TRAS LAS MURALLAS DE LAS AMAZONAS Por Plutarco de Malatesta CAPITULO VI Mec tiembla. Ha sido baldeado con agua y ahora debe frotarse con la sustancia grasa que lo cubre de espuma, cuando termina , la guerrera que lo controla en- gancha una cadena a la argolla de su collar y lo conduce hacia su cercana celda. Aún mojado y desnudo es colocado por la mujer bajo una barra que cruza la estan- cia, en su parte mas estrecha, sobre sus cabezas. Alli pasa el estremo libre de la cadena sobre la barra y la tensa; cuando él queda estirado y obligado a apo- yarse sobre los dedos de los pies, fija la metalica soga a una argolla. Ella lo toma por las delgadas muñecas impidiendole hacer uso de las manos para apoyarse en ningún lado, luego, mirandole directamente a los ojos comienza a darle peque- ¤os golpes con su pie en los inseguros tobillos. pronto consigue lo que se pro- ponía: el indefenso preso boquea y pone una expresión de absoluto terror ante la posibilidad de caer y quedar suspendido por el cuello, entonces ella rie, rie primero despacio y luego abiertamente. Lo ha soltado, los brazos de él están li- bres, ella le da la espalda y abandona la celda. Al poco rato la mujer regresa, no viene sola, en cada mano sujeta una cadena con las que controla, atadas a collares de argollas, a dos esclavos. Aunque nunca ha cruzado palabra con ellos, Mec los reconoce, en una ocasión uno de ellos trenzó sus cabellos, obligados ambos a guardar silencio, de rodillas ante Moara, hasta que hubo terminado y fuese conducido fuera por una guardiana. Al otro, de una delgadez extrema, lo habia visto, en varias ocasiones, como a otros esclavos, moverse libre, pero respetuosamente, en el entorno de las gue- rreras, con la mirada baja, dirijirse en pos de alguna de sus obligaciones. La musculosa amazona dominaba a sus cautivos con mas dureza de la necesaria pues era evidente que aquellos feminizados y famélicos hombres no osarian ni podrian revelarse ni negarse a sus exigencias, sin embargo se complacia en arrastrarlos literalmente a tirones que amenazaban con dar con sus desprotegidos huesos en tierra. La poderosa figura vestida de agresivo cuero, armada y adornada de meta- licos protectores erizados de hirientes pinchos, terminó su demostración de fuerza sometiendo de rodillas a sus dos pateticos prisioneros, que vestidos con cortas túnicas brillantes y de suaves colores, depilados y pintados, adornados sus deviles cuerpos con abalorios y sus cabellos con cintas recordaron a Mec a las prostitutas portuarias que conociera en sus muchos viajes.Mec no pudo por menos que observar que ella era, ademas de la mas fuerte , mucho mas hermosa , sin artificios, que sus dos dominados esclavos, y que el exceso e inconveniencia dde los adornos que ellos se veian obligados a aplicarse, tenian por resultado, lejos de embellecerlos , emvilercerlos y humillarlos. la hermosa déspota hizo, con un habil movimiento, chasquear los pasadores de las cadenas y liberó a los dos hombres, luego giró y salió. Mec los vió dejar en el suelo los atillos que portaban en las manos, incorporar- se y dirigirse hacia él. Los dos hombres le inspiraban sentimientos contradicto- rios, por una parte los veia despreciables, chapoteando, hundidos hasta el cue- llo, en la cienaga de degradación y vileza en la que sus amas les habian arroja- do a patadas, resignados a su suerte, por otra parte no podia ver en ellos sino un reflejo de sí mismo, compañeros del iniciático viaje que allí les hab¡a reu- nido, y del que antes o despues habian recorrido las mismas paradas y postas, los unicos seres en el mundo que podian comprender lo que sentía y en los que podia leer como en un libro abierto, hermanos todos de la famélica hermandad en la que sería aceptado sin reservas, por derecho propio. Cuando empezaron a desa- tarlo, los hombres le hablaron nerviosos con voz baja, y cuando le miraban lo hacian con la mirada huidiza, desviandola