Pigarzos 8: María sale de Pigarzos By Dan the diverman dmmbsr@gmail.com Cuando María conoce la ciudad y la ciudad conoce a María. Le abro la puerta de mi lexus y se sienta, mientras me voy a mi sitio, cierro la puerta, le indico que se coloque el cinturón de seguridad y me mira extrañada “no te lo vas a creer, pero como habrás visto, en el pueblo no hay apenas coches, tan solo hay un par de ellos, y aún no me había montado en ninguno”, me encanta su ternura. “Bien, no te preocupes, a tu derecha tienes una cinta, tira de ella suavemente y me la das” me hace caso, cuando alcanzo el cinturón lo ato. “Esto es por seguridad, es obligatorio, en caso de tener un accidente, el cinturón te protege para que no salgas disparada, ahora si quieres ajústate el asiento, en el lateral hay tres botones”, me inclino sobre ella para indicarle el funcionamiento de cada botón, ella toma el control sobre la marcha y empieza a jugar adelantándose, inclinándose, cambiado la altura del asiento; está como una niña con zapatos nuevos; me abrocho el cinturón y arranco, pongo en el GPS el centro de Pontevedra, y salimos, ella va alucinada con todo los gadgets que tiene el coche, me pregunta continuamente que es cada cosa, abre la ventana, saca su cabeza por ella, abre el techo solar, saca los brazos, pone la radio, la quita, es todo muy divertido, cuando nos acercamos a la ciudad se queda impresionada por el gentío, el ruido, la cantidad de coches, sigo acercándome al centro, y cuando encuentro un sitio, aparco, le quito el cinturón, y le abro la puerta, le doy la mano para ayudarla a salir, y comenzamos nuestro paseo. Es invierno, por lo que María va muy tapada, hoy no lleva tacones, de manera que le saco un par de centímetros, aún así. Por la calle, son pocos los hombres que no se paran a admirarla, su cara, su pelo, su altura, es una chica espectacular. Nunca me había sentido en este lado de la ecuación, siempre era yo el que miraba a la chica y envidiaba al maromo que la acompañaba. Le llama la atención todo, se para en cada escaparate, me pregunta por cada cosa, realmente en ese pueblo han estado aislados durante muchos años, es sorprendente. Me acerco al mar, quiero que lo vea, que lo disfrute, nos quedamos allí sentados disfrutando del anochecer, el momento es muy romántico, aprovechamos para besarnos, pero los ojos que nos pueden observar son muchos, por lo que me cohibo. De regreso veo un gimnasio bastante grande, le digo que en ese sitio es donde entrenan los culturistas, así que decidimos entrar, le explicamos a la recepcionista que queremos echar un vistazo a las instalaciones para ver si nos apuntamos, María me mira con extrañeza, no creo que haya mentido nunca; la recepcionista nos dice que no tiene a nadie para enseñarnos las instalaciones, que si queremos dar una vuelta ella estará encantada de resolvernos las dudas que tengamos después. Accedemos, busco la sala de musculación, pero por el camino me pregunta María “esa chica parecía muy débil, sus brazos eran muy pequeños, ¿es normal que las chicas aquí sean así?”, le contesto, “realmente la recepcionista estaba en forma, su complexión es atlética, incluso se le notaban los músculos cuando gesticulaba, pero evidentemente en comparación contigo, es un alfeñique. Aquí, cuando una chica hace ejercicio, busca tener un cuerpo como el de ella”, se sorprende visiblemente, por fin localizo la sala de musculación, la distribución por género está bastante desequilibrada, habrá una chica por cada 12 ó 15 chicos, la mitad de los asistentes tienen una musculatura decente, solo veo a una chica con algo más de músculo que la recepcionista, pero no comento nada, nos damos un paseo, para que María vea la instalación, y vea lo que los más grandes levantan, concretamente nos llama la atención un maromo que se encuentra al fondo, es gigantesco, mucho más grande que María; debe tratarse de un competidor de alto nivel, conforme nos acercamos el volumen me impresiona aún más; está realizando curl alternos de bíceps, con dos mancuernas gigantescas, “ese hombre es muy grande, me gustaría ver si soy capaz de mover el peso con el que está practicando, me llama la atención que tengan tanto músculo pero no sean tan fuertes”, no puedo dejar de sorprenderme, le parece poco lo que está levantando. El culturista refleja esfuerzo en cada repetición está sudando profusamente, creo que María no se imagina lo que esa mancuerna pesa; posiblemente la pueda levantar, pero no creo que pueda realizar repeticiones, menos aún con un solo brazo. Por fin el individuo termina, ahora se dedica a realizar poses, donde se ve el desarrollo muscular gigantesco, María se me separa un poco buscando la mancuerna, coge una de ellas y veo como la levanta sin el más mínimo esfuerzo, me acerco apresuradamente, no quiero que