Panteras 2 aka Ingrid 2 Ingrid 2 by Tom Adams; Panteras 2 traducida por Escorpion Rojo escorpion_roj@hotmail.com Segunda parte: Ingrid encuentra una rival más fuerte que DAWN. ¿podrá con ella? La seguidilla de historias de Ingrid escritas por Tom Admas, son cuatro historias, Ingrid 1, Ingrid 2, Ingrid 3 y Natasha 2. Escorpión Rojo toma las tres historias de Ingrid, para seguir con Ingrid 4 a Ingrid 9, que es la Historia de las Panteras. Esta traducción es completamente literal, sin adaptación de ningún tipo. Forma parte de una serie hecha por Tom Adams, pero que he tomado como inspiración para escribir la "Historia de las Panteras". Por lo tanto es la segunda historia de Tom Adams, y a la vez se convierte en la Segunda Historia de las Panteras. "Estas historias contienen escenas de violencia y sexo, por lo cual, si el lector puede sentirse ofendido, no recomendamos su lectura." **************** El sudor brillaba en el abdomen de hierro de Ingrid cuando completó la abdominal número 200. Sin vacilación ella se fue a la barra, se colgó con ambas manos y levantó lentamente sus enormes piernas. Sus piernas se levantaron hasta quedar a la altura de su cintura. Las mantuvo durante todo un minuto y luego continuó subiéndolas hasta que los dedos de sus pies tocaron la barra. Ella mantuvo la posición por otro minuto, y lentamente las bajó hasta que sus pies tocaron el suelo. Nuevamente subió las piernas. Repitió el movimiento 200 veces. Una vez completado su entrenamiento de abdominales, Ingrid se miró al espejo de su gimnasio. Le gustó lo que vio. Cuando apretaba los abdominales, sus músculos de acero apretaban tanto la cremosa piel que se veía como si desapareciera. Agarró una cañería de fierro y le dijo a Bob que la usara como un bate de béisbol y la golpeara tan fuerte como pudiera en el abdomen. Bob cogió la barra con ambas manos, retrocedió y la golpeó. Ingrid sólo sonrió. "Otra vez, Bob". "Otra vez, Bob". "Otra vez, Bob". "Está bien, es suficiente". Bob fue eximido. La vibración de la cañería estaba hiriendo sus manos. Habían pasado más de dos meses desde la última vez que Bob le había encontrado una oponente. La espera tenía enfurecida a Ingrid. Ella eliminaba su frustración incrementando su entrenamiento. Generalmente entrenaba cuatro horas al día, luego lentamente lo había llevado a seis. Era casi medianoche, pero no había acabado. Siempre entrenaba al parte más importante de su cuerpo al final. Las piernas de Ingrid eran macizas, especialmente sus muslos. Se recostó en un banco inclinado y trajo sus piernas hacia su pecho hasta que sus pies desnudos quedaron en contra del cuero. Ella siempre entrenaba desnuda. Bob admiraba su cuerpo y sus bombeados músculos. También adoraba sus enormes y firmes senos que se anclaban firmemente en los enormes músculos de su pecho. Ingrid empujó contra el cuero y mil libras de fierro subieron hasta el final de la polea atrás de ella. Lo repitió veinte veces, y luego fue a otro banco, se recostó con su cara hacia abajo, apretó sus piernas y dejó la parte trasera de sus tobillos contra otra pieza de cuero. Ella doblaba sus piernas, con sus tobillos en dirección a sus muslos levantando quinientas libras de metal. Muchas mujeres ignoraban la parte trasera de sus piernas. Ingrid no. Ella buscaba un pico que semejara el de sus bíceps. Repitió el ejercicio veinte veces, y puso bajo una barra con quinientas libras, montada a la altura de los hombros. Un bloque de madera de dos pulgadas de espesor en el suelo. Ingrid puso los dedos sobre la madera con sus talones en el piso. Puso sus hombros bajo la barra y