IVONNE Y LUCY, PARTE 2 Por Esper, esper_cl@yahoo.es Arturo va a estudiar inglés a los Estados Unidos y conoce a dos mujeres impresionantes. En esta segunda parte, ya de vuelta en Chile, conoce la fuerza y habilidad de Lucy en artes marciales, amén de sus características como mujer. Llegué a Chile en marzo de vuelta de mi curso en los Estados Unidos. El recuerdo de Ivonne, me provocaba una mezcla de alegría y pena. De todas maneras quedamos como amigos y seguimos hablando por Messenger y a veces por teléfono. Me hizo muy feliz volver a ver a mi hijo de 12 años, quien vive con mi ex esposa. Con Lucy seguimos en contacto aunque no nos fue posible reunirnos en persona. En marzo hubo una reunión de los chilenos que habíamos estado en EE.UU. y ahí aprovechamos de vernos. Quedamos de juntarnos los dos, pero por mi trabajo me tocó viajar mucho dentro de mi país. Así, pasaron meses sin vernos. Entretanto Lucy me contó que su matrimonio seguía mal y en junio vino la esperada separación. Finalmente, en julio acordamos una cita en un restaurante un día sábado a la hora de almuerzo. Cuando llegué al restaurante después que ella, la vi sentada en una mesa. Se puso de pie para saludarme y nos dimos un cálido abrazo. Me di cuenta que llevaba su pelo de su color natural, oscuro casi negro, y más largo de lo que la recordaba. En general se veía bastante bien, cosa que se la dije. Lucy: Gracias Arturo, eres muy amable. Yo: Es la verdad, te estoy siendo muy sincero y no es que te vieras mal cuando estábamos en el curso de inglés. Lucy: Eres muy adulador. Debe haber sido de esa forma como conquistaste a Ivonne. Yo: jajajajaa. Tú y tu agudezas... Lucy: ¿has sabido de ella a propósito? Hace como dos meses nos mandamos correos. Yo: Si, esta de vuelta en su país y volvió con su novio, según me dijo. Hablamos por Messenger seguido. Quedamos como buenos amigos Lucy: Entiendo. Yo: ¿Y tú cómo estás? Siento lo de la separación. Lucy: Estoy bien, y la verdad es que yo no siento lo de la separación. Fue un alivio para mí. Veníamos muy mal hace tiempo. Yo: me alegra oírte eso. Lucy: ¿Y estás con novia ahora? Yo: No. Estuve saliendo con una chica un mes, pero la cosa no prosperó como para relación de pareja. Cumplí los 40 y ya estoy con mis mañas. Lucy: Bienvenido al clan de los cuarentones entonces. Yo: Y tú ¿que edad tienes? Nunca la he sabido Lucy: tengo 43, y no soy de esas mujeres que dicen "eso no se le pregunta a una dama..." Yo jajajajjaa. Es muy típica esa respuesta. Estuvimos hablando luego de temas laborales. Me contó de sus proyectos en la universidad sobre los cuales estaba bastante entusiasmada. Por mi parte le conté de mi tema de capacitación y de los cursos que estaba haciendo y organizando. Me hizo unas cuantas consultas del tema capacitación. Pasaron las horas y estábamos bastante entretenidos en la conversación. Había mucho tema para conversar. Por supuesto que los recuerdos de lo vivido en EE.UU. nos dieron bastante que hablar. Ninguno de los dos estaba apurado por irse. Por fortuna el restaurante no nos presionaba para irnos para poder cerrar. En un momento retomamos el tema de las artes marciales. Yo. Te escuché una vez que había competido en Judo, ¿quieres contarme de eso? Lucy: Bueno ¿Qué quieres que te cuente? Yo: Como lo estudiaste, como competías, etc. Lucy: Lo practiqué desde los 8 años. Me gustó y siempre fui buena. Después seguí en un club, hasta que fui seleccionada nacional. También he sido instructora y árbitro. En la actualidad soy árbitro federado y me toca asistir a torneos. Yo: ¡qué interesante! Lucy: También estudié kárate. Llegué hasta cinturón café. Como ya tenía la formación de judo me fue fácil aprenderlo. Me faltó el examen para llegar a cinturón negro, y lo habría aprobado sin dificultad. Yo: ¿y porqué no lo diste? Lucy: Porque justo quedé embarazada de mi