Crónicas de un Manganzón. Por El Bohemio de Caracas. Soñó con Norma Méndez. Hola ¿Qué tal? ¿Cómo están? Yo estoy bien. Acabando de tomarme una ducha, pues últimamente los mediodías aquí se están tornando realmente calurosos. Pasaron tres semanas desde que estuve en aquella fiesta del compañero de chamba de Roberto, y unos días desde que pasé por el negocio del señor Freddy para hablar de negocios y de otros temas, entre ellos, comentar los relatos de aquella noche. Bueno, así fue, pero al final no conseguí que me rebajara el precio de un par de zapatos que me quería comprar. Bueno... ¡Comerciante al fin! Justo cuando me iba a retirar de aquel local, pasó Raúl por el lugar. Estaba haciendo una diligencia y vio un modelo de zapato que estaba en la vidriera. Lo saludé y entonces empezamos a hablar. Pasó a preguntar por el precio del modelo y entonces salió. "Vamos" me dijo, para después preguntarme "Pana ¿qué vas a hacer ahorita?" "Bueno, irme a mi casa ¿Por?" Le contesté "Acompáñame un momento al Ministerio" me pidió y entonces nos fuimos a la esquina de Carmelitas, donde queda una oficina del Ministerio de Finanzas. Entablamos conversación y en medio del camino le comenté lo que estaba hablando con el dueño de la zapatería. "¿Así que conoces al dueño de la zapatería? Coño, mano ¿puedes hablar con él para que me haga una rebaja?" Le riposté de inmediato "Nooo, chamo, si más bien quería que me rebajara el precio a un par de zapatos de goma que tenía y no quiso", "bueno..." suspiró Raúl. Llegamos al Ministerio, nos identificamos en recepción y subimos a la oficina donde iba mi pana. Pasó él y yo me dediqué a esperarlo en el pasillo. Al cabo de cinco minutos, salió y me volvió a pedir: "Pana ¿No te molesta si me acompañas a Los Cortijos, a la Escuela de Hacienda?", "Si me pagas el pasaje, por supuesto que no me molestaré" le dije. Sin más, nos fuimos a la Escuela de Hacienda. La curiosidad me mataba "Chamo ¿qué vas a hacer allá?", Raúl me responde "Busco a una amiga mía. Ella trabaja aquí en Carmelitas, pero no sabía que daba clases en la Escuela de Hacienda. Necesito que ella me ayude con un trabajo de mi hermana. En la universidad le mandaron una asignación de administración fiscal", "Ah, ok" luego, empezamos a hablar de otras cosas. Tenía tiempo sin verlo, prácticamente desde que nos vimos en casa de Conrado. Recuerdo su escepticismo cuando escuchamos el cuento de Jonathan, así que decidí por no tocarle ese y ningún otro tema relacionado con cuaimas, arpías, amazonas y peleadoras (o peleonas). Hablamos de otras cosas mientras íbamos en el metro. Después de media hora, llegamos a Los Cortijos. Nos dirigimos a la Escuela, en recepción nos identificamos e inmediatamente fuimos al salón de profesores a buscarla. "La verdad es que me sorprende que ella sea profesora aquí. Si tú la conocieras" me dijo Raúl. Llegamos al salón de profesores y preguntamos por ella. "Está terminando de dar una clase, ella no ha firmado así que debe venir para acá ¿quieren esperarla? ¿Es urgente?" Nos dijo otra profesora que estaba allí revisando la lista de los docentes. Al parecer era su supervisora. En el pasillo había un banco, allí nos sentamos Raúl y yo a esperarla. No esperamos mucho. Después de un rato sonó el timbre anunciando el final de la hora de clases; la institución entró en un receso de 15 minutos. Entre las personas que abarrotaron los pasillos, la inmensa mayoría estudiantes, apareció la amiga de Raúl. Era una morena bajita, de buen vestir y de buen ver, elegantemente vestida. Saludó a Raúl, quien me la presentó rápidamente. "Pancho, conoce a Ingrid", "Encantado" Le dije mientras