La isla Pacsia 3 Por f_adsoo@yahoo.com La ley del más fuerte. Como un niño chapoteando en una bañera impulsando un barco de papel, así es poder de las Nardis que remando impulsaban el barco tan rápido que podría competir con embarcaciones de vapor o de combustible. Los japoneses estaban muy admirados por semejante capacidad física, a pesar que la mayoría de ellos había podido observarlas en la isla levantando rocas de varias toneladas o rompiendo laminas de hierro con sus manos. Los "nuevos" japoneses que recién habían llegado de Japón, eran unos 10 hombres con esposas e hijos y unos 25 solteros, quienes sentían envidia de los japoneses que ya tenían esposas pacsianas. Un samurai japonés considero que era un grave deshonor que otros le hicieran el amor a sus musculosas esposas Nardis enfrente de los demás, mientras ellas remaban. Por lo que decidió hacerse el harakiri. Fabilla lanzo el cadáver al mar rápidamente sin avisarle a nadie para que otros no sigan su ejemplo y declaro oficialmente desaparecido al individuo. Todos los hombres sin excepción tuvieron erecciones, ya sea por la vista de las enormes y musculosas Nardis que amablemente dejaban que cualquiera les acariciara los músculos, incluso llegaban a un nivel de besos y roces. Ellas únicamente detenían a los hombres ajenos cuando estos intentaban tocar o penetrar en sus vaginas, que estaban reservadas para sus maridos. En este sentido, tanto Nardis como Sumis tienen un buen autocontrol a pesar que causaban enormes erecciones constantemente, tanto así que hasta un anciano de casi 90 años tenia sus erecciones después de décadas sin ellas. Al tercer día después de zarpar encontraron algunos islotes y arrecifes, que se veían por todas partes. Los vigías permanecían pendientes de encontrar cualquier rasgo de construcción o personas. Fabilla ordeno a las Nardis dejar de remar por el peligro de encallar en aguas bajas, sabia que ellas no estaban acostumbradas a viajes largos en barcos grandes, sino a viajes cortos y rápidos en botes pequeños de combate. En el barco todos parecían contener la respiración mientras vigilaban el horizonte con su mirada cuando repentinamente se escucho un zumbido rápido y un par de segundos después retumbo un golpe seco. Una Nardi había arrojado su lanza de puro acero contra un par de nativos que habían estado escondidos en medio de unos manglares en una pequeña canoa. Fabilla se lamento de no haberlo dicho antes y le explico a las guerreras que primero deberían tratar de dialogar y luego si era necesario se combatiría. Cuando se acercaron al sitio pudo verse claramente a los 2 nativos, un hombre y una mujer, atravesados por la lanza que había entrado por el pecho del hombre y salido por la espalda de la mujer para después romper la madera de la canoa dejándola clavado contra un manto de tierra en la parte trasera. Los nuevos japoneses no pudieron creer cuando la Nardi que arrojo la lanza, dijo que lo había hecho con mediana fuerza para no perder la misma al enterrarse mucho en la arena. Pero su sorpresa fue mayor cuando ella salto desde la proa a unos metros y cayo en el suelo, después tranquilamente retiro la lanza de las victimas sin prestarles ninguna atención y la limpio con agua de mar. Después se inclino tomando impulso para saltar hacia arriba, sus potentes pantorrillas parecían hincharse mucho incrementando su masa hasta alcanzar un volumen que una sola de ellas equivaldría al cuerpo entero de un hombre, pego un salto donde volvió hasta la proa en lo que parecía ser un vuelo y aterrizo medio arrodillada en la proa con todos sus gigantescos y deliciosos músculos femeninos vibrando. Todos los hombres elevaron sus erecciones al unísono en ese momento. Bunri salto hacia abajo llevando a Fabilla en sus brazos, después el examino los cadáveres de los nativos esperando encontrar algo interesante pero no pudo saber nada además de tatuajes que estos usaban en su piel y que habían estado pescando en ese momento. El resto del día no encontró nada y la gente tomo un descanso bajo la caliente noche tropical. El barco parecía un bacanal romano con hombres y mujeres