Simplemente... Alex. Por El Bohemio de Caracas. La pupila de Alex... y una nueva compañera de trabajo. -¡Kiaaaahhh! ¡Kiaaaahhh! ¡Kiaaaahhh!- La clase está en la fase culminante. Todos en el dojo han ensayado toda clase de lanzamiento de golpes. Ahora el sensei está haciendo énfasis en los rectos y golpes frontales, pues lleva rato ordenando lo mismo a sus alumnos. -¡Kiaaaahhh! ¡Kiaaaahhh! ¡Kiaaaahhh!- Alejandra y Ginnette se encontraban en la primera fila, pero separadas a la vez, la mexicana en un extremo y la de Wyoming en el otro. Luego de unos instantes, cuando se siente que la clase va a terminar, el sensei Harrelson da por finalizada esa sesión ordenando ahora quedarse quietos, firmes y respirando profundo. Hacen suaves figuras antes de finalizar definitivamente la clase, esto con el objeto de relajarlos a todos. Quince minutos después todos salen del gimnasio, alegres. Alejandra se retira junto a su inseparable amiga. Son las nueve de la noche y se apresuran en retirarse. Una vez en el autobús, Alejandra comienza a charlar con su amiga acerca de una posible mudanza, pero ella sería quien la haría. -Oye Ginnette, el señor Arthur tuvo una charla conmigo esta tarde- -A ver... ¿De qué se trata?- -Recuerdas que pensaba convertir su negocio en franquicia ¿No?- -Sí...- -Bueno, tal parece que va a abrir otro local y como eso implica un crecimiento en la empresa, entonces, desea que yo me encargue de administrar ese local- -¡Tan rápido te harás cargo! ¡Cielos, Alex!- Ginnette se emocionó porque lo que decía implicaba un ascenso. -Bueno...- -¿Cuándo será eso?- -No lo sabe aún, pero será pronto- -¿Y en donde piensa abrir?- -En Portland- -¿Portland? Pero Alex, acabas de reintegrarte a la universidad ¿Cómo harás para ir de aquí a Portland y viceversa? ¿Cómo te organizarás ahora?- - Eso es lo que me tiene preocupada...- Y así siguieron conversando durante todo el trayecto. Arthur estuvo acumulando capital durante el último semestre, tratando todo lo posible de evitar pedir préstamo alguno, cosa que al final debió hacer, aunque el monto era mucho menor al que pudiera haber solicitado antes. Sin embargo, ya tenía todo planeado, aunque se precipitó un poco al nombrar a Alejandra como una de las posibles administradoras del nuevo local. -Alex, pero bien puede el señor Arthur nombrar a su esposa. Es un cargo de suma confianza que no puede ostentarlo cualquiera- Observaba Ginnette. -Bueno, lo que te acabo de decir era solo una posibilidad- -Ah ok- Ginnette se sentía un poco aliviada. -Pero no deja de ser latente, no deja de estar allí- -Lo que yo digo es que sea el señor Arthur quien vaya a Portland a dirigir ese local. No irá todos los días pero debería él mismo supervisar todas las operaciones. Él debe ser quien le dé una, como te digo, una directriz, una forma, un método de administración y organización. Debería de decírselo a todos los que están con él- -Eso que dices es cierto. Yo también pienso lo mismo. Yo no tendría problemas si no estuviera estudiando ahora, pero es que me faltan dos años para graduarme- -Bueno, Alex, eso fue solo una conversación, una plática ¿No? ¿No es oficial?- -No, no es oficial- -Entonces ¡No te preocupes!- Ginnette siguió animando a su amiga y después ambas cambiaron de tema, conversando ahora de otras cosas. El autobús llegó a su destino. La parada se ubicaba a una calle del N° 15, el edificio donde viven. Pero justo cuando se disponían a caminar para llegar a su casa, ambas se toparon de frente con un personaje que al principio les llamó la atención por su estatura y estampa, luego les pareció conocido, para después ambas sobresaltarse puesto que lo reconocieron al verlo bien. Se trataba de Eliah, quien iba a la parada a esperar el bus. Él sí las reconoció inmediatamente. Hasta las saludó. -Hola chicas...- Fue un saludo frío. Por unos instantes dudaron en responderle, pero fue Ginnette quien al final condescendió a devolverle la cortesía, incluso llamándolo por su nombre. - Hola... Eliah- Ambos se miraron a los ojos, con Eliah bajando un poco la marcha, como si esperara que las chicas hicieran lo mismo. Ginnette fue la primera, mientras Alejandra avanzó unos pasos antes de detenerse, dándose cuenta que su amiga se quedó. -¿Cómo están, chicas?