primera hija y me tuve que casar. Estaba en el último año de la universidad. Tenía 23 años. Después de mis embarazos seguí con el judo Además estuve estudiando muay thai y llegué a un nivel avanzado. Yo: Eso es el boxeo Tailandés, si no me equivoco. Lucy: Así es, es un arte marcial menos conocida que otras acá en Chile Yo: ¿y alguna vez tuviste peleas de verdad? Lucy: ¡Uf! Podría escribir un libro de eso. Yo: jajjaa ¿Has sido camorrera? Lucy: No, para nada. Soy en esencialmente pacífica. Ya sabes que en artes marciales no nos enseñan a agredir sino más bien a defenderse. Yo: Si, lo sé. Lucy: Pero para serte bien sincera, más de alguna pelea la pude haber evitado. Si no todas, la mayoría. Reconozco mi falta en eso. Pero al menos nunca las provoqué. Yo: ¿fueron con hombres? Lucy: Si, las peleas en serio fueron con hombres. Yo: ¿quieres contarme alguna? Lucy: A ver. Se quedó pensando unos instantes tratando de decidir que me iba a contar. Yo estaba francamente muy interesado y con grandes expectativas. Lucy: Te voy a contar una en la que me hice cargo de dos tipos a la vez. Yo: Todo oídos... Lucy: Un día que tenía a la tarde libre, llevé a mi hija al Museo de Bellas Artes. Cuando salimos decidimos dar una vuelta por el parque forestal que queda al lado Yo: Si. Lucy: Ella tenía 15 años y yo 38 por lo tanto. En eso se acercan dos jóvenes, que se veía bastante poco pulcros, con pelo largo, lo cual nada de malo tiene, pero no eran agradables a la vista. Yo: Un par de tipos ordinarios... Lucy: Si, eso. Uno de ellos tuvo la brillante ocurrencia de agarrarle el trasero a mi hija. Parece que lo tenían planeado, porque antes de toparse con nosotros, venía mirándonos y comentando algo. Yo: ¿Y que hiciste? ¿Les diste ahí mismo su merecido? Lucy: No todavía. Le grité una grosería a modo de insulto. Ya sabes que no siempre soy dama para hablar. Yo: Jjajajajaja , es verdad Lo que dijo es totalmente cierto. Lucy usaba palabras bien fuertes a veces, lo que para mi gusto las decía con gracia y estilo. Lucy: para ser más precisa le saqué la madre y le dije "hijo de puta". La verdad es que me dio bastante rabia. Yo: No es para menos. Lucy: El hechor se dio vuelta y me respondió "cállate vieja de mierda, o te agarro el culo a ti también". Francamente que me hubiera dicho vieja de mierda me importaba menos que lo que le había hecho a mi hija. Yo: Jajajajaa. Bueno, no eres vieja, ni de mierda. Lucy: Gracias. El caso es que yo le contesté "a ver, si eres hombre intenta agarrarme a mí el trasero". El tipo se quedó mudo unos instantes. No esperaba esa respuesta. El otro tipo le dijo riendo "anda y agárraselo, total te lo está pidiendo, y que vea que no eres poco hombre". Ante eso el agarrador se me empezó a acercar, porque me quería agarrar esa parte del cuerpo. Hasta me puse de lado para que creyera que le estaba facilitando su misión. Yo: jajajaa, Eres muy graciosa para contarlo Lucy: El tipo se me acerca y cuando estira la mano lo tomo. Mira, dame tu mano. Te voy a mostrar como lo tomé. Obedecí. Me hizo una llave tomándome de una manera especial por los dedos, aplicó un poco de presión y me obligó a doblarme un poco. Se detuvo. Noté que si hubiera seguido, habría terminado en el suelo e inmovilizado muy rápido Lucy: ¿Te fijas? Y Ni siquiera he tenido que hacer mucha fuerza para obligarte a que te dobles. Yo: Así me di cuenta. Lucy: El hecho es que a los pocos segundos el tipo estaba en el suelo refregándose en la tierra y yo sujetándolo con una mano, sin hacer mayor esfuerzo. Para su desgracia el agarrón no fue cuando íbamos caminando por el pasto. Yo: Mala suerte para él. Lucy: Luego se me acercó el otro con cara de agresivo. Seguramente quería auxiliar a su compañero, al que tenía inmovilizando probando el sabor de la tierra. Parece que pensaba atacarme. Luego le mandé dos patadas. La