La Catira X. Por El Bohemio de Caracas. La historia de una rubia estudiante universitaria que se transforma en una verdadera heroína para su novio. Décima Parte: Superando el trauma. Mayo del 2002. A pesar de haberse separado por los horarios, Mario y Carlos siguieron jugando juntos en el equipo de fútbol sala que habían conformado desde el primer año de la universidad. Hubo algunos cambios, desde luego, por lo que de aquel equipo solo quedaban ellos dos, así como Lorenzo y Samuel. En la medida que pasaba el tiempo conseguían reforzarse con otros compañeros, pues los que se fueron lo hicieron por distintas causas: jugar con otra gente, estaban cambiados de horario, decidieron dedicarse de lleno a la carrera o simplemente se retiraron de la actividad deportiva. Lo cierto del caso es que Carlos y sus compañeros decidieron que ese sería el último año para tratar de ganar algún título, pues el siguiente era el último año, el de su graduación. Juan Pablo decidió seguir con ellos. Así que, a la par de los estudios, se dedicaron de lleno a tratar de conseguir el campeonato de la escuela. Solo hablaban de ese campeonato ¿Por qué no iban más allá, como por ejemplo la selección de la escuela o de la facultad? Simplemente no les interesaba. Habían tomado este campeonato interno de la escuela de administración como algo personal. Para ello se prepararon desde diciembre, jugando juntos caimaneras en el parque y en otros lugares de Caracas, casi todos los fines de semana. Finalmente llegó la inauguración del torneo. El mismo tenía una inscripción récord de 16 equipos, dividos en dos grupos de ocho conjuntos, clasificando los cuatro primeros de cada serie. Los muchachos fueron encuadrados en el grupo B, con equipos en su mayoría desconocidos para ellos, solo conocían a dos conjuntos: uno era Universitario, equipo que los había apeado en las semifinales hace dos años; el otro era Juventus, el equipo que el año anterior los sacó de la competencia con un empate a siete goles. La oportunidad de vengarse era propicia. Los otros cinco equipos eran en su mayoría conformados por los estudiantes de los primeros años. El equipo seguía llamándose Mancha Verde. Carlos había conseguido empleo a finales del año pasado en una empresa del ramo bancario. Trabajaba como asistente del supervisor de almacenes de una comañía de seguros, con un horario flexible, de lunes a viernes. Hasta ahora le había ido bien. Tan bien, que se la llevaba excelente con uno de los directivos de la empresa. Éste, cuando se enteró que Carlos jugaba fútbol sala en un equipo de la universidad, le preguntó si necesitaban uniformes y nuestro amigo, con evidente sagacidad, le dijo que sí, pero que la franela debía ser de color verde. El directivo le consiguió un juego de 10 uniformes, camisetas y pantalonetas, pero todo de color verde. No le consiguió un uniforme de arquero, puesto que Juan Pablo tenía el suyo, además, era muy caro y no debía abusar de la confianza. Menuda suerte tuvo Carlos, una suerte que al parecer empezaba a sonreirle al equipo. Después de caer en la inauguración frente a Universitario por 8 a 5, nuestros nuchachos hilvanaron una cadena de cinco victorias consecutivas, haciéndose con una de las cuatro plazas clasificatorias. La última de esas victorias fue ante Juventus, equipo al que golearon sin piedad por 16 a 3, desquitándose así de la eliminación que sufrieron a manos de ellos mismos el año pasado. Luego perdieron el último partido de la fase de grupos, ante un equipo de alumnos del primer año, al que ayudaron, sin querer, a clasificarse. Tenía un nombre simpático: Los Ratones, debido a que todos sus integrantes eran los más jóvenes del campeonato, además de ser los más pequeños en estatura y vestirse de gris oscuro. Ese juego quedó 5 a 4. Quedaron en el segundo puesto del grupo, una posición que los cruzaba contra el tercero del otro grupo en los cuartos de final. Carlos estaba contento por la actuación del equipo en el torneo. Finalmente podía pensar que estaba cerca de