Crónicas de un Manganzón Por El Bohemio de Caracas. Aquí les presento a Pancho, un vago que viene a echarnos unos cuentos... Ay, vale (suspiro). Estoy aquí, despertándome de una de mis siestas matinales, acostado en la hamaca que guindo en el patio de mi casa. Mi nombre es Pancho, bueno, ese es el apodo que nos ponen a todos los que nos llamamos Francisco, algo típico en algunos países en donde el español, nuestro hermosísimo idioma, es la lengua oficial; se lo he oído a colombianos y a mexicanos, no sé en otras latitudes, ustedes dirán... Lo que pasa es que desde hace tiempo me la paso aquí metido en mi casa, mi preciosa casa. ¿Qué a qué me dedico? Bueno, mano, a la profesión mejor pagada del Mundo: La Vagancia. Por eso la gente me da el título de manganzón, porque no hago nada, dicen que soy eso. Creo que me lo tengo bien ganado, ja, ja, ja. Me la paso aquí en mi casa, viendo televisión y cuando no estoy haciendo eso, duermo unas cuantas siestas en el día. No suelo salir mucho, si lo hago es para pasear, visitar a algunos panas y hacerle diligencias a la familia. Para que no digan nada, ni se quejen. En este momento, ando de agente libre en esas ligas sentimentales que son las del amor. No hace mucho terminé con mi novia, una de las tantas que tuve y la verdad es que no terminamos amistosamente. Es que tuve la mala fortuna de empatarme con una cuaima, con una de esas mujeres que cuando se ponen de mal humor, se convierten en verdaderas arpías, aquellos seres de la mitología griega cuyo cuerpo es mitad águila, mitad mujer. Pero ahora que lo pienso, muchas veces se transformaba en esa bestia mitológica sin estar malhumorada. La verdad, es que era una chica hermosa, muy linda y simpática, pero cuando uno conoce el otro lado de su carácter, se suele llevar terribles sorpresas. Bueno, no quiero hablar de ella, por el momento, pero mi ex me recordaba a ciertas féminas que a lo largo de mi vida llegué a ver y conocer. Como unas cuantas que conocí en bachillerato. Todas de carácter difícil, muy peleonas, quienes les gustaba someter a sus novios y cosas así. Pero una vez, llegué a presenciar una pelea entre dos chicas: Mariela y Yubisay. Y todo por la disputa de un chico. He sabido de duelos entre hombres que se peleaban el amor de una fémina, pero ¿qué dos mujeres diriman la atención de un hombre en una pelea digna de un combate marcial? Ya les cuento. Resulta que Mariela y Yubisay fueron unas chamas muy famosas en el liceo donde yo estudiaba. Ambas eran un par de atletas que descollaban en el deporte estudiantil. Mariela era una gran jugadora de voleibol y Yubisay una brillante basketera. Cada una sobresalía en su respectiva disciplina, siendo reconocidas por la comunidad del liceo, tanto de los alumnos como de los profesores y directivos. Pero había otro aspecto por el que ambas eran también celebradas: las dos eran un par de lindas muñecas poseedoras de unos cuerpos que hacían suspirar a mas de uno, además que cada una tenía rostro bello. Mariela era de piel blanca, poseedora de una larga cabellera negra y ojos rayados, no sé si eran cafés o verdes, no recuerdo bien. En cambio Yubisay era una morenita, una mulata que también tenía cabellos largos, pero que los arreglaba con unas trenzas al estilo rastafari. Tenía un par de ojazos negros muy vivos. Y como las dos eran deportistas consumadas, demás está decir que sus figuras eran esbeltas y atléticas. Y como no, poderosas. Ambas tenían un par de largas piernas que por ser largas no estaban exentas de ser torneadas y fuertes, pues el voleibol y el baloncesto son deportes de mucho salto. Y a eso hay que agregar que las dos eran... altas: 1,80 para Mariela y 1,82 para Yubisay (Según las fichas técnicas del departamento de educación física del liceo), por lo que la presencia de este par de hembras era imponente. Sin embargo, Mariela se veía más femenina que Yubisay, pues ésta tenía los brazos más gruesos. En fin las dos estaban buenas, pero había que respetarlas pues estaban bien alimentadas. Y eso no es todo. Yo por mi parte estudiaba cuarto año de ciencias en el turno de la mañana, al igual que Mariela, por lo que la veía todos los