primera fue en el estómago, que tenía todo descubierto. Lanzó un grito se agachó por el dolor y le mandé una patada en la cara. Tuve que controlar mi fuerza porque una patada en la cara puede ser muy peligrosa. El tipo cayó al suelo y quedó con sangre de narices. Y las dos patadas se las di sin soltar al otro. Yo: ¡Genial! Lucy: ¿has visto en las películas de artes marciales cuando un combatiente da una patada y luego sin bajar la pierna da otra? Yo: Si. Lucy: Bueno, así fueron las dos patadas que di. Yo: ¡Impresionante! O sea que aplicaste judo con uno y karate con el otro, las dos cosas al mismo tiempo. Lucy: Es tal cual lo dices. Te gustó la historia parece. Yo: Me encantó. ¿Y qué pasó finalmente con los tipos? Lucy: Solté al que tenía en el suelo. Obviamente no lo ayudé a ponerse de pié. Les dije que se largaran. Sin decir palabra se fueron adoloridos y a esa altura sus sonrisas habían desaparecido. Yo: ¡Muy buena! ¿Tienes más historias? Lucy: Si, pero será para la próxima ya me tengo que ir, porque tengo una comida a la noche. Espero que nos volvamos a ver en no mucho tiempo más. Yo: De todas maneras, he pasado un rato muy agradable contigo Lucy: Estupendo, yo también lo he pasado muy bien. Habíamos llegado al restaurante a almorzar poco antes de las 2 y ya eran pasadas las 6. El tiempo se nos pasó volando a los dos conversando de distintos temas. Nos pusimos de pié y nos fuimos al estacionamiento del restaurante. La acompañé a su auto. Nos dimos un gran abrazo y beso para despedirnos. Yo: Ya sé que no debo agarrarte el trasero porque me puede ir mal. Lucy: Jjajajajaa. ¡Tonto! Solamente lo puedes hacer si te doy permiso y no creas que te lo voy a dar así de fácil. Yo: Lo tienes bien lindo en todo caso. Lucy. Jajaja, gracias...y tú no estás nada mal, bombón. Seguimos en contacto durante la semana, tanto por Messenger como por teléfono. Le conté que un matrimonio amigo que estaba de viaje, me pidió que fuera a la casa de ellos la que estaba en una parcela en las afueras de Santiago, a comprobar si todo andaba bien. Tenía que ir el sábado Ella me propuso que podía acompañarme y que almorzáramos en un lugar campestre. Lo encontré una estupenda idea de modo que así lo hicimos. La pasé a buscar en mi auto, y lo primero que le conté fue que el día antes me había comunicado con Ivonne. Lucy: ¡qué linda Ivonne! ¿Hablaron por teléfono? Yo: No, por voz por Internet. Por skype. Lucy: me gustaría agregarla a mi Messenger. Yo. Pues hazlo. Lucy: ¿Y qué cuenta ella? Yo: me contó que espera su primer bebé y está muy contenta. Lucy: Hermosa noticia. Le voy a escribir para felicitarla Yo: Cuando nazca creo podríamos mandar algún regalo. Lucy: Si, de todas maneras... Yo: ¿Sabes lo que me comentó cuando le dije que iba a juntarme contigo de nuevo? Lucy: ¿Qué? Yo: Que creyó que éramos pareja, al conocernos. Lucy: jajajjaa ¿Y por qué pensaría eso? Yo: Por la forma de tratarnos y por las bromas que nos hacíamos. Lucy: Creo que cuando nos conocimos hubo afinidad desde un principio. Y fue espontáneo hacernos amigos. Yo: Así fue. Llegamos al restaurante y la plática estuvo tan fluida y amena como la anterior. En algún momento retomamos el tema de Ivonne, su 1,96 y la relación que tuve con ella cuando estuvimos en Filadelfia. Lucy: Quien sabe como será para un hombre estar con una chica tan alta. Yo: Más allá de la estatura las mujeres son mujeres y los hombres somos hombres. Lucy: Te entiendo Yo: Y además de alta es muy fuerte. Vieras como me levantaba. Las levantadas de Ivonne a mi no se las había contado a Lucy antes. Ella me quedó mirando unos instantes quedándose pensativa. Lucy: ¿si? ¿Te levantaba? ¿y cómo lo hacía? Yo: me tomaba de la cintura y me levantaba, me llevaba en brazos y me cargaba en sus hombros. Lucy (en tono de desafío): ¡bah! Yo también puedo hacerlo. Yo: Me gustaría