Crónicas de un Manganzón Por El Bohemio de Caracas Tour Burdelero y... ¿Pelea de Gatas? Hola amigos ¿Cómo les va?... ¿A mí? Bien, muy bien. En este momento estaba tomando la siesta vespertina. Pero no podía dormir, debido a que los niños de los vecinos están jugando afuera... ¡esos carajitos son un fastidio! Sobretodo cuando están de vacaciones. Bueno, ya vendrán las clases y las bullas no serán tan seguidas. En fin... Vamos a ver, ahora que no puedo tomar la siesta ¿Qué puedo hacer? No será ver televisión, porque ya me tiene aburrido la programación de estos canales. Es en estos momentos en los que deseo tener cable, para ver si de verdad me distraigo porque los canales nacionales siempre están en lo mismo. No quiero hablar de ello... ¡Suena el teléfono! Esperen un momento, debo atenderlo, es que estoy solo aqui en la casa... Ya. Señores, era Víctor quien llamó; viene a visitarme. Bueno, que tendrá en mente algún plan, alguna idea para este fin de semana... Bueno, ya lo sabremos en unos instantes. ¡Coño! Tocan el timbre... verga, si es él, vino rapidísimo. (A partir de aquí, solo leerán mi conversación con Víctor). PANCHO: "¡Coooño, mano! ¿Qué más? ¿Cómo está todo? ¿Qué te trae por aquí?." VÍCTOR: "Aquí, hermano, venía de hacer una diligencia a un local que está por aquí cerca. ¿Cómo estás?" PANCHO: "Fino, pana ¡Vente, termina de pasar! Ponte cómodo". VÍCTOR, sentándose en el mueble: "Oye, mi pana, me siento deshidratado ¿Me regalas un vasito de agua? Por fa..." PANCHO, dirigiéndose a la cocina: "¡Cómo no, panal! Cuénteme ¿Diligencia para un local que queda por aquí cerca? ¿Cómo es eso?". VÍCTOR: "Si, vale. Está ubicado en un edificio azul, se llama Salto Ángel". PANCHO, interrumpiendo a Víctor, mientras llega de la cocina con una jarra de agua: "¿En el Salto Ángel? Ya sé cual es el local del que me estás hablando ¿Lo vas a comprar?". VÍCTOR: "No vale, solo estaba averiguando si lo alquilaban. No tenemos real para comprar un local, tenemos lo justo para el capital. PANCHO: "Ah, ok. ¿estás asociado con alguien?" VÍCTOR: "Sí, un pana ex compañero de trabajo. Lo botaron en esta última reducción de personal y ahora está buscando invertir la plata. Un día me llamó preguntándome si yo tenía algo de dinero. Le dije que más o menos, intuyendo lo que después me iba a proponer... y efectivamente, el chamo quiere invertir esos reales. El carajo había hecho un curso de reparación de computadoras y con la liquidación logró comprar cuatro máquinas. Me propuso crear un negocio, un local donde se reparen computadoras, así como un centro para navegar en internet". PANCHO: "Ah ok ¿Y cómo cuadraron?". VÍCTOR: "Bueno, tenía unos reales guardados y calculé que podría comprar tres máquinas más. Además, yo sería quien consiguiera el local y pagar el alquiler. Tú sabes, tratando de establecer los roles de cada quien..." (Pancho y Víctor siguieron hablando del tema del alquiler por un rato. Luego cambiaron el tema). VÍCTOR: "¡Coño, mano! ¡Si tú hubieras estado con nosotros anoche! ¡Cómo me acordé de ti, de Jonathan, Conrado y Raúl, vale!" PANCHO; "¿Qué pasó?". VÍCTOR: "Hermano, anoche andaba con unos panas paseando por ahí, jodiendo, tú sabes. Estábamos caminando por el bulevar cuando a uno de los carajos se le ocurre decir "¡Vamos a ver a las putas!"