estrechaba su mano, ella solo atinó a sonreír. "Hablemos rápido, mira que este receso suele pasar volando y yo tengo otra clase" dijo. Entonces Raúl y ella pasaron al recinto de profesores para que mi amigo le diera los detalles del trabajo de su hermana, quedándome afuera en el pasillo. Luego de unos minutos ambos salieron tras unas breves palabras, nos despedimos y rumbo a la salida, Raúl volvió a pedirme "Pana, voy a Macaracuay, no sé si quieres acompañarme". Después de pensarlo un poco le respondí "¡Vamos, pues!" Y para Macaracuay nos fuimos. Es una urbanización elegante del este de la ciudad, como les dije en la entrega anterior. La fiesta a donde fui en esa ocasión era en otro sector que quedaba pegado al cerro El Ávila, en el lado opuesto al lugar adonde nos dirigimos. Quedaba un poco retirada de donde estábamos, así que tomamos una buseta y llegamos al lugar después de más de cuarenta y cinco minutos. Y eso que no había mucho tráfico. Llegamos a un edificio, una torre de 10 pisos destinada a oficinas. Le pregunté a Raúl "¿A qué vinimos? Mejor dicho ¿a qué vienes tú aquí?". "A visitar a un abogado. Su bufete queda en este edificio", "¿Vas a demandar a alguien?" Volví a interrogar "No, vale. Voy a terminar de cancelarle unos honorarios. Es que gané un caso, una demanda contra una tienda, un local de venta de computadoras. Me quisieron estafar con un disco duro que no funcionaba y..." Siguió echándome el cuento mientras entramos al edificio, nos registramos en la recepción, subíamos el ascensor hasta que llegamos al piso en donde estaba ubicado el bufete del abogado. Llegamos allí. Se anunció con la recepcionista y al cabo de unos minutos, mientras hablábamos paja, el abogado lo mandó a llamar y como, según él, era un caso de suma confidencialidad, me pidió que lo esperara; pero ¿Por qué si ya se había resuelto el litigio a su favor? Bueno, lo dejé así, preferí no preguntarle nada, así que me dediqué a esperarlo. Había unas revistas al lado de la butaca donde yo estaba sentado, por lo que empecé a leerlas mientras esperaba al loco de Raúl. Transcurrían los minutos y el carajo seguía allí, metido en la oficina, mientras yo leía y releía, hasta que tomé un ejemplar en cuyas páginas interiores salía una chica muy guapa exhibiendo unos trajes de baño. Se trataba de Norma Méndez, una modelo caraqueña por la que he suspirado. Una mujer que también tuvo algunos pinitos en la actuación, pero su fuerte en definitiva es el modelaje. Fue la imagen de la carátula del CD de un grupo de rock llamado "Caramelos de Cianuro". Norma es una linda pero impresionante hembra de 1,75 de estatura, piel blanca, cabello negro (abundante, por cierto) y un par de ojazos grises que le dan un aire misteriosamente sensual. Si yo fuera un director de cine que estaría grabando una versión fílmica de "Vampirella", aquella mujer vampiro heroína de los cómics, no dudaría en llamar a Norma para que encarne a ese personaje. Porque cuando digo que ella es una impresionante hembra, es que así lo es. Tuve la oportunidad de asistir a un evento fashion celebrado aquí en Caracas y vi desfilar a varias conocidas modelos tanto nacionales como internacionales y entre ellas estaba Norma, dejándome con la boca abierta al ver su portentoso físico... Puede dar vida a ese personaje del cómic, repito... Es que no solamente es bella, sino que se gastaba un cuerpazo divino, una figura despampanante. No es de aquellas modelos anoréxicas que tanto abundan, ¡no señor! pues se trata de una mujer que sin llegar a extremos posee (Por supuesto, su oficio le impide tener un cuerpo excesivamente marcado) una hermosa