LA JUSTICIERA ESCARLATA 9 lindareyes127@hotmail.com Desnuda tambi� pelea! No hac� mucho tiempo -un par de horas a lo sumo- que se hab� fajado a puetazos con dos hombres, presumiblemente forasteros, que para su desgracia de ellos no hab�n o�o hablar de la Justiciera Escarlata. Los dos desgraciados estar�n aun inconscientes y con los rostros hinchados; ella, por su parte, no luc� la m� m�ima seal del reciente enfrentamineto. En efecto, hab� pasado la curvil�ea guerrera del antifaz por un caser� para reabastecerse y dar de beber a su caballo, cuando fue interceptada y provocada por dos hombres, quienes m� que de otra cosa ten�n aspecto de matones. Al principio, ella los ignor, sabiendo que su vestimenta incitaba a la provocacin: Aparte de su antifaz y revlver justiciero, llevaba esa maana la muy hermosa enmascarada unos apretad�imos pantalones negros y una blusa sin mangas color rojo escarlata, intr�idamente abierta al frente y marcando sus potentes y erectos pechos. Un par de botas tacn alto y con grandes espuelas, y un cinturn de cuero ciendo su estrecha cintura completaban su atuendo. Ignorando, pues, a los provocadores, la Justiciera se estaba alistando para montar sobre su brioso corcel, cuando uno de los dos hombres la agarr y jal por un brazo. Ahora, este abuso la guapa muchacha no se lo aceptaba a nadie, forastero o no forastero, matn o no matn. De modo que con su mano libre, la enmascarada agarr a su agresor por la pechera, le aplic una zancadilla y lo empuj, haci�dolo caer estrepitosamente de espaldas. Luego desenfund el Colt con agilidad y maestr� y apunt a los dos hombres, primero al que acababa de derribar, luego al que aun permanec� de pie. - "M� les conviene quedarse quietos y volver a casita. Les advierto que no estoy de bromas." Dichas estas palabras, la Justiciera Escarlata enfund el revlver, y ya se dispon� nuevamente a montar en su caballo cuando el hombre de pie se lanz sobre la escultural muchacha, cayendo engrinchados ambos al suelo. Dos o tres revolcones en el piso, y ya la ruda enmascarada ten� dominado a su atacante, aplast�dole la cara contra la tierra, para luego ponerse de pie con agilidad y sacudir el polvo de sus muy ceidos pantalones negros. Pues bien, durante los minutos que siguieron, la bella y curvil�ea Justiciera habr� de dar a sus dos contrincantes una leccin magistral de boxeo. Esper parada a que los dos hombres se levantaran y se le acercaran, y cuando lo hicieron la valiente y sensual aventurera pas a la accin: Una combinacin de LA JUSTICIERA ESCARLATA 8 lindareyes127@hotmail.com "Es slo una mujer!"..."S� pero qu�mujer!!" "ganchos" fren en seco al primero en atacarla, mientras que habiendo magistralmente parado, desviado o esquivado los puos del segundo, contraatac ella con dos "uppers" al estmago de �te ltimo, un "gancho" de izquierda al mentn y un espeluznante derechazo a la cara. El hombre cay demolido por tan duros golpes. Pero en ese momento volv� a la carga esta vez con mucho menos br�s- el primero de los atacantes. La Justiciera lo enfrent tranquila, desvi un golpe que le enviara a la cara y respondi ella con una seguidilla de puetazos que habr�n de deformarle el rostro al matn. Fue slo despu� de haber dejado a los dos hombres sangrando copiosamente y sin conciencia, que la guapa enmascarada salt �ilmente sobre su montura y parti sin mirar atr�. Horas despu� de esta desigual pelea desigual para los dos matones-, mientras cabalgaba por un bosquecillo que ya de antes conoc�, la bella y escultural aventurera pensaba en la contienda mientras se dec�: - "Fue demasiado f�il... Estos dos estpidos lo que hicieron fue abrirme las ganas de pelear. Pero, por supuesto, no voy a salir al Camino Real y buscarle camorra al primero que se aparezca... Pero, tengo que hacer algo. Me siento tensa y ........" En eso record la existencia de un lago que quedaba a pocos kilmetros de donde ella se encontraba. Era un lago grande y fresco donde ya hab� estado anteriormente un par de veces. Entonces, la hermosa y valiente enmascarada esboz una sonrisa de satisfaccin en sus carnosos labios. La