... nos fuimos entonces, cómo ya habíamos caminado que jode, nos metimos en los lenocinios del bulevar". PANCHO: "¿Se metieron en los burdeles? Coño, vale ¿Bueno, no tenían mas nada que hacer?". VÍCTOR: "Pana, estábamos en una joda. No le paramos bolas, como éramos una banda, comenzamos a meternos en eso sitios. Empezamos por el "Maruja"... No joda, chamo, no te lo recomiendo ¡Esa vaina parece un ancianato! No vale la pena. En nuestros tiempos de la universidad era un sitio de calidad..." PANCHO, interrumpiendo a Víctor: "Si, vale, el sitio era de calidad y no solo eso, era el que cobraba el polvo más barato ¿Un ancianato?". VÍCTOR: "Sí, chamo, puras viejas, arrugadas y feas, que cuando nos vieron se volvieron locas. No joda ¿Quién se va a coger a una bicha de esas toda fea y descuidada, chico? No duramos ni cinco minutos allí, salimos y nos fuimos a otro". PANCHO: "¿A Cual?". VÍCTOR: "Nos fuimos por el bulevar y llegamos al "Cazador". Ese estaba más o menos". PANCHO: "¿Qué tal? Tengo tiempísimo que no me meto allí, desde aquél peo con el portero, el gorila este de Marcano ¿Sigue allí?" VÍCTOR: "¿Por qué crees tú que entramos? Ese güevón no sigue allí. La que sigue es Lucrecia, la vieja madama. ¡La condenada todavía se acuerda de algunos de nosotros!" PANCHO "¿Si? Coño, esa vieja debe tener buena memoria, es que para ese sitio va mucha gente. Que se acuerde de algún rostro, de alguien en especial..." VÍCTOR: "Sí, chamo, la caraja se acuerda de nosotros. Le preguntamos por Marcano, nos hizo la observación que no íbamos a ese sitio desde que peleamos con ese portero más alumbrado que el carrizo; bueno nos contó que el tipo se metió en un peo con unos malandros que eran tremendos narcos mafiosos. No le quedó otra que abandonar la ciudad, irse pa' otro lado. Y que fue un problema arrechísimo según Lucrecia ¡Es que el tipo no es precisamente educado, pana! ¡Se las tiraba de malo! ¡No mide sus palabras! ¡Se mete con todo el mundo por igual! Y como están las vainas ahorita, que hasta el más empalomao' carga una pistola, debía tener cuidado". PANCHO: "Bueno, es que si a ese bicho le dan un arma ¿Tú te imaginas? Uno no sabe, cargar un arma es delicado, a lo mejor el tipo se pone un poco más comedido, quién sabe. Lo cierto es que proteger el burdel era su trabajo ¿Y el peo fue dentro o afuera?". VÍCTOR: "Afuera. El tipo se puso a discutir con varios carajos. Uno de ellos lo apuñaló, pero solo lo rasguñó porque no sabe Lucrecia cómo, los separaron, después lo amenazaron de muerte. Parece que después unos carajos que conocían a los tipos le aconsejaron que se fuera, porque parece que eran unos bichos arrechos. Tú te acuerdas que el Marcano era un tipo que se las daba de alzado, de malo. Lucrecia no me quiso echar bien el cuento, sólo me dijo que aconsejaron a Marcano que se fuera porque los tipos iban a regresar para dejarlo pegado. Ahí mismo, en cosa de minutos, se fue y como a las dos horas, llegaron unos tipos armados hasta los dientes, buscándolo. Tuvo suerte el coño, así que al día siguiente llamó al dueño del burdel y éste le contó a vaina, así que el tipo le manifestó que no volvía al burdel por un tiempo después de eso. Hasta el día de hoy ¿Viste como después se cagan los que se las dan de malos, de arrechos? Ese güevón se metió con nosotros porque éramos unos carajitos. Bueno..." PANCHO, cambiando el tema: "Bueno ¿Y no había putas buenas allí?" VÍCTOR: "Algunas, había varias carajas que estaban bien buenas, pero coño, cobraban caro, 20 lucas por tan solo diez minutos". PANCHO: "¡¿20 lucas por diez minutos?! ¡Sí que son ladronas!". VÍCTOR: "Nos despedimos de Lucrecia y de algunas bicharangas y de allí nos lanzamos para el "Volta"". PANCHO: "¿Al Volta? Coño, vale, pero a ustedes como que se les pegó el boleta esa noche, mano ¿Querían que todo el mundo los viera? Tú sabes que por la ubicación de ese sitio, yo no me metí sino una sola vez. Allí todo el mundo te ve cuando entras o sales, pana". VÍCTOR: "No estábamos parándole bolas a nada. Nos acercamos, entramos y