figura aderezada con una complexión atlética que la hace ver imponente... todavía recuerdo eso como si fuera ayer. Así que me dispuse a mirar y remirar las fotografías de aquella diosa. En eso estaba cuando Raúl salió de la oficina del abogado y yo no me había dado cuenta. Cuando me llamó no le hice caso, tan embelesado estaba yo con las fotos, que a la tercera llamada me dio un golpecito en el hombro que me hizo saltar. Raúl se extrañó ante mi reacción, pero luego comprendería al ver las fotos que estaba contemplando. Se le dibujó una sonrisa maquiavélica... "Así que estas dándote un gustazo viendo las fotos de esa caraja ¿No? Deja que yo también disfrute, carajo... " acto seguido me arrancó la revista y empezó a verlas. Se quedó fascinado con ella "¿Te gusta ella?" Le pregunté. "Si, vale, me gusta mucho. Es una chama muy exótica, me llama la atención... espero conocerla algún día... " y así siguió comentando sobre ella. Descubrí que también estaba encantado por esta beldad. Tomamos el ascensor y llegamos a planta baja. Cuando ya nos retirábamos del edifico, nos topamos con la mismísima Norma ¡La habíamos matado al hablar de ella justo en ese momento! Se estaba anunciando en recepción. A Raúl casi se le cae la quijada al suelo y a mí también pues, no solo era el hecho de encontrárnosla en persona, sino por cómo estaba vestida: se veía elegante pero sexy a la vez, pues tenía un top sin mangas con cuello de tortuga y una minifalda que, como diría un amigo mío, era criminal, pues estimulaba mucho la imaginación. Calzaba unas sandalias de tacón mediano que hacía que sus piernas lucieran enormes. Les digo que la parte de su cuerpo que más resalta son sus caderas y sus piernas, las cuales se ven trabajadas. Un par de muslos gruesos y bellamente torneados y unas batatas abultadas que le daban una imagen de locura. Nos quedamos asombrados. Lo cierto del caso es que los dos nos quedamos junto a la puerta del ascensor porque a Raúl se le ocurrió hacer el paro de que se estaba revisando los bolsillos tratando de buscar algo que no encontraba. Adiviné de inmediato sus intenciones y le seguí el juego. Norma terminó de registrarse en recepción y enfiló a los ascensores. Raúl entonces aprovechó para hablarle, halagarle y pedirle un autógrafo, bueno, lo demás ustedes se lo imaginarán, con ambos pidiéndole autógrafos y dándole un tratamiento de estrella de la televisión. Raúl le echaba los perros casi de frente a una chica que nos trató con simpatía... me dí cuenta de la grandeza de Norma como persona, pues siendo alguien que trabaja en la tele y encima reconocida en su medio, nos trató de lo más chévere. Llegó el ascensor y Norma lo tomó, pero antes de subir se despidió de Raúl mirándolo fijamente con sus ojos grises y después dándole un beso volador... se cerró la puerta del elevador y mi pana se sentía extasiado. Nos fuimos del edificio y mi amigo prácticamente andaba por las nubes. No era para menos. Una vez recuperados de la impresión, conversamos sobre ella en el autobús. Llegamos a la estación del metro y todavía seguíamos en el tema. Debo confesarlo, pero su estampa nos dejó excitados... Nos separamos en el metro, tomé mi camino y Raúl tomó el suyo. No nos vimos las caras en el resto de la semana. El lunes siguiente me encontraba caminando por un centro comercial cuando me topé con Raúl. Estaba haciendo unas compras y entonces volvió a pedirme que me acompañara. Luego de visitar algunos locales me invitó a comer unas hamburguesas "Y a contarte un sueño que tuve... Te lo contaré porque eres una persona en la que puedo confiar..." Tal comentario me dejó sorprendido. Nos