idea de refrescarse y de practicar una buena nadada en el agua le subi los �imos y aminor la tensin interna. Espole su montura hasta alcanzar un suave galope, y en menos de diez minutos se encontraba a la orilla de lago. No hab� nadie. Slo se escuchaban los agradables y relajantes sonidos del bosque: el agua en movimiento, la brisa susurrando en la copa de los �boles, el trino de los p�aros... Este ambiente solitario y puro ayud a tranquilizar a la muchacha; sin embargo, an necesitaba una dosis de accin. La Justiciera Escarlata estaba contenta: consigo misma, con la Naturaleza y con la vida. Fue entonces poco a poco desnud�dose la monumental aventurera, primero descalz�dose las botas, luego quit�dose los ceid�imos pantalones negros y las sensuales pantaletas rosadas claras, y por ltimo la provocativa blusa roja sin mangas, hasta quedar totalmente desnuda, salvo el antifaz escarlata. La Justiciera contempl con satisfaccin su cuerpo espectacular: cinturita de avispa; caderas y nalgas bien proporcionadas, redondas y firmes; muslos duros y exquisitamente bien torneados; y -aqu�se detuvo m� tiempo la hermos�ima enmascarada, acarici�doselos- dos magn�icos pechos grandes y erectos, sobresalientes y orgullosos. Luego, la escultural e imponente correctora de agravios y enderezadora de entuertos pas a admirar sus msculos: prens el abdomen y observ sonriente cmo se marcaban n�idas las divisiones cuadradas del Gran Recto, como si de una plancha de acero se tratara. Seguidamente flexion sus B�eps, uno primero y otro despu�, luego ambos a la vez, y no pudo dejar de sonre� al ver con orgullo cmo esos msculos se convert�n en dos poderosas bolas met�icas, dignas de envidia por parte de cualquier fisio-culturista. Verificando nuevamente que estaba completamente sola, la Justiciera se quit el antifaz y, desnuda, se lanz al agua. R�idamente la bell�ima joven dio muestras de sus grandes dotes de nadadora. Con unas pocas brazadas ya hab� avanzado m� de veinte metros en el agua y continuando sin descanso, la dura aventurera cruz el lago en menos de un cuarto de hora. El exigente ejercicio obviamente la hab� cansado; pero tambi� la hab� liberado en parte de sus tensiones. Una vez en la otra orilla, la muchacha juguete un poco con el agua, trenz y destrenz su larga y ahora hmeda- cabellera y se zambull repetidas veces en las frescas aguas del lago. Habiendo descansado lo suficiente, ya se dispon� la Justiciera a regresar con su caballo y su vestimenta, cuando su vista de �uila le indic la presencia de extraos del otro lado del lago. Estaban como a trescientos metros de distancia, y lo m� probable es que no la hubieran visto. Ella se hundi en el agua hasta el cuello y afin la vista. Eran cuatro hombres, y precisamente estaban hurgando el lugar donde ella hab� dejado su caballo y hab�se desvestido. Ella estaba serena: nada de p�ico; todo lo contrario, muchas ganas de enfrentarse a los intrusos. Se zambull nuevamente en el agua y, valientemente aguantando la respiracin durante intervalos de treinta o m� metros, se iba acercando sumergida a la otra orilla. Pero obviamente no al lugar donde estaban los metiches, sino unos veinte metros a la derecha, donde hab� un bosquecillo. Cuando lleg a la orilla, completamente desnuda, la intr�ida hembra se desliz sin ser vista no hacia donde hab� dejado su ropa sino hasta un lugar m� apartado y oculto. En efecto, siendo ella una experimentada guerrera, hab� dejado bien escondidas sus prendas m� preciadas, a saber su Colt y su antifaz. De modo que, sin que el cuarteto de hombres la notara, la escultural y musculosa aventurera se puso el antifaz escarlata y coloc el cinturn canana con el revlver alrededor de sus monumentales caderas, amarr�dose la pistolera a su desnudo y bien torneado muslo derecho. Los tipos no eran precisamente de buena calaa; se ve�n duros y camorreros, todos armados de buenos revlveres, llevados como lo hacen los profesionales que seguramente eran. El rudo aspecto de los hombres no desanim a la bella y curvil�ea enmascarada. Antes bien, le revivi los deseos de enfrentarse a