- -Estamos bien ¿Y tú?- Ginnette decidió conversar. -Estoy bien, gracias- -No te habíamos visto antes por aquí- -Es que venía de visitar a mis tíos, viven a tres calles de aquí- Alejandra notó algo raro en ellos dos, como si hubiese confianza. Se mantuvo un poco alejada de ellos, dejándolos conversar. Saludó a Eliah a la distancia al tiempo que recordó un suceso acaecido seis meses atrás. Todo un recuerdo que regresó a su mente como si de una película se tratase. Era un domingo, al anochecer. Ella y Ginnette iban a bordo de una patrulla de la policía de Astoria. Seguían a otra unidad, la cual iba comandada por un amigo de ellas, el agente Howard. Llevaba como prisioneros a un par de tipos que asaltaron a nuestras amigas, pero que se enfrentaron a Ginnette. Uno de ellos cayó bajo los puños de la ahora "Guerrera de Wyoming", como la bautizó Walter al enterarse de aquel asunto, como todos los amigos, amistades y compañeros de la universidad. Pero el otro le conectó apenas dos golpes para derribarla y de no ser porque intervinieron algunos presentes pudo dejarla peor. Este último se llamaba Bruce Fleming, mientras que el otro respondía al nombre de Jack Weaver. Alejandra rememoró el instante en el que ambas patrullas se detuvieron en un terreno baldío en las afueras de Astoria. Allí se bajaron todos y vio como Howard tomaba a Bruce y lo ponía de rodillas antes los presentes. Jack estaba quejándose de un fuerte dolor en su rodilla derecha y pedía que lo llevaran a un doctor. Tony Chung, el compañero de Howard, había hecho un curso de paramédico y notó que la rodilla de Jack estaba fracturada. Sin embargo todos estaban allí. Nuestra amiga recordó el momento en que Howard se le dirigía y le preguntaba si todavía deseaba pelear con Bruce. "¿Quieres acabarlo tú misma? Está bien. Le quitaré las esposas y luego... es todo tuyo. Pero recuerda, esto debe quedar aquí". Alejandra asintió ante esta última advertencia de Jack. Pero justo antes de proceder a quitarle las esposas al gamberro, la unidad en donde iban nuestras amigas recibió un llamado de la central. Esté le pedía a los agentes adscritos a la misma reportarse. Lo mismo ocurrió con la unidad de Howard, quien se detuvo en su empeño y decidió atender el llamado dentro de la patrulla. Bruce, pese a estar arrodillado, miraba burlonamente a Ginnette y de forma altanera a Alejandra, como retándola. Esta sentía auténticas ganas de molerlo con sus puños, pero se contenía. Luego de unos instantes, Howard salió y de inmediato metió a Bruce en la patrulla y conminó a todos a reanudar la marcha a la estación. Alejandra volvía a sentirse frustrada. Una vez allí, estaban por registrar la entrada de los dos gamberros cuando se presentó un señor que se identificó como abogado de Bruce. El personaje impidió que este y su amigo fuesen encarcelados, provocando una tensa situación en la que intervinieron los agentes que los detuvieron, así como Ginnette, Alejandra y un alto oficial de la estación. Finalmente, ante la protesta de nuestras amigas y de los agentes Howard y Chung, Bruce Fleming y Jack Weaver quedaron en libertad. Ginnette protestaba pero fue amenazada por el misterioso abogado de levantarle cargos a ella por las lesiones que le provocó a Jack si seguía objetando la liberación del enano, como ella lo llamaba. Al final, todos debieron aceptar ese hecho con gran frustración, indignación y rabia. "Nos vemos, niñas" dijo Bruce al despedirse y salir con Jack y el misterioso abogado. Justo evocaba ese momento cuando Alejandra escuchó una voz que la llamaba, era la de Ginnette. -¡Alex! ¿En qué estabas pensando?- -Estee... ¡Nada! Nada importante- -¿Nada importante?- Ginnette sospechaba que Eliah le hizo recordar aquellos momentos. No estaba lejos de la realidad. Ginnette quería decirle algo de Eliah, pero notó la actitud de su amiga, por lo que decidió despedirse de él. -Bueno, amigo, es tarde y debemos retirarnos. Otro día hablamos- -Muy bien... otro día hablamos. Adiós Ginnette... adiós Alex- se despedía el chico. -Adiós- Alejandra sólo dijo esa palabra. Sonó fría. Cada quien reanudó su marcha. -Oye Alex ¿Todavía descofías de Eliah?