conseguir resultados importantes. Ahora él sentía que su existencia tenía un equilibrio: le iba bien en las clases, el equipo de fútbol sala al fin jugaba bien, tenía un buen empleo y tenía una novia que adoraba cada día más: Norelys. Norelys seguía estudiando como siempre. Al igual que el resto del grupo, pese a que algunos de ellos se habían retrasado, debido a que aplazaron algunas asignaturas el año anterior. La catira pudo elevar un poco el promedio de notas y ya estaba planificando su futuro inmediato, comenzando a buscar, ya en serio, algún empleo relacionado con su carrera. Pero no se imaginaba lo difícil que le iba a resultar, dada la situación económica que atravesaba la nación. Pero eso no iba desanimar a la catira -DEBE HABER ALGUNO POR AHÍ, ESPERÁNDOME- se decía siempre optimista. Y en cuanto a su relación con Carlos, ya sentía algo más por él. Estaba enamorada. Ya había madurado esa relación, que era como cualquier otra, con sus altas y sus bajas, solo que a ellos les tocaba vivir aventuras llenas de cierta acción. Norelys regresó a los hierros y a los ejercicios. Cierta noche, mientras iba en el metro rumbo a su casa, Carlos se puso a pensar, mejor dicho, a repasar acontecimientos recientes. Y de repente le llegó a su mente aquel episodio en la estación, cuando una mujer muy corpulenta sometió a una chica delgada. Carlos siempre estuvo pensando y especulando, cómo sería una pelea entre ella y Norelys. Es que le pareció injusto como esa tipa, de maneras casi hombrunas y maleantes, golpeó impunente a esa indefensa flaca ese día. Carlos nunca más vería a esta última, en cambio a la otra se la encontraría unas tres o cuatro veces y la última ocasión fue hace varios meses. Carlos no se lo imaginaba, pero en ese mismo tren viajaba la tipa. Una vez llegado a la estación, que era la terminal de esa línea, se dispuso a esperar que subiera por la escalera mecánica el grueso de los pasajeros, para él montarse de último. Mientras se quedaba viendo a la gente subir, se sorprendió pues, justo momentos antes la recordaba, ahora la tenía de frente. La mujer venía casi que desde el fondo de la estación, desde el último vagón y prefirió llegar hasta la escalera mecánica. Parecía cansada y llegó y se puso a esperar que subiera el resto de los usuarios justo al lado de Carlos, quien quedó sorprendido por esa casualidad de la vida. Nuestro amigo decidió ser el último en subir, por lo que dejó que la mujer en cuestión se adelantara. Luego salió y tomó rumbo a su casa -¡COÑO! ESTA VEZ LA CARAJA ESA NO SE LLEVÓ A NADIE POR DELANTE- se dijo extrañado. Llegó el día del juego. El rival de Mancha Verde era otro cuadro desconocido, se llamaba Unión, formado también por estudiantes del primer año, del turno vespertino. Fue un partido arduamente disputado, que terminó con la victoria de nuestros protagonistas por 6 a 5. El primer tiempo terminó empatado a dos goles por lado y en el segundo, Lorenzo y Juan Pablo fueron las figuras, el goleador marcó todos los tantos de Mancha, anotando el de la diferencia a falta de cinco minutos para terminar y a partir de ese momento el portero contuvo hasta el final varios disparos que llevaban etiqueta de gol. Cuando el árbitro pitó dando por concluido el encuentro, la banca del equipo y la ruidosa barra que siempre los acompañó, pese a los cambios que hubo en el equipo, invadieron la cancha para festejar la clasificación a las semifinales. Todos fueron a la cervecería de siempre, Juan Pablo, que había hecho amistad con el encargado de la barra, conversó animadamente con él acerca de fútbol, alternando con sus compañeros y amigos el festejo del juego ganado. -TRANQUILO, HERMANO, QUE APRENDIMOS LA LECCIÓN DE LA ÚLTIMA VEZ- le habría dicho, en respuesta al recordatorio que le hizo el encargado respecto a la alegría del grupo. Luego de una hora, Carlos y Norelys fueron los primeros en marcharse. Eran las cinco de la tarde de ese día sábado y ellos habían quedado en salir por la noche, por lo que iban a sus casas a descansar, ducharse y arreglarse, pero antes de irse, Carlos se enteró que el próximo rival en semifinales la semana entrante sería Danubio, el campeón en ejercicio de la escuela, que acababa de imponerse a Los Ratones por 11 a 4 en el último partido del día. -MUCHACHOS, DEBEMOS TRABAJAR DURO, NOS REUNIREMOS ESTAS NOCHES PARA CUADRAR LA ESTRATEGIA CONTRA ESOS CARAJOS ¡JUEGAN UN KILO!