golpes y repartir puetazos que el intenso nado ella crey hab� apaciguado. Con ganas de pelear, pues, la voluptuosa amazona sali del bosquecillo tal como vino al mundo, y con voz sensual pero segura, ret a los cuatro pistoleros: - "Me buscaban, muchachos? Pues sepan que no me gusta que me est� espiando mientras me bao. As�es que mejor piquen los cabos r�ido antes de que me enfade." Esto lo dijo la Justiciera slo por buscar pelea, pues era claro que los hombres ni la estaban buscando ni mucho menos espi�dola. Sea como sea, los rufianes quedaron atnitos ante el espect�ulo que ten�n delante: Una bell�ima mujer, con un cuerpo mitolgico y carita de princesa, totalmente desnuda aparte del cinturn canana y el antifaz, los estaba retando a pelear. Ella! Ella sola, con esas curvas que mareaban, los retaba a los cuatro... A ellos, quienes no hab�n encontrado contrincante que valiera la pena desde que andaban juntos! Parec� cosa de risa... pero los rudos vaqueros no rieron. Ese cuerpazo de diosa con cara de mueca, esa valent� incomparable, slo pod�n pertenecer a alguien de quien mucho hab�n o�o hablar, pero de cuya belleza y hazaas manten�n sus reservas: La Justiciera Escarlata! La Justiciera sonri satisfecha al observar el asombro y admiracin que se expresaba en la cara de los cuatro matones. Ella se dio cuenta de que la reconoc�n, a pesar de no haberla visto nunca antes. - " Pues vamos!" presion la intr�ida muchacha. "Quiero ver pronto sus sucios traseros bien lejos... o tendr�que pate�selos hasta hacerlos llorar como nias." Los cuatro hombres jam� hab�n sido as�tratados. Y mucho menos por una mujer! Y aunque se tratara de la temible y famosa Justiciera Escarlata, ellos no iban a darle la espalda y huir como corderos regaados! Vi�dolo bien, ellos eran cuatro contra una; y por m� r�ida que ella fuera con el revlver, alguno de los cuatro la alcanzar�, y viva o muerta no importaba, tal era la sensualidad de su cuerpo monumental- ser� del ganador. Evidentemente, los cuatro pistoleros pensaron en lo mismo, pues como un un�ono rel�pago, cuatro manos buscaron "desencuerar" los Colts. Y cuatro disparos sonaron, ciertamente...pero slo cuatro...y de una misma pistola... la de la Justiciera Escarlata! En efecto, si el cuarteto de pistoleros fue r�ido en el "saque", mucho, pero much�imo m� r�ida lo fue la sin par enmascarada. Y con qu�punter�! No queriendo ni matar ni herir a los hombres, la Justiciera coloc una bala en cada uno de los cuatro amenazantes revlveres, desarmando en el acto a sus contrincantes. Ciertamente, muy adrede la duea de ese escultural cuerpo desnudo evit siquiera herir a quienes la enfrentaban. Los cuatro Colts saltaron volando de sendas manos, y apenas uno de los pistoleros recibi un rasponazo de la certera bala que lo desarmara. - "Qu�punter�! Que endiablada punter�!! Y qu�velocidad en el 'saque'!!!" Eso pensaron admirados los hombres al verse desarmados tan magistralmente por la guapa y despampanante hembra. An los cuatro no hab�n salido de su asombro, y ya la Justiciera desnuda, pero con total aplomo y apunt�dolos siempre con su Colt- recog� los ahora inofensivos revlveres de sus contrincantes. Y as�como los recog�, la valiente muchacha los iba lanzando al lago, el cual se encontraba a escasos metros de distancia. El asombro y la admiracin de los hombres dio paso a su enojo, al ver cmo sus preciadas armas desaparec�n bajo el agua. Pero nada pod�n hacer al respecto. La mujer que ten�n delante no andaba con cmicas. Estaban ellos bien conscientes de que ella no hab� querido matarlos; pero que lo har� sin vacilacin si fuese presionada. As� habiendo eliminado la amenaza de los Colts y sin ningn rubor por caminar desnuda delante de los cuatro pistoleros antes bien, ella lo que sent� era orgullo de mostrar su cuerpo cuasi-perfecto-, la bella chica del antifaz se acerc con calma y sin dejar de apuntarlos con su revlver hasta donde estaba su ropa, que los rufianes hab�n regado por el suelo. La negra boca del Colt y la mirada severa de su duea eran suficientes para mantener a los hombres inmviles, como si esperaran