Marido Domado Un amoroso matrimonio termina con la completa dominación - del marido! ¡Estaba a punto de suceder! Todo el entrenamiento que ella había tenido durante el año pasado, todo el esfuerzo en el gimnasio estaba dando sus frutos. Y había sido Mark, su esposo, el que lo había sugerido. Mary se había casado a los diecisiete años y su matrimonio había ido mal desde el mismo principio. Pero siendo Católica Romana, el divorcio ni siquiera era una posibilidad. De todas formas, la chica pensaba en una solución diferente. Si ella pudiera tomar control de la situación, entonces podría moldear su matrimonio de a cuerdo a lo que ella quisiera. Todo lo que tenía que hacer era tomar dominar a su enorme y musculoso marido de 25 años. Y esa noche, ella se sentía lista. "No quiero que vayas a tomar con tus amigos esta noche." Dijo calmadamente, mientras Mark se preparaba para salir. "No empiezes otra vez." Repsondió él. "Salgo cuando me da la gana, a menos claro, que creas que puedes detenerme." Mary analizó a su esposo. Él estaba casi desnudo, en calzoncillos, y sostenía en la mano tenía los pantalones que pensaba ponerse. Medía 1.8 metros, más de una cabeza más alto que ella. Sus anchos hombros sostenían su grueso cuello, y ella se daba perfecta cuenta de que sus brazos, cruzados sobre su musculoso pecho, mostraban una clara señal de intimidación. Su estómago, antes duro como una roca, ahora mostraba algunas señales de su constante consumo de alcohol, pero los enormes muslos confirmaban el hecho de que todavía estaba en buena forma, y era muy fuerte. 'Podré derrotar a tan poderoso hombre?' se preguntó a sí misma. Su instructora en el gimnasio le había dicho que sí podía. Dijo que una mujer puede ser tan buena luchadora como cualquier hombre, siempre que fuera rápida, hábil y supiera mantenerse calmada para utilizar sus habilidades. Mary era rápida y hábil. La instructora le dijo que nunca había tenido una mejor alumna. Ahora estaba a punto de descubrir si podía utilizar sus técnicas bajo presión. "Puedo detenerte, si eso es lo que tengo que hacer." dijo Mary. "Si lo que quieres es una pelea, tendremos una. Podemos mover los muebles de la sala y dejar esto terminado de una vez por todas. ¿De acuerdo?" Mark no sabía que decir. Era increíble que su delgada y pequeña esposa aceptara su desafío. Pero, si eso detendría sus molestias.... "Esta bien." Dijo sonriendo, "Si eso es lo que quieres, pero no me culpes si te lastimo." Cuando movieron los muebles, Mary se sacó el vestido, levantándolo lentamente sobre su curvaceo cuerpo, sabiendo el efecto que esto tendría en su masculino oponente, usando su sexo para ganar ventaja. Bajo el vestido, ella tenía un pequeño par de calzoncitos azules, que se pegaban a sus nalgas y pelvis, enfatizando su femineidad. Sus pequeños y firmes senos estaban cubiertos por un polo blanco, y tenía un par de botas, que casi le llegaban a las rodillas. Aparte de eso no tenía nada más para cubrir su joven y firme cuerpo. La chica sabía que éste era un atuendo que Mark encontraba especialmente exitante, y notó el bulto que crecía entre las piernas del hombre. "Vale todo." Dijo Mary, "y total sumisión para el perdedor al final de la pelea, ¿entendido?" "Bien." Aceptó Mark, sin escuchar, muy ocupado en observar a su sexy esposa preparándose a luchar con él en calzoncito y el pequeño polo, y enfocando su atención en el curváceo cuerpo de su esposa. Estaba pensando en cogerla, desnudarla y follársela hasta que ella... Lo pateó en las bolas. Mark se dobló, soltando un gemido de dolor mientras un puño femenino se estrellaba en su boca. Más dolor llegó hasta el cerebro del hombre cuando el pié de la chica impactaba con su rodilla. Entonces, ella retrocedió. Mary sabía que podía terminar con su marido en ese momento, pero también sabía que entonces no terminaría ahí el asunto. Él siempre diría que ella lo había atacado antes que estuviera listo, mientras el babeaba por el cuerpo de ella; y que ella le había pateado las bolas, diría 'golpe bajo' aunque habían acordado que 'valía todo'. "Tuviste suficiente, maridito?" Preguntó burloanmente. "Porqué no te rindes ahora y te evitas una paliza? No quiero lastimarte a menos que me obligues... ¡pero si me obligas, tendré que darte la paliza de tu vida!" Mark no podía creer lo que estaba pasando. Sentía dolor, pero el dolor se iba. Ella lo había agarrado frío, pero no dejaría que sucediera otra vez. Estaba indignado, molesto. Cómo se atrevía su esposa, una mujer, atacarlo, amenazarlo, burlarse, patearlo en las bolas. Quería agarrarla y lastimarla, lastimarla mucho. Atacó. La chica no esperaba menos, y respondió a su ataque con una muy bien ejecutada patada al estómago, rodando de espaldas, hundiendo su pié en