levantó con sus dedos la barra veinte veces. Sus pantorrillas se hincharon. Entonces repitió el movimiento otras diecinueve veces. Bob jamás se cansaba de verla. Sus piernas, especialmente sus muslos, eran tan anchos, que su piel estaba tan presionada que parecía no existir. Enormes montañas de músculos sólido como el acero ondulaban cuando caminó hacia él. También admiraba su largo pelo rubio, aún cuando estuviese oscurecido por el sudor, su quijada sus labios llenos y sus ojos azules. Excepto por sus oponentes, Bob era uno de los pocos que habían visto el cuerpo de Ingrid. Ella trabajaba en la sección de hombres de una gran tienda de departamentos y siempre vestía largas faldas y blusas. Ingrid no necesitaba trabajar. Gracias al reclutamiento que hacía Bob y su éxito en los combates, ella era rica. Pero le gustaba reunirse y conversar con los clientes. La vida social era difícil para ella. A veces le hacían preguntas acerca de por qué mantenía su cuerpo tapado o qué haría para vivir si dejaba la tienda. Por lo tanto, la tienda era mejor que estar sola todo el día en casa. ¿Y qué hacía Ingrid para vivir que hacía que el sueldo de la tienda pareciera las monedas del bolsillo? Ella peleaba y mataba otras mujeres. Ella recibía en pago mucho dinero, y le gustaba su trabajo. No, "gustaba su trabajo" es subestimarlo. Era su pasión. Bob buscaba otras mujeres a quienes les gustara tanto la lucha que estaban dispuestas a apostar grandes sumas de dinero. Encontrar mujeres ricas no era difícil. Encontrar mujeres ricas que también les gustara pelear era difícil. Muy difícil, pero no imposible. Bob era un hombre que conocía mujeres en los gimnasios, clubes de artes marciales, culturismo, levantamiento de pesas y pruebas de fuerza. Y generalmente, traía a colación un oponente 'víctima' al menos una vez al mes. Pero ya hacía dos meses que no traía una, casi tres. Ingrid estaba admirando su cuerpo de acero en el espejo, apretando lentamente cada músculo, con su piel cremosa resplandeciendo bajo la capa de sudor. "Bob, ven". El sabía lo que significaba. Bob admiraba los músculos de Ingrid. Ella lo sabía y lo mantenía como una combinación de socio y esclavo. "Necesito un masaje, Bob". Pero no era realmente un masaje. Ingrid apretó sus músculos de acero, empezando con sus brazos. Bob suavemente deslizó sus dedos sobre sus picudos bíceps y luego por sus eslabones de músculos de los tríceps. Sus manos fueron a la poderosa espalda. Bob estaba bien dotado, y sus pantalones comenzaron a hincharse. Ingrid suavemente acarició su erección y las manos de Bob deambularon por el cuerpo de ella. Las manos de Bob viajaron a los senos y pezones, y luego a su abdomen de acero y caderas. Sus manos llegaron a las poderosas piernas. El cayó de rodillas y acarició las hermosas y bien definidas pantorrillas. Luego sus muslos. Ingrid los apretó. Otra vez su piel desapareció. Bob pasó suavemente sus dedos sobre las montañas de carne sólida como el fierro. Ahora el estaba tremendamente excitado, al igual que Ingrid. Ella jadeó mientras él continuaba con sus dedos sobre los muslos. De pronto, el humor de Ingrid cambió. Apretó los dientes y atrapó el cuello de Bob con su poderoso brazo. "Han pasado más de dos meses y no has producido nada, Bob. Necesito alguien para pelear, para matar, alguien que me pague una fuerte suma para morir. Y no dije 'quiero', sino que dije 'necesito'. Esa es la diferencia. Entendiste, Bob?" Bob gesticuló un asentimiento. Ingrid lo soltó, tomó sus ropas y abandonó el gimnasio. Al día siguiente Bob fue a una competencia femenina de levantamiento de