LAURA, UNA EMPRESARIA INCREIBLE, PARTE 1 Por Esper esper_cl@yahoo.com Anselmo conoce a una clienta. Resulta ser la más increíble que le podía tocar en su vida. Me llamo Anselmo. A los 45 años, trabajaba en una cadena de tiendas en Santiago de Chile. Se me ofreció ir a trabajar a Lima. Perú en la filial que se estaba abriendo en esa ciudad. Acepté y asumí el cargo de jefe de adquisiciones. Me correspondía negociar con las empresas que nos proveían de servicios varios, no así con aquellas que fabricaban los productos que vendíamos. En cierta oportunidad me tocó atender al gerente de ventas de una empresa llamada Itaplast., la que elaboraba bolsas plásticas en las que se le entregan los productos a nuestros clientes. Se apellidaba Martínez. Resulta fácil adivinar que el negocio iba a ser de magnitud para el proveedor, no así para nosotros, puesto que había varias empresas en Lima que elaboraban el producto. El hecho fue que ese personaje me ofreció primero veladamente, y luego abiertamente dinero para mi cuenta personal, si es que aceptaba la cotización de ellos. Ello no era la forma mediante la cual yo hacía negocios. El dinero siempre me lo he ganado con trabajo y con ingenio y no necesitaba involucrarme en ese tipo de prácticas. Por otra parte sabía que mi empresa estaba siendo muy rigurosa con el tema de la ética, y estaba implementando muchos controles para evitar sobornos, los que habían sido no poco habituales en mi departamento Por ello, decidí descartar a la empresa como proveedor. No sólo rechacé el dinero ofrecido sin que además quise descartar a la empresa como un todo como proveedor. El caso se lo comenté a Sergio, mi jefe, dándole las razones por las cuales no quería aceptar más cotizaciones de esa empresa. Un "mmmm" fue su única respuesta. Lo quedé mirando como preguntándole "¿Hay algo más?" Me dijo.: "Está bien Anselmo. Hiciste lo correcto" Algo desconcetado me dejó su respuesta y sus gestos. Me quedó la impresión de que había algo más que no me quiso decir en ese momento. A los dos días Sergio me cita a su oficina. Cuando entro el cierra la puerta y me dice: "toma asiento por favor". Le hice caso, intuyendo que algo podía pasar. Sergio: Se trata de esa empresa de bolsas plásticas, que rechazaste. Yo: (algo alarmado) Si, ¿qué hay con eso? Sergio: La alta gerencia no quiere que la descartemos como proveedor. La dueña es una persona conocida del gerente general. Yo: Perdona Sergio, ya sabes como terminó mi reunión con ese tal Martínez. Yo no quisiera conversar con él de nuevo. Así que si no te importa preferiría que fueras tú quien lo atendiera. Sergio: Tranquilízate Anselmo. Todo lo que ocurrió ya se sabe y va a venir la misma dueña a hablar con nosotros. Tú eres el que mejor conoce a los proveedores de ese rubro, así que atiéndela tú mismo. Yo: Bien, lo haré. Sergio: Y por lo que he sabido, creo que no te va a desagradar hablar con ella. Su nombre es Laura. Cuando dijo lo último sonrió e hizo un guiño. El mensaje era claro, la mujer debía era atractiva con toda probabilidad. Al día siguiente llegó Laura a hablar conmigo. A raíz del comentario de Sergio esperaba una mujer guapa, pero lo que vi en ese momento no dejó de impactarme. Laura resultó ser una mujer de 1,80. Yo mido 1,83, pero ella llevaba tacones por lo que se veía algo más alta que yo, o al menos de mi porte. Vestía un traje que para mi era azul oscuro de dos piezas con bordes blancos. Sencillo, pero muy formal y de ejecutiva. Probablemente una mujer habría dicho con más exactitud el nombre del color. El color de sus zapatos hacía juego con su cartera. Dado