Pigarzos 7: Un paseo por el campo By Dan the diverman dmmbsr@gmail.com Cuando la fuerza de María me ayudó por primera vez Me despierta el sol entrando por la ventana, agudizo mi oído para intentar averiguar si hay alguien despierto en la casa. Escucho un susurro, decido ducharme y salir del cuarto, me asomo a la cocina donde suele estar Lola pero no la veo, continúo hasta el comedor y cuando me asomo veo de espaldas a Lola y María, hablan en voz baja, no soy capaz de distinguir lo que dicen o el tono que están usando; como no he hecho ruido decido regresar a mi cuarto y ‘avisar’ de que ya estoy despierto; vuelvo sobre mis pasos, abro la puerta nuevamente y la cierro sonoramente, ando por el pasillo haciendo algo más de ruido, carraspeando, cuando llego al comedor veo que me están mirando; doy los buenos días mientras Lola se levanta y me mira con determinación; con un tono aséptico me informa que me pondrá el desayuno sobre la marcha, que la espere en el comedor, se lo agradezco y me centro en María, ahora estamos los dos solos, ella está mirando al suelo, no puedo ver su cara. Cuando Lola no nos puede ver me reclino sobre ella buscando el primer beso de la mañana, dado que ella no reacciona, coloco mi mano bajo su mandíbula intentando que me mire, pero me rechaza con una mano, ahora solloza, me siento en la misma silla donde estaba Lola hace un momento “¿Que ha pasado?”, le pregunto preocupado, ella no me contesta, pongo mi mano sobre su hombro, pero ella la rechaza nuevamente, “¡Estoy fatal! anoche cuando llegamos de casa de Luis y Lourdes, me metí en la cama y empece a pensar en lo que había pasado, estaba muy feliz, pero me di cuenta de que tarde o temprano te irás, y no lo llevo bien; me he enamorado de ti y se que es cuestión de tiempo que te pierda”, dice entre sollozos; “Escúchame María, no voy a permitir que nos alejemos, si no quieres venir a vivir conmigo, me quedaré aquí contigo, no estoy dispuesto a perderte, nunca he conocido a nadie tan especial como tu”, no logro que deje de sollozar, así que continúo “El primer día que visité la fábrica, Luis me contó su historia, al igual que yo cayó en este pueblo por casualidad, conoció a Lourdes porque se hospedó en su casa, exactamente igual que nosotros, el decidió quedarse a vivir con su amor, y tras lo que ha pasado estos días, lo entiendo perfectamente. Nadie me espera en Cáceres, no creo que se diese cuenta nadie de que no regreso; el único problema que puedo tener aquí es que necesito trabajar y no tengo claro que mis conocimientos sean útiles, pero estoy dispuesto a lo que sea para quedarme contigo”, veo que reacciona, levanta la vista, los ojos están empapados en lágrimas, la cara dulce, siempre sonriente ha desaparecido, y todo por mi culpa, por no hablar las cosas, la abrazo, ella no me responde, pero por lo menos no me rechaza; pasado unos segundos regreso a mi silla, ella se seca las lágrimas, “no dirás esto para calmarme, ¿verdad?, porque para mi es muy duro perderte”, insisto “en absoluto, tu eres de largo lo mejor que me ha pasado nunca, no me quiero separar de ti ni un minuto”, ella sonríe, aprovecho ahora para besarla, “quieres que hable con tu madre, creo que ella me comprenderá, y dado que ya has hablado tu con ella, creo que es mejor que yo aclare las cosas”, ella asiente mientras se limpia la cara con la manga. Me dirijo a la cocina, Lola está ocupada, le pido permiso para pasar, “Lola, creo que ha habido un mal entendido”, me interrumpe, “ya te advertí que María era muy cándida, como sabrás se ha enamorado de ti, deberías haberla tratado con mas tacto, haberle explicado que una relación a distancia es muy compleja o lo que digáis los chicos de ciudad cuando no queréis ver a alguien; ahora está desolada, y pasará mucho tiempo hasta que se recupere”, la interrumpo yo ahora, “perdona que te interrumpa, pero creo que estás equivocada”, me atiende, “María y yo estamos enamorados mutuamente, no pienso dejarla, quiero luchar por ella lo que haga falta, pero no quiero perderla ni por un solo minuto. Sus temores, si razonables, no son reales, no pienso irme, y si me voy, será con ella, como le acabo de decir a María, ella es lo mejor que me ha pasado en mi vida”, le cambia el rostro a