pesas. Estaba dando un vistazo al programa, cuando sus ojos se engrandecieron. Kathy Young, una de las mejores competidoras pesadas era una joven mujer de negocios que había heredado la empresa de bienes raíces de su difunto esposo, y la había convertido en una de las más grandes y prósperas. El sonrió y se dirigió a ver la competencia. Kathy Young era como seis pulgadas más alta que Ingrid y su constitución física como la de un defensa de fútbol. Los grandes músculos de sus brazos y piernas se abombaban cuando levantaba la barra sobre su cabeza y ganó fácilmente la división pesada. Bob se acercó después de la competencia, fingiendo que estaba en el negocio de bienes raíces, y la invitó a cenar en la noche. Ella aceptó. A Bob le sorprendió su apariencia cuando la fue a buscar a la pieza del hotel. Como Ingrid, sus ropas ocultaban el poderoso cuerpo. Y su pelo largo de color café, el cual durante la competición estaba hecho un moño, ahora caía sobre sus hombros. Su cara relajada, ahora que no estaba roja por el esfuerzo, era muy atractiva. Ella tenía una suave tez y una boca generosa, con grandes labios llenos y unos dientes blancos y perfectos. El aspecto serio de la competencia se había ido, y ahora ella sonreía fácilmente. "¿Cuándo comenzaste a levantar pesas?" le preguntó Bob mientras tomaba un sorbo de su whisky antes de la cena. Kathy estuvo reservada al principio, pero el alcohol había soltado su lengua "Siempre he sido excepcionalmente fuerte", le respondió Kathy. En secundaria, los chicos me llamaban 'músculos'. Participé en varios deportes, pero jamás en el equipo de levantamiento. Nunca pensé en ello hasta la universidad. Ahí había un equipo de levantamiento para hombres y otro para mujeres. Nunca antes había pensado en ello, pero una vez que mis manos tomaron el hierro y levanté el peso sobre mi cabeza, quedé atrapada. Así conocí a mi marido. El estaba en el equipo varonil". El restaurante estaba repleto. La cena se atrasó y Bob y Kathy estaban en el tercer trago. Bob era muy suave. Hacía que las mujeres hablaran de sí mismas como si él fuera un viejo amigo, especialmente si ella estaba en su tercer trago. "¿Sabes qué me molesta, Bob?" preguntó Kathy con la lengua traposa. El alcohol estaba empezando a hacer efecto. "Incluso en la universidad no había un equipo femenino de box o de lucha. Te das cuenta de lo fuerte que soy. Apuesto a que puedo vencer a todos los hombres de este restaurante." Pero se dio cuenta que había dicho algo mal y se sonrojó. "Excepto tu, Bob". Ambos rieron. Ella había nacido para pelear. Pero, ¿habría peleado antes? La cena seguía retrasada. Llegó el cuarto trago. "Este es el último. Lo prometo." Dijo Kathy. Ella tomó unos pocos sorbos y se acercó a Bob. "¿Quieres escuchar un secreto? En la universidad algunas de las chicas formamos una sociedad secreta de lucha. Siempre gané. Incluso cuando invitábamos chicos. También a los grandes. Los vencía". "¿Y después de la universidad?", preguntó Bob. El disparó la pregunta casualmente, como si estuviera preguntando qué hora es. Y fue sorprendente la forma en que ella se le abrió. "Nada durante algunos años", le respondió Kathy. "Hasta que un día encontré en los clasificados una sección de la 'Sociedad sólo para la lucha'. Ella se rió. "No es broma Bob. Así se llama. Me uní y me encontré luchando con otras mujeres y a veces con hombres. Y no era lucha o boxeo con reglas. Eran peleas sucias a lo callejero. Las adoro". Bob se dio cuenta de sutiles cosas. Ella nunca dijo 'me gustaban', en pasado. Dijo 'Las adoro', en presente. Entonces ella seguí luchando. Bob