días. En cambio, Yubisay cursaba estudios por la tarde, en la mención de humanidades y era un poco más difícil verla, a menos, claro está, que me quedara en las instalaciones del liceo hasta bien entrada la tarde. Yo tenía por compañero a un chamo de nombre Osvaldo. No recuerdo su apellido, debido a que éste era un carajo pedante, un engreído que trataba a poca gente dentro del salón y yo casi nunca crucé palabras con él. Supe después que el tipo estaba empatado con la Mariela, una chica que, como todos los seres humanos, tenía un defecto: era engreída, una sifrina, algo que trasladaba a las canchas de voleibol, donde demostraba sus dotes de gran jugadora, que condimentaba con una garra y entusiasmo que a pesar de los pesares transmitía a sus compañeras. Su especialidad eran los remates. Tan poderosos eran que en una ocasión rompió la nariz a una jugadora rival. Definitivamente una chica temperamental. Pero ese temperamento era la causa de muchos desencuentros con su noviecito Osvaldo. En no más de una ocasión se les veía discutir fuera del liceo, pero con un detalle que llamaba la atención de quienes los vimos una vez en eso: era Osvaldo el que finalizaba manso como un corderito, sin duda avasallado por el carácter fuerte de la voleibolista. Pero un día, el susodicho llegó a clases con lentes oscuros. Recuerdo que el profesor de la clase de la primera hora le llamó la atención y le ordenó quitárselos; al principio Osvaldo no quería, pero ante la insistencia y persuasión del profe no tuvo más remedio que hacerlo, mostrando un ojo izquierdo casi cerrado con un morado impresionante. El profe le preguntó por eso, a lo que contestó, con fanfarronería por delante, que el día anterior se había caído a golpes con un ladrón que iba robarlo camino a su casa "y que le dio su merecido". En ese momento algunos de mis compañeros y yo no le creímos ese cuento, pero como no lo tratábamos nos limitamos a especular entre nosotros y burlarnos a sus espaldas. Si mi memoria no me falla, todo lo que estoy contando sucedió bien temprano en el año escolar, antes de las vacaciones del mes de diciembre. Veía al fanfarrón de Osvaldo con su no menos pedante novia, a la que ya me estaba cayendo mal por sus desplantes. Y cada vez veía al pobre como menos conforme con su relación. Es entonces cuando entra en escena Yubisay. Antes de irnos de vacaciones, una amiga del salón sorprendió al Osvaldo muy acaramelado con Yubisay. Y ustedes saben lo chismosas que a esa edad suelen ser ciertas chicas cuando de temas del corazón se trata. El comentario corrió por entre los cursos del cuarto año que conocían el romance del fanfarrón de mi clase con la muñeca deportista, aunque como siempre, ella fue la última en enterarse de todo. La muchacha logró averiguar que el tipo se las arreglaba para verlas a las dos, mientras que yo por mi parte pensé que su relación con Mariela no iba bien e inmediatamente pensé en las últimas veces que los vi juntos... empezamos a intuir que el mal carácter de la voleibolista estaba haciendo que Osvaldo mirara hacia otro lado. Esos encuentros del Osvaldo con Yubisay no tardaron en llegar a los oídos de Mariela, sucediendo lo que presentíamos iba a suceder tarde o temprano. Un día Osvaldo decidió terminar su relación con la voleibolista, quien cual niña malcriada armó una escena en la entrada del liceo, delante de varias personas. Lo insultó, le dijo de todo. Y para agravar las cosas en ese mismo momento llegó Yubisay, terminando de armarse el escándalo. Pero había algo en Osvaldo que nos llamó la atención de los presentes y era el evidente nerviosismo del otrora pedante de mi salón ante una Mariela cada vez mas beligerante que empezaba a insultar a Yubisay con frases subidas de tono. Como vimos a Yubisay responder a los insultos de la otra pensábamos que se iban a caer a golpes allí mismo, pero no. La basketera se mostraba tranquila, además cuando Mariela estaba a punto de alzarle la mano, las autoridades del liceo se hicieron presentes e intervinieron en la disputa. No pasó de ahí, puesto que Yubisay había dicho que era un mal entendido siendo secundada por Osvaldo que respiró aliviado