que llevaba años trabajando en la cadena de tiendas, me di cuenta que todo lo que llevaba puesto a ropa que llevaba era de valor. Su pelo corto entre castaño y pelirrojo. Lo usaba corto y parecía tener un corte de pelo estudiadamente desordenado. Su tez era entre blanca y morena y tenía algunas pecas. Me hice la idea de que étnicamente era una mezcla europea con hispanoamericana. Sus ojos eran café claro, de un color bastante raro. Calculé que estaba en sus primeros cuarenta. Era una mujer ancha y fuerte. Calculé que pesaba unos 80 kilos, pero nada de grasa Se movía con mucha gracia y agilidad, no pareciendo que su peso y tamaño era un obstáculo para ello. Todas sus partes del cuerpo eran grandes. Sus piernas eran gruesas y bien torneadas a la vez. Sus manos eran grandes y su muñeca muy gruesa. Su cuello era fuerte y espigado. Su cabeza era grande, pero totalmente proporcionada a su cuerpo. Lo mismo eran sus facciones. Su cara era algo alargada. Su boca grande tenía los labios más bien delgados y sonreía con frecuencia. Su mirada era muy penetrante y denotaba seguridad en si misma. Me extendió la mano para saludarme. La sentí fuerte y nos dimos un apretón. Laura: Hola, tu debes ser Anselmo. Mucho gusto, soy Laura. Yo: Hola Laura, encantado. Asiento por favor. Nos sentamos y de inmediato nos pusimos a conversar de negocios. Laura: Bien Anselmo, soy la socia principal de Itaplast. En primer lugar quisiera informarte que el gerente de ventas con el que hablaste hace algunos días ya no trabaja con nosotros y que yo misma voy a conversar contigo. Yo: me parece bien. Para comenzar, cuéntame algo de tu empresa por favor. Laura: Con gusto. Nuestra empresa lleva 10 años en Perú. Todo ello partió de una empresa que tiene mi familia en Italia. Replicamos acá la tecnología de ellos y nos ha ido bien. Mi padre es italiano y mi madre peruana. Yo he vivido en Italia una parte importante de mi vida. Hace una pausa. Yo: Sigue por favor, todo lo que me digas me interesa. Laura: La principal socia soy yo, con un 60% de la participación y actúo como gerente general. Mi ex esposo, con quien nos divorciamos hace 5 años, mantiene un 20%. Nos vemos poco, pero la relación entre los dos es cordial. El trabajó en la empresa conmigo, pero luego se fue a vivir a fuera del Perú. El otro 30% lo poseen mis dos hijas, quien son ya mayores de edad. Me continuó relatando varios detalles de la empresa, como sus productos, su tecnología y los clientes que tenía. Todo parecía bien. Yo: OK, Laura. Bueno, tú has trabajado ya con cadenas de tiendas y ya conoces algo de la nuestra. Déjame contarte algo acerca de cómo trabajamos. Laura: Bien. Estoy atenta. Yo: De acuerdo a nuestras políticas, pensamos tener unos 3 o 4 proveedores. Como comprenderás es un producto bastante importante para nosotros Uds. Para probarlos pensamos tener un contrato de abastecimiento por 3 meses. Si nos acomoda la calidad y los precios, así como la oportunidad en la entrega, podemos seguir trabajando en el futuro con ustedes. Laura. Me parece lo correcto, así es como hemos trabajado siempre. Yo: Hay algo más. Queremos conocer bien a nuestros proveedores. Por ello nos gustaría que nos permitieran una visita a tu empresa y nos proporcionaras nombres de clientes, con autorización para pedir referencias. Una vez cumplido todo esto podemos precisar cantidades, formas de pago y precios. Laura: Con gusto Anselmo. ¿Cuándo puedes ira ver nuestra empresa? Por interés de los dos, mientras antes, mejor. ¿Te parece bien mañana en la tarde? Yo: De acuerdo. Laura: Entonces te podemos pasar a buscar mañana. ¿A que