La diosa protectora de los B'Langoo. Un viejo mito africano se realiza como una supermusculosa mujer. A la mañana siguiente de llegar a Komonga, poblado principal de los B'Langoo, en una remota regio'n centroafricana, algo me llamo' especialmente la atencio'n. Al pasar junto a una choza,ante la que trabajaba un viejo artesano y destacando en un lugar privilegiado en medio de diferentes tallas de madera, se encontraba una curiosa estatuilla de menos de un metro de alta realizada en el ti'pico estilo de l arte indi'gena, que representaba una mujer supermusculosa. A pesar de la simplificacio'n caracteri'stica del arte negro, se percibi'a claramente un cuerpo prodigioso: Las piernas eran largas, torneadas pero' extrañamente gruesas , se marcaban prominentes mu'sculos con profundas separaciones entre ellos. Las caderas eran generosi'simas y redondeadas, culminando en una esbelti'sima cintura. Por encima de la cintura apareci'a un gigantesco torso de definida forma en "V", en el que unos enormes abdominales definidos por profundas separaciones pareci'an gruesos adoquines. Una gran masa de musculatura pectoral no impedi'a aflorar dos gigantescas y redondas tetas cuyos gruesos pezones se levantaban desafiantes hacia el cielo. Los anchi'simos hombros se enmarcaban entre dos grandes pelotas que defini'an los ma's grandes deltoides jama's soñados por mente humana. El rostro, aunque trabajado con la elegante simplificacio'n del arte negro, era hermosi'simo y dulce, en abierta y sorprendente contradiccio'n con la inenarrable acumulacio'n de masa muscular que culminaba.Los brazos se representaban flexionados, como en una pose de doble bi'ceps. Su grosor era exagerado, muy por encima del que el mayor culturista pueda tener, pero los mu'sculos se representaban con especial predileccio'n para resaltar, no solo el mas gigantesco tamaño, sino tambie'n su increi'ble definicio'n. Con sumo acierto, el escultor habi'a repartido por doquier, la representacio'n de un complejo amasijo de venas, que aparentaban insuflar por todo el alucinante cuerpo grandes dosis de incontenible poder. Era sorprendente constatar esa estatui'lla en medio de aquel poblado. ¿En do'nde se habi'a inspirado su autor?. En todo el poblado no existi'a ni atisbo de revistas culturistas, no teni'an electricidad (luego no habia teles ni vi'deos).Los B'Lango eran gente fuerte y atle'tica, pero desde luego mucho menos voluminosos de lo que la talla pareci'a representar. ¿En que' y co'mo se habia inspirado el escultor?. Trate' de averiguar algo preguntando al viejo artesano. -"Es Magleeba, la protectora de los B'Lango" -"Me gusta esa estatua,¿cua'nto pide?" Su respuesta fue sorprendente. El pobre hombre pareci'a bastante alterado y, mientras se asi'a los testi'culos con una mano en un gesto que ma's o menos equivale a llevarse el puño al pecho, hablo': -"No vendo Magleeba, señor. Ella me salvo' de niño, señor, y puede todavi'a salvar muchos B'Langoo todavi'a; No vendo, señor". No hubo forma humana de convencerle, pero' las fotos que pude sacar del pequeño i'dolo todavi'a me admiran al sugerirme la mejor expresio'n de belleza y poderi'o femeninos que jama's podre' volver a percibir. Unos di'as despue's, me ofreci' a acompañar unos niños B'Longo hasta la ciudad de Gerwa, donde seri'an vacunados en el hospital. Mi todoterreno podi'a realizar el trayecto en pocas horas, con lo que sus madres se ahorrari'an varias jornadas de fatigoso viaje. Me parecio' que era un sistema honorable de devolver a aquellas hospitalarias gentes el magni'fico trato con el que me habi'an obsequiado durante mi estancia. Nos habi'amos alejado apenas dos kilo'metros desde Komonga e i'bamos cantando alegremente cuando una vaca se nos