le preguntó "¿Lo sabía tu marido?". Ella contestó "No, nunca. Se habría muerto de vergüenza". "¿Y eres buena en eso, Kathy?" "Soy estupenda, Bob. Siempre gano, incluso en contra de hombres" Ahora venía la parte más complicada de la conversación. Tenía que ser bien dicho y en el tono de voz correcto. Bob era experto. Mucha gente lo podría haber insultado. Para él era pan comido, como un paseo por el parque. "Que divertido Kathy. Tengo una amiga que también le encanta este tipo de lucha. Ella también es muy buena y siempre gana." Bob se detuvo por unos segundos. "Kathy, ¿te gustan las apuestas?" Ella se rió. Trabajo en Bienes Raíces. ¿Respondo a tu pregunta?" Bob hizo otra pausa. Ella apuesta al resultado. Mi amiga dice que sus oponentes ofrecen tanto como medio millón de dólares en sus peleas. Obviamente mi amiga es muy rica y cada día más. Ella siempre gana. Y con medio millón por pelea, ella debe valer millones. Kathy se puso seria. Sentía el desafío. "Perfecto, Bob." Había tragado el anzuelo. "¿Ella apostaría dos millones de dólares?" "¿Quieres luchar con ella?" "Sí". "¿Cuándo?" "Cuando quiera" "¿Dónde?" "Donde quiera" Kathy no lo estaba haciendo sólo por el deporte. Trabajaba en Bienes Raíces. Tomaba oportunidades y calculaba riesgos. Y dos millones era mucho dinero. Por fin la cena estaba servida. El resto de la velada fue de conversación liviana. No se mencionó más la pelea. Cuando Bob la acompañó a su hotel, ella sacó el tema. "Era en serio lo de la pelea, Bob. Aquí está mi tarjeta. Habla con tu amiga y que me llame lo más pronto posible." Comenzó a abrir la puerta y se dio vuelta. "Y Bob, dile a tu amiga que la voy a vencer". Ella entró en la habitación. "¿Es grande, Bob?", preguntó Ingrid. "Mide como 6 pulgadas más que tú y con la constitución de un defensa de NFL". "¿Y fuerte?" "Mucho. Ganó la división de las pesadas, y por lo que vi, les ganó por mucho a sus oponentes. "Llámala. Cítala para el día que quiera. Si es a alguna hora de mi trabajo, inventaré alguna excusa. Y asegura que traiga los dos millones en efectivo". Kathy llegó sola a las 3:00 PM, una semana después, con los dos millones. Juntar esa suma en efectivo había sido muy difícil. Debió hipotecar su casa y dar en garantía sus acciones y fondos mutuos, para que algunos amigos banqueros le entregaran la suma. Le había tomado una semana, pero si hacía pedazos a esta mujer, que esa era su intención, habría valido la pena. Bob las presentó, y la ropa de ambas no mostraban el poder oculto que cada una tenía. Kathy no estaba de ánimo para conversar. "Ingrid, Respeto lo que haces, y por favor no te ofendas, pero ha sido atroz conseguir el dinero en efectivo. Sólo quiero volarte el culo, tomar tus dos millones e irme". Ingrid sonrió. "Kathy, yo también soy mujer de negocios, y tengo muy claro lo difícil que es juntar esa cantidad y el tiempo que toma. Bueno, vamos a mi 'arena' a la pelea. Pero primero, contemos el dinero, tú el mío y yo el tuyo. Creo que estarás de acuerdo". Kathy asintió y se relajó un poco. Miró el pelo rubio y los ojos azules de Ingrid mientras contaba. Probablemente era del norte de Europa, Alemana, Sueca o Noruega. Kathy era una Irlandesa americana pura. El dinero estaba bien, e Ingrid condujo a Kathy a la 'Arena'. Una enorme pieza con paredes y piso acolchado. Tenía una galería a 6 pies sobre el suelo, una pequeña habitación para espectadores. Pero como su oponente había venido sola, le dijo a Bob que no entrara a la galería. Le dijo que se encontraran después de matar a Kathy. Kathy quedó impresionada con el diseño de la 'arena' y el dinero que