LAURA, UNA EMPRESARIA INCREIBLE, PARTE 3 Por Esper esper_cl@yahoo.com Laura enfrenta problemas empresariales. Le resulta de gran ayuda que los hombres disfruten su fuerza. Pasó un mes y seguimos emparejados con Laura. Lo que se inició acaso como una aventura de noche de viernes, se fue transformando en una relación más profunda. Lo que me tenía inquieto era el hecho de que la empresa de Laura era nuestro proveedor y yo la seguía atendiendo. Por fortuna, en ese mes no hubo pedidos. Una noche que estábamos en mi departamento, en la cama después de hacer el amor, conversé el tema con Laura. Yo: ¿Sabes?, me preocupa el hecho de que seamos tu cliente y la vez tengamos esta relación de pareja que es hermosa para los dos. Laura: Había pensado en lo mismo. ¿Crees que eso pueda traer algún problema? Yo: Espero que no. En todo caso he actuado con mucha ética comercial. Pero ya sabes, no sólo basta ser sino también hay que parecer. Laura: Muy cierto, Anselmo ¿y qué piensa hacer? Sinceramente me interesa mucho tu cadena de tiendas como cliente, y creo que eso lo tienes claro. Tenemos que ser muy cautelosos. Yo: Voy a hablar con mi jefe mañana mismo, le voy a contar la verdad y voy a pedirle que sea otro quien los atienda a ustedes. Laura: ¿Cómo crees que lo van a tomar? Tú conoces tu empresa. ¿Te podrían despedir? Yo: No lo creo, pero igual tengo que correr el riesgo, porque se van a enterar de una forma u otra. Laura: Bueno, ya sabes que soy amiga del gerente general. Yo: Mantengamos eso como la última carta a jugar. Laura: Me parece bien. Al día siguiente me dispuse a hablar con Sergio, mi jefe. Me acerco a su oficina. La puerta estaba entreabierta como era su costumbre. Yo: Con permiso jefe, quiero hablar contigo. Sergio: Hola Anselmo, asiento. Yo: Voy a cerrar la puerta, ya que quiero hablar contigo algo importante. Sergio: Bueno, ciérrala si quieres Cerré la puerta y me senté. Sergio: Adelante, te escucho. Yo: A ver, tú y yo somos profesionales y también somos hombres, y hemos desarrollado algún grado de amistad. Sergio: Bien, continúa. Yo: Ahora voy al grano. Lo que te quiero contar es que tengo una relación sentimental con Laura. Prefiero decírtelo antes de que te enteres por otras vías. Y creo que es preferible que no sea yo quien atienda a su empresa. Sergio: Ya lo sabía, Anselmo. Yo (asombrado, aunque no del todo): ¿Cómo? Ya lo sabes. ¿Y cómo te enteraste? Sergio: En realidad más bien lo sospechaba. Uno de los jefes de sección de la tienda, no te voy a decir cual, los vio juntos en un auto y me lo contó. Yo (con una sonrisa irónica): ¡qué copuchentos son! Sergio: ¿copuchento? Yo: es un chilenismo, significa chismoso. Sergio: Pues si, los chismes andan a la orden del día. Como peruano que soy te lo digo. Y creo que en Chile debe pasar lo mismo. Yo: Bueno, eso es cierto. Chile es igual, y probablemente es lo mismo en todas partes. Sergio: Volvamos al tema. Yo: Oka volvamos al tema. En todo caso ya te dije mi propuesta. Más allá de lo que conversemos, quiero dejar recomendada a la empresa de Laura. Independiente de lo otro, trabajan bien con nosotros. Sergio: Bien Anselmo. Ya sabes que los controles de la empresa en cuanto a las adquisiciones son muy rigurosos. Si hubiera habido alguna irregularidad ya lo habríamos notado. Se controlan los precios y se revisan todas las cotizaciones, y eso lo sabes. He trabajado en adquisiciones antes en Perú y nunca antes había visto tal grado de control. Así que por ese lado te puedes quedar