con frecuencia hacia la cerrada puer- ta. -Debemos arreglarte para tu ama, hoy van a entregarte a ella..., hemos oido que es la nueva centúride, desde hace muchos dias una nueva centuria prepara su ins- talación en uno de los pabellones abandonados de las guerreras....los aposentos de tu ama están ya terminados ... Uno de los hombres habia deshecho los atillos en el suelo, contenian unguentos afeites, pequeños pinceles e instrumentos, abalorios y adornos; le indicaron que se sentara junto a ellos, en el suelo. Mec retrocedió- no...no deseo ser pintado así, dejadlo.. -¨ estás loco..?.. ellas lo han ordenado, si no lo hacemos esa guerrera que nos trajo aquí nos castigará y luego te obligara a hacerlo a punta de látigo, debes creerme.., la conozco bien,...no debes importunar a esa mujer.., es muy cruel.. - -todas lo son- dijo Mec. -no..no en igual medida.., todas serán duras contigo.. pero algunas.. son espe- ciales..ella,, lo es, tendrás suerte si sales pronto de su area de influencia, y..por suerte para tí perteneces a otra ... ¨ -como es ella?- Mec habia terminado por sentarse y ellos trabajaban ya sobre su rostro. -¨ tu ama.. ho..bueno..aún no la conocemos bien..solo sabemos que es joven .. y muy hermosa... nosotros ho.. bueno..no pertenecemos ahora a ninguna guerrera de rango..somos de ellas...de las guerreras de tropa..caimos en desgracia de nuestras amas -el hombre se detuvo por unos ins- tantes e inclinó la cabeza, su actitud era de consternación, de verguenza,-..y nos entregaron a "ellas"....ahora..bueno..vivimos en sus pabellones,.. en los rincones que ellas nos marcan..expuestos a las ordenes y caprichos de cualquiera de ellas. -como perros sin amo-, ...el otro hombre habia hablado,- peor que ellos, pues con ellos no se ensañan... A Mec le parecian patéticos aquellos hombres realizando su servil trabajo mien- tras lloraban sus penas, compadeciendose de ellos mismos, cosa de la que , cu- riosamente, parecian disfrutar, ..pero no se sentía mejor que ellos, y en su compañia admitió que se encontraba en paz, estaba entre iguales y ante ellos na- da debía disimular ni ocultar...eran sus comodos compañeros de viaje.. tambien él se habia entregado ya y deseaba sentir, cada vez con mas fuerza, el enbriaga- dor control que de manera implacable y total , sus amas ejercían. El tiempo y las sucesivas generaciones de amazonas habian perfeccionado sus mé- todos, el poder de las amazonas sobre sus esclavos residia entre otras cosas en que ademas de poder dominarlos físicamente, cosa en la que eran maestras, poseian el conocimiento acumulado sobre el alma masculina, de tal forma que accionaban sin piedad los resortes que les permitian, casi sin excepción, someter tambien sus espíritus. Mec veia en ellos tambien la mejor manera de encontrar información que anhela- ba y necesitaba. -entonces ¨vosotros habeis sido esclavos ..personales?.- -si..lo fuimos.. -¨y como es..?..decidme,.. - ho..bueno..dependerá de como sea ella,..estaras bajo su protección y eso te librar de las demás,..pero estarás enteramente en sus manos,..te confinaá en un mundo que no irá mas allá del alcance de su látigo,..y en ese mundo ella será tu diosa y tu sol, la omnipotencia absoluta de la que emana toda dicha y toda desgracia..todo depende de sus deseos y su voluntad, es totalmente libre de usar de tí como lo desee.., ninguna ley pone limites a su propiedad,...puede llevarte a las mas profundas simas del aberno ..como a Fradel..o convertir tu pobre vida en un lecho de pétalos,..como a Bren.. -¨Quienes son..bren..fra.. Fradel?-.. -Ellos.., los conocerás..,son esclavos de otras centúrides, Fradel pertenece a Krisnna, y Bren a Mera.... Los dos hombres trabajaban ya sobre los cabellos de Mec, dando los últimos to- ques cuando sin previo aviso se abrió la puerta. El subito portazo al dar la gruesa madera contra el muro los sobresaltó y amedrentó, se levantaron todos a la vez. La guerrera que los habia reunido alli a los tres habia entrado. ellos se habian separado y cada uno ocupaba un extremo del pequeño cuarto, ella que estaba en el centro, miraba ora a uno ora a otro girando solo el musculoso y largo cuello. -¨Que ocurre aqui..mmm?.