Simplemente... Alex. Por El Bohemio de Caracas. Consecuencias inesperadas. - ¡Yah!... ¡Yah!... ¡Yah!... ¡Yah!... - Estos eran los gritos que se escuchaban en uno de los salones del gimnasio. Y también fuera de él, en los pasillos cercanos del coso deportivo. - ¡Yah!... ¡Yah!... ¡Yah!... ¡Yah!... - Ante la indicación del sensei, los alumnos practicaban los rectos, con una sincronía que dejaba complacido al instructor; cada movimiento ejecutado era acompañado por el grito. Alejandra estaba al frente de una de las filas. Al lado suyo, en la fila de su izquierda, estaba Ginnette, quien trataba de realizar bien los movimientos. Apreciaba la energía con que su amiga latina lanzaba los golpes. Llegó a imaginarse lo fuerte que serían esos puñetazos que le propinó a los white trash, a los cacos latinos y a la madrina de Rosemary. También comprobó que lo contado por Walter respecto a su última pelea no eran exageraciones. La vio ejecutar varios movimientos y técnicas que dejaban sorprendidos a todos en la clase, instructor incluido, quien la nombró inmediatamente su senpai. Claro, le ayudó a retomar cada una de las técnicas con las que había hecho el grado para alcanzar su cinta actual antes de viajar al norte. Sin duda Alejandra era la más aventajada de entre todos los alumnos de ese curso. Ginnette se sentía orgullosa de ella. Hacía ya dos meses desde que decidieron inscribirse en las clases... y tres desde esa última pelea que sostuvo muy cerca de allí. Ya estaban en la fase final del año académico, un momento en el cual todos los profesores se antojan de mandar trabajos y asignaciones, así como aplicar los últimos exámenes. La etapa más estresante para los estudiantes. Un corri corri que ellas dos apaciguaban con las clases de karate. Al principio Ginnette no quería inscribirse, pero fue tanta la insistencia de su amiga mexicana que decidió apuntarse allí. También influyó el relato de Walter, quien decidió contar a sus amigos cómo Alejandra se deshizo de su rival, más alta y más corpulenta. Pronto el curso se enteraría de lo que había pasado entre ella y Rosemary, quien a partir de ese día dejó en paz a nuestra amiga y a Walter. Asistía a clases de manera religiosa, pero no se quedaba en la universidad cuando llegaba la hora de salida. Siguió con su costumbre de no mirar a las personas que no trataba en el salón, pero debía bajar la mirada cada vez que se cruzaba con Alejandra. Hacía todo lo posible para no coincidir con ella, pero ésta no le daba la menor importancia. La lección que le dio a la que fue su madrina había sido suficiente. -¡Yah!... ¡Yah!... ¡Yah!... ¡Yah!... - Los alumnos seguían lanzando los rectos. Después, el sensei cambió la orden y luego, colocándose al frente, empezó a ensayar bloqueos. Los hizo unas cuatro veces y luego ordenó a sus alumnos a que hicieran la maniobra. La hacían muy bien sincronizados, dando un buen espectáculo para cualquier observador que se acercara a ver la clase. -¡Jey!... ¡Jey!... ¡Jey!... ¡Jey!... - Ahora el grito era diferente. Después de ensayar esos y otros movimientos, el sensei ordenó despejar el tatami para las demostraciones de las diferentes técnicas de lucha. Además de los golpes y patadas, por supuesto incluyeron las llaves. El instructor practicaba dichas llaves con Alejandra, su principal asistente y entre ambos daban muy bien la inducción, ya que la mexicana tenía también un amplio repertorio de aquello y sabía qué era lo que le pedía el sensei. Por cierto, Ginnette pensó en eso. Siempre vio a Alejandra como una experta en golpear y patear, pero nunca la había visto aplicarle una llave a algún contrincante, salvo aquella maniobra en la que levantó por encima de su cabeza al white trash. Sabía los detalles de las peleas que su amiga sostuvo y en ellos nunca vio o escuchó decir que su amiga las había aplicado. Llegó a preguntarse qué tan diestra estaba en ello. No tardó en saber que nuestra protagonista también era buena aplicándolas y defendiéndose de ellas. La clase transcurrió hasta el final. Se fueron a las duchas una vez terminadas, luego se vistieron y salieron. Ambas estaban contentas y completamente relajadas y con ese ánimo se fueron a trabajar. Pasó la tarde... Y llegó la noche. Mientras nuestras amigas estaban por cerrar el local, en el rancho Causeway se estaba fraguando un complot. Era Tom, reunido con otras personas, quien estaba ultimando detalles para actuar contra "una representante de la escoria latina que había lastimado a uno de sus miembros". En esa reunión se encontraban el Gran Hermano, su asistente el sabio Roy Harper, el instructor de defensa personal de la Hermandad y algunos miembros del consejo directivo del grupo. Hablaban de lo que le pasó a Mildred. Tom, Rosemary y la propia Mildred quisieron ocultar ese fracaso, pero que va... No pudieron, enterándose la agrupación entera apenas unos dos días después. Sin embargo, tardaron en concretar algún plan para vengar lo sucedido a uno de sus miembros. Tom hacía una exposición de motivos, aunque no les estaba diciendo toda la verdad, no les decía que Mildred había peleado con Alejandra por tratar de hacer un favor a la recién admitida Rosemary Smith. Trataba de encubrir los motivos que verdaderamente movieron a actuar en contra de la mexicana. Tom dijo que la latina se había metido con Rosemary y que esta buscó ayuda en Mildred, quien trató de darle una lección. -Pero lamentablemente esa invasora latina sabía pelear- Agregó Tom. -¿Cómo es eso que "sabía pelear"?