Un vil cerdo machista (The Pig) By Montrose Translation by Rol Rever EMA APRENDE COMO TRATAR A UN VIL CERDO MACHISTA Notas: la historia que sigue a continuaciOn es SOLO PARA MAYORES DE EDAD, contiene material sexual explIcito, inversiOn de roles y un poco de violencia. Hecha esta advertencia si usted continUa leyendo lo hace bajo su propia responsabilidad y es porque le gusta o interesa esta temAtica y, por tanto, no tiene razOn de escandalizarse. Comentarios constructivos al autor pueden enviarse en inglEs a montrose@ciberbabies.com y aportes sanos al traductor a hestev@starmedia.com Nota sobre traducciOn: Las vocales en mayUscula reemplazan a la tilde de nuestro idioma para evitar problemas con ciertos formatos de software que no aceptan el signo correspondiente. Hay una letra que aparece en la siguiente palabra: espanhol y que he reemplazado por nh (al estilo portuguEs) para evitar los mismos problemas de la tilde. AclaraciOn: El feminismo ha acunhado en inglEs el clichE male-chauvinist-pig para referirse despectivamente a un hombre machista, de ah¡ que la palabra pig (cerdo) aUn estando sola, ha tomado esa connotaciOn, pero afortunadamente en espanhol no sucede asI y ese inocente animal que es el cerdo no tiene en nuestra lengua esa carga negativa. De todos modos en la presente historia toca utilizarlo asI por lo que pedimos disculpas a ese noble animal vIctima de una metAfora antropomOrfica. EMA, EL CERDO MACHISTA Y YO Mi vecino de al lado es un montruoso cerdo machista. Bueno, admito que yo no soy una chica que pase desapercibida. Tengo 19 anhos, mido 1,83 mts sin zapatos, soy piernona y tengo 80 kilos de bien moldeada estructura femenina. Estoy feliz al ver como se han desarrollado mis senos, ahora talla 40 DD. Hago ejercicios para mantener mi buen estado fIsico y mis hombros se han anchado a lo largo del Ultimo anho. Llevo mi pelo rubio muy largo. Y estA bien, me gusta "calentar huevos" -tu sabes- vestir lo menos posible, siempre balanceAndome sobre tacones de 10 centImetros. Pero aUn asI, El no tiene porquE coquetearme delante de su sumisa esposa. La semana pasada hasta me silbO y comentO en voz alta que El deseaba que su esposa luciera como yo. Lo decIa suficientemente alto como para que yo lo oyera. Pobre cosa ! Ella es una mujer de buena apariencia, como de 1,77 mts de estatura, quizAs 68 kilos y buena figura. Ella no puede impedir que ya se estE acercando a los 40 anhos de edad. Apuesto que si ella tuviera mAs autoestima y se pusiera ropa mAs sexi, serIa muy caliente. Su esposo, por otra parte, es un pequenho ratOn. No debe ser mAs alto de 1,65 mts y ademAs flaco. En cuanto a la cara es mas o menos guapo, pero definitivamente es un pobre imbEcil. Desde la ventana de mi habitaciOn puedo ver el traspatio de mis vecinos. El estA comodamente acostado, bebiendo cerveza. Cada vez que ella pasa, El atiza su trasero con una vara que tiene a la mano. Ella estA mal vestida, desalinhada, lleva un sucio delantal, mientr s le asa una carne a la parrilla. Subitamente El brinca y comienza a azotarla con la vara, forzAndola a arrodillarse. Sin m s, la monta por detr s en un instante y se la mete por el ano; dura asI dos o tres minutos, dAndole a su gusto por el culo. Finalmente la saca y se viene sobre la espalda de ella. Entonces El regresa a su cerveza sin decir palabra, Ella se levanta con dificultad, suspira y luego va y le trae el asado a su esposo. Eso es demasiado para mi. ¨Acaso no sabe ella que facilmente podrIa patearle el trasero a su marido? Tal vez no deberIa involucrarme, pero no hay caso, tengo que hacerlo. Voy a mi armario y saco mi viejo uniforme que usaba en el colegio catOlico. Me queda apretado y muy corto. Justo lo que estaba buscando. Me coloco medias largas, casi hasta la rodilla y zapatos tenis blancos, pero no me pongo