cuando los profesores llegaron y apaciguaron un poco las cosas. En cambio Mariela juró que iba a darle una lección a los dos, a su ex novio por haberle "faltado el respeto" y a la basketera por "robarle a su pareja". No tardaría en tomar medidas de represalia. Pasaron los días. ¿Dije que Osvaldo se ponía nervioso cada vez que Mariela se acercaba a Yubisay con malas intenciones? Bueno, era algo curioso, pues parecía que le entrara pánico, en la expresión de su rostro se le veía ¿No será que quien le dejó el ojo morado fue la propia Mariela? Empezamos a sospechar de eso. Pasaba el tiempo y Mariela se iba del liceo apenas terminaban las clases junto con sus amigas. Osvaldo se disponía a esperar a su nueva novia, la basketera Yubisay para compartir un rato antes que ella entrara a las clases. Al principio fue así pero poco a poco no se les veía juntos en los alrededores del liceo. Y así llegó el mes de diciembre con los exámenes del primer lapso del año escolar, todo un mes parrandero. Yo como echaba carro, reprobé algunas materias, pero estaba seguro de poder pasarlas para el segundo lapso. No me preocupaba, más bien me tomaba las cosas con calma y alegría, esperando la fiesta de fin de año. Y esta llegó. Se celebró, como de costumbre, el último día de clases de diciembre, generalmente el viernes. Todos asistimos a ella, pues recuerdo que ese para esa fecha la oficina de representantes estudiantiles del liceo había invitado a una orquesta de salsa y a un grupo de gaitas, musica típica venezolana que suena a finales de año. Fue algo espectacular, con los grupos musicales amenizando el sarao en la cancha principal del plantel. Estaba departiendo con mis panas, cuando una de las muchachas del grupo se percató de la presencia de Osvaldo y su flamante novia Yubisay. Pronto se convirtieron en el centro de los comentarios de los asistentes que estaban enterados de la forma como había terminado su noviazgo con Mariela. Por cierto, ella no se había hecho presente en la fiesta, la cual para mí siguió su curso normal... Hasta que alguien se acercó a la pareja. Una muchacha; quien saludó cordialmente a Osvaldo y empezó a hablarle, pero Yubisay se sentía incómoda, dibujándosele un gesto de molestia evidente en el rostro, puesto que se trataba de una amiga de Mariela. Conversó un rato con el carajo para después retirarse, para alivio de su nueva novia. Estuvieron sentados, luego se levantaron a bailar, cosa que hicieron por varias piezas y luego los dos se separaron, Osvaldo iba a un rincón de la cancha donde estaban sus amigos, mientras que la basketera iba al baño. Como el baño quedaba bastante retirado, pues estaba en el recinto del plantel, Yubisay apuró el paso. Yo, que estaba ya sintiendo los efectos de los tragos, estaba viendo atractiva a esa muchacha. No nos conocíamos de trato, más sí de vista, pues, a veces, cuando llegaba temprano al liceo, ella iba hasta mi salón y se ponía en la puerta a esperar a su novio. La verdad es que era una morena muy simpática, otro aspecto que la diferenciaba más de la voleibolista y ella ejercía cierta atracción, no solamente en mí, también en el resto de los muchachos del curso. Así que me hice el loco, me aparté de mis panas y fui detrás de ella, sin imaginar el espectáculo que me tocaría presenciar. Los baños de planta baja estaban ubicados uno al lado del otro, así que tuve el pretexto perfecto para seguirla hasta allí, saldría primero que ella y una vez afuera, abordarla. Tenía pensando hablarle, para así sacarle conversación y, bueno... hacer una amistad, conocerla. Con esa idea en la cabeza me metí en mi baño, después que ella se metiera al suyo... pero al rato, mientras me lavaba las manos, escuché unas voces que provenían del baño de damas. Parecían alteradas, como si estuvieran discutiendo, y entonces las reconocí: eran las de Mariela y Yubisay, quienes se insultaban y decían frases hirientes, cargadas de burla e ironía. También escuché como golpeaban las portezuelas de los excusados, pensé que algo pasaba ahí, pero no. Por supuesto, Mariela era la que insultaba e insultaba, aunque la basketera no se quedaba atrás. Comencé a prestar mas