- Preguntaba el Gran Hermano. -La latina fue superior a Mildred, señor. Demostró tener dotes de peleadora y usted y los demás miembros de este consejo vieron el estado en que quedó nuestra hermana Mildred. Por eso solicito que busquemos tomar acciones concretas y contundentes en contra de esa extranjera...- -¿Por qué no defendiste a la hermana Mildred tú mismo, Tom?- Preguntaba un curioso Clark. -Hermano Clark: esa chica es muy buena peleadora. La vi deshacerse de tres forajidos centroamericanos ella sola y...- -¡Tú perteneces a una raza superior, Tom! ¡Eres blanco!- Interrumpió con vehemencia Harold Warren, uno de los miembros del consejo. -Tú solo pudiste acabar con ella fácilmente, Tom- Decía Clark a la vez que alzaba una ceja en señal inquisitiva. Tom se quedó callado por unos instantes. Luego dijo: -Mildred pudo acabarla por el simple hecho de que ella pertenece a la nuestra... la raza superior... Supuse eso, todos supusimos eso... Pero el caso es que la latina la castigó...- Un silencio se hizo en la sala. Luego siguió hablando el amigo de Mildred. -Esa mexicana es una experta en artes marciales. Tengo la sensación de que es una peleadora experta. Era muy superior a Mildred en cuanto a técnica...- -Pues entonces démosle una lección con alguno de nuestros hermanos que esté avanzado en nuestro curso de defensa personal- Sugirió el Gran Hermano. Tom inmediatamente pensó en un nombre: el de Martin Bond. Clark lo estaba mirando y se dio cuenta de lo que le estaba pasando por su mente, así que rápidamente recomendó: -¿Por qué no hablar con Martin Bond, nuestro instructor de defensa personal? Él es cinta negra en karate, lo considero idóneo para esta tarea- -¿El hermano Martin? - Repreguntó el Gran Hermano y enseguida miró al instructor en cuestión. Este solo atinaba a quedarse callado, con la mirada en la mesa. -Sí. Él es el indicado para esto. A él le gustaría vengar a su alumna más aventajada- dijo Tom y agregó viendo al instructor -¿No te gustaría?- Martin seguía callado. -¡Señores! ¡Dejémonos de estupideces! ¿Por qué no contratar a un par de pandilleros latinos como ella y que le den su merecido?- Intervino Clark. -¡No! No haremos eso...- Dijo el Gran Hermano y después explicó que se trataba de un problema de ellos. Les dio un discurso acerca de cómo debería actuar el grupo. Les habló del orgullo de pertenecer a una raza supuestamente superior que no debía buscar ayuda en miembros de otra raza que es considerada inferior, mucho menos del grupo étnico al que pertenece Alejandra. También les habló de las implicaciones que tendría el caso, pues debían pagarles a los encargados de darle el castigo. Les recordó: -Señores: esta Hermandad tiene una característica que todos ustedes saben bien. Se trata del perfil. Esta es una agrupación que debe tener bajo perfil, por ningún motivo nadie, ni la prensa, debe enterarse de su existencia, no vaya a ser que el gobierno federal nos vaya a intervenir como a las Milicias de Michigan y al grupo al que pertenecía Timothy McVeigh...- Recordó al autor material del atentado al edificio federal de Oklahoma City en 1995. Un veterano de la Guerra del Golfo que se declaró racista y atacó a una dependencia del gobierno federal norteamericano por considerar que se trataba de un régimen opresor de libertades y protector de extranjeros. Luego de ser enjuiciado, fue condenado a muerte y posteriormente ejecutado. -McVeigh se pasó de la raya...- dijo Harold. -Sí... por eso y por otras cosas, no debemos arriesgarnos y ponernos al descubierto. No podemos darnos ese lujo. Así que apoyo la idea de Tom de hacernos fuertes y desquitarnos de esa latina sin levantar sospechas... Todo dentro de la máxima discreción posible- Todos murmuraron. Si ellos mismos tomaban cartas en el asunto ¿Cómo iban a manejar la situación, qué tan discretos serían? Tom sonrió, al igual que Clark, Harold en cambio se mostraba un poco cauto. Intervino para preguntarle al Gran Hermano: -Señor ¿Cómo haremos para pasar desapercibidos una vez que nos hayamos deshecho de la latina?- -No se preocupe, hermano Harold, recuerde que la Hermandad tiene muchos contactos... y ya se nos ocurrirá algo- respondió el Gran Hermano quien agregó, volviendo de nuevo su mirada a Martin -Hermano Martin ¿Está usted dispuesto a castigar a la latina?- El instructor de defensa personal de la Hermandad no había pronunciado ni una palabra desde que se inició el cónclave. Martin Bond era el alumno más avanzado que tenía el anterior maestro, quien murió de insuficiencia cardíaca. Era un joven muy precoz, puesto que se había iniciado en las artes marciales a los 5 años de edad, destacándose rápidamente y ascendiendo de manera muy rápida hasta llegar al cinturón negro a los 19 años. Pero cuando ingresó a la Hermandad, no fue designado instructor de manera inmediata, ya que el antiguo sensei era tercer dan y él ni siquiera había empezado ese proceso, por lo que quedó de senpai, jerarquía que superaría tras la muerte del instructor encargado. Luego él se haría cargo del dojo de la Hermandad. Había visitado a Mildred en el hospital y comprobó él mismo el estado en que quedó tras su lucha con Alejandra. Sintió consternación y rabia al ver que su mejor alumna había fallado. Quiso reprochar a Mildred por haber sido derrotada, pero al escuchar atentamente la descripción que ella y Tom, así como Rosemary, hacían de la forma de pelear de la latina, quedó convencido de que se trataba de una peleadora muy experta. Llegó a pensar que era cinta negra, igual que él. Luego de escuchar todo el debate, de tanto pensar en el asunto y ante la espera ansiosa del Gran Hermano, Martin se levantó de su silla y respondió: -Acepto la tarea de castigar a esa latina- Tom sonrió de oreja a oreja, pero intervino de nuevo el jefe de la Hermandad. -Muy bien, pero debido a la descripción que nos dio el hermano Tom sobre de la manera de defenderse esta enemiga nuestra, propongo a que te lleves a tus dos mejores alumnos contigo...