nadie lo vea, ella me mira sorprendida mientras realiza a toda velocidad sus repeticiones “tenías razón, son pura fachada, esto no pesa nada, podría quedarme toda la tarde haciendo repeticiones con esta pesa, y el señor musculoso no ha podido más que hacer unas pocas”, veo como su manga se está expandiendo, está apunto de romper la chaqueta, y ni siquiera se da cuenta. “Déjala en su sitio, no queremos llamar la atención, debes entender que esta gente se dedica a levantar peso, podrían ofenderse si llega una chica y levanta más que ellos”, ella me vuelve a mirar extrañada “pensé que te alegrarías al ver que soy más fuerte que ese hombretón, perdona si te he molestado”, le agarro una mano y la coloco sobre mi paquete para que sienta mi erección “como ves me ha excitado muchísimo, ya sabía que eras más fuerte que cualquiera de los hombres que hay aquí, y si nos comparamos con las damas, no hay color, ni en fuerza ni en tamaño, pero las drogas que toman estos maromos para ponerse tan grandes, a veces, los hacen violentos, y aunque tu eres mas fuerte que ellos, ellos son más, y podríamos salir mal parados de aquí, continuemos el camino”, ella me ha masajeado un poco mi paquete, esto al punto de la eyaculación, me sorprende lo rápido que aprende. Continuamos por el gimnasio, ahora buscamos a la chica más fuerte de la sala, evidentemente un alfeñique al lado de María, pero por curiosidad nos acercamos a su máquina para ver cuando mueve, está realizando pectorales con 40 kg, a mi me parece muy digno, yo usaba 15 o 20 cuando asistía al gimnasio, estoy absorto en mis pensamientos cuando veo que la chica se ha levantado y se marcha hacia otra máquina, no puedo dejar de mirar como saltan sus músculos, su andar sensual me está excitando, de repente veo que María se ha sentado en la máquina y está realizando el ejercicio, veo la facilidad con la que mueve la máquina, me fijo en cuanto está levantando y me quedo pasmado, está moviendo toda la pila de pesos, 80 kg, la máquina cruje ante cada repetición, le vuelvo a insistir en que no debemos llamar la atención “Pero has visto la chica esa lo debilucha que es, apenas podía con la mitad del peso, cuando el peso completo de la máquina no es nada, apenas me enteraba que movía algo”, vemos como uno de los chicos del montón, con un cuerpo muy trabajado, se sienta en la máquina al levantarse María mientras le espeta “veo que eres nueva, te explicaré como se realiza este movimiento; conviene que cojas aire antes de empujar, esto es cuando vuelves al origen de esa manera cuando vayas a realizar la fuerza, expelerás el aire de los pulmones, así el cuerpo trabajará un poco mejor”, el incauto no se ha dado cuenta del peso que tiene cargada la máquina, veo como coge aire e intenta mover el peso, apenas levanta unos centímetros, se pone rojo como un tomate, deja caer el peso con gran estruendo, “¿que eres, una de esas frikis que se está preparando para el Miss Olympia o algo así, los músculos son para los hombres, aquí no queremos chicas hipertrofiadas como tu”, dice mientras mira a María con desprecio, ella no comprende lo que está pasando, la agarro de la mano y la empujo fuera, la gente está mirando, y querría pasar desapercibido. Salimos de la sala de musculación y aprovecho para explicarle, “ves, ese tipo representa a la mayoría en la sociedad, las chicas musculadas como tu no son bienvenidas, aunque generalmente en los gimnasios no suele pasar. Para tener un cuerpo como el tuyo en nuestra civilización, tiene que gustarte mucho; supongo que ahora comprenderás un poco mejor porque yo no lograba encontrar a alguien que me satisficiera como lo haces tu, sois muy pocas, y las pocas que sois soléis querer hombres hipermusculados como los que hemos visto arriba”, ella me mira con tristeza, continuamos visitando el gimnasio le enseño el resto de estancias, le voy explicando sala a sala para que se usa, no pasamos por los vestuarios ni por el SPA, nos asomamos a la piscina y de ahí nos vamos hacia la calle, cuando ya vemos el mostrador nos asalta un tipo, “perdonadme, pensaba que ya no os pillaba, soy Damian, soy en gerente de este gimnasio y estaba en la sala cuando le has hecho esa demostración al imbécil de Iñaki, siempre está diciendo tonterías, para él las mujeres tendrían que quedarse en la casa planchando; espero que no te haya molestado, nos encantaría tener a una culturista de tu perfil en nuestro gimnasio, le daría caché, incluso podríamos discutir cuanto quieres ganar por entrenar aquí. Pásate un día de estos, preguntas por mi y te cuento los programas de esponsorización para campeonatos, por favor, disculpa a Iñaki. él no representa lo que pensamos otros hombres” dice muy apurado, le damos las gracias, veo que la cara de María muestra mas satisfacción ahora. Salimos a la