IGNACIA, PSICOLOGA DE SELECCION Por Esper, esper_cl@yahoo.es Edgardo va a entrevistarse con la psic�loga, por cuanto estaba postulando a un trabajo. Ella es de su porte, pero grande y fuerte. Se empiezan a conocer. EDGARDO VA A UN EXAMEN PSICOL�"GICO PARA POSTULAR A UN TRABAJO Todo empez� cuando Edgardo postul� a un trabajo. Hab�a sido desvinculado de su trabajo anterior por reducci�n de personal. A la fecha ten�a cuarenta a�os. Una de las etapas del proceso de selecci�n era entrevistarse con el psic�logo, y responder los correspondientes test de personalidad. Se le indic� que ten�a que presentarse en una oficina del Centro de Santiago un martes a las diez de la ma�ana. Quien lo entrevistar�a ser�a una psic�loga, esto es, de sexo femenino. Su nombre era Ignacia. Lleg� un poco antes y un funcionario lo hizo pasar a la sala de espera. Despu�s de permanecer unos cinco minutos en la sala de espera, vio que se retiraba una persona. Supuso que se trataba de otro postulante al trabajo. Al minuto sali� a recibirlo Ignacia. La salud� cordialmente y lo hizo pasar a la oficina. Era como de la edad de Edgardo. Espont�neamente se tutearon. Ignacia se ve�a de la estatura �l, y era muy corpulenta. Se apreciaba el considerable tama�o de sus manos y brazos, a pesar de que los ten�a cubiertos con ropa. Era morena, de piel no demasiado oscura, ojos caf�s, pelo lacio casi negro, el que llevaba a los hombros. Su voz se notaba grave, en consonancia con su f�sico. De todas maneras, dentro de su sencillez se preocupaba de combinar bien su vestimenta y maquillaje, para verse atractiva y femenina. Desde un primer momento, ella le result� familiar. Recordaba haberla visto en alguna parte, no en persona, sino en noticias. La conversaci�n con ella estuvo agradable. En la reuni�n, que dur� media hora, ella le fue haciendo preguntas de su pasado, sus trabajos, sus gustos, conflictos, etc. Despu�s se dio por terminada la reuni�n y se despidieron de beso y abrazo. Mientras lo hac�an �l le tocaba sus brazos y hombros, los que sinti� solidos e inmensos. La pr�xima cita era para el jueves, y ten�a que disponer de noventa minutos para responder los test. JUEVES Lleg� diez minutos antes de la hora convenida. Iba pensando en reunirse con Ignacia, la que adem�s de agradable, le hab�a gustado Sin embargo, le esperaba otra sorpresa. Quien le abri� la puerta era una mujer muy alta. A todas luces era otra psic�loga. Su estatura se acercaba al metro noventa. Edgardo la salud� y le dijo que ten�a reuni�n con Ignacia. - Pasa. Ignacia est� atendiendo a una persona. Ya luego se desocupa- dijo la mujer. - Gracias. A los pocos minutos sale la persona a la que estaba atendiendo. Ignacia recibe a Edgardo con un abrazo y beso. Ella lo hizo pasar a una oficina, en la cual ten�a que estar una hora respondiendo cuestionarios. La �ltima media hora fueron test de manchas y colores, para lo cual ella ten�a que estar presente para registrar respuestas. Despu�s de terminar se quedaron conversando unos minutos. Ella le explic� que ten�a que hacer un informe para mandarlo a la empresa a la cual estaba postulando. �l se dio cuenta de que ella no pod�a entablar una relaci�n muy cercana, por cuanto de alguna manera podr�a perturbar su trabajo de psic�loga de selecci�n. Lleg� el momento de despedirse. Se abrazaron una vez m�s y se dieron un beso en la mejilla. Antes de despedirse Edgardo la interpel�: - Disculpa, una pregunta. - Claro, dime- contest� ella. - Es que desde que te vi te encontr� cara conocida. Ella sonri�. - �Nos conocemos? - pregunt� �l. - Es posible. Ll�mame si te acuerdas. Ya tienes mi celular. Pero que sea desde el lunes. Y te invito a un caf�. Ahora no puedo, porque tengo que atender a otra persona. Lleg� a