- Ginnette preguntaba mientras ya se acercaban a la entrada del edificio. -Sí... Todavía desconfío de él... No sé... Será porque andaba con ese degenerado- -Bueno- Suspiró Ginnette. Llegaron al apartamento, se cambiaron, ducharon y cada una se fue a dormir. A la mexicana le aslataron unos recuerdos mientras conciliaba el sueño, en su cama. Semanas después de aque incidente con Bruce y Jack, Ginnette se había reencontrado con Eliah en un centro comercial. Se lo confesaría tiempo después a la mexicana: desde el primer instante que lo vio en la playa se sentía atraída po él. Alejandra aprobaba con reservas aquello, así que Ginnette debió no le contó más sobre sus posteriores encuentros con Eliah, salvo alguna que otra ocasión. Incluso le mentiría un par de veces cuando su amiga le preguntaba en dónde se encontraba ella, pues llegaba tarde en la nche, procurando no decirle que efectivamente estaba con él. Pero transcurrido cierto tiempo, Ginnette le contó sobre aquel chico, con quien se había topado en la calle un par de veces y había tomado café... y tal como lo suponía, Alejandra bajó un poco la guardia respecto a él. Ya no fruncía el seño cuando se lo nombraba, sino que empezaba a aceptarlo con naturalidad, aunque manteniendo sus reservas. Porque él andaba con Bruce y Jack aquel domingo, un par de patanes que las asaltaron y luego golpearon a su amiga, sobretodo Bruce, quien estaba bajo los efectos de alguna sustancia puesto que dio la impresión de estar fuera de sí ese día. Golpeó a Ginnette luego de que esta noqueara a su compañero en una buena demostración de defensa personal. Bien pudieron meterlos en la carcel, pero en la estación se encontraron con que no podían arrestarlos debido a la súbita aparición de un siniestro personaje. Un hombre que, sin que nadie se enterara, había platicado por telefono con el comandante de la estación logrando convencerlo de que los liberara, en un hecho que causó la indignación de todos los presentes. Lo que Alejandra no sabía, era que aquel individuo se llamaba Harold Warren... El mismo abogado que, perteneciente a una familia adinerada y a una importante firma jurídica del estado, presionó a un juez para que el textilero quedara en libertad y luego fugarse de los Estados Unidos. Warren era un letrado muy respetado y temido en Oregon. Y es el mismo que milita en la Hermandad, el hombre que de vez en cuando hacía comentarios sarcásticos y bromistas a Tom, Martin y Dylan sobre la latina guerrera que les quitaba el sueño. Ni él ni la misma Alejandra se conocen y por esas cosas que tiene el destino coincidieron en una estación de policía, pues Warren resultó ser un tío de Bruce, futuro rival de la mexicana. Alejandra por fin concilió el sueño, casi dos horas después... Al día siguiente debía encontrarse al final de la tarde con Lisa Lambert, la chiquilla de 14 años que conoció una mañana mientras iba a trotar. Había quedado con el compromiso de enseñarla a defenderse, cosa que venía haciendo desde hace seis meses. Al principio Alejandra le había recomendado apuntarse al gimnasio en donde ella estaba, pero Lisa solo le dijo que le enseñara lo básico, siendo clara al manifestarle que no le interesaba iniciarse formalmente en las artes marciales sino aprender a defenderse. Se reunían en el parque un par de veces a la semana, pero con el correr del tiempo se veían las caras de martes a viernes y siempre mantenían comunicación por si alguna de las dos no estaba disponible para verse en esos días, desde las 5 hasta las 6 de la tarde. Y si fue como surgió la amistad entre ellas, puesto que Lisa no solo veía a Alejandra como su maestra, sino como una amiga en quien se puede confiar. Incluso se la presentó a sus padres el primer día que la enseñó, contando con la aprobación de ellos, quienes al principio la acompañaban, luego dejaron que ella asistiera sola, puesto que ya conocían bien a Alejandra. Incluso en las últimas semanas, la madre