La Isla Pacsia 3 Por f_adsoo@yahoo.com El regreso del barco secreto. Fabilla se incorporo rápidamente al ver en el horizonte un pequeñito objeto que identifico de inmediato como uno de los barcos que habían zarpado hace meses. Sin perder la calma ni la concentración se fue caminando hacia el lado este del campamento y lo primero que hizo fue iniciar un incendio en el granero y espantar a todos los caballos. Cuando las Nardis divisaron las llamas y el humo, corrieron a apagarlo y trataron de alcanzar los caballos, tal como el japonés lo había planeado para que se alejaran de la playa. La Nardi jefa del campamento se enojo mucho, - que pasara que están ocurriendo cosas extrañas últimamente? – se lamentaba. Era una mujer Nardi de casi 80 años llamada Tonga, usaba un parche que le cubría un ojo y tenia diversas cicatrices en el cuerpo productos de cruentas batallas a través de los años. Era una de las guerreras mas respetadas de la isla, en su historia militar había matado miles de hombres invasores y sobrevivido a cañonazos directos. Tiburones, cocodrilos, osos y hasta ballenas habían muerto entre sus poderosos brazos. Fabilla se asombraba de ver que a pesar del tiempo todavía tenia un gran atractivo sexual, de cabello rubio semicolocho, 2.25 mts de altura y casi 400 libras de peso imponía el respeto entre las nardis mas jóvenes con su sola presencia. Sus pechos eran gigantescos como esferas de mas metro y medio de diámetro que se mantenían turgentes y firmes a pesar del tiempo. Sus proporciones eran sobresalientes entre las demás nardis y Fabilla nunca desaprovechaba un momento para observarla babeándose la boca, envidiaba al esposo de ella quien siempre permanecía excitado y no escondía sus gigantescas erecciones que hacían sentir inferior a cualquiera. Tonga dirigió desde lo alto de una tarima el combate al fuego, cuyas llamas llegaban muy alto y se habían pasado al pasto aledaño, comenzando un incendio forestal. Todas las Nardis estuvieron muchas horas ocupadas en las llamas y los caballos, pero Tonga dejo a una joven cuidando la vista al mar desde una garita. Fabilla sabia que debería distraerla antes de que casualmente se fijara en la embarcación que se acercaba a lo lejos mientras la tarde comenzaba a caer. El japonés pensó unos minutos y al no poder idear un plan inteligente, pensó en uno mas osado y directo. Atacar!. Se vistió todo de negro en una mezcla de ropas pacsianas para confundir, consiguió un arco y flechas las cuales comenzó a disparar desde unos matorrales hasta que una de ellas impacto a la Nardi en el costado. El inocente proyectil reboto al chocar con el músculo de la chica, Fabilla se dio cuenta de inmediato que no podría hacerle ningún daño a aquella poderosa mujer que además estaba endurecida por el entrenamiento. La guerrera reacciono sorprendida y descubrió al japonés quien trataba de esconderse en medio de los arbustos. La joven salto desde lo alto de su puesto para caer en la arena, Fabilla no contaba con que pudiera hacer ese salto desde 15 metros de altura y asustado emprendió la huida dejando el arco y flechas en el suelo que el sabia serian inútiles en esta ocasión. La chica Nardi agarro un estuche grande de cuero que envolvía un grupo de lanzas y salio corriendo en persecución del japonés. Fabilla pensó que podría perderla corriendo en medio de los matorrales pero la chica le siguió el paso y no lo perdió de vista. El recordaba como hacia poco mas de un año que un samurai japonés murió a causa de una lanza Nardi disparada desde cientos de metros de distancia por el poderoso brazo de una de ellas. El susto de pensar que sus tripas se esparcirían por el aire de un solo golpe lo hizo correr por su vida como nunca antes lo habría hecho y por lo mismo evitaba ponerse a vista directa de la guerrera. Mientras el sudaba de miedo la chica Nardi lo había perdido de vista por lo que subió a lo alto de una colina donde divisar a lo lejos. Fabilla no lo sabia pero si se hubiera quedado quieto en ese momento la hubiera terminado de perder, ella alerto el