Gladiadoras   Era una niña cuando unos hombres entraron en su poblado, arrasando con todo lo que encontraron a su paso y quemando las cabañas donde vivían. Mataron a mucha gente, sus padres fueron asesinados por el jefe que mandaba a los hombres. Se trataba de traficantes de esclavos, secuestraban a personas para venderlas como esclavos. Nunca olvidaría el rostro del asesino, juró vengarse algun dia, dandole muerte de la forma más atroz.   Ella fue vendida a un terrateniente del sur de Italia, en pleno apogeo del Imperio Romano.   Era africana, con una piel negra de ebano, brillante, resaltando una gran belleza. Durante años trabajó en los campos de su dueño de sol a sol. Cuando terminaba su jornada, se les encerraba en enormes celdas, donde dormian los esclavos, hombres y mujeres juntos. Como habia perdido a sus padres, se encontraba sola, creció aprendiendo a buscarse la vida entre los esclavos.   Un atardecer, cuando ella tenia 16 años, descansaban en la celda del duro trabajo del dia. La muchacha ya era un mujer, con el cuerpo muy desarrollado, exhibiendo una gran belleza que no podia disimular.   Uno de los esclavos, un hombre fuerte, se aproximo hacia ella: - ya eres una mujer, eres muy hermosa y quiero que solo seas mia. - no quiero ser tuya, respondió desafiante la muchacha.   El hombre no se dió por vencido, aprovechandose de su musculatura, empujo a la muchacha al suelo, él se colocó encima de ella, abusando de su fuerza le arrancó las escasas prendas que cubrian el cuerpo de la mujer. Los demás esclavos miraban sin intervenir, todos conocian al hombre y le tenian mucho respeto, por lo que nadie salió en defensa de la chica. El hombre la abofeteó varias veces, mientras la chica forcejeaba con él  encima. Aprovechandose de su corpulencia, tenia a la muchacha desnuda con las piernas abiertas, el hombre se quitó el calzón, mostrando un pene y unos testiculos enormes, entonces la penetró.   La muchacha gritó de dolor, sentía como la violaban sin poder hacer nada. Mientras él gozaba penetrando a la hermosa mujer, se confió pensando que la chica estaba totalmente vencida, mientras tanto, ella aprovechó que el esclavo no le apretaba tan fuerte los brazos, por lo que se pudo liberar. Con todas sus fuerzas golpeó con las palmas de las manos a la vez, en las orejas del violador, este soltó un aullido de dolor mientras se incorporaba de rodillas, llevandose las manos a las doloridas orejas, con sus enormes atributos masculinos al aire.   Entonces sucedió lo que nadie se esperaba, la muchacha se incorporó, quedando los dos de rodillas uno frente al otro. Con toda la rabia que sentia la chica echó la mano hacia atras tomando impulso, y con todas sus fuerzas guió su mano derecha entre las piernas del hombre. Cuando atrapó lo que estaba buscando, estrujó con fuerza con sus largas uñas los testiculos del esclavo. El hombre quiso gritar, pero de su boca solo salía balbuceos, buscó apoyo dejando caer su cabeza en el hombro de la muchacha, mientras ella le retorciá las pelotas, él la suplicaba: - por favor no me hagas daño, no te molestaré nunca más.   La chica a pesar de todo se sentía poderosa, gozando de tener en sus manos los enormes atributos masculinos del hombre. La situación duraba un minuto, cuando se escuchó un fuerte grito: - ¡sueltale!, era el capataz que desde fuera de la celda observaba la pelea. La mujer seguia estrujando los inertes testiculos del hombre, este estaba sudando tembloroso, soportando un inmenso dolor. - voy a arrancarle las pelotas para que no haga a ninguna mujer lo que ha hecho conmigo, respondió desafiante la mujer al capataz. - dejale, ya ha tenido suficiente castigo. Sal de la celda quiero hablar contigo. La mujer soltó los testiculos del hombre, éste sintió un ligero alivio al no sentir la presión de los dedos de la mujer en sus huevos, pero con gran velocidad ella le