- Tal proposición no fue de su agrado. Y cuando iba a rebatirla, intervino Tom: -Nuestro Gran Hermano tiene toda la razón. Nosotros no podemos darle ventajas a nuestros enemigos, como se la dieron esos ladrones latinos a los que yo mismo vi como ella derrotó. Ellos se confiaron, nosotros no lo haremos- después miró a Martin fijamente a los ojos. Martin comprendió entonces y terminó de aceptar las condiciones de la tarea. Aunque muy en el fondo algo le decía que no era lo correcto, estaba en su deber de ayudar al grupo. -Acepto el reto, hermanos- Todos se pusieron de pie y comenzaron a orar antes de dar por terminada la reunión, costumbre que siempre llevaban a cabo antes y después de cada reunión importante, dada la tradición protestante de sus miembros. El Gran Hermano ordenó al final de los rezos: -Hermanos Tom, Clark y Martin, ustedes tres elaborarán el plan, mientras que yo haré algunas diligencias para ultimar detalles ¡Manos a la obra!- Así terminaba esa reunión en el rancho Causeway. Pasaron dos semanas desde que la Hermandad decidió vengar la afrenta de Alejandra. Justo en esos días terminaba el año en la universidad y ya nuestra protagonista y sus amigos, pues ahora ya lo son, acaban de promoverse al tercer año de la carrera de Contaduría. Todos aprobaron sus asignaturas y estaban felices. Faltando poco para finalizar el periodo académico, Marla propuso hacer una fiesta en casa de alguno de los amigos del grupo para festejar otro paso dado rumbo a la graduación. -¡Vamos, amigos! ¡Todos vamos a aprobar el año! ¿Qué tal si lo festejamos?- -Tranquila Marla, solo falta la nota de Estadística, el profesor Tsekinis dará las calificaciones el próximo jueves- Dijo Janeth. -Tiene razón, es mejor esperar esa nota, aunque tengo la certeza que ese examen de ayer lo aprobamos- Dijo a su vez Mat. -Claro que no hay que contar los pollos antes de nacer, Janeth tiene razón, pero veo que sería buena idea celebrar nuestro "rendimiento académico"- Intervino Alejandra. Luego agregó -Tengo tiempo sin saber lo que es una fiesta...- -Apoyo la propuesta de Marla- Walter estaba comiendo una hamburguesa. No había almorzado. -Bueno, vamos a esperar entonces, pero estoy segura que todos aprobamos ese examen- contestó la panameña completamente convencida de que así era. Siguieron charlando animadamente en un rincón del salón, el cual ya estaba desalojado. Eran ellos los únicos estudiantes que se quedaron tras terminar la última clase. Minutos después Alejandra y Marla se levantaron y se despidieron de sus amigos. -¡Oh! Ya es tarde, es la una y veinte ¡Yo también debo irme!- Dijo Mat. -Y yo también- agregó Janeth. -Bueno, como soy el único que no tiene mas nada que hacer, me quedaré aquí...- Dijo Walter en tono jocoso, después rectificó -¡Yo también me marcho! ¡Vámonos!- Al final todo el grupo abandonó el salón. Marla, Alejandra y Walter fueron a la parada del autobús, en cambio Mat y Janeth se fueron por otro camino. Los tres primeros pensaron que Janeth y el pitcher estaban pendientes, pues ya notaron que últimamente se habían retirado juntos de la universidad al final de cada clase y todavía lo comentaban en la parada del colectivo. Charlaban animadamente, totalmente alegres y contentos porque ya finalizaron todas las evaluaciones y sabían las calificaciones de todas las asignaturas, menos la de Estadística, de la cual se enterarían en unos dos días. Ya Marla había propuesto celebrar el sábado. -Mañana sabremos en casa de quien vamos a hacer la fiesta- Remató el asunto. Y en eso llegó el bus y lo abordaron. Mientras el autobús reanudaba su ruta, un auto que estaba estacionado en la otra acera, en diagonal a la parada, también iniciaba su marcha. Era un Mustang. Era el carro de Tom, quien estaba junto a Rosemary, Clark y Martin. Habían estado espiando a nuestra amiga, gracias a la labor que hacía la pelirroja -¿Viste a la chica que andaba en jeans, camiseta y tacones? La chica morena de cabello largo. Esa fue la que jodió a Mildred- Decía Tom, señalándola con el dedo. Le decía a Martin, quien estaba un poco incrédulo. -¿Esa pequeña?- Dijo. -Sí, esa "pequeña" que tú llamas también acabó con tres forajidos- Observó el amigo de Rosemary. -Hay que tener cuidado con ella, no hay que confiarse- Remachaba Rosemary a su vez. -Bueno...