el estómago de Mark, mientras su momentum lo llevaba encima de ella, y ayudando su trayectoria con un movimineto de su pierna. Mark se estrelló contra un sillón, quedando con las piernas hacia arriba. Todavía no se recobraba, cuando la chica atacó otra vez. Rodando ágilmente de pie, Mary sintió la risa surgiendo dentro, al ver a su enorme marido colgando patas arriba sobre el sofá. Escogió su objetivo y se lanzó en una patada voladora hacia las vulnerables bolas del hombre. Más por suerte que por reflejos, Mark interpuso su muslo mientras trataba de rodar del sofá. La chica perdió el equilibrio, e impactó en la pared, lastimándose un poco en el trayecto. Esto le permitió a Mark ponerse de pié y avanzar hacia la chica sintiendo ganas de asesinarla. Mary le dejó venir. Estaba segura de que él conocía una sola forma de luchar, y esa era lanzando golpes con los puñoa. Bueno, ella también podía lanzarlos, ¡pero más rápido! ¡Y también tenía otras formas de luchar! Mark adoptó una pose de boxeador, escondiéndose detrás de sus brazos, tan gruesos como las pantorrillas de Mary. Su primer golpe estaba dirijido al sonriente rostro de la chica. Ella lo esquivó. Lanzando su propio golpe, bajo la guardia del hombre y golpeando su estómago. Él casi ni lo sintió y tiró otro golpe a su hermosa esposa. Falló. Y la chica lo golpeó otra vez, y atrapando sus brazos con su pecho, lo golpeó con un par de puñetazos a su estómago antes que él pudiera librarse. Estos golpes sí los sintió. Mary lanzaba todo su peso en cada golpe, y el estómago de Mark estaba debilitado por la cerveza. Ella sintió la satisfacción de ver el efecto que tenían sus pequeños puños al golpear su masculino cuerpo. Un derechazo del enorme macho casi le sacó la cabeza si no esquivaba bajando su cabeza. Mientras su cuerpo giraba por la fuerza de su propio golpe, la chica se impulsó con la pared y se lanzó contra su esposo como un misil humano. Su cabeza lo alcanzó en la parte baja del abdomen, deteniéndolo en seco, dejéndolo sin aire. Sus brazos cayeron y su boca se abrió, tratando desesperamente de tomar aire, minetras le temblaban las piernas. La chica, completamente tranquila se concentró en la destrucción de su enorme pareja, giró y lo empujó contra la pared. Cogiendo al lastimado hombre del pelo, la chica le aplastó la nariz, rompiéndola de un solo golpe. Otro golpe quebró su ceja antes que sus brazos pudieran defenderlo. Mientras él levantaba los brazos la chica pateó la mejilla del hombre. Su cuerpo empezó a doblarse para tratar de aliviar el dolor, y una vez más estrelló su puño contra el desprotejido rostro de su esposo. Mareado y con un dolor increíble, debido al salvaje ataque de su adorable y joven esposa, Mark estaba entrando en pánico al chocar contra la pared, dándose cuenta que estaba recibiendo una paliza de la chica. Tratando de concentrar toda su fuerza, trató de zafarse. Alzó sus brazos. Comenzó a moverlos como aspas de molino, pero sin resultado. Mary sostuvo su posición. No retrocedió ni un solo paso. El enorme y musculoso hombre no podía creer que una frágil y delgada mujer pudiera mantener una lucha a puños, pero la adrenalina de Mary fluía. Nunca se había sentido tan bien. Luchaba contra un oponente masculino, más grande, más pesado, más fuerte, y estaba determinada a derrotarlo, para mostrarle que las chicas podían derrotar a cualquier hombre. Mary desviaba los golpes de su esposo sin mucho esfuerzo. Mareado y debilitado, sus musculosos brazos eran mucho más pesados y difíciles de mover de modo que la chica los esquivaba, y sólo chocaban con aire. Mientras, ella hacía que sus puños impactaran en el hombre. La pequeña chica, rápida como un rayo, irrumpía en la defensa del hombre, golpeando su ensangrentado rostro, eliminando toda su energía, hasta que casi no podía leventar sus, antes, poderosos brazos en defensa. Sin remordimientos, la chica continuaba estrellando sus puños en su marido. Lo acorraló contra la pared, cogiéndolo de la garganta con una mano y golpeando su estómago con la otra. Ignorando los gemidos del hombre, se acercó a él. Eligió cuidadosamente su objetivo, entonces, con deliberada calma, la chica lanzó un rodillazo a los huevos del hombre, con destructora fuerza. Un alarido de angustia escapó de la garganta del hombre al sentir el intenso dolor. La curvilínea chica, que se veía tan dócil y femenina, soltó su garganta. Entonces, mientras su cuerpo caía al suelo, lanzó un derechazo a la mandíbula de su marido. El enorme y musculoso cuerpo de Mark se deslizó por la pared. Sus amoratados e hinchados ojos trataban de ver a la chica que lo había derrotado. Despectivamente, Mary vió al hombre caer al suelo. Lo volteó boca abajo, usando toda su fuerza para levantar sus