Los músculos de la montaña Segunda parte. Por JMV, josema94@yahoo.com.mx Dos fuertes y bellas mujeres me muestran el poder de los músculos del bosque Quede completamente desconcertado cuando Ixtla dijo eso y se acerco a mí. Sus ojos tenían un brillo intenso y su imponente musculatura me intimidaba bastante. Me miro fijamente de pies a cabeza por un largo rato y de pronto, con su mano derecha tomo mi pene y comenzó a darle un masaje tan excitante que pronto estuvo en completa erección y observo mi miembro con mucha atención. -Es de buen tamaño. Veré lo mas importante ahora.- Dijo Ixtla, sin quitar la vista de mi miembro. Entonces, acaricio mi pene con sus dos manos, de una manera tan deliciosa y hábil que no pude resistir más y eyacule abundantemente. Yo estaba muy apenado, pero ella estudiaba con detalle el líquido que tenia en su mano derecha, como si estuviera viendo la calidad de un aceite o algo así. Lo observo por unos momentos y me dijo que era aceptable. -Servirás bastante bien para ayudar a mi hija cuando llegue el momento. Ahora vamos a dormir. Como ya no hay mas "petates" (así se llamaban las camas rudimentarias donde dormían) dormirás conmigo.- Menciono Ixtla. Me sentí incomodo pero obedecí la orden. Al poco tiempo de acostarnos en su "cama", cuando yo creía que Ixtla estaba dormida, una de sus manos busco mi pene y comenzó a acariciarlo nuevamente, pero esta vez, la caricia era muy relajante y confortable. Era tan deliciosa que en poco tiempo quede profundamente dormido gracias a ese curioso masaje. Descanse muy bien, pero aun tenia sueño cuando Ixtla me despertó y me ordeno vestirme. La musculosa señora se recogió el cabello en una cola, se puso su vestido blanco de una solo pieza, se calzo sus sandalias y salimos de su casa. El sol apenas salia cuando comenzamos a caminar. Durante horas recorrimos aquel inmenso bosque y en verdad era un sitio impresionante. Si yo hubiera estado solo no sabría que rumbo tomar, pero Ixtla parecía conocer ese lugar muy bien. Yo estaba exhausto y sudaba bastante mientras que Ixtla permanecía tan radiante y fresca como cuando salimos de su casa. Por fin, nos detuvimos en una ladera de una montaña y me señalo un lugar. Ahí estaba la camioneta, completamente destrozada e inservible, cubierta por la maleza del bosque. -Aquí fue donde te encontré. La carretera esta allá arriba y la única forma de llegar es subiendo por la montaña. Tú estabas inconsciente dentro de la camioneta, te saque y te lleve a la casa .- Relato Ixtla. -¿Me cargó todo ese camino?- Pregunte sorprendido. -Si. No pesas nada. He cargado cosas más pesadas durante más tiempo. Recoge las cosas que pudieras necesitar.- Dijo la mujer. Comencé a buscar mi reloj de pulso, la billetera y el encendedor de gas que guarde en la guantera del vehículo, pero por el choque, la carrocería se había deformado y no se podía abrir. Intente varias formas para abrirla, pero no lo logre. Ixtla se dio cuenta de esto, se acerco y jalo la puerta con tanta fuerza que la desprendió completamente de su lugar. Saque mis cosas y regresamos a su casa. Al poco tiempo de caminar, escuche un rugido muy extraño detrás de nosotros. Nos detuvimos. Ixtla ordeno que me quedara completamente quieto. Volvimos a escuchar el rugido, ahora más cerca de nosotros y comencé a sentir pánico, mientras Ixtla buscaba con la mirada lo que provocaba el rugido. De repente, una enorme figura oscura apareció frente a mí, haciendo el rugido que me aterrorizaba. Se trataba de un gigantesco oso de color gris. Su aspecto era feroz y amenazante. -¡Huamanchin cuatilopoca, itca! ¡Ji ap Ixtla, ka trem! - Dijo Ixtla, en un idioma que no entendí en absoluto, pero el tono era imperativo, como si ella estuviera ordenándole algo al enorme oso gris. Pero el oso se acercaba más y más a mí, lanzando ese espeluznante rugido. -¡¡Huamanchin cuatilopoca!! ¡Ji ap Ixtla!- Volvió a decir Ixtla, pero el oso parecía no hacerle caso y se lanzo sobre mi. Ixtla me empujo para hacerme a un lado, miro fijamente al oso, murmuro unas palabras en ese idioma que no entendía y se enfrento al oso. Ixtla trato de alejarlo, dando unos rugidos extraños, pero en eso, el animal le dio un manotazo que la envió a unos cuantos metros y se acerco a mi. Cuando ya sentía al oso sobre mi, vi. que Ixtla sujetó al animal con sus brazos y comenzó a apretarlo. Increíblemente, el oso no podía zafarse de ese abrazo por más esfuerzo que hiciera, en tanto, Ixtla apretó más y mas, tensando sus inmensamente fuertes brazos, mientras levantaba el cuerpo de la bestia unos centímetros del suelo. Por unos minutos, la fuerza del oso y de Ixtla se mantuvieron en equilibrio, hasta que se oyó un "CRACK" y el oso caía vencido por la gran fuerza de Ixtla. Ixtla bajo lentamente el cuerpo del oso al piso y lo miro con tristeza. -Ma na jatri. Ki la jirotan.- Volvió a decir en ese raro idioma. Entonces me acerque a ella y le pregunte como estaba. -Estoy bien, pero no te acerques a mí.- Ordeno la mujer. -¿Qué pasa?