- clamó Mario, consciente de lo duro que iba a ser ese compromiso. Carlos y la catira se despidieron y salieron. Carlos conversaba con su novia respecto a esa noticia. Le comentó que él había observado lo parejo que era el grupo en donde estaban sus futuros rivales en comparación con la serie en donde él y sus amigos habían sido encuadrados -EL GRUPO QUE NOS TOCÓ ERA DÉBIL, COMPARADO CON EL OTRO, EN EL QUE ESTABAN LOS EQUIPOS DE LOS PROFESORES, EGRESADOS, OBREROS, EL MISMO DANUBIO, ORINOCO Y LOS OSOS POLARES. FUE RELATIVAMENTE FÁCIL NUESTRA CLASIFICACIÓN... ASÍ NOS LO DEMOSTRÓ ESE EQUIPO AL QUE VENCIMOS HOY. NOS COSTÓ BASTANTE- decía un poco apesadumbrado a Norelys, quien le calmó -TRANQUILO, SI ELLOS VENÍAN DE JUGAR PARTIDOS MÁS DUROS QUE LOS DE USTEDES, ENTONCES DEBEN ESTAR DESGASTADOS FÍSICAMENTE-, -PUEDE SER- contestó Carlos -PERO AÚN ASÍ NO ME CONFÍO, TENGO MUCHO TIEMPO JUGANDO ESTO, NORELYS, Y HE VISTO COMO EQUIPOS QUE TENIENDO UNA BUENA ACTUACIÓN, TERMINAN CAYENDO EN LOS MOMENTOS MÁS CRUCIALES ¿NO TE ACUERDAS LO QUE NOS OCURRIÓ EL AÑO PASADO?-, -FUE PORQUE USTEDES SE CONFIARON- replicó Norelys -USTEDES MISMOS BOTARON ESE ÚLTIMO JUEGO. LO RECUERDO CLARAMENTE... ADEMÁS, EL ÁRBITRO TAMPOCO LES PITO BIEN-. Luego trató de tranquilizarlo -NO TE PREOCUPES, SÉ QUE USTEDES GANARÁN, CARLOS, CREO EN TÍ Y EN TU EQUIPO- luego lo besó tiernamente. -¡ANÍMATE, VALE!- lo arengó. Se despidieron para irse a sus casas y luego verse a las ocho de la noche en el restaurant donde se citaron la primera vez. Lo habían convertido en su punto favorito de encuentro. De nuevo Norelys se puso un vestido que a pesar de su sobriedad le quedaba ceñido a su cuerpo, calzando tacones de tamaño mediano. Carlos iba un poco más informal, pero no dejaba de lucir elegante. Compartieron en ese local y después de un rato fueron a bailar a la discoteca, la misma de la primera cita. Iban muy animados, pero la catira no se imaginaba que en las próximas horas iba a rememorar tiempos de su niñez. Llegaron a la discoteca en cuestión y una vez allí se dispusieron a gozar de lo lindo. Bailaron hasta más no poder, disfrutaron mucho. Pero ese momento de agradable relax iba a arruinarse, pues, mientras estaban en la pista de baile danzando una pieza de reggae, Norelys tropezó sin querer con otra persona, una mujer, con tan mala suerte que pisó su pantalón. Al principio se disculpó con ella, pero notó que la chica se había puesto agresiva, verbalmente hablando. Debido al cambio de luces que había en el recinto, no pudo ver bien su rostro solo oía los insultos que le profería, pese al volúmen de la música -¿¡QUE TE PASA, BICHA!? ¡¿NO SABES BAILAR?!-. Norelys no le prestó atención y siguió en lo suyo -DEBE ESTAR PASADA DE TRAGOS ESA CARAJA- pensó. Después de bailar ese set, tuvo ganas de ir al baño, dirigiéndose inmediatamente no sin antes avisarle a Carlos. Hasta allí fue. Antes de salir fue a los lavabos a lavarse las manos y a verse en el espejo para arreglarse. Entonces llegó la mujer con la que se había tropezado en la pista. Iba acompañada por dos amigas cuando se encontró a la catira frente a los espejos. Dijo entonces a sus acompañantes -¡AH! ¡AQUÍ ESTÁ LA QUE ME PISO EL PANTALÓN!