habría costado su construcción. Ingrid realmente debía amar la lucha. Probablemente debía ser muy buena, pero daba lo mismo. Le iba a volar el culo en 10 minutos, tomar los dos millones e irse. "Kathy, siempre pongo dos condiciones en todas mis peleas". "La primera, es luchar desnudas. ¿Alguna objeción?" Kathy sonrió. "No tengo objeciones." "La segunda es pelear a muerte. Sólo una saldrá con vida de aquí. Si lo objetas, puedes tomar tu dinero e irte. Pero yo peleo a muerte o no peleo. Es tú decisión". Kathy quedó perpleja. "Tengo que pensarlo". "Tómate tu tiempo, Kathy". Ingrid sonrió y esperó. Mierda, por la mierda, primero gasto una semana en tener el dinero, y ahora esta estúpida rubia quiere matarme. Por lo menos soy 6 pulgadas más alta que ella. No sé qué tendrá bajo la ropa. Pero sus músculos no pueden ser mejores que los míos, Soy campeona de levantamiento, y he ganado todas mis peleas, incluso contra hombres. Si quiere morir hoy, es su problema. "No tengo objeciones". "Entonces será a muerte, Kathy." "A muerte, Ingrid". Kathy rápidamente se quitó la ropa y la tiró hacia una pared. Bob tenía razón, parecía un defensa de la NFL. Sus músculos se hinchaban bajo una fina capa de grasa, especialmente en sus brazos y piernas. Eran enormes. Los músculos de sus muslos podían rivalizar con los de Ingrid. Ella los apretó un poco y miró a Ingrid. "Tu turno, perra. Muéstrame lo que tienes". Ingrid le devolvió la mirada con una sonrisa. A diferencia de Kathy, Ingrid no estaba apurada. Se tomó unos segundos, se quitó los zapatos, y lentamente se abrió la falda y la dejó caer al suelo. No llevaba calzón. Se puso de lado y apretó sus macizos muslos y su trasero. Kathy estaba impresionada con la apariencia de los músculos de Ingrid. Pero sería tan fuerte como se veía. Probablemente no. Había competido en muchas pruebas de levantamiento y fuerza con culturistas. Sus músculos eran bellos, pero nunca tenían fuerza suficiente para vencer a un macizo levantador. Ingrid vestía un sweater suelto, el cual se sacó lentamente, apretando los músculos de hierro de su abdomen, luego los grandes senos y finalmente lo sacó por sobre su cabeza para dejarlo caer al suelo. Tomó su ropa y la arrojó en contra de la pared. Kathy era bastante plana de busto y cuando veía senos grandes siempre se sonrojaba. Lo hombros musculosos de Ingrid estaban a la vista al igual que sus brazos. Ella los apretó suavemente. "Kathy, ya viste lo que enfrentarás. ¿Segura quieres seguir?" "Eres arrogante pequeña culturista. Voy a quebrar tu hermoso cuerpo como un huevo. Por supuesto que quiero seguir". "Entonces que comience el juego", dijo Ingrid. Kathy arremetió contra Ingrid, la cogió en un abrazo de oso, manteniendo los brazos de Ingrid a los costados. La levantó del suelo y comenzó a romper su columna, "como un huevo". Los músculos de acero de los brazos de Ingrid se hincharon y los liberó del abrazo. Usó su mano izquierda para presionar el mentón de Kathy hacia atrás y empuñó su derecha golpeó la quijada de Kathy. Kathy cayó hacia atrás. La pequeña perra era más fuerte de lo que pensó. Ingrid sonrió a Kathy y la desafió a otra llave. Kathy enganchó sus dedos con los de Ingrid para presionar hacia atrás a su oponente y dejarla en el suelo. Ingrid apretó sus poderosos abdominales y resistió el embate a pesar de su menor estatura. Kathy trató de empujarla hacia atrás, pero los macizos muslos de Ingrid, se volvieron de hierro y ella la empujó hasta que la gran mujer quedó con su espalda en la pared. Ingrid sonrió de nuevo. "Dijiste que me ibas a volar el culo. No lo estás haciendo