atención a ese contrapunteo cuando oí decir a Yubisay: "Vámonos para acá atrás, chica y así resolvemos esto de una vez..." fue cuando caí en cuenta ¡Iban a pelear! ¡Yubisay y Mariela iban a pelear! Y todo por Osvaldo. Yo no salía de mi asombro. Me lavé las manos rápidamente y cuando dejé de oírlas me di cuenta que ya habían salido. Me pareció raro, si iban a pelear ¿Por qué no lo hicieron allí mismo? Esa es una incógnita que no he podido despejar hasta el día de hoy, pero lo cierto es que iban para "acá atrás", un vivero al aire libre adyacente al edificio del liceo en donde se cultivaban plantas para las clases de biología y química, el cual estaba pegado hacia los baños. El mismo estaba cercado, emplazado en un lugar que siempre estaba cerrado, por lo que no había gente allí, salvo los obreros del plantel, pero que para el día de la fiesta tuvieron el día libre, algunos por supuesto, pero ¡qué casualidad que los encargados de custodiar ese vivero no estaban presentes ese día!. Cuando salí del baño, ya las muchachas iban rumbo a la salida opuesta del liceo, hacia el sitio en cuestión. Iban cuatro muchachas, las dos protagonistas y dos chicas más, que eran las amigas de la voleibolista, una de las cuales había saludado a Osvaldo en la cancha minutos antes. Las seguí de lejos... Otra cuestión que me pareció casual era que, a pesar de ser conocidas por las personas que se encontraron camino al sitio de su pelea, éstas no se animaron en seguirlas, como yo lo hacía, disimuladamente y desde lejos. Me sentí como el único que iba a presenciar ese duelo, pero vi como hablaron algunos chicos con las amigas de Mariela, siguiéndolas también. Pensé que el liceo se iba a enterar de la pelea al cabo de un rato. Una vez en la puerta del vivero, comenzaron a deliberar si iban a pelear allí mismo o dentro de él, además de insultarse mutuamente. Yo andaba extrañado. Si iban a darse de trompadas por un hombre ¿por qué tanta ceremonia? La verdad no entendía, pero tenía el pálpito que esa pelea iba a ser algo fuera de lo común. Y entonces... empezó. Decidieron batirse ahí, a la puerta del vivero, no había nadie, salvo las muchachas y los pocos chamos que las habíamos seguido, no llegábamos a diez las personas que estábamos presentes, pero tarde o temprano se correría la voz por la fiesta. Y no era para menos. Mariela, que era la camorrera en este caso, no paraba de decirle palabrotas y frases amenazadoras a la basketera, quien sólo atinaba a mirarla con desdén. Los muchachos comenzamos a notar algo y era que la voleibolista comenzaba a caminar de una lado a otro, siempre mirando a su rival, que solo estaba estática, devolviéndole las miradas... a algunos le extrañó eso. Finalmente uno de los chamos se dio cuenta y nos dijo: "Esa chama sabe pelear". Y efectivamente así era. De repente dejó de andar de un lado a otro, se puso frente a ella y adoptó una pose de lucha: siempre moviéndose, separó un poco las piernas y cerró los puños, levantando uno de sus brazos en una clara postura de combate, como los boxeadores. Luego empezó a saltar, como lo hacen los karatekas "¡Claaaro! Si fue ella quien le dejó el ojo morado a Osvaldo" pensé yo de manera capciosa, sin saber si era verdad, pero algo me hacía tener esa idea, sabiendo como iba esa relación con ella, en la que Mariela era la dominante. Ahí estaba el beneficio de la duda. Entre los muchachos, había como siempre, un grupo de casquilludos. En una pelea con público nunca falta alguien a o algunas personas que se dedican a azuzar a los peleadores para que luchen, haciendo burla de las amenazas de uno y de otro, aumentando la provocación de manera tal que alguno inicie el combate. Cuando Mariela terminó de cuadrarse, varios de ellos gritaron, ovacionándola. Pero cuando vimos la pose que adoptó Yubisay dije a viva voz: "¡Esto se va a poner bien bueno, señores!". Yubisay también hizo lo mismo. El chamo que dijo que la voleibolista sabía pelear observó que la basketera también y así lo dijo. Un suspiro de asombro se apoderó de los presentes y uno de los muchachos salió corriendo a buscar a sus amigos para que vinieran a presenciar la pelea que estaba a punto