calle, nuevamente, se está haciendo tarde, nos han faltado muchas cosas por hacer, y creo que María se ha llevado una de cal y una de arena. Es un poco pronto para cenar, pero creo oportuno, dadas las costumbres de María, que cenemos ya; busco un buen restaurante con Tripadvisor y apenas a 300 metros hay un italiano de los mejores, acudimos tranquilamente. Es posible que esta sea la primera vez que María come en un sitio así, estoy convencido que le va a encantar. Pasamos la cena charlando de cosas banales, María parece un poco distraída; para hablar de algo intrascendente le hablo de Italia, de mis viajes por aquellas tierras, todo relacionado con la decoración del sitio en el que estamos, le hablo de la historia, de como se puede palpar, de los grandes museos, del romanticismo italiano, y poco a poco pasamos la velada, abono la cuenta y salimos a buscar el coche y nos marchamos de regreso a Pigarzos, “¿Que te ha parecido la ciudad? ¿te la esperabas así?”, ella está demasiado callada, “mira, quería enseñarte una ciudad para que tuvieses argumentos en tu decisión de si salir o quedarte en Pigarzos, ahora tienes más argumentos para decidir”, su silencio me pone un poco nervioso, espero que no haya visto algo en mí que le pueda producir rechazo, me siento inseguro, conducimos en silencio, escuchando música, no tardamos en llegar al pueblo, al igual que el día que llegué, no hay nadie por las calles, aparco en el mismo sitio y de nuevo le abro la puerta y la ayudo a salir, por el camino a su casa no dice nada, cuando llegamos, la puerta sigue abierta, accedemos y una vez dentro dice “me gustaría pasar la noche contigo, como no tengo que ir a trabajar mañana tampoco, podemos levantarnos un poco más tarde, lo único es que no podemos hacer ruido”, me cambia la cara, ya me estaba temiendo lo peor, asiento y subo sigilosamente siguiendo a mi diosa, al igual que ayer acentúa cada paso para que se le marquen los gemelos a través de la ropa, la imagen es de lo más erótica, entro en mi cuarto mientras ella va al suyo a cambiarse, la espero. Llega con una bata, yo estoy en la cama tumbado con mi pijama, al entrar apaga la luz, ahora sólo ilumina la habitación la lámpara de la mesilla de noche, aún la distingo, pero con dificultad, se coloca frente a la cama, me dice casi susurrando, "tenía preparada para ti una noche muy especial, pero se nos ha hecho un poco tarde, aún así creo que podemos disfrutar un buen rato" mientras dice esto se desabrocha la bata, se la abre lentamente y ante mi aparece el cuerpo de mis sueños con la lencería más fina que he visto, el color negro de las prendas contrasta con el color pálido de su piel, deja caer la bata al suelo con suavidad acariciando sus torneados brazos enfatizando así su tremenda musculatura. En la penumbra distingo cada curva, cada músculo, diría que ha estado ejercitandose para estar perfecta, para tener definido cada músculo, para tener el mayor volumen posible pero tanto la ausencia de sudor como el característico mar de venas y arterias ahora ausente, rebate mis suposiciones. Globalmente, la imagen que tengo delante de mi puede ser la mezcla más sexy que se me ocurre entre una playmate diseñada para ser el sueño húmedo de cualquier adolescente, mezclada con los músculos de la culturista más sexy y grande que se haya visto. Se queda quieta un tiempo indeterminado, sin decir nada, mirando como voy reaccionando como la analizo, disfrutando de mi mirada lasciva. Mi erección es visible a través de los pantalones elásticos del pijama. Cuando considera que ha sido suficiente, como una pantera se acerca sobre mi, gateando de la forma más sexy que me pueda imaginar, sus poderosos brazos culminados con los mayores hombros que haya visto nunca y unos trapecios que enmarcan su cara angelical es mi visión actual; veo como avanza lentamente, cada movimiento que realiza sirve para hacer saltar sus músculos, la imagen es demasiado erótica, permanezco quieto como la presa que intenta pasar desapercibida, pero cuando está suficientemente cerca no puedo más y me abalanzo sobre ella, la abrazo desequilibrándola y haciéndola caer a mi lado, la beso con pasión mientras me agarro a ella con fuerza, ella acaricia ahora suavemente mi espalda; parece que quiera que sea yo el que disfrute, ella se quiere mantener al margen. Me quito la ropa con rapidez, quiero sentir su piel contra la mía, hago lo propio con la ropa interior; el recuerdo imborrable de mi pene acariciando sus abultados abdominales es demasiado intenso como para no rememorarlo. Cuando he terminado me acerco lentamente, ella me mira con dulzura, contrastando con la dureza de su cuerpo, “sabes, esta tarde, en el gimnasio vi algunos ejercicios que hacían, y creo que podría ser divertido probarlos, con algunos cambios, claro”, no tengo