que ella les diera permiso para moverse. Ella no lo hizo an. M� bien, la Justiciera retir el cinturn canana de su cuerpo desnudo y lo colg de una rama cercana, para luego recoger sus prendas de vestir, sacudirlas, y plena de confianza en s�misma- colocar el revlver sobre el tronco de un �bol ca�o que yac� muy cerca suyo, mientras se vest� con parsimonia. Este gesto de osad� (el de soltar moment�eamente su arma) no anim particularmente a los ex pistoleros. Sab�n muy bien que en mini-fracciones de segundo la pistola estar� de nuevo en su diestra si alguno de ellos se atreviera a hacer un movimiento indebido. De modo que, bajo la mirada atnita y lujuriosa del cuarteto, la escultural enmascarada fue poco a poco poni�dose la ropa: primero, las sensuales y atrevidas pantaletas rosadas; luego, la blusa roja sin mangas, que ella dej desabotonada salvo el botn inferior para as� darle un toque de misterio a sus pechos firmes y desafiantes; despu�, los muy apretados y provocadores pantalones negros; de ltimo, las botas de cuero y tacn alto que le llegaban ajustadas hasta la media pierna. Entonces, ya vestida, la curvil�ea aventurera dijo e hizo cosas que no hubieran sorprendido a quien bien la conociera a ella y su gusto de jugar con el riesgo y el peligro. Pero que a los cuatro hombres dejaron sorprendidos y ofrecieron la esperanza de poder dominar y poseer a esa hermosa y valiente mujer enmascarada. Esto dijo la Justiciera, mientras inesperadamente enfundaba el Colt en la pistolera que colgaba del �bol y se interpon� entre su arma a sus espaldas- y el cuarteto de entrometidos: - "Quedan dos balas en el revlver y muchas en el cinturn canana... All�est�, esper�dolos...Pero, les advierto, el que quiera hacerse con ellas antes tendr�que derribarme." A los guapetones cay de sorpresa la oportunidad que se les daba: Ella estaba desarmada; ahora estaban de t a t. Y ellos eran cuatro hombres; ella slo una mujer... Pero estos felices y alentadores pensamientos fueron alcanzados y en parte sustituidos por otros m� sabios y ponderados: No se trataba de "slo una mujer". Se trataba de la Justiciera Escarlata, de quien se contaba haber sometido con sus meros puos a toda una banda de forajidos, y otras historias similares. De la Justiciera se dec� que era imbatible con el revlver cosa que el cuarteto acababa de vivir en carne propia-, pero tambi� que igualmente lo era con los puos, de lo cual atestiguaban historias y casos comprobados de mand�ulas quebradas y narices partidas, de dientes volados y de hombres en estado de coma por la rudeza y violencia de sus golpes. De modo que dos de los pistoleros, r�ida y sabiamente, optaron por no desafiar los legendarios puos de la muchacha. M� bien intentaron pasar por sus flancos con el propsito de hacerse con el revlver que pend� detr� de ella. Uno se lanz corriendo por su derecha, creyendo poder burlarla y apoderarse del anhelado Colt. Ahora bien, si bien este hombre hab� escuchado historias sobre la destreza de la Justiciera con el revlver y la dureza de sus puos, parec� no haberlo hecho acerca de su incre�le rapidez y agilidad f�ica y mental. Pero muy pronto, y con intenso dolor en sus entraas, dar�se � cuenta de lo que era capaz la enmascarada. En efecto, adivinando sus intenciones, la recia mujer del antifaz dio dos saltos atl�icos en direccin del burlador, y sosteni�dose en su musculosa pierna izquierda, lanz ella una demoledora patada que revent con extremada fuerza y precisin en el abdomen del infeliz. El hombre par en seco su carrera y se desmoron en el acto, casi agonizando, casi llorando, casi no queriendo vivir m�. La ruda gladiadora no se par a contemplar su agon�. Ni le interesaba ni ten� tiempo para ello. Por el contrario, ten� que v�selas ahora con un segundo hombre que la estaba rodeando por su izquierda y se encontraba a escasos metros de la ansiada arma. As�es que esta vez no fueron dos los saltos sino cuatro dignos de un 'medalla de oro' en atletismo-, el ltimo de �tos impulsado por la poderosa pierna derecha de la Justiciera. Fue un salto fenomenal. La bien templada hero�a