de iniciarse. La pose de Yubisay también sorprendió a Mariela, que después miró a sus amigas e hizo un gesto afirmativo, como de aprobación. Fue entonces cuando ambas comenzaron a cuadrarse y a girar como par de boxeadores sobre un ring. Era evidente que las dos eran expertas en algún arte marcial, dada la forma como se movían. "¿Qué coño pasa aquí?" se preguntó alguien a verlas en esas poses de expertas peleadoras. Sin duda esperaba la típica pelea femenina, donde las chicas se toman de los cabellos y lanzan manotazos sin estilo. ¡No señor!. Iba a ser un combate serio e interesante, por tratarse de un par de damas. Mariela fue la primera en atacar, cuando lanzó un recto al rostro de su rival, pero no llegó a alcanzarla, pues esta se movió hacia atrás lo bastante rápido como para esquivar el puñetazo lanzado. Y así estaban, Mariela lanzando jabs como si estuviera probando la defensa de su contrincante, mientras que ésta solo estaba a la defensiva. Un par de minutos duró esa especie de estudio y entonces Mariela, emitiendo un chillido, se abalanzó sobre la basketera lanzando golpes y patadas consecutivamente. Yubisay se defendía como podía, esquivando los golpes y tapando algunas patadas, pero Mariela era rápida, cosa que nos sorprendió a todos. Después me enteré que Mariela era experta en karate estilo full contact y que también practicaba tae kwon do. No conozco los nombres chinos, coreanos o japoneses de los golpes, así que solo me limitaré a describir lo que veían mis impresionados ojos. Mariela lanzaba golpes y patadas sin pausa, haciendo retroceder a su rival que a duras penas contenía el ataque. Sintió como una patada que le alcanzó en un muslo le hacía daño, por lo que trastabilló, bajando la guardia y recibiendo golpes en el rostro y el pecho. Los presentes, sobre todo las amigas de Mariela y los que habían apostado a la voleibolista, gritaron de emoción. Yo solo me quedé callado, viendo la escena. Finalmente, Yubisay cayó al piso, y entonces Mariela empezó a propinarle patadas. Logró conectarle solo dos o tres, pues la basketera pudo atajarle la pierna que la castigaba y entonces procedió a torcerlo para derribar a su oponente. Los que iban por la basketera eran los que ahora lanzaban vítores. Y esos escándalos llamaron la atención de los que estaban cerca, acercándose entonces al lugar. Conforme le tomó el pié, Yubisay, en una buena demostración de agilidad, pateó la otra pierna de su rival, la que lo sostenía, logrando derribarla. Ambas estaban en el piso, pero Yubisay seguía tomando la pierna de Mariela, e iba a montársele encima, tornándose una mera lucha callejera, donde finalmente se vio lo que uno de los muchachos presentes dijo que se iba a ver, jalones de pelo. Aprovechando su mayor envergadura física, Yubisay finalmente se puso encima de Mariela, quien luchaba denodadamente por librarse de esa pantera que la estaba dominando. Se halaron los cabellos, Yubisay intentó golpear la cabeza de su contrincante contra el piso. Y lo hizo una vez, solo que Mariela reaccionó y le pellizcó fuertemente un seno, haciendo gritar de dolor a la morena. Siguió pellizcándolo hasta que Yubisay le soltó los cabellos en intentó quitarse del pecho la mano de Mariela. Entonces, haciendo acopio de todas sus fuerzas, Mariela logró desmontar a Yubisay, haciéndola a un lado, complementando esto con un puñetazo en el rostro de la basketera. Entonces, para asombro de todos los presentes, la voleibolista dio un salto felino, tipo gimnasta y se puso de pie, alejándose un poco de su contrincante quien a pesar del pellizco en el pecho y el postrero golpe recibido, pudo acomodarse y también levantarse, aunque con dificultad. "¡Wuaauuuu! ¡esto es sensacional!" gritó un tipo que estaba justo a mi lado. Debo confesar que la maniobra de Mariela me dejó con los ojos claros y sin vista. Hizo un movimiento típico de las películas de artes marciales, no había visto nada igual, ni siquiera en un hombre que a lo mejor por tener un cuerpo mas fuerte que el de la mujer, lo puede hacer sin problemas, siempre y cuando esté en buenas condiciones físicas. "¡Vamos, pues! ¡vente!" gritó la voleibolista, retando