movimiento en una colina lejana a unos 300 metros. Agarro una lanza y con su poderoso brazo la arrojo con una fuerza que solo igualarían 100 hombres juntos, casi como si fuera una bala el arma impacto a solo un par de metros donde estaba el japonés partiendo en 2 una enorme roca donde penetro casi un metro. Fabilla se tambaleo asustado cuando observo la lanza hecha de puro metal sumergida en la hendidura de la piedra. En realidad tuvo suerte que la Nardi fuera una jovencita de solo 18 años con poco entrenamiento en cuanto a puntería se refiere. El se volteo y miro a la guerrera en la colina distante, ella repitió el tiro con otra lanza, Fabilla sabia que el tiempo que la misma tardaría en llegar seria como el parpadeo de un ojo y logro anticipar su llegada a tiempo dando un salto hacia atrás mientras la pesada lanza de hierro se enterraba en la tierra bajo sus pies como un cuchillo penetrando un suave pan. La chica arrojo 3 lanzas mas fallando en el intento antes de que Fabilla se terminara de perder en medio de los arbustos mas densos y lograra escapar con la penumbra del atardecer. La guerrera regreso al campamento a informar de lo ocurrido y sin que se diera cuenta Fabilla había logrado regresar a tiempo para cambiarse de ropa y aparentar que no se había movido de su cuarto. Las sombras de la noche calmaban sus nervios al saber que el barco podría entrar al río sin ser visto, tranquilamente salio a caminar por el campamento pero se desvaneció al ver a todas las Nardis en la playa arrojando lanzas al mar. Y es que el barco había encendido varias linternas que se divisaban a lo lejos "como pudieron ser tan idiotas" pensó el. Fabilla observo mas de cerca como una Nardi musculosa agarraba una lanza rellena de puro acero de unos 2.5 metros de largo con punta afilada y la arrojo tan rápido que el barco recibió el impacto en un abrir y cerrar de ojos, el poderoso proyectil atravesó completamente el barco rompiendo maderas y vidas humanas. El intento levantar una de esas lanzas y no pudo ni siquiera separarla del suelo. Los sobrevivientes del destrozado barco intentaban dar vuelta par huir pero el barco ya estaba incontrolable y se inclinaba había un lado. Las lanzas Nardis terminaron por destruir las velas. Las guerreras se montaron en pequeñas embarcaciones de remos que poseían enormes paletas de unos 3 metros de largo por 2 de ancho. Fabilla observo asombrado la cantidad de agua que podía mover una Nardi remando y lo veloz que avanzaba la embarcación. Fabilla se monto en una de las embarcaciones diciendo que quería acompañar pero en realidad quería ver si podía salvar a algún sobreviviente japonés. Al llegar al barco se alivio de saber que el barco no era japonés, sino que eran personas europeas y algunas de color. El se conmociono cuando una familia entera se arrodillaba en una esquina sollozando y pidiendo clemencia en alguna lengua desconocida mientras la espada de una Nardi los mataba a todos juntos. El quiso preguntar porque no pemitian sobrevivir a los que se rendían pero comprendió que la clemencia que mostraron por ellos cuando llegaron hacia 2 años fue un error que no querían repetir y mejor decidió cerrar la boca. La verdad era que seria muy fácil que lo hicieran picadillo ahí mismo, sobre todo las Nardis se miraban todas serias y excitadas. Era fácil notar su instinto insatisfecho por la poca resistencia y sintió pavor cuando observo como algunas lamían con placer sus espadas ensangrentadas. Mas de noche se encontró con Bunri quien había estado persiguiendo a los caballos y cenaron juntos como siempre lo hacían. El se sentaba sobre los muslos de ella y acariciaba sus músculos al mismo tiempo que consumía los alimentos. Ya en la noche el le comento la impresión que había tenido de la batalla contra el barco y como las Nardis fueron tan inmisericordes, además del placer sádico con el cual mataban los que se rendían. Incluso los restos del barco fueron victimas de su fuerza y poder como queriendo saciar un instinto destructivo. - Así son las batallas -, dijo Bunri y siguió: - Las guerreras tenemos mucha fuerza y pocas ocasiones para usarla completamente. Si no fuera porque tengo sexo todo el tiempo contigo yo misma me volvería así de violenta. Nosotras somos el tipo de mujer que más necesita satisfacción sexual.