muy claro a que se refiere, pero accedo, ella se incorpora un poco sobe el cama, sus abdominales saltan como un resorte “tendrás que aguantar el equilibrio, pero estoy segura de que te va a encantar”, con eso me agarra por los muslos con una mano, la otra la coloca sobre mi pecho y se tumba nuevamente, esta vez muy lentamente, valiendose únicamente de sus abdominales, mientras me levanta con suavidad, ¡¡me está usando como peso para un press de banca!! Cuando está totalmente tumbada el paisaje que veo es indescriptible, sus musculosos brazos tapan la visión que pudiese tener de casi todas sus tetas, pero lo demás es maravilloso, los abdominales, los cuadriceps, incluso los gemelos apretados contra el colchón denotando su volumen ahora relajado en ese momento empieza la primera repetición, me desciende hasta que mi pene acaricia la suave piel de sus pechos, éste reacciona, se tensa aun más; me sube como si no pesase nada, sin emitir el más mínimo ruido, esta vez cuando desciende introduce mi pene entre sus dos pechos y realiza una flexión comprimiendolo lo justo para excitarme aún más, la siguiente repetición la varía un poco, y cuando estoy bajando tengo una visión maravillosa de sus tetas, pero de repente siento un beso sobre mi glande, estoy a punto de correrme, en la siguiente repetición introduce mi pene en su boca, es el sexo oral más intenso que haya podido soñar, para que mi sensación sea aún mas orgásmica, en vez de mover la cabeza me sube y baja rítmicamente a gran velocidad, tardo muy poco en eyacular. Se vuelve a incorporar, me fijo en esos abdominales, me deja suavemente a su lado mientras veo como se relame, como se limpia la cara con su lengua; “ahora que te has relajado un poco, me toca a mí”, dice mientras se desabrocha el sujetador y deja libres sus increíbles tetas, se incorpora lentamente y se quita las bragas, y poco a poco se me pone encima, empieza a frotarse contra mí, su suave piel moldeada por sus grandes y fuertes músculos me excitan, aun no lo suficiente para despertar a mi agotado pene, apoya una mano a lado de mi cabeza, realiza una flexión tan solo con ese brazo, mientras con el otro realiza una flexión mostrándome su bíceps hiper-musculado, mi amiguito empieza a reaccionar, ella siente como le rozo en su entrepierna, así que relaja la pose y se mueve lentamente hacia abajo, para que sean sus abultados abdominales los que hagan el trabajo. Hace que mi pene se pose entre sus abdominales, en ese momento los flexiona, la sensación es indescriptible, se mueve lentamente de arriba hacia abajo, frotando mi glande, lubricándose con mi semen, yo aprieto sus brazos, chequeo la dureza de sus bíceps y tríceps, mientras me incorporo un poco para lamerle los pechos que cuelgan delante de mi cara, ella gime, pasados unos minutos desciende un poco e introduce mi miembro en su sexo, me trabaja con delicadeza, nuestros cuerpos sudorosos ahora no dejan lugar al espacio, estamos totalmente fundidos, empieza a aumentar el ritmo. Abro mis ojos para ver la cara de María con los ojos cerrados, mordiendose el labio inferior, en la expresión de placer más evidente que le haya visto. Pese a que me he liberado hace unos minutos, estoy apunto de llegar nuevamente, son demasiados estímulos, pero no quiero llegar antes que ella, intento desviar la atención del monumento que tengo encima, me intento aislar, pero no puedo, llego rápido, convulsiono, ella no se percata y continúa con sus movimientos, cada vez más rápidos, intento volverme a excitar, la acaricio, fuerzo sus músculos intentando deformarlos, ella no me presta ninguna atención, no consigo lo que busco, estoy demasiado agotado, pero a ella no le importa, tarda unos segundos más pero termina llegando, comprime su cuerpo, tensa cada uno de sus músculos, aprisiona mi miembro dentro de su vagina, tira de él en cada espasmo, la sensación es increíble, continúa un par de minutos, gimiendo, hasta que por fin se relaja, abre los ojos sonriendo, se queda mirandome con la cara de felicidad un tiempo indeterminado hasta que espeta “eres el mejor, cada día, cada vez que me tocas, me haces sentir cosas que no sabía que existían, me estás abriendo a nuevas sensaciones, a nuevas experiencias, cada conversación, cada instante contigo me sirve para aprender, para disfrutar, ahora mismo no creo que haya una chica más afortunada que yo en el mundo”, no doy crédito a sus palabras, y pensar que hace media hora creía que me quería dejar, esta chica es impresionante. A la mañana siguiente nos despertamos tarde, ella está abrazándome, totalmente desnuda me despierto antes que ella y me dedico a observarla, sin moverme apenas, no quiero despertarla. Disfruto de su aroma, su brazo está sobre mi pecho, aun relajado es gigantesco, siento la presión de su peso, su pecho