La empleada. Por JMV, josema94@yahoo.com.mx Una fuerte y musculosa empleada domestica cambiaria para siempre mi vida... Esto sucedió hace más de diez años y fué en el verano, cuando por no aprobar una materia escolar, mis padres me castigaron dejándome en casa mientras ellos iban a la playa para disfrutar las vacaciones. Al principio, pensé que era lo peor que podían hacerme, pero me tranquilice cuando reflexioné en lo que haría durante su ausencia: fiestas en casa, largas noches de baile y una larga lista de películas pornográficas. Sin embargo me quede helado cuando me entere de que me dejarían a cargo de Doña Chabe, la empleada domestica, quien vigilaría todo lo que yo hiciera para después informárselo a mis padres. Sin poder hacer nada, ellos partieron un domingo en la tarde, advirtiéndome de tener cuidado, pues Doña Chabe les diría todo lo que yo hiciera. Al día siguiente, desperté como a las diez de la mañana cuando Doña Chabe me preguntó si ya deseaba desayunar. Por un momento, no reconocí a Doña Chabe sin el uniforme de trabajo. Esa señora tenia como doce años trabajando con nosotros y nunca la había visto sin su uniforme verde claro y con su gran delantal blanco. Ese día, vestía una falda roja un poco más arriba de las rodillas y una blusa sin mangas de color blanco. "Es la ropa más cómoda para trabajar. La uso siempre que salen de vacaciones", dijo Doña Chabe. Baje al comedor y desayune solo jugo de naranja y un pedazo de pizza. "Bueno, joven si no desea nada más, iré a lavar. Ahora es cuando aprovecho para lavar todas las cortinas y manteles de la casa. Con permiso." Salió de la cocina y yo me puse a ver TV. Eran como las dos de la tarde cuando la señal de la TV se perdió y no pude continuar viendo el programa de videos musicales que transmitían. Imaginé que el cable se había desconectado de la antena y subí a la azotea a repararlo. Mi casa tiene cuatro niveles y tenia que subir unas largas escaleras de caracol para llegar a la azotea. Cuando llegué noté que había cuatro cubetas con ropa mojada que obstruían el paso hacia la antena parabólica. "Doña Chabe debe haberlas subido para tender la ropa", pensé e intenté moverlas, pero eran muy pesadas. Estimo que pesaban como 30 o 35 kilos y apenas si levantaba con esfuerzo una de ellas. Observé lo que contenían y se trataba de las grandes cortinas del recibidor principal. Desesperado, con las dos manos moví cada una de las cubetas y más que levantarlas, tuve que arrastrarlas. En eso, llegó Doña Chabe con otras dos cubetas, una en cada mano y me preguntó que hacia en la azotea. "Se desconectó la antena y vengo a repararla", conteste. "Ha de haber sido cuando subí las cubetas. Disculpe joven, pero ya no hay espacio en el patio de servicio y solo faltan estas cortinas para terminar", se disculpo. En ese momento, observé con detalle a Doña Chabe y noté que a través de su blusa se transparentaban sus pezones y sus senos enormes, parecían querer reventar la tela de su blusa. Todo el tiempo que conocí a Doña Chabe siempre la había visto con su uniforme y con el se veía muy gorda. Al menos era lo que yo creía. En realidad, se veía gorda debido al inmenso tamaño de sus pechos y como el uniforme era muy amplio nunca pude apreciar el tamaño de su cintura, ya que el delantal siempre la cubría y fue hasta ese día cuando pude ver sus verdaderas formas. La cintura era pequeñísima en comparación con el tamaño de su pecho y noté que sus brazos eran grandes y musculosos. Comencé a sentirme incomodo, ya que consideré que no era adecuado mirar así a la señora, que era la empleada de la familia. Me dirigía a las escaleras cuando observé que Doña Chabe levantaba las cubetas, que intenté mover con mucho esfuerzo, con mucha facilidad y cargaba una cubeta en cada mano y sin realizar esfuerzo, las llevo todavía a una distancia de 40 metros y regresó por las otras dos. Parecía que las cubetas estaban vacías. Avergonzado de mi fuerza, note las cubetas que apenas había subido y por orgullo intente levantarlas, pero no pude hacerlo tan fácilmente ya que al parecer eran más pesadas que las que moví al principio. Sin que notara mi intento, Doña Chabe llego, levanto las dos cubetas