-. Norelys supo que era con ella, pero logró verla através del espejo y entonces se sorprendió al ver el rostro de la mujer. Luego volteó a verla, la tipa seguía vociferando mientras se lavaba las manos y una de sus amigas entraba a uno de los cubículos. Ambas miradas se cruzaron y las mujeres se quedaron calladas, viéndose mutuamente con recíproca sorpresa. La catira había tropezado nada más y nada menos que con Marta, la misma que le había dado una paliza hacía más de 15 años porque estaba con su noviecito de escuela. La misma que la venció y humilló. La misma que la indujo a aprender a pelear y a practicar deportes para hacerse mas ágil y fuerte. La misma por la que se sintió necesitada de fortalecer su cuerpo, forjándolo con años de ejercicios y pesas. La misma Marta pendenciera y de malos modales. Pero era de la misma estaura, solo que más corpulenta e intimidante. Norelys se quedó petrificada, mientras que Marta, a pesar que estaba empezando a tomar sus primeros tragos en el local, pudo reconocerla. -OYE, TE CONOZCO- dijo y después se dirigió a una de sus amigas -A ESTA CARAJA LA CONOZCO- entonces la otra bromeó con ella -SI. DIJISTE QUE ELLA FUE QUIEN TE PISO EL PANTALON, JA, JA, JA-. Entonces Marta alzó la voz -¡NO, CHICA! ¡ES LA CHAMA QUE QUISO ROBARME MI PRIMER NOVIO! ¡YO LES CONTÉ DE ELLA! ¡FUE EN LA ESCUELA!- y después soltó una carcajada. Se reía junto a su amiga, burlándose de ella. Norelys estaba ahí, completamente sorprendida. La otra acompañante salió y como estaba escuchando todo desde un principio, también se unió a la burla. Marta no dejaba de describir esa pelea -¡LA RECUERDO COMO SI HUBIERA SIDO AYER! ¡FUE UNA DE MIS VICTORIAS MÁS FÁCILES! JA, JA, JA, JA- Norelys no soportó más en intentó salir. Las chicas no quisieron darle paso, pero Marta tenía ganas de orinar y la dejó pasar. Norelys avanzó a pesar que las otras estaban atravesadas. salió del baño nerviosa, mientras escuchaba las risas de Marta. Ésta solo le había visto la cara y en lo que se recordó de aquel muy lejano episodio no puso más atención en ella, no le vio el resto del cuerpo. En cambio, la que estaba en el cubículo notó la figura que poseía la catira -CHAMA, LA TIPA ESA SE GASTA ROLO 'E CUERPO ¿NO LA VISTE?- dijo a la otra amiga de Marta. Norelys llegó a la mesa en donde estaba su novio, nerviosa, aunque le contestó a Carlos que no pasaba nada al verla alterada -TRANQUILO CARLOS-, -¿SEGURA?- repetía inquisitivo su novio -¡TRANQUILO! ¡VEN, VAMOS A BAILAR!- sugirió y tomó del brazo a Carlos para llevarlo rumbo a la pista. Bailaron muchas piezas por espacio de tres o cuatro sets, Carlos estaba cansado -OYE ¡RECUERDA QUE JUGUÉ ESTA TARDE Y ESTOY REVENTADO!- protestó. Norelys ya estaba un poco más calmada, pero es que debido a la impresión, bailaba de modo frenético, obligándo a su novio a preguntarse -¿QUÉ MOSCA LE HABRÁ PICADO A NORELYS?-. Norelys acompañó a Carlos a la mesa, no hablaba, no pronunciaba palabra alguna, se había puesto muy circunspecta, callada. Lo que pasaba era que la catira estaba pensando. Y mucho. Tenía un maremágnum de sensaciones, miedo, pánico, rabia, desasosiego, furia. Es que vio a la primera persona que la había vencido en una pelea callejera. Muy dentro de ella había algo que clamaba una cosa: venganza. La catira trataba de estar tranquila. Carlos notaba su estado de ánimo, pero era la primera vez que la veía actuando de esa manera, como si ocultara algo. Iba a preguntarlo cuando llegó un trío de mujeres a la mesa. Era Marta y sus amigas. La pendenciera de marras fue a la mesa, luego de contarles la historia a sus acompañantes, quienes quedaron fascinadas con el cuento. Entonces exploró la discoteca y la ubicó en la mesa junto a su novio y se dirigió allí para burlarse de ella y provocarla. Una vez ahí, saludó a Norelys con ironía, con sorna e inmediatamente empezó a recordarle lo que había pasado hacía mucho tiempo. Carlos volteó a verla y se quedó sin aliento cuando vio el rostro de la fémina que se burlaba de su novia: era la tipa corpulenta que vio zarandear a golpes a la flaca en el metro. Inmediatamente volteó para ver a la catira. se dio cuenta que también la conocía. Norelys estaba tensa, incómoda. Trataba de ignorar a Marta, pero la tipa estaba fascinada hablando de ella, recordando como la había humillado y vencido en esa oportunidad. Entonces empezó a meterse con Carlos -MIRA, TU AMIGA ES UNA ROBANOVIOS, QUISO ROBARME EL MIO Y NO PUDO, ES UNA NINFÓMANA, UNA SIN