su casa y la busc� en Internet. La encontr� como psic�loga, lo cual no era novedad alguna. De repente le vino a la mente el recuerdo de en qu� se destacaba ella. Hab�a sido levantadora de pesas hac�a un par de d�cadas. Edgardo record� que hab�a competido en juegos panamericanos despu�s de haber sido campeona de Chile en la categor�a m�xima. Eso explicaba su contextura f�sica tan corpulenta. El lunes la llam�. Ella contest�. Por la forma de hacerlo se dio cuenta de que se acordaba perfectamente de �l. Seguramente ten�a registrado su tel�fono. - Hola Edgardo, �c�mo est�s? - Bien, �y t�? Es que me acord� de quien eras. - �A ver? - pregunt� ella. - Fuiste levantadora de pesas seleccionada a los panamericanos hasta hace un poco m�s de quince a�os. - �Bingo! - exclam� ella. - Creo que me gan� el caf�. Rieron y fijaron la hora para ese caf�. Qued� para el viernes en la ma�ana UN CAF� EN LA OFICINA DE IGNACIA Llega a la oficina y nuevamente le abre la mujer alta. Esta vez ya sab�a m�s de �l por lo que fue m�s cordial. Todo indicaba que estaba al tanto que �l iba a reunirse con Ignacia. - Hola, Edgardo. Ese es tu nombre, si no me equivoco- dijo ella. - Hola, s�, ese es mi nombre. - Pasa, yo soy Josefina. En ese momento aparece Ignacia. Se saluda de abrazo y beso con Edgardo. - Edgardo se acord� de haberme visto como levantadora de pesas- le dijo Ignacia a Josefina. Josefina sonr�e. Se dirige a Edgardo. - �Y de m� te acuerdas? Tambi�n fui seleccionada nacional. �l la mira. No la recuerda. Piensa que si la hubiera visto la recordar�a por lo alta. - Francamente no te recuerdo. Por lo alta me imagino que fuiste seleccionada de basquetbol o voleibol - De b�squetbol. Mido uno ochenta y cinco. Fuimos juntas a los Panamericanos con la Ignacia. De ah� nos conocemos- dice Josefina. - �Qu� interesante! �Y es coincidencia que las dos trabajan en el mismo lugar? - agrega Edgardo. Entonces Ignacia le explica - No es coincidencia. Lo que pasa es que tenemos un contacto com�n, que nos ayud� a encontrar este trabajo. Est� muy relacionado con el deporte. Actualmente es director del Comit� Ol�mpico de Chile. - Ignacia y yo estudiamos psicolog�a y nos demoramos en terminar la carrera precisamente por el deporte- agrega Josefina. - La dos lo explicaron muy bien- les dice Edgardo. Entonces Josefina se despide, e Ignacia invita a Edgardo a su oficina. Prepara dos caf�s y le dice que se siente. - As� que al final me ubicaste- dijo Ignacia con una sonrisa. - Claro. De repente me vino tu nombre y cara a la memoria. Te busqu� en Google con tu nombre m�s la palabra pesas, y ah� te encontr�. En realidad, no me acordaba de tu apellido. Solo me acordaba de tu nombre de pila, y que hac�as pesas. - �Pero nunca me viste en persona? - pregunt� ella. - Una vez en te vi en el aeropuerto. Ibas de buzo con una selecci�n chilena. Puede haber sido a los juegos sudamericanos. - S�, puede ser. Debe haber sido a un sudamericano de atletismo- dijo ella. - �Te reconocen en la calle? - Casi nada. Solo lo hacen personas que han estado muy vinculada al atletismo y las pesas. Cuando estaba m�s en boga me reconoc�an m�s. Me acuerdo de que me miraban en la calle. - Me ayud� a acordarme de ti el f�sico que tienes. Ella lo mir� como haci�ndose la enojada. - �Qu� tiene mi cuerpo? - Es que eres corpulenta, y me da la impresi�n de que tienes una anatom�a de acuerdo a tu deporte. - Ah, pues s�. Ya no compito en levantamiento, pero voy seguido al gimnasio a hacer m�quinas de fuerza. Adem�s, en forma natural soy corpulenta. En el colegio la profesora de educaci�n f�sica not� que adem�s de ser maciza ten�a mucha fuerza, y ella misma me deriv� al atletismo. Tambi�n, hice lanzamiento de la bala y del martillo, pero