gigantes amándose por todos lados, el mismo Fabilla estaba atrapado por una Sumi que lo violaba en un nivel bajo del barco. La poderosa vaca humana no necesitaba hacer ninguna fuerza para mantener a su amante pegado a su cuerpo todo el tiempo que quisiera. Bunri se entero, de hecho siempre se enteraba y vigilaba que mujer le había el amor a Fabilla, y es que en cierta manera aquello ayudaba a que el mantuviera cierto liderazgo entre las gorilescas mujeres que si quisieran tomarían el comando de la embarcación. Bunri se preocupo mas por hacer lo que su pequeño esposo hubiera querido de estar libre en ese momento, vigilar los alrededores del barco. Yamazuro paso aprisionado bajo las gigantescas tetas de la Sumi toda la noche y hasta el siguiente mediodía cuando ella lo libero no porque habían acabado sus ganas sino porque le tocaba amamantar a otros miembros del grupo con sus mas de 15 litros de leche que eran capaces de producir sus monumentales glándulas mamarias. Fabilla camino lenta y sigilosamente por las escaleras del barco hasta llegar a la proa cuidando de no encontrarse con otra mujer pacsiana que quisiera pasar un rato de placer con el. Su sorpresa no pudo ser mayor cuando observo en las aguas de alrededor de barco una gran cantidad de cadáveres y maderas retorcidas. Eran nativos que habían intentado atacar el barco en lanchas rápidas durante la madrugada, los cuales fueron masacrados por las Nardis fácilmente. El se entero que apenas habían unas 3 Nardis con rasguños menores, mientras los cuerpos de los atacantes sumaban unos 350. El examino los cuerpos y entre los artículos descubrió una daga que el sabia muy bien era japonesa. Se alegro en parte, al saber que podría provenir de la gente del barco japonés que se dirigió a estas islas en la primera expedición cuando las 4 embarcaciones se separaron por la tormenta. Al enterarse que los barcos enemigos habían venido del suroeste, pidió a las Nardis que lo movieran en esa dirección. Varias de ellas dejaron de afilar sus espadas o de tener sexo para sumarse al esfuerzo de remar y apenas una hora después lograron divisar chozas construidas en una isla cercana. Fabilla pidió a las Nardis no atacar de inmediato, que primero se intentaría hacer contacto verbal con los nativos para conocer la ubicación de los otros japoneses. Y realmente su petición fue justo a tiempo cuando un par de ellas ya apuntaban sus lanzas de acero contra las chozas. Varios indígenas observaban asustados la enorme embarcación y se con espantaban con el tamaño de las pacsianas. Fabilla intento hablar en japonés o por señas, a lo que algunos habitantes prestaron atención e intentaban comprender. Sin embargo un par de niños nativos lanzaron un par de flechas desde sus arcos y una de ellas estuvo a punto de impactar al japonés si este no se hubiera movido hacia un lado. Las Nardis tomaron sus armas, Fabilla llamo a la calma tratando de no perder el control pero ya era tarde. Una lanza Nardi había atravesado a uno de los niños con arco quien estaba clavado en el suelo como tabla y se movía con sus últimos reflejos de vida. Los nativos comenzaron a gritar en su idioma evidentemente furiosos y buscaron sus armas, lo que provoco la ofensiva Nardi primero con lanzas que arrojadas desde el barco partían árboles, cabañas y vidas humanas. Después se lanzaron a tierra saltando desde lo alto y usando sus espadas, partieron en pedacitos a los sobrevivientes. Fabilla le grito a Bunri desde lo alto que le atrapara algunos con vida para interrogarlos. Ella tuvo que hacerlo a escondidas, persiguiendo un par de nativos que huían corriendo con sus pies descalzos en la parte mas alejada y no fue fácil porque aunque tan grandes y fuertes, la velocidad de corrida de una Nardi es semejante a la de una persona normal. Los nativos pasaron corriendo a la par de un rió y en ese momento Bunri aprovecho para levantar una enorme roca de unos 3.5 metros de diámetro que lanzo calculando que esta caería delante de los nativos y así fue. Sin embargo al caer delante de ellos la roca rodó un poco hacia atrás y uno de ellos tuvo los reflejos suficientes