agarró del enorme pito, y de un giro seco se lo partió, se escuchó un sonido desagradable como un chasquido de huesos. El enorme esclavo se derrumbó en el suelo sollozando, agarrandose sus doloridos genitales. Las mujeres presentes sonrieron entre ellas, al ver al hombre sollozar como un niño, dando su aprobación por la forma que se habia defendido la muchacha. Mientras los hombres se tapaban con las manos sus genitales, imaginandose el terrible dolor que tenia que soportar el esclavo   - ahora ya no sirves para nada, si me entero que intentas abusar de otra mujer te cortaré los genitales y te los haré comer, le espetó la mujer mientras se levantaba, dejando al hombre lloriqueando a sus pies. Se cubrió el cuerpo con lo que pudo y abandonó la celda. - llevaos a ese cerdo a la enfermeria, a ver que pueden hacer con él, ordenó el capataz a los guardianes, debería hacerte azotar por lo que has hecho con ese esclavo, la riñó el capataz, - pero como has actuado en defensa propia se lo tiene merecido, sonrió mientras le servia un vaso de agua. - nunca he visto a una chica tan joven defenderse de esa manera, quiero proponerte algo, pero primero quiero que vengas a mi casa para conocer a alguien muy importante.   La muchacha aceptó el ofrecimiento con algunas reticencias. Una vez en la casa del capataz, este le confesó: - te he traido para que conozcas a una mujer excepcional, es mi esposa, te la voy a presentar. Por la puerta apareció una mujer oriental de unos 35 años, de singular belleza, con los ojos rasgados como almendras con el pelo moreno de una larga melena. De estatura era unos centimetros más baja que la morena, alrededor de 1 metro y 65 centimetros, con un cuerpo delgado y fibroso, de senos pequeños pero firmes. - te presento a Livia, mi mujer, dijo el capataz. Todavia no me he presentado, soy Casio.   La esclava observó a la singular pareja, el hombre era fuerte, debia de tener unos 50 años, con el rostro curtido de cicatrices, no parecía mala persona, la mujer era de gran belleza exotica, y mucho más joven que el hombre, parecia una muñeca delicada. Al no saber como se llamaba la esclava, decidieron elegirle un nombre romano, Claudia. Durante horas Claudia les contó su vida, como habia sido capturada en su Africa natal, y vendida como esclava en Italia.   La pareja le escuchó con atención. Casio se dirigió a ella muy seriamente: - te he hecho venir aqui con una intención, eres una mujer agil y fuerte, has demostrado que sabes defenderte muy bien y con el entrenamiento debido te puedes convertir en una GLADIADORA.   Durante unos segundos, Claudia se quedó de piedra, como si hubiera oido mal. Habia escuchado durante años las peleas de gladiadores, hombres que se mataban para satisfacer al publico que pagaba por verlos, pero nunca habia oido hablar de una mujer gladiadora.   - por eso tienes mucho que ganar, insistió Casio, los gladiadores estan acostumbrados a pelear con hombres, nunca con mujeres, te puedes hacer rica, y vengarte del hombre que asesino a tus padres. Tiene a la mejor entrenadora, Livia, es una princesa oriental, maestra en las artes marciales orientales, que en occidente se desconocen, ella ha dado muerte a cientos de hombre en combate cuerpo a cuerpo.   Claudia no estaba muy convencida pero accedió a entrenarse. El primer dia pudo comprobar que Casio no exageraba, Livia era una autentica luchadora, con movimientos y golpes que parecian inconcebibles de ejecutar. Durante los dos siguientes años fue sometida a un duro y riguroso entrenamiento, aprendió cientos de tecnicas mortales, cuando Casio no las veia, Livia tambien le enseñaba trucos de seducción. Se convirtieron en verdaderas amigas, ya no eran solo una maestra y una alumna.   A veces Casio servia de "sparring", con el cuerpo cubierto de protecciones acolchadas, sentia como los golpes de Claudia cada vez eran más demoledores.   