VERGÜENZA- las palabras de Marta estaban subiendo de tono, injuriándola, por lo que Norelys también empezó a molestarse. El nerviosismo poco a poco fue desvaneciéndose para dar paso a una rabia que emergía dentro de su interior y que poco a poco la estaba invadiendo. Entonces alzó la vista por primera vez y su rostro estaba serio, muy serio. Su mirada se tornó siniestra. Carlos trató de hacer que Marta se retirara, pero la mujer era insistente contando toda esa historia que el novio de la catira no creía. Éste le pidió cortésmente que se retirara, pero Marta se sintió ofendida -¿QUÉ? ¿ME ESTÁS CORRIENDO, ESTÚPIDO? ¡SÓLO VINE A DECIRTE LA CLASE DE MUJER QUE ES TU AMIGA, CHICO! ¡A PREVENIRTE!- y seguía diciéndole calumnias de ella. Carlos se molestó con la escena y se levantó para pedirle a la mujer que se fuera, pero se le olvidó que estaba frente a una mujer que no le temía a nada ni siquiera a un hombre, por lo que fue careado. -¿QUE TE PASA A TI, CHICO? ¿POR QUE ERES HOMBRE TU CRÉES QUE NO PUEDO CLAVARTE TU COÑAZO? ¿AH?- Carlos la miraba indignado, perdiendo poco a poco la paciencia -POR FAVOR... VETE... NO ME INTERESA ESCUCHAR TUS MENTIRAS-, -¿QUÉ? ¿ME LLAMAS MENTIROSA?- replicó Marta y enseguida lo empujó, cayendo Carlos sobre la mesa ante la sorpresa de las personas que los rodeaban. Fue la gota que colmó el vaso. Carlos se levantó para responderle con un puñetazo a Marta, pero fue contenido por otros hombres y por Norelys, quien muy tranquilamente se dedicó a calmar a Carlos, entonces se volvió a Marta y dijo enérgicamente -OYE, PEDAZO DE GORDA ¡VEN CONMIGO PA' FUERA!-, respondiendo Marta -¿QUE TE PASA A TÍ? BICHITA ¿QUIERES QUE TE JODA COMO ESA VEZ?- y seguía insultándola.-¡TE RETO A QUE LO INTENTES! ¡VACA LECHERA!- retó Norelys -¡VAMOS PA' FUERA!- dirigiéndose inmediatamente a la salida. El personal de seguridad la abordaba, pero ella les decía que no pasaba nada. Carlos la siguió y luego Marta, sus tres amigas y varios curiosos. Norelys salió a la calle y luego de caminar unos pasos se detuvo a esperar por Marta. Carlos fue el primero en salir, quien le dijo -¿VAS A PELEAR DE NUEVO?-, -¡SI, CARLOS! ¡VOY A MATAR UNA CULEBRA QUE ME MORDIÓ HACE MUCHO TIEMPO! ¡LA VOY A MATAR DE UNA VEZ!- respondió gritándole, mientras que Marta al fin salía del local, secundada por sus amigas y varias personas que salieron a curiosear. Entonces Norelys dijo -¡SÍGUEME, GORDA!-, dándose cuenta que en cualquier momento podría llegar la policía y se dirigió a una esquina, subiendo por esa misma calle. Marta la siguió. Se trataba de una persona en verdad muy agresiva, no se había puesto a mirar bien a Norelys, pues estaba pendiente de caerle a golpes. Pronto se daría cuenta que la frágil Norelys que humilló tiempo atrás se había convertido en una auténtica amazona guerrera. Se alejaron varios metros de la discoteca hasta llegar al pequeño estacionamiento de un local que estaba cerrado. Norelys fue la primera en llegar al lugar y ahí esperó por su rival. Estaba un poco fuera de sí -¡AHORA ME LAS VA A PAGAR ESA MALDITA GORDA!- pensó. Llegó Marta y entonces intercambiaron insultos -¡VAS A PAGARME ESA! ¡MANTECOSA!-, -SI TE JODÍ UNA VEZ, LO VOLVERÉ A HACER ¡ESTÚPIDA! ¡PREPÁRATE!-. Marta tenía unos zapatos de goma, unos pantalones casuales, chaqueta y camisa. Se quitó las dos últimas piezas para quedar en una espécie de franelilla. Norelys calzaba tacones, así que decidió pelear descalza, despojándose también de su pulsera, cadenas y zarcillos, estaba tan llena de ira que los lanzó al piso, sin importarle en lo más mínimo. Se quitó la camisa que tenía, quedando en una elegante franela de cuello de tortuga que se asemejaba a un suéter sin mangas. No adoptó pose de combate alguna, solo atinó a decir -¡VENTE, PUES!