brazos tras su espalda, y jalar. Sonrió al escuchar los gritos de agonía de su esposo al inutilizar sus brazos. Pero no había terminado con él aún. Mientras su cuerpo temblaba, la chica lo pateó hasta que estuvo de espaldas, y se sentó sobre su pecho. Estirando su brazo hacia atrás, cogió las adoloridas bolas del hombre, y apretó. "Ahora puedes rendirte." Ronroneó minetras su esposo se retorcía. Aplicó más presión. "Po...por..fav...or....para...por favor!" Suplicó el atormentado hombre, pero no vió trazos de misericordia en los ojos de la chica. Ella soltó sus bolas, lo cogió del pelo y levantó su puño. Estampó un puñete en la cara del indefenso hombre. "Ríndete." Sugirió suavemente, levantando su puño otra vez. Esta vez lo golpeó en la boca, rompiendo dientes, minetras su esposo trataba de salvar su ego resistiéndose. Levantó su puño una vez más. Vió el terror en los ojos de su esposo, pero no le dió ninguna oportunidad. La determinación de su esposo colapsó. La chica había destruído su espíritu de lucha. No podía resistir más. Tenía que aceptar la derrota a manos de su esbelta y joven esposa. "Me....me....rind....rindo.." Murmuró, gimiendo de dolor y de verguenza por haber sido tan salvajemente golpeado por una pequeña chica. "Buen chico." Sonrió su esposa. Estaba exitada por la forma como había derrotado al hombre fuerte y grande, tán fácilmente. Sentía el poder que tenía sobre él, mientras él estaba tendido en el suelo, llorando bajo ella. Se levantó y puso su pie sobre su pecho, levantando sus brazos en señal de victoria. Lo había vencido en combate. Ahora él estaba completamente derrotado, y haría lo que ella ordenara. Esto sería divertido. Tenía un lado oscuro que había reprimido mucho tiempo. Hasta ahora. Sabía que disfrutaría enormemente destruyendo al hombre y conviertiéndolo en su jugete. Primero, le quitó los calzocillos, dejándolo desnudo a sus pies. Mark estaba mirando hacia la chica de pié sobre él. La chica que tenía la ropa que lo exitaba más que nada. La chica radiante por la victoria por haber conquistado al macho. Una vista que lo exitó. A pesar de su verguenza, el dolor y el temor por lo que sucedería, el pene de Mark se levantó, en la erección más grande que había tenido jamás. Mary lo observó atónita. Sonrió malévolamente, y hundió su pié en las vulnerables bolas del hombre. "Desde ahora, esposo," comenzó mientras su marido se retorcía de dolor, "sólo tendrás erecciones si te lo permito. Te daré un castigo para que recuerdes esa regla. Dí 'gracias'." El poderoso, pero completamente subyugado macho dijo 'gracias' a la hermosa chica que lo había derrotado y que había destruído su espíritu de lucha. La chica había ganado. ¡Y ambos lo sabían! Mary hizo que su esposo se levante, con las palmas de las manos contra la pared, piernas separadas y su pene y huevos colgando entre sus nalgas. Buscó entre los cojines del sofá, y sacó una vara, que había comprado especialmente para la ocasión, segura de su victoria. Lo levantó. Sonrió sadistícamente cunado vió el cuerpo de su víctima tensarse en anticipación. Entonces golpeó. Fría y sistemáticamente, la chica apaleó el desnudo cuerpo de su esposo con el instrumento de castigo, ignorando por completo las súplicas y llantos por piedad, que gradualmente se convirtieron en gemidos de desesperación. Cuando se cansó de golpear a su marido, se detuvo. "Ponte de rodillas." Oredenó a su adolorido esposo. "Ahora arrástrate hacia mí." La chica miró con satisfacción mientras el enorme macho hacía lo que le había ordenado. "Ahora, suplica como un perro." Ordenó. Cuando estuvo satisfecha con esta postura de servilismo, puso sus manos en las caderas, y los pies separados. "Mírame." Dijo. Sus labios temblaban mientras él trataba de contener lágrimas de verguenza por la total humillación que la chica le hacía pasar. Estaba completamente derrotado. Era suyo, para obedecer sus órdenes. Sin embargo, una extraña sensación de tranquilidad lo invadió, y comenzó a llorar. La chica miró al enorme, musculoso y poderoso macho al que había convertido en una masa temblante y sollozante. Brilló de orgullo. Ella, la mujer, la fémina, era la mejor luchadora. No necesitaba grandes músculos, fuerza, huevos o testosterona. ¡Todo lo que necesitaba era la rapidez, la habilidad y la determinación de una mujer! Había destruído al hombre, lo había llevado a un estado de completa dominación. Miró profundamente en los aterrorizados y llorosos ojos del hombre y lo pateó despectivamente en los huevos. Su enorme cuerpo se estrelló contra el suelo, llorando de dolor, cubriendo sus bolas y gimiendo. Mary miró hacia abajo, hacia él. "Vuelve a poner los muebles en su sitio." Le ordenó mientras se iba a duchar. "¡y no sangres sobre la alfombra!"