verlo. Lucy: Cuando quieras, pero no ahora en el restaurante. Me quede en silencio por unos segundos. Dada la contextura que había percibido en Lucy, y su estatura de 1,69 creía posible que fuera capaz de levantarme. Lo que me dejó asombrado es que me lo dijera en forma tan explícita. Yo: ¿Eres fuerte? Lucy: Mucho más de lo que te imaginas. Yo: Pensé que el judo es más técnica que fuerza y que se trata de aprovechar la fuerza del adversario. Lucy: Es así como dices, pero soy fuerte igual. ¿Te acuerdas que cuando estábamos en la universidad iba a mucho al gimnasio? Yo: Si. Lucy: Pues hacia mucha pesa y máquinas de fuerza. Y las hago siempre. Yo: Ya veo Lucy: Tú no conoces mi musculatura porque siempre nos hemos juntado en tiempo frío y he estado con mucha ropa. Yo: Es cierto. Lucy: Me ves maciza, pero no sabes que tan fuerte soy. Mira toma mis brazos. Lo hice. Recorrí primero su antebrazo y luego sus brazos y efectivamente eran muy gruesos fuertes. Estaba con una blusa y un polo debajo, ambos de manga larga. Me dijo que apretara sus brazos con mis dos manos. Comenzó a flexionar y a hacer fuerza y sentí como una bola de músculos iba apareciendo y me hizo separar mis manos. Yo: ¡Oh! Realmente impresionante. Sonrió y me hizo un guiño. Luego me dijo que viera y tocara sus piernas, las que eran igualmente fuertes. Yo: ¿Hagamos vencidas? Lucy (sonriendo): Bueno, hagámoslas. Nos pusimos en posición, con las manos tomadas. Lucy: ¿Quieres que solo resista tu fuerza o que además te gane? Yo: Gáname si tienes que hacerlo. Lucy: Muy bien, tú lo pediste. Jejeje Yo: Apostemos algo. Lucy: El que pierde paga este almuerzo. Yo: Bien trato hecho. Lucy: ¿Listo? Yo: Listo. Comenzamos a forcejear. Puse toda mi fuerza y rápidamente me dobló el brazo contra mi voluntad. Yo: ¡Uf! Me ganaste pero debo decirte que después de lo que me has contado, no me asombra y sobretodo después de haber conocido tu musculatura. Lucy: Ya me vas conociendo más. Jajaja Yo: Es un agrado irte conociendo. Lucy: Para mi también, guapo. Vamos a la casa de tus amigos y ahí si quieres te tomo en brazos. Yo (excitado): Vamos. Pedimos la cuenta, pagamos y salimos del restaurante. Cuando caminábamos al auto la abracé por los hombros. Ella me correspondió el abrazo tomándome por la cintura. Nos fuimos al lado de ella para abrirle la puerta. Miró en distintas direcciones y vio que no había personas cerca Lucy: Bombón ¿quieres una levantada a modo de anticipo? Yo. (Sin dudarlo): Siiiii. Se agachó, me tomó de la cintura y me levantó unos 20 centímetros del suelo. Me bajó y me mantuvo abrazado en la posición en la que me había levantado. Yo la sujeté por los hombros. Nos miramos y nos besamos largo y prolongado en la boca incluyendo nuestras lenguas. No se cual de los dos tomó la iniciativa para besar al otro. Creo que más bien fue algo espontáneo en los dos. Yo: Eres una delicia de mujer Lucy: ¿Te gusto? Yo: Claro que si, mucho. Lucy: Tú también a mi. Y no te fijaste en mí cuando estábamos en el curso de inglés Yo: Jjajajaa, el reproche que me haces. En primer lugar, estabas casada. Y en segundo lugar, claro que me fijé en ti. Siempre te encontré muy atractiva y agradable. Lucy: jajaa. Está bien bebe. Vamos a la casa de tus amigos Nos subimos a mi auto y enfilamos a la casa de mis amigos, la que quedaba a unos 20 minutos. Llegamos e hice una revisión general comprobando que todo estaba en orden. Ella se sacó su blazer, y su blusa quedando solo en polo. En un momento ví que estaba mirando el jardín de la casa, el que era muy amplio y bonito. Me acerqué por atrás, la tomé por la cintura y la comencé a besar primero en su cuello, en su pelo y luego en sus labios. Ella tomó mis manos con las suyas. Lucy: mmm, que rico... pero, ¿no querías que te tomara en brazos? Yo: No por ahora, estoy muy a gusto así Lucy: Bien bebe. Yo: (Manteniéndola abrazada y con mi boca pegada a su cara). Si te tomo el trasero ahora, ¿me vas a dar una patada o una llave de judo? Lucy: jajajjaa. No te voy a contestar. Tú vas a tener que decidir si te arriesgas a hacerlo. Yo: No, no me voy a arriesgar, mejor haré otra cosa. Ni corto ni perezoso le tomé sus senos y la empecé a acariciar. Los sentí de tamaño mediano, y bien firmes. Ella empezó a emitir gemidos de placer y me mantenía tomadas mis manos. En un momento sintió en su trasero mi pene erecto por debajo de mi pantalón. Lucy: Mmmm, no te arriesgas a agarrarme el trasero con la mano, pero lo rozas con otra parte del cuerpo. Acto seguido, me lo agarra, lo que puso aún más caliente. Yo: Vamos a la pieza de alojados. Lucy (riendo): Vamos bombón, no se que pretendes hacerme, pero vamos. Yo: Vamos delicia de mujer. Nos separamos un poco y me dijo que me iba a cargar para llevarme. Me tomó en brazos como novia y me dijo que la guiara a la pieza de invitados Yo (riendo): te tengo una mala noticia, la pieza de alojados está en el segundo piso. Lucy: No es problema para mí, bebe. Así fue como subió cargándome, sin mostrar mayor esfuerzo. Llegamos al cuarto y me tiró sobre la cama. Se sacó el polo y el pantalón y quedó en ropa de interior. Se abalanzó sobre mí. Me ayudó a sacarme la camisa y el pantalón, liberando mi miembro prisionero en la ropa. Me besó el glande y me lo comenzó a lamer. Mientas lo hacía, acaricié su cabeza y desabroché sus sostén y ella colaboró para sacárselo. Dejo de mamarme, nos quitamos los dos el resto de ropa que nos quedaba. Me forzó a ponerme de espalda y me apretó los brazos sin que pudiera moverlos. Sentí otra vez su enorme fuerza, lo que me excitaba. Me mantuvo de espaldas con mi pene erecto hacia arriba. Me lo lamió una vez más y me lo besó. Luego se montó arriba mío y la penetré. Estuvimos retozando así no se cuanto tiempo. Sentí que me iba a venir luego, y traté de aguantar hasta que ella acabara. Por fortuna, lanzó un gemido largo de orgasmo de modo que pude largar mi leche. Nos tendimos sobre la cama. Al rato hicimos el amor otra vez. Luego nos pusimos a conversar. Era ya las ocho de la noche. Yo: ¿No tienes que irte? Quizás tus hijas te esperan. Lucy: No. Hoy salen con su papá e iban a dormir donde él. Yo: Te podrías ir a dormir conmigo a mi departamento entonces. Lucy: Bien bombón, con gusto. ¿Y pretendes que duerma contigo en tu cama, fresco? Yo: jajajajaaa Pues sí, eso pretendo Lucy: Bien corazón lo haré, pero te tienes que portar en forma decente Yo: Me portaré igual de decente que tú. Ni más mi menos. Lucy: Eso suena peligroso, pero tomo el riesgo. Nos fuimos, llamó a sus hijas desde el celular. Pasó a su casa a buscar cosas de recambio. Llegamos al edificio donde queda mi departamento. Lucy: ¿En que piso vives? Yo: En el 15. ¿Por qué? ¿Piensas cargarme en brazos y subirme por las escaleras? Jajaja Lucy: ¡Chistoso! Me quieres dejar sin energía, parece. Te propongo otra cosa: tú me subes en brazos solo hasta el piso 6 y luego yo te subo los que quedan. Yo: jajajaja, mejor subamos por el ascensor Dormimos en mi departamento y pasamos el domingo juntos. . Hizo más demostraciones de fuerza cargándome por los hombros y levantándome de otras formas. En la tarde la fui a dejar a su casa Le pregunté a Lucy si había cargado a alguno de sus ex maridos. Me contó que lo había hecho con el primero que era judoka como ella. Medía 1,92 y pesaba más de 100 kilos. Muy impactante. Que Ivonne, siendo 20 centímetros más alta y de más peso que yo, me hubiera levantado, no es totalmente sorprendente, pero que Lucy, siendo mujer y midiendo 1,69, levantara a un hombre que la excedía en peso por más de 20 kilos es algo que si realmente llama mucho la atención. En la semana nos juntamos un par de veces a tomar un café, y hablamos todos los días por teléfono