- Suspiró Martin Y es que el instructor de la Hermandad era un tipo mas o menos alto. Medía alrededor de 1,75 de estatura, además de ser corpulento. -Yo solo podría acabarla, pero les haré caso a ustedes dos- Dijo mientras sacaba su teléfono celular de uno de los bolsillos de su chaqueta y marcaba un número. -Será mejor que nos hagas caso, Martin. Sabemos lo que te decimos- Insistió Tom. -Ya lo veremos cuando le caigamos encima- Martin habló mientras se disponía a esperar a que la persona a la que estaba llamando le contestara, le salió una grabadora pidiéndole que dejara mensaje. Luego de la señal, Martin le dejó un recado -Hola Gordon, te llamaba para vernos mañana en el café Hoods de la plaza; mañana a las cuatro de la tarde. Nos vemos- trancó el celular y en eso Tom puso su vehículo en marcha, con rumbo desconocido. -Rose, ellos están felices ¿qué pasa?- Preguntó a su amiga. -La verdad no sé, pero creo que todos ellos aprobaron las materias... Debo reconocer que también son buenos estudiantes- -Trata de averiguar sus planes del fin de año, Rose- -Tranquilo, con gusto lo haré. Todo sea por destruir a esa maldita- Rosemary frunció el ceño. Al día siguiente, a las cuatro de la tarde, el café Hoods estaba concurrido. En una mesa emplazada junto a la pared, Tom y Martin estaban sentados esperando a una persona. Charlaban para pasar el rato hasta que la figura de un hombre alto y fornido se presentó ante ellos. -Hola Gordon, tan puntual como siempre- Saludó Martin estrechando su mano. -Hola Martin ¿Que tal?- Respondió el recién llegado. -¡Siéntate! A ver ¿Qué quieres tomar?- Preguntó el instructor. -Solo un café, es que tengo una cena esta noche- contestó y después miró a Tom. Martin se dio cuenta y se lo presentó. -¡Ah! Gordon, conoce a un amigo, Tom- -Encantado, Gordon- -Igual- Ambos se estrecharon las manos. Y luego comenzó una conversación. Una charla que se extendió por una hora. Martin había citado allí a Gordon Banks, un ex compañero del gimnasio en donde él aprendió artes marciales, en tiempos del college. Ambos eran muy amigos, pero cuando se recibieron allí cada quien tomó su camino. Hacía tiempo que no se veían. Martin empezó la charla diciéndole a su amigo que le prestara mucha atención. Luego le cedió la palabra a Tom, quien a continuación le relató todo lo sucedido con Mildred. -Ella es una gran amiga nuestra- Observó Martin. Es de hacer notar que Gordon no sabía nada acerca de la Hermandad, por lo tanto, Tom y el instructor fueron lo más discretos posible. Tom le contó la historia. De cómo una chica latina de pequeña estatura peleó, derrotó y humilló a Mildred. No le contó el verdadero motivo de la pelea, sino que se encargó de armar una mentira. -Estábamos en una reunión y ella, junto a unos pandilleros nos abordó en un callejón. Mildred encaró a los ladrones, puesto que ella también es experta en artes marciales. Pero después se enfrentó a esa mexicana. lamentablemente esa latina sabía pelear y al parecer olvidó que el karate es para defensa, nada más...- Tal aseveración era una inmensa calumnia para provocar la indignación de Gordon. Lo consiguió Tom, prosiguiendo. -Sí... la chica sabía pelear... Y muy bien. Encaró a Mildred y la jodió. No solo eso, también la humilló...- A cada palabra de Tom, el amigo de Martin no dejaba escapar gestos de indignación y molestia. Poco a poco tal relato le fue molestando, una estrategia psicológica tramada muy bien por el amigo de Rosemary, al fin y al cabo fue lo que contó a la Hermandad en aquella reunión. Sin embargo, Gordon preguntó a Martin: -¿Es cierto eso, Martin?- -Completamente- -¡No puede ser! ¿Cómo rayos esa chica pudo violar un precepto fundamental en las artes marciales? - Al igual que el instructor de la Hermandad, Gordon era un cultor en del karate, tenía la misma jerarquía de su amigo, o sea, cinta negra, pero era primer dan. Tal relato del amigo de Mildred le hacía enojar - ¡Ya verá esa... ! ¿Y a ustedes, no les pasó nada?- -Bueno, nos robaron, pero como Mildred peleó; y se llevó la peor parte. Además, cuando estaba empezando a darle lo suyo a la mexicana, otros pandilleros intervinieron, a traición. Estaban destrozándola, pero la chica gritó a sus compañeros que la dejaran sola con ella y así lo hicieron... Lo que hizo aquella perra fue comerse lo poco que sus amigotes le dejaron...- Aquella sarta de mentiras convenció a Gordon de que había que hacer algo. Pero si no fue suficiente tan injurioso relato, Tom remató: -Antes de irse con nuestras pertenencias, ellos nos insultaron, dijeron que este país era la peor mierda del mundo, nos humillaron en nuestro gentilicio, amigo mío- -A todas estas ¿No fueron a la policía?- -Tú sabes que ellos están un poco de manos atadas. Tu sabes... desde que aquellos estúpidos policías de Los Ángeles golpearon a Rodney King, ahora no pueden meterse mucho con las minorías...- Intervino Martin. -¡Pero es que esto no puede quedarse así!- Clamó Gordon. -Por eso te cité. Porque debemos tomar cartas en el asunto. No solo le daremos una lección a esas perra sino que mandaremos al infierno a esos pandilleros- -¿Cuántos eran Tom?- -Eran unos siete, junto a ella, pero a la mayoría los arrestaron ¿No viste la noticia del arresto de unos tres ladrones hace unos meses? Los vi en el diario y estaban presentes aquella noche. No sé que será de los otros cuatro. Pero sabemos lo que hace la chica. A ella la ubicamos en un barrio del centro de Astoria y como fue ella quien humilló a Mildred y nos insultó gravemente, propongo que la agarremos a ella primero. Estoy seguro que nos dirá en donde se enconchan sus compinches- Ya convencieron a Gordon. Por lo que se aprestaron a armar un plan. El amigo de Tom dijo: -Avisaré a Dylan, por si acaso nos topamos con una sorpresa... Quien sabe si para el momento que la agarremos ella está acompañada por sus compinches... Podríamos matar varios pájaros de un solo tiro...