y se fue a hacer su trabajo. Mientras bajaba las escaleras, me preguntaba si era posible que Doña Chabe fuera tan fuerte, ya que levanto seis cubetas pesadísimas sin ningún trabajo. Intrigado, resolví observar sus movimientos, sin embargo, cuando bajó, me dijo que por hoy ya había lavado suficiente, que continuaría mañana. Comimos en la cocina y nada más sucedió esa tarde. Al siguiente día me levanté temprano y Doña Chabe me sorprendió. Ahora vestía unos entallados pantalones cortos de color negro, otra blusa sin mangas y calzaba unas sandalias de goma sin calcetas. Al verme, me saludo y comento que seguiría lavando, pero debido a que hacia mucho calor, con esa ropa estaría mas cómoda. Después, la seguí al cuarto de lavado y me encontré que las lavadoras estaban apagadas y recordé entonces, el lavadero de piedra que se encuentra detrás del cuarto de servicio y ahí encontré a Doña Chabe. Me oculte detrás de una pequeña barda y observé con detalle sus brazos y piernas. Los brazos eran gruesos y musculosos, su antebrazo estaba totalmente definido y sus bíceps tenían las venas completamente marcadas. Sus piernas eran igualmente musculosas. Sus pantorrillas estaban enormes y definidas y sus muslos eran increíbles. Sus nalgas estaban bien formadas y redondas y no pude dejar de admirar sus gigantescas tetas que sobresalían de la delgada blusa que vestía. Su cabello negro estaba recogido por un listón azul, formando una coleta que llegaba hasta la mitad de su espalda. Observe como se marcaban las venas de sus brazos cuando exprimía la ropa y noté como sus poderosos tríceps se hinchaban cuando levantaba las pesadas cubetas para llevar a tender la ropa. Sentí entonces una erección y comencé a masturbarme, mientras veía a esa musculosa mujer exhibiendo, sin querer, su enorme fuerza y poder. Tenia 16 años y no había tenido relaciones sexuales. Había perdido la oportunidad con Caty cuando ella me preguntó si yo era virgen e inocentemente le respondí que si. Ella me dijo que buscaba experiencia y me abandonó. Ahora, la empleada domestica me había excitado a tal grado que comencé a hacer planes para acercarme más a ella y saciar mi curiosidad de sexo. Estimé que Doña Chabe tendría unos 37 o 40 años de edad y no sabia si estaba casada o si tenia hijos, pero nada de eso me impidió elaborar planes. En la noche, veía la TV, cuando en un canal deportivo, transmitían un concurso de culturismo femenino. Asombrado por la coincidencia de situaciones me quede un rato viéndolo, cuando entró Doña Chabe a la habitación. Observó por unos minutos y dijo " Yo también tengo así mis brazos y son más grandes. Mire" y diciendo eso, se arremango el suéter y flexionó su brazo. Un bíceps de 45 centímetros de circunferencia sobresalió y sonriendo por su ocurrencia, cubrió su brazo y salió del lugar. Mientras cenábamos, le hice comentarios sobre lo que vimos en TV. Le dije que esas chicas levantaban pesas para volverse musculosas y ganaban mucho dinero. "Pues yo no levanto pesas. Ni falta me hace". Respondió y no dijo nada más. Esa noche me masturbé recordando su musculoso cuerpo y deseaba tener sexo con ella. Así transcurrió una semana y yo estaba más y más obsesionado con mi fuerte empleada. La observe barriendo, cocinando, sacudiendo y hasta bañándose, pero no encontraba el momento oportuno, es más, me excitaba aún más espiarla, ya que su indumentaria había reducido; ahora vestía una delgada camiseta por la que se observaban sus senos y se apreciaban con detalle sus musculosos brazos; sus faldas ahora eran más pequeñas y me emocionaba ver aquel par de pantorrillas grandes y fuertes. Tenia que hacer algo o moriría de desesperación. Entonces, se me ocurrió algo. A la hora de la comida, le comente a Doña Chabe que en la escuela se hacían concursos de "vencidas" (pulso) y que necesitaba practicar con alguien, ya que había estado haciendo pesas en mi cuarto. "Pues si quiere, yo le ayudo, joven". Emocionado, le explique en que consistían las vencidas y le dije que el brazo tenia que quedar descubierto. Se quito su suéter y observé su poderoso y musculoso brazo ponerse en posición. Le comenté el objetivo y comenzamos. Me sentí excitado cuando