- En la mañana siguiente se realizaban trabajos de reparación, Fabilla decidió salir en un pequeño bote para investigar un poco los restos del barco destruido. Sentía mucha curiosidad sobre los europeos que nunca había visto antes. El armazón de barco estaba encallado en arenas poco profundas, mientras los restos se esparcían por todos lados. Los cadáveres apestaban y eran visitados por peces. Fabilla observo símbolos que no conocía, ropajes, cañones y otros artículos que les eran extraños. Recolecto varios textos escritos y un par de libros pero no pudo reconocer ningún carácter escrito en ellos. - Te hubieras casado con una Gerte – le dijo Bunri – te la pasas mucho tiempo escribiendo y leyendo. Por cierto... que es de tu antigua esposa japonesa?-. - Eh... no.. mmm... no se nada de ella... – respondió el con un poco de nerviosismo. En ese momento Fabilla sintió que sus fuerzas se esfumaban, el entusiasmo que tuvo por tantos días esperando el barco japonés se convertía en desesperanza. Todo lo que provoco para intentar distraer a las Nardis y al final de cuentas ellas masacraron a un barco lleno de inocentes que apenas tenían un par de cañones, armas viejas sin municiones y con indicios de hambre y sed. Probablemente un grupo de personas que buscaban un lugar donde vivir. Derrotado por los sentimientos Fabilla le contó a Bunri en secreto toda la verdad de los barcos y lo que pensaban hacer en Japón. Ella se sintió contrariada pero no reacciono con brusquedad ni enojo. - Escápate conmigo mi amor – dijo el. – En Japón no existen Nardis, Sumis ni Gertes, ahí serias como una diosa. Un pequeño grupo de Nardis podrían conquistar fácilmente todo ese país. – Y agregando dijo: - Acaso en pacsia nunca nadie ha pensado en explorar nuevas tierras? -. Bunri permaneció pensativa unos minutos, trato de imaginar una tierra de gente pequeña y débil, cuyos ejércitos de hombres orgullosos caerían vencidos y humillados por mujeres gigantes quienes complacerían sus placeres mas profundos en dominio y sexualidad. Ella comenzó a recordar cuando Fabilla le había comentado que en Japón no habían hombres con erecciones grandes y no se veían en publico. Sonrió un poco y después dijo: - Me encanta la idea, pero habría que convencer a algunas chicas de que se nos unieran sin delatarnos -. - Si... – suspiro el japonés hundiendo los hombros. Bunri pensó unos minutos y dijo: - Tengo una idea, cuéntales sobre tu tierra todas las chicas de aquí y así nos fijaremos en cuales de ellas se interesan por esa tierra extraña de donde vienes-. - Wua... al fin y al cabo si estoy casado con una gerte intelectual – dijo Fabilla en forma de broma. – Es una gran idea, comenzare mañana mismo en la mañana.- agrego el. - Eh... no.. no.. no.. No de te dejare solo dándole ganas sexuales a las demás con tu aire exótico y misteriosos – dijo Bunri y agrego: - Estarás conmigo, bien pegadito en esos momentos y te tendré que vigilar mas.- Fabilla quedo pensativo un rato, por lo que ella agrego: - Ya te olvidaste que te viole y te rapte?. Muchas aquí añoran hacer lo mismo, no puedo permitir perderte. Que escuchen tus palabras y se sacien con sus hombres en la noche. – termino diciendo ella con una mirada tan seria que el japonés evito sonreír. A partir del siguiente día Fabilla busco platica con cualquier Nardi del batallón y siempre salía contando cosas maravillosas de Japón. Algunas mujeres le prestaron atención, mientras a otras les parecía aburrido. El fue anotando cuales eran las mas interesadas y prefirió centrar su atención en ese grupo. Un grupo de 10 Nardis de apenas 14 años que recién estaban en sus primeros entrenamientos militares se habían vuelto fanáticas de platicar con Fabilla y frecuentaban su habitación siempre que podían. A Bunri le preocupaba ver que su esposo siempre estaba