Espero que les guste la historia.   LA REINA BOUDICA   Esta historia es la de la reina Boudica, que se reveló contra los romanos, y sobre todo contra los hombres para llevar a cabo su venganza. Boudica era su nombre. La reina de los icenos. A la muerte de su esposo, el rey Pratusag, acompañada de sus dos hijas se acercó a la ciudad de Camelodum, donde residía el gobernador romano de Britania. La intención de la reina era exigir su reconocimiento sobre todo su reino, pero los planes del gobernador Marco Aulio eran otros. Boudica se encontró frente a él, el hombre estaba rodeado de su guardia personal. La mujer se armó de valor y exigió que Roma la nombrara nueva reina de los icenos, al fallecer su esposo y no tener descendencia masculina, le correspondía a ella llevar ese titulo. La respuesta del gobernador fue humillar a la mujer, y para gozo de todos sus soldados, violarla repetidas veces a ella y a sus hijas. El castigo fue terrible y duró varios días.   Cuando las arrojaron fuera de la ciudad, las tres no podían caminar, tenían todo el cuerpo lleno de magulladuras. Entonces fue cuando Boudica juró venganza. Se encaminaron al norte, donde después de varios días de marcha fueron acogidas por un viejo druida. El hombre las curó, pues tenía conocimientos médicos. Tras varios meses en soledad, con solo la compañía del druida, las féminas mejoraron y se recuperaron totalmente. Boudica le contó sus planes, al principio el viejo creía que era un sueño de una ilusa, pero cuando vio la llama de la venganza en los ojos verdes de la mujer, supo que ella hablaba totalmente en serio.   Le explicó que para llevar a cabo su venganza tenían que prepararse a fondo. Ella prometió que así lo harían, ante la sorpresa del viejo, afirmó que sus hijas también tomarían parte de la venganza. Comienzo un periodo de dos años, durante los cuales, el viejo druida les enseño las artes de lucha sin armas, utilizando sus cuerpos como armas letales. Como no tenían con quien ensayar sus técnicas, el viejo convertido en maestro se ofrecía, y las mujeres ensayaban todas la artes de lucha con él. Por fin llegó un día donde el maestro les dijo que estaban preparadas. Boudica, tenia entonces 35 años, su hija mayor, llamada Graine había cumplido los 16, y la pequeña, Airmid tenía 15 años. A pesar de su edad eran dos autenticas mujeres, por todo lo que habían sufrido y el entrenamiento al que se habían sometido. Graine era pelirroja como su madre, con unos ojos verdes como esmeraldas. Airmid además de tener la piel blanca como su madre y hermana, era morena, con unos ojos azules muy intensos.   No había duda de que eran tres autenticas bellezas. El maestro se lo había comentado varias veces a Boudica, iban a tener muchos problemas moviendose por esas tierras llenas de hombres peligrosos. Los argumentos no convencieron a Boudica, que ya tenía trazados los planes para su venganza contra los romanos, y los hombres en general, por el sufrimiento causados a ella, y sobre todo a sus hijas.   La despedida fue muy triste, sentían cariño por ese hombre que las había cuidado y tratado tan bien. Se vistieron con las ropas que habían confeccionado, cada una llevaba un jubón que les cubría desde el cuello, hasta encima de las rodillas. Las tres calzaban botas de cuero encurtido, hechas con pieles de animales. Boudica comprobó que eran tres mujeres muy hermosas y que efectivamente iban a atraer el deseo y la lujuria de los hombres, pero también pensaba que las tres estaban completamente entrenadas y preparadas para llevar a cabo su plan. Se encaminaron hacia el oeste, Boudica quería tomar contacto con la tribu de los trinovantes, a los que Roma no había conseguido someter. Las tres llegaron de noche a una posada, en medio del camino por el que se habían movido sin problemas. Decidieron entrar a pasar la noche. Cuando traspasaron el umbral, un silencio se hizo en la posada. Varios hombres reían, comían y sobre todo bebían. Las observaron fijamente, Boudica veía en sus miradas el peligro que podían tener con esos hombres, pero si algo había recuperado en esos dos años de entrenamiento, era la seguridad en si misma, y no se amedentró.   Se sentaron en la mesa más alejada del local, comiendo sin levantar la vista de la mesa, para no atraer la mirada del resto. -Eh tu- se dirigió a ellas un hombre, su aspecto era todavía más terrible que los demás. Ante la pasividad de las tres las volvió a llamar: -Por que no venís con nosotros y pasáis un rato agradable?- rió ante las risas de los demás. Las tres mujeres le ignoraban totalmente, algo que enfureció al hombre. Se levantó y se dirigió a sus mesas. -Estoy hablando con vosotras, zorras- -Será mejor que nos dejes tranquilas, si valoras tu integridad- respondió Boudica mirándole fijamente. -¡A si! y que me vas hacer mujer?. Los demás rieron, vaticinando el enfrentamiento del un hombre de gran tamaño con una mujer tan bella. -Yo no te haré nada, lo hará ella- Boudica señalo a Airmid su hija pequeña. Las carcajadas retumbaron en toda la posada, entonces el hombre se plantó delante de la muchacha, mientras ella tomaba la sopa como si no hubiera escuchado nada. -Dime mujercita, que me vas hacer tu?