hora te acomoda? Yo: A las 3 los espero. Se puso de pié y nos despedimos con otro apretón. Al día siguiente en la mañana recibo un llamado de Laura. Yo: Aló. Laura Laura: Hola Anselmo ¿cómo estás? Te llamo para decirte que va a ir mi hija a las 3 en punto a buscarte. Yo: Muy bien estaré listo a esa hora. Laura: Su nombre es Martina, para que sepas cuando llegue. Yo: Me acordaré de su nombre, la espero Laura: gracias Bye. Estaba bastante ocupado en el día, así que no pensé mayormente en la visita de la tarde. Ni siquiera me di el trabajo de imaginar como sería Martina, la hija de Laura. A las 3 en punto llegó la hija de Laura a buscarme. Mi secretaria la anunció y le dije que me esperara un minuto que salía de inmediato. Al conocerla, recibí el segundo impacto de la semana. Se notaba que ella era hija de Laura. Era igualmente maciza que su madre, pero más alta. Calculé que mediría 1,87. Su cabello era algo más claro que el de Laura y pelirrojo. Lo llevaba largo y lacio. Salimos y subimos a un jeep de unos 40 000 dólares. Conversamos en el camino. Me contó que tenía 25 años y que era ingeniero industrial. Había decidido trabajar ene la empresa de la familia. La chica era agradable, con mucho desplante. Sabía ser cauta en lo que conversaba, porque después de todo yo era representante de un cliente muy importante. Al llegar a la empresa, que quedaba en las afueras de Lima, salió Laura a recibirme. Nos dimos un cordial beso en la mejilla. Recorrimos la empresa. Me dio buena impresión. Dos días después negociamos una cotización y acordamos condiciones para un contrato de prueba a 3 meses. Paso el tiempo y la empresa de Laura trabajó bien con nosotros, en cuanto a oportunidad y calidad. Renovamos su contrato. Acudía a mi oficina con frecuencia para ver nuevos pedidos y aclarar temas relativos a especificaciones de productos y entrega. Con el tiempo empezamos a desarrollar un grado de amistad y conversábamos temas personales. Había estado varias veces en Chile y eso nos dio tema de conversación. Cuando cerramos el segundo contrato para 6 meses, nos invitó a almorzar a un restaurante a mí y a Sergio, mi jefe. Nos acompañó su hija Martina. Comimos en un restaurante peruano de muy buena calidad. Eso fue un día viernes. Cuando volvimos comentamos con Sergio el almuerzo. Sergio: El tremendo par de mujeres que tienes de clientes. Y yo el muy tonto te las dejé a ti para negociar. Yo: jajajjaa. Bueno, tú sabes, negocios son negocios, y los dos somos muy profesionales, así que no me vas quitar este cliente. Sergio (bromeando): Si maldito. Así como trabajas tú, da gusto ser profesional. Lamentablemente para mí y afortunadamente para ti, no te voy a estar quitando a las clientes porque sean muy lindas. XXXXX El viernes siguiente tuve que ir a un mall nuevo donde íbamos a abrir una tienda. Me desocupé como a las 19 así que decidí aprovechar para hacer en el mismo mall algunas compras que tenía pendientes. El azar quiso que me encontrara con Laura. Pensé de inmediato que esto puede ser obra del destino. En efecto, ya se había producido entre los dos una relación personal cálida con algo de coqueteo. Nos saludamos con un beso en la mejilla. Ella me sujetó del hombro unos instantes después de dármelo, y nos. detuvimos para conversar Laura: Hola Anselmo, que gusto me da verte Yo: Hola Laura, el gusto es mío ¿de compras? Laura: Si, hoy dejé de trabajar temprano y quise pasar al mall a comprar algunas cosas. Además estoy sola, pues mis dos hijas se fueron a la playa por el fin de semana. Y tú, ¿en que andas? Yo: Bueno, como sabes vamos a abrir una tienda nueva