dirigimos a la feria rumbo al local de hamburguesas, pedimos nuestras órdenes, esperamos, las tomamos y nos fuimos a una mesa mas o menos alejada de la gente. Nos sentamos y empezamos a degustar del plato, siendo entonces cuando Raúl empezó a contarme lo de su sueño... "Bueno, mano, a ver ¿Qué soñaste?" pregunté. "Chamo, tu dirás que estoy obsesionado... te lo diré sin tantos rodeos: soñé con la caraja esta". "¿Con quién?" volví a interrogar. "¿Con quien más? Con la caballota esta que nos conseguimos en Macaracuay ¡Con Norma, vale!, con Norma Méndez". "¡Ja, ja, ja, ja! Coño, mano, de verdad como que estás obsesionado con ella" Le dije mientras mordía la hamburguesa. raúl me contestó rápidamente "¡No joda! Sabía que ibas decir eso. Pero... fue un sueño muy extraño, mano... extraño..." se quedó pensativo un momento, como dudando si contarme o no. Al final, decidió seguir adelante. "Oye, ese tema de las mujeres arrechas al parecer me ha afectado". "¿En qué sentido?" pregunté imaginando lo que iba a relatarme, Raúl siguió "Bueno, soñé que estuve con esa caraja una noche, que la conocí en un evento, recuerdo que era una especie de exposición". A partir de aquí, Raúl siguió contando, casi sin parar "Bueno, me encontré a la caraja allí. Nos saludamos como si nos conociéramos de toda la vida... tu sabes, preguntando por la familia y todo eso, yo también hacía lo mismo, je, je, je, je... Bueno, lo cierto es que recorrimos toda la exposición juntos". Aquí le hice una pregunta "¿En donde fue esa exposición?". "Bueno, fue en el Poliedro, pero te digo, el Poliedro estaba en el Parque del Este y..." Lo que me dijo fueron esos detalles oníricos que hacen absurdos y únicos a los sueños. En la vida real, el Poliedro de Caracas no queda en el Parque del Este, sino en el extremo sur de la ciudad. Mejor sigo con el relato en sí. "Bueno, estuvimos allí, recorriendo los stands... mientras yo aprovechaba de atacarla, de echarle los perros, piropeándola. Tanto que, bueno... ¡tú sabes!..." Así que le dije "Entonces fueron a una hotel", "¡Sí!" se apresuró en responder... "Por la cara que pones imagino lo que piensas pero... no es así... no lo soñé así exactamente", "¿Qué quieres decir?", "Bueno... una vez allí, todo cambió. La caraja no quería nada conmigo... justamente cuando estabamos en la habitación... desnudándonos ¡Tú sabes! esos..." detalles oníricos que... cómo les dije. Siguió hablando "Ella no quiso hacerlo y yo con ganas... pero ¿Sabes lo que hizo?", "¿Qué hizo?" pregunté, un poco como desanimado "Peleó conmigo..." Yo me reí en voz baja "¿Así que peleó contigo? A ver ¿Qué te hizo? Soy todo oídos". "Bueno, después de discutir... ella me lanzó un golpe a la cara, un recto a la nariz" dijo esto último tocándose la nariz "Fue tan fuerte que me derribó... me decía cosas, insultos, palabrotas... entonces empezó a vestirse... Todavía tocándome la nariz me levanté, me enfurecí al ver que me la había roto y entonces... me lancé sobre ella... Norma, que apenas se había puesto la pantaleta, se agachó, me tomó de un brazo y me hizo pasar por encima de ella, con una maniobra de judo. Volé por detrás de sus espaldas y fui a dar contra la pared.. eso me dolió". "Yo quedé derrumbado al pié de la pared y a continuación, ella me tomó del cuello con una sola mano... y me levantó unos cuantos centímetros del suelo. Yo trataba de zafarme, le tomaba su mano y su brazo, pero nada, estaba tenso" ¡Me sorprende que mi pana Raúl me dé esos detalles! Y así se lo hice saber "¡Es que ese sueño fue tan vivido, Pancho!... mira, la caraja tenía el brazo duro, como si fuera de piedra y su mano parecía un candado que