o Messenger. Todo era el inicio de una relación de pareja, lo que me tenía muy contento y al parecer a ella también. En una de esas reuniones le pedí que me contara alguna otra vez que se hubiera peleado. Lucy: me estaba acordando de una vez que peleé en lugar de mi primer marido. Me da risa recordarlo. Yo: Cuéntame por favor. Lucy: Fue cuando mis hijas estaban chicas. Un fin de semana las dejamos con mi mamá y nos fuimos al campo, a un fundo al que nos invitaron. Uno de los días fuimos a un fundo cercano que hizo un asado en el cual había varios asistentes. Alguien comentó que Jaime, mi primer marido, había llegado a cinturón negro de judo. Yo: ¿Y él es pacífico? Lucy. ¡Si! Mucho más que yo. Siempre evitó las peleas a toda costa. Yo: ¿Y que pasó entonces? Lucy: Lo que pasó es que en el asado estaba un tipo bien bravucón y camorrero. Era de esos matones de pueblo chico. Se vanagloriaba de las peleas que había tenido y de los tipos a los que le había dado golpizas. Yo: Jjajaa. Déjame adivinar, quiso provocar a tu ex marido. Lucy: Así fue, comenzó a decir cosas pesadas. Decía que el judo era solo deporte, que una pelea de verdad no servía de nada. Jaime como es pacífico no le hizo caso. Yo tampoco me dejé provocar por sus dichos, hasta lo tomamos para la broma. Yo. ¿Y el tipo era grande? Lucy: Bastante y muy macizo. Un poco más bajo que Jaime y mucho más alto que yo, desde luego. Un momento dijo que podría con Jaime y que de nada le serviría el judo. Ahí intervine y yo y le dije: "Tienes razón, podrías demás con él. Ni siquiera puede conmigo, vieras las palizas que le doy en la casa cuando se porta mal" Yo: Jajjajaja ¡que buena intervención! Muy propia tuya. Lucy: Si Arturo, tú ya me conoces. Varios que lo escucharon se rieron de mi comentario, menos el bravucón. Ni siquiera recuerdo su nombre. El tipo tratando de ser agudo el dijo algo como que su mujer, o sea yo, tenía que defenderlo en los encontrones. Fue Jaime quien intervino ahora y le dijo "mira amigo, ya se que has desarrollado tu musculatura, y tu capacidad para pelear, pero ya va siendo hora de que desarrolles tu inteligencia y tino." Yo. ¿Oh! Es agudo también. Lucy: Claro que sí. El bravucón se puso de pié enojado, pero alguien que lo conocía lo detuvo, porque vio se avecinaba una pelea. Yo: O sea no hubo pelea. Lucy: Espera, esto no termina. Paso el rato y decidimos irnos. El bravucón no estaba así que no tuvimos que despedirnos de él. Llegamos a una camioneta que tenía Jaime. Había que cargar unos sacos con fertilizante para llevarlos al fundo en el que estábamos alojados. Me subí a la camioneta y la entré a un granero para que Jaime y otra persona la cargaran. Yo: ¡No digas! ¿Apareció el bravucón? Lucy: Si, apareció a paso firme con cara de indignado y gritando groserías en contra de Jaime diciéndole que le esperaba una golpiza. Jaime estaba lejos así que no escuchó lo que dijo. Cuando pasó a mi lado lo tomé firme del brazo y le dije "detente, nadie quiere pelea". El tipo me dijo que parecía que de verdad mi marido era un cobarde y que necesitaba que su señora lo defendiera. Yo: ¿y que pasó entonces? Lucy: Le dije: en primer lugar, mi esposo no es cobarde sino pacífico y en segundo lugar si quieres pelear con él, te las vas a tener que ver conmigo primero, porque no te voy a dejar pasar a que pelees con él. El tipo me dijo enojado " Hazte un lado" e intentó darme un empujón. Yo: Parece que viene lo bueno... Lucy: Claro que si. Cuando intentó darme el empujón lo tomé del brazo y le hice un barrido de pié con lo cual el tipo quedó en el suelo. Luego se puso de pié y me mandó una patada en el brazo. Yo: ¿Y le esquivaste esa patada? Lucy: No, dejé que me llegara, habiendo podido esquivársela Yo: ¡No digas! ¿y no te hizo daño? Lucy: Quizás me hizo cosquillas. Piensa que en kárate y muay thai se reciben cientos