UNA CITA CON EL MEDICO   Durante meses tuve problemas en mis relaciones sexuales, no era capaz de excitarme con las mujeres, a pesar de que habia tenido varias relaciones con mujeres muy hermosas. Al principio no me preocupé demasiado, seguro que era por las preocupaciones y el estres, pero cuando estaba con un pelirroja de lo más atractiva, una compañera de trabajo con la que llevaba varios meses tonteando y despues de una cena romantica nos acostamos, el tema me empezó a preocupar mucho. Fue un gatillazo de lo más lamentable, ella miro mi pene empequeñecido, lo toco con los dedos y puso una mueca burlona, para mi fue mi mayor humillación. Escapé como pude pero no podia evitar sonrojarme cuando me encontraba con la pelirroja en el trabajo y sonreía maliciosamente.   Finalmente me confesé a uno de mis mejores amigos. - No te preocupes, comentó mientras jugabamos un partido de tenis, hay especialistas en estos temas. - Que sugieres, que me acueste con un prostituta. - ¡No hombre!, me refiero a medicos, saben curar estas cosas. - No conozco a ningun medico, además me da vergüenza comentar algo tan intimo con un hombre al que no conozco. - Te voy a dar la dirección de un medico, es de lo mejor, yo lo visité hace unos meses porque me pasó lo mismo, y ahora ya estoy curado.   Al principio me negué a visitar al medico, pero después de reflexionar durante dias, me animé y seguí el consejo de mi amigo.   Llegué a la dirección que me dijo, me atendió una enfermera de lo más atractiva. - Tome asiento señor la doctora le atenderá enseguida. ¡Que!, pensé, ¡una mujer!, no me lo creia, ¡como iba a contarle mi caso a una mujer!. Pensé en abandonar el lugar, cuando se abrió la puerta y salió un hombre de lo más contento, agradeciendo a la doctora sus servicios efusivamente. La enfermera hizo un gesto para que entrara en la estancia, cosa que hice de forma dubitativa, ante el miedo que sentía.   La doctora escribía en un papel, me fije en su melena oscura y rizada, cuando levantó la cabeza dirigiendose hacia mi me lleve una gran sorpresa, era una mujer muy atractiva de unos 35 años, "esto va a ser más dificil de lo que imaginaba, como voy a contarle mi problema a una mujer asi". Me asaltaron las dudas, mi primera intención fue escapar de aquella habitación lo más rapidamente posible.   La mujer me sonrió: -¿Que le pasa?, pregunto con voz calida y agradable. -Vera, carraspeé, intentando continuar. Mis relaciones no son normales como las de cualquier hombre. -¿A que se refiere?, ¿no tiene erecciones, o no tiene apetito sexual?. - Hace meses que no siento ninguna erección aunque intento mantener relaciones sexuales de forma frecuente. Es muy dificil para mi explicarle estas cosas a un mujer. -Le entiendo perfectamente, pero me tiene que ver como una doctora, no como una mujer, estoy acostumbrada a tratar con hombres que le pasa lo mismo que a usted, y a solucionarles los problemas, asi que relajese y no tema por ser sincero. ¡Vaya!, que facil era decirlo, intentaba compararla con el doctor Carrasco y me entraba la risa al recordar lo feo que era, y lo diferente a la doctora Sanchez.   -Bajese los pantalones y tumbese en la camilla, la voz de la doctora interrumpió mis pensamientos. Me gire dando la espalda a la doctora, bajandome los pantalones rapidamente para enseñarle lo menos posible a la mujer. Me recosté en la camilla avergonzado como un chiquillo. La doctora se levantó de la silla, se acercó hacia mi, desde abajo parecia todavia más hermosa. Ella me observaba con ojos de medico, evaluando al paciente que tenía delante. Yo me fijaba en su boca, con una dentadura perfecta, en sus ojos negros, y en su melena rizada, realmente era una mujer muy guapa.   -Permitame, intente relajarse, comentó ella mientras con gran eficacia me quitaba el slip. ¡No podia creermelo!, me encontraba con mis genitales desnudo ante ella. Comenzó su exploración por mi abdomen, tocaba con sus manos expertas mi barriga. -Si le duele hagamelo saber. Seguia tanteandome por el bajo vientre. Intenté pensar en otras cosas, sentía que me excitaba aunque mi pene seguía igual de flacido que en los ultimos meses.   