Lola, parece que mis palabras le han servido para tranquilizarse, le doy más seriedad a la situación “de echo, no quería que nos vieses ‘cariñosos’ sin antes pedirle si puedo salir con su hija”, ahora sonríe, “por su puesto que puedes salir, además, si ella quiere algo lo consigue, difícilmente podría yo oponerme a nada. Pero ya sabes como somos las mujeres en este pueblo”, dice levantando su pesado brazo y flexionando, veo como la manga empieza a rajarse, el bíceps empuja con fuerza, “como le hagas daño no tendrás un sitio donde esconderte, te daré una paliza que te servirá de escarmiento”, dice sonriendo, aunque se que lo dice en serio, no puedo estar más tranquilo, “voy a ver a María, le hará mucha ilusión que Lola haya bendecido nuestra relación”. Cuando entro en el comedor, ella está mirando por la ventana, sigue con el pijama puesto, puedo ver las formas generales de su maravilloso cuerpo, ahora que lo he visto en su plenitud no puedo mas que visualizar cada músculo, cada curva, … Por lo menos parece más calmada, me acerco lentamente, me escucha pero no cambia su posición, la abrazo por la espalda, mis manos se van al abdomen, ella lo tensa e inmediatamente mi miembro reacciona, ella se da la vuelta y pregunta “¿que te ha dicho mi madre?”, le doy un beso y se lo explico, ahora por fin sonríe, me agarra de la mano con fuerza y me arrastra a la mesa, llega mi desayuno, se coloca frente a mi y me observa como desayuno, no dice nada. Al terminar de desayunar le planteo salir a dar un paseo por el monte, quiero que me enseñe las inmediaciones, le parece bien, así que se marcha a ducharse y cambiarse, mientras tanto, viendo que me quedo solo, se aproxima Lola, se sienta frente a mi, “Verás Daniel, quiero que queden las cosas claras; en un pueblo todo se sabe y me molestaría que hubiese malos entendidos. Hace unos meses hablé con Luis, el Director de la fábrica, y le manifesté mi preocupación por María, me daba mucha pena que no conociese a un hombre con el que compartir su vida; María lógicamente no sabe nada, ni quiero que lo sepa nunca, supongo que Luis no le habrá dicho nada a nadie, pero como te digo esto es un pueblo y al final la gente se entera de todo. La contestación de Luis fue que montase una pensión, y que ya llegaría alguien apropiado para María, y parece que funcionó; has sido el primer cliente, y parece que habéis hecho buenas migas. No tengo claro como lo consiguió, pero desde luego acertó de pleno”, le explico como son las cosas “Efectivamente, Luis me facilitó la comprensión de las cosas, me dijo que habías hablado con él, y también me habló maravillas de María; para atraerme al pueblo lo que hizo fue provocar que Belén y María apareciesen en el televisión y mostrasen parte de su musculatura; como supongo que sabrás, fuera de este pueblo las mujeres no son tan fuertes”, veo que me mira con sorpresa, “por tu expresión entiendo que no lo sabías, pues como te digo, fuera del Pigarzos, los hombres son mucho más fuertes que las mujeres, y es muy raro ver a una chica con musculatura; aquí, por lo que he podido ver, lo raro es que una mujer no tenga una gran musculatura. El ideal de belleza fuera de aquí es la típica chica delgada, con alguna curva y poco más, pero algunos hombres, como es el caso de Luis o el mío, nos gustan las mujeres fuertes, musculosas, y lo cierto es que encontrar a una chica así donde yo vivo es muy complicado y cuando la encuentras suelen estar ya comprometidas”, su cara es de asombro, veo que está comprendiendo lo que está pasando “cuando vi el documental, me llamó la atención que en un pueblo tan pequeño hubiese dos chicas con esos cuerpos, y despertó mi curiosidad, en cuanto pude organicé un viaje y en el momento que entré en la fábrica y vi la capacidad de sus habitantes, me quedé sorprendido, hasta las niñas más pequeñas son mucho más fuertes que yo, pero mi mayor sorpresa fue encontrarme con alguien como María, ella no solo representa el cuerpo perfecto para mi, también es cariñosa, bondadosa, inteligente, sensible, …, es mucho más bella por dentro que por fuera, y eso es decir mucho, porque como te digo es la mujer más atractiva que he visto nunca.” Escucho un carraspeo detrás mía, me giro y veo a María sobre