tomé su mano. Al principio, no estaba aplicando mucha fuerza y le pedí que usara más fuerza, ya que si no lo hacia así, no serviría de nada. "Bueno, ¿Así esta bien?" Y comencé a sentir una gran fuerza que crecía y ya no pude mover su brazo. Puse entonces toda mi fuerza para empujar, pero su antebrazo no se movía y ella comenzó a sonreír levemente, diciéndome " ¿Quiere que ponga más fuerzas, joven?", le respondí que si y observé como su bíceps comenzaba a crecer y ya no pude hacer nada. A cada momento mi brazo cedía y ya estaba por tocar la mesa cuando me soltó y diciendo:"Tengo que servir la comida" se levanto y se fue. Sorprendido por la enorme fuerza que sentí, me pregunté que había pasado, pero Doña Chabe ya no dijo nada. Comimos en silencio y al terminar, me dijo que el sábado iría de compras desde temprano y que regresaría como a las cinco de la tarde. "Puede salir si gusta, pero si vengo y no lo encuentro, lo castigaré. Recuerde que sus padres me encargaron su cuidado", me dijo tranquilamente. El sábado se despidió y aburrido fui al club deportivo. Hice algo de ejercicio pero estaba decepcionado. Las vencidas habían sido mi oportunidad para acercarme a la fuerte empleada pero no funcionó y excitado por toda la semana que la espié, tomé la decisión de ir a buscar prostitutas para tener sexo de una buena vez. Fue una mala opción. Le dieron un golpe al auto deportivo de mi padre y no me atreví a entrar a ninguno de esos lugares. Eran casi las once de la noche cuando llegué a la casa. Cerraba la puerta del auto cuando miré que Doña Chabe se encontraba en la entrada principal y me dijo: "¿Qué le dije joven? Si usted no estaba cuando yo regresará, lo castigaría. Ahora verá". "No tengo tiempo para esas cosas. Voy a dormir", respondí molesto y entré a la casa, pero en eso me detuvo, sujetándome del brazo derecho. "Suéltame. ¡No tienes derecho a hacerme esto!", le dije. "No joven. Si a usted la pasa algo mientras yo soy la responsable, me corren y a mi edad en ningún lado me contratan. Lo voy a castigar para que aprenda". Y diciendo eso me jaló hacia ella. Intenté soltarme pero no lo logré. Ahora sentía toda su enorme fuerza y me asusté. Como si fuese un muñeco, me levanto en vilo y me puso boca abajo sobre sus rodillas. "Le voy a dar una nalgada por cada hora que tardó en venir. En total, son seis" y comenzó el castigo. En la primera nalgada, el golpe fue tan fuerte que me ardieron la espalda y las piernas pero los golpes fueron suavizándose hasta que concluyó el castigo. Al terminar, me sujetó de los dos brazos y me dijo: "Ahora va a decirme a dónde fue o tendré que castigarlo nuevamente". "Fui a buscar mujeres", respondí. Doña Chabe se me quedo viendo y no dijo nada por un rato, hasta que pregunto para qué. "Me siento desesperado y quería tener sexo. Nunca lo he hecho y quiero saber que se siente", le dije. Entonces, me vio profundamente a los ojos y sonriendo me dijo "Pero joven, para eso no es necesario salir a buscar mujeres. Si se trata de eso, yo le puedo enseñar". Se quito la blusa y observé sus enormes senos, con pezones grandes y negros, su pequeña cintura y unos abdominales increíblemente definidos. "Para que se sienta más rico, debe acariciar primero a su pareja y debe ir poco a poco hasta que llega lo bueno", me dijo. Puso mi mano derecha sobre su seno izquierdo y me dijo que lo acariciara hasta que el pezón estuviese duro. En tanto que con la otra mano me pidió que le acariciara las nalgas y las piernas y por ultimo, ella me tomó de la cintura y me dio un apasionado beso en los labios. Ávidamente, comencé a acariciar su musculoso cuerpo, sintiendo sus pechos duros y firmes, sus piernas enormes y sus nalgas duras y bien formaditas, sintiéndome enloquecer cuando acariciaba su suave piel morena. "Lo haces bien, pero aquí no quiero hacer nada. Vamos a mi casa". Mientras decía eso, me levantaba como si fuese un bebé y salimos de mi casa. Caminó unos doscientos metros hacia arriba, cargándome, cuando llegamos a una casa hecha de madera y cartón. Abrió con una mano y me depositó suavemente en su cama y me pidió que me desnudará completamente. Ella también lo hizo y comenzó a acariciarme