subimos. También cobraban caro. Solo nos limitamos a mirar a las nenas que allí están... Oye, ese sitio no estaba nada mal, pero cobraban igual que en el "Cazador", burda de caro. Así que a uno de nosotros se le ocurrió ir para otro sitio, uno que no habíamos visitado antes". PANCHO: "¿Cuál?" VÍCTOR: "El "Cero" ¿Has oído hablar de ese?" PANCHO: "No ¿Dónde queda?". VÍCTOR: "Nos tuvimos que devolver, bien arriba, hasta terminar el bulevar y después cruzar una calle hacia la derecha y subir dos cuadras. Como nos fuimos a pié, tardamos un pelo en llegar. Mientras íbamos por el camino, Chato, el carajo que lo nombró, nos fue contando que era un lugar bastante cómodo, serio y que tenía puras modelos, por lo que era caro, pero valía la pena". PANCHO: "No había oído hablar de ese sitio. Tal vez cuando nosotros nos la pasamos burdeleando, ese local no existía". VÍCTOR: "Tal vez. Lo cierto es que llegamos al sitio. Está ubicado en la planta baja de un pequeño edificio pintado de negro de dos pisos. Yo lo había visto antes, yo pasaba por ese lugar cuando trabajaba en el banco, hace ya tiempo, lo que pasa es que no imaginé que allí quedaba un burdel". PANCHO: "Ok ¿Y qué tal?". VÍCTOR: "Bueno, llegamos, los porteros nos revisaron, eran dos tipos altos y cuadrados, pero más decentes que la rata de Marcano. Entonces nos dejaron pasar. En efecto, el lugar era como nos lo había descrito Chato. Un salón muy grande con una barra bastante larga rodeando un bar que estaba de lo más surtido en licores, una vaina que no había visto, era impresionante Pancho; había mesas por doquier y unas dos o tres plataformas alrededor de una tarima principal. El sitio era elegante y se respiraba un ambiente muy serio. Era bien de pinga, vale". PANCHO: "Muy bien... ¿Y las mujeres?" VÍCTOR: "A eso iba. Las carajas que allí estaban eran lindas... como decía Chato, estaban buenas. Había algunas que tenían unos cuerpos... ¡coño, mano! Lo cierto del caso es que allí estábamos y de inmediato nos fuimos a la barra a pedir... whisky". PANCHO: "¿Whisky? ¿No vendían cervezas?" VÍCTOR: "No, mi pana. Lo que vendían era whisky, ron, vodka y de allí en adelante, bebidas caras, chamo, porque el lugar era de caché. El barman nos atendió bien. Luego nos volteamos para ver mejor a las carajas quienes estaban sentadas, no había alguna haciendo show en las plataformas, así que nos quedamos allí en la barra, bebiendo y esperando el momento... si a lo mejor matamos las ganas esa noche... pero luego Gilberto, uno de nosotros, se puso con una de las carajas y averiguó el polvo: 60 mil la hora..." PANCHO: "¿Sesenta mil? ¡Coño! Es mucho dinero". VÍCTOR: "Pero los vale. Pensábamos que Chato estaba exagerando, pero las carajas eran unas muñecas. Vi mi reloj y eran las nueve y media de la noche. No había mucha gente. Era raro. Seguimos en la barra mientras comenzaron a acercarse algunas carajas para ofrecerse, nosotros aprovechamos de charlar con ellas, pero nos cuidábamos. Las muy bichas pedían tragos muy caros que después nosotros teníamos que pagar, así que a las que nos ponían las vainas muy costosas y no eran muy bonitas, cosa difícil, nos la sacudíamos rápido, bueno, tú sabes. Y en la medida que transcurría el tiempo, fue llegando mas gente al sitio. El ambiente entonces se avivó. Después comenzaron a salir las strippers a hacer sus shows en las plataformas. Ahí empezamos a gozar una bola. La primera de las carajas que salió ¡chamo! ¡estaba bien buena! pero me puse a verla bien y me di cuenta que se gastaba un cuerpo de atléta... PANCHO: "¿Cuerpo de atleta? A ver..." VÍCTOR: "La caraja era bonita, eso sí, pero se veía fuerte, tenía un cuerpazo, pana. Tenía