descansa sobre mi lateral, alzando un poco la cabeza puedo ver su trasero, respingón, ahora con la luz y la tranquilidad que da este momento, me fijo en su piel, en su textura, no hay imperfecciones, no hay siquiera un lunar, no puedo más, necesito acariciarla, comienzo con el brazo que tengo sobre mi, ahora sus músculos están relajados y aun así se puede ver su densidad, no me sorprende que tenga la fuerza que tiene, mi insistencia en las caricias terminan por despertarla, ahora me arrepiento, estaba tan dulce cuando dormía; miro su cara, aún está con los ojos cerrados “¿que hora es?, ¿que haces despierto?”, dice con una voz cansada, antes de contestar, la miro , ella hace el esfuerzo de abrir un ojo, su mirada transmite amor, dulzura, me quedo mirando mientras ella sonríe, “son las 10, y me he despertado porque ya toca, pero quería disfrutar de ti mientras seguías dormida”, ella sigue sonriendo hasta que se da cuenta de que posiblemente Lola ya haya entrado en su habitación y se haya dado cuenta de que no está; le cambia la cara, parece aterrada, llaman a la puerta, ella de un respingo se pone en pie, ver como se mueven sus tetas es un espectáculo; grito “voy, un segundo, me estoy vistiendo”, María me mira horrorizada negando con la cabeza, contesta Lola detrás de la puerta, “no pasa nada, estaba preocupada por vosotros, no he visto a María esta mañana y tu no habías dado señales de vida, ahora cuando quieras desayunas”, María sigue horrorizada, está pálida, le digo que no se preocupe, que se vista y salga por una ventana hacia la fábrica mientras entretengo a Lola en la cocina. En la fábrica contaremos con Luis para disimular en caso de que alguien pregunte, le sugiero que en vez de presentarse en su puesto de trabajo hable con Luis y le explique lo que ha pasado, yo llegaré en breve. Hacemos lo planeado y cuando estoy con Lola le explico que ayer nos lo pasamos muy bien en la ciudad, y que esta mañana María se había ido a hablar con el Director General para intercambiar unas opiniones sobre la fábrica, y para barajar la posibilidad de un trabajo para mi, aunque fuese de una forma temporal. Lola me mira asombrada “pero no la he visto salir esta mañana, ha debido salir muy pronto, debía tener mucha prisa”, “no te quepa duda, yo me quiero reunir con ellos ahora, así que tomaré un café y salgo sobre la marcha”, me facilita el cafe, me termino de asear y salgo apresuradamente hacia la fábrica, Blanca está fuera, detrás del árbol donde nos dimos nuestro primer beso, me llama cuando me ve pasar. “Estoy nerviosa, ¿que ha pasado con mi madre?, ¿que quieres que hagamos aquí, ya sabes que esto es un pueblo muy pequeño y todo se sabe”, le contesto “a tu madre le he explicado que saliste pronto para hablar con Luis, yo me uniría a vosotros para intercambiar opiniones sobre la fábrica y también para ver si existe la posibilidad de que yo colabore con ellos de alguna manera, de forma que pueda ganarme la vida aquí”, me mira sorprendida “¿quedarte aquí?, ¿porqué?”, ahora el sorprendido soy yo “Pensé que después de la experiencia de ayer no querrías regresar a la ciudad, el atontado ese que te insultó en el gimnasio pensé que te había afectado”, me mira incrédula “creo que no comprendiste la situación, quizás tendría que haberte comentado algo, pero supuse que entendías lo que pensaba; me llamó mucho la atención cuando intentó explicarme como se hacía el ejercicio, sabiendo que su musculatura era muy poca, sabía que no podría mover el peso, al principio me preocupé, pero no quería llamar la atención dando un salto para detenerle, así que lo dejé correr; cuando intentó mover el peso estaba asustada, pensando que se podría hacer daño, pero viendo que reaccionó así me quedé muy aliviada, como me habías advertido hay personas que no soportan que una mujer sea mas fuerte o tenga más músculos que un hombre, y aquella persona era así, las tonterías que dijo no me importaron, era su inferioridad la que hablaba, yo tengo claro que te gusto a ti, que adoras mis músculos, y no necesito nada más, no quiero que nadie más me admire, tengo suficiente”, estoy ojiplático, “además, ya cuando terminábamos, el gerente me ofreció un trabajo, estaba dispuesto a pagarme por ir al gimnasio, mis dudas sobre si podría ser útil en la ciudad se disiparon, por lo que me quedé muy contenta. Aún así, como dijiste ayer, me gustaría barajar todas las posibilidades, no tengo claro lo que quiero, pero si que se que tengo muchas posibilidades”, me da un beso, sacándome de mi estupor, “bueno, como has dicho esto es muy pequeño y será mejor que hablemos con Luis por lo menos para que nos cubra en caso de que tu madre haga preguntas”, ella sonríe, me da la mano y nos adentramos en el edificio de administración, subimos a la última planta, y nos recibe el