en este lugar. Vine a ver unos asuntos pero ya me desocupé. Y pensaba ir al casino un rato más tarde. Ella sabía que yo vivía solo en Lima, pues soy separado y mi ex esposa vive con mis hijos en Chile. Laura: Veo que estamos los dos solos. ¿Qué te parece si vamos cenar? Yo: (no podía creer mi suerte). Me parece una muy buena idea. Vamos. . Laura: ¿Andas en auto? Yo: No, me vine con mi jefe y pensaba tomarme un taxi de vuelta. Laura: Pues yo si. Tengo que hacer un par de compras aún, juntémonos acá mismo a las 20 30. Anota mi celular por si nos perdemos. Yo: Bien, a las 20 30 nos juntamos acá. Laura: Fantástico, lo vamos a pasar bien. Me dio un beso en la mejilla y me apretó con fuerza por detrás de mi cintura al dármelo. Sentí como que me comenzaba una erección. Nos juntamos a la hora convenida y fuimos al restaurante. Al llegar nos demoramos algo en encontrar estacionamiento, después de dar unas 4 vueltas logramos estacionar a una cuadra del restaurante. Caminamos por la calle e íbamos conversando animadamente. En un momento vio algo que la hizo enmudecer y ponerse seria unos instantes. Yo: ¿Que pasa? Laura: ¿Te acuerdas del gerente de ventas que llegó a hablar contigo antes de que me conocieras? Yo: Si, Martínez. No recuerdo su nombre de pila. ¿Qué hay con él? Laura: Pues es estoy casi segura que ese auto rojo es el suyo. Yo: Y a propósito ¿Qué fue de él? Laura: Lo despedí. Me enteré que quiso sobornarte al igual que a otro cliente, y ello no corresponde a mi estilo de hacer negocios. Y se fue bastante molesto. Yo: Es posible que esté en el mismo restaurante al que vamos. Laura: O quizás nos siguió y tuvo más suerte para encontrar estacionamiento. . Yo: Si prefieres vamos a otro lugar para evitar problemas. Laura: No, tenía ganas de venir a éste. No permitiré que un fantasma me haga cambiar de opinión. Entramos al restaurante. Nos ubicamos en una mesa y pedimos un par de pisco sours El tal Martínez no se veía por ninguna parte. Al rato nos olvidamos de él y seguimos conversando. . Yo: ¿Te puedo preguntar tu edad? Laura: Pues si, tengo 47 años. Yo: ¡No digas! Aparentas 40 como máximo. Aunque dado la edad de Martina, pensé que podías tener algo más. Laura: Gracias, eres muy amable. Me casé joven y a Martina la tuve a los 22. Y a Fernanda, la segunda, la tuve a los 24. Yo: Ahora que tenemos más confianza, debo decirte que tu físico me impresiona. Eres de tamaño muy grande y no pareces tener ni lo más mínimo de gordura. Además parece ser muy fuerte. Laura (sonríe y me hace un guiño): Pues se que te impresiona. Y soy más fuerte de lo que piensas, incluso. Parecía sentirse a gusto hablando se su físico conmigo, por lo que seguí con el tema. Yo: ¿Cuanto mides? Laura: 1,80 ¿y tú? Yo: 1,83 Laura: Esa es la estatura de mi hija menor, Martina es la más alta y mide 1,88. Yo: O sea eres la más pequeña de la familia. Laura: Así es. Pero creo que aún soy la más fuerte. Se ríe y me guiña el ojo. Hago una pausa. Laura: Anda cariño. Veo que el tema te interesa, sigue preguntando si quieres. Yo: Cuéntame como desarrollaste ese físico. No creo que sea puramente hereditario. ¿Qué deporte has practicado? Laura: pues ejercicios de todo tipo incluyendo máquinas y pesas. Los practico hasta el día de hoy. Solo me detuve durante mis dos embarazos. Yo: ¿Algo más? Laura: Viví desde los 9 a los 19 años en Italia. En esos diez años estudié karate. Soy cinturón negro segundo dan Yo: Wow. Ahora empiezo a entender más. Ninguno de los se imaginó que en unos pocos minutos más iba a verla en acción. Yo: Déjame ver tus manos. Puso la suya frente a la mía y nos