de Lisa, la señora Anne decidió aprender algunas cosas y hasta le preguntó en una ocasión que por qué npo montaba un gimnasio, que ella podría colaborar en ello. Finalmente llegó la tarde, se hicieron las 4 y 30 y Alejandra se dirigió a un cubículo cercano a la oficina en donde laboraba y luego retiró dirigiéndose al parque. Llegó justo sobre la hora y allí estaba Lisa acompañada de su madre, puntual como siempre. La chiquilla demostraba una madurez y responsabilidad que a su edad dejaban sorprendida a su maestra... y si había algo que le gustaba a la mexicana era que Lisa nunca llegaba tarde. Aparte de su modestia y de su disposición para aprender. En fin, Lisa era una buena persona, un diamante que la mexicana estaba puliendo. Inmediatamente empezaron a calentar, en una sesión que duiró unos 15 minutos y luego comenzó la clase. Pese que era una enseñanza de amiga a amiga, Alejandra la evaluaba como si estuvieran en un dojo, le enseñaba las técnicas conforme avanzaban, lo mismo hacía con la señora Anne, pero con la diferencia de que ella no evolucionaba tan rápido como su hija. A los tres meses percibió que Lisa se desenvolvía como si fuera una cinta amarilla y en este momento le estaba mostrando técnicas y movimientos propios de una cinta naranja que estaba a punto de pasar a verde. "Pos ¡Vaya! ¡Esta niña sí que aprende rápido!" llegó a pensar, pero no se lo decía pues consideró volver a aconsejarle que se apuntara a un dojo y en caso de convencerla le diría entonces del nivel que tiene. Cuando estaba a punto de ser las seis de la tarde, Alejandra adelantó las cosas y decidió terminar por ese, puesto que Lisa había ejecutado los katas y las hizo bien. Así que antes de irse cada quien, decidió hablar con ella. -Señora Anne, Lisa ¿Por qué ustedes no se inscriben en un dojo? Especialmente tú, Lisa, te manejas bien, aprendes rápido y no me queda sino felicitarte- -¿En serio? ¿Aprendo rápido dices?- Contestó una inocentemente incrédula Lisa. -Sí, Lisa, aprendes rápido ¿Por qué no vas a un dojo a entrenar?- -¿Por qué no la llevas al tuyo, Alex?- Intervino la madre de Lisa. -Allí recibo clases tarde en la noche, a partir de las 8, además no voy todos los días debido a la universidad- Comenzaron entonces a conversar seriamente el asunto. Alejandra le explicaba a la señora Anne los motivos por los cuales Lisa debe aprender las artes marciales de manera formal, le dio a entender que tenía talento, que podía dedicarse de lleno a aquello. Le habló de las bondades de las artes marciales porque no se circunscribía al ámbito deportivo y de defensa en sí, si no que su educación sería integral, que también recibiría enseñanzas para ser una persona disciplinada, que el karate la ayudaría más todavía a crecer como persona, a desarrollar el espíritu. -Bueno, les pido que consideren eso, tú Lisa, te pido que por favor lo pienses- -Una pregunta Alex ¿Qué tan buena puedo ser?- -¿Qué qué tan buena puedes ser? Eso depende de ti- -Me explico mejor ¿Qué nivel tengo ahorita? ¿Qué cinta me pondrías?- -La cinta no tiene valor como tal, solo indica el tiempo que llevas practicando- -¿En serio? ¿Por qué no me dijiste eso antes?- -Porque me dijiste que solo querías aprender a defenderte- -Bueno, está bien... pero Alex, dime ¿Qué tanto he avanzado?- Lisa se ponía ya muy insistente. -Bueno... ¿Te soy sincera?- Alejandra se ponía un poco juguetona. -¡Anda, vamos! ¡Dime!- Rogó Lisa. -Esta bien. Te encuentras en un nivel más o menos intermedio. Como sabrás las promociones de cintas se realizan en mi dojo cada seis meses y tomando en cuenta eso, en ese mismo tiempo, que es el que llevamos juntas, has tenido un progreso notable- -¿Y?- La señora Anne intervenía. -Su hija señora Anne... Lisa- Ahora miraba a Lisa con ojos cariñosos- ha aprendido en seis meses lo que se puede enseñar en un año... Lisa es una cinta naranja con suficiente talento para recibir una verde... si la promoción fuese mañana mismo- Lisa, que averiguó por su cuenta la nomenclatura y significado de los colores de las cintas, hizo un repaso de los niveles que significaban y al terminar y darse cuenta que en efecto estaba en los niveles intermedios, soltó un gritico de alegría, abrazó a su madre y muy emocionada volvió a preguntar. -¿En serio, Alex? ¿No estás mintiendo para entusiasmarme?