recepcionista, sin mediar palabra se levanta al vernos y nos acompaña a la puerta del despacho de Luis, llama, nos da acceso y entramos. Luis está sentado en su mesa, recostado, como esperando que le contemos como van las cosas, nos indica con un gesto que nos sentemos en las sillas frente a la mesa “os estaba esperando, no sabía cuando vendríais, pero tenía muchas ganas de saber como os va; ayer me pregunto Lourdes por la mañana y por la noche, por fin hoy le podré contar algo, contadme, como ha ido la cosa”, nos miramos y comienzo yo “pues como supondrás, nos fue muy bien, de echo no he caído en traerte el traje que nos dejaste; tuvimos que usarlo. Queríamos agradeceros lo bien que nos tratasteis, fue una noche maravillosa, me gustaría hablar con Lola para que vinieseis un día por casa, seguro que le encanta a la familia teneros sentados a su mesa. Como te digo, las cosas están funcionando muy bien, ayer dimos un paseo por el campo, María me enseño el entorno del pueblo, y me encantó, las vistas son espectaculares, y como supondrás, dar un paseo por el campo con una amazona como María, siempre es un aliciente. En el camino tuvo que mover un árbol gigantesco que se había caído para que yo pasase, y lo hizo, con mucho esfuerzo, pero lo consiguió”, Luis se preocupa, “No te hiciste daño, ¿verdad?, tienes que tener mucho cuidado, levantar un peso tan grande es peligroso”, ella lo mira “de echo, si, me empezó a doler un poco la espalda, pero Daniel me dio un masaje que me sentó muy bien, ya no me duele”, dice sonriendo, aun así Luis no se queda tranquilo “bueno, ahora cuando terminemos pasamos por enfermería para que te vean la espalda, no quiero que te lesiones, pero continúa”, “bueno, como ha dicho cuando llegamos a la parte más alta del camino, nos relajamos un poco, le di el masaje tuvimos nuestro rato íntimo y regresamos” veo con el rabillo del ojo como María me mira desconcertada, está claro que los escarceos amorosos deben quedar entre nosotros dos, “Volvimos lo más rápido posible a comer y tras el almuerzo nos fuimos a Pontevedra, le quería enseñar una ciudad”, Luis me mira interesado, “dimos un paseo” la miro mientras hablo, “le encantaron los escaparates, el bullicio, la actividad de la ciudad, fuimos caminando hasta que nos encontramos con el mar, allí nos quedamos viendo la puesta de sol, ya sabes, un momento mágico; tras eso regresamos a la ciudad, y por el camino vimos un gimnasio; ya había hablado con María sobre los ideales de belleza fuera de Pigarzos, y sobre lo que mucha gente piensa de la musculatura en una mujer”, Luis sigue sorprendido, mira a María como para confirmar, ella sigue sonriendo, tan guapa como siempre, continúo “entramos, quería enseñarle los sitios donde entrenan los culturistas, y tuvimos suerte, nos encontramos con un buen elenco de estos deportistas, casi todos ellos hombres, pero alguno muy grande, más aún que Lourdes o María, tan solo había una mujer con algo de musculatura, pero poca cosa en comparación. Antes de salir María quiso probar una de las máquinas y para ponerse a prueba puso el peso al máximo, como supondrás no tuvo ningún problema en levantarlo, y cuando se levantó de la máquina, apareció un chulo de gimnasio que intentaba ligar con ella, explicándole como debía usarse aquella máquina, al ver que el peso que ella había usado un minuto antes no podía moverlo, estalló en una retahíla de improperios, insultandola porque tenía músculos y esas cosas, supongo que me entiendes”, Luis asiente, y mira a María con preocupación, María sigue sonriendo, “tras esa experiencia salimos a la calle, pero antes de abandonar el gimnasio se presentó el gerente ofreciéndole un sueldo a María para que entrenase allí, incluso planteando una posible esponsorización futura para campeonatos de culturismo; esos comentarios hicieron más llevadera la visita al gimnasio, tras eso nos fuimos a cenar a un italiano y de regreso a casa. La noche”, digo mientras pongo una mano sobre María en señal de disculpas por lo que voy a decir “ha sido fantásticas, pero María está preocupada porque su madre se entere de algo, así que le hemos dicho que queríamos hablar contigo, y María se había adelantado” Luis se ríe escandalosamente, “no os preocupéis, yo os cubro; veo que vais muy rápido, a Lourdes y a mi nos costó mucho comprender lo que sentíamos mútuamente”, le contesto “yo venía predispuesto y creo que todos habéis hecho mucho por ayudarnos, por lo cual os estaré eternamente agradecidos. En otro orden de cosas, ayer hablé también con Lola, diciéndole que realmente quiero tener una relación estable con su hija, y parece que reaccionó muy bien; le daba miedo que pudiese hacerla daño.”, Luís continúa, “y a ti, María, que te pareció la ciudad”, María le responde, está emocionada, habla durante un buen