al final me especialic� en la halterofilia. Siguieron conversando. Despu�s de media hora, �l consider� prudente retirarse. Se pusieron de pie para despedirse. - Bueno, me retiro. Ha sido muy agradable esta conversaci�n. - Lo mismo pienso- respondi� ella con una sonrisa. - Podr�amos juntarnos a tomar algo, el fin de semana. Mientras le hablaba para invitarla, le tocaba la parte superior del brazo y el hombro. Ella no puso reparo. Y no solo no puso reparo, sino que a su vez puso su mano en el hombro de �l. - Claro, con el mayor gusto- contest� ella. - �Cu�nto mides? - le pregunt� �l. - Uno setenta y cuatro, �y t�? - Uno setenta y cinco. - Nos vemos del mismo porte porque uso algo de tacos. Incluso me veo un poco m�s alta. - Eso creo- respondi� �l. Se abrazaron nuevamente para despedirse. Edgardo no la soltaba. Disfrutaba mucho abrazar a esa enormidad de mujer, la que adem�s de ser grande era s�lida. Ella r�e. - �Piensas mantenerme toda la vida abrazada? - Solo un par de horas- responde �l. Se lo dice manteniendo la boca pegada al cachete de ella. - Jajajajajaja. Me haces re�r. Ella no reclamaba y lo manten�a abrazado. - Te podr�a hacer un abrazo de oso- dijo ella. - No lo har�as. - �Por qu� no? Puedo hacerlo. - Claro que puedes, si es por fuerza, pero no creo que me quieras destrozar- dijo �l. - Eso es verdad. Pero p�rtate bien conmigo. - Jajajajaja. Bueno. Me voy a portar bien. Segu�an abrazados y �l le acariciaba los hombros, los brazos y el cuello. - Mejor vete ahora, porque viene otro entrevistado. Me llamas, y nos juntamos- dijo Ignacia. - Claro. La suelta, le toma las manos, y le da un beso en la mejilla tocando una parte de los labios. Ella le da una cachetada suave y se despide diciendo "espero tu llamada". SE JUNTAN A ALMORZAR El s�bado �l la pas� a buscar a su departamento. Era cerca de la una. Cuando ella lleg� a su auto, �l se baj� para recibirla. En forma espont�nea se dieron un beso en la boca. Al subirse al auto, ella lo abraz� fuerte y lo bes� en la boca, ahora con lengua. Se comenzaron a besar intensamente, al punto que se empezaron a calentar. �l le agarr� el trasero y las pechugas. Ella gimi�. Lleg� un momento en el que ella le puso su mano sobre el pene duro que ten�a bajo el pantal�n. - Subamos a mi departamento, mejor. No hay m�s personas que yo. As� lo hicieron. Se besaron en el ascensor y luego en el pasillo. Una vez que llegaron al departamento, se volvieron a besar intensamente. Se desnudaron. Edgardo pudo ver en directo su cuerpo grande y s�lido, cosa que disfrut� mucho. Hicieron el amor dos veces. Luego salieron a almorzar. Mientras Edgardo conduc�a, ella le manten�a su enorme mano en su hombro. En los sem�foros �l se la acariciaba. Fueron a un restaurante de carnes, al que llegaron pasadas las dos de la tarde. Result� que ella era m�s bien buena para comer, lo cual no era del todo extra�o, por la contextura que ten�a. Se dieron el gusto con un lomo con ensaladas. VUELVEN AL DEPARTAMENTO Despu�s de almorzar, Ignacia lo invita a que vayan al departamento nuevamente. En el trayecto �l se detiene para comprar una escobilla de dientes y pasta. Llegan y se instalan en la cama doble a dormir siesta un rato. Lo hacen pegados. Despu�s de una hora se despejan, y vuelven a hacer el amor. Conversan. Mientras lo hacen se acarician. - Nos hemos entendido bastante bien- comenta Ignacia. - Claro que s�, responde �l. Ha estado bien rico y nos entretenemos conversando- responde �l. - �No te dio miedo que te aprisionara con mi fuerza? - Francamente no. No pareces ser una viuda negra. - Jajajajaja- rio ella. Despu�s de re�r, lo bes� en la boca. �l sab�a que Ignacia no ten�a hijos. - �Nunca te has casado? - No, solo he tenido convivencias. La m�s