Circe 3
Mi poder sobre mi marido era tal que ya estaba aburrida de tanta sumisión. Él se ocupaba de la limpieza de la casa y de mi ropa y mis zapatos. Yo gozaba en el lavabo y le hacía limpiar t= odo. Cuando tenía mi menstruación me gustaba andar por la casa sin bragas y mi regla goteaba sobre el piso y lo obligaba a que limpie una por = una. Me gustaba que me acompañara al baño y mearlo todo subida al inodoro para no salpicarme. Luego me iba y lo dejaba solo. Soy muy há= ;bil para manejar el chorro y apuntaba a distintos sitios de su cuerpo. Acostumbraba comer con él tendido a mis pies y lamiéndome los zapatos. Luego de hacerle todas las maldades posibles me iba a mi traba= jo y le daba órdenes para la cena.
Yo tengo una empresa de financiaciones. Digamos una usurera. Prestaba dinero a alto interés a personas necesitadas. Ello aumentaba mi placer. = No tengo ningún escrúpulo.
Ese dia para atormentar a mi marido decidí dejarle. Así se lo hice saber. Le dije que estaba aburrida de su falta de imaginación y que no me servía para nada. Que tomara sus cosas y se fuera que ya tenía un reemplazante para esa misma noche.
Por supuesto que se echó a llorar desesperado. Me rogaba que lo aceptara= y se ponía a mi total disposición. Se puso de rodillas y me lamía los pies. Yo me senté en el sofá y cruc&eac= ute; las piernas para gozar más su humillación. El lloraba desconsolado y me pedía clemencia. Yo me masturbaba en su presencia.= ¡ Qué placer ese momento...! Él ti= rado en el suelo besando mis pies y yo masturbándome con la mano. Lo mandé a buscar el consolador y me lo trajo en el acto. Seguí = con mis orgasmos y el espectáculo de su desintegración total como ser humano. Estaba en el límite. Allí es donde mas gozo a los hombres.
Le dije que si quería quedarse tendría que aumentar mi poder sobre él y someterlo más aún. De modo que lo aceptaría como segundo marido en el papel de esclavo fiel. Yo me traía a = mi cama a cuanto hombre me viniera en ganas y el me chuparía los pies mientras yo me los follaba.
Por supuesto aceptó agradecido.
Para ponerlo a prueba le dije que se vistiera y me acompañara a comprar zapatos. Lo llevé a una zapatería de moda atendida por jóvenes muy guapos. Los zapatos eran italianos de tacón muy a= lto y muy afilado. Un arma en mi poder.
Entramos a un reservado con el vendedor y yo le ofrecía mis pies para que me probara distintos modelos. Estudié su aspecto y lo catalogué de inmediato como víctima. Mi vagina se humedecía ante la perspectiva de someter a un macho. Con la punta del pie le fui palpando la entrepierna y noté de inmediato la dureza de su polla. Mi esposo a mi lado me dejaba hacer. Mis órdenes eran que él debía cubrirme y ayudarme a saciar mis apetitos.<= /span>
El pobre vendedor estaba de rodillas ante mis pies y una pila de modelos de zapatos a cual mas sexy. Desde mi asiento y con el extremo de mis larg= as piernas le fui haciendo presión en su entrepierna para obligarlo a levantarse. Cuando lo tuve de pié ante mi bajé la vista hacia su bulto. Estaba enloquecido el pobre chico. Levanté= ; la pierna y le froté el pene con el pie desnudo sin ninguna verg&u= uml;enza. Le ordené a mi marido que me masturbara mientras yo lo frotaba al ch= ico con ambos pies. Así le recorrí todo el cuerpo mientras mi esposo me masturbaba a su vista. Tuve unos orgasmos estremecedores.
Le ordené a mi marido que vigilara la puerta. Luego me levanté y= me acerqué a mi víctima. Por supuesto era más alta. Estaba descalza y lo miraba desde arriba. Levanté mi pierna derecha y lo enlacé por la cintura atrayéndolo hacia mí. Le tom&eac= ute; la polla con una mano y le puse un condón con la otra. Una= vez adobada mi víctima me introduje la polla en mi vagina desn= uda y palpitante. Comencé a succionarlo lentamente. A cada orgasmo le hacía más presión en la polla. Se la oprim&= iacute;a con la mano cuando sentía que estaba por eyacular pues el pobre no tenía mas aguante y eyaculaba casi sin voluntad.
Me miraba en el espejo. Mi pierna rodeándolo y mi cuerpo, de pie y apoy= ado en la otra pierna y succionando hombres. Mi marido miraba sometido sin remedio. Me estremecía de placer.
Luego de varios orgasmos escupí su polla dura y me senté donde estaba y crucé las piernas y lo miré descaradamente. To= do ese movimiento lo hice muy rápido para que no reaccione.
La reacción llegó al segundo con una vaciada de esperma impresionante. Eyaculó sin tocarlo con mi sola dominación. Me sentí plena de vanidad y poder.
Mi marido testigo absorto. Me gusta mucho tener a dos o más hombres dominados por mi cuerpo y mi poder.
Me levanté, pisé su esperma en el suelo con mis zapatos. Le dije= que envolviera los que me habían gustado y salí sin pagarlos. Que los pague él. Para eso me lo había follado. Mi marido hum= ilde me seguía. No se atrevió decirme nada. Se quedó con los ojos abiertos y esa mirada que ponen los hombres cuando se quedan sin esperma. Tampoco yo les daba tiempo a reaccionar.
Siempre estaba adelantada a ellos.
Ya en la calle le ordené que me acariciara el culo a la vista de los demás. ¡ Qué escandalosa..!<= /span>
¡ Mi cuerpo altísimo, mis= piernas largas, mis tacones resonando en el suelo y mi marido acariciándome = el culo...! Todos se volvían a mirar.
Mi marido a su manera estaba satisfecho. Si no fuera por mí nadie reparaba en él. Mientras lo tuviera a mi servicio se podía considerar alguien importante.
Volveré a contarles otro episodio de mi vida escandalosa.