- -¿Quién es Dylan?- Preguntó Martin. -Un compañero de trabajo que también sabe pelear- -¿Qué cinta es?- Preguntó Tom. -Es marrón, pero tiene futuro, se está dedicando a la disciplina. Ha ganado torneos y competencias- -¡Muy bien! Esto es lo que haremos- Así armaron toda la tramoya para emboscar a Alejandra y a sus supuestos secuaces. Lamentablemente para Gordon, y también para Dylan, su amigo, estaban prestándose para una mentira y no lo sabían. Llegó el día en que el profesor Tsekinis haría la entrega de las notas del último examen y la calificación definitiva de la asignatura. Todo el curso se agolpó a la puerta del cubículo del docente en el área de profesores. Mat, Janeth, Marla, Walter y Alejandra aprobaron el examen y la cátedra. Todos estaban ya cursando el tercer año de la carrera, lisos, al pelo, sin haber reprobado materia alguna. Rosemary también aprobó la asignatura. Y como lo había propuesto la panameña, los muchachos decidieron hacer la fiesta.. El lugar escogido fue la casa de Mat. Mat era hijo único. Esa noche sus padres no iban a estar, así que el pitcher no puso reparos cuando los muchachos le preguntaron si podían armar la celebración en su hogar. Se decidió entonces hacer la celebración allí. Mat iba a invitar a algunos de sus amigos en la selección de beisbol de la universidad. Marla iba a llevar a Abelardo, su antiguo compañero de trabajo en su tierra natal, Janeth y Walter no dijeron si iban a llevar amigos al lugar. Mientras que Alejandra solo pensó en Ginnette. Pero al pensar en ella recordó que ese día sábado debía trabajar, por lo que iba a llegar tarde a la reunión. Llegó el sábado. Y se hizo de noche. Alejandra y Ginnette se dispusieron a cambiarse en el baño de personal del local del Sr. Windischmann. Estaban de buen humor pese a la dura jornada que les tocó vivir ese día allí. Se cambiaron y se dispusieron a ayudar al resto de sus compañeros a cerrar el local. Lo hicieron y tomaron un taxi rumbo Cheapside street, la calle donde vive Mat, no tardaron mucho pues estaba relativamente cerca. Llegaron a casa de su amigo a las 11 y 20 de la noche. Ambas se presentaron en la reunión vestidas de lo mas casual: Ginnette con un vestido largo ceñido al cuerpo que la hacía verse sexy, mientras que Alejandra tenía blusa blanca y pantalón rojo que combinaba con un par de botas del mismo color y que le cubrían sus piernas hasta un poco más abajo de las rodillas. Los pantalones se los puso por encima de dichas botas. La reunión transcurrió de lo mas normal con los muchachos y sus amigos disfrutando de lo lindo su pase al tercer año de la carrera. Se hicieron las dos de la madrugada y ya varios invitados se dispusieron a irse, entre ellos Walter y Marla junto a sus respectivos acompañantes. Se hicieron las tres y solo quedaban algunas personas, los amigos de Mat sobre todo. A las cuatro de la mañana Alejandra y Ginnette decidieron marcharse. Fueron a la calle y se dispusieron a esperar por un taxi. Ninguno pasaba y estuvieron frente al edificio de Mat por más de 20 minutos. Ginnette no quiso seguir esperando y sugirió a su amiga: -Vamos a ir caminando a la avenida Coventry, por allí vamos cortando camino- La avenida Coventry era una de las principales arterias viales del sur de Astoria y se dirigía hasta el centro de la ciudad. Por lo general era uno de los sitios más seguros de la localidad, por lo que la recomendación de Ginnette estaba fundada. Pensaba ella que no iban a tener problemas mientras caminaban por allí. Ambas estaban cansadas. Y lo más curioso: a pesar de haber pasado cinco horas allí en una fiesta, ambas estaban sobrias. Ninguna de los dos es amiga de los tragos, durante la velada decidieron probar uno que otro trago, especialmente al momento del brindis pero en el resto de la noche no probaron ni un solo trago de licor. Los demás si bebieron, de hecho Walter se retiró ebrio. Mientras caminaban conversaban y comentaban acerca de la fiesta. A Ginnette le llamó la atención que en un momento dado de la misma, Mat y Janeth desaparecieron durante varios minutos. Llegó a sospechar que los dos tuvieron un encuentro en alguna habitación de la casa del pitcher. -Puede ser que consumaron esa atracción- Dijo Ginnette después de oír de su amiga que ellos dos estaban pendientes. Seguían caminando y charlando, hasta que en un momento dado, Alejandra se sintió sobresaltada al ver un vehículo que iba en la misma dirección que ellas dos, salvo que nuestras amigas se encontraban en la otra acera. Ella miró al vehículo el cual no detenía su marcha, aunque iba a poca velocidad. Lo vio alejarse. Siguió charlando con su amiga, sin percatarse que unas dos cuadras más adelante el auto daría la vuelta en "U" y enfilaría en sentido contrario acercándoseles. Esta vez las dos se dieron cuenta al ver las luces del mismo que se dirigían a ellas. De repente, ambas tuvieron un mal presentimiento. -¡Crucemos a la otra acera!- Fue la idea que se le ocurrió a Ginnette. La avenida era mas o menos ancha, dividida por una amplia y elevada isla, por lo que el vehículo no podía saltarla. Cruzaron antes que les llegara. El auto siguió su marcha, pero recién había cruzado una esquina, por lo que vieron cómo giraba de nuevo. Esta vez iba a mayor velocidad. Ambas decidieron correr. -¡Coño! ¡No hay nadie por aquí! ¡Cómo la otra vez! ¡Chin...!