, sin �xito, del cuerpo de su jefa. ^ӡAyudadme!^� grit� la campeona al comprobar que sus esfuerzos por liberar a Nadia de la amazona eran in�tiles. Esther se levant� y decidi� ayudar a su compa�era. Ana no se levant�, continuaba en el suelo: inconsciente. Las dos mujeres se lanzaron sobre el cuerpo de B�rbara e intentaron moverlo para liberar a Nadia de una muerte segura pero, no consiguieron moverla. B�rbara mir� a las mujeres y disfrut� al constatar de nuevo su superioridad. Todo aquello la estaba poniendo caliente, muy caliente y ten�a ganas de alimentar su sexo. Agarr� a Estela del cuello y la coloc� contra la pared (debajo de su madre). Separ� sus piernas y coloc� a la mujer en la posici�n deseada: con su cara apretada contra su ardiente co�o antes de cerrar sus piernas alrededor de su cuerpo y mantenerla prisionera contra su sexo. Esther continu� luchando intentando mover el cuerpo de la chica y liberar a a las dos mujeres de aquella tortura. B�rbara la agarr� y la coloc� detr�s, de rodillas. Usando sus manos, apret� la cabeza de Esther contra su culo, llevando la boca de la mujer contra su ano. B�rbara cerr� los ojos y empez� a mover sus �caderas, restregando su sexo en la cara de Estela y su ano en la de Esther mientras le quitaba la vida a Nadia al asfixiarla entre sus pechos. Se frot� agresivamente contra las mujeres y se apret� con fuerza contra sus d�biles cuerpos hasta que los orgasmos recorrieron su piel y su co�o liber� un torrente de fluidos. A causa del orgasmo, su cuerpo se tens� y sus m�sculos se endurecieron aplastando los cuerpos de las tres mujeres, su forma tembl� y, minutos despu�s, abri� los ojos y volvi� a la realidad. Separ� sus piernas y se apart� de la pared, liberando aquellos cuerpos. Las tres mujeres cayeron al suelo. Observ� a su madre y comprob� que no respiraba. B�rbara sinti� un gran placer al validar la muerte de aquella mujer. Era la primera vez que mataba (un deseo oculto que reprim�a desde hac�a a�os) y la sensaci�n era incre�ble e intoxicante. Su co�o ard�a de excitaci�n y sus pezones estaban erguidos y duros. Hab�a sido tan f�cil. �Tan superior era al resto de mortales? Quer�a liberar toda su potencia y conocer su verdadero poder. Golpear y aplastar con fuerza para ver lo que era capaz de hacer. Sus manos se cerraron de nuevo alrededor del cuello de Estela y Esther y levant� sus cuerpos, quer�a estirar sus brazos y mantenerlas en alto pero, el techo lo imped�a. Una idea cruz� su cabeza y una sonrisa cruel y despiadada se dibuj� en su cara. ^�Os voy a matar a las dos y ninguna podr� hacer nada para evitarlo^� Mir� a aquellas mujeres que luchaban por abrir aquellas manos y goz� viendo el terror en sus ojos, luego relaj� sus brazos y, r�pidamente los levant�, golpeando el techo con las cabezas de las mujeres que ten�a entre sus dedos. Repiti� este proceso varias veces. El ruido de las cabezas al golpear el duro techo resonaba en la habitaci�n. CLOK.. CLOK... CLOK CR, CRRR... CROK ^� CLAK... No se detuvo hasta escuchar como los cr�neos se abr�an y robaba la vida de aquellas mujeres. Era tan f�cil. Demasiado poderosa, demasiado grande, demasiado superior. Lanz� aquellos cuerpos sobre el cad�ver de su madre y mir� orgullosa la sangre que resbalaba sobre su piel. Se sent�a bien. Ana abri� sus ojos y el dolor inund� su cuerpo. ^�Buenos d�as^� escuch� y, de repente, record� lo ocurrido. Asustada, observ� con asombro como B�rbara tend�a una mano para ayudarla a levantarse. Mir� a su alrededor y su coraz�n se detuvo al ver los cad�veres de las 3 mujeres desnudas amontonados junto a la pared sobre un charco de sangre. ^�Dame la mano^� le indic� B�rbara con una mirada penetrante. Ana ten�a miedo de aquella mujer, pero m�s miedo ten�a de hacerla enfadar as� que estir� su brazo y la cogi� de la mano. B�rbara tir� de ella, ayud�ndola a ponerse de pie. ^�No me hagas da�o^� suplic� Ana. B�rbara sonri� y aument� la presi�n de su mano. Ana not� el dolor e intent� liberar su mano pero ya era tarde. ^�AAArrrrrgggh...!