- ¨tramabais algo , vosotros tres mmm?, os he sorprendi- do cospirando ..? , se giró de pronto encarando al esclavo mas delgado .-!res- ponde!!..- la mujer llevaba una túnica de esclavo en una mano y una gruesa fusta en la otra, apoyó esta sobre el hombro del esclavo allí donde se unia con el cuello el hombre temblaba ostensiblemente y balbucia al hablar, .- no ama, no.. solo nos _a sustaste al entrar.. La mujer levantó despacio el brazo que empuñaba el doloroso instrumento de castigo y el hombre se postró de rodillas en una manifestación de sumisión que le había librado de mas de un castigo. La cazadora se separó de la presa abatida y segura y se encaró con el otro esclavo muy cerca de él, dejandole muy poco espacio entre el muro, esta vez la amenaza de la fusta no se hizo explicita, ella solo separó las fuertes piernas, elevó el mentón, tensó los musculos y lo miró con desprecio , él lentamente fue descendiendo hasta quedar tambien a sus pies. Cuando se giró buscando los ojos de Mec, este comenzó tambien a humillarse, pero ella, colocando la fusta bajo su mentón, se lo impidió -tú no...-dijo.-sin usar mas palabras, utilizando solo la punta de su fusta la cruel mujer hizo recular al enclenque hom- bre hasta el muro, allí, con pequeños golpes de su arma le hizo extender los brazos en cruz, separar las piernas , girar a uno y otro lado la cabeza, y hizo oscilar sus genitales de derecha a izquierda y de izquierda a derecha , arriba y abajo, abajo y arriba.. el ritmico trato y la contemplación de la hermosa morenaza que tan sensualmente lo dominaba mientras se relamia los carnosos y fieros labios, empezó a hacer su efecto sobre el miembro de Mec, que empezó a cambiar a ojos vista de aspecto y consistencia, como no podia ser de otra manera , este hecho fue captado al ins- tante por la dominadora, que redobló su insistencia y lo incitó conscientemente con contoneos y gestos. Pronto Mec estaba, con los brazos en cruz como le habian ordenado, retorciendose contra el muro , con el pene totalmente erecto , presa de un incontrolable deseo. -!Gusano miserable, habia oido hablar de ti.., te han enseñado ya a obedecer mmm.? ¨contesta!.. -si...si ama... ..­vistete!..-la túnica de esclavo que aún llevaba en la mano fue a estrellarse contra el rostro macilento de Mec. Cuando se la hubo puesto ella se acercó mas a él para poder enganchar la cadena a la argolla del collar, y mientras lo hacia le hablaba. .-Tu nueva dueña se ocupar de ti , ella sabrá lo que hacer de un gusano como tú, si de mi dependiera pisaria tu cabeza y echaria los restos a los perros..- Mec la tenia tan cerca que podia sentir su calido aliento, y ver los altos pechos ondularse cuando al mover los brazos usa- ba los potentes musculos pectorales. veia tambien los carnosos labios y los per- fectos dientes blancos ..y el largo cuello musculoso ..y los fragantes cabellos morenos y largos que caian en desbordante cascada. Mec, que habia quedado atrapado entre el muro y su carcelera sintió un estreme- cimiento cuando ella lo empujó contra la fria piedra y para sujetarlo mientras enganchaba el pasador usó el potente y tivio muslo. El fuerte, cálido y sedoso concacto contra su enrojecido pene fué algo que Mec no pudo resistir, sin pararse a pensar en las consecuencias empezó a frotarse ritmicamente contra él. el golpe de la rodilla en sus testiculos fue brutal y no cayó al suelo porque ella le sujetó. El tono de ella cuando habló fué ese tono calmado y contenido que tanto habia aprendido a temer en sus torturadoras. -Algo así no va a quedar sin castigo,...si fueras uno de ellos, y señaló a los dos hombres que permanecian pegados a la pared opuesta sin mirarlos, probarias la fuerza de mis puños,..pero no debe haber sangre,..ni marcas, he de entregarte a tu dueña hoy mismo,..entero..