para evitar que la misma lo arrollara aplastándolo como tortilla dejando una mancha de sangre en la tierra. El otro logro retroceder a tiempo para que Bunri lo envolviera con Brazo inmovilizándolo al instante, mientras con la mano libre ella detenía la enorme piedra. El nativo quedo pataleando en el aire con sus brazos totalmente inmovilizados por el macizo brazo de la Nardi quien lo oprimía contra su costado. Fabilla no pudo sacar nada del nativo, nunca pudieron comunicarse ni con señas o con dibujos en la arena. El había encontrado algunos objetos japoneses en las cabañas por lo que sabía que los suyos estarían cerca. El evito decirles lo inútil que había sido intentar hablar con el nativo de piel oscura, flaco y ojos grandes asustados. Ya que las Nardis hubieran querido matarlo solo por jugar como pudo escuchar a un par de ellas que platicaban de desmembrarlo parte por parte, manteniéndolo vivo hasta el final. La noche la pasaron ahí, el lugar era muy conveniente con cabañas ya construidas, agua dulce cerca y un lugar fácil de proteger colocando vigías en lo alto de un peñón. Algunas Nardis regresaron mas tarde después de matar a otros nativos que se habían escondido en puntos alejados de la isla en medio de los árboles que las Nardis descombraban con sus pesadas espadas y arrojando grandes rocas contra la vegetación, lo hacían con tal poder que las mismas arrastraban árboles, raíces y tierra en un estallido que sonaba como explosión, dejando caminos que parecían ser hechos por tractores. El nativo capturado fue alimentado por la sumi Aimara, quien fue a donde el estaba amarrado y le ofreció su pezón. El indígena lo rechazo al principio, pero cuando sintió el olor de la leche comenzó a chupar ávidamente, su pene se irguió de inmediato de forma tan rápida y dura que a el mismo le dolió y se aflojo el taparrabos para que pudiera respirar mientras arrojaba abundante semen como liberando toda la tensión sufrida durante el día. Siguió bebiendo leche humana y acariciaba los gigantes pechos de la chica con tanto placer que intento buscar introducir su miembro en la página de ella. Aimara tuvo que sujetar sus brazos mientras el continuaba bebiendo unos segundos mas cuando se retiro empujándolo amablemente con su enorme mano. - Ya has comido mucho, te puede hacer daño porque no has comido en todo el día-, dijo ella retirándose, mientras el indígena la seguía con su mirada desde lo lejos lleno de placer lujurioso y como si de repente hubiera caído en el paraíso, comenzó a apreciar los cuerpos de las pacsianas que pasaban. Una gerte llamada Fali estaba acostada en la área disfrutando de la brisa del mar, semidesnuda solamente tenia una especie de blumer que cubría se órgano reproductor. Entre los "nuevos" japoneses (lo que no vivieron en Pacsia un tiempo), se encontraba un tipo llamado Kiroa quien era mas alto de lo normal midiendo 1.92, de contextura amplia y grandes músculos. Era de un pueblo del noroeste de Japón donde se dedicada a la pesca y a la tala de árboles por lo que era muy fuerte y además pendenciero, cosa que no se había notado debido a que desde el primer momento que observo el tamaño fuerza de las pacsianas se torno dócil y obediente. Sin embargo el zorro pierde el pelo pero nunca las mañas, observando a Fali en la playa con sus buenas tetas expuestas se le vino las ganas de actuar como un gran macho y la abordo. El ya había tenido sexo con un par de nardis y una sumi, pero ahora quería tenerlo con una mujer a la que pudiera dominar. Fali media 1.95 metros, la amplitud de su cuerpo era como la Kiroa y aunque mas fina de brazos, estos eran mas voluminosos que los de un hombre normal y un poco menos que los de Kiroa. El se le acerco lentamente mientras se deleitaba con la visión de la longitud hermosa de Fali desde los pies hasta la cabeza, cuerpo perfecto de caderas bien rellenas y pechos proporcionados. Estomago sin nada de grasa y sin flacidez, de aspecto firme. Piernas torneadas largas y firmes, brazos de aspecto solidó y firmes, cuyos bíceps se pronunciaban ligeramente. Ella permanecía con los ojos cerrados semidormida cuando