- -No, Lisa, yo nunca miento- La chiquilla sonreía y le decía a su madre lo emocionada que se sentía, puesto que solo deseaba aprender a defenderse en una pelea y había conseguido mucho con Alejandra. En ese asunto, Alejandra aclaró. -Cuando comenzamos con esto, dije que te iba a enseñar no solo a pelear, sino también a evitar las peleas, que no utilizaras estos conocimientos para irte a vengar de aquellos chicos o tratar de intimidar a otras y a tus compañeras y amigas, mucho menos fanfarronear por ahí con ellos. No hace falta que te lo repita, pero si decides o no inscribirte en un dojo, seguirás al pié de la letra ese precepto: sólo usarás el karate para defenderte ¿Ok?- -Entendido, maestra Alex- Entonces Lisa abrazó a Alejandra. Despues de unos instantes le preguntó. -¿Dónde queda ese gimnasio?- Luego pasó un mes... Depués de terminar la clase, Alejandra se dirigió al sensei Harrelson a preguntarle por Lisa, quien se inscribió en el horario vespertino, casi a la misma hora que cuando ella la entrenaba personalmente en el parque, por lo que tenía tiempo sin verla. -¿Qué tal va Lisa, sensei?- -¿Lisa? Alex, la verdad, debo decirte que has hecho una buena labor enseñándola, esa niña es una promesa, aprende demasiado rápido y con lo que tú le transmitiste, bueno, va muy adelantada ¡Te felicito!- Respondió el sensei. -Bueno... ¿Se adaptó al dojo?- Alejandra insistía... -¡Claro que sí! Muestra una disposición muy grande para aprender, tanto que para la próxima promoción tendrá su cinta verde, se la merece. Además de enseñarle las técnicas, le has inculcado valores, supiste guiarla. Alex, tú también eres buena, no deberías seguir negándote, puedes enseñar a otros. -¡Sensei Harrelson!- Alejandra suplicaba a su maestro no tocar ese tema. -Bueno, está bien, como quieras, pero recuerda, ya eres cinta negra y pronto transitarás el camino de los danes- -No se preocupe sensei, entiendo lo que quiere decirme... que pase buenas noches, nos vemos mañana- -Igual, Alex, que descanses- Alejandra se marchó a casa junto a Ginnette con una satisfacción muy grande. Tanto que quería llamar a Lisa para charlar con ella y felicitarla, hacía tiempo que no platicaba con ella. Buscó su número telefónico en su agenda electrónica, pero para su sorpresa, se le descargó la batería y como se había deshecho del papel en donde lo anotó, no pudo contactarla. En ese tiempo que había transcurrido Lisa hizo grandes progresos. Como ahora iba de lunes a viernes y las clases duraban más de una hora, la chiquilla aprendió más todavía: tuvo la oportunidad de ver como se desenvolvían los alumnos más avanzados, sobre todo los senpai y los cinturones negros. Pero había visto a Alejandra ejecutar figuras y katas, comparándola con sus compañeros de dojo, llegando a la conclusión de que su maestra era muy buena. -¡Cielos! Alex es mucho más ágil y rápida que muchos de su clase aquí, incluyendo a los hombres ¡Wow! - Le comentó a su madre al principio de las clases. -¿En serio lo dices?- -Tu también la has vistó, mamá- -Bueno, no será mañana porque tengo cosas que hacer, pero te prometo ir a ver tus clases el viernes- -Sí, ven y verás- Su madre asistió a una de sus clases para comprobar que en efecto, a pesar de no conocer mucho de artes marciales, Alejandra no tenía nada que envidiarle a los maestros del dojo. Después vio a su hija y notó que ella era muy diestra. -Lástima que Alex no siguió en señándola- Llegó a la conclusión de que Lisa aprendería más con ella que en el dojo mismo. Lisa no tardó en adaptarse a las condiciones del dojo. Como se lo había dicho Alejandra, ella empezaría desde cero, con una cinta blanca y por lógica debía ocupar el lugar de los nuevos, unos seis muchachos y chicas cuyas edades oscilaban entre los 13 y 18 años. Pero debido a la preparación que tenía luego de seis meses, pronto comenzó a destacarse y al cabo de cuatro semanas era más adelantada del grupo de los nuevos