me asfixiaba. Luego de tenerme un rato así, viendo como luchaba por liberarme y como mis pies estaban en el aire, ella me arrojó a la cama..." "Yo caí sobre el colchón... tocándome el cuello y respirando fuerte para recuperar el aire... ella se acercó a mi caminando con su tumbaíto característico de modelo. Me tomó por los tobillos y... me arrastró fuera de la cama, cayendo al suelo. Después, me levantó de nuevo del suelo, con ambas manos tomando mis dos tobillos. Yo trataba de luchar pero no podía hacer nada. Me levantó aún más y entonces me clavó su pié en mi culo, lanzándome de nuevo a la cama, esta vez boca abajo. Caí allí y me pareció escuchar a Norma reírse burlonamente. En efecto, alcé mi vista y la vi sonreír de manera maliciosa, burlándose de mí. Eso me hizo enfurecer aún más y de nuevo me le fui encima". "Me levanté y me incorporé, me puse frente a ella quien dio dos pasos atrás, me cuadré y volví a lanzarle golpes; uno, dos, tres, cuatro, cinco veces le lancé pero ella los esquivaba fácilmente, hasta que intenté darle un derechazo y ella bloqueó el golpe con su mano izquierda. Rápidamente hizo una maniobra: girando su brazo envolvió al mío y entonces me lo aprisionó haciéndomelo estirar. Comenzó a hacer presión a la altura del codo doliéndome mucho. Pensé que me iba a partir el brazo. Luego me acercó hacia sí y me propinó unos cuantos golpes al rostro, me conectó varios rectos a la cara... los que hicieron explosión en mi lastimado rostro". "Coño, mijo ¡tremendo sueño ese que tuviste!" Le dije jocosamente para después agregar "Así que Norma te estaba dando una coñaza, ja, ja, ja... ¿Quién iba a imaginarlo? Yo pensé que ibas a matar la liga y me sales con ese cuento... " Raúl dijo, casi sonrojado "Bueno... debe ser que estuve escuchando tanto cuento acerca de las peleas de las mujeres que mi subconsciente quedó condicionado de tal manera que reprodujo un sueño así ¡deja que termine!". "Esta bien, termina de echar el cuento, que me parece de lo más interesante escucharlo de alguien que no cree que las mujeres hagan esas cosas, je, je, je" Dejé que siguiera hablando. "Bueno... Según lo que puedo recordar... coño ¡me hiciste perder la noción, la secuencia del relato, carajo!... ¡Ya! Iba por donde ella me estaba dando duro en la cara con puros rectos de derecha. El último golpe me lo dio en la boca y cuando lo conectó, me soltó no sin antes dar un gritico de ¡Yaaahh! Yo quedé de pié, aunque tambaleándome pero me mantuve de pié a un lado de la cama. Pensé que me iba a rematar pero solo atinó a mirarme fijamente con sus ojos grises". "Después de un rato, ella reaccionó, dándome una patada en mis bolas... yo caí de rodillas a sus pies, tomándome mis doloridas bolas. Entonces ella se colocó detrás de mí y como si fuera una experta en lucha grecorromana se puso encima de mí, buscando mis brazos. Yo me resistía, pero que va, ella me dominó, aplicando una llave estilo Nelson levantándome del piso, pero no quedé de pié sino que me puso de rodillas. Luego me pisó las dos pantorrillas fuertemente, acabando definitivamente con mi resistencia, pues el dolor consecuente prácticamente me durmió las piernas debajo de las rodillas... luego cambió la llave y me tomó los brazos estirados y me los extendió hacia atrás, lastimándome los hombros. Posteriormente ella se fue de bruces, hacia atrás, como acostándose a sus espaldas y de repente sentí como enredaba sus piernas con las mías. Ella estaba acostada aplicándome una técnica que solo había visto en la lucha libre: me sostenía arriba suyo, de brazos y piernas, una técnica que al principio estaba lesionándome hombros y