de patadas ahí. Por la forma de mandarlas, me di cuenta que el tipo no tenía idea de artes marciales, así que se la recibí y no me hizo daño. Yo: ¡genial! Continúa por favor. Lucy: Luego le mandé un rodillazo en el estómago y un codazo en plena cara. El tipo volvió a caer y quedó con la boca sangrando, medio aturdido. Intentó pararse y le di dos golpes más, uno en el pecho y otro más en la cara, con lo que volvió a caerse. Los dos golpes fueron con el puño. En ese momento llegó Jaime y preguntó que había pasado. Yo le contesté: lo que pasa es que este tipo quería pelearse contigo y le estoy explicando que no es bueno pelear. Yo: Tu ex marido debe haberse dado cuenta que eso se lo explicaste a golpes. Lucy: Obvio, después de ver como quedó el bravucón, cualquiera se da cuenta de eso. Luego el bravucón se puso de pié, parece que no quería darse por vencido aunque se veía algo dudoso porque empezó a sospechar de que no podría conmigo. A esas alturas Jaime se veía dispuesto a terminar él la pelea. Yo sujeté a Jaime del brazo para que no interviniera. Yo: ¿Y siguió la pelea? Lucy: Finalmente lo encaré y le dije: "seamos prácticos. Hasta el momento nadie ha visto lo que pasó entre tú y yo. Si quieres seguimos peleando pero vamos a llamar a los otros para que vean como una mujer te da una golpiza. Si prefieres, mi marido y yo nos vamos ahora y te prometemos que nadie se va a enterar de lo que pasó". Yo: Supiste darle con palabras donde más le podía doler. Eres muy astuta. Lucy: Así fue. El tipo no dijo palabra alguna, dio media vuelta, se subió a su auto y se fue. Con seguridad no quería que lo vieran con las heridas y moretones que le dejé. Jaime y yo nos fuimos entonces. Yo: ¿Y volvieron a saber de ese tipo? Lucy: Después de varios años estuve con el amigo que nos había invitado a su fundo, Era amigo de Jaime, y ya nos habíamos separado. Se acordaba de las provocaciones del bravucón y me contó que desde esa vez había dejado de ser prepotente y camorrero. Yo solo me sonreí y no le dije nada. Tú eres la primera persona a la que le cuento eso. Yo: Gracias ricura, me halagas. Lucy: ¿Cuál de las dos historias te gustó más, esta o la del parque? Yo: Las dos son muy buenas, pero creo que esta me gustó más. Lucy: Te encanta que te cuente de mis peleas, creo que hasta te excita. Yo: La verdad es que si. Pero tú no necesitas contarme esas historias para excitarme. Me encantas como mujer. Lucy: Mmm me encantó tu respuesta. Y a mí me excita excitarte. Me tomó por la cabeza y me dio un gran beso en la boca, intenso y apasionado. Eran pasadas las 9 de la noche y casi no quedaba gente en el café en el que estábamos. Miró hacia abajo y vio como mi pene crecía haciendo un bulto en mi pantalón. Se río y me lo cogió, lo que me excitó aún más. Por si fuera poco, me tomó mi mano con fuerza y me hizo meterla en su escote y acariciar sus senos. Se suponía que ese día nos íbamos a juntar solo un rato porque el día siguiente era de trabajo. Lucy: Vamos a tu departamento bombón. Esto está que arde. Yo: Vamos, veremos mañana como lo haremos para levantarnos para ir a trabajar. Eres bien maldita, sabes calentarme y ¡cómo lo logras! Lucy: jajajaa, ¿alguna queja, bombón? Yo: Vamos nos rápido. Antes de que hagamos el amor aquí mismo. Nos fuimos al mi departamento e hicimos el amor, tal como se veía venir. Se fue a su casa pasadas las 12. Me gustó mucho que me dijera que quería fuera a su casa y presentarme a sus hijas, cosa que haríamos el viernes por la noche. Después de eso planificamos salir el sábado a las afueras de Santiago. En la noche del mismo sábado dormiría conmigo. En el futuro me contaría más historias de sus peleas, cosa que ya estaba siendo para mi una costumbre disfrutarlas, una de ellas, me tocaría presenciarla estando con ella, lo cual se relatará en partes siguientes. Continuará...