Montse By Cyrus Map. La profesora sustituta muestra las posibilidades de su sorprendente cuerpo. (historia para adultos) Julio, el viejo profesor de Naturaleza del último curso de Primaria, tuvo que abandonar las clases a comienzos del último trimestre. Un ligero empeoramiento de su precaria salud le obligó a adelantar su jubilación. Tras unos días sin clases de Naturaleza llegó Montse, la profesora sustituta. La nueva profesora me llamaba poderosamente la atención desde el primer día. Su voz era suave y dulce, sus movimientos , elegantes y mesurados. El rostro me parecía particularmente hermoso, el pelo en melena corta, era ondulado y de hermoso color castaño claro, los ojos, grandes , expresivos, de encantadora mirada, eran de color miel. La piel, clara, estava sazonada de diminutas pecas. Los labios marcaban una forma de corazón, bastante carnosos, resultaban sugerentes. Tenía la costumbre de morder ligeramente su labio inferior, detalle que añadía mayor sensualidad a su atractivo. Era muy alta de talla, superaba el metro y ochenta centímetros. Enorme para una mujer. Pero desde luego, el detalle que más sorprendentemente destacaba de toda ella era su gigantesco tamaño, ostentado por una anchura enorme, tanto en los hombros como en el pecho o en el trasero. No había forma humana, pero, de adivinar su constitución física, aparte la evidencia del enorme tamaño, dado su rara forma de vestir, siembre enfundada en unos enormes jerseys muy holgados.¿ Cómo sería su cuerpo?, la incógnita añadía un punto de fascinación a su atractivo. La mayoría de la clase aceptó bien a Montse, excepto Yéray, un chaval muy problemático por otro lado. Enfundado siempre en uniformes de tribu urbana agresiva, Yéray ostentava una notable colección de tatuajes ,pulseras y piercings, muy destacable para un chico de doce años. Yéray jamás olvidaba su teléfono móbil o su monopatín, peró sí frecuentemente sus lápices y cuadernos y, por supuesto, siempre sus deberes. Desde el primer día de clase, Yéray se propuso amargar el trabajo de Montse. Toda la clase estaba ya harta de él, pero Montse aguantaba pacientemente sus contínuas impertinencias, y se las apañaba para sacar las lecciones adelante. La última semana de curso, el grupo fué de excursión al Safari- Parque, como trabajo de conclusión al tema de estudio de la fauna africana. Nos desplazábamos lentamente por el Safari-Parque en nuestro autobús cuando Yéray, a pesar de las advertencias estrictas de permanecer en nuestros puestos se levantó y saltó del autobús gritando desafiantemente a Montse. El autobús se detuvo y la profesora le rogó que volviera, pero el chico, ignorándola ostensiblemente se alejó más y mas del autobús. Con horror descubrimos que un grupo de leones vió al chico y rápidamente se dirigieron hacia él, considerando que tenían un divertido entretenimiento y un bocado extra a la vez. Yéray no los veía, no hacía caso de nuestros gritos y se dirigía irresponsablemente hacia el peligro. Montse saltó del autobús. Lo que sucedió después fue todo muy rápido, pero quedó indeleblemente pegado a mi memoria y dudo que jamás lo pueda olvidar. Una vez en el suelo, Montse se quitó el jersey. Por primera vez pude observar su cuerpo, su sorprendente cuerpo. Su increíble aspecto es difícil de describir con palabras. Megamusculatura o macromasa son términos que se quedan débilmente escasos para describir el gigantesco arsenal de colosales músculos distribuidos con perfecta y generosa disposición per todo su cuerpo. Todos y cada uno de sus grupos musculares destacaban con túrgido volumen por todo el cuerpo. Su tamaño era gigantesco, mucho mayor que el de una mujer culturista, mayor incluso que un campeón masculino comparable quizás a los que la imaginación febril de un dibujante de comic es capaz de concebir. A pesar del enorme tamaño, la gigantesca masa muscular no sólo no restaba encanto femenino al cuerpo solemne de la divina criatura, sino que lo añadía a raudales, enfatizando gloriosamente rotundidad femenina a unas curvas sensualísimas. No aparecía ni un atisbo de grasa en ninguna parte, al contrario, a pesar del tamaño enorme, los músculos resaltaban bajo la piel el vibrante espectáculo de sus fibras en movimiento solemne. Un cúmulo de venas se ramificaba por doquier bajo la piel, dando la sensación de aportar dificultosamente el incontenible poder se su fuerza, obligándose a ensancharse y en ramificarse bajo toda la piel. Dos enormes pechos desnudos marcaban su generosa redondez abultando cual gruesas pelotas de básquet, sorprendentemente inmunes a la gravedad. Los pezones, rosados y grandes, apuntaban tensos hacia el cielo. Sus brazos debían medir casi un metro de grosor y bastante más sus monumentales muslos. Una minúscula braguita tipo tanga no alcanzaba a cubrir la poderosa mata de vello rizado y castaño de su pubis. Montse se abalanzó con rapidez prodigiosa sobre Yéray, lo cogió con un brazo y se dorigió hacia el autobús. Pero los leones le cortaron el camino. Rugiendo cínicamente se encaminaron hacia la sorprendente chica. Una leona se decidió a atacar primero, con un poderoso rugido saltó sobre Montse. Un colosal puñetazo se le interpuso en el camino. El elegante y musculoso cuerpo del felino describió larga trayectoria sobre el autobús hasta caer, inconsciente, al pie de un árbol. Una segunda leona saltó sobre nuestra profe. Peró otro rotundo puñetazo resonó potentemente y los doscientos kilos de la gata se estrellaron violentamente contra el tronco de un árbol cercano. El león macho de mayor tamaño entró en acción con la intención de descargar un gigantesco mordisco sobre el cuello de Monts. Pero sus manos de acero de tuvieron el ataque asiendocada una una de las grandes mandíbulas de la poderosa fiera. Los grandes músculos de los brazos de la profesora se bastaban sobradamente en fuerza para descuajar al felino, pero en vez de ello los levantó sobre su cabeza y los volteó, haciendo describir grandes círculos al rey de la Sabana. Al sortarlo el gran gato realizó un considerable vuelo hasta caer sobre un prado. Al levantarse, bastante mareado, aturdido y muerto de miedo, la fiera se largó con el rabo entre las piernas. Fue una especie de señal para el resto de la manada, que inició una rápida y vergonzante retirada... Un grupo de leones vencido por una mujer sola y sin mas armas que el poderió incontenible de su masa muscular!!! Toda la clase aplaudió, absorta. Yo no podía hacerlo porque una erección súbita, enorme e incontenible me dejó profundamente prendado de aquella inconcebible belleza muscular y femenina. Cyrus Map.