tranquilo. Yo: Me alegro de escuchar eso. Sergio: Y de tu relación, como bien lo acotas, nos íbamos a enterar igual. Eso de que la vida personal es algo intocable, es bastante relativo, nos guste o no. Yo: Si, lo sé, estoy de acuerdo. Sergio: Bien. Es mejor que no atiendas más a los proveedores de bolsas plásticas. Te voy a dar otro rubro cambio déjame verlo y te lo comunico en un par de días. A los dos días Sergio me informa que ya no vería las bolsas plásticas y que a cambio vería las pólizas de seguro de las mercaderías. Resultó una buena solución para todos, ya que en el pasado había trabajado en una compañía de seguros. Por lo que conocía el rubro. Así, ese caso tuvo un desenlace tranquilizador. XXXX Esa misma noche me reuní con Laura en mi departamento. Le conté los detalles de mis conversaciones con Sergio. Laura: Me alegro mucho de lo que me cuentas. Es un problema menos para los dos. ¿Sabes quien me va a atender ahora? Yo: Eso mismo pienso. De momento el mismo Sergio los va a atender. Laura: Sin embargo. Hay otra cosa que me tiene bastante preocupada, no te lo había contado. Yo: ¿De qué se trata? Cuéntame Laura: Hay dos supermercados que no me están comprando últimamente. Yo: No digas ¿Cuáles? Laura: Hiper y Lapostol Yo: ¿y qué tan importantes son como clientes? Laura: En promedio representan el 30% de las ventas. Les he vendido regularmente en los últimos 4 años. Estoy tratando con nuevos clientes pero eso no deja de preocuparme. Siempre me informo de lo que hace la competencia, los precios, quien entra, quien sale del negocio, y no ha habido muchas novedades Yo: Cuéntame más sobre eso y a que crees que se pueda deber. Laura: Ha habido cambios de personas en los departamentos de adquisiciones, en ambos supermercados. Sospecho que por alguna razón está entrando fuerte otro cliente. Hicimos una pausa. Me quedé pensativo. Yo: Me estaba acordando de los cuatro de las vencidas. Laura: ¿Qué hay con ellos? Yo: Si mal no recuerdo, uno de ellos, Gustavo, trabaja en el departamento de tesorería de un supermercado. Laura: No, te equivocas, el trabaja en el Banco de Crédito Yo: No creo, precisamente le escuché que trabajaba en un banco y que hace poco se había cambiado. Laura: Llamémoslo entonces. Veamos si aparece en el directorio. Tuvimos la suerte de que su nombre aparecía en el directorio. Laura lo llamó de inmediato, puso el dispositivo manos libres, de modo que yo escuché la conversación. Laura: Aló, ¿Gustavo? Gustavo: Si, con él. Laura: ¿Cómo estás? Habla Laura. Gustavo: ¡Hola Reina!, qué sorpresa y que gusto escucharte. Laura: Estoy acá con Anselmo Yo: Hola Gustavo ¿como estás? Gustavo: Hola Anselmo, bien gracias y tú. Yo: bien, gracias. Laura: Cuéntame una cosa ¿dónde estás trabajando? Gustavo: En Lapostol, el supermercado. En tesorería. Llevo 3 meses ya, creo que no te había contado que renuncié al banco. . Laura: No, no sabía. Anselmo me lo acaba de contar. Sabes me gustaría pedirte algo. Gustavo: Pues lo que quieras. ¿Qué necesitas? ¿Qué te limpie los vidrios? ¿Qué te aspire las alfombras? Ya sabes que eso sólo te costará ganarme en vencidas, lo que creo que será muy fácil para ti. Laura y yo estallamos en una carcajada. Laura (Aún riéndose). No, tonto. Jajajjajaja, ¡como me haces reír! Lamentablemente es algo más serio. Gustavo: Bueno, cuéntame, con gusto haré lo que pueda. Laura: Es un poco largo de contar ¿Vas a ir al Regatas en el fin de semana? Gustavo: Si, el sábado en la mañana tengo un partido de tenis. Después