­ tú desvistete!.- habia señalado a uno de los esclavos, que apresuradamente obedeció. -.tu tambien, no debemos dañar las vestiduras con las que tu ama te verá se dirigió de nuevo al hombre que esperaba con la túnica en las manos.- sumerge- la en el agua de ese cubo, hasta que este bien empapada.- -.ahora, sacala,...es- curridla..-los dos hombres tomaron la tela y la enrrollaron haciendo escurrir el agua,.- traedla...- ella la tomó , se plantó frente a Mec y la hizo escurrir de nuevo, haciendo alarde de su fuerza, pues hizo salir agua de donde los dos des- forzados hombres no habian, ya, podido. dobló la tela tomandola con su mano derecha por los dos extremos, con lo que colgó, enrrollada y prieta, pesada y humeda. él pudo parar los primeros golpes pero luego, desarbolado por la rapidez y pre- cisión con que ella los aplicaba, y aturdido por los primeros impactos directos empezó a recibir , allí donde ella queria, los sordos pero demoledores mazazos que le atontaban cuando le alcanzaban la cabeza y le hacian gemir de dolor cuan- do llegaban a sus costillas, brazos y muslos. La improvisada arma, que la gue- rrera conocia bien, se reveló muy eficaz, pues le permitia emplearse con saña contra su victima sin dañar seriamente su piel ni su apariencia,al tiempo que podia infrigirle un duro y doloroso castigo. un golpe aplicado con fuerza en el cuello hizo caer de rodillas a Mec, pues la blanda pero pesada maza era temible utilizada con la potencia de la hermosa des- pota. Ella le tomó por una muñecaeca y jaló haciendole quedar tumbado y sujeto, puso un pie sobre su muslo y sin soltarle continuó golpeandolo, cuando ‚él quedó inerme, dejó caer la túnica y se sentó a horcajada sobre el caido, así montado lo tomo con una mano por el cuello y con la otra por los genitales, losgritos del desdi- chado Mec eran ahogados por la presa del cuello cuando apretaba con la otra ma- no.Cuando consideró suficiente ese castigo , y sin levantarse, se plantó sobre sus rodillas liberando a Mec de su peso pero manteniendolo controlado entre sus muslos, muy despacio tomo de nuevo la humeda túnica que hab¡a quedado al alcance de sus manos, la puso sobre ‚él y la dejó caer sobre su pecho desde la la altura de sus ojos, la expresión de miedo de su prisionero la hizo reir y pareció arro- parlo con la tela hasta el cuello, la extendió sobre el delgado gaznate sujetó el borde de la tela a los lados , luego, poco a poco, apretó. Ella, de rodillas sobre el caido, se contoneaba mientras ‚l, inmovilizado contra el suelo, se agitaba conbulsivamente tratando de liberarse,..tomó las muñecas de la amazona sin lograr separarlas,..la empujó de los hombros sin conseguir mover- la,..elevó freneticamente las piernas sin poder alcanzarla mientras ella, segura en su posición le dejaba hacer . alargó deliberadamente el desenlace para que él pudiera oirle antes de perder el conocimiento. - ! mira la muerte que se acerca a por tí esclavo !.. ella tambien es una gue- rrera amazona..si te entrego a ella tampoco lograras librarte de nuestro poder! La hermosa guerrera vio el terror reflejado en el rostro cada vez mas congestio- nado y se dió por satisfecha, apretó más, dispuesta a culminar su obra. Los otros dos hombres, petrificados en sus puestos, sin intentar moverse, vieron como el felino cuerpo de la mujer se tensaba marcando definidos músculos, como se curbaba hacia adentro su cintura a la altura de los riñones y como la exube- rante melena descendia por su espalda al elevar la cabeza, vieron como mantenia la tensión muscular durante un tiempo, un tiempo en el que el cuerpo que retenia debajo, que aparecia ostensiblemente palido y devil en comparación, se agitó en- loquecidamente primero para ir calmandose hasta quedar exanime. La vencedora se