Ella me cogió los testiculos, dí un pequeño, observó detenidamente uno y luego pasó al otro, sus dedos suaves me estremecieron. -No parece que tenga ninguna lesión testicular, veamos el escroto. Recorrió con sus finos dedos entre mis pelotas. Cada vez me estaba poniendo más nervioso. La miraba de reojo, ella seguia su exploración de forma profesional comentando lo que veia como si yo fuera un colega de profesión. -Vamos a observar más detenidamente. Cogió una de mis pelotas y acercó su rostro para verlas más de cerca. -Digame si le duele, la giró lentamente en su mano. -No me duele, casi no me salía la voz, tal era mi situación. Nunca habia pasado por nada parecido, y aunque era muy agradable sentir sus manos en mis atributos, no podia soportar que me viera en ese estado. Cuando termínó con una gonada, comenzó su exploración más detenidamente por la otra.   -Sigo sin ver nada en los testiculos, los sopeso con una mano. Veamos el pene. Tanteó mi aparato con sus dedos. Comencé a sentir una erección, no sabia si celebrarlo o aguantarme para que ella no lo viera. Pero se trataba de una doctora experta en estas cosas. Me miró con ojos satisfechos, mientras sus dedos pasaban de la base del pene a la punta, donde prolongó su contacto, no se si de forma voluntaria o no.   -Por favor, levantese y apoyese en la camilla, voy a continuar con la exploración. Senti un repentino alivio, por lo menos no se daría cuenta de mi creciente excitación. Escuche como ella se ponia unos guantes de latex. Me hizo agacharme ligeramente y abrir las piernas. -No lo va a doler, solo sentira una ligera presión, me susurro al oido. No sabia a lo que se refería cuando de improviso sentí que me introducía un dedo en el recto. Era una experiencia nueva y extraña, a mi edad nunca me habian hecho eso.   -La prostata tiene el tamaño adecuado, relajese y piense en algo agradable, esto no va a durar mucho. Sentía su dedo acariciandome la glandula prostaica. Empezaba a sentir una sensación muy agradable después de la primera impresión. Se notaba la practica de ella, introdujo otro dedo. Con ambos dedos masajeaba suavemente mi recto. Notaba que me flaqueaban las piernas, una oleada de placer vino tras otra. De improviso, ella se arrimó más a mi, con la mano izquierda me agarró los huevos, acariciandomelos con mucha suavidad, era una sensación extraña, sentia los guantes de latex excitandome cada vez más. Subió su mano por mis genitales, me cogió fuertemente del pene, ahora si que lo tenía grande y grueso como nunca lo habia sentido en mi vida.   Movia su mano hacia arriba y abajo de mi aparato, era una masturbación maravillosa, mientras con los dos dedos masajeaba circularmente la prostata.   -Algunas teorias dicen que la prostata es el tercer testiculo del hombre, susurraba calidamente en mi odio, yo soy partidaria de esta teoría y la aplico en mis pacientes. Estaba loco de excitación. Mi cuerpo se convulsionaba hacia adelante y atras en movimiento freneticos, mientras la mujer proseguia con su labor, me venian una y otra oleada de placer sin llegar a eyacular, era algo prodigios, tenia orgasmos uno detrá de otro, jamás habia sentido algo igual. Perdí la noción del tiempo, no se si pasaron unos minutos o llevaba horas en la consulta, tal era mi estado fisico y mental, era un juguete en manos de la mujer, habría pagado millones por algo asi si lo hubiese sabido antes.  Finalmente, despues de tanto frenesí, y de no se cuantos orgasmos, no pude aguantar más, un chorro de semen como nunca habia visto salio de mi pene, ella demostró una vez más que no era una novata en estos temas, pues se apartó hacia un lado para que no la manchara.   Estaba exhausto, disfrutando de unos momentos deliciosos, la doctora masajeo lentamente mientras me vaciaba por completo, luego me soltó, se sentó detras de la mesa, me miro fijamente:   - Esta usted completamente sano, no tiene ningun problema sexual como he podido comprobar. - Pero doctora, ¿que ocurre si me vuelve a pasar lo mismo?. - Puede pensar en este "chequeo" que he realizado, o volver a mi consulta,remarcó con una sonrisa tendiendome la mano.   Salí de la consulta, miré a mi alrededor viendo a varios hombres esperando ansiosos para ver a la doctora. Cuando llegué a la calle todo me parecía un sueño, era la experiencia más excitante de mi vida, desde luego, pensé que si volvia a fallar en temas sexuales volveria muy gustoso a pasar por las manos de la doctora.   j_torre2003@yahoo.es