los pasos de Kiroa en la arena la despertaron y se incorporo apoyando los codos en el suelo. Las miradas de ambos se encontraron bajo la luz de la luna llena, - Hola -, dijo ella con una sonrisa que ilumino la noche y encendió los deseos del enorme japonés. El sonrió y se inclino apoyándose en un rodilla para levantarla desde el cuello y llevándosela directamente a su boca la beso forzudamente. Ella se dejo llevar mientras los besos continuaban, hasta que el la agarro y bruscamente la lanzo como a un metro de distancia, después la abofeteo con la palma de la mano. Entonces Fali se puso de pie para enfrentarlo, - Que te pasa?, estas loco? - protesto ella, a lo que el respondió: - cállate puta o te ira peor -. El se acerco para agarrarla a la fuerza pero ella peleo y logro soltarse, entonces el lanzo una manotada que Fali intercepto con su mano y rechazo bruscamente. Kiroa comenzó a lanzar golpes con sus puños cerrados y Fali respondió de la misma forma armándose una pelea a puño limpio. Varios que escucharon el escándalo salieron a ver formado un semicírculo alrededor de ellos. Kiroa era mas fornido pero Fali era un tanto mas alta lo que prometía una pelea pareja. El enorme japonés acostumbrado a violar jovencitas desprevenidas en su tierra natal estaba pasando un mal rato, pues nunca había enfrentado a alguien que se le equipara en poder físico. Al principio trato de someterla agarrándola de los brazos con poca fuerza y el resultado fue un par de devastadores golpes por parte de la alta mujer que peleaba como lo haría cualquier hombre. La pelea se tornaba pareja mientras ambos se lanzaban golpes y luego se distanciaban para descansar un poco, luego volvían a pegarse. Pero Kiroa perdió la concentración cuando aparecieron mas personas observando la pelea, ya que se comenzó a sentir humillado al no poder derrotar a una mujer. Lo que el no sabia es que Fali también se sentía humillada, pues era raro que se escuchara decir en Pacsia que un hombre había vencido a una mujer. Era el enfrentamiento entre 2 mundos diferentes. Kiroa comenzó a lanzar golpes desesperados muy fuertes pero que no lograban conectar a la gerte, cuyas hermosas tetas desnudas se mecían constantemente. Fali un poco mas calmada se quedo mas estática y cuando Kiroa fallo los golpes por la desesperación y no porque ella los esquivara. Ella aprovecho para lanzar un solo golpe con mucha fuerza e impulso que impacto en la quijada de Kiroa. Este se tambaleo casi cayendo a la arena mientras se sobaba la barbilla por el dolor. El japonés se puso furioso y se lanzo corriendo con la cabeza abajo como un toro hasta que impacto en el esternon a Fali en medio de sus tetas. Ella cayo al suelo boca arriba sin poder respirar al haber perdido el aire, apenas podía moverse mientras Kiroa remataba puñetazos con saña sobre su rostro indefenso. Al ver aquello Fabilla corrió para separarlo, otros japoneses ayudaron a someterlo mientras Fali se recuperaba poco a poco. Fabilla la ayudo a sentarse y le puso algunas pomadas en su rostro. Los japoneses no entendían porque las mujeres pacsianas no intervinieron y sino mas bien se burlaban de que una mujer haya sido vencida por un hombre. Yamazuro se quedo el resto de la noche con Fali y sin quererlo llego un momento donde se excito por las grandes tetas de la gerte y termino teniendo sexo con ella. Al despertar en la mañana siguiente el no la encontró y se entero de que ella había ido a buscar a Kiroa por una revancha donde el pobre tipo sufrió un horrible paliza ante una Fali mas prevenida y animada por el sexo. Otro japonés le contó a Fabilla como ella llego muy alegre y despreocupada, despertó a Kiroa a patadas y cuando este se incorporo comenzaron a pelear, y como si de repente ella fuera el doble de fuerte que la noche anterior sus puñetazos sonaron como piedras cuando rompían el rostro del japonés haciendo volar gotas de sudor y sangre en cada mazazo. Cuando el cayo al suelo ella lo siguió pateando con fuerza, finalmente lo levanto del suelo con una sola mano tomándolo del cuello y como si el no pesara nada lo lanzo unos 10 metros hasta que cayo en