mi, me levanto y le doy un piquito, ella se sorprende, mientras escucho a Lola animarla “¡no seas tan estrecha!, ¡dale un beso a este hombre, que te quiere mucho!”, sonrío a sabiendas de lo que ya ha pasado. Nos despedimos y salimos a dar nuestro paseo. “¿Qué hacemos? ¿Quieres dar una vuelta por aquí, o prefieres que cojamos el coche?” me mira con curiosidad, como si dudase si decirme algo, “mejor damos una vuelta por alrededor del pueblo, lo conozco bien, y me gustaría enseñártelo”, comenzamos a andar hacia la montaña, tardamos un par de minutos en salir del pueblo, y al poco nos salimos de la carretera y nos introducimos en el monte por un sendero muy estrecho; vamos ascendiendo a un nivel muy suave, María va delante, me va contando sus aventuras cuando era pequeña por el monte, donde se reunían, donde acampaban, donde se escondían, me voy dando cuenta que su vida se ha realizado en este pueblo y sus alrededores, alejándose no más de 1 ó 2 km, todas sus experiencias vitales están recogidas en esta comarca. Ella camina con determinación, va delante mía guiándome, cuando llevamos un rato andando me percato de que lo único que he visto son sus gemelos; va vestida con unas mallas que quedan cubiertas por unos pantalones anchos tipo ‘pirata’, en la parte superior lleva una chaqueta que me tapa todo su magnífico tronco superior pero los gemelos destacan en esas mayas, puedo distinguir cada fibra de su poderosa pierna, cada vez que tiene que retrepar un poco el gemelo estalla en un volumen imposible, para volver en mi levanto la vista y me asombra la arboleda, estamos dentro de un bosque muy frondoso, muchísimo monte bajo y algunos avellanos, arraclanes, arándanos, y en el fondo puedo distinguir algunos abedules y sauces, el paisaje es espectacular, pero lo mejor de todo es María, tengo que liberar la mente, va a pensar que soy un pervertido si cada vez que la veo me abalanzo sobre ella. Al rato nos encontramos un gran árbol caido en medio del camino, María que va delante de un salto se abraza a la parte superior del tronco caído y se impulsa sin ningún problema, ahora esta en pie sobre el tronco, cuando yo me acerco intento imitarla pero no llego a sujetarme en el tronco, me resbalo y me caigo de espaldas, me siento ridículo, ella salta de inmediato para ver como me encuentro, me mira los brazos con cara de espanto, me incorporo para ver que se me han desecho las mangas y estoy sangrando profusamente, María se está poniendo blanca, “no te preocupes, no pasa nada, necesito un poco de agua para limpiar la herida, pero es algo muy superficial, estoy bien, dame un segundo que me recupere y seguimos" ella sigue preocupada, se le nota en la cara "para llegar al río hay que atravesar este árbol y ahora no puedo llevarte en brazos, te podría hacer más daño, y no creo que pueda moverlo, soy fuerte, pero no tanto”, me quedo pensativo, llevamos un buen rato andando, pero no soy capaz de calcular cuanto, posiblemente estemos lejos del pueblo, de repente escucho un ruido, busco a María, pero no la veo, se mueven las ramas en mi entorno, me empiezo a preocupar, puede haber algún animal por el entorno, pero para mi asombro el árbol caído se empieza a mover, cuando se levanta una cuarta del suelo puedo distinguir sus pies detrás del tronco, poco a poco el árbol va tomando altura, pero aun insuficiente para pasar por debajo me acerco reptando hasta un lugar seguro cerca del tronco, le pregunto si paso por debajo, y ella, con la voz rota me dice que si puedo si; me armo de valor y sin pensarlo cruzo a toda velocidad, no me da tiempo a mirar para atrás, cuando mis pies ya han pasado escucho al árbol caer, me giro ahora más tranquilo y veo a María sudando como no la había visto nunca “eso ha sido duro, no pensé que pudiese levantarlo, pero por lo menos ya estás aquí; ¿puedes caminar?”, me incorporo sin problema, las heridas empiezan a molestar, pero evidentemente puedo andar, a los pocos metros cogemos un desvío que baja hacia el río, bajamos bastante altura, cuando llegamos al agua me despojo de lo que queda de chaqueta y empiezo a limpiarme bajo la atenta mirada de María, da la sensación de que nunca haya visto una herida, cuando he quitado la mayor parte de la sangre ya solo