sali catapultada por los aires, como volando, puo izquierdo a la vanguardia. Y ya estaba el hombre a punto de asir el revlver, cuando sinti que un caonazo le explotaba en plena cara. WHAM!! CRACK!! Quijada fracturada? V�tebra cervical dislocada? Quiz� las dos, tal fue la rudeza del golpe de la joven y bella vengadora. El hecho es que este hombre, a diferencia del anterior, no llor ni agoniz. Cay fulminado, quiz� para no despertarse m�. La Justiciera Escarlata cay al suelo, rod, y con suma agilidad se incorpor presta para enfrentar a los dos guapetones restantes en su intento por apoderarse del revlver. Para su sorpresa, los dos hombres estaban casi en el mismo sitio en que ella los hab� dejado. Pero no por que estuvieran paralizados por el miedo; m� bien parec�n estar admirando un espect�ulo y poniendo atencin a los detalles de su desarrollo. - "Me impresionas, Justiciera. Eres mucho mejor de lo que pensaba" dijo uno de los dos hombres, el m� bajo, de quien la enmascarada hab� sospechado desde un principio ser el l�er del grupo. "Y te confieso que no me gustar� ir a la tumba sin antes haberme fajado a puo limpio con la legendaria Justiciera Escarlata. Son demasiadas las historias que cuentan de ti. Pero a pesar de lo presenciado en la ltima media hora, creo que muchas de ellas son exageradas." Estaba claro que el "l�er" estaba atacando por el flanco psicolgico, quiz� para enardecerla y hacerla perder la paciencia, quiz� para darse �imos � mismo. As� prosigui: - "Una cosa es ser buena con el revlver; una cosa es pegar duro, como nos lo has demostrado. Pero otra cosa muy distinta es ser buena boxeadora, saber pelear bien con los puos. Yo s�me precio de ser buen boxeador y creo que pueda derrotarte en una pelea limpia y sin maas." La Justiciera qued sorprendida ante la desfachatez del tipo. Acababa ella de propinar un puetazo de leyenda; un golpe que hac� historia. Y el imb�il que ten� ante ella no se impresionaba! - "Qu�se creer�este estpido?!" se pregunt la lind�ima campeona, herida en su vanidad femenina. "Ahora ver�a lo que saben mis puos!" Consciente de que podr� tratarse de una trampa, la valiente y ruda enmascarada no quitaba el ojo del otro "sobreviviente" un gigante de casi dos metros, barbudo y pelirrojo-, no fuera que pretendiera atacarla a traicin, mientras le daba lo suyo al "l�er". Con esta precaucin, la bella y voluptuosa aventurera se acerc a �te ltimo, los puos prestos a la pelea. - "Vente, pues" le dijo. "Aqu�estoy. Veamos si en verdad eres tan buen boxeador." Al ver la decisin y el temple de la muchacha, el hombre se pregunt si no se le habr� ido la mano con su fanfarroner�. Pero ya era muy tarde para echarse para atr�. Adem�, el se preciaba de ser bueno con los puos y con ellos se hab� hecho paso en la vida. As� intentando sorprender a la del antifaz, el "l�er" se lanz sobre ella, dispar�dole al rostro dos r�idos y contundentes 'ganchos'. Pero todo en vano. La enmascarada era demasiado buena: El 'gancho' que ven� por su izquierda lo par la Justiciera con su slido y musculoso antebrazo, mientras que el otro golpe, a su derecha, lo esquiv la muy diestra peleadora flexionando las rodillas con extrema agilidad y rapidez. El "l�er" estaba en cero. Hab� querido sorprender a la Justiciera y el sorprendido era �. Nunca hab� visto tal rapidez en el combate. Nunca. Comenz a asustarse, pero antes de que lo invadiera el p�ico, logr � cobrar fuerzas y se arroj nuevamente sobre la escultural gladiadora, blandiendo salvajemente sus dos puos. Ella lo estaba esperando. Nuevamente, par con maestr� el primer golpe; el segundo nunca lleg. En efecto, la hermosa y recia justiciera no se lo permiti. Pasando ahora al contraataque, ella no le dej la m� m�ima oportunidad de salir airoso de este encuentro. Un 'gancho' de izquierda al mentn del "l�er", un 'uppercut' de derecha a la boca de su estmago, y un 'jab' demoledor en plena cara pusieron al hombre definitivamente fuera de combate. Jadeando un poco por el esfuerzo reci� ejercido, la brava y sensual muchacha se enfrent al cuarto y ltimo de sus opositores. Este era