- Y así comenzó la pelea. Allí estaba Carlos, las amigas de Marta y uno que otro curioso, quienes se pusieron del lado de la calle. El pequeño estacionamiento estaba circundado por una pared y la reja del local propiamente dicho, era un lugar más o menos espacioso. Marta alzó las manos como boxeadora y fue a donde la catira, le lanzó algunos golpes con una habilidad que llamó la atención de Carlos. Se movía muy rápido, más que cuando peleó en el metro en esa ocasión. -NORELYS DEBE TENER CUIDADO- se dijo, mientras que Marta sentía el apoyo de sus amigas. Varios transeúntes se acercaron al sitio al ver tanta alharaca y sorprendidos vieron como dos féminas estaban moviéndose como un par de expertas boxeadoras. -¡ESTA PELEA PROMETE!- dijo uno de los curiosos de la discoteca. Y así, pues, Marta atacó, lanzó varios rectos de derecha hacia el rostro de la catira, quien los esquivaba fácilmente. Norelys trataba de contraatacar pero sus golpes eran bloqueados. Pasaban los minutos y Marta respondía con más y más determinación, como si estuviera agarrando calor. Fue entonces cuando la catira, en uno de sus contraataques, sacó su patada rápida, la cual conectó en un costado de Marta, quien acusó el golpe. Dicha maniobra dejó perplejos a los curiosos quienes no esperaban tal golpe. Norelys cambió de combate de manos a tae kwon do. Gimiendo por cada patada que lanzaba, atacó sin cuartel a Marta, que no le quedó otra sino tratar de cubrirse como podía de la andanada de patadas que la catira le propinaba. Ésta logró conectarle varias, parando y retrocediendo rápidamente. Sin embargo, Marta era valiente. Cuando la catira volvió a atacar, le hizo frente, trató de parar una patada aplicando un codazo en su rodilla, para luego lanzar un recto de derecha a la cara de Norelys, alcanzándola. Esto hizo que sus amigas gritaran y entonces siguió hacia adelante, golpeándola varias veces. Entonces ambas se ensarzaron en una especie de lucha, pues se tomaron sus brazos, empezando un duelo de fuerza en el que aparentemente Marta llevaba ventaja. Entonces, aprovechando su mayor peso, empujó a Norelys contra la pared, quien golpeó su espalda. La gente se puso tensa y entonces vieron como Marta safaba uno de sus brazos para conectarle un gancho al estómago de la catira. Y le conectó otro... y otro más. Carlos se angustió. Norelys, resistiendo a ese embate, respondió con un cabezazo a la frente de su oponente. Hizo efecto, pues Marta se sintió aturdida, pero seguía sosteniendo uno de los brazos de la catira y trató de estrangularla, pero nuestra amiga estaba posesa por una furia muy grande: alzando ambas manos golpeó los brazos de su oponente, librándose de esa estranguladora, y en una escena muy parecida a la de su combate con Michael, se transformó de nuevo en aquella máquina de lanzar golpes y patadas que asombró a Carlos. Esta vez iba a tener mucho público. Gritando a cada golpe conectado, Norelys empezó con una combinanción al estómago de su oponente, haciendo que retrocediera, luego le conectó un par de ganchos a su rostro, volteándoselo a cada golpe y luego le dio una patada en las costillas, aquí se equivocó, pues, ante la sorpresa de los presentes, Marta había absorbido el castigo y capturó la pierna derecha con que intentó dar la patada, quedando Norelys parada en su pierna izquierda. Marta haló hacia adelante con la intención de agarrarla. Pero la catira, en una espectacular escena, logró conectarle a la cara de Marta una patada con su pierna izquierda, la que tenía libre. Marta la soltó y ambas cayeron al suelo. Norelys se levantó rápido, alejándose de su rival quien se incorporaba lentamente. Le había conectado al oído. Entonces, la rival de Norelys trató de sorprenderla al lanzarse sobre ella, la agarró por la cintura y volvió a estrellarla contra la pared. Norelys sufrió esta vez. Marta empezó a golpearle los pechos sin parar mientras que una dolida Norelys gritaba de dolor tratando de quitarse de encima a su oponente. Entonces en una acción casi providencial, pues Marta la golpeaba sin verla, como lanzando manotazos solo porque la tenía ahí, Norelys le aprisionó un brazo con el suyo y luego el otro. Le tenía tomados los brazos, le asestó un rodillazo en la vagina a Marta, quien gritó de dolor y entonces saltó