se ve la herida en sí, y es un buen arañazo, se lo enseño para que se quite el susto, “¿ves?, no era para tanto, cuando te haces una herida así, se sangra mucho, pero eso no quiere decir nada, si te parece descansamos en este paraje que es maravilloso y continuamos el camino”, veo que se va relajando, “nunca había visto una herida así, normalmente no nos hacemos daño aquí, o por lo menos no sangramos, me ha impresionado mucho”, la miro sonriente, hay que quitarle hierro al asunto, no quiero que piense que soy un alfeñique. Pasado un rato, aunque no me canso del paisaje presidido por María, y rodeado un entorno salvaje, con el río, las montañas, y toda la vegetación exuberante, me incorporo para seguir caminando, quiero ver donde ha pasado su infancia María; ella me pregunta si estoy bien, la miro sonriente mostrando mis antebrazos heridos, “he estado mejor, pero creo que no voy a tener problemas para caminar, me acerco a ella y le doy un beso, ella me lo devuelve, me abraza mientras nos besamos, “eso que le dijiste a mi madre fue muy bonito, no sabía que te había causado tan buena impresión, pensaba que lo único que veías era mi cuerpo, que ya se que te encanta, pero no sospechaba que te gustase como soy, me haces muy feliz”, me dice mientras me tiene abrazado; le contesto con una sonrisa. Subimos buscando el sendero por el que ibamos antes, la subida se hace dura, mis músculos se han enfriado y noto la pendiente; evidentemente a María no le cuesta nada, va hablando, sin perder el aliento, me sigue contando historias sobre el sitio en el que estamos, aventuras que tuvo en estos parajes, intento seguirla pero me cuesta; entre jadeos, le pido que vaya un poco más lenta, que no la puedo seguir; se da la vuelta para ver que me he quedado muy rezagado, “¿Quieres que te lleve en brazos?, quizás estés un poco cansado, y aún nos queda mucho”, la miro con ilusión, se que puede llevarme en brazos sin desfallecer, pero prefiero seguir detrás de ella, el panorama no puede ser más sexy; le contesto “por ahora prefiero seguir detrás tuya, estoy disfrutando mucho, pero debo ir un poco más lento”, digo jadeando mientras llego hasta donde está ella “Si quieres puedes ir tu delante, así marcas el ritmo, realmente se trata de seguir el camino de arriba, por donde íbamos antes”, le tengo que confesar “creo que no me entiendes, me encanta ir detrás tuya, ver tus piernas trabajar, tus gemelos bailar con tus movimientos, tu trasero endurecerse en cada paso, es un espectáculo, quiero ir detrás, ni siquiera al lado”, ella se ríe como una adolescente. Continuamos nuestro ascenso pero a un ritmo más tranquilo, no tardamos en llegar al camino por el que circulábamos antes, sobre ese terreno más horizontal puedo desenvolverme mejor, aumentamos el ritmo mientras continuamos con la charla, por el camino me sorprende un rugido, veo que María no se inmuta, “¿no te preocupa ese rugido que hemos escuchado?, yo estoy aterrado”, ella me mira y se ríe “no, que va, es solo un jabalí, por aquí hay muchos, no les prestes atención, no nos atacan nunca, saben que podrían salir malheridos.” No salgo de mi asombro, continuamos el camino subiendo lentamente, mis piernas piden un descanso a gritos, por fin llegamos a un alto, donde se puede ver el pueblo a lo lejos, a ambos lados de donde estamos hay sendos picos, y al fondo se ve lo que posiblemente sea un pantano o lago. “Te apetece que paremos un rato, posiblemente estés cansado, y la vista desde aquí es muy bonita”, asiento y me dejo caer derrotado sobre el terreno, ella se postra a mi lado acariciandome el pelo. Aprovecho para sentir sus brazos, está durísima, "no me quiero imaginar lo que pesaba ese árbol, un no comprendo como has podido levantarlo, espero que no te hayas lesionado", me mira un poco preocupada "pues ha sido muy duro, nunca había levantado algo tan pesado, de echo me duele un poco la espalda, es algo nuevo, nunca me había pasado esto", le explico que posiblemente sea una sobrecarga, "en muchos casos, con un buen masaje es suficiente para calmar el dolor, si quieres intento ayudarte, pero debes relajarte" ella me mira esperanzada, le indico que se tiene que quitar la chaqueta y la camiseta que lleva y tumbar boca abajo; se