caderitas y cinturita. El culo lo tenía paradito, su vientre planito... pero se gastaba unas piernas arrechísimas. Eran delgadas pero se veían marcadas y torneadas. La caraja me recordó a la novia de Jonathan, según como él mismo nos la describió. ¡Qué casualidad! ¿No?" PANCHO: "Mucha ¿Era como ella?". VÍCTOR: "No vale, era pelirroja y eso sí: alta, chamo, como 1,80. La bicha parecía gimnasta o algo así, porque se guindó de los tubos con las piernas y se quitó el sostén, mientras estaba colgada de ahí, pana. Uno de nosotros, el mismo Gilberto, se quería ir con la caraja, luego del espectáculo. Pudo ubicarla con uno de los encargados de la barra y le dijeron que se sentara él solo en una mesa mientras se la llamaban. Sólo permitían una mujer por cliente, eso me pareció raro. Al cabo de unos minutos, llegó y entonces empezó a hablar con él y al final, el carajo se fue con ella a los reservados y nosotros le festejamos, porque la tipa era una caballota de lo buena que estaba. Nosotros lo veíamos desde la barra. Entonces, tras la cortina de la puerta que estaba en la tarima principal, por donde entraban las mujeres, escuchamos un escándalo. ¿A que no adivinas?". Pancho: "Oye... no sé... no me digas que había una pelea..." VÍCTOR: "¡Sí señor! ¡Una pelea! Una coñaza entre dos diablas. Lo que sé es que a través de la cortina pasó una que fue empujada desde adentro hacia la tarima principal, donde fue a caer. Era una negra de cabello corto que cayó de largo a largo. Después apareció una catira... salió a la tarima insultando a la caraja." PANCHO, acomodándose en el mueble para escuchar mejor: "Sigue hablando". VÍCTOR: "Las tipas como que recién llegaban al local porque andaban vestidas la negra en jeans y franela y la catira con un vestido y faldas. Pero ambas andaban descalzas. Bueno la catira se le fue encima muy rápido a la negra, le cayó a patadas. Todo el mundo reunido se fue hasta la tarima para ver la pelea en primera fila, como quien dice. Uno de los panas le preguntó a Chato a manera de chiste si la vaina formaba parte del menú, él respondió que no. Uno de los encargados de seguridad intentó meterse, pero las otras mujeres que estaban en el sitio, sobre todo las que aparecieron por la cortina, como siguiendo la coñaza, le gritaron que no se metiera, que era un asunto entre ellas dos." PANCHO: "Cómo eran las carajas? Las que peleaban..." VÍCTOR: "Eran unas tipas, yo creo que de más de 30 años. Las dos estaban buenas, Pancho. Sólo que la negra era como rellenita y la catira tenía un cuerpo bien arrecho también, cómo el de la caraja se fue con Gilberto. Después de caerle a patadas a la negra, la catira la levantó por los cabellos y después la llevaba arrastrando hasta la cortina, pero la negra forcejeaba. Entonces ésta se agarró del tubo. La catira intentó despegarla de ahí a punta de golpes, pero entonces, para el asombro de los demás, la negra se volteó y empezó a darle coñazos y coñazos a la catira. ¡Ay sí se puso buena la pelea, pana! La gente se alborotó más. PANCHO: "Empezaron a darse con todo". VÍCTOR: "La negra le conectó varios golpes. Uno de ellos hizo explosión en la cara de su rival y la derribó. Luego se le montó encima, sentó su culo sobre el estómago de la caraja, siempre dándole golpes y más golpes. Yo pensé que ahí acabaría, pero no... que va... La catira era arrecha, chamo. El tipo de seguridad intentó meterse de nuevo, pero le gritaron que se quedara quieto. Le abrieron espacio a las carajas". PANCHO: "¿Qué hizo la catira?". VÍCTOR: "Logró tomarle las manos a la negra, quien la tenía agarrada por los pelos e intentaba pegarle la cabeza contra el piso. Se las tomó a la altura de las