rodeado por chicas y un día ocurrió lo inevitable cuando descubrió a Fabilla acariciando y besando los amplios pechos musculosos de una de ellas. Ella sintió ganas de intervenir pero se había concentrado mucho en la idea de salir de la isla y ver otros mundos, por lo que se trago su rabia. Con el paso de las semanas el sexo se hizo mas frecuente, al final Fabilla no pudo contenerse ante la sensación de tener tan cerca a tantas mujeres tan fuertes y musculosas. El disfrutaba besando y acariciando los macizos músculos de sus invitadas, el se apretaba contra los brazotes sólidos o las robustas piernotas las Nardis, abrazándolas como un niño pequeño. Muchas veces el pasaba el día entero teniendo sexo, sin salir de la habitación. Tanto así que perdía la noción del tiempo. Bunri sentía que aquello era parte de su culpa y se dedico a hacer lo que Fabilla debería estar haciendo, como vigilar el mar por si se acercaba alguna embarcación. También revisaba el río en busca de rastros de algún barco que haya entrado por la noche sin ser visto. Todo parecía estar saliendo de acuerdo a lo planeado, sin embargo les preocupaba el hecho de Tonga halla mandado a investigar acerca del misterioso tipo que ataco a la Nardi en su torre de vigilancia el día que destruyeron el barco europeo. Les preocupaba pensar que un extranjero no deseado andaba escondido entre los bosques de Pacsia y la noticia llego al comando central, por lo que se ordeno una búsqueda exhaustiva enviando un grupo de 20 Nardis, 10 Sumis, 5 Gertes y unos 35 hombres. Fabilla se preocupo de que pudieran encontrar los restos de la construcción de los barcos en el río, por lo que pidió a Bunri que fuera a destruirlos. Ella así lo hizo, se unió al grupo de búsqueda y se adelanto al lugar, comenzó rompiendo las tablas en pedazos pequeños de madera que después esparció por diferentes lugares. Se deshizo de algunas herramientas y traslado arbustos y hasta árboles grandes en el lugar donde habían sido talados para que no se notaran los troncos pedazos de tronco remanentes. Ella hundía sus manos en la tierra y como si fuera una maquina excavadora arrancaba desde la raíz árboles de hasta 10 toneladas de peso, después los cargaba varios kilómetros para colocarlos en el lugar de la construcción. La tarea fue ardua para una sola Nardi pero valió la pena, porque cuando los rastreadores pasaron por el lugar no pudieron detectar nada inusual, además de una aburrido e interminable bosque. Sin embargo el caso no podía ser cerrado hasta que fuera encontrado el "misterioso hombre vestido de negro", por lo que Fabilla vistió con las ropas que uso ese día en uno de los cadáveres europeos que todavía no estaba muy descompuesto y lo coloco en un lugar donde los rastreadores lo encontraron. La joven Nardi que había efectuado la persecución identifico positivamente al individuo por las ropas aunque no estuvo totalmente segura de su contextura y o del color de piel, pero el caso fue cerrado concluyendo que el tipo había muerte por el ataque de algún animal del bosque. A todo esto Bunri todavía no sabia que Fabilla había hecho eso, y tampoco sabia que el había provocado el incendio y la estampida de caballos. En medio del sexo Fabilla le susurraba a las jóvenes Nardis la fantasía de conocer tierras lejanas llenas de personas diferentes. Todas ellas aceptaban la idea y poco a poco el y Bunri les fueron proponiendo de forma seria el asunto. – Tenemos que actuar con prontitud -, dijo Fabilla a Bunri, - No tardara mucho antes que una de ellas diga cuente el secreto a otras y nos ejecuten -, agrego. El japonés ya había perdido la cuenta de las Nardis con las que se había acostado, pero eran mas de 25, incluso había tenido sexo con la misma chica que lo persiguió el día del incendio y que estuvo a punto de atravesarlo con las lanzas de acero. Ella tampoco sospecho ni por un instante que el era el sujeto que le disparo las flechas. Una noche cualquiera Fabilla estaba haciendo el amor con 5 poderosas Nardis, el estaba boca arriba acostado sobre una de ellas que lo