un gigantn cercano a los dos metros de alto, de barba y cabeza rojiza y con cara de pocos amigos. Pero ni la considerable estatura ni el aspecto pendenciero del pelirrojo amilanaron a la Justiciera, reconociendo ella sin embargo que el hombretn hab� dado muestras de cierta nobleza al no haberla atacado a traicin mientras se fajaba con el supuesto "l�er". Hombre de pocas palabras, el gigante apenas dijo: - "Ahora me toca a m�. Y con esto se fue acercando a la despampanante guerrera, quien lo esperaba con los puos a nivel de cintura. Ambos contrincantes se respetaban. La mujer, por el tamao del otro. El hombre, por la rapidez y dureza de los puos de su adversaria. De modo que el primer 'round' fue uno de estudio mutuo, donde los dos se lanzaron golpes, pero cuidadosos ambos de no ser sorprendidos. Fue una escaramuza en la que no se hicieron mucho dao; sin embargo, la Justiciera logr conectar un buen "jab" al ojo derecho del pelirrojo. El segundo encuentro fue mucho m� movido, desat�dose desde el comienzo un violent�imo intercambio de puetazos, donde aparentemente ninguno de los contrincantes se impuso sobre el otro. Pero esto slo en apariencia, pues en realidad la aguerrida dama del antifaz hab� colocado m� y mejores golpes que el gigante. Disparando sus recios puos hacia arriba, debido a la diferencia de estaturas, la curvil�ea y ruda aventurera hab� golpeado duro la cara de su contrario. Tambi� a nivel del torso, la joven boxeadora hab� castigado severamente al de la barba roja. Es cierto que ella tambi� hab� recibido lo suyo, sobre todo en la cara y en el pecho. Pero gracias a su destreza y rapidez en la defensa, los golpes que el otro le enviara fueron parcialmente mediatizados, rest�doles su potencia inicial. Por otro lado, la enmascarada hab� logrado una ventaja moral sobre su adversario, al impresionarlo tanto con la fiereza de sus puos como con su capacidad de aguante ("Parece estar hecha de granito!" pensaba el hombretn al observar cmo la mujer de antifaz y ceidos pantalones asimilaba todos y cada uno de sus golpes. "Nunca he visto tanto coraje!") Luego de este violento encontronazo, los dos contrincantes se separaron como para recuperar el aliento. Pero no por mucho tiempo. Habiendo transcurrido menos de medio minuto, la bella y el gigante se lanzaron nuevamente el uno sobre el otro. Ahora bien, este tercer 'round' estuvo mucho m� claramente a favor de la Justiciera. En efecto, antes de que el hombre pudiera lanzar el primer golpe en este nuevo y ltimo encuentro, la hermosa enmascarada hab� hecho explotar sus dos puos disparados hacia arriba uno tras del otro- en la cara de su adversario. La monumental peleadora par entonces dos golpes que le enviara el gigante de pelo rojo, para luego seguir con su descarga de puetazos al rostro del hombre, ya deformado y cubierto de sangre, producto del recio castigo recibido. A continuacin, la gladiadora enmascarada pas a demoler el abdomen del gigante, el cual ya nada daba; solamente recib�. La bella del antifaz comenz su trabajo con una seguidilla de dur�imos 'ganchos' a los costados del hombre, y sigui con una sucesin de 'uppers' a la boca del estmago de su ya inofensivo enemigo. Habiendo conseguido doblarlo, con su cabeza ya a la altura de los hombros de ella, el trabajo que restaba era ya cosa sencilla para la experimentada Justiciera Escarlata: dando un paso hacia atr�, la recia vengadora le dispar dos muy precisos y fort�imos 'jabs' a la ya desfigurada cara del pobre hombre. El gigante se desplom inconsciente y cay a tierra cual roble derribado. La muchacha entonces se acarici sus dos puos sucesivamente y mir alrededor suyo para cerciorarse de que sus cuatro contrincantes estaban todos bien en el suelo. Volvi por el cinturn canana, con la pistolera y el Colt enfundado en ella, mont sobre su caballo el cual hab� permanecido cerca de donde su duea peleaba, y parti del lugar a galope con una sonrisa en sus labios carnosos e hinchados. - "Slo quer� un poco de accin" se dijo a s�misma divertida la ruda y bella aventurera. "Pero el Cielo me complaci con creces".