larga dur� cinco a�os, y se termin� el a�o pasado. - Ya veo. - Cu�ntame de ti. - Como sabes estoy separado. Tengo dos hijas de 11 y 9. Ma�ana voy a almorzar con ellas. Normalmente los domingos se los dedico. Y las voy a dejar al colegio dos veces por semana-cont� �l - �C�mo te llevas con tu ex? - La relaci�n es diplom�tica. Evitamos pelear por las ni�as. Claro que a veces se nos agota la paciencia. No se puede decir que seamos exesposos amigos, pero la mayor parte del tiempo nos ponemos de acuerdo. - �Cu�nto llevas separado? - Un a�o y medio. Como a las 9 de la noche ve que ella bosteza. - Bueno, creo que es hora de que me vaya- dice �l. - No te vayas todav�a. Tengo hambre y me gustar�a comer algo. - Ok, �quieres que salgamos? - pregunta Edgardo. - Pienso que podr�amos pedir comida china- dice ella. - Muy bien, me encanta. Fueron al computador a hacer el pedido. Lo eligieron de com�n acuerdo. Una vez que lo hicieron miraron en el computador un par de ventanas m�s. Mientras lo hac�an, Edgardo le acariciaba el cuello y los hombros. Aprovechaba de sentir su musculatura. Ella re�a suavemente, mostrando que le gustaba. Se ponen de pie y se abrazan de frente. - Yo creo que te gusta mi tama�o y m�sculos- dice Ignacia. - No te lo voy a negar. Y tu fuerza tambi�n me gusta. - As� me hab�a dado cuenta- dice Ignacia. - No es algo que te haya ocultado. Ni lo har�a- dice �l. - Me parece bien. - �Hagamos gallitos? - propone Edgardo. - Bueno, pero lo m�s probable es que te gane. Codos sobre la mesa y manos tomadas, empiezan a hacer fuerza. En dos segundos ella fue la vencedora. No pudo resistir ni en lo m�s m�nimo. - �Prefieres los hombres musculosos? - No en particular. Prefiero un guapo como t�, que tenga picard�a, y con quien pueda conversar. - �Y a ti siempre te han gustado las mujeres musculosas? - Francamente no. O no me hab�a dado cuenta. Estar contigo ha sido toda una experiencia. Y me gustas, no solo por tus m�sculos y tama�o. Ignacia responde con una sonrisa. - A�n no te he cargado- dice ella. - Me encantar� que lo hagas. - Cuando estemos en un lugar despejado podemos hacerlo. Por ahora, te har� una peque�a demostraci�n- dice Ignacia. Se agacha, lo toma por la cintura y lo levanta unos 30 cent�metros. No mostr� cansancio, y ni siquiera esfuerzo alguno. Despu�s lo baj� y lo tom� en brazos. En esa posici�n lo bes� en la boca. - �Y si te quedas a dormir conmigo, y te vas ma�ana en la ma�ana? - le propone ella. - Algo as� es imposible de rechazar- fue la respuesta de Edgardo. Ambos r�en, y se besan una vez m�s. Ella se pone para dormir un pijama tipo buzo. �l se queda en calzoncillos. Al rato se meten a la cama. Ponen el televisor, conversan y se duermen. SEMANA SIGUIENTE Esa semana los colegios de las hijas de Edgardo estaban de vacaciones. Aprovech� el tiempo para estar con ellas durante el d�a. Como a�n no entraba a trabajar las llev� a lugares fuera de Santiago. Con Ignacia se siguieron viendo. La llev� a su departamento en tres ocasiones, y en la tercera durmieron ah�. �l ten�a que coordinar muy bien con las veces que le iba a tocar estar con sus hijas. Si la relaci�n prosperaba, la presentar�a a sus hijas, pero a�n no era el momento. Les gustaba caminara abrazados. Siendo pr�cticamente de la misma estatura, a veces ella le pon�a su brazo sobre el hombro y el la tomaba por la cintura. Esto lo hac�an especialmente cuando ella andaba con tacones y estaba un poco m�s alta que �l. Dado que Ignacia no ten�a hijos, en su caso no habr�a inconveniente en presentarle a Edgardo a su familia, cosa que fue haciendo VAN A UN OUTLET Fue el viernes. Ignacia se tom� la tarde libre, pues las entrevistas de ese d�a las hab�a agendado den la ma�ana. Llegaron como a las tres