envolvía estimulantemente como una cama erótica, mientras otra le chupaba el pene de 50 centímetros de largo y las demás lo besaban en diferentes partes del cuerpo. El chupaba y acariciaba lo que podía alcanzar, mientras Bunri observaba llena de lujuria y abnegación. De repente una chica entra corriendo abruptamente "Un Barco se aproxima". Las Nardis liberaron a Fabilla quien comenzó a vestirse y se coloco una bata blanca para cubrirse mientras su erección aun seguía igual, las Nardis lo observaban llenas de deseo como si fuera el primer hombre que hubieran visto en su vida. Desde lo alto de una torre de vigilancia Fabilla observo el punto que le señalaba la vigía quien afortunadamente era una de sus chicas. Hubo suspenso por un par de horas hasta que el logro identificar a la embarcación como una de las suyas por el tipo especifico de arreglo de velas y decorado de proa. También navegaban muy lentamente y sin encender ninguna luz, como queriendo encontrar la desembocadura del río a escondidas. Fabilla se emoción mucho y abrazo a la joven Nardi besándola en la boca, ella lo envolvió con sus amplísimos brazos que parecían tragárselo. Era una de las jóvenes Nardis de 14 años, ellos ya habían tenido sexo varias veces y lo tuvieron otra vez en lo alto de la torre de vigilancia mientras las demás observaban entre risas desde mas abajo. A pesar de su juventud aquella Nardi era mas fuerte que cualquier hombre que el pudiera recordar, sus músculos eran sólidos como rocas y sus pechos tenían el tamaño de pelotas de playa con una textura dura pero sensual. Después de tener sexo con ella y bajar a dormir con su esposa, el encontró a Bunri que estaba de pie, desnuda y llena de sudor. Le sorprendió ver que todos sus músculos vibraban intensamente y parecían crecer, al igual que sus descomunales pechos. - mmm... – gemía con placer, - solo estoy pensando en cuantos matare y cuantos violare en Japón -, decía ella. A pesar de haber estaba teniendo sexo todo el día, Fabilla desarrollo de nuevo una erección a pesar de haber estado teniendo sexo seguidamente por varios días sin descanso. El comenzó a chupar el enorme pezón de uno de los esféricos pechotes de su mujer mientras con las dos manos acariciaba su sólida circunferencia mientras la punta de su pene hacia contacto los músculos del muslo derecho de ella, en la parte inmediatamente arriba de la rodilla. En la mañana siguiente cuando el abrió sus ojos, no pudo salir de su asombro. Bunri lo había transportado dormido hacia el río en el lugar secreto de desembarco y junto a ella habían venido 35 Nardis quienes prácticamente habían tomado por asalto el lugar. Fabilla se emociono de encontrarse cara a cara con varios de sus mejores amigos, mientras algunos recién llegados de Japón observaban con asombro a las gigantescas mujeres. Los japoneses contaron todo acerca del viaje, cuando zarparon hubo buen tiempo y llegaron rápidamente a Japón. Las noticias no eran buenas, la región había sido intervenida por el gobierno y se habían dado cuenta de los barcos ya que muchos hablaron antes de ser ejecutados. Los Akimurasifi habían sido exterminados y las guerrillas para derrocar al gobierno habían huido hacia zonas alejadas. Los japonés también se enteraron como la mayoría de los que habían llegado se habían integrado a Pacsia y tenían poco interés en el plan inicial de invadir Japón para derrocar al gobierno. Ante todo ahora tendrían que tomar una decisión rápidamente, pues las 35 Nardis desertoras serian buscadas. La decisión cayo en Fabilla quien ordeno a las Nardis secuestrar algunas 10 Sumis para asegurar la alimentación durante el trayecto, zarparían esta misma noche por lo que las reparaciones al barco se harían rápidamente y los abastecimientos de alimentos y agua. En una operación rápida las Nardis invadieron un pequeño pueblo que había sido formado por matrimonios entre pacsianas y japoneses. Ellas anunciaron a los sorprendidos pobladores el escape, esperando que muchos quisieran escapar de la isla. Varios japoneses, gertes, sumis y otras Nardis