tocamos las palmas. Soy de manos grandes por la que la mía era levemente más larga. Sin embargo la de ella era más gruesa y ancha que la mía. Sonrió y entrelazó sus dedos con los míos suavemente. Quedamos tomados de las manos. Estábamos en un rincón del restaurante. No se divisaban más clientes. Habíamos terminado de cenar. Seguíamos tomados de la mano. En un momento notó que tenía el rastro de una pequeña herida en mi mano. Me la había hecho días antes jugando tenis. Laura: ¿Qué le pasó a tu dedo? Yo: Me hice una ampolla jugando tenis. Laura: Mmmm Me dio un beso en la herida. Laura: eso es para que sanes bien. Yo: Gracias, pero sabes tengo otro problema. Laura (mirándome fijamente): ¿Cuál? Yo: Producto de la comida me salió un fuego en mis labios. Así que te voy a agradecer que me des el mismo tratamiento. Laura: Jajá jajá ¡mentiroso! No se te ve nada. Yo: Ya se que no se nota, pero aún me molesta un poco. Laura: Está bien. Me dio un beso en mis labios, justo donde estaba mi supuesta herida. Lo encontré realmente excitante. Cada vez me gustaba más esa mujer. Yo: ¿Quieres un bajativo o un café? Laura: Vamos a mi departamento a tomarlo. Debe haber sido cerca de las 12 de la noche. Esta vez andaba con tacones bajos y jeans. Por lo que se veía aproximadamente de mi misma estatura. La tomé por el hombro y ella me tomó de la cintura. Caminamos abrazados hacia su auto. Cuando llegamos a él una sorpresa nos esperaba: ¡¡El tal Martínez!! Estaba mirándonos con una cara bastante agresiva. Los habituales cuidadores de auto que siempre pululaban en busca de propinas no estaban. Supuse en ese momento que Martínez le habría pasado algún dinero para que se mantuvieran alejados. . Laura: ¡¡OH, no!! Ella entonces me susurra pidiéndome que no interviniera ya que ella quería manejar lo que viniera. Le hice caso pero me dispuse a estar atento a lo que pasara. Martínez era un poco más bajo que yo, pero muy corpulento. Parecía tener el físico tipo de peleador callejero. No pareció intimidarle lo más mínimo mi presencia. Martínez: ¡¡Miren el par con el que me encuentro!! Laura: Nada tenemos que hablar, así que lárgate. Martínez: No me largo doña prepotencia. Me despediste y no me pagaste lo justo. Laura: Claro que sí. Y te pagué más de lo justo. Además debes estar agradecido porque te podría haber mandado a la cárcel. Martínez: No. Quiero que me pases más dinero o lo vamos a arreglar a golpes acá mismo y luego me llevaré tu jeep. Laura: Bien, trato hecho. La miré con asombro, no entendí si lo de "trato hecho" se refería a que le iba a pasar dinero o que lo iban a arreglar a golpes. Ella entonces extendió su mano. Laura: Anda. Dame la mano. Dije: trato hecho. Entonces Martínez comete lo que yo pensé en ese momento que fue su tercer error. El primero fue intentar el soborno conmigo, el segundo aparecerse intempestivamente a la salida del restaurante y el tercero lo estaba cometiendo: le iba a dar la mano a Laura. Martínez le da la mano a Laura entonces. Esta comienza apretársela cada vez con más fuerza. El siente el dolor, intenta soltarse pero no lo logra. Laura comienza a girarla entonces con lo cual obliga a Martínez a doblar su cuerpo. Martínez: Suéltame desgraciada. El lanza un grito de dolor. A continuación Laura le da un rodillazo que le da en el pecho. Martínez cae y se empieza a sobar las partes adoloridas. Martínez: Desgraciada, vas a ver la golpiza que te voy a dar. Ambos parecían haber olvidado que yo estaba presente. Laura alza sus manos se pone de lado. Su posición no parecía ser la de una luchadora, pero al parecer, estaba protegiendo su cara y