^� grit� al notar como sus dedos se retorc�an y sus huesos explotaban bajo la tremenda presi�n que la amazona ejerc�a en su mano. B�rbara goz� y difrut� del placer que su sadismo y violencia generaban. Continu� destrozando la mano de Ana, aplicando cada vez m�s fuerza mientras la peque�a mujer (para ella) se retorc�a de dolor, incapaz de liberar su mano de tal tormento. Mantuvo en todo momento contacto con sus ojos, mir�ndola profundamente. Apret� y retorci�, no se detuvo hasta que los crujidos cesaron y entonces abri� su mano y mir� orgullosa como la mujer (con los ojos abiertos como platos) se miraba la deformada mano mientras se retorc�a de dolor a sus pies. Se sent�a bien, nunca antes se hab�a sentido tan bien, tan superior e imparable. Continu� castigando el cuerpo de aquella mujer lentamente, quer�a saborearlo, disfrutar de cada grito. Destroz� los brazos de Ana (practicante de culturismo y boxeadora profesional). Se sent�a bien consigo misma. Agarr� a la mujer de los tobillos y los levant� y separ�, abriendo de piernas a la mujer y presentando su rico sexo frente a su boca. ^�Co�ito rico^� dijo antes de acercarla a su boca y hundir su cara en ese co�o sabroso. B�rbara lami� y chup� aquel co�ito. Ana no pod�a hacer nada para evitarlo. Aquella chica hab�a inutilizado sus brazos e inmovilizado sus piernas. B�rbara disfrut� saboreando aquel co�o, lo perfor� con su gran lengua y lo chup� una y otra vez. Se comi� aquel co�o con ansia ignorando los gritos de su v�ctima hasta que calm� su hambre sexual. Luego, coloc� la cabeza de la mujer entre sus muslos y los apret�, cerr�ndolo alrededor de su cabeza. Sinti� placer al notar como aquella cabeza cruj�a y explotaba bajo su presi�n. Se corri� de nuevo al quitar la vida de aquella mujer. Descontrolada, B�rbara se pase� por la casa, humillando, golpeando, violando, �torturando y matando al resto de seres (Servicio, mantenimiento, profesoras, ayudantes, etc.) mientras disfrutaba de los mejores orgasmos de su vida. No par� hasta que hubo acabado con todos los seres que habitaban y trabajaban en aquella gran mansi�n. Las sirenas de la polic�a se o�an cada vez m�s cerca. B�rbara no sab�a qu� era aquello, no entend�a de moral ni de leyes. Al rato la mansi�n se llen� de polic�as �y B�rbara se alegr� al ver a hombres frente a ella. A lo largo de su vida hab�a visto pocos hombres y quer�a descubrirlos mejor. B�rbara se abalanz� sobre aquellos polic�as sin saber lo que eran o hac�an en su casa. Los polic�as, asustados al ver a aquella amazona musculada dirigirse hacia ellos como un tren, dispararon sus armas contra ella. B�rbara not� el dolor y se asust�. Aquello era magia, le hac�an da�o sin tocarla. Era grande, era fuerte e imparable pero, no era antibalas. Cay� al suelo sobre su propia sangre sin saber c�mo hab�a ocurrido, fue detenida y llevada a un hospital donde se recuper� de las heridas de bala antes de ingresar en la prisi�n de mujeres, acusada de varios homicidios, violaciones y agresiones a la autoridad. Su sexo de humedeci� de nuevo ante la realidad que se presentaba. En aquel lugar hab�a cientos o miles de personas d�biles e inferiores con las que jugar. No pudo evitar soltar un gemido de placer mientras con su lengua se humedec�a los labios. Continuar�... **************************************** * MORE ON HTTP://WOMNTOP.BLOGSPOT.COM * ****************************************