haciendo presión a las coyunturas de los brazos de su contrincante. Le lastimó los codos, le propinó otro cabezazo y la empujó. Había comenzado el final de Marta en esa pelea. Norelys le propinó una patada giratoria, volteándole el rostro, entonces fue por ella y empezó a conectarle golpes, varios golpes, combinaciones de derecha e izquierda, ganchos, uppers, todo a una velocidad que dejó boquiabiertos a los presentes. Marta no caía, por lo que Norelys seguía golpeando. En un momento quiso responder con un manotazo, pero era esquivado. Norelys siguió golpeando, Marta volvió a lanzar otro manotazo, pero esta vez la catira se lo bloqueó, tomándole el brazo que lo lanzó, el derecho. Pasó su pierna izquierda por encima de él y de paso, golpeando el rostro, de manera que el brazo quedó aprisionado entre sus poderosos muslos. A continuación giró todo su cuerpo en torno al brazo de Marta, torciéndoselo de manera escalofriante, y en una típica llave de judo hizo que el cuerpo pesado de Marta también girara, cayendo ésta de espaldas. Entonces estaban ambas en el suelo, con la catira tomándole el brazo con sus manos y con sus portentosos muslos, de nuevo hizo otra palanca y entonces le fracturó el brazo a Marta, quien gritó de manera espeluznante. Sus amigas chillaron mientras que a los demás presentes se les puso la carne de gallina. Carlos supo que ya no había mas nada que hacer, pues el dolor que debía sentir Marta debía de ser muy grande como para que pudiera reaccionar, su pobre brazo había quedado completamente inutilizado; la catira había ganado. Norelys conectó un golpe con el talón del pié en el estómago de Marta, ésta alzó su cabeza en señal de asfixia, le había sacado el aire, entonces la remató pateándole el rostro con el empeine de su pié. Fue todo. Norelys soltó el brazo, que parecía deshecho, y se levantó del piso como pudo. Carlos fue a auxiliarle y notó que la catira respiraba muy rápido, casi que entrecortado. Le buscó los tacones que se había quitado, así como la chaqueta, la pulsera y el collar. No encontró los zarcillos. Después la cargó en sus brazos, pero Norelys le pidió que la llevara donde estaba Marta, quien yacía en el suelo inconsciente. La catira la vio y de repente se le dibujó una sonrisa en el rostro, pidiéndole a Carlos con voz aniñada -LLÉVAME CONTIGO, PAPI- y cerró los ojos, como queriendo dormir. Carlos no quiso llevarla a un hospital esta vez, pues, Norelys estaba todavía consciente. La puso de pié, le ayudó a ponerse los tacones y paró un taxi. Lo abordaron y fueron rumbo a un hotel. Alguien llamó a una ambulancia para que recogieran a Marta. El taxi los dejó frente a un hotel, Carlos y Norelys se registraron y una vez en la habitación, la catira se fue a la cama. Carlos no comprendía lo que le pasaba. Le preguntó y fue entonces cuando Norelys decidió contarle lo que le había ocurrido en la infancia. Su novio quedó perplejo y después de recuperarse del estupor provocado por la historia, decidió decirle que la mujer del metro, de la que le había hablado, había sido Marta. Norelys solo sonrió y después de quedarse callada un largo rato, dijo a Carlos -ACABO DE VENCER UNO DE MIS MAYORES TEMORES...- Después se quedó dormida. Y en la madrugada se despertó son ganas de hacer el amor. Lo hicieron, pese a las lesiones de la catira. Por fín superó el trauma de aquella primera pelea. A partir de ese momento su personalidad tendría un cambio. Afortunadamente para Carlos, sería para bien. Pasó esa semana. Los muchachos notaron un cambio en la personalidad de Norelys, ahora ella era más simpática que nunca, más dulce y tierna. Más alegre y jovial. Y el viernes siguiente, escandalizó a la escuela pues, por primera vez asistía a clases vestida de manera sobria, pero dejando ver sus curvas... y su físico. Ya no seguiría vistiéndose de manera ultraconservadora como lo hacía antes, ahora mostraba su físico sin rubor alguno. Por primera vez Carlos se sentía celoso de las miradas que le dispensaban los varones de la universidad, pero a