- Dijo Alejandra en español. En efecto la vía se veía desolada, ni un alma, ni un auto, salvo ellas dos y el vehículo que las seguía. El vehículo aceleró más la marcha, las alcanzó y las pasó, para después interponerse en la siguiente esquina. De él bajaron dos hombre altos y fornidos. -¡Alto! ¡Quietas!- Ordenó uno de ellos. Las dos cruzaron de nuevo la avenida a toda marcha, los hombres fueron tras ellas y el auto también. Ambas corrían lo más rápido que podían, pero todo el derroche de energía en la fiesta les pasó factura pues los dos hombre las alcanzaron, ni qué decir del auto, que se les atravesó en plena acera. -¡Calma Ginnette!- Dijo Alejandra al ver que su amiga estaba presa de nervios. -¡Bueno! ¡Ya las tenemos!- Uno de los hombres festejó el final de la carrera. El conductor, que se había bajado rápido del vehículo, y los dos hombres que las persiguieron a pié las rodearon. Uno de ellos dijo, dirigiéndose a la mexicana: -¡Oye tú! ¿Es cierto que sabes pelear?- Alejandra se quedó atónita, no supo que responder al momento. El hombre volvió a preguntar. -¿Sabes pelear? A nosotros nos dijeron que sí ¡Queremos que nos muestres de lo que eres capaz!- Era Martin Bond, quien tripulaba el auto. -¡Sí!... Queremos ver cómo te desempeñas ante gente que también sabe pelear ¡Maldita perra latina!- Contestaba a su vez un hombre fornido: Gordon Banks, quien estaba detrás de ellas, junto a Dylan. -¡Alex! ¡¿Qué está pasando?! ¡¿Los conoces?!- Ginnette estaba muy nerviosa. -¡No! No conozco a ninguno de estos locos ¡Lo juro! ¡No sé que diablos está ocurriendo aquí!- -Por supuesto que no nos conoces, maldita- Replicó Gordon. -Somos amigos de una chica que jodiste impunemente junto a tus compinches ¡Ladrona!- Soltaba Martin. -¡¿Qué!? ¡¿Yo ladrona?! Oigan ¡¿De qué hablan ustedes?! ¡No sé nada de lo que están diciendo! ¡Ustedes me están confundiendo!- Dijo una asombrada Alejandra. -¡Claro que no! ¡Tú eres la chica que golpeó salvajemente a nuestra amiga! ¡Lo que pasa es que te haces la desmemoriada! ¡Maldita! ¡Dejémonos de ridiculeces y acabemos con ella de una vez!- Bramaba Gordon. Alejandra estaba tan nerviosa que no podía pensar bien. En un momento dado recordó un episodio: Su pelea con Mildred. Se sintió un poco más segura y replicó. -Yo no sé de qué rayos están hablando ¡Díganme ustedes a quien robé, a quien jodí!- -Jodiste a una amiga nuestra... eso es todo- Dijo Martin quien con una seña ordenó a Dylan que atrapara a Ginnette. Inmediatamente lo hizo, se abalanzó sobre la amiga de Alejandra, la tomó de un brazo y la inmovilizó, llevándosela a la retaguardia junto a Gordon. Ginnette no pudo defenderse pese a los gritos de Alejandra, quien trató de intervenir, pero Martin interponiéndose en el camino no la dejó. La empujó violentamente contra la pared. Y después le conminó: -¡Vamos, perra latina! ¡Levántate! ¡Vamos!- Alejandra pasó del estupor a la rabia. En su fuero interno no podía comprender bien la actitud de aquellos hombres ¿En verdad la estaban confundiendo con alguien o eran amigos de Mildred? Pronto lo iba a saber. Se levantó del suelo y vio cómo inmediatamente su rival adoptaba pose de combate. Ella dudó un poco en hacerlo, pero no le quedó más alternativa que hacerlo. Trató de dominarse pues todavía se sentía aturdida. Y así empezaba un nuevo reto para nuestra amiga. Ambos se cuadraron en poses de combate. Martin andaba con unos jeans y una franelilla, así como unos zapatos deportivos, mientras que Alejandra seguía con su indumentaria de la fiesta. La blusa, los pantalones, también jeans casuales y las botas largas. Increíblemente no se sentía incómoda para nada. Pero la diferencia corporal entre ella y Martin era notable: mientras el instructor de la Hermandad era un tipo de alrededor de 1,75 de estatura, de contextura normal pero con buen desarrollo muscular, Alejandra era pequeña jovencita de porte de modelo y de 1,65 de estatura. Ginnette gritó: -¡Por Dios! ¡Alex! ¡Ten cuidado! ¡Este tipo sabe pelear!- Alejandra no prestó atención a las desesperadas advertencias de Ginnette. La calle, estrecha, entre un par de edificios que se asemejaban a fábricas, estaba terriblemente sola, ni un alma. Al parecer el destino no quiere que la ciudad de Astoria sepa todavía que alberga a una estudiante universitaria oriunda de México capaz de batirse en combate de artes marciales contra todo tipo de oponentes, hombres incluidos. Luego de unos instantes, Martin amagó tres veces seguidas con lanzar un golpe, obligando a Alejandra a armar su defensa como sabe hacerlo. Pero más rápido que inmediatamente, el instructor de la Hermandad se le fue encima, convertido en una máquina de lanzar golpes. Lanzó una combinación de rectos que nuestra amiga pudo bloquear no sin sentir la fuerza de aquello puños "¡Rayos! ¡Este sí que es fuerte!" Pensó. Martin volvió a la carga y esta vez fueron varias combinaciones de rectos: izquierda, derecha... bloqueados... otra izquierda, otra derecha, con igual resultado. Una tercera combinación, más rápida que las anteriores abrió la defensa de nuestra amiga y un puñetazo de derecha se coló en el rostro de nuestra amiga, quien cayó al piso. Ginnette sintió como se le revolvía el estómago, mientras que Gordon y Dylan reían burlonamente. -¡Párate!