interiores. MirAndome en toda mi plenitud, hasta yo misma me deseo. Soy una fantasia andante. Buscando entre mis juguetes, encuentro mi consolador con correas (strap-on dildo). Cinco minutos despu‚s ya estoy golpeando la puerta de mis vecinos. "¨Qui‚n carajo es ese?", grita El, viniendo aprisa desde el patio. Cuando me ve, se le cae la cerveza y se toca el coraz¢n.. ­Dios m¡o, carajo! ­mIrate! Su esposa coge una toalla y limpia la cerveza derramada a los pies de su marido. "Ve a tu habitaciOn, Ema. Yo y la vecina tenemos algo que hablar". Ema mira hacia arriba con ojos tristes, pero empieza a dirigirse hacia dentro de la casa. Yo me atravieso en su camino. "Ema se queda. Creo que ella necesita ver esto", le digo a El. "Oh, no, por favor, no me obligue", susurra ella sin atreverse a mirarme a los ojos. "Ahhh! Gran idea! Ema, siEntate. Yo y la chica te vamos a ensenhar como es que se hace." "Eso es correcto", replico, "toma una silla y disfruta el espectAculo. Espero que aprendas algo" Ella suspira de nuevo mientras la acompanho al sofA. Cuando llegamos junto al divAn, el cerdo ya estA detr s de mi, rozAndome y restregando su pene contra la parte trasera de mi pierna, justo arriba de la rodilla. Yo me paro delante de Ema con mis manos en la cadera mientras su marido se complace con mi cuerpo. El hala mi camisa hacia arriba y acaricia mi abdOmen y caderas. "Hummm", grunhe, "bien firme". "LecciOn nUmero uno, Ema", digo mientras volteo para darle frente a El, "Tu eres mucho mAs grande y fuerte que El, ¨Ves cuAn frAgil es?", anhado mientras lo agarro por la garganta, lo alzo en el aire y observo su cara ponerse roja y azul. Cuando lo suelto, cae en cuatro patas, tosiendo y jadeando por aire. "Ay, querido", balbucea Ema detr s mio. "La segunda lecciOn es humillarlo a El antes de que El te humille a ti". Me agacho hacia El y facilmente le quito las ropas. El trata de impedirlo pero lo cacheteo y lo tiro al piso sin esfuerzo. El es como un ninho para mi, no un contrincante verdadero. La huella de mis manos se dibuja en sus mejillas enrojecidas, en su pecho, espalda y trasero. Cuando lo tengo desnudo me siento sobre su pecho y atrapo sus brazos a los lados. De reojo, El mira bajo mi falda y observa mi pubis rubio. Antes de que pudiera decir nada, yo saco el strap-on (consolador con correas) y me lo pongo. El falo plAstico se levanta 30 centImetros desde mi clItoris y se balancea ante sus ojos. Lo empujo hacia sus labios, frotAndolo contra ellos y le espeto: "¨cOmo lo quieres, cerdo machista, culo arriba o garganta abajo? Sabes que no puedes impedirlo". La cara del cerdo se torna blanco ceniza. Yo restriego mi pene duro contra sus dientes apretados. Lanzo una mirada a Ema. La estrategia parece estar dando resultados, pues ella tiene una cara de gran complacencia y felicidad. Casi podIa ver la emociOn recorriendo su cuerpo. "¨Debo obligarlo a implorar, Ema?" "Oh, sI, por favor" susurra ella. La excitaci¢n en su voz era obvia. El cerdo la mirO con ojos aterrados y emiti¢ un alarido de miedo. "SerA culo arriba entonces", dije y halAndolo con un violento giro lo puse en cuatro. Restregu‚ mi falo gigante entre sus nalgas abiertas. La cabeza bulbosa de mi pene plAstico rozaba amenazadora su ano indefenso y vulnerable. "No hay lubricante, cerdo, solo tu y yo por las prOximas dos horas" "Por Dios, NO !", gritO. El se retorcia y luchaba cual gusano. Atrap‚ su brazo derecho y lo torcI sobre su espalda, su cara cayO al piso, junto al sofA donde estaba Ema. EmpezO a sollozar, comprendiendo que luchar no le servirIa de nada. "¨Qu‚ piensas, Ema?", preguntE, "¨se lo meto despacio o se lo clavo de una vez hasta el fondo?" "Ay, Dios!", dejo escapar Ema. Su mano involuntariamente sobaba su regazo. Me preguntE cuando fue la Ultima vez que este cerdo logrO hacerla