la parte de la playa donde comienza el agua. Entre varios lo había jalado para que no se ahogara. Cuando el japonés terminaba su relato ella retornaba del lugar de la pelea, todavía estaba muy agitada y sus hermosos pechos desnudos se movían con su respiración. Envolvió a Fabilla con ambos brazos en un abrazo de oso y la cabeza del japonés quedo entre sus pechos mientras ella levantaba la cabeza y gemía de placer. Un par de horas mas tarde cuando Fabilla logro separarse de su amante, se entero de que habían logrado por fin un grupo de japoneses en una isla mas al sur. Emprendieron el viaje en el barco y poco a poco fueron divisando unas construcciones evidentemente japonesas. Habían construido una especie de ciudadela con una entrada porticada en lo alto de una colina. Se miraban vigías en lo alto de algunas torres, era evidente que habían estado rechazando ataques hostiles. Desde el barco los japoneses de Fabilla les habían señas, en cambio los que estaban en la ciudadela no podían salir de su asombro al ver a aquel grupo de japoneses acercándose y mas aun por las extrañas mujeres de proporciones gorilescas. Ellos eran los que habían venido del 4 barco original que vino desde Japón y de los del otro barco que había zarpado en secreto desde Pacsia. Desde hace meses que los japoneses llegados de Pacsia les habían estado contando de esa isla misteriosa de mujeres gigantes mas fuertes que búfalos pero no les habían creído. Namiko Fujillama era el líder del grupo desde que llego la embarcación desde Japón y había atribuido la historia de los recién llegados como una especie de enfermedad mental, por lo cual los había obligado a tomar remedies amargos de plantas medicinales y hasta llego a pensar que los estaba curando, pero en realidad lo que pasaba es que ya nadie quería hablar del tema para que no les dieran esas medicinas amargas. Y como si fuera un encuentro tan increíble como el descubrimiento de América o la llegada a la luna, todos los japoneses de la ciudadela se acercaron para ver sus compatriotas perdidos y a las gigantes mujeres con aspecto de tanques que saltaban desde la proa hasta la arena. Por supuesto también apareció el efecto sexual que semejantes criaturas femeninas causaban en los hombres. Con sus pechos tan grandes que cubrían a medias por el calor. El mismo líder sabio y veterano Namiko no pudo contener su instinto cuando su miembro salto repentinamente en el momento que una sumi daba de beber leche a dos hambrientas nardis. Cada una en un pezón. El estaba tan sorprendido y excitado a la vez que se olvido por completo de que el tener un pene que levantaba 16 centímetros de tela frente a su familia seria una total vergüenza. Muchos jóvenes solteros que habían pasado tantos años defendiendo esa colina contra las tribus locales sin conocer mujer se descargaron sexualmente con las enormes pacsianas ante las cuales los hombres japoneses hacían fila para tener su oportunidad. La madres japonesas cuidaban constantemente a sus esposos y llegaron a tener que usar la violencia amenazándolos con cuchillos y espadas para que no se fueran a meter donde las nardis, sumis y gertes. Ante la previsible aparición de conflictos Fabilla arreglo que las pacsianas y sus hombres se establecieran en una parte baja alejada de la ciudadela, con excepción de Fali quien permanecía como amante de turno con Yamazuro Fabilla. Namiko se sintió muy avergonzado de escuchar decir que su líder había dejado a su esposa japonesa por una extraña gigante cuya raza había matado y humillado japoneses. Sin embargo los mas de 200 habitantes de la ciudadela no podían estar más felices, pasaban tanto tiempo en cuidarse de las tribus caníbales cercanas que apenas tenían tiempo de conseguir y preparar alimentos. Habían vivido un infierno de casi 3 años despertándose a cualquier hora para repeler ataques de los salvajes, luchando por la vida entre el hambre y la somnolencia. Para ellos fue una gran alegría poder pescar tranquilamente todo un día entero disfrutando de la vigilancia de las nardis cuyas lanzas arrojadas desde cientos de metros destruyeron las canoas piratas