pechos, los que podían ser puntos más débiles. Martínez entonces manda un derechazo al estómago de Laura. Ella habría podido atajarlo, pero permitió que el golpe lograra su objetivo. El puño de Martínez se estrelló contra Laura sin que ella se moviera. Laura (sonriendo): ¿A eso le llamas golpiza? Tu puñetazo apenas me hizo cosquillas. Martínez estaba muy desconcertado. Su próximo golpe fue un derechazo hacia la cara de Laura, el que el desvió con su antebrazo. Luego vino un zurdazo el que ella atajó con la palma de su mano. Seguían mas golpes pero la fuerza y velocidad de Laura no permitían que ninguno las alcanzara. Luego Laura comenzó a dar ella golpes de puño en la cara de Martínez. Aparecían con tal velocidad que el no alcanzaba a reaccionar. Laura parecía tener 10 manos y no se sabía de donde y cuando vendría el próximo golpe. El hombre estaba muy adolorido y debilitado. Apenas tenía fuerza para sujetar en alto sus propios brazos. Entonces Laura lo tomo por la camisa con una mano, manteniendo el otro puño listo. Laura: Ahora me vas escuchar. El: Si, Laura, te escucho. . Laura: En primer lugar para ti soy Señora Laura y me tienes que tratar de Usted. El: Si señora Laura. Te escucho. Perdón, la escucho. Laura: Así está mejor. Ya te habrás dado cuenta que acá mismo te podría dejar inválido o matarte si quisiera. También te puedo denunciar y hacer que te encierren en la cárcel. El: Si señora Laura. Laura: Esta vez te voy a dejar ir, pero no te quiero ver más. ¿Entiendes? El: Si señora Laura, Prometo no causarle más problemas. Laura: Bien, eso es todo. Se dirige a mi entonces. Laura: Vamos bombón. Subamos a mi auto y bésame que quiero quedar impregnada con tu olor y no con el de ese cretino. Y vamos a mi departamento ahora ya. Yo: Si señora Laura, como Usted diga. Laura (estalla en una carcajada): ¡Chistosito! Nos subimos a su vehículo y nos besamos. Me permitió manosearla. Aquellas partes de su cuerpo que había sido armas hace un rato eran ahora fuentes de placer para ambos. Llegamos a su departamento. Estaba situado en un lugar muy exclusivo del distrito de San Isidro, en Lima Nos fuimos besando en el trayecto del ascensor. Entramos. El departamento era muy grande y lujoso. Llegamos a su cama, la que era la más grande que había visto en mi vida, en vivo y en directo. Hicimos el amor más de una vez. Nunca había estado con una mujer así de musculosa, de modo que ello fue en ese sentido una primera experiencia. Fue maravilloso. Despertamos como a las 8. Volvimos a hacer el amor. Tuve que trabajar duro para hacerla acabar. Luego tomamos desayuno en el repostero de la cocina. Laura: Corazón., ¿qué te parece si te vas a duchar a tu casa, y luego te vienes a almorzar conmigo? Si no tienes nada que hacer podemos pasar el día juntos. Yo: Muy bien me parece. Tengo que hacer un par de cosas en la mañana, y puedo estar de vuelta a eso de las una. Laura: Bien entonces, voy a hacer algunos ejercicios suaves. Quedé un poco adolorida con la pelea de anoche. Yo: ¿Cuál pelea? Más bien fue una golpiza unilateral. Laura (se ríe): Eres ingenioso y me sorprendes con tus respuestas. Punto a favor tuyo. Todavía me da risa cuando anoche en el momento más oportuno me dijiste "Señora Laura". Yo (sonriendo): Bien, nos vemos más tarde. Me fui a mi departamento. Me duché e hice las cosas que tenía planeado. Antes de partir donde Laura eché en la cajuela de mi auto un maletín con ropa de recambio y efectos personales de aseo. Ya sabía que se daba la posibilidad de que volviera a dormir con ella. Llegué como a eso de las una a su departamento. Se había cambiado. Estaba