de eso nos vamos a juntar con los muchachos, los "limpiadores de vidrios" a jugar a los dados. Si llegas algo después de las 12 podemos hablar. Laura: Allá estaré. Llegamos el medio día del sábado al Regatas. Nos encontramos con los 4 jugando a los dados, haciendo bromas y riéndose, como era su costumbre. Nos saludaron cordialmente. En la conversación con Gustavo por precaución no iba a estar yo presente. Todo se arregló de modo que Laura y Gustavo se fueron a conversar a otra mesa y yo reemplacé a Gustavo en el juego de dados. Se sentaron. Laura le contó con detalles lo sucedido y el problema que representaba para ella. Laura: Ya comprenderás lo importante que es para mí eso. He sido proveedor de ustedes de bolsas plásticas por años y no quisiera perderlos. Ahora bien, te quiero pedir algo bien especial. Si no puedes hacerlo, lo comprenderé y seguiremos igual de amigos. Gustavo: Dime no más que deseas que haga. Laura: Bien. Lo que te quiero pedir es información acerca a quienes les están comprando y las condiciones. Gustavo: Oka, Laura. Veré que puedo hacer. Te llamaré la próxima semana. El martes siguiente a la hora de almuerzo, Laura recibe un llamado de Gustavo desde el celular de él. Pensó de inmediato que por alguna razón no quiso usar el teléfono de su oficina. Gustavo: Laura, ¿qué tal si me invitas a un café hoy a las 8 en tu departamento? Quiero hablar contigo. Laura: Con gusto. Si quieres puedes cenar con nosotros. Gustavo. Tengo una cena después, así que prefiero sólo un café. Laura: Bien, te espero. Estaremos solos. La reunión se produjo. Gustavo le contó a Laura que dos competidores de ella se habían estado adjudicando las adquisiciones en el último tiempo. Y lo más extraño de todo es que los precios eran algo superiores a los de Laura. Laura: Me es de mucha utilidad lo que me estás contando Gustavo. No sabes como... Gustavo (interrumpiendo a Laura): Espera un poco, aún hay más. Laura: Si, te escucho. Gustavo: Tengo un compañero de universidad que trabaja en Hiper. Hablé con él para pedirle información. Y el resultado es el mismo. Los dos proveedores se esta llevando la mayor parte de los contratos y a precios mayores que los tuyos. Laura: Mmmmm ¡que interesante! Me queda claro que voy a tener que estudiar una estrategia. Es difícil saber hasta que nivel están coludidos. Gustavo: Me da la impresión de que no pasa del departamento de adquisiciones. Laura: En la empresa de Anselmo es la misma contraloría quien revisa las adquisiciones. ¿No ocurre lo mismo en tu supermercado? Gustavo: No. Todo queda en adquisiciones. Nosotros sólo nos enteramos de los precios porque vemos las facturas y la demás documentación. Pero no nos corresponde hacer controles sobre eso. Sólo verificamos que los pedidos han sido recibidos. Laura: Gustavo, no sabes lo agradecida que estoy. Y por supuesto cuenta con mi reserva. Gustavo: Lo sé. Y te pido que mi novia no se entere que hemos hablado. Es terriblemente celosa. Laura: Bien cuenta con ello también. Y me halaga que yo le puede causar celos a una chica más joven. Al terminar la conversación, Laura, lo acompañó a la puerta. Lo abrazó fuerte, lo levantó de modo que los pies de Gustavo quedaron unos 10 cm. en el aire. Gustavo era medía 1,75 y Laura estaba con tacones, de modo que el quedó a la altura de ella. Lo mantuvo así unos 15 segundos y lo beso en la mejilla. Gustavo: ¡Qué tal despedida! Laura: Ya se que a ustedes les gusta mi fuerza. Ahí tienes una pequeña demostración. Gustavo: jajjajajaa Gracias Chau. Laura. Chao Gustavo, eres un amor. Laura iba a cerrar la puerta. En eso Gustavo se devuelve. Gustavo: Laura, Espera. Laura: Si, ¿que pasa? Gustavo: Ahora que me acuerdo, Roberto es de la misma colonia de la familia que es dueña de Hiper. Según sé son bien amigos con la familia de Roberto. Y si no me equivoco, una prima de él esta casada con uno de los de Hiper. Laura: ¡Excelente! Veré como puedo hablar con él. Gustavo: Habla con él con toda confianza. Si quieres le cuentas todo lo que hemos conversado, con todos los detalles. El y yo nos hemos hecho muy amigos últimamente. Recuerda, eres nuestra Reina Amazona. Te admiramos mucho por tu forma de ser y tu fuerza, así que cuenta con nosotros. Y te tenemos mucho cariño. Laura: No sabes como me reconforta lo que dices. XXXX El próximo paso de Laura fue reunirse con Roberto. Le contó lo sucedido y la conversación que había tenido con Gustavo. Roberto: Si efectivamente somos amigos de los dueños de Hiper. Laura: Y según me contó Gustavo tu prima esta casada con uno de ellos... Roberto: jajjajaa Pues ese burro (refriéndose a Gustavo) te informó mal. Es mi hermana la que está casada con uno de ellos, no es mi prima, lo que es mejor aún para ti. Laura: jajjajajaja Roberto: Querida Laura. Creo que estás de suerte. Te explico de inmediato lo que vamos a hacer. Laura: Soy todo oídos. Roberto Roberto: El próximo domingo voy a celebrar mi cumpleaños con un asado en la casa de la playa de mis padres. Desde ya considérate invitada y lleva a Anselmo. ¿Tienes algo que hacer en ese día? Laura: Iba a ir a almorzar donde mi hermana. Pero eso lo puedo posponer. Esto es mucho más importante. Gracias. ¿Cuántos cumples? Roberto: 37. De partida vamos a estar los "limpiadores de vidrios" con señoras o novias. Laura: jajajjajaja Pues que gusto me da. Roberto: Van a estar mis padres y algunos amigos más. Va a estar mi hermana precisamente con su esposo. Y lo más importante, y presta mucha atención... Laura: Atenta al máximo. Roberto: Está invitado el suegro de mi hermana que es uno de los socios principales de Hiper. Incluso fue presidente hasta el año pasado. El es don Gonzalo. Laura: Roberto, eso me parece fantástico. Roberto: Yo simplemente los voy a presentar y tú te encargarás del resto. Es un señor muy fregado pero tú tienes encantos de sobra, para seducirlo. Laura: Gracias. ¿Me quieres contar algo más de Don Gonzalo? Roberto: A ver. El es viudo hace unos tres años. De joven practicó Judo. Es un señor muy grande y corpulento. Años atrás abrió una de las primeras academias de ese deporte en Perú. Se que le gusta Chile, así que Anselmo puede apoyar algo la conversación. Pero si logras hablar con él el tema de las artes marciales y de la fuerza, lo tendrás incondicional Laura: Roberto, ya lo dije, tú y tus amigos son un amor. Esta vez fue Roberto quien recibió un abrazo con levantada de piso. XXXX Llegamos ese día domingo al cumpleaños de Roberto. Laura y yo fuimos presentados como enamorados. Esa es la denominación que se usa en Perú para referirse a las parejas. Resultó bastante fácil que don Gonzalo quisiera hablar con nosotros, especialmente con Laura, pues se nota que el señor la encontró muy atractiva. Conversamos un rato sobre Chile, el sur, la región de los lagos, la que es una de las favoritas de los que llegan de turista a Chile. Luego hablamos algo de la situación política y económica de ambos países. Don Gonzalo (dirigiéndose a Laura): ¿Muchacha, haces algún deporte? Te