venir. "Por favor, no me haga esto", susurraba entre gemidos y sollozos, "se lo suplico, le darE dinero, harE lo que sea". Lo levantE y empujAndolo fue a dar con su cara en el regazo de Ema. Sin querer, ella solt¢ un gemido de placer, lo cual la hizo apenarse un tanto. "Solo dEjate ir, Ema, desinhIbete. El no te puede hacer nada", le insistI. Luego me dirigI a El, diciEndole: "tienes dos minutos para hacer venir a tu esposa con la lengua o voy a romperte el culo y dejArtelo bien ancho, hombre- cerdo" Con su mano libre El alzO su delantal y falda y empezO a trabajar con ahInco. Ella no se habIa cambiado los pantys desde el incidente en el traspatio. "SI, SI !", gritaba Ema No puedo decir que El fuera particularmente habilidoso, pero eso no importaba. Tras algunas lamidas de tanteo, Ema no se contuvo y agarro la cabeza de su marido y la dirigiO a la tierra prometida. En ese momento me di cuenta que el trabajo casero puede producir brazos poderosos. Ella se flexionO y restregaba la cabeza de El contra su clItoris enhiesto, una y otra vez, gritando de placer. Toda su frustraci¢n acumulada durante su vida marital estallaba en una sola violenta mamada. Ema se quitO el vestido, revelando unos abdominales bien definidos y unos hermosos pechos. Fue mi turno para silbar. Ema cambiO completamente tras ese clImax. Yo habIa despertado un animal. Tan pronto estuvo satisfecha tirO la cabeza del cerdo al piso y se lanzO sobre mi. Me cogiO fuera de guardia, arrodillada detr s del cerdo, con mi verga plAstica entre sus nalgas. Ema se me puso encima , a horacajadas sobre mi cara. Como un rayo ripiO mi blusa y empezO a chuparme las tetas. Ahora fue su turno de silbar. RecobrE la respiraciOn y la hice rodar. Ahora yo estaba "a caballo", montada sobre su carita. Ella era fuerte pero no a mi nivel. Ella me arrancO el uniforme colegial y busco mi ano con su lengua. Mis pezones se pusieron tiesos. En ese terreno ella era una estrella. AlcancE a ver al cerdo deslizAndose, tratando de escapar, pero lo pillE por los tobillos y lo arrastrE hacia atr s. Lo acostE boca arriba sobre el piso y puse a Ema sobre El. Ella a horacajadas sobre su cara y yo sentada en su pecho. Nuestros pezones frente a frente se tocaban. Mi tetas mAs grandes dominaban y rend¡an a las de ella. Nos besamos y acariciamos ansiosamente. Me producIa corrientazos en mi espina dorsal cuando ella frotaba su nariz contra mi masivo pecho. Entonces ella guiO la punta de mi verga hacia su hUmeda y palpitante cuca. Se la met¡ y la bombeE intensamente hasta llevarla a tres orgasmos seguidos, ah¡ sobre la propia cara del cerdo. Sus jugos se deslizaban por la garganta de su humillado marido y mojaban sus cabellos. Ema me desatO el dildo y se agachO para satisfacerme con su linda cara. Fue gentil y carinhosa y disfrutE mUltiples orgasmos. Mis jugos se mezclaron con los de ella y tambiEn se deslizaron por la garganta del impotente cerdo machista. A todas estas, el cerdo estaba en estado de shock. Me levantE a su lado, halE mis medias y alise mi blusa. "Vaya, Ema", dije jadeante, "creo que no fui la unica profesora aqu¡ hoy. Gracias!" "No..", dijo ella., y se empinO para besarme. "Gracias a ti. Las cosas serAn diferentes de ahora en adelante en esta casa y tu hiciste eso posible". "Siempre a la orden", contestE amablemente. MirE a mi alrededor y notE que no tenIa blusa que ponerme para irme a mi casa. "Es mi culpa", dijo Ema. Me emocionE demasiado. Puedes llevarte una mia si es que cierra alrededor de tus admirables pechos" y me amasaba carinhosamente los senos una vez mAs. La dejE hacerlo, disfrutando su admiraciOn por mi. "Antes de que te vayas, puedo usar tu....... tu cosa?", dijo senhalando el dildo tirado en el sofA. El cerdo, ahora en posiciOn fetal a mis pies, demasiado asustado para disfrutar su punto de vista, no