aceptaron. Mientras otras 7 sumis tuvieron que ser llevadas a la fuerza hasta el lugar del barco. Al caer el sol zarparon mas de 200 japoneses, 43 Nardis, 14 Sumis y 8 Gertes. Al salir de la desembocadura del río una Nardi vigía del batallón dio la voz de alarma por lo que se presentaron un grupo de unas 10 con sus lanzas listas para atacar. Las Nardis "aliadas" de los japoneses atacaron primero arrojando una enorme cantidad de lanzas hacia el fuerte matando a 5 de sus camaradas y haciendo huir a las demás. Antes de que un grupo mas grande llegara la playa, el barco ya se había alejado gracias a los fuertes vientos y al poder físico de las nardis que empujaban la embarcación usando tablas largas a modo de remos. Sabían de antemano que el ejercito los perseguiría cerca de la costa con veloces embarcaciones de remo pero que nunca tratarían de adentrarse en el mar. Fabilla decidió dirigirse al este donde siempre habían pensado ir en un inicio, su idea era alertar a la tripulación del otro barco que no se acercara a Pacsia pues serian ejecutados o hechos prisioneros de inmediato, y realmente en la isla había mucha rabia en las autoridades que de inmediato ordenaron arrestar a todos los japoneses para obligarlos a hablar. Muchos fueron ejecutados cuando otros los delataron como liberes de los planes de los barcos, entre ellos Hiome y Capula, quienes junto a otros 15 fueron desmembrados públicamente frente a los demás japoneses, una Nardi verdugo con sus propias manos arrancaba uno a uno los miembros de cada condenado mientras los demás observaban espantados y llorando clemencia. La nardi verdugo era una enorme mujer de mayor tamaño y musculatura que las guerreras ordinarias, tenia el ancho de casi 5 hombres, media 2.45 mts de altura con brazos, piernas y tetas de tamaño gorilesco. Capula pudo ver como ella le iba arrancando los dedos la mano a Hiome con sadico placer, uno por uno ella los giraba como tornillos y luego los jalaba para como si fueran fósforos que luego arrojaba con desprecio. Dejaba que su victima gritara de dolor suplicando misericordia con abundantes lagrimas, una vez que el grito disminuía ella procedía a arrancar otro dedo y así sucesivamente. Capula no bajo la vista para no ver como las manos de su amigo eran arrancadas completamente y posteriormente los brazos, los cuales antes de ser arrancados ella apretaba con su mano aplastándolo al instante como si fueran de mantequilla. Ya para cuando la verdugo iba retorciendo el hombro del tipo, el shock nervioso hacia perder la vida al japonés pero a pesar de eso la verdugo seguía destruyendo placenteramente las partes sobrante hasta triturar completamente el cuerpo y hacerlo una bola de sangre y fluidos irreconocibles para luego echarlos en una bolsa de basura. El que seguía después estaba asustado de rodillas suplicando clemencia mientras su pene erecto arrojaba abundante semen ante la vista de los demás japoneses. Patéticamente besaba las pantorrillas de la gigante como esperando mitigar el dolor que le tocaría sufrir, pero ningún tipo de clemencia serviría en ese momento. La verdugo continuo con el procedimiento de desmembrar a sus victimas parte por parte como quien hace una tarea repetitiva simple de una fabrica. La vigilancia en la desembocadura del río fue reforzada y en cada rincón de la isla. Los 200 japoneses sobrevivientes juraron olvidarse de todo antes que morir en la forma que habían sido ejecutados sus compatriotas. Fabilla por su parte pensaba que en la isla habría algún tipo de represión, pero no imaginaba el horror de las ejecuciones que vivieron sus compatriotas de la isla, dentro de los cuales ya no había ni uno solo que le fuera fiel y mas bien maldecían su nombre diciendo que hubiera sido mejor morir en Japón bajo el dominio del gobierno que vivir la humillación y pesadilla de Pacsia. Mientras tanto gracias al buen clima y al fuerte brazo de las nardis aliadas, la embarcación de Fabilla logro divisar unas islas en el este apenas 2 días después de haber zarpado. Continuará en la Isla Pacsia 4...