vez muy atlética Laura: Pues si, hago pesas, aparatos, y cuando joven hice karate y algo de Judo. Don Gonzalo: ¿Cuándo joven? Pero si tú lo eres. Si tú no eres joven que quedará para mí. Nos reímos. Don Gonzalo: Pero cuéntame más de eso. Yo fui judoka y he pertenecido a la directiva de la defecación de judo de Perú. Yo: Disculpen Voy por una cerveza, ¿desean tomar algo? Don Gonzalo: Por ni nada, gracias. Laura: Tráeme un agua mineral. Esa ausencia fue deliberada. Quería que Laura y don Gonzalo empezaran a desarrollar el tema de las artes marciales. Volví en unos minutos. Ya se encontraban conversando animadamente. Por su expresión, noté que don Gonzalo estaba muy fascinado con lo que Laura le contaba. Al cabo de un minuto pasó Roberto invitándonos a todos a bajar a la playa para bañarnos en el mar. Don Gonzalo: Yo me quedo, gracias. Laura: Yo también. Las mujeres no podemos hacer lo mismo que los hombres todos los días. Además estoy muy entretenida conversando con don Gonzalo. Ve tú Anselmo. Yo: Bien, nos veremos más tarde. Lo que dijo Laura lo encontré una forma muy diplomática de señalar que no se iba a bañar porque estaba en sus días femeninos y una impecable excusa para quedarse a solas conversando con don Gonzalo. Don Gonzalo: y cuéntame hija ¿a que de dedicas? Laura: Pues bien, soy la socia principal de una empresa que elabora bolsas plásticas para cadenas de tiendas y supermercados. Se llama Itaplast. Don Gonzalo. La he oído nombrar. ¿Nos vendes a nosotros? Laura: La verdad, en el pasado si pero no en este momento. Pero no quisiera importunarlo en este lindo día de playa con temas de trabajo. Don Gonzalo: ¡Ni se te ocurra que me vas a importunar! Eres un encanto de mujer. Cuéntame que ha pasado. Y además me interesa Laura: Bueno, la verdad es que no nos aceptan cotizaciones hace como 3 meses. Y no entiendo mucho la razón, puesto que pensamos que nuestros precios y calidad están bien dentro del mercado. Don Gonzalo: ¿Has hablado en el supermercado sobre el tema? Laura: Si, hasta el momento se me ha dicho que no revelan a quienes les compran ni las condiciones negociadas. Don Gonzalo: Cuéntame algo más. ¿Has tenido problemas con la mercadería que nos entregas o con los despachos? Laura: Ninguno. Soy extremadamente cuidadosa para cumplir con los clientes, especialmente por cuanto no somos una empresa grande y los clientes si lo son. Sólo una vez nos objetaron un despacho pero fue un error de la gente de bodega de Hiper, y se aclaró rápidamente. Don Gonzalo: ¿Tienes tarjeta? Laura le entregó su tarjeta de visita a don Gonzalo. El no entregó la suya. El martes siguiente Laura recibió un llamado del depto. de adquisiciones de Hiper. Se les dijo que estaban haciendo una "revisión" de cotizaciones y precios y que la invitaban presentarse para la próxima adquisición. La siguiente cotización fue aceptada, y más aún, obtuvo un pedido del doble de tamaño de los anteriores, como recuperando la pérdida de ventas de los pedidos perdidos con anterioridad. Desde entonces Laura siguió vendiéndole al supermercado Hiper. Habían transcurrido 10 días desde que Laura habló con don Gonzalo Decidió llamarlo para agradecerle. Después de pasar varios filtros, logró hablar con la secretaria de él. Como era de esperar, ella sometió a todo un interrogatorio a Laura, acerca de quien era y el motivo de su llamada. Una vez que dio su nombre, le dijo a la secretaria "la llamada es personal, don Gonzalo me conoce." "Bien", contestó la secretaria. "le