Las piernas asesinas Por Bob Utley utleybob@hotmail.com 16:00 pm - Central de Operaciones En una oficina oculta dentro de la ciudad de New York, un grupo de mujeres, entre 18 y 26 años, se reúnen como cada semana para esperar ser elegidas para una misión. Todas ellas están entrenadas en varias artes marciales, tiene una figura normal, cuerpos esbeltos y trabajados, no musculosos. Sus cuerpos son voluptuosas pero dentro de los parámetros de la mujer atractiva y sensual, más bien parecidos a las modelos top, con sus cuerpos cuidados y elegantemente vestidas, provocativamente. Suelen usar polleras cortas, vestidos con tajos laterales, botas y zapatos de tacos alto. Todas ellas fueron entrenadas para seducir y matar a sus blancos, siempre hombres de negocios, del gobierno, políticos o asesinos. Estos son objetivos que son pedidos por sus clientes quienes financian cada operación. Fueron reclutadas por Manish Ferguson, un viejo director de la CIA quien, por largos años, tramó su venganza contra los asesinos y déspotas del mundo. Manish, de 70 años y con una enfermedad que lo tiene limitado en su sillas de ruedas, que se dedica únicamente a mantener sus viejos contactos y planificar sus matanzas a pedido. Sabe, con la experiencia en su anterior trabajo, que todo hombre tiene un costado débil, "las mujeres hermosas y frágiles". Este será el punto principal para sus ataques a las mafias, los militares, asesinos y comerciantes inescrupulosos que dominan el planeta. Estas amazonas vengadoras saben luchar, hablar varios idiomas, seducir y matar a cualquier hombre que se coloque entre sus piernas. Natali, es una mujer de 22 años, de origen francés, con un largo pelo negro hasta su cintura, con un trasero perfecto, pechos redondos que asoman siempre en algún escote, pollera de raso negro ajustado con un tajo lateral que deja ver una pierna perfectamente formada, y sus zapatos de estilete. Suele utilizar medias color piel con sujetadores laterales muy sensuales. Brenda, es una hermosa americana, de 19 años, con unos pechos de una medida un poco mayor a la normal, una cintura muy pequeña y una pollera muy corta que deja su trasero casi a la vista, lleva una remera corta que deja al descubierto su estómago, lleva medias blancas que se ajustan a sus muslos y botas del mismo color con taco alto. Ambas son llamadas por Manish a su oficina, pues tiene una asignación para ambas. Susan, Clodette, Mary Ane y Sheila, hermosamente vestidas, bufan enojadas pues no son convocadas por Manish esta vez. Saben que estarán preparadas para ser apoyo de sus compañeras en caso de ser necesario, pero no serán protagonistas en esta misión. Natali y Brenda saben que serán enviadas inmediatamente a una nueva misión, seguramente serán despachadas por el helicóptero que las espera en la azotea o montarán sus excéntricos autos veloces para llegar rápidamente a la acción y desaparecer. Manish las espera con la luz de su oficina tenue, ambas se sientan sobre su escritorio cruzando sus piernas perfectas. Manish sabe que son hermosísimas mujeres, pero el destino lo ha dejado sin sentidos más allá de su cintura. Se acerca con su silla hasta el escritorio, toma un control remoto y enciende una pantalla gigante con las imágenes de un edificio. Natali... Brenda..., Este es el edificio donde se aloja el mayor Rosenthall, quien regentea una de las mayores porciones de empresas dedicadas al tráfico de armas en Latinoamérica. Con un clic, cambia la imagen, que ahora se detiene en la entrada del edificio. Aquí pueden ver que siempre hay en su entrada principal, un auto con sus guardaespaldas de máxima confianza, bien armados y muy atentos. Cambia nuevamente la imagen. Esta es su habitación, su oficina, su gimnasio, su baño... Siempre está rodeado de gente que lo protege y no lo deja solo ni un solo instante. Tienen que sacarle información de sus contactos en Latinoamérica y luego despacharlo. Conseguir la información de los códigos de entrada de los angares donde guardan sus armas, esta última información la tiene su mano derecha... Otra fotografía, que se amplía. Este es Boris Neschieff. ¡Ojo con este hombre! Sabe defenderse muy bien y es rápido e inteligente. Y peligrosamente lindo (agrega Brenda mientras se toca uno de sus pezones apretándolo y girándolo con su mano) Manish mira de reojo a Natali con complicidad moviendo levemente su cabeza. Mañana por la noche tienen que estar ingresando a este edificio. En el helicóptero encontrarán dos bolsos con todo lo necesario para realizar esta misión. ¡Buena suerte! Apaga el proyector y se intensifican las luces. Manish toma el teléfono y se comunica con su cliente quien financia este trabajo. El nombre de sus clientes nunca es conocido por ninguna de las chicas que trabaja en la organización. Ellas saben que si son atrapadas, Manish no podrá reconocerlas como sus empleadas ni podrá, por ejemplo, sacarlas de la cárcel en forma oficial. Ellas saben que están solas y no pueden cometer errores. Ambas descruzan sus piernas, sus cabellos cubren su cara que con el giro al bajarse del escritorio dejando sus narices perfectas y sus labios carnosos asomando sensualmente. Saludan con sus manos con un gesto infantil a Manish quien no les contesta y se dirigen a los ascensores internos que las lleva a la azotea. Ascienden al helicóptero que rápidamente levanta vuelo hasta su destino, un hotel cercano al objetivo. 