a la basketera, quien de inmediato se levantó volvió a adoptar pose de peleadora. Y aun no había demostrado si sabía pelear o no, pero pronto despejaría esa duda cuando decidió atacar. Lanzaba golpes secos, con una agilidad y gracia típica de un boxeador, hasta que lanzó un par de patadas que pusieron en alerta a su contrincante, pues las sacó de manera sorpresiva, golpeando sus costados. "¡Esa negra pelea kick boxing!" dijo el chamo que observó las poses del principio. El carajo, con quien después entablé amistad, se llamaba Renny y era un individuo fanático de las películas de Jackie Chang y Van Damme. El carajo sabía bastante acerca de los estilos de combate, así que le pregunté a quien iba. "La blanquita es ágil y sabe girar las manos, pero la negra se ve más fuerte. Y otra cosa, la blanquita es muy rápida, pero si la agarra la otra que se cuide. Esto esta parejo. Las dos tienen la misma estatura pero la morena se ve un poco más corpulenta..." decía Renny en el justo momento en el que las dos empezaron a intercambiar golpes, haciendo que la pelea entrara en el momento más emocionante. Fue asombroso ver cómo las dos se enfrascaban en un espectacular toma y dame. Ya había llegado gente al lugar, a presenciar el combate. La voz se regó rápidamente por el liceo, llegando al sitio de la fiesta, o sea la cancha, por lo que Osvaldo se enteraría irremediablemente de la situación excepcional que estaban protagonizando sus novia y ex... Me dicen que al principio pareció indiferente, pero cuando le dijeron que estaba peleando Yubisay inmediatamente se fue al lugar. No le habían dicho con quien peleaba, pero en el momento que llegó al sitio, se le heló la sangre al ver la rival de su novia. No pudo reaccionar, solo se quedo parado viendo como Yubisay se batía con Mariela. Pero es que llegó en el preciso momento en que las dos estaban intercambiando golpes como un par de verdaderas peleadoras. La pequeña multitud que las rodeaba no daba crédito a lo que estaban viendo. Llegué a ver a muchos chamos boquiabiertos, ni qué decir de las muchachas, estaban consternadas viendo como dos féminas luchaban a golpe y patada limpia, como un par de varones. Un profesor llegó al sitio y quiso intervenir, pero los presentes no lo dejaron, incluso dos estudiantes le impidieron que avanzara a donde ellas para terminar con la pelea. "¡Noo, profesor! ¡ni se le ocurra meterse! Ese par de bichas son arrechas ¡y mírelas como pelean... !" Le dijo uno de ellos. Entonces el docente las vio a ellas y quedó pasmado al ver que las chicas no estaban peleando como niñitas de escuela. Exclamó "¡Santo Dios!". Otros dos profesores que se apersonaron iban a hacer lo mismo, pero también quedaron al margen, aunque a uno de ellos le molestaba la situación, se sorprendió por la calidad de la pelea. Pude ver algo que estaba claro: nadie, salvo Osvaldo y las amigas de Mariela, sabía que ésta y Yubisay, además de ser buenas jugadoras de voleibol y baloncesto respectivamente, también eran expertas en artes marciales y defensa personal. Lo que para muchos se iba a presentar como un lamentable espectáculo de dos damas peleando, se convirtió de pronto en una escena impresionante. Por lo que a continuación todos seguimos lo que quedaba del combate en tenso y hasta respetuoso silencio. El intercambio de golpes se detuvo cuando Yubisay logró aprisionar uno de los brazos de Mariela. A continuación intentó torcerlo, pero la voleibolista le tomó las manos y la lucha se tornó en una demostración de fuerza. Mariela halaba sus brazos de un lado a otro, en desesperado intento de zafarse de Yubisay, pero no lo lograba. Así que le dio un pisotón en un pie y así pudo librarse. Yubisay quedó dolorida, pero aun así trató de soportar su dolor y armó su defensa. Mariela seguía lanzando golpes y mas golpes, a los que agregaba una que otra patada. Pero conseguía hacer daño importante a su rival, que absorbía muy bien los embates. Renny me dijo :"La blanquita se va a cansar, si no remata a la morena en este momento, se jodió. Porque se ve que la otra esta aguantando los golpes como puede. Es increíble la fortaleza de la negra..." Y efectivamente