devolveremos el llamado si don Gonzalo puede, porque él está muy ocupado". A las dos horas, Laura recibe un llamado. Era don Gonzalo. Curiosamente había discado él el teléfono sin que mediara la secretaria. Laura: Don Gonzalo, que gusto me da escucharlo. ¿Cómo está? Don Gonzalo: Pues el gusto es mío, Laura. ¿Tu cómo estás? Laura: Estoy muy contenta Don Gonzalo, estamos recuperando ventas, ya sabe... Y usted es una persona que ha sido muy deferente conmigo, y quería agradecérselo. Laura fue muy cuidadosa en el lenguaje. Quería dar las gracias a don Gonzalo, y a la vez nos ser tan explicita al decirle que sabía que el había hecho una gestión, porque podía sentirse incómodo. Don Gonzalo manejaba el mismo lenguaje. Entendió el mensaje de Laura y se largó a reír. Don Gonzalo: De nada hija. Cuando quieras hablar conmigo no dudes en llamarme. Laura: Gracias de nuevo don Gonzalo, y espero que nos volvamos a ver. Don Gonzalo: Pues si, habrá que encontrar la ocasión para eso y para que sigamos hablando de artes marciales. Laura: Muy bien. Trato hecho. XXXXX En el sábado siguiente fuimos al Regatas como ya era costumbre. Laura me pidió que nos sentáramos en la terraza. Conversamos un rato. Laura: ¿Me haces un favor? Yo: Claro, dime. Laura: ¿Puedes ir a al bar a ver si están Roberto y Gustavo? Si están pídeles que vengan y vuelve con ellos. Yo: Bien, allá voy. Llegué, y efectivamente estaba el grupo de siempre. Nos saludamos. Yo: Roberto y Gustavo, la soberana solicita que la dignen con su presencia. Está en la terraza ahora. Roberto: Con gusto, vamos Gustavo Gustavo: Vamos. Salimos los tres a la terraza. Cuando llegan Laura los abraza muy efusivamente y le da dos besos en la mejilla a cada uno. Primero a Roberto y luego a Gustavo. Laura: Muchachos, creo que los dos saben lo que me han ayudado y quería agradecérselos una vez más. Gustavo: De nada, Laura. Es un honor para nosotros serte de utilidad. Roberto: Así es, Laura. Es como dice Gustavo Gustavo: Ya sabemos que solucionaste lo de Hiper. ¿Pero cómo te ha ido con nosotros? Laura: Lo de Hiper ya me tranquiliza. Con Lapostol he conversado con algunas personas pero sin éxito. No lo doy por perdido aún. Lo que te voy a pedir Gustavo es que me des los nombres de los cargos gerenciales. Gustavo: Te los daré anotado dentro de un rato. Laura: Chicos, realmente estoy en deuda con Ustedes. Roberto (sonriendo): Bueno creo que se como nos puedes pagar. Gustavo(al parecer conocía lo que pensaba Roberto): Si, tenemos una idea. Laura: A ver, la escucho. Roberto: Pues nos gustaría que nos hicieras una demostración de tu fuerza. Si es que estás de acuerdo y Anselmo no se molesta. Ambos me miran en ese momento. Yo sólo sonreí levemente e hice un encogimiento de hombros. Con ese gesto es di a entender a ellos y a Laura que no me molestaba. Ella comenzó a reír. Laura: ¿De verdad quieren eso? Gustavo: Pues de verdad, nos tiene muy intrigados saber que tan fuerte eres. Laura: Bien, si eso quieren les daré en el gusto. Se lo merecen ¿Pueden ir hoy a las 5 a mi depto? Gustavo: Yo no tengo problema. Roberto: Yo tampoco. Laura: Bien encantos. Los espero a las 5 y vengan con zapatillas y tenida deportiva. Roberto: ¿Porqué? ¿Qué nos vas a hacer? Laura: Pues los voy a hacer sudar un poco. Pero no se asusten. No les voy a hacer daño. Llegaron al departamento de Laura a la hora convenida. Ella estaba vestida con un polo ancho de mangas largas y pantalones. Les preguntó como estaba su salud, y en particular su presión. Ellos