22:30 p.m. Frente del edificio (objetivo) Ambas mujeres descienden del taxi que las deja a unos metros, cerca de la puerta de entrada. Es una zona oscura. El taxista les advierte que es peligroso descender en este lugar y les aconseja parar unos metros más adelante, a lo cual ambas se niegan. ¡Quédese tranquilo, sabemos defendernos! Le dice Natali al chofer, quien se encoge de hombros y emprende su partida. Brenda y Natali se ocultan en la oscuridad esperando el momento apropiado para acercarse. Saben que si son vistas a la luz de los focos de la entrada del edificio, atraerían la atención de todos los hombre que las vean. Natali tiene algo sencillo pero muy provocativo. Su cabellos está atado detrás con una coleta con una trenza que sostenía todo su cabello largo hasta la cintura. Tiene un corsé negro que alza sus pechos, una faja negra y una pollera muy corta de pana negra con un pequeño tajo lateral. Debajo se ven las puntillas negras de sus medias que se adhieren a sus muslos. Tiene unos zapatos de taco negro con una tira sobre sus tobillos. Lleva encima un tapado negro largo que deja ver solo sus hermosas piernas al caminar. Brenda, con su pelo rubio suelto, lleva una camisa de seda blanca, abierta con un botón que apenas sostiene su busto y que deja ver el encaje de su sostén blanco, una falda muy corta, de tela liviana que se ajusta a sus muslos, de color verde oscuro, medias de color piel y unas botas de cuero hasta la rodilla de color blanco, con tiras cruzadas atadas detrás de sus muslos. También usa un tapado largo de color marrón que la cubre. Ven un auto estacionado en el lateral izquierdo de la entrada, con dos hombres. Estos tienen un dispositivo en sus oídos, típicos de los guardaespaldas. Natali le hace señas a su compañera, era hora de actuar y neutralizarlos. Brenda toma su celular y se acerca del lado de la ventanilla del acompañante. Ella solamente habla enojada con un supuesto amante que la ha dejado plantada. Ambos hombres la escuchan con atención. El hombre del lado de la ventanilla en donde está Brenda, baja la misma para poder escucharla mejor. Ambos se ríen de las cosas que dice Brenda por el celular. Disimuladamente se abre su tapado para dejar ver su falda corta y sus hermosísimas piernas. Natali aprovecha que están distraídos para abrir suavemente la puerta trasera y deslizarse en el asiento de atrás. Cuando el hombre del lado del volante se endereza pues escucha atentamente lo que le dicen por el auricular en su oído, Natali abre su tapado dejando al descubierto sus piernas, pasándolas a cada lado de su cabeza y apretando con fuerza sus tobillos. Es hombre toma sus pies con desesperación, pero Natali es demasiado fuerte para que pueda separarlos. El hombre que está a su lado, al darse vuelta por el ruido del graznido ahogado de su compañero, atina a querer sacar su arma, pero Brenda rápidamente se apoya en el marco de la ventana del auto y como la ventanilla está baja, lo toma del pelo y de entre su tapado se dispara su rodilla derecha que da en el lateral de su cara. Esto lo atonta momentáneamente dándole tiempo a Brenda a guardar su celular, abrir su tapado, y tomándose del marco de la ventana, ingresar ambas piernas en cada lateral de su cuello, hasta que su orca se instala en su oído, apretando ambas piernas con fuerza. Natali, ve por el retrovisor la cara del hombre que tiene sujeto y que empieza a desvanecerse por la falta de oxígeno. Libera levemente su sujeción para interrogarlo. Dime maldito...¿Cuántos hombres custodian al mayor Rosenthall?, ¡Habla si quieres que te deje con vida! Aggggggghhhhhh, hoy...solamente tiene cuatroo.... cuatro custodios...Aggggghhh....si cuatro..... estoy seguro aggggggggghhhh... Espero que no me mientas... porque irías al infierno. Natali adelanta sus piernas y con sus pantorrillas levanta y aprieta con todas sus fuerzas, recostándose en el asiento. Noooo...agggggghhhhh...por.....favor....nooooooooooo...agggggghhhh... Sus manos solo quieren separar sus pies que se cruzan delante de su cara. Lentamente al quedarse sin oxígeno sus manos se desprenden de sus pies y caen a su lado. Brenda, con mitad del cuerpo afuera, sostiene entre sus muslos al compañero, quien ve con horror como este muere lentamente. Viendo cual era su destino, trata de tomar el arma de entre sus ropas, pero Natali suelta a su antagonista ya muerto para tomar con sus pies la mano del otro hombre que llegó a empuñar su arma. Con un rápido movimiento de sus pies, dobla su mano y libera el arma que cae a un costado. Brenda entra un poco más su cuerpo dentro del auto y mira entre sus pechos como el hombre entre sus piernas empieza a perder el conocimiento. En un movimiento desesperado, toma con ambas manos el muslo derecho de Brenda para separarlo de su cuello, pero es inútil, ya es demasiado tarde. Brenda se muerde su labio inferior y tiene un orgasmo que produce una mayor sujeción. Luego de unos instantes, sus brazos caen pesadamente sobre sus piernas. Ya no respira. Brenda lo suelta e ingresa en el vehículo todo su cuerpo, sentándose sobre el regazo de su víctima. Cierra la ventanilla de su lado, y ambas abandonan el automóvil, dejando a los individuos en una posición para que aparenten estar solamente dormidos. Ahora se acomodan sus ropas y se preparan para ingresar al edificio. Continuará...