se diO cuenta. "Con mucho gusto. ¨Puedo quedarme a observar?" "Deseaba que dijeras eso", replicO Ema. Silenciosamente se amarrO las correas del dildo a sus redondas caderas, para que el cerdo no lo notara. Cunado El se diO cuenta arremetiO contra ella. Ella capturO su brazo y lo torciO contra su espalda al tiempo que lo estrellaba de frente contra la pared. Para inmovilizarlo ella alzO una rodilla colocAndola amenazadoramente justo debajo de sus pelotas -no para torturarlo, sino para advertirle-. Rindete y serE suave contigo. Te rindes?" rugiO ella en su oIdo. "Te matarE, perra!", gritO el cerdo con voz resquebrajada. Vicios viejos son difIciles de eliminar. "Deseaba que dijeras eso", dijo ella, tras lo cual clavO su pene plAstico hasta lo profundo del ano de su marido, levantAndolo del piso con el poderoso empujOn de sus caderas. As¡ estuvo largos minutos , sujetAndolo con un abrazo de oso y dAndole por el culo una y otra vez, sacAndosela y metiEndosela, mientras El se contorsionaba, chillaba, lloraba, imploraba perdOn. "Demasiado tarde", grunhO ella, entre una y otra clavada, subiendo y bajando al cerdo con cada caderazo que le empujaba, levantAndolo en el aire mientras lo ensartaba como una lombriz. Media hora despu‚s Ema lo dejO caer al piso. Ella medio limpiO la mierda del dildo con la camisa del cerdo, mientras este rodaba adolorido por el suelo, con el recto destrozado, agarrAndose el trasero mientras lloraba incontrolablemente. "Tu acostumbrabas a hacerme llorar bastante", le espetO ella, "¨Recuerdas? ­Esos dias ya pasaron! ­Ahora yo estoy a cargo!" Y le zampO el falo en su abierta y gimiente boca. Sus ojos se dilataron y tratO de sacArselo, pero no pudo, realmente El no era rival para ella, que lo sobrepasaba como en 15 centimetros y mAs de 12 kilos de mUsculo. Y ahora ella era plenamente consciente de esa superioridad. Mientras ella penetraba ritmicamente la boca de su marido, nuestros ojos se encontraron. Era una mujer de experiencia. PodIa verlo. Y poseIa una gran lujuria. Creo que de alguna manera ella estaba transmutando su gratitud hacia mI en un intenso deseo por poseerme. "Te deseo", susurrO mientras se arqueaba. Mi vulva palpitaba en fuertes espasmos, mis dedos jugueteaban alrededor de mi punto G. Yo misma estiraba mis pezones, no podIa contenerme mAs.. "Puedes poseerme Ema, tOmame", le susurrE en respuesta. Ella extrajo el gigantesco falo de la profunda garganta de su esposo y lo soltO, dejAndolo tosiendo y estremciEndose en el suelo. Se acercO al sofA, se arrodillO ante mi y levantO mi falda plisada. "SE gentil, por favor" dije con voz de ninhita, sOlo para excitarla mAs. Sus ojos me sonrieron. "No", dijo y subitamente me llenO completamente, me puso a ver estrellas. "Voy a demostrarte cuAn agradecida soy, querida" y me llevO a las nubes. Cuando toquE tierra otra vez, yo era quien estaba agradecida. Ema estaba de pie junto a mi, se desatO el dildo que cayO sobre mis muslos. El consolador y yo estAbamos tan mojados que resbalO al piso. "Eres bienvenida cuando quieras, chica. No puedo agradecerte lo suficiente", me dijo gentilmente. Poniendo una rodilla en el piso ante ella besE suavemente su abdomen. Ella acariciO mis cabellos rubios. "Claro que puedes", le dije, "ya lo hiciste". "Vete ahora", me susurrO. Debo reponer un poco a mi esposo para ensenharle las nuevas reglas que tendrA que obedecer de ahora en adelante". Me fui. Pero de vez en cuando visito a Ema. El cerdo cocina y nos sirve la cena, prepara las bebidas y nos atiende en todo lo que sea necesario. Pero la noche siempre termina con el cerdo observando como su esposa y yo retozamos juntas y nos excitamos hasta alturas que El ni siquiera es capaz de sonhar. Autor (Author): Montrose montrose@ciberbabies.com Traductor (Translator): Rol Rever hestev@starmedia.com