muy bien". Kathy se puso tras Ingrid, y atrapó su cuello con su brazo derecho y sujetando con la izquierda su muñeca derecha. Los músculos de ambos brazos se abombaron cuando comenzó a apretar. Ingrid no podía respirar y sentía como sus cuerdas vocales empezaban a romperse. Trató de romper el ataque con sus poderosas manos. Pero no tenía la palanca suficiente. Así que decidió agarrar la nuca de Kathy con ambas manos y usando los músculos de hierro de su abdomen, se agachó haciendo que Kathy pasara por sobre su cabeza. Kathy soltó el cuello al momento de caer sentada, dando la espalda a Ingrid. Era el momento preciso para aplicar la mortal tijera con sus macizos muslos. Pero Ingrid quería más diversión. Kathy la había insultado varias veces y ahora ella estaba molesta. Iba a derrotar y matar a Kathy, pero primero quería humillarla. "¿Más ideas, grandota?, dijiste que ibas a 'romper mi hermoso cuerpo como a un huevo'. Creo que has tenido un pésimo comienzo, y te prometo que se pondrá peor. Te doy la última oportunidad de tomar tus dos millones y salir corriendo". "Nadie la habla así a la Presidenta de Bienes Raíces Young. Se pondrá peor para ti, Ingrid". Kathy levantó un pie y envió una cruel patada a la vulva de Ingrid, quien la pudo haber visto venir, pero estaba demasiado confiada esperando alguna llave de lucha. Ingrid cayó de rodillas. Había un tremendo poder en las piernas de la mujer, y el golpe dejó a Ingrid cegada de dolor, casi desmayada. Kathy estaba lista para matar. Se sentó atrás de Ingrid y con sus enormes muslos le atrapó las costillas en una llave de tijera. Se tendió sobre su espalda para aumentar el apretón. Los grandes músculos de los muslos se abombaron bajo la fina capa de grasa. Los enormes senos de Ingrid fueron capturados en la llave, los que se hincharon sensualmente, pero estaban a punto de estallar. Pero el principal problema eran las costillas, la caja torácica, los órganos internos. Ingrid recobró la conciencia cuando se le quebró la primera costilla. Recordó el truco que usó la karateca para liberarse. Usando sus brazos y hombros de acero, golpeó las rótulas de Kathy con sus puños y casi las hizo añicos. Kathy quedó coja. Tenía problemas para mantenerse en pie. Ingrid estaba completamente consciente y enfurecida por el dolor de sus costillas. Le dio una cruel patada al abdomen de Kathy, haciéndola doblarse de dolor. Luego un rápido puñetazo a la cabeza, y Kathy cayó de espaldas Ingrid saltó sobre su abdomen y la agarró por la garganta. El apretón de sus manos era inquebrantable. Sus antebrazos de hierro explotaban. Kathy trató de soltarle los dedos, pero no pudo. Kathy se enfocó en los enormes senos de Ingrid. Siendo plana, odiaba los senos de Ingrid desde que los vio. Sus uñas largas y afiladas se clavaron en los senos de Ingrid, hiriéndola gravemente. Continuó rasguñándola y rompiendo la carne hasta que Ingrid la soltó. Ambas mujeres estaban mal heridas. Los senos y especialmente las costillas de Ingrid, y las rodillas de Kathy. Ella no quería intentar una nueva llave de tijera. Se aproximaron con precaución, no buscando una debilidad, sino que tratando de pensar acerca de cuál sería la próxima jugada de la oponente y cuál sería la mejor defensa para ello. Ingrid encontró una oportunidad de vengarse por la patada recibida previamente. Los músculos de da su pierna derecha se hincharon y dispararon con una fuerza increíble el pie derecho entre los fuertes muslos de Kathy golpeando su vagina. Ella cayó de rodillas y después sobre su trasero. Ingrid se puso por detrás, y aplicando la misma llave de tijera