levantó mirando el cuerpo a sus pies, sabia bien que un hombre estrangulado pierde antes el conocimiento que la vida, y lo había llevado sin vacilar hasta esa estrecha franja incierta donde despues de hacerle conocer la agoníaa de la muerte lo retuvo de este lado sin dejarle cruzar la linea de no re- torno. Quitó con la punta del pie la túnica de encima del hombre inconsciente y vio con satisfacción que la tela húmeda apenas habia dejado marcas aparte de algunas ro- jeces que desdaparecerian rapidamente, ni al golpearlo ni en el cuello, cuando la husó para no dejar la marca de sus dedos en la blanca piel del esclavo. A los otros hombres, que permanecian aún de rodillas lo mas pegados al muro que les era posible, sintieron un subito estremecimiento cuando sin previo aviso ella se giró de golpe .El esqueletico hombre desnudo, al que ella habia despro- visto de su túnica, se agazapó intentando desesperadamente esconder una evidente erección,la desafiante mirada de la hermosa despota se posó primero en el otro hombre y resvaló sobre él al registrar una actitud sumisa y entregada de ojos bajos, luego taladró la temblorosa figura encogida y lo examinó detenidamente. él se sintió desfallecer cuando con la mirada clavada en el suelo vio detenerse delante los pies de ella y luego separarse tomando posición frente a frente. -!Tú!.-! En pié!- El hombre desnudo empezó a levantarse lentamente, cuando ter- minó de hacerlo miró furtivamente al rostro de su dominadora,aunque no era un hombre bajo, los ojos de ella quedaron ligeramente por encima de los suyos, bajó rapidamente la vista pues era incapaz de sostenerle la mirada, los magnificos pechos de la mujer, duros y erguidos quedaban ahora ante él, muy cerca. -!pon las manos tras la nuca, esclavo!- el pequeño pene del hombre, totalmente erecto, quedó expuesto sin posibilidad de ocultarse, a los ojos de la amazona. él subió algo la mirada sin llegar a cruzarla con la de la mujer, solo lo justo para ver su boca que ahora hablaba, los carnosos labios se curbaban en una burlona y despreciativa sonrisa -¨te excita ver como domino y castigo a otros hombres....'.-responde esclavo!.- -ssi..ama.- era inutil mentir ni ocultar nada -¨que haras cuando te deje solo,..correras a meneartela mmm.. ? . contesta gusano.- .-no..ama..yo..- dos sonoras bofetadas le hicieron callar .¨te atreves a mentirme, sucio perro famélico?..ahora mismo vas a enseñarme como lo haces. !comienza! ‚Él vaciló pero antes de que ella mostrara su enfado de nuevo tomó con su mano derecha el miembro y empezó a frotar ritmicamente. sin embargo el pene pese a sus esfuerzos y para su asombro estaba ahora casi flacido, no lo conseguia -! gusano despreciable,..yo se lo que tú necesitas... despacio, la hermosa guerrera liberó de su ebilla uno de los dos cintos que ce- ñian sus rotundas caderas, se retiró un paso atras y empuñando su improvisado lá tigo por la parte metálica lo elevo una y otra vez descargandolo de derecha a izquierda y de izquierda a derecha sobre el famélico hombre desnudo. los golpes no alcanzaban de lleno al esclavo pues descargaban primero sobre el muro contra el que apoyaba su espalda, pero ella marcaba los golpes con fuerza, imprimiendo a su movimiento potencia y plasticidad como en una danza salvaje. Cuando el vió el magnifico y sensual cuerpo de mujer agitandose frente a el blandiendo el lá- tigo, la vio tan hermosa y deseable que se sintio desfallecer de deseo, ya no le importaba la incomoda situación en que ella le habia puesto ni sentía apenas el dolor de los golpes,la mano se agitaba ahora frenetica y ritmicamente.Cuando ella vio que estaba proximo a rendir su tributo, dejo de flagelarlo y lo tomo con fuerza por el cuello sometiendolo contra el muro, y , cuando aún no habia terminado de caer el blanco esperma sobre las baldosas ella le golpeó en el cuello con el dorso de la mano. El efecto sobre el hombre fue instantaneo, alcanzado