<!Lisa, La Agente Asesina - Capitulo Introductorio>
<!By Chacho, chacho_world@hotmail.com>
<!Resumen: La siguiente es una
introducción a la serie de relatos que tratan sobre Lisa, una madura ex agente
del servicio secreto, excepcionalmente voluptuosa y musculosa a la vez, y su
afición por el sexo rudo (letal para sus ocasionales amantes). Ella suele
disfrutar de salvajes sesiones de sexo durante los trabajos que a veces, aún
acepta de la agencia o en encuentros casuales>
Lisa, la
agente asesina
Capitulo
Introductorio
A manera de introducción. Una breve
reseña sobre nuestro personaje.
Lisa Lyon, 41 años, de un 1.80 de estatura, dueña de un fabuloso
cuerpo, donde destacan nítidamente un par de descomunales senos, una diminuta
cintura musculosa, amplias caderas, un trasero de fábula, y unas piernas de
atleta magnificas. Es propietaria del más exclusivo night club de la ciudad.
Su rostro delgado, ligeramente
ampuloso y de fina nariz, estaba dominado por unos ojos verdes intenso, unas
cejas femeninamente pobladas y unos labios carnosos que hacían de su cara un
canto a la seducción no por lo bella precisamente, sino por lo exótico.
Su tez blanca algo rojiza, estaba
intensamente bronceada, al igual que el resto de su excepcional cuerpo, y su
pelo negro azabache, corto, no hacía más que marcar su bien trabajado cuello y
sus hombros, cuyo desarrollo atlético estaba claramente definido marcándose
cada uno de sus músculos y venas.
Sus brazos dejaban ver unos bíceps
igualmente bien desarrollados y marcados sin llegar a hacerla poco femenina ya
que en el caso de Lisa, Madame Lisa, como la llamaban las bailarinas de su
club, este y sus demás atributos, sólo contribuían a hacerla más sexualmente
exótica.
A pesar de su bien desarrollado
físico tenía un talle estrecho el que era estupendamente complementado por una
espalda fibrosa y marcada pero muy femenina.
Pero lo que la hacía excepcional
eran sus demás atributos.
Y es que Lisa poseía unos
descomunales senos, los cuales eran duros como piedras. Algunos decían que tal
perfección sólo era posible con la ayuda de cirugía o implantes de siliconas,
pero lo cierto es que su perfecta curva y rara firmeza para semejante volumen,
enloquecían a los hombres.
Su cintura muy pequeña, mostraba un
labrado abdomen, duro como una lámina de metal y su enorme y también durísimo
trasero era el nacimiento de sus perfectas piernas, las cuales, atléticas y
torneadas, se asemejaban a dos macizas columnas.
Esta bien mencionar que a pesar de
sus agresivas, y para algunos exageradas, redondeces, Lisa no dejaba de verse espigada y atlética y
su metro ochenta de estatura solo la resaltaba aún más.
Con estas increíbles medidas, siendo
una rara mezcla de mujer musculosa y súper voluptuosa a la vez, Lisa era un
portento de hembra, deseada por muchos hombres y no pocas mujeres.
Sin embargo, Lisa tenía un oscuro
secreto.
Lisa era una despiadada asesina en
la cama.
A ella le gustaba ligarse a los
hombres que le atrajeran, tirárselos salvajemente y mientras hacía el amor con
ellos, matarlos de la forma más brutal posible.
Ella se decía a si misma que no era
una enferma mental como alguien podría pensar, sino que simplemente era su
forma de disfrutar.
Matar al hombre mientras este la
llevaba al paroxismo del placer, la hacía enloquecer, multiplicaba y enardecía
aún más sus intensos orgasmos.
Era algo a lo que aprendió a tomarle
el gusto durante su paso por la agencia de Inteligencia donde había trabajado
hace algunos años.
Ya en esa época disfrutaba el
eliminar a los agentes más peligrosos y despiadados en largas sesiones de sexo
rudo que siempre acababan con el hombre asesinado de la más horrible forma, en
el momento más intenso de aquellos verdaderos combates sexuales.
Y es que Lisa, no sólo era dueña de
un excepcional y sexual cuerpo, sino que además su probada súper fuerza se
basaba en una manipulación genética que hacía que sus músculos, que tenían una densidad de fibras
mucho mayor a lo normal, multiplicaran su fuerza al momento de entrar en
acción.
Ahora, como agente retirada de esos
menesteres y gozando de una estupenda situación económica, sus jornadas de sexo
y sangre eran por puro placer o por encargos superespeciales por las que ella
cobraba cifras exorbitantes.
Los relatos que vienen a
continuación nos cuentan algunas de sus aventuras.