alumnos, pues mientras ellos aprendían las técnicas más básicas, ella observaba a una pareja, hombre y mujer, quienes poseían cinturón verde. Siempre que ellos hacían figuras, Lisa prestaba mucha atención y hubo muchas noches en las que ella recordaba las intervenciones de ese par en la clase. Pronto comenzó a practicar las figuras en su habitación, luego que todos en la casa estuvieran dormidos. A partir de la segunda semana en el dojo comenzó con esta costumbre. Ese era un secreto que tenía bien guardado, pues en el dojo solo se limitaba a aprender, de nuevo, las técnicas, con la diferencia de que las ejecutaba con tal perfección que el maestro le enseñaba técnicas más avanzadas a ella. Al finalizar esa segunda semana, un día viernes, tuvo sus primeros combates y allí demostró lo bien entrenada que estaba antes de llegar al dojo. Su primer rival fue Jéssica, una niña de 12 años a la que venció muy rápido. Después le colocaron a un muchacho de si misma edad, pero de más peso, un gordito llamado Gary que más bien estaba apto para practicar judo o luchagrecorromana, por lo que venció sin necesidad de utilizar no más rapidez que le permitía su peso: cuatros combinaciones y tres buenas patadas conectadas a su rostro le pusieron casi fuera de combate sin recibir ella golpe alguno debido a la facilidad con que los esquivaba. Después vinieron una quinceañera y otro chico también de su misma edad. La primera, de nombre Hannah, era más alta, pero más delgada y con mayor alcance de brazos, siendo la primera que le conectaba buenos golpes desde que aquellos rufianes la agredieron en el callejón. El primer puñetazo lo recibió en un mentón, había sido un gancho de zurda y eso le hizo recordar aquel amargo episodio, atemorizándola. "Tranquila, Lisa, tú puedes derrotarla" se dijo en su fuero interno y decidió concentrarse, encontrando una fórmula: esquivaba los golpes como podía y la envió al tatami en cuatro ocasiones con sendas llaves asombraron a los presentes. A la última llave, el sensei le llamó la atención debido a que la envió al suelo con tal fuerza que la quinceañera se quejó del dolor en la espalda. Inmediatamente vino el chico, un jovencito llamado Stewart que además era gimnasta. Tuvo un poco más de problemas dada la agilidad del rival, pero le conectó suficientes combinaciones y patadas como para que el senpai que hacía de árbitro en ese combate le diera la victoria por mejor técnica. Pero después llegó el mayor de todos. Darryl Cross un chico de 18 años, el más alto y pesado de todos sus primeros rivales, que a pesar de su envergadura, no pudo derrotar a la pupila de Alejandra, mucho más diestra, definitivamente. Por cada golpe que le lanzaba, Lisa le respondía hasta con tres y todos llegaban a su destino: pecho, estómago, barbilla. Dos patadas, una al rostro y la otra al pecho, sumado a dos combinaciones de rectos y una espectacular barrida que envió a su rival al suelo señalaron la más clara y contundente de esas primeras victorias. Porque Darryl le llevaba casi 20 centímetros en tamaño y Lisa demostró una gran velocidad en sus movimientos, golpes y patadas, amén de un evidente estilo para pelear. Todos quedaron asombrados y al sensei, que ya le estaba haciendo un seguimiento, no le quedó mas alternativa que colocarla, a partir de la siguiente semana, en el grupo de los cinturones naranjas, teniendo ella la cinta blanca... tal como Alejandra le había dicho la última vez que se vieron. Y con ellos también destacaba, aunque tuvo unos combates duros en los cuales dividió honores. Al final de esa tercera semana peleó con Mark, un muchacho mayor un año que ella, a quien solo pudo vencer con una sorpresiva patada que lo pescó desprevenido. Ambos intercambiaron golpes, en donde los del chico eran más contundentes, debiendo Lisa apelar a todo lo que había aprendido con Alejandra, pero nisiquiera podía aplicarle las llaves. Entonces no le quedó más alternativa que propinarle patadas, descubriendo ella misma que su forma de pelear con las piernas era muy efectivo, aparte que Mark la subestimó en un momento del combate, bajando la