- Ordenó Martin, que no dejaba de moverse de un lado a otro mientras veía a Alejandra tirada en el piso. Alejandra se llevó la mano al mentón, le dolía. Se incorporó y se cuadró. Soportó el dolor. Martin volvió a la carga; hasta ahora solo se limitaba a lanzar golpes, esta vez combinó los rectos con ganchos que eran bloqueados denodadamente por nuestra amiga, quien se estaba defendiendo ante un rival sumamente rápido. No había enfrentado a alguien así... hasta esa noche. -¡Maldición! ¡Este tipo sabe moverse! ¡Hijo de la chingada!- Alejandra lo insultaba en su fuero interno mientras trataba de contener aquellos ataques. El instructor lanzó un recto de derecha, luego un gancho de izquierda, todo a una velocidad trepidante. Ambos golpes fueron bloqueados. Volvió a cargar, pero invirtió el orden, comenzó con un recto de izquierda y después quiso darle un gancho de derecha. Resultado: Alejandra logró agacharse para esquivar el gancho y lanzando un chillido, le golpeó el pecho con un violento recto de derecha que hizo que su rival fuera repelido hacia atrás unos cuantos pasos. Fue un golpe tan seco que estremeció al instructor, dejando sorprendidos a Gordon y a Dylan. Ginnette se tranquilizó. Martin se sorprendió de sobremanera. Fue una suerte para él el estar preparado físicamente. Pudo soportar el golpe, pero quedó asombrado por la maestría con que su rival femenina lo golpeó. A continuación, Alejandra tomó la iniciativa, espoleada por el resultado de su maniobra. Corriendo hacia él, trató de pegarle una patada frontal en la cara del instructor, pero este se la bloqueó; intentó tomarle el pié, pero Alejandra logró recoger su pierna para después lanzarle otra patada, esta vez fue giratoria. Martin se agachó y le golpeó el muslo para después tomárselo. Alejandra se dolió y gimió. Inmediatamente después, el instructor golpeó su estómago y pecho con rectos de derecha. Luego le golpeó la cara derribando a nuestra protagonista. Ginnette gritaba que no. -¡Alex! ¡Levántate!- Imploraba su amiga a viva voz, mientras Dylan trataba de contenerla. Alejandra quedó aturdida en el suelo, mientras su rival bailoteaba a su alrededor, insultándola. Tras unos instantes pudo incorporarse y ya estaba en pose de pelea. Desde aquel combate con el senpai del dojo de Guadalajara nuestra amiga no recibía un castigo de tales proporciones. No se le veía muy bien. Y dentro de ella su autoestima estaba afectado. Sin duda que el último golpe le hizo daño, estaba un poco mareada. Aún así seguía luchando valerosamente, lo increíble es que pese a recibir castigo, no se sentía amilanada "Debo encontrar la manera de vencerlo" Pensaba ella. Pero a la vez sentía temor. Volvió a la carga, lanzó tres combinaciones seguidas de rectos, el hombre bloqueaba y bloqueaba, pese a que estaba un poco disminuida, atacó con todas sus fuerzas y comenzó a emplear más velocidad. No había gritado para imprimir la fuerza de sus puños, ahora lo hacía. Volvió a atacar, pero esta vez los golpes eran variados: recto de derecha, gancho de izquierda, una patada de derecha, todo bloqueado, Martin lanzó un gancho que Alejandra esquiva aganchándose y a la vez aprovecha para conectarle un upper de derecha a la barbilla de su contrincante. Este golpe surtió efecto, pues le hizo perder el balance y nuestra amiga con toda la rapidez que podía, aprovechó de propinarle un recto de izquierda a su pecho y luego rematar la faena con una patada giratoria de pierna derecha, todo a velocidad supersónica. Esta vez el instructor no pudo bloquear y recibió el tacle en su mentón derecho, cayendo de boca al suelo dada la fuerza de la patada. Gordon fruncía el ceño y Dylan estaba boquiabierto. -¡Muy bien! ¡Alex! ¡Eso estuvo genial!- Gritaba emocionada su amiga. -De verdad esta perra sí que sabe pelear- Pensaba Gordon. Alejandra se quedó en un katá esperando que su rival se levantara. La patada fue muy fuerte y bien conectada, puesto que Martin, en el suelo, agitaba la cabeza de un lado a otro. Se levantó con cierta dificultad y se tocaba el mentón: tenía una herida que sangraba profusamente, manchándole el pecho. El tacón de la bota de su rival femenina lo lastimó. Gritando cargó con furia contra nuestra amiga, pero Alejandra ya lo esperaba. El instructor perdió un poco de velocidad y esta vez nuestra amiga esquivaba con un poco más de facilidad sus golpes. El hombre incluyó patadas en su repertorio, pero Alejandra también las bloqueaba. En eso, Martin lanzó un recto de derecha, Alejandra lo esquivó pero en una maniobra que sorprendió a su rival, le tomó su muñeca con ambos brazos, giró sobre sí misma a la vez que aplicaba una patada de revés a su cabeza y entonces hizo presión sobre su brazo a la altura del codo, partiéndoselo. Le volvió a propinar una patada de lado a sus costillas. Martin sintió el castigo y cayó de nuevo al piso, con un dolor intenso en su lastimado brazo. -¡Vamos, párate!- Gritó en español una furiosa Alejandra; pese al dolor por los golpes recibidos ya había agarrado confianza y su sangre hervía al ver que no era tan fiero el rival. Volvió a gritarle. Martin se levantó con dificultad, tomándose el brazo derecho que lo tenía casi inutilizado "¿Quién demonios es esta chica? ¡Pelea como los dioses!" Pensó. Entonces miró de reojo a sus compinches, siendo Gordon el primero en entender el mensaje. Este le dijo a Dylan: -¡Dame a la chica y ve a ayudarlo!