la vez se sentía orgulloso de decir -ELLA ES MI NOVIA-. El equipo logró vencer a Danubio en la semifinal del sábado siguiente. Lorenzo, Mario y Carlos anotaron un gol cada uno para darle a Mancha Verde la victoria por 3 a 0 en un durísimo partido. La alegría fue muy grande, aunque debían mantenerse ecuánimes para el partido grande, el momento de la verdad; así lo pedía Juan Pablo. Y ocho días después, jugaron la gran final del torneo ante el equipo de los Egresados de Administración y se hicieron con el campeonato, al vencerlos en la tanda de penales por 3 a 2. El juego finalizó igualado a tres goles. Mientras que Samuel y Carlos fallaban sus tiros, Juan Pablo se encargó de atajar tres lanzamientos al equipo contrario, para que Mario anotara el suyo y así el equipo se alzara con el título de campeones por primera vez. ¡Al fin nuestros muchachos lograron su objetivo! Valió la pena la constancia, que les ayudó a superar los sinsabores y las amarguras sufridas. -¿VISTE, TONTITO, QUE USTEDES SI PODÍAN?- le decía emocionada la catira a un lloroso Carlos. El festejo fue ruidoso, pues el equipo tenía muchos seguidores. Luego, los muchachos hicieron su propia fiesta en casa de Jhonny -¿NO Y QUE NO LE GUSTABA EL FÚTBOL, PUES?- se preguntaba Samuel. Allí Rosalía y Leandro avisaban a sus amigos que tenían planes para casarse. Otro ingrediente a la fiesta. Y había más. Simón llegó a la casa muy bien acompañado, dejando boquiabiertos a sus amigos: se había empatado con la campeona de natación de la universidad, una hermosa atleta con porte de modelo. Carlos y Norelys seguían de novios... Y así transcurrió el tiempo. Con excepción de Carmen y Jhonny, quienes se atrasaron con materias del tercer año, el resto de los muchachos aprobó todas sus materias y se disponían a cursar el quinto y último año de la carrera. Y todos se inscribieron en el turno de la noche, corriendo con la suerte de que a pesar del momento tan crítico por el que pasaba el país, nuestros amigos consiguieron empleos, y lo mas importante aún, logrando conservarlos. Sólo Norelys no había podido conseguir empleo... Y un año después, Carlos, Norelys, Mario, Simón y Rosalía se graduaron de Licenciados en Administración. Comprometieron a Jhonny y a Carmen para que se graduaran el año próximo -Y NOSOTROS LES PROMETEMOS QUE ESTAREMOS ALLÍ, EN SU ACTO DE GRADUACION- les dijo Simón, alentándolos. En cuanto al equipo de Mancha Verde... los muchachos no defendieron el título, Carlos, Mario, Lorenzo y Samuel, quienes habían jugado juntos desde el primer año, decidieron retirarse para dedicarse de lleno a los estudios. Juan Pablo fue convocado a la Selección de la Universidad y los demás integrantes fundaron un equipo con otro nombre: Estrella Verde. A Carlos se le presentó la oportunidad de trabajar en el exterior, de la mano de aquel directivo de la compañía de seguros. Le manifestó a Norelys que debía irse. Fue una noticia amarga, que hizo que brotaran lágrimas a borbotones. Y aún así, Norelys aceptó el alejamiento de su novio, sabía que era algo temporal. Ya no se querían, ahora se amaban el uno al otro. La despedida de Carlos en el aeropuerto fue muy emotiva. Pero éste no iba a quedarse solo en Europa. Tres meses después, consiguió que Norelys se fuera a vivir a con él. Y ella, ni corta ni perezoza, se embarcó en ese viaje. La catira tuvo mucha suerte, pues logró conseguir empleo allá, que es tan difícil para un extranjero. Definitivamente su estrella estaba brillando. Ambos decidieron casarse... A pesar del giro que tomó su vida, La Catira nunca abandonó la práctica deportiva. Siguió con las artes marciales, los ejercicios y por supuesto con los hierros. Tuvo la oportunidad de hacer cursos de especialización en administración, para ponerse al día. Y desde su último desafío, no volvió a pelear... salvo en un gimnasio allá en Europa, en donde consiguió trabajo enseñando técnicas de defensa personal. Bueno... Queda el beneficio de la duda. Fin. ¿Qué les pareció esta zaga?: vene_wanderer73@hotmail.com