guardia, aprovechando ella de conectarle a la barbilla un tacle frontal, con una flexibilidad asombrosa. Después se las vio con Albert, que para sorpresa de todos, solo duró unos instantes. Se trataba de alguien más experimentado que Mark, pero tras esquivarle un derechazo, Lisa le sacó el aire con un rodillazo al estómago y luego darle un codazo en su oído para después enviarlo al tatami con una patada en la espalda con la misma pierna que usó para el rodillazo. Fue espectacular. El sensei estaba gratamente sorprendido por la habilidad y estilo de Lisa. Así que de inmediato la puso a pelear con uno de los cinturones verdes, Harry. Hasta aquí llegó la buena racha de Lisa, pues, Harry, 18 años, puso a valer su experiencia. Tan solo bastaron unos cuantos rectos bien conectados y patadas bien dadas para que Lisa se diera cuenta que estaba ante un contrincante superior al que no pudo meterle ni un solo golpe. El primer golpe lo recibió en el pecho, que la hizo retroceder. Lisa volvió a cargar, pero esta vez la recibió una patada, también en el pecho. Lanzaría un tercer ataque, pero todos sus intentos fueron esquivados, hasta que Harry la tomó de un brazo y mediante una llave la envió al tatami pero él, sin soltarle el brazo, se puso sobre ella y le marcó un rectro en el pecho y otro en la cara, sin impactarla, ambos golpes acompañados de sus respectivos gritos. Ahí Lisa entendió que estaba derrotada, en un combate real ese golpe a la cara la hubiera dejado sin sentido. Esto la entristeció, pero como se trataba de una persona amable, simpática y respetuosa, se había ganado el cariño de algunos de sus compañeros, así como de los senpai y los maestros, quienes le dieron muestras de apoyo y ánimo. El mismo Harry le tendió la mano, pidiéndole que siguiera adelante. Todos esos episodios que vivió Lisa dentro del dojo llegaron a oídos de Alejandra, quien se sintió altamente complacida por el desempeño de su pupila. Su primera alumna. Ya habían transcurrido cinco semanas, por lo que decidió verla en la clase para comprobar ella misma el nivel que tenía. Así que se las arregló para asistir un día sin que Lisa se diera cuenta de su presencia, pues para ello contó con la ayuda del maestro Peter y sus ayudantes. Desde la ventana de una puerta, la del depósito del dojo, presenció el desenvolvimiento de su alumna. Alejandra sintió una satisfacción que solo le venía desde el corazón al ver a Lisa desempeñarse en la clase. Incluso se sorprendió al verla pelear con los cintas azules en combates demostrativos de técnicas. Pero más todavía se asombró al observarla detenidamente: sus movimientos para ejecutar las técnicas eran muy similares a los suyos propios, siendo evidente que había dejado su sello personal en el estilo de Lisa, una forma de combate que la hacía sobresalir de entre aquellos que estaban en su mismo nivel. -Va a llegar lejos si se lo propone- Dijo Alejandra con una emoción que hacía mucho tiempo no sentía. Tanto que una lágrima se asomó en uno de sus ojos y que corrió por su mejilla antes de enjugársela. Estaba profundamente orgullosa de haber formado bien a su primera alumna. Espero que terminara la clase y salieran todos, para ella ir a encontrarse con Lisa en el pasillo del gimnasio. Lisa la vio y la saludó y abrazó emocionada, pues aparte que tenían tiempo sin verse, sentía un cariño y aprecio muy especial por ella. Alejandra también se encariñó con ella. -Me siento orgullosa de ti, Lisa. Puedes llegar lejos en esto- -¿Sí, maestra Alex?- Respondía Lisa con tierna inocencia. -Por supuesto, amiga mía- Y ambas compartieron un rato, como un par de amiguitas que se conociesen de toda la vida, Lisa contándole su vida en la escuela y en el dojo y Alejandra hablándole de su trabajo y las clases en la universidad, respondiendo preguntas hasta que llegó la señora Anne a buscarla. Se saludaron, conversaron un rato y luego se despiderion, Alejandra debía quedarse puesto que de allí se iría a clases en el campus de la universidad. Entretanto, esa misma noche, Arthur recibía una llamada. -Hola Artu ¿Cómo estás?- Preguntaba la voz. -Bien y tú...