y sus tripulantes caníbales que trataban de acercarse a ellos. A pesar de la separación muchos hombres de la ciudadela se acercaban al campamento "pacsiano" para al menos poder masturbarse al observar a las poderosas nardis triturando rocas de hierro con sus manos, moviendo sus enormes y ondulantes músculos bronceados, u observar a las sumis que con sus generosos pechos esféricos daban leche a sus "hambrientos" compañeros. Yamazuro Fabilla había perdido total control sobre las pacsianas. Las nardis organizaban cacerías humanas de nativos sin comunicárselo para nada, las sumis lo miraban como a otro insignificante hombrecito necesitado de leche y sexo. Incluso llego a pasar que una gerte llamada Mapit lo violo cuando el se le acerco para preguntarle por un mapa que la primera estaba dibujando sobre las islas de la región. Todo comenzó cuando el se acerco intrigado por los escritos que ella estaba haciendo, comenzaron a platicar sobre varios temas y en uno de ellos fue uno relacionado con la pelea que hubo entre Kiroa y Fali. Sin intención de molestar Fabilla dijo que Kiroa era un poco mas fuerte que Fali, pero a Mapit no le cayo en gracia para nada aquella afirmación. - Crees que las gertes somos mas débiles que los hombres? -, pregunto ella con un aire de amenaza. Fabilla respondió, - No, no, no... yo solo comparaba por lo de la primera pelea en la noche...-. Antes de que el terminara de balbucear Mapit lo agarro de la camisa con una mano y lo levanto del suelo, después con su enorme mano derecha le dio una bofetada muy fuerte, el japonés sintió en su boca el olor de la sangre y no había recuperado la visión cuando otra bofetada en reversa movió su cabeza para el otro lado. 3 veces mas se repitió la misma receta, con la cabeza del japonés moviéndose de lado a lado con cada manotada. Mapit era muy alta para ser gerte, 2.08 metros de cuerpo firme y solidó. Cabello rubio, piel blanca y ojos cafés. Su palma de la mano abierta tenia mas superficie que el rostro de su victima masculina. Por su altura no se notaba pero sus brazos eran mas gruesos que los muslos de Fabilla y sus hermosos pechos eran grandes como pelotas de fútbol. Después de recibir las 8 manotadas, Fabilla quedo inconciente por unos 5 minutos. Despertó estando todavía suspendido en el aire por la poderosa mano izquierda de su conquistadora, quien lo miraba iracunda con los dientes apretados. Su visión estaba nublada, con un intenso dolor en su quijada ensangrentada. Era incapaz de mover ninguna parte de cuerpo y sus brazos colgaban pesadamente. En contradicción tenia un enorme bulto muy alocado que sobresalía en su camisón en la parte del vientre, Mapit lo había notado desde hace algún rato pero estaba mas pendiente de la posible reacción del japonés. - Perdo...name por favor - dijo Fabilla, - jamas volvere a insinuar lo que dije.- Termino diciendo el con lagrimas en sus ojerosos ojos, denotando el cansancio de tanto sexo y sumisión que durante meses había experimentado con las mujeres pacsianas. Sin decir nada Mapit lo puso contra la pared con la mano izquierda y con la derecha le arranco de un solo tiron la camisa. Después ella se recosto en el suelo boca arriba llevandose al japonés, quien quedo acostado con la cara entre los deliciosos pechos de la enorme gerte y en pocos segundos ya estaban teniendo sexo. Fabilla desperto ya de noche, se sentia mareado como si tuviera jaqueca. Salio caminando muy despacio para evitar despertar a Mapit. Esa noche la playa era todo un bullicio de hombres y mujeres bebiendo, teniendo sexo, hablando y bailando. El trato de evitar a la multitud internandose en la maleza busco a Bunri en medio de la multitud (la única pacsiana con la cual podría razonar). Sin embargo la encontro semidormida por el efecto del alcohol con 4 hombres besandola por todos lados mientras se turnaban la vagina. Fabilla estaba muy debil como para ponerse a pelear en ese momento por lo que mejor emprendio la huida hacia la seguridad de los matorrales donde poder dormir sin ser violado por alguna pacsiana. La mañana siguiente fue despertado abruptamente ante la noticia que