contestaron que se revisaban todos los años y no tenían problemas. Laura se puso de espaldas en una máquina para hacer levantamiento de pesas. Nos contó que el peso de ese momento era 100 kilos. Hizo 10 levantadas seguidas. "El turno de ustedes", dijo Laura. Primero se puso Gustavo en la máquina. Apenas logró levantar la barra unos centímetros. Roberto pudo un poco más, pero no logró estirar el brazo en forma completa. En seguida Laura se despojó de los pantalones y del polo ancho, quedando en vestimenta para hacer gimnasia sin mangas y con el estomago al aire. Laura tenía la costumbre de vestir con polos o blusas anchas, con mangas, aunque fueran cortas. Para no llamar la atención prefería disimular su musculatura, cosa en todo caso bastante difícil. El caso fue que era la primera vez que los chicos veían los bíceps y hombros de Laura. Laura: Bien chicos miren mi musculatura. Ella flexiona entonces sus brazos en alto. Los muchachos quedan estupefactos al ver el tamaño de sus hombros y músculos. Laura: ¿Quieren que los cargue? Los muchachos accedieron con mucho entusiasmo Laura: ¿Cuánto pesan? Gustavo: Yo 75. Roberto: Y yo 78. A Gustavo lo cargó en sus brazos como bebé y caminó con él. A Roberto lo subió a sus hombros. Laura: ¿Quieren más? Un si categórico fue lo que escucho Laura como respuesta. Laura: Roberto, abre tus piernas. Una vez que Roberto lo hace, Laura pone su cabeza entre sus pies y comienza a levantarlo. Ella queda de pie con las piernas algo separadas y Roberto queda sentado con una pierna en cada hombro de Laura. Laura: Toma mi cabeza y sujétate que necesito mis brazos libres. Roberto obedece. Laura entonces dobla los codos y extiende el antebrazo. Laura: Gustavo, sube a mis brazos para cargarte como lo hice hace un rato. Gustavo el hace caso, y tenemos a la heroína cargando a dos hombres al mismo tiempo con un peso total superior a 150 kilos. Después de de unos 30 segundos en esa posición Laura los baja. Primero a Gustavo y luego a Roberto. Laura (respirando rápido): Uf, me cansé un poco. Gustavo: Jajjajaa Un "poco". Cualquier que haga eso le da un infarto. Y tú te cansas sólo un poco. Laura: Muchachos, ahora me van a golpear el estómago. Gustavo: ¿Qué? Roberto: No pretenderás que te golpeemos, con lo que te queremos... Laura: Tranquilícense. Es para que vean lo duro que lo tengo. Vamos a hacer lo siguiente. Cada uno de Ustedes me va a golpear 5 veces. Vayan subiendo la fuerza y si le duele es digo que paren. Le hicieron caso. Golpearon con su puño cerrado el estómago de Laura cada vez más fuerte. Laura no acusó dolor. Ni siquiera se movió. Roberto: Sentí como si hubiera golpeado una pelota de fútbol recién inflada. Gustavo: yo sentí lo mismo, ni con 100 golpes te haría daño. Laura: Bien, creo que es suficiente. Por favor que uno de ustedes vaya a la cocina y me traiga un jugo del refrigerador. Si prefieren hay cervezas. Llegué al depto de Laura como a las 9 para salir. Ella me comentó algo de su reunión con Gustavo y Roberto, quienes se habían ido ya. Laura: ¿Sabes? Es curioso. Que los encantos femeninos nos sean de utilidad a las mujeres en el ambiente de trabajo, no es novedad. Sin embargo curiosamente mi fuerza, me ha sido de utilidad en el último tiempo. Yo: Bueno, tu fuerza es una forma de encanto femenino, créeme. Laura: Si, tienes razón. Te entiendo lo que me dices. Aún faltaba ver que haría Laura con el tema del otro supermercado. Pero eso se verá en la parte 4 de esta historia. Continuará.... .