Cuando Claudia tenia 18 años, su cuerpo de ebano era perfecto, de una belleza extraordinaria, más delgada y musculosa, con el pelo corto que resaltaba sus bellas facciones. Estaba preparada para ser gladiadora. Livia le enseñó varias prendas de combate, Claudia eligio una prenda de una sola pieza de cuero negro, que se ajustaba perfectamente a su cuerpo, como si fuera un bañador dejando al descubierto su escultural anatomia. De calzado eligió unas botas negras de cuero que le llegaban hasta las rodillas.   Livia escogió una faldita corta, con un peto de cuero para la parte superior del cuerpo, y unas botas negras. Habia llegado la hora de la verdad. Se enteraron que en una ciudad a varias jornadas de camino, iba a tener lugar un festival de gladiadores, era el sitio idoneo para que Claudia hiciese su debut.   Al amanecer partieron los tres, caminaban charlando alegremente, cuando por sorpresa aparecieron 7 hombres impidiendoles el paso. - solo queremos el dinero, y bueno disfrutar un poco de compañia femenina, rió fanfarronamente el que parecia cabecilla de la banda al ver que habia dos mujeres en el grupo. - apartate Casio y dejanos solas, ordenó Livia. Las mujeres se despojaron de sus tunicas dejando al descubierto sus cuerpos con sus prendas de combate.   Un murmullo de admiración se apoderó de los bandidos, hacia tiempo que no veian a mujer alguna, y ahora tenian a dos mujeres de extraordinaria belleza, una oriental con un cuerpo soberbio, y la otra, una expectacular negra, vestida de negro, dejando al descubierto unas piernas y un cuerpo como nunca habian visto.   Los hombres se excitaron al momento, uno de ellos se acercó hacia Claudia, cuando se colocó enfrente de ella, la mujer le lanzó una brutal patada, alcanzandole en los testiculos. El hombre aulló de dolor mientras se derrumbaba sujetandose los genitales. Los bandidos se miraron entre ellos sorprendidos de la reacción de la mujer, se lanzaron de golpe a por ellas.   Comenzó una monumental pelea, Casio contemplaba divertido como las mujeres no necesitaban su ayuda, ellas solas se valian para hacer frente a los seis forajidos que quedaban.   Dos de ellos atacaron a Livia por la espalda, ella estiró sus manos hacia atras, cogiendoles desprevenidamente de los huevos: - ¡kkkkkkiiiiiiiiiiiiaaaaaaaaaaaa!, gritó mientras les retorcia las pelotas a los dos hombres, cuando les soltó los dos hombres se desmayaron a la vez incapaz de soportar el dolor.   Fueron cayendo derrotados uno detras de otro, cuando quedó solo el jefe de la banda, las mujeres le cogieron cada una de un brazo y le golpearon simultaneamente varias patadas en la cara y en el cuerpo. Cuando le soltaron el hombre se quedó de pie balanceandose, entonces las chicas se guiñaron un ojo sonriendose, y cada una introdujo una mano en la tunica del hombre, rieron divertidas al comprobar que el bandido no llevaba ropa interior. Cada una le cogió de un testiculo, lanzando un grito de guerra, tiró cada mujer hacia su lado, casi le arrancan los genitales. El hombre gritó con todas sus fuerzas, cayendo de rodillas llevandose las manos a sus genitales, despues de unos segundos agonizantes perdió la consciencia. Las mujeres chocaron sus manos en señal de victoria.   Casio silbó de admiración al comprobar como habian dejado a los 7 hombres. - sois increible, como han quedado estos bandidos, habeis golpeado fuerte en las pelotas. - han tenido suerte, no he querido emplear alguna tecnica que me ha enseñado Livia, sino a este le hubiera arrancado los huevos, comentó Claudia señalando al jefe de la banda. - sigamos la marcha, todavia queda mucha distancia hasta que lleguemos a la ciudad, observó Casio, mientras caminaba orgulloso de las mujeres, dejando atras a 7 hombres tendidos en el suelo que habian tenido la mal suerte de encontrarse en su camino con las dos bellas luchadoras.   j.torre