Namiko salido en una nueva embarcación hacia Japón, para continuar la lucha contra el gobierno. Se había llevado a 50 hombres, algunas mujeres e hijos. No quiso aceptar la ayuda de las pacsianas, ni siquiera para zarpar la nave empujandola desde la arena. Algunas nardis querian ir en su persecución pero confundidas mejor esperaron oir lo que diria Yamazuro Fabilla, quien de repente había recobrado alguna presencia de lider. El decidio llevarse consigo 21 nardis y 7 sumis (la mitad de las existentes) en una embarcación. Su idea no era regresar a Namiko ni destruirlo, sino únicamente cuidarlo de que no se hundiera, pero en ese momento la gente murmuro en total desacuerdo y entre todos decidieron dejar a los desertores en su propia cuenta. Por alguna razon las nardis se rehusaron a ir a Japón aun con la idea de poder destruir grandes ejercitos de hombres y someterlos con su enorme poder. Ya se habían acostumbrado a la vida entre las islas, estaban felices sin tener que seguir leyes, costumbres o modales de un pais. Los meses fueron pasando sin mayores novedades en la vida de las personas y al año acontecio que nacieron los primeros niños resultado del cruce entre japoneses y pacsianas. Estas ultimas se asombraron del pequeño tamaño de los bebes que al cabo de 2 años se notaria que eran de tamaño normal, tanto hombres como mujeres. Fue entonces cuando se dieron cuenta que las mujeres mounstrosas solo se daban en Pacsia por alguna razón. Las nuevas generaciones ya no serian gertes, sumis o nardis sino mujeres comunes. Fabilla comenzo a hacer un plan para volver secretamente a Pacsia e investigar lo que hace que las mujeres sean gigantescas ahí. Esta vez si recibio el respaldo de las pacsianas, ya que a estas alturas tendrian muy poco que perder. Los días posteriores continuaran normalmente, las nardis estaban aburridas debido a que en sus exploraciones no encontraban tribus que masacrar. La población estaba muy bien alimentada por las sumis que daban leche y preparaban manjares con pescado, maricos y plantas de la region. Para pasar el tiempo empezaron a preparar bebidas alcoholicas y en las noches era comun que todos estuvieran ebrios. El mismo Yamazuro disfrutaba bebiendo copas de la bebida fermentada de tuberculos silvestres sin contar cuantas llevaba. Sin que nadie lo previera en lo alto de la colina se escucho un estremecimiento poderoso parecido al sonido de una avalancha. Eran 3 mil guerreros de una tribu local que no habían sido detectados atacando todos juntos con sus lanzas con punta de acero afilado y escudos largos de madera. El campamento japonés-pacsiano fue tomado por sorpresa, las nardis despertaron de su goma para pelear contra las lazas que punzaban sus duras pieles. Ninguna de ellas fue muerta gracias al grosor de sus pieles, su musculatura y su rapida reaccion. No fue la misma suerte para japoneses, japonesas y gertes, quienes si sufrieron muchas bajas. Muchas sumis fueron heridas pero todas lograron recuperarse de sus heridas gracias a su corpulencia y a su capacidad de regeneración de tejidos. Fabilla se sorprendio cuando vio a una de ellas atravezada desde el pecho hasta la espalda por la lanza de un feroz guerrero nativo. La sumi agarro la lanza con su mano para que el nativo no pudiera retirarla y repetir el ataque, con la otra mano lo tomo del brazo y lo lanzo lejos. Después ella se saco la lanza y con la misma mato a su atacante. Las nardis reaccionaron con fuerza y precision que sorprendio al jefe Humujo de la tribu atacante, quien había supuesto que no podrian pelear bien por el efecto del alcohol y la sorpresa. Muchas de ellas se lanzaron con sus propios cuerpos contra los atacantes y como si sus cuerpos fueran rocas derribaron a muchos de ellos. Agarraban a un nativo y lo lanzaban contra los otros con tanta fuerza que al chocar 2 cabezas estan reventaban en un estallido rojo de sangre y sesos. Las nardis pelearon lanzando lo que podian, piedras, palos, nativos, y después arremetieron con sus espadas. A pesar de la intensa carniceria, los nativos siguieron atacando confiados en su numero. Al fin y al cabo eran 3mil