incorpora y lentamente, como una profesional del strip-tease se quita las dos prendas que le he dicho; esta chica tiene un erotismo que me vuelve loco; cuando se ha quedado con la parte de arriba del sujetador, comienza una sesión de poses, solo con verla flexionar esos músculos me corro, supongo que esto se irá controlando, porque sino la relación va a ser difícil. Cuando ve la mancha en mi pantalón se da por satisfecha, se tumba como le he dicho junto a mi sin perder su sonrisa victoriosa, ¡adora tener ese control sobre mi sexualidad! Me coloco a horcajadas sobre ella, apoyándome sobre su estrecha cintura, “Dime si te hago daño, esta posición es la más cómoda para darte un masaje”, ella se ríe como una adolescente al ver al chico que le gusta, entiendo que no se ha enterado que estoy sentado sobre su espalda. El paisaje desde mi punto de vista es espectacular, valles y montañas de músculos, en un prado verde, y todo para mi; poso mis manos sobre la región lumbar, justo por encima de donde estoy sentado, recorro con mis pulgares la columna; la tensión de la espalda es importante, dudo que con tanta cantidad de músculo pueda tener relajada la espalda. Realizo fricciones palmares por los deltoides, voy inspeccionando para encontrar un amasamiento, pero por ahora lo que he sentido no me ha transmitido nada, continuo con los trapecios, y cuando llego a la proximidad del cuello veo durezas, ella me indica que es ahí donde le duele, uso mis pulgares para intentar disolver el amasamiento pero su musculatura es demasiado fuerte para mis manos, fricciono el trapecio con mi palma, intento relajar el músculo, tengo que imprimir mucha fuerza para lograr desplazar algo su masa, echo mi peso sobre la palma para intentar disolver la dureza, poco a poco va cediendo, pero me falta fuerza, uso los nudillos intentando ser más efectivo, dejo por imposible trabajar mejor sus amasamientos, y paso a darle con el canto de la mano a toda la espalda, por lo menos esto relaja, continúo con fricciones por toda su poderosa espalda, los músculos empiezan a relajarse, cada vez es más maleable, pero se nota la densidad muscular, regreso a los trapecios con mis pulgares, poco a poco disuelvo la dureza, cuando considero que ya he terminado, empiezo a besarla, lamerla, siento cada músculo, ella me responde con gemidos de placer, cuando llego al cuello le doy un mordisco, no puedo evitarlo, su aroma me embriaga, me tumbo a su lado acariciando todo su torso, mientras mi miembro aprieta contra los pantalones, ella se mantiene pasiva, me incorporo un poco para masajear sus piernas, empiezo por sus gemelos, son gigantescos, pero los puedo malear bien, cuando llevo unos minutos ella los tensa, rigidizando toda esa masa, ahora son inamovibles, lucho contra ellos, pero es como intentar mover una montaña, no ceden ni un milímetro, la escucho reír como antes, miro su cara y está mirando hacia atrás, con su pose juguetona, me acerco a su boca, mientras ella se gira, y antes de llegar a besarla me abraza, me pega contra ella, ahora mi pene está aprisionado contra su entrepierna, “me ha encantado, pero me has puesto a 100”, tras esto me besa apasionadamente, se pone boca arriba arrastrándome con el movimiento sobre ella, uso mis manos para palpar su cuerpo, jugar con cada grupo muscular, ella sigue besándome, puedo sentir sus pezones apretando contra mi pecho, necesito liberarme de ropa, quiero sentir su contacto en cada centímetro de mi piel, pero no me animo a romper el beso, ella está en éxtasis, me aprieta fuerte, noto que me cuesta cada vez más respirar, sus brazos me aplastan contra ella, la sensación es orgásmica, abraza mis piernas con las suyas, insuflando aun más presión, lo único que puedo mover es la cabeza y un poco los brazos, aprovecho para sentir sus oblicuos, pero se me empieza a nublar la vista, siento como llega al orgasmo, en ese momento aprieta aún más mientras convulsiona, rompe el beso, separo mi cabeza para ver su cara extasiada, por fin me libera, aprovecho para coger aire, necesito recuperarme, ella me mira de reojo “me ha encantado, tenemos que hacer esto todo el tiempo”, me quedo inmóvil disfrutando de las sensaciones que me ha dado esta diosa, la miro, ella respira con