- se burló el hombre, acercando su rostro a la cara de la muchacha. Ella levantó su rostro, con sus hermosos ojos miró fijamente al hombre tan detestable. -Me molesta tu aliento- dijo la muchacha, ante el asombro de los demás que se imaginaban al hombre haciendo pedazos a la muchacha. El hombre la miro estupefacto, la chica se estaba riendo de él, miro a las otras dos mujeres y las vio sonreír. No podía permitir semejante burla. Quiso descargar un puñetazo a la chica, pero antes de poder mover un músculo, la muchacha se adelantó. Con un rápido movimiento, metió una mano entre las piernas del hombre, este no se esperaba un ataque así. Entonces la chica le estrujó los testículos, apretaba cada vez más. Se incorporó para situarse frente a su rival. Este no podía hacer nada, la chica tiró de sus atributos y tumbó al hombre en el suelo, sin soltar a su presa. Con un pie le pisó la garganta, mientras continuaba con los genitales del hombre en su mano. Nadie intervino, miraban asombrados como la chica le aplicaba una técnica tan eficaz. Ella le fue retorciendo las pelotas, mientras con un pie aprisionaba el cuello del hombre, que movía las manos intentando zafarse, pero era imposible. La muchacha se ayudó de la otra mano, para retorcer y estrujar los testículos. Para resaltar la humillación, le soltó con una mano, y llevándola hacia su miembro viril, lo agarró con fuerza sintiendo la dureza del miembro a través del pantalón. Lo mantuvo así unos segundos, y después dio un fuerte tirón que estuvo cerca de arrancarselo.   El hombre sintió un fuerte dolor agudo en su entrepierna, pero no pudo resistir tanto castigo y al final sucumbió quedando su cuerpo de una forma grotesca en el suelo. La muchacha se incorporó desafiante, saboreando el triunfo con su trofeo a sus pies totalmente inmóvil y derrotado. Nadie en la posada movía un músculo, perplejos por lo que habían visto. Un hombre se levanto de su silla, hasta ahora había estado sentado, pero cuando se puso en pie era un gigante de casi 2 metros. Se colocó en el centro del salón, gesticulando hacia la muchacha para aceptar su desafio.   Sin embargo, Boudicia hizo un gesto a Graine, la chica se movió rápida como el rayo, y saltando como un gato cayó en los hombros del gigante, con sus piernas apretó el cuello del sujeto, y con ambas manos atrajo su cabeza entre sus piernas, cerca de su sexo. El hombre intentaba librarse de ella, de forma inútil porque la chica le tenía de tal forma que poco a poco lo asfixiaba como una serpiente a su presa. Pasados unos segundo tiró de los pelos hacia atrás para que su rival pudiera respirar, pero sin darle tiempo a reaccionar le sujeto de la barba y de un tirón tremendo le arranco media barba. El alarido del gigante fue tremendo, mientras Graine miraba sus manos sonriendo malevolamente, y con un pequeño soplido se quitó los pelos de las manos. El hombre se agarraba a sus piernas incapaz de aguantar a la fiera de su rival que jugaba con él como si fuera un muñeco. Entonces la chica después de haber disfrutado como si montara sobre un caballo, golpeó con sus manos a ambos lados de la cabeza de su adversario, clavando los dedos como si fueran cuchillos. El gigante sintió los dedos como si le hubieran traspasado unas agujas en el cerebro, sus ojos se pusieron blancos y lo ultimo que vió fue los ojos de la chica mientras él caía de espaldas sobre los duros tablones del suelo. Graine siguió en la misma postura sobre su rival, y ya en el suelo movió la cabeza del hombre, y al comprobar que se mecía de un lado a otro como una calabaza, la soltó, el tipo estaba totalmente inconsciente.   -¿Alguno más quiere pelear?- Boudica fuer mirando uno a uno a los hombres que tenía enfrente. Se acerco a ellos, mientras retrocedían asustados, todo su valor se había esfumado al ver a las dos pequeñas luchadoras como habían derrotado a hombres mucho más grandes y fuertes. La mujer los miraba con los brazos en jarras esperando que alguno se enfrentara a ella, pero no parecía que eso iba a suceder. De forma repentina atrapó a la vez a los dos hombres que tenía más cerca, cogiéndoles de la entrepierna. Ambos miraban a su alrededor esperando ayuda, con rostros de miedo y dolor. Boudica los atrajo hacia ella, sentía su aliento desagradable, pero no le importaba, tenía sus cuerpos cerca del suyo, sintiendo sus genitales en sus manos mientras los retorcía. Era una sensación muy agradable tener a sus enemigos rendidos de esa manera. -Al próximo que quiera pelear conmigo o con algunas de mis hijas, le arrancaré los huevos y me los llevaré de trofeo. ¿Lo habéis entendido?-. Todos asintieron en silencio, y para remarcar sus palabras, tiró de los testículos de los hombres hacia arriba soltando a sus presas. Los hombres cayeron dando alaridos y retorciendose del dolor. Boudica sonreía de manera cruel, mientras se retorcían en el suelo. Pensaba en su venganza y le hubiera gustado castrar a alguno de los hombres que tenía enfrente, pero esos no eran sus verdaderos enemigos y sus ansias de devolver su dolor y su miedo tendría que esperar.   Sus hijas se pusieron a su lado, y finalmente abandonaron la posada como si fueran una Reina y sus princesas, ante el miedo de todos los hombres, que no sabían que habían presenciado el comienzo de una leyenda, la de la venganza de Boudica.   Continuará......   j_torre2003@yahoo.es