rodillas, pero después sentí como mi espalda estaba doliéndome horriblemente..." Nada más imaginarme esa escena se me puso la piel de gallina, me pregunté a mí mismo ¿Qué está diciendo este carajo? ¿De verdad tuvo un sueño semejante? Prosiguió su relato "Sentí un dolor terrible, sentí que me iba a arrancar brazos y piernas... después me vino un dolor punzante en la espalda... que poco a poco fue creciendo, haciéndose más intenso... hasta que... hasta que..." tartamudeó mirándome fijamente; le pregunté "¿Hasta que qué?". "Hasta que sentí como mi columna crujía y... Justo en el momento en que sentí como me partía la columna... me desperté... chamo ¡esa sensación fue horrible! De verdad fue horrible" Raúl de repente se puso nervioso, hasta palideció. La verdad es que ese desenlace me dejó sin aliento, pero después pensé que Raúl estaba exagerando "No vale, así fue mi sueño... fue algo tan vívido... fíjate que después de despertarme fui al baño, eso fue en plena madrugada, me mojé la cara y viéndome al espejo traté de imaginarme como debí verme en esa última parte de la pelea... la verdad es que es algo escalofriante ver cómo parten a una persona por la columna, ver como esa persona es arqueada grotescamente a la altura del tórax... " Yo solo pude suspirar ante tal posibilidad de que además de hacerte sufrir en los brazos y piernas, la persona que te estuviera en ese trance, en este caso Norma, tuviera una fuerza descomunal y un total dominio de esa técnica para castigar la columna vertebral hasta romperla... Bueno, al fin y al cabo era un sueño (o una pesadilla, según el caso). Seguimos conversando. Y definitivamente llegamos a la conclusión que el relato de Jonathan lo marcó de alguna manera. Y no fue el único cuento que escuchó... no solo escuchó otro "Pana, ¡vi otra pelea!" Pero en el momento, en que me la iba a contar, sonó su celular. Lo contestó, era su madre que le estaba diciendo que fuera urgentemente a su casa. "Chamo, te contaré después, debo ir corriendo a mi casa, llegaron unos familiares de Maturín a quienes aprecio que jode y tenía tiempo sin verlos. Otro día te lo contaré ¿ok?". "Está bien, otro día" le contesté. Raúl se fue casi a la carrera y me dejó solo en la mesa, con las dos bandejas que me tocó limpiarlas de papel y restos de comida y dejarlas encima de la mesa ordenadas para que los encargados del local la recojan. Pero antes de retirarse del lugar, me soltó esta frase: "Ya sé cómo debió sentirse el pobre Jonathan cuando decidió contarnos aquella experiencia... para él fue algo tan humillante que le costó hablar... de verdad lo siento por él". Después se fue. ¿Así que vio una pelea? Bueno, ese carajo era escéptico, no creía en eso y parece que se está convenciendo. Pero yo quedé extrañado, con curiosidad, con ganas de saber como fue eso... Mientras tanto, a pesar de ser solo un sueño loco de Raúl, trataré con más respeto a Norma, si es que la vuelvo a ver... Si de verdad esa mujer sabe pelear o dominar bien algún arte marcial, sería de cuidado... En verdad esa caraja se ve fuerte ¡Zape! Bueno, amigos, me despido. Me iré por unos días a Barquisimeto, una ciudad ubicada en el centro occidente de mi querida, linda y bella Venezuela. Unos tíos me solicitan allá para que los ayude a atender a una tía abuela mía que está enferma. Al principio me iba a negar, puesto que allá tengo primos que bien pueden encargarse, pero lo de mi tía abuela es palabra mayor, cuando pequeño era una que me consentía, así que decidí echarles una mano. Parece que esta "dolce vita" que llevo está empezando a fastidiarme... Hasta la próxima, amigos. Sigan leyendo a mi pana Bohemio.