fuerza, dejamos pasar el rato en silencio, disfrutamos de los jadeos de ambos. “Me gustaría saber que buscas en la vida, creo que es importante para mi saber a que me tengo que atener a partir de ahora, tengo claro que quiero estar siempre contigo, y me gustaría saber si quieres salir de Pigarzos o prefieres que me quede a vivir aquí, en cualquier caso, haré lo que desees, sabes que me posees, que soy tu siervo”, ella me mira desconcertada, aun tumbada, da la sensación de que no se había planteado el futuro en absoluto, “pues anoche, cuando me metí en la cama y repasé lo que había pasado, me empecé a plantear la situación y me di cuenta de que te irías pronto, en ese momento mi mundo se derrumbó, no quería perderte, lo que nos está pasando es demasiado bueno para que termine”, veo que se emociona conforme dice esto, “cuando hablamos esta mañana, y sobre todo, cuando te sorprendí hablando con mi madre sobre mi, me alegraste la vida, pero lo cierto es que no me lo he planteado. No conozco nada fuera de Pigarzos, nunca he tenido que salir de aquí, y la verdad es que tengo curiosidad, me gustaría ver mundo; he visto fotos y he leído libros sobre el exterior, pero no es lo mismo”, me abruma su candidez, “pero independientemente, no tengo claro que me pueda adaptar a otro sitio, quizás me tire la tierra y cuando lleve un tiempo viviendo fuera tenga ganas de regresar, en otras palabras, no lo se, pero me encantaría ver donde has vivido; yo tampoco me quiero separar de ti, quiero tenerte cerca.” Me encanta lo que oigo, estoy deseando enseñarle los sitios que conozco, quiero pasearme con ella por el maravilloso centro de Cáceres, tengo claro que Extremadura le encantará, su comida, sus gentes, nos lo vamos a pasar estupendamente, y siempre podremos regresar a Pigarzos, donde todas y cada una de las mujeres que habitan son más fuertes que yo. Cualquier cosa me parece fantástica si voy con ella. “Si te parece aprovechando que sigo de vacaciones podemos salir a conocer las ciudades que tienes cerca, podemos ir a las Rias Bajas, que si no las conoces, son fantásticas”, me mira extrañada, “Lo he estudiado, pero no tengo claro que esté tan cerca, cuando hemos paseado no logramos llegar a ver el océano”, la beso apasionadamente, me enamora su candidez. Decidimos regresar, no llevamos comida y estamos lejos de casa, empezamos nuestro camino, ahora es cuesta abajo, por lo que mis cansadas piernas van un poco más relajadas, empezamos a caminar, pero María coge un ritmo imposible, me mira con cara de desesperación, vamos muy tarde, en mi casa somos muy estrictos con la hora de la comida, debemos correr un poco más, aumento mi paso, pero las piernas no me aguantan, veo que me espera nuevamente, cuando la alcanzo me dice, “me temo que te voy a tener que llevar a borriquita, si no no vamos a llegar nunca”, al decir esto se agacha para que me suba a su espalda, la abrazo por el cuello y mis piernas las paso por su cintura, cuando estoy bien agarrado, ella se levanta como si no cargase mis 80 kg y empieza a caminar a toda velocidad, en algún momento llega a correr, yo no quiero moverme para no entorpecerla, pero la sensación de poder que me transmite es orgásmico, llegamos al tronco que antes saltó, no se detiene, tal y como llega da un salto y se agarra a una rama, realiza una flexión, coloca una pierna sobre el tronco y de un brinco se coloca encima, ha subido a dos metros de altura sin ningún esfuerzo, desde arriba salta al camino nuevamente y continúa como si no llevase peso. No tardamos mucho en llegar a la carretera, en ese momento me baja y continuamos andando, ya hemos recuperado el tiempo perdido. “Me preocupa que fuera de Pigarzos no sea útil, aquí desempeño un trabajo, me siento parte de un equipo; como sabes mi formación es muy limitada, tan solo estudiamos la enseñanza obligatoria” le contesto, “no te preocupes, en la ciudad es muy fácil mantenerse ocupado, pero si quieres trabajar en algún sitio, tal y como están las cosas ahora, y con tu formación es complejo, pero podemos montar algún negocio y trabajar para ti misma; con un cuerpo como el tuyo serías un reclamo para cualquier aspecto relacionado con el culturismo”, me mira extrañada, “ya te he dicho que la cultura y