en medio del orgasmo, su- frio un chock general, las piernas no le respondieron, los ojos se le nublaron, la cabeza mandaba mensajes inconexos a su devilitado cuerpo que se desplomo a los pies de la cruel amazona, alli quedó conbulsionandose y casi inconsciente. muy despacio ella se giró, en el otro extremo de la pequeña sala, quedaba aún otro hombre, estaba sentado en el suelo, encogido, como queriendo pasar inadver- tido, pero vió que la atención de la hermosa guerrera se centraba, ahora, solo en él Cuando ella quedó frente a él observó con placer que, como los otros, tambien temblaba.La voz salio de los carnosos labios queda y suave, casi dulce.., acari- ciadora,...- ahora solo quedas tú pequeño..,creiste que iva a olvidarme de tí? mmm?..tu tambien tendrás tu merecido... Ella hab¡a apoyado una mano sobre el muro y elevado la poderosa pierna contra- ria, hasta colocar el pie cubierto con una oscura bota de cuero, adornada con multiples apliques metálicos, sobre la flaca clavicula y la base del largo cue- llo delgado del esclavo. La mujer se complació en tensar despacio los grandes músculos de su pierna, los mas fuertes de su cuerpo, sobre el caido, él cedio a la presión hasta quedar totalmente plano y sometido contra el frio suelo, la presión continuó sobre la clavicula, pues ella conocía su fuerza y sabía que si apretaba mas cerca del cuello, podria perder, en cualquier momento, aquel escla- vo todavía útil, pero la presión sinó mortal, era ahora muy dolorosa y el llora- ba, gemia, se conbulsionaba y temblaba.... Cuando cerró la puerta de la sala tras de sí y enfiló el largo pasillo, el esta- do de animo de la mujer era eufórico, y estaba excitada , muy excitada, aquel era el mejor de los mundos y ella estaba en el lugar que le correspondía, se cruzó con algunos esclavos que cavizbajos se dirigian a sus obligaciones, y los miró altanera y desafiante aunque ellos temerosos no pudieron verlo porque es- quivaron su mirada, ellos, pensó, tambien habian recibido a manos de alguna gue- rrera una lección como aquella y ahora domados y sometidos aceptaban el lugar que sus vencedoras les reservaban y que por ley de guerra les correspondía, los sentía de su propiedad y los examinaba con golosa delectación, uno de ellos atrajo su atención, joven y de buena estatura, era como la mayoria de sus compañe- ros seleccionados para esclavos tras los muros de la ciudad, y según el gusto de las amazonas para ello, de constitución muy devil, pero especialmente armoniosa y a la fogosa y exultante joven le parecio hermoso, gracil indefenso y deseable como un dulce. Como a casi todos ella lo conocia por su aspecto, era un esclavo común , no pertenecia a ninguna mujer en especial, recordó vagamente haberlo visto baldeando suelos y tambien haberse hecho servir por él para limpiar sus correajes botas y armas. Cuando se cruzaron ella lo detuvo en su marcha colocan- do la fusta que portaba a la altura de sus genitales. instintivamente el hombre se detuvo humilló la mirada y adoptó una postura de sumisión., ella le susurró casi .- sigueme..- Anduvieron por los largos pasillos típicos de las construcciones de las amazo- nas,‚ él, tras ella, podia ahora observarla mejor pues no debía esquivar su mira- da, pensó que era realmente hermosa y que aquel cuerpo emanaba fuerza. LLegaron junto a una puerta ella la abrió y se quedó en el dintel, se volvio ha- cia el esclavo y le ordenó pasar, dejó muy poco espacio libre para hacerlo de modo que él para cumplir la orden tuvo que, azorado, colocarse de lado y rozarse contra el fuerte y duro cuerpo de la guerrera, cuando el estuvo dentro ella le siguió, pero antes se despojó de una muñequera de cuero, repujada de metal, y la colocó en el tirador de la puerta de labrada madera, aquello sellaba la entrada mejor que el mas duro de los cerrojos, y solo el esclavo y su dueña conocerian lo que pasase tras las paredes de aquella alcoba.