así era. Yubisay estaba apostando al desgaste de su rival, quien de pronto se desordenó en su ataque. Era indudable que Mariela estaba presa de la furia, pero esta no le permitía tener la cabeza fría para concentrarse y pelear bien. Podía conectar uno que otro golpe, pero que va... Yubisay, a pesar de acusar algunos golpes recibidos, se veía más entera. Todos los presentes estabamos tensos. Nadie se atrevía a gritar, salvo las amigas de Mariela que animaban a su amiga. Pero entre la gente comenzaron a llegar los amigos y amigas de Yubisay y estos empezaron a animarla. Se fue rompiendo el silencio de a poco, hasta que... Yubisay, viendo que Mariela, en su desordenado avance, había descuidado la guardia, aprovecho dicha situación y le propinó a su rival un soberbio recto de derecha que hizo explosión en el rostro de la voleibolista. Osvaldo y los amigos de la basketera gritaron de emoción, vieron como el golpe tuvo un efecto devastador en Mariela, pues frenó en seco avance. A partir de ahí, Yubisay tomó el control de la pelea. La voleibolista acusó el puñetazo y Yubisay contraatacó. Comenzó a propinarle combinaciones de golpes con ambas manos, que castigaron duramente su cara. Cada golpe volteaba el otrora rostro de muñeca de Mariela, que retrocedía ante el ímpetu de la morena. Los cuatro primeros fueron demoledores. Vi clarito como un quinto golpe le hizo saltar un diente. Después, Yubisay cambió los golpes por azotes y la voleibolista no daba muestras de reaccionar. "Esto es todo" dijo Renny. Y ya la alegría en los amigos de la morena era más patente. Golpes iban y golpes venían, pero la voleibolista no terminaba de caer. Finalmente la arrinconó a la reja del vivero. Le rompió la boca y la nariz. Y entonces, antes que los dos profesores pudieran intervenir para quitar a Mariela del alcance de los poderosos golpes de la morena, ésta culminó la faena de manera espectacular al azotar el maltratado rostro de su rival con... una pierna. La derecha, si mal no recuerdo. Primero le propinó la patada y luego hizo el revés, derribándola, poniendo así, entre la gritería de los presentes, punto final al combate. Los dos profesores la agarraron y la apartaron de Mariela, quien yacía desmayada sentada en el suelo, apoyada de la reja del vivero, sangrando por la boca y nariz. Osvaldo fue a donde su novia y se enteró de boca de esta lo ocurrido. Trasladaron a Mariela a la unidad de primeros auxilios y se llevaron a Yubisay a la oficina del Durector del liceo. La fiesta siguió... Esa fue la comidilla de la fiesta de fin de año en el liceo: "La paliza que Yubisay le propinó la pedante de Mariela". Pero no tuvo un final feliz para los involucrados. Se supo que la pega fue por la disputa del amor de un chico, o sea, Osvaldo. Por haber peleado en el recinto del liceo, Mariela y Yubisay fueron expulsadas del plantel. Incluso, me enteré que los padres de Mariela iban a un tribunal a denunciar a la morena por lesiones. No sé en que quedó todo ese rollo, pero lo que sí sé es que Osvaldo no pudo soportar ser el centro de los comentarios y hasta burlas del resto de todo el liceo y acabó retirándose, aunque allegados a él me dícen que siguió su relación con la morena. Uno de los profesores que estuvo presente en la pelea se lamentó que ambas muchachas tuvieran ese destino, pues, eran apreciadas por todos en el liceo. Nunca supe más nada de ellos, sólo sé que tiempo después Osvaldo y Yubisay terminaron. Me gustaría saber qué es de su existencia en la actualidad, pero ustedes saben, la vida pasa y a lo mejor más adelante, tendré noticias suyas. Y yo, en cambio, pude recuperar ese cuarto año. Pasé liso para quinto, el último año de bachillerato. Pero éste lo repetí, pues, me dejé llevar por las rumbas, matinées y fiestas, por creerme que me iba a graduar sin estudiar. Bueno, señores, por el momento, esto es todo... Ya ustedes saben a donde escribirme. Por cierto, aprovecho para agradecer a todos aquellos que escribieron felicitándome por la saga de "La Catira". Algunos hicieron comentarios y observadores que me han servido para redactar mejor estas historias, en especial a Arturo. Nos vemos entonces...