- Pregunte desesperadamente. Ixtla cayó de rodillas al suelo y comencé a ver que su cuerpo comenzaba a sacudirse, convulsionándose furiosamente. De pronto, su vestido empezó a romperse de los hombros, espalda y pecho. Sus músculos estaban creciendo ante mis ojos. Sus brazos, inmensos, crecían todavía más, así como sus piernas, espalda y pecho, haciendo más poderosa a Ixtla y destrozando su vestido completamente. Después de un rato, Ixtla se levanto y su figura ahora era mucho más impresionante por sus gigantescos músculos. Completamente desnuda, se acerco al cuerpo del oso, se agacho y arranco de un tiron la piel del oso con mucha facilidad y puso la piel a secar en la rama de un árbol. Ixtla se sentó en un tronco, respiro profundamente y me dijo: -No quería hacerlo, pero el no me obedeció. Ahora, su piel y su carne nos servirán. Así es la ley de este lugar. Por eso me preocupa mucho mi hija. Si ella se hubiera encontrado con este oso, no hubiera salido con vida. Necesita ser fuerte para sobrevivir a los peligros del bosque. Por eso es tan importante tu ayuda... -¿Por qué le crecieron mas sus músculos?-Pregunte. -Cada vez que realizo un esfuerzo, mi cuerpo se adapta. Si tengo que volver a enfrentar otro oso, lo venceré con más facilidad. Así es como sobrevivo aquí.- Respondió Ixtla, al mismo tiempo que observaba sus grandes brazos y descubría que su vestido había quedado destruido por el repentino crecimiento muscular. -Tendré que hacer otro "huipil" (ese era el nombre del vestido que portaban tanto Ixtla como su hija Xochitl). Vamonos ya, se hace tarde. Hoy comeremos la carne del oso, tu llevate la piel.- Indico la mujer. Entonces, Ixtla levanto el enorme cuerpo del oso, lo coloco sobre sus hombros desnudos y comenzamos a caminar. Ese oso debía pesar muchísimo, quizá unos cientos de kilos, pero Ixtla recorrió el camino sin fatigarse, en tanto que yo sentía desfallecerme. Al atardecer, llegamos a la casa. Xochitl estaba sentada en la puerta y se apresuro a ayudar a su madre con el cuerpo del oso. -Puedo sola. Mejor comienza a hacerme otro "huipil".- Ordeno Ixtla. -¿Otra vez, mama? ¿Qué paso?- Pregunto con cierto fastidio Xochitl. -Me enfrente con el oso y mi fuerza aumento mas.- Explico la mujer, que seguía cargando en sus brazos el cuerpo del oso, como si no pesara nada. -¡Es el cuarto "huipil" que destrozas en tres días! ¡Voy a tardarme en hacerte otro! – Dijo Xochitl. -Esperare a que lo termines. Ya sabrás lo que se siente cuando tú comiences a romper tus "huipiles"- Índico Ixtla. -¿En verdad?- Dijo Xochitl muy emocionada. -Si. Así será. Con la ayuda de este hombre.-Respondió Ixtla. Las dos mujeres voltearon a verme, me observaron por un rato y entraron a la casa. Ixtla ordeno a su hija que preparara la carne del oso mientras ella haría las tortillas, que preparo de una forma muy excitante: con sus poderosas manos trituraba las mazorcas enteras de maíz y eso ya no me sorprendió: su fue capaz de triturar los huesos de un oso, ningún problema para moler el maíz. Cuando acabo de moler el maíz, comenzó a amasarlo y pude ver los músculos de sus brazos trabajando vigorosamente. En poco tiempo, las tortillas quedaron listas, mientras Xochitl terminaba de cocinar la carne del oso. Otra vez, la comida fue exquisita. La carne era deliciosa y las tortillas eran suaves y muy ricas. Acompañamos la comida con agua simple muy refrescante. Al terminar, Ixtla ordeno a Xochitl que recogiera todos los platos, incluido el mío y que cuando terminara de limpiarlos, que durmiera en la otra habitación. Cuando Ixtla se aseguro que su hija estaba completamente dormida, me dijo: -Ayer solo revise tú líquido vital. Esta noche te mostrare como debes ayudar a mi hija, así veré si también eres los suficientemente fuerte. Yo había entendido que para ayudar a su hija debía tener relaciones sexuales con Xochitl, pero lo que me acababa de decir significaba que Ixtla y yo tendríamos sexo. Y la idea me agradaba. Su musculoso y fuerte cuerpo, ver como se enfrento a un oso y presenciar como habían crecido sus músculos, me había excitado mucho. Tendió su "petate", nos acostamos y comenzó a abrazarme y acariciar mi pene, que rápidamente se puso erecto, al mismo tiempo que yo acariciaba y besaba su poderoso cuerpo y me encantaba sentir esos músculos tan marcados. Entonces, me dijo que introdujera mi miembro en ella y obedecí. Al principio fue doloroso, ya que los músculos de su vagina eran tan poderoso que sentí que me frotaban con piedras, pero después, Ixtla comenzó a moverse de tal modo que se convirtió en un placer increíble y eyacule rápidamente. Cuando ella lo noto, me dijo: -Eso es lo que debes darle a mi hija. Asegurate de que entre todo tu liquido en ella. No desperdicies ninguna gota. Mientras me hablaba, ella seguía moviéndose tan delicioso que en pocos momentos tuve una eyaculacion mas y otra y otra, hasta que quede completamente fatigado. Mientras conciliaba el sueño, me preguntaba que pasaria con Xochitl cuando ella recibiera mi liquido... CONTINUARA... Recibo comentarios buenos y malos. Escriban a josema94@yahoo.com.mx Muchas gracias por su interes!