rato sobre lo que experimentó, cuenta con más detalle lo que pasó en el gimnasio, como era más fuerte que el culturista más grande, como logró duplicar el peso que levantaba la chica más fuerte de todo el gimnasio sin esforzarse, y detalla mejor que lo he hecho yo el encuentro con el chulo de gimnasio, y lo excitante que le parece que le ofreciesen dinero por asistir al gimnasio, irradia ilusión, es feliz, Luis está tranquilo, “me temo que no os tendremos mucho más tiempo por aquí, me da pena perder a la chica más guapa, fuerte y musculosa del pueblo, pero todo sea por vuestra felicidad”, le corrijo, “No, aun no tenemos tan claro que es lo que queremos hacer, en cualquier caso me gustaría que conociese el sitio en el que vivo, pero ni siquiera eso es necesario; el único impedimento de no vivir en Cáceres, es encontrar trabajo, y me temo que yo no tengo las aptitudes que son evidentes en María, no creo que haya un empresario ofreciéndome un sueldo sin conocerme en mucha profundidad”, Luis asiente, “bueno, si decidís quedaos, evidentemente te encontraríamos una ocupación en la fábrica, como supondrás aquí no es fácil encontrar informáticos de alto nivel, y por lo que sabemos de ti, no tardarías en acomodarte a nuestra estructura; pero no te preocupes, decidid lo que queráis, y si algún día necesitas dinero y quieres trabajar aquí, no tienes más que decírmelo y al día siguiente estás en nómina”, me quedo anonadado, no pensé que fuese tan fácil. “Ahora si os parece, me gustaría examinar a María en la enfermería, así que si no tenéis nada mejor que hacer, seguidme”, se incorpora y dirige hacia la puerta. En la enfermería está la señora que nos atendió hace un par de días, Luis le cuenta que María ha hecho un gran esfuerzo y le gustaría que le analizase la espalda, ella parece sorprendida, “¿un gran esfuerzo?, ¿pero que ha levantado, un elefante?”, dice sin disimular su perplejidad, le indica que se tumbe en una camilla, le hace quitarse la chaqueta y camiseta, nos pide que la dejemos a solas; hacemos lo que nos pide y nos quedamos en la sala de espera, Luis aprovecha “El otro día, cuando os quedasteis en abajo, Lourdes y yo pasamos una noche como hacía tiempo, estaba a 100, le encantó lo que pasó, pero le gustaría que algún hombre las retase, tanto a ella como a María, le pone muchísimo ganar a un hombre; pero ya habrá tiempo para eso” sonrío, no tengo nada que aportar, estoy seguro que ver como María derrota en cualquier prueba de fuerza a un culturista, por muy grande que sea éste, me pone también a 100, tengo que pensar en ello, continúa, “Me has hecho feliz, María llevaba una racha mala, necesitaba conocer a un hombre para desfogarse, y por lo que veo, lo ha encontrado en ti, ahora viene lo inevitable, es muy difícil que regrese a vivir al pueblo una vez que vea los lujos que hay en la ciudad, pero se que haréis la publicidad necesaria, ya sabes como funcionamos aquí; sabes que es necesario que poco a poco vengan hombres como tu o como yo, estas chicas necesitan sexo, y por cada hombre que venga tendremos a dos o tres niñas más, si por lo que sea, como os pasa a vosotros, decidís salir del pueblo, se realiza una labor de siembra para futuros hombres y por supuesto, se difunde el gen; las chicas de este pueblo podrían ganar cualquier concurso de belleza si no fuese por sus abundantes músculos, en el momento que se prodiguen un poco, se irá generando una nueva generación de amazonas extremadamente fuertes, nuestro paraíso en la tierra”, dice sonriente, “Creo que mi paraíso en la tierra ya lo he encontrado, aunque estar en una gran ciudad donde todas las mujeres tienen el poderío físico que tienen aquí, sería tremendo, no creo que hagan falta muchas generaciones para que se prodiguen un poco”, digo jocosamente. “El otro día me quedé preocupado por Lourdes; se que ella ansiaba demostrarle a María que ya no ostentaba el título de la más fuerte, la más grande, pero la verdad es que prácticamente no hubo punto de comparación, y como digo, me preocupa que Lourdes se sintiese mal.” Luis se ríe, “ya te he comentado antes que no, que el duelo con María la puso a 100, no descubrimos nada nuevo, todo ese ardid fue diseñado para que María se sintiese mejor con ella misma, y por otro lado para poner a cada uno en su sitio; ahora María piensa que tiene una responsabilidad, la realidad es que no es así, pero desde siempre, la más fuerte del pueblo ha sido la que acarreaba la responsabilidad de solucionar los problemas de fuerza bruta cuando hiciese falta; esa responsabilidad se diluye siempre porque cualquiera de las habitantes femeninas de Pigarzos es muy capaz de resolver cualquier problema en que la fuerza sea la solución” dice sonriendo, “Cuando María se vaya volverá a ser Lourdes la más grande y la mas fuerte, pero tiene