- Arthur conocía a su interlocutor, pero... -¡No digas mi nombre! Por favor que esto es confidencial- Interrumpió la voz. -Está bien, como digas...- -Estoy bien, mi esposa e hijos están de lo mejor ¿y tú? ¿Qué me cuentas de los tuyos?- -También están bien, toda la familia...- Arthur se puso a conversar acerca de temas familiares. Incluso le habló de su proyecto para con el negocio, que iba a abrir un nuevo local y que necesitaba personal para poner a producir esa extensión de su negocio, así que la voz casi le proclamó. -Si quieres a algún personal de confianza que te ayude a administrar tu negocio, yo te recomendaré a alguien muy especial- -¿Sí? ¿Desde cuando funcionas como una agencia de colocación de personal? Jajaja- -Tranquilo, Art, que si necesitas de mi ayuda para surgir, cuenta conmigo- -¡Ah! Olvidaba de nuestro pacto- Arthur dijo esa frase y la persona con quien hablaba calló un momento, para luego hablar con regocijo. -¡Me alegra que aún tengas presente nuestro compromiso, Art!- -Tranquilo, que sé que tu misión concuerda con mis ideales- -Te daré el número telefónico de la persona que vas a entrevistar- Luego de apuntar el número, Arthur llamó a la persona. Una voz femenina lo atendió e inmediatamente hablaron de negocios. -Te enviaré los boletos aéreos a tu domicilio ¿Puedes darme la dirtección?- -Correcto, anote...- Al cabo de tres días se apersonó al local de Arthur una chica elegantemente vestida quien solicitó a Stanley hablar con el dueño del local. -Vine para una entrevista. Vengo de Baltimore- -¿Baltimore? ¡Ah sí! Ya le llamó al señor Arthur- Contestó Stanley, quien inmediatamente subió a las oficinas a buscarlo. Luego bajó y le pidió a la señorita que lo acompañara a ver a Arthur. Una vez en la oficina de Arthur se le presentó. -Hola, soy Brianna Magnusson... Ya llegué- -¡Oh! ¡Qué bien! Tome asiento por favor- Los dos rieron por la ironía de las frases Y así, Arthur empezó a entrevistar a la chica. Ella optaba al cargo de administradora del local que ya compró en Portland y que dentro de poco iba abrir. -Una pregunta, señor Windischmann ¿Por qué no contrató a alguien de la ciudad? De seguro era más fácil fichar a alguien que conoce el mercado- Preguntó la dama cuyas gafas le daban aires de intelectual. -Porque un amigo la recomendó a usted y que es una de las mejores- -¿Referencias?- - Sí... No te preocupes, aquí tengo tu curriculum y ya hice todos los contactos con tus anteriores empleadores. Tienes buenas referencias, todos hablan bien de usted...- Luego de indagar sobre la experiencia de la chica, Arthur la dio por terminada la entrevista y la despidió. -Bueno, señorita Magnusson, gracias por venir y espere mi llamada mañana temprano- -Fue un placer, señor Windischmann- Ambos salieron, Arthur con la intención de señalarle la puerta de salida, pero mientras iban bajando por las escaleras hacia la parte trasera del loca, se tropezaron con Alejandra. Arthur se la presentó. -¡Ah! Señorita Magnusson, conozca a Alex Méndez, asistente del administrador de este local- -Ah, ok, mucho gusto, Brianna Magnusson- -Encantada, Alex Méndez- Se estrecharon las manos y Alejandra sintió algo. Su intuición le quería decir algo pero no tenía la certeza de qué. Después de cada quien tomó su rumbo y Alejandra subió pensativa a su oficina. -No se ve mala persona...- Alejandra pensó un momento y se retiró a laborar. A la mañana siguiente, la operadora del hotel donde se hospedad Brianna le notificó que recibió una llamada procedente de Astoria, dándole el número desde donde la contactaron. Inmediatamente llamó y habló con Arthur. -Señorita Magnusson, queda usted seleccionada para ocupar el cargo de administradora, por favor si puede venir esta tarde para la firma del contrato...- -Gracias, allí estaré- Respondió. Después de conversar con Arthur, hizo una llamada desde su celular, curiosamente no se lo había dado a Arthur. Y desde ese aparato dijo lo siguiente. -Ya está hecho. Espero instrucciones- Luego colgó. Pronto, Alejandra iba a saber de las intenciones de esta chica. Continuará... ¿Comentarios? Escriban a vene_wanderer73@hotmail.com