muñecas. Parece que se las apretó porque la negra soltó sus greñas... y poco a poco empezó a subirle las manos... pana esa catira era fuerte, nos dejó locos como estando debajo levantaba los brazos a la negra. Y entonces, haciendo un esfuerzo, arqueó su cuerpo hacia arriba y logró desmontar a la negra, logró quitársela de encima. Varios de los que estaban ahí gritaron de emoción. La negra se cayó para un lado y entonces la catira intentó montarse encima suyo pero no, mas bien, las carajas se enredaron sus brazos y piernas, era como un duelo de fuerza y de ver quien dominaba a quien. La negra era más corpulenta, pero la catira era más ágil y sorpresivamente más fuerte, chamo. Enseguida vimos como iban a quedar las cosas." PANCHO: "¿Qué pasó?". VÍCTOR: "Bueno, que la catira, no sé como, dominó el duelo; logró encimársele y pegó las manos de la negra contra el piso, apoyándose en ellas y después hizo una especie de palanca con sus piernas a las de ella. De repente, la caraja empezó a abrírselas. ¡Chamo! Era arrecho ver cómo las piernas de la catira eran más fuertes que las de la negra ¡Pana! ¡Se vio claramente cómo se las abría! Era una vaina que yo jamás había visto. La negra empezó a gemir y luego a quejarse. Le dolían las piernas, chamo. Luego, la catira, siempre dominándola, sin darle oportunidad, puso sus tetas sobre la cara de la caraja, comenzando a ahogarla. Fue arrecho. La catira seguía abriéndole las piernas y le tenía la cara apretada contra sus senos. De repente, la negra empezó a moverse con desesperación y fue cuando nos dimos cuenta: ¡La catira le había abierto las piernas!. La catira tenía las piernas quebradas, flexibles, como las bailarinas, pero peleaba bien, peleaba arrecho. A lo mejor la negra no y eso como que le dolía". PANCHO: "Me dijiste que la negra más rellenita que la catira ¿Cómo fue que esta la dominó?" VÍCTOR: " La catira tenía el cuerpo arrecho, Pancho, es más tenía físico de nadadora, porque su cuerpo era esbelto, robusto y tenía hombros y espalda anchos. La negra tenía un cuerpo más femenino, pero estaba pasada de peso. Y por eso tenía las piernas más gruesas que las de la catira, siendo la diferencia notoria, pues, las de la negra no estaban torneadas, las de la otra sí... y por eso ¡era impresionante ver cómo las de la catira siendo un poco más delgadas abrían las de la negra! Coño, Pancho, la negra quiso reaccionar intentándo morder un seno a la otra, pero que va, la catira le tomó la cabeza y se la pegó contra el suelo, después le dio golpes en el rostro. Un tipo que estaba cerca, al ver que nos llamaba la atención ese duelo de piernas, nos dijo que la maniobra que hacía la catira se llamaba "compás". Nos explicó que esa vaina era una técnica que muchas mujeres que saben pelear utilizan para terminar una pelea. La caraja a la que le estén abriendo las piernas de ese modo, siente un dolor intenso, es como si le destrozaran las caderas, ingles, cintura y todo eso. Y después nos dijo que la catira tenía la pelea ganada. PANCHO: "¡Qué arrecho!" VÍCTOR: "Bueno, la pelea terminó cuando la catira, soltando el "compás" se incorporó para darle golpes a la negra en la cara. La bicha ya estaba como ida, desmayada, sangraba por la nariz. Entonces, allí fue cuando intervinieron los de seguridad. Separaron a la catira de la negra, quien quedó en el piso, mientras que a la otra se la llevaron para los vestuarios, atrás de la cortina. Después se llevaron cargada a la negra a otra pieza. Ya no supimos más nada, pues los gorilas del lugar empezaron a decir "No ha pasado nada, señores", imponiendo el orden en el sitio. Chamo, ¡qué arrecha estuvo esa pelea!". PANCHO: "Y veo que