poca importancia, es cuestión de tiempo que cualquiera de las habitantes más jóvenes, la vuelva a desbancar, y posiblemente a María también; aunque como te dije, por ahora es ella la que ostenta todas las marcas.” Escuchamos la puerta abrirse, nos levantamos los dos, aunque tranquilos, queremos saber el veredicto de la enfermera “María está bien, tenía una pequeña contractura, pero me dijo que Daniel tiene unas grandes manos, que le quitó todo el dolor, pero por favor, evitad que levante el peso que levantó, nunca había visto una lesión muscular en los habitantes de Pigarzos, y me llama la atención que haya sido precisamente María, la más fuerte, la que haya sufrido una lesión”, miro a María, está avergonzada, sonrojada como los primeros días, me acerco y le doy un beso en los labios, ella no cambia su postura. “Anda, continuad con vuestras vidas, y cuidamela, que María es muy especial y en Pigarzos la queremos mucho”, ahora quien se sonroja soy yo, parece que les esté robando un tesoro. Definitivamente tenemos que pensar que hacer con nuestra vida. Tras esto salimos a comer, nos acompañan las hermanas y sobrinas, vamos charlando, María con las sobrinas y yo con las hermanas, nos preguntan sobre la ciudad, que hicimos, que vimos, donde comimos, …, se nos hace el trayecto muy corto, nos plantamos en la casa, pero la conversación se mantiene, cuando ya estamos terminando la comida, y viendo la alegría de María describiendo sus experiencias urbanas, Lola pregunta si tenemos pensado dejar Pigarzos, la pregunta nos coge de sorpresa, me apresuro a contestar “no lo hemos pensado, estamos barajando las posibilidades; aunque aun no lo he hablado con María, me gustaría enseñarle Cáceres, pero no tengo claro que quiera vivir allí, de echo, yo mismo no tengo claro querer vivir allí, tan lejos de estos montes, donde se crió la mujer más bella del mundo” María se vuelve a sonrojar, mientras Irene me mira con mucha dulzura; “Tonterías”, contesta Lola “aquí no hay de nada, en la ciudad os va a ir mejor, podréis ir al cine, al teatro, salir a comer a restaurantes, aquí la vida es muy aburrida”, nos quedamos todos ojipláticos mirando a Lola como habla de su pueblo, le contesto “no realmente Pigarzos es muy especial, lo digo en serio, lo que he podido conocer del pueblo es fantástico, en la ciudad el individuo no existe, la gente se maltrata, se insulta; es cierto que en la ciudad hay teatros, cines, restaurantes, museos, pero todo eso está a menos de una hora de aquí, mi día a día en Cáceres es muy monótono, no hago nada especial no voy a ninguno de esos sitios, y estoy seguro que convenciendo a Luis de que se podría rebajar el horario de María, y así aprovechar muy bien el tiempo. No quiero decir que me quiera quedar, quiero decir que no es una opción a descartar.” María no ha opinado nada, simplemente me mira, escucha cada palabra que digo, memorizando el momento, supongo que le gustará escucharme hablar bien de su pueblo. Terminamos de comer y me disculpo, necesito descansar un poco; el resto de la familia se queda departiendo, me tumbo en la cama estoy maravillado con todo lo que me está pasando, me ha tocado la lotería; hoy me han ofrecido un trabajo, hace dos días conocí a la chica de mis sueños, que me ha hecho eyacular no se cuantas veces, ahora doy gracias a lo desgraciada que era mi vida que me ha traído hasta este momento, cada una de las decisiones que he tomado conduce a este instante, y por todo ello estoy tremendamente agradecido; llaman a la puerta, me levanto para atender y veo a María, no dice nada, la invito a entrar, aún no se ha dado la vuelta cuando me espeta “me gustaría regresar a la ciudad, necesitaría comprarme algo de ropa íntima”, me gusta como suena esto, “me parece bien, ¿cuando quieres ir?, ¿quieres descansar? o ¿vamos ahora?”, ella me abraza, me besa con mucha pasión, mi ya dolorido miembro se vuelve a excitar, ella lo nota e insiste en su beso, en su magreo; le encanta comprobar el poder que tiene sobre mi, lo disfruta como una adolescente cuando descubre que tiene a los hombres en la palma de su mano. “¿Podemos ir ahora?, me encantaría aprovechar la tarde, ver la puesta de sol contigo, cenar en algún sitio, en otras palabras, repetir lo de ayer”, la miro ilusionado, pero su cara de felicidad cuando asiento me llega al alma, aún no se ha dado cuenta que me tiene en su mano, que puede hacer conmigo lo que quiera, le indico que me voy a cambiar y en cinco minutos salimos, y ella sale disparada a cambiarse también. No he descansado nada, pero lo cierto es que no me quiero perder ni un instante con María, cada segundo que paso a su lado me llena de vida me insufla vitalidad, pero tengo claro que lo primero que voy a hacer en Pontevedra será tomarme un café, necesito despejarme. Continuará...