de la tarde. Empezaron a recorrerlo pausadamente. Edgardo puso su mano en el hombro opuesto de ella, y ella lo tom� por la cintura. Pese a que ya la conoc�a bastante, no pudo dejar de sentirse impactado por la anatom�a inmensa que ten�a. Cuando se deten�an en una vitrina se apretaban con m�s fuerza. Edgardo quiso decirle lo que le gustaba abrazarla. - �Te confieso algo? - Claro- contesta ella - Me encanta sentirte tan grande y s�lida- le dijo - Est� bien- dijo ella riendo- Si me he dado cuenta, y me gusta que te guste. Dicho eso se dan un beso r�pido pero intenso. Contin�an abrazados. Al rato, Ignacia se encuentra con dos mujeres que parec�an ser madre e hija Llegaron a una zapater�a de mujeres. La idea era que eligieran un par de zapatos con bastante tac�n para ella, para que se viera m�s alta que Edgardo. La idea era usarlos para salir y cuando se vieran en la casa. Era parte de un juego er�tico que los dos quer�an hacer como pareja. Lo hicieron. Cuando salen de la zapater�a Ignacia le hace una pregunta a Edgardo. - �Qu� te gusta m�s? �Sentirme grande y fuerte o m�s alta? Edgardo piensa un rato, hasta que responde. - Grande y fuerte, porque eres as�. Lo de alta es un juego er�tico, aunque tambi�n me gusta- fue su respuesta. Ella hace un gesto de boca, como dando a entender que le gustaba la respuesta. Siguen caminando, hasta que flora se encuentra con dos mujeres que conoc�a �Flora y Elena! - exclama Ignacia Se saludan con grandes abrazos. Luego Ignacia los presenta. - �l es Edgardo, mi pololo- Les dice a las dos mujeres, present�ndoles a Edgardo - Edgardo, ella son Flora, t�a m�a, y su hija Elena, que es mi prima- agrega Ignacia. Se saludan de beso con Edgardo. Los cuatro conversan dici�ndose cosas amables. Las dos mujeres eran corpulentas y atractivas. Flora era morena, de pelo rizado y un poco m�s baja que Ignacia. Por su parte, Elena era tambi�n de pelo ondulado, pero de tez blanca. Se ve�a m�s alta que Edgardo, aunque estaba con zapatos con plataforma. Al rato se despiden, y Edgardo e Ignacia comentan el encuentro con sus parientes. - Parece que son de familia corpulenta y fuerte. Son como t� en ese sentido- dice �l. - As� es. Flora es una de las mujeres que me ense�� a tener fuerza. Cuando yo era chica me ense�aba ejercicios. Una vez me cont� que con su marido hay roles invertidos. Ella es la de la fuerza. Cuando se trata de mover objetos pesados o de cargar peso, ella lo hace. - Jajajajaa- r�e Edgardo. - �Y Elena? �Es fuerte tambi�n? - pregunta Edgardo - Claro. La he visto tomar en brazos a su pololo- contesta Ignacia. - �Cu�l es tu parentesco con ellas? - Flora es la hermana menor de mi pap�. Es bastante menor que mi pap�. Es doce a�os mayor que yo. Es por la familia de mi pap� que somos corpulentas. Somos varias mujeres as�, y ya vas a ir conociendo a las otras. UN ASADO CERCA DE CURIC�" Curic� es una ciudad que queda 200 km al sur de Santiago. En esa ciudad y en pueblos de los alrededores viven familiares de Ignacia. Una t�a de Ignacia llamada Carmela, prima del pap�, iba a celebrar su cumplea�os. Lo har�a en la parcela de sus pap�s. Ignacia invita a Edgardo. - Podemos irnos el viernes en la tarde y volvemos el domingo. El viaje es un poco m�s de dos horas- le dice Ignacia. - Muy bien, �y d�nde nos quedar�amos? - pregunta �l - En la misma casa de Carmela. Ya la he hablado de ti, y nos puede pasar un cuarto. - Me parece bien. - Tendremos que dormir juntos. Espero que no te incomode. - jajajajajjaaa. D�jame pensarlo- contesta Edgardo. Edgardo se queda en silencio y hace un gesto como que est� pensando. A los dos segundos dice que ya lo pens� y que est� de acuerdo. - jajajaja, pensaste bien r�pido- dice Carmela. - jajajaja LLEGAN A CURICO