estuvo arrecha por la forma como la catira peleó y ganó". VÍCTOR: "Y eso no es todo. Nos fuimos a la barra y el tipo que nos dijo lo del compás empezó a hablarnos de las peleas entre las mujeres. Empezó diciendo que ellas tienen un estilo de pelea callejera que equivaldría al duelo de "a caballero" de nosotros los hombres. Tú sabes que cuando uno se cae a coñazos "de a caballero" asumes que vas a pelear a puño limpio, sin armas. PANCHO: "Exacto". VÍCTOR: "Bueno, las mujeres comunes y corrientes, las que no saben artes marciales, boxeo o defensa personal, en fin, las que no saben pelear bien, se defienden como pueden. Se tiran de los cabellos, se jamaquean... eso no lo hacen porque no sepan, sino que así prueban cada quien su fuerza. Utilizan las uñas como garras no para arañar, sino para desgarrar, chamo y, a diferencia de nosotros los hombres, que cuando peleamos a caballero solemos ser nobles, las mujeres usan tácticas sucias, como darse patadas en las vaginas. ¿Sabías que una mujer siente en la vagina el mismo dolor que sufre el hombre cuando lo golpean en las bolas?" PANCHO: "No sabía, de pana, siempre pensé que como no tenían nada ahí...". VÍCTOR: "Bueno, mano, sépalo entonces. Una patada en la vagina suele ser muy dolorosa, si se la conectan de lleno. El carajo nos explicó que las mujeres cuando se tiran al piso, enredan mutuamente sus piernas, las utilizan como recurso de pelea y bla, bla, bla, el tipo se quedó hablando del tema con nosotros un rato. Yo no le paré mucho, porque yo estaba pendiente de tomarme los tragos y ver si podía irme con una bicha de estas a un reservado y tirarme un polvo, es que las carajas estaban buenas. El tipo finalmente se fue, pero nos dijo que el estilo de pelea de las mujeres se llama... se llama estée... ¡coño! No recuerdo, el tipo nos dijo el nombre, pero no recuerdo". PANCHO: "Bueno, ya te acordarás". VÍCTOR: "Sí. Bueno, estuvimos ahí un rato. Nos acordamos que Gilberto se había ido con la caraja, pues lo vimos salir de los reservados. El carajo se veía livianito. Cuadramos cada uno con una jeva y nos fuimos a matar las ganas. Me fui con una morena que ¡ni te cuento! ¡Era un avión!". PANCHO: "Verga, mano ¡qué nochecita la de ustedes!". VÍCTOR: Sí, vale. Después de matar las ganas, nos fuimos de ahí, cada quien para su casa, era casi media noche... Ya en la calle, antes de tomar un taxi, cada uno habló de su experiencia con su respecticva diabla. El que andaba más emocionado era Gilberto..." (Y a partir de ahí, Pancho y Víctor empezaron a charlar de otras cosas, hasta que finalmente Víctor decidió marcharse). VÍCTOR: "Bueno, mi querido, es tiempo de que me vaya". PANCHO: "Ok. Bueno, entonces espero que te vaya bien en el negocio que vas a montar con tu pana ¿Cuándo salimos por ahí a tomarnos unas birras y a visitar a ese sitio?". VÍCTOR: "Ahorita estoy complicado con lo del negocio, en cuanto me desocupe, te aviso. ¡Ah! Ya me acordé de la vaina. El estilo de pelea de las mujeres, según el tipo aquel, se llama "Pelea de Gatas" ¿Qué tal?". PANCHO: "Pelea de gatas... mmmm... ¡Qué nombre tan cómico! Je, je, je, je". VÍCTOR, saliendo de la casa: "Ja, ja, ja, ja. Bueno, mi pana, nos vemos entonces". PANCHO: "Ok, pendiente, pues". ¿Vieron, señores? Y que "pelea de gatas" bueno, yo vi a un par de expertas en karate pelear... y pelearon bien. Pero este cuento estuvo de pinga... Voy a ir a bañarme, que está pegando mucho calor. Fue interesante ese relato de Víctor ¡Dígalo ahí! Y ya van varios, vamos a ver si más adelante hay más, si algún pana me cuenta o yo tengo la suerte de presenciar alguna pelea. ¿Pelea de Gatas? ¡Qué vainas tiene la gente! Je, je, je. Nos vemos.