vestida para hacer ejercicios. Estaba con zapatillas deportivas, un short bien apegado al cuerpo y uno de esos polos tipos sostén, que dejaba ver todo su estómago, duro y musculoso, con nudos. Nos dimos un beso largo y apasionado al vernos. Me mostró el resto del departamento el que calculaba que tendría unos 300 metros cuadrados. Un sector lo había destinado a gimnasio. Se veían máquinas diversas, pesas y algunas colchonetas. Laura: Acá es donde trabajo par mantener el cuerpo que me conoces. Yo: ...y que tanto me gusta. Veo que estabas haciendo ejercicios. Se puso entonces una correa en su cintura, de esas que se usan para hacer ejercicios de pesas. Laura: ¿Quieres conocer mi fuerza? Yo: Mientras no sea como la conoció Martínez, con gusto. Laura (Estalla en una carcajada): No, loco. Pienso cargarte. ¿Quieres que lo haga? Yo (excitado): Adelante, veamos Laura: ¿De cuantas formas quieres que te cargue? Yo: De cinco. (Dije el primer número que me vino a la mente) Laura: Cuanto pesas. Yo: Unos 80 kilos. Laura: Un poco menos que yo Bien, empecemos. Me tomó entonces por la las piernas y la cintura y me cargó como si fuera un niño. Esa fue la primara cargada. Caminó conmigo durante un minuto. Mi pene se puso erecto. Laura: Mmmm, ¡que delicia! Agacha un poco su cabeza y me lo muerde suavemente por encima de mi pantalón. Me pone en el suelo y viene la segunda cargada. Me pone sobre uno de los hombros. Y vuelve a caminar conmigo. La tercera cargada fue repartir mi peso sobre sus hombros. Había un espejo grande en una de las paredes. Junto de sentir mi peso sobre ella, disfrutaba de verme cargado y como ella caminaba conmigo a cuestas. Me bajó entonces. Laura: Vamos a la cuarta cargada. Ponte en el suelo en 4 patas. Obedecí: Se puso delante de mí de modo que mi cabeza quedó entre sus piernas. Se agachó luego me tomó de la cintura. Me alzó y quedé en el aire boca abajo, de espaldas a ella. Mi cabeza quedó a la altura de su pubis. Luego me lazó más se agacho un poco, se volvió a incorporar y quedé sentado en uno de sus hombros. Eran bastantes anchos de modo que solo una pequeña parte de mi trasero quedó en el aire. Volvió a caminar conmigo. Me bajó entonces. Estaba transpirando y respirando rápido por el esfuerzo hecho. Yo: Van 4 cargadas falta la quinta. Laura: Noooo. Son cinco. En la última fueron dos formas. Primero boca abajo y luego te senté en mi hombro. Yo: No, son 4 la última vale por una porque no me dejaste en el suelo al pasar de una posición a otro Laura: ¡Eres un tramposo! Al decirme lo último me coge mi pene y testículos y me los zamarrea. Laura: Bueno, vamos a la quinta, o sexta según yo. Quédate de pie y abre tus piernas. Obedecí. Se agachó y puso su cabeza entre mis hombros. Me alzó y quedé con mis piernas en sus hombros en posición vertical. Caminó un rato conmigo en esa posición, luego me bajó. Laura: ¡Uf!... Espero que estés satisfecho. Yo: ...más que satisfecho estoy. ¡Eres increíble y maravillosa! Nos besamos una vez más. Me tomó con fuerza y no me soltaba. Yo: ¿Vamos a almorzar? Tengo hambre Laura: No todavía. Anoche te quise de bajativo, ahora te quiero de aperitivo. Yo: Bien, ¿lo hacemos en la colchoneta? Laura: Si, pero espera, me voy a duchar, estoy transpirada Yo: Así no más, como estés me gustas. Laura (se devuelve y me mira a los ojos): Mmm eso me gustó, sabes ser muy romántico. Hicimos el amor sobre la colchoneta. Si ésta hubiese podido contar lo que ocurrió sobre ella habrá tenido tanto que relatar como las cargadas que me hizo Laura. Continuará... No se cuando, pero dependerá de mi tiempo creatividad . .