Llegaron directo a la casa de Carmela, la t�a de Ignacia. Le explican que la t�a es tan solo diez a�os mayor que Ignacia. �l not� que era un poco m�s baja que Ignacia y muy corpulenta. De hecho, se parec�an en contextura. - Ella fue quien me ense�� a desarrollar fuerza cuando era ni�a. Ella tambi�n lo es, como puedes ver. - Claro, a mis cuarenta a�os sigo teniendo bastante fuerza- dice Carmela Al rato llega Evelyn, la hermana de Ignacia, quien ten�a el mismo cuerpo fuerte de las otras dos. Evelyn se ve�a un poco m�s baja que Carmela. Despu�s contar�a que med�a uno setenta. Entonces Carmela y Evelyn se despiden, pues esta �ltima ten�a cosas que hacer para la celebraci�n del d�a siguiente. Vamos al patio trasero y hacemos ejercicios- le propone Ignacia. Lo hacen. Se abrazan y besan. - Separa un poco tus piernas- le dice Ignacia - �Para qu�? - pregunta Edgardo un tanto asombrado. - Hazlo, ya ver�s- dice ella. Se separa un poco de piernas, e Ignacia va por detr�s mete su cabeza debajo de donde comienzan sus extremidades. Lo levanta y camina con �l en esa posici�n se toman de las manos. Sigue caminando y lo hace durante un par de minutos. En ese trayecto van conversando. Despu�s de eso, lo baja y lo carga en un hombro. Camina con �l y lo mantiene as� durante otros dos minutos. -jajajajaa- r�e Edgardo despu�s de esas dos caminatas. - �Te gust�? -��Me encant�!! - exclam� Edgardo - �Podr�s hacer lo mismo t� conmigo? - pregunt� Ignacia. - �Levantarte como t� lo hiciste? - S�, eso mismo. - Sinceramente, levantarte s�, pero tendr�a que bajarte de inmediato. De ninguna manera podr�a caminar contigo durante ese par de minutos - respondi� Edgardo. Lo hicieron. Edgardo logr� levantarla de las dos maneras, pero la baj� de inmediato. No quiso siquiera hacer el esfuerzo de caminar un par de minutos con ella. De intentarlo, se podr�a lesionar. LLEGA LA HIJA DE CARMELA Eran como las ocho cuando suena el timbre. Ignacia y Edgardo estaban solos, pues Carmela y Evelyn no regresaban. Van a abrir y Edgardo tiene otra sorpresa. La hija de Carmela era muy alta. Se ve�a en torno a los 20 a�os. Ignacia los presenta. - Edgardo, ella Carmen Gloria la hija de Carmela. Carmen Gloria �l es Edgardo mi pololo- dice Ignacia present�ndolos. Se saludan de beso en la mejilla, para lo cual Carmen Gloria tiene que inclinarse por ser m�s alta. - Como ver�s, mi sobrina es muy alta, �cu�nto mides Carmen Gloria? - dice Ignacia. - Uno ochenta y tres- contesta la chica. - �Wow! - exclama Edgardo. - �Y ustedes? - pregunta Carmen Gloria - Yo 1,74 y Edgardo 1,75- contesta Ignacia por los dos HECHOS POSTERIORES El almuerzo en Curic� estuvo muy bueno. Tuvo mucha carne y estuvo bien regado, al punto que a Edgardo le vino algo de embriaguez. Cuando llegaron a la casa donde estaban alojados, Ignacia lo llev� en brazos, lo desvisti� y lo acost�. Con el tiempo formaron una buena pareja. Ignacia conoci� a las hijas de Edgardo, llamadas Roc�o y Camila. m�s de alguna vez salieron juntos. Incluso en su momento Edgardo present� a Ignacia con su exesposa Claudia. Se instalaron a vivir juntos. Fueron varias veces m�s a Curic� y en m�s de un viaje llevaron a las hijas. RELACI�"N DE PERSONAJES CON OTRAS HISTORIAS DEL MISMO AUTOR Carmela, t�a de Ignacia, es protagonista de "Bernardo va a pasar unos d�as al campo - encuentra a Carmela", y tambi�n de "Carmela trabaja en el restaurante de su familia". En esas dos historias aparece su hija Carmen Gloria como personaje secundario. Carmen Gloria es personaje de principal en "Relatos de personajes secundarios - 1, Tercer relato: Carmen Gloria, maso terapeuta". Flora es personaje principal de "Flora, contadora". Elena es personaje principal de "La chica del centro de fotocopiado".