yo estamos un poco reñidas”, me río escandalosamente, “el culturismo es el culto al cuerpo, como ya te dije, lo normal fuera de Pigarzos es que las personas sean bastante débiles en comparación, pero hay un deporte que busca desarrollar el cuerpo al máximo, busca tener músculos como los que tu tienes, y para ello la gente pasa horas en los gimnasios, bebn batidos de proteínas, incluso consumen drogas que les dan más y más músculos; existe tanto culturismo masculino como femenino, el primero tiene más aceptación, el segundo es un poco más raro, y rara vez es apreciado por las personas”, se interesa, “por lo que dices, ¿yo podría pasar por una culturista femenina, sin haber pisado nunca un gimnasio?, ¡es chocante!”, "bueno si te comparas con las culturistas actuales, eres más grande que todas ellas, no tendrías problemas en ganar campeonatos sin esforzarte lo más mínimo, además, las drogas que toman para ejercitar sus cuerpos no les dan demasiada fuerza, son pura fachada”, me mira sorprendida “entonces ¿son débiles pese a tener una musculatura como la mía?”, “no exactamente, son débiles para la musculatura que tienen. Tus músculos son reales, por lo que eres capaz de mover una cantidad ingente de peso, ellas son muy fuertes, pero no tanto como aparentan”, “¿y lo de la aceptación?, ¿como es que el culturismo masculino está más aceptado que el femenino?”, continúo, “bueno, la fuerza fuera de este pueblo, suelen tenerla los hombres, por lo que en gran parte de la sociedad, no está bien visto que una mujer se desarrolle muscularmente, a muchas personas esa estética les parece masculina”, me mira sorprendida, “pero a ti no te lo parece, te gustan mis músculos mucho”, dice flexionando su brazo para enfatizar lo evidente, “tanto Luis como yo somos ‘extraños’, nos gustan las mujeres con músculos pero somos conscientes que no es normal, el ideal de belleza ahora mismo es de mujeres delgadas, con curvas y grandes tetas” digo sonriendo, “¿como las mías?”, dice mientras las hace saltar con sus pectorales, “exactamente. Sin embargo debes entender, que alrededor de ese deporte si que hay mucha admiración, generalmente, cuando te metes en esos círculos, estás rodeado de gente que te adora, como es mi caso”, estamos llegando al pueblo, me besa y me pide cautela, no quiere ser objeto de comentarios en el pueblo, y no quiere que su madre nos vea en una actitud demasiado cariñosa. Entramos en la casa antes de que lleguen las hermanas y sobrinas, subimos y vemos a la madre terminando la comida y al abuelo sentado en el salón, sin las pequeñas, la casa está demasiado tranquila, saludamos y nos retiramos a cambiarnos, yo aprovecho para limpiarme un poco mejor las heridas. Escucho como llega el resto de la familia, así que salgo para comer, María está sentada a la mesa hablando con Inma, cuando esta me ve, me mira de reojo y sonríe; la sensación de que todo el pueblo está hablando de mi es apabullante. Pregunto a Lola si la puedo ayudar con algo y me manda a sentar, cuando regreso a la mesa ya está todo el mundo sentado, me pregunta Irene, “¿Que habéis hecho?, ¿te ha enseñado la Sierra Do Cando María?, las vistas desde allí son muy bonitas” le contesta María, “no, no hemos llegado, nos hemos quedado por el camino, pero nos lo hemos pasado muy bien”, veo que Irene mira a su hermana como si no comprendiese porque hemos ido en ese sentido y no hemos llegado, intervengo “por el camino había un árbol en el caido que impedía el paso y cuando lo fui a saltar, me hice daño en los brazos, así que nos entretuvimos un poco, y cuando nos quisimos dar cuenta tuvimos que regresar”, me mira con asombro, “¿Como te hiciste daño con un árbol?”, me remango la camisa y le enseño el raspón, “cuando salté para agarrarme, no me apoyé bien y resbalé hacia atrás, y me raspó la piel del árbol, pero tu hermana se encargo de cuidarme estupendamente, la miro para ver que está sonrojada. Continúa la comida, hablando de lo que hemos hecho, evidentemente sin entrar en detalles. Cuando terminamos de comer, le sugiero a María que salgamos a Pontevedra, quiero enseñarle una ciudad, y no está a más de una hora, le parece una idea estupenda, así que nos cambiamos, cojo las llaves del coche y salimos. Continuará...