apasionadamente. Mientras, yo acariciaba sus fuertes brazos y besaba su espalda, pies y piernas. Fue una larga noche en que ella me enseñó muchas cosas y yo estaba fascinado por la enorme fuerza que había demostrado. Cuando desperté en la mañana, Doña Chabe ya no estaba en la cama, así que me vestí y salí a buscarla. La encontré barriendo el frente de su casa. Vestía una pequeña falda azul, una blusa de manga corta y estaba descalza. De pronto, vio que se habían caído dos bultos de arena de la pila donde los había acomodado y sin preocuparse, dejó la escoba, tomo un bulto en cada mano y como si se trataran de libros, los levanto y acomodo nuevamente en su lugar. Fascinado, me acerqué y le dije: "Buenos días. Que fuerte es usted". "Buenos días joven. Eso no es nada." Respondió. Me contó que su esposo y sus hijos se fueron a Estados Unidos a trabajar hace quince años, quedándose completamente sola ya que en el pequeño pueblo donde vivía no había muchas oportunidades de empleo. Trabajó como barrendera, cargadora, lava autos, hasta que llegó a trabajar a casa de mi familia. "¿Y ya se había dado cuenta que usted es muy fuerte? ¿Cómo se volvió así?" pregunte. "En mi pueblo siempre trabajábamos duro. Sembraba el campo, cortaba leña, iba por agua en jarras de piedra y ayudaba a mi papá a rascar pozos. Mi papá era un hombre muy fuerte, tanto que levantaba un tronco con sus manos y lo llevaba cargando en sus hombros hasta la casa y como no tuve hermanos, yo lo ayudaba en todo. Creo que por eso me volví tan fuerte." Al terminar de decir eso se quedo inmóvil y soltó la escoba. "Ahora, tendré que buscar otro trabajo. Por sentirme sola, casi violo al hijo de mis patrones y cuando usted se lo diga a sus padres me despedirán" dijo con tono triste. Me acerque a ella y abrazándola le dije que había sido una experiencia maravillosa y que estaba feliz de que ella me hubiera enseñado a tener sexo y que por mi parte, yo no diría nada a mis padres. Levanto la mirada y me abrazo."Además, usted me excita mucho y me gustaría practicar para adquirir más experiencia" , le comente. "Si. Puede que Caty quizá ahora le diga que si". Apenada, me confesó que mientras limpiaba mi habitación, encontró mi diario y se había enterado del fracaso de Caty y de mi obsesión hacia ella. "Me di cuenta que me espiaba y me gusto. Así que comencé a provocarlo, hasta que pasó lo de las vencidas, me veía usted tan lujuriosamente que pensé que ya era suficiente, por eso me fui. No podía imaginar que una mujer de mi edad y de mi condición le pudiera gustar a un muchacho como usted. Lo de ayer se debió a que estaba nerviosa de que no llegaba y me preocupé mucho". Entonces, resolvimos no contar a nadie lo nuestro y nos besamos apasionadamente. Durante tres días tuvimos sexo, hasta que el martes decidimos ir a mi casa. Yo estaba exhausto pero deseaba más, en tanto que ella lucia radiante y un poco más musculosa. En mi casa, Doña Chabe hizo las labores más rápido que de costumbre, exhibiendo sin preocupación sus fuertes músculos. Por ejemplo, levantó el enorme sofá de la sala principal sin esfuerzo para sacudir debajo de este; movía las enormes macetas del patio como si estuvieran vacías; al remplazar el garrafón de agua lo hacia sin ningun trabajo y me excitaba jugando con mi equipo de pesas, colocando en la barra todos los discos y levantándolos como si de una varita se tratara, mientras me decia: "Por eso no estas tan fuerte. Necesitas levantar más peso". En las dos semanas que siguieron, me volví un experto en el arte de las relaciones sexuales, pues Doña Chabe inventaba, gracias a su gran fuerza, más y más posiciones, que me excitaban cada vez más. Pasaron los años, terminé mis estudios universitarios y heredé el control de los negocios de mi padre. Me casé con Caty a los dos meses de graduarme de la universidad. Doña Chabe, ahora de 57 años, luce igual de hermosa y radiante como en aquellos tiempos y todavía nos vemos dos días por mes: ella para no sentirse sola y yo para contemplar su aun más musculoso cuerpo que cada vez es más fuerte. Escrita por JMV. Espero sus criticas buenas y malas. Escriban a la dirección: josema94@yahoo.com.mx Saludos a CDR y a tomcat.