que Kathy había usado antes. Pero fue lo suficientemente astuta para agarrar las muñecas de Kathy y tirar sus brazos hacia atrás, previniendo el ataque a las rótulas que había usado antes. Ingrid apretó los muslos y se volvieron montañas de músculo sólido. Kathy pudo sentir como se quebraban sus costillas. Desesperadamente trató de liberar sus brazos. Pero era una pérdida de tiempo. Ingrid se burló de Kathy, "Entonces tu ibas a romper mi cuerpo como a un huevo. Y me ibas a volar el culo". Los músculos de acero de los bíceps y tríceps de Ingrid se abombaron cuando tiró bruscamente los brazos de Kathy, separándolos de sus hombros. Estos cayeron a un lado inútiles. Ingrid se echó hacia atrás, tensando los perfectos glúteos, dando más poder a su apretón. Las costillas de Kathy se quebraron y su caja torácica colapsó. Sus órganos internos, incluyendo su corazón fueron pulverizados. Ella murió, pero Ingrid la mantuvo apretada por un tiempo, para asegurarse que estaba muerta. Bob había entrado a la galería poco antes el término de la pelea y sus ojos se iluminaron. El obtenía el 10% del premio, que significaba que ahora era doscientos mil dólares más rico. Y lo único que había tenido que hacer era darle víctimas a esta máquina de matar y soportar algunas humillaciones. Además le hacía el amor ocasionalmente. Y no había mujer en este mundo que pudiera igualar a Ingrid en la cama. Ingrid soltó a Kathy, y rápidamente se limpió los senos con la blusa de Kathy. Entonces se fue a su habitación. Bob la estaría esperando. Ella estaba tan excitada que casi corría. Bob estaba ahí, con su enorme erección. Ingrid lo cubrió con su boca y lo lamió suavemente, y lo soltó. No quería que él tuviese un orgasmo aún. El debía hacer algo antes de dejarlo eyacular. Bob usó su erección para acariciarla desde la punta de sus pies a la punta de la cabeza. Ella apretaba cada grupo muscular cuando la erección lo acariciaba. Ella estaba completamente excitada, pero amaba este juego. Le gustaba ver cuánto podía resistir Bob antes de penetrarla fieramente. "Acaricia mis senos otra vez, Bob. Ohh, eres tan grande. De nuevo mi trasero y muslos. Otra vez, pero lentamente en mi abdomen". El volver a pasar sobre su abdomen era la señal que ella estaba lista. "Sobre mi bajo abdomen, lento, muy lento, Bob". Ella comenzó a gemir y unos segundos después, "Ahora, Bob". Bob la penetró profundamente e Ingrid lo atrapó fuertemente con sus brazos y piernas. Ella lo acompañó en cada empujón y con tantos orgasmos que él perdió la cuenta. Incluso cuando el lo tenía ablandado, ella se las arreglaba para mantenerlo erecto hasta que ella desfalleciera. Bob salió suavemente de la cama, se puso su ropa y dejó a Ingrid en un profundo sueño. Esa noche, Ingrid se despertó. El sonido era muy débil, como el de campanas de iglesia. Siempre le sucedía después de una pelea. Se puso la ropa y fue a la capilla católica al final de la calle. Como siempre, se paró frente al altar, pero sin arrodillarse. Como siempre se le acercó el cura y le dijo algo. Antes, jamás lo escuchaba, y no le preocupaba su presencia. Esta vez, ella seguía sin verlo, pero lo pudo oír débilmente. "¿Quieres que rece por ti?". Ingrid asintió con la cabeza, dio la vuelta y salió de la iglesia. Ingrid no sabía por qué iba allí. Era algo en su subconsciente, algo de su niñez. Pero aún se preguntaba por qué. Apenas se acordaba de su niñez, pero sabía que ahora estaba consumida por la pasión del entrenamiento, ver su cuerpo en el espejo, el sexo, la lucha y la muerte. Se preguntaba por qué... y se preguntaba si realmente importaba.