EL ESCLAVO DE ANNA KOURNIKOVA Cómo ser cadete de la hermosa tenista rubia y no morir en el intento "Bien, lo hará a mano!"- gritó ella, girando hacia la puerta haciendo que su falda se ondule alrededor de sus caderas, salió y cerró bruscamente la puerta "Bien, lo hará a mano!"-, él se burló con desprecio de su acento ruso- americano en el que se había expresado la tenista. Víctor obtuvo el trabajo a través de un conocido de su amigo. Estaba harto de esto, pero le pagaban bien, eso de que a miles les hubiera gustado tener ese trabajo, y seguramente miles habrían pagado por tener esa oportunidad. Anna Kournikova estaría en el pueblo durante una semana, jugando en un torneo de Grand Slam de exhibición, su primer torneo de verano, y en la ausencia de su gente regular, Víctor estaba simbolizándose como su ayudante personal de la semana. O el trabajar como un esclavo, si se quiere representarlo de otra manera. Bien, no se pagaron esclavos, pero él tenía que hacer de todo absolutamente y ahora algunas cosas se pusieron algo difíciles, por no decir más malas simplemente. La máquina de lavado en el complejo deportivo estaba rota. También estaba siendo responsable de cuidar todo el equipo de la tensita, considerado muy caro y que no le permitieron ni siquiera bajarlo a la lavandería. Cuando ella se enteró de lo ocurrido dijo a Víctor que iba a tener que lavar todos los calzones de Anna a mano. Y ésa era una tarea grande. Ella debía utilizar unos pocos pares justos en el medio día, luego jugando y entrenando para esos match largos los cuales los dejaban calientes y húmedos. Más luego usaba más allí en todo el tiempo en que peloteaba para su actuación de las cámaras que tan a menudo parecía ser más importante que competir dentro del campo de juego. Entonces trató de empezar rápido con esto antes de que ella llegara de la práctica, y así no sentir su lengua afilada una vez más. Él estaba refunfuñando y maldiciendo por lo bajo, llenó la cubeta, colocó el jabón en polvo y la tarea empezó. Por lo menos el silencio lo hizo sentir mejor, luego los colocó dentro del secador. Dentro de la hora él estaría haciendo la tarea final, planchándolos, junto con el montón de otras prendas de la última carga antes de la máquina dejara de trabajar. Él hizo una nota mental de que su próxima tarea era telefonear al hombre de la reparación de la lavadora, antes de que su pequeña ama rusa empezara a disfrutar humillándolo demasiado y le prohibiera que lo hiciera. ¿Por qué alguien se fastidia en lavar y planchar calzones?. Sobre todo cuando éstos son tan pequeños como estos dos. Esperen un segundo - cómo entraron aquellas bombachitas allí? ¿Lavó él este par o se había olvidado? Sólo había una manera de saber si estaban limpios o no, pensó Víctor cuando él los llevó hacia su nariz. Cuando en eso el picaporte de la puerta se abrió y la adolescente fastidiosa volvió a humillar a su ayudante personal. "Así es Víctor, lo que precisamente yo pensaba que iba a hacer usted con eso!"- ella sostuvo. Sobresaltado, él se volvió y la vio, inmediatamente se ruborizó como pareciendo tan culpable como una persona muy culpable realmente. Ella se los quitó y los tiró encima de su hombro. "Esto ya es bastante. Venga conmigo!"- dijo la rusa. Lo agarró por la oreja como a un colegial malo y lo llevó a través de todo el camarín. "Hay algunas cosas que los hombres como usted pueden soñar hacer pero no pueden permitirse el lujo de hacerlo. Olfateando es como usted debe terminar, si, olfateando!"- le dijo ella con voz más orgullosa, más superior. "Aquí, ponga aquí su cabeza"- ella le gesticuló hacia la silla de al lado del teléfono. "No, así no idiota, no voy a ejecutarlo!, hágalo boca arriba!". Víctor se sentaba en el suelo delante de la silla, inclinó su cabeza y puso la parte de atrás en el asiento de la silla. Anna caminó encima de él, levantó el dobladillo de su falda blanca y se sentó directamente en su cara, en ángulo recto. Allí se dio cuenta de que había estado entrenando mucho. Él se retorció y se esforzó abajo de ella, con los calzones cubriendo su nariz, boca, en fin, toda su cara. "No es acaso lo que estaba esperando conseguir?. Usted nunca querrá estar cerca de mí ni en un millón de años!"- decía ella sentada en su cara, y él tenía que respirar para obtener aire en sus orificios nasales a través del calzón firmemente aplicado en su cara y muy pesadamente. Aun después de todo lo que le estaba pasando tuvo suerte en lo que deseaba, pues podía percibir el diálogo proveniente de Anna en el teléfono: "Hola... si Frank es que yo... si... bien... si, no tuve ningún problema. Mire Frank, se molestaría usted en pasar por aquí y recoger a su mono?... No...no, yo no los he tenido con él, él no es... si... seguro... sería muy conveniente... adiós!"- y colgó. Anna estuvo unos segundos más presionando la cara de Víctor con su hermoso trasero, y luego se levantó, ahí desesperadamente Víctor abrió la boca para respirar. "OK, usted, hombre mono, agarre sus cosas y salga de aquí."- dijo finalmente.