contra 43 nardis. Los japoneses intentaron reaccionar pero lo unico que pudieron hacer fue huir hacia la embarcación llevando a sus compañeros heridos, la altura del barco pudo proteger a los sobrevivientes. Con el paso de los minutos los nativos fueron retrocediendo cuando sentían el poder aterrador de las supermusculosas nardis, y era logico que cualquiera se asustaria si observara una lanza arrojada con tanta fuerza que atraviesa a 30 hombres juntos con sus escudos como un pincho de acero que atraviesa malvaviscos. O una roca de 5 toneladas que quita la vida instantáneamente a 25 de ellos al ser lanzada por una nardi que ha recibido 17 puñaladas de lanza y sigue peleando como quien recibió el rasguño de un gatito. A lo lejos el jefe Humujo ordeno que continuara el ataque con los 2mil guerreros que todavía estaban vivos, pero sus hombres ya se habían dado cuenta que luchaban contra un poder que solo podría comparársele con un volcán en erupción o un huracán del poderoso océano. En la confusión muchos guerreros atropellaban a sus propios camaradas muriendo muchos en el tumulto, algunas nardis lanzaban rocas de mas de una tonelada contra la multitud y mataban aplastando a los hombres como si fueran pinos de boliche. 35 minutos después de iniciado el ataque, el ejercito nativo ya iba en retirada. Al ver aquello, los japoneses se animaron a correr detrás de los nativos con deseo de venganza y envalentonados por el poder sin rival de sus mujeres nardis. Aquella seria la única vez que Fabilla pudo ver el poder real de aquellas musculosas semidiosas, inclusive algunas usaron formas de pelea que el no había visto antes. Por ejemplo, una de ellas que fue rodeada por cientos de nativos, alargo sus brazos horizontalmente formando una cruz y luego comenzó a girar velozmente y con tanta rapidez que cualquier nativo que se acercara salía volando. Después ella pego un enorme salto y cayo lejos de ahí sobre otros guerreros. Otra nardi al no tener tiempo de llegar a sus armas, agarro a un nativo y uso su cuerpo como arma agarrándolo de una pierna lo movía bruscamente como si fuera una hacha o una espada golpeando a otros hasta que ese cuerpo se deshacía completamente. La isla quedo completamente tapizada de cadáveres nativos mientras las nardis persiguieron en sus rápidas embarcaciones a los que huían en todas direcciones. Eran tantos que fue imposible que los cazaran a todos pero sus feroces lanzas de puro hierro zumbaban en el aire destruyendo las rápidas canoas que iban a los lejos, hundiendo sus maderas y a los hombres que iban en ellas. El mismo jefe Humujo quien estaba como a 1 kilómetro de distancia pudo sentir cuando una lanza nardi rompió su propia embarcación en el centro y esta comenzó a hundirse. El apenas pudo salvarse nadando hasta una playa. Donde fue capturado la mañana siguiente por una patrulla japonesa. Apenas unos 350 de los 3 mil atacantes pudieron huir con vida. Fabilla quería interrogar la jefe Humujo cuando se entero que una sumi lo había matado sádicamente golpeándolo y luego arrancándole la piel por partes con pedazos de carnes hasta que el tipo entro en shock y falleció. Del lado pacsiano-japones murieron 70 japoneses, 35 hombres 21 mujeres y 14 niños. También murieron 4 de las 8 gertes. Casi todas las nardis resultaron heridas pero ninguna murió y apenas unas 3 tuvieron que guardar reposo para recuperarse. Sorprendentemente 10 de las 14 sumis estaban heridas pero se recuperaron en cuestión de horas y después no tenían ni cicatrices. Un rápido consenso entre todos y acordaron emprender la marcha en el barco grande, en la isla ya casi no se podía respirar por la fetidez de tanto cadáver por lo que se apresuraron en hacerse a la mar de nuevo. Lo primero que harían seria revisar todos los rincones cercanos para destruir cualquier vestigio de nativos en la zona, lo cual fue acordado por todos mientras Fabilla calmaba sus nervios besando las amplias tetas musculosas de Bunri quien con su abrazo lo envolvía en musculosos femeninos que llevaban la sensación mas allá de este mundo. Próximamente.... El Capitulo final.... La isla Pacsia 5.