cruzo' repentinamente. Aunque pude evitar atropellarla, perdi' el control del coche, que se precipito' al lago. Las aguas eran poco profundas y logre' poner a salvo los asustados chavales coloca'ndolos sobre el capo' del coche. La orilla estaba cercana y no seri'a dificultoso irlos dejando en la orilla. De pronto, un terrible e inesperado riesgo me helo' la sangre: Desde una playa cercana, cinco gigantescos cocodrilos se tiraron al lago y se lanzaron nadando sobre nosotros. ¡No habi'a salvacio'n posible! Su'bitamente, algo asi' como un leve tornado se formo' entre nuestro grupo y los coccodrilos. El tornado se disolvio' pronto enmedio de una extrañas chispas. Al desaparecer, un reluciente cuerpo humano se habi'a materializado. Con un suave movimiento se giro', nos observo' complaciente y nos obsequio' con una dulce sonrisa. ¡Ante mis ojos ato'nitos, la poderosa Magleeva se habi'a aparecido!. Todo cuanto la estatua representaba era poca cosa al lado de la sorprendente realidad. Con el agua en los muslos, su floreciente musculatura apareci'a hermosamente femenina. Sus mu'sculos bulli'an con trepidante determinacio'n y mostraban un cambiante panorama de imparable poderi'o. Los espeluznantes brazos podi'an fa'cilmente superar el metro de dia'metro dado que la fascinante mole de sus descomunales bi'ceps se vei'a compensada por la formidable trabazo'n de fibras que defini'an sus abultadi'simos tri'ceps. Un sorprendente amasijo de venas acompañaba al uni'sono compa's el mi'nimo movimiento de su tita'nica masa muscular, alimenta'ndola de incontenible fuerza. Magleeva espero' firma la llegada de los cocodrilos. Un formidable derechazo retumbo' atronador y el primero de los monstruos, seguido de una larga fila de dientes, salto' por los aires como impelido por una enorme catapulta invisible. El segundo cocodrilo vio' frenada su carrera cuando la poderosa mano de la diosa lo asio' por el rabo. A pesar de sus buenos 300Kg de peso, el enorme animal fue volteado fa'cilmente por Magleeva, que lo solto' tras hacerle describir varias vueltas y salio' volando hacia la lejana orilla opouesta. Un tercer cocodrilo, mayor au'n, consiguio' morder la diosa de bronce. Sus dientes no pudieron traspasar la consistencia meta'lica de su piel. Sin inmutarse Magleeva agarro' fuertemente cada una de las gigantescas mandi'bulas con una de sus manos. Seguidamente extendio' los brazos y, en una colosal demostracio'n de increi'ble fuerza, mientras sus gigantescos mu'sculos danzaban orgullosamente con gloriosa ostentacio'n de su enorme tamaño, partio' las mandi'bulas del reptil que crujieron despiadadamente. La accio'n combinada de los cocodrilos restantes, consiguio' coger las piernas de Magleeva, a la que arrastraron hacia el interior del lago. Inmediatamente desaparecieron los tres bajo las aguas. La agitacio'n de la superficie proyectaba el combate que aconteci'a bajo las aguas. Pronto, un cuarto cocodrilo aparecio' flotando panza arriba, sin vida . Despue's, cabalgando el u'ltimo saurio como si se tratara de un corcel, aparecio' Magleeva encamina'ndolo hacia nosotros. Al llegar a pocos metros, y mientras yo gozaba del incomparable especta'culo de su poderosa musculacio'n femenina, asesto' un puñetazo sobre el cra'neo del reptil, que casi se desintegro' en un ensordecedor chasquido bajo la furia del poderi'o monstruoso de los casi infinitos mu'sculos de su enorme brazo. Sonriendo maliciosamente al comprobar mi completa ereccio'n, nos condujo todos a la orilla levantando con una sola mano el todoterreno, asie'ndolo por un extremo. Un breve soplido del viento y unos tenues fulgores envolvieron el inmensamente perfecto cuerpo de Maglleeva, que se desvanecio' su'bitamente, ante mi estupor. Cyrus Map.