- Dylan obedeció, le dio a Gordon su presa y fue tras Alejandra. Ginnette forcejeaba pero le fue imposible escapar de los brazos del amigo de Martin. -¡Cuidado Alex!- Alertaba Ginnette. Alejandra volvió su mirada atrás y de repente fue sorprendida por una andanada de golpes. Varios puñetazos hicieron impacto en el cuerpo de la mexicana quien apenas podía defenderse. Dylan atacaba sin desmayo, lanzando todo un repertorio de golpes y patadas, logrando alcanzarla en la cara y en el pecho, provocando dolor terrible en nuestra amiga, quien valientemente soportaba todo aquel sufrimiento para no quedar fuera de combate. Lamentablemente para el trío de vengadores, Dylan creyó tenerla a su merced y no se comportó como un peleador serio; también mancharía el color de su cinta, que era el mismo de su rival, al caer en el error de atacar y atacar de manera desordenada. Dylan sin duda estaba obnubilado por el estilo de pelea de la mexicana, pensó más en ella que en él mismo, no supo medir y mucho menos apreciar sus posibilidades ante una rival desgastada físicamente. -¡Cuidado Dylan!- Gritó Gordon, pero ya era tarde, Alejandra había descubierto un resquicio por donde colar un golpe. Y no fue un golpe. Fue una patada frontal directamente conectada a las partes íntimas de su segundo rival. Dylan sintió que el pie de la mexicana le reventaba las bolas y un dolor inmenso se apoderó de su ser. Cayó de rodillas al suelo y cuando Alejandra se disponía rematarlo con una patada a la cara, Martin se le fue encima, por la espalda. Aprovechando su mayor envergadura y fuerza física, pese a estar lesionado de un brazo, logró empujar a Alejandra contra una pared, estrellándole la cara contra la misma. La mexicana sintió un fuerte golpe en la cabeza y era presa del dolor. -¡Maldito!... ¡Traidor!- Gritaba en español mientras trataba de quitarse de encima al instructor. Haciendo un esfuerzo casi sobrehumano, comenzó a luchar contra Martin; le propinó varios codazos y pisotones los cuales hicieron mella en su rival y pudo liberarse. El otrora cinta negra de la Hermandad estaba siendo vencido por una chica de menor tamaño y corpulencia, pero peor aún, por una peleadora que bien pudiera ser su senpai. Definitivamente el maestro que tuvo en Guadalajara, el mismo que preparó a su novio Edgardo, era muy, muy bueno. Y Alejandra tuvo la fortuna de ser su alumna... y la más aventajada. Para suerte del instructor, no había nadie que le pudiera develar esa realidad, sino, su humillación hubiese sido muy grande. Alejandra se volteó y entonces comenzó a propinarle golpes. Gancho de izquierda, gancho de derecha... otra vez izquierda, otra derecha... una combinación más de ganchos antes de cambiar a un upper de derecha y luego hundirle el codo de ese mismo brazo en su estómago, para después terminar con una patada lateral a su rostro. Lo derribó, siendo el final de Martin. Gordon no podía creer lo que estaba viendo. Dylan todavía estaba en el suelo retorciéndose de dolor y Martin yacía desmayado frente a una Alejandra que marcaba un katá al tiempo que lanzaba un grito. Entonces se decidió a actuar. Agarró a Ginnette, la puso de frente y entonces le propinó un derechazo a su boca, noqueándola. Alejandra vio eso y se llenó de furia. Gordon fue por ella y entonces le dijo: -Creo que te subestimaron ese par de imbéciles... ¡pero conmigo vas a ver!- Acto seguido se quitó la camisa y después se cuadró, mostrando la contextura física de la que estaba hecho, pues Gordon eras un tipo muy musculoso -¡Anda, vamos! ¡Ven si crees que puedes vencerme! ¡Ven si puedes hacerme pagar por lo que le hice a tu amiguita!- Tuvo la idea de provocar a su rival haciendo referencia a lo que le hizo a Ginnette, pues vio que Alejandra se quedaba asombrada por su físico. Sin duda alguna, la mexicana estaba ante el rival más fuerte que había tenido desde que comenzó la práctica de artes marciales y Gordon supo leer en su rostro esa expresión de asombro, por lo que no dudó en provocarla para no dejar que se le apagara ese furor de haber peleado con dos hombres expertos y vencido a ambos. -¡Uy! ¡Este hombre es una mole!- Se había dicho Alejandra en su fuero interno -Pero ¡Ni modo! ¡No me va a intimidar el fisiculturista inflado este!- Trataba de no dejarse dominar por el miedo. Acto seguido fue por él, quien la esperaba. Alejandra lanzaba golpes y patadas pero Gordon los esquivaba y bloqueaba con un estilo mas depurado que el de sus anteriores rivales. El fortachón amigo de Martin hizo lo que los otros no hacían: leía las intenciones de Alejandra y le anticipaba sus movimientos, golpes y patadas. Dejaba que la mexicana lo atacara y atacara. Cuando ella paraba, Gordon le decía: -¿Esto es todo? ¿Ya no tienes más que mostrarme?- Alejandra caía en la provocación y volvía a arremeter contra él, pero ya no tenía la misma fuerza del principio. Tampoco la velocidad, por lo que pronto se convertiría en presa fácil de su... Primer verdugo. Gordon tuvo una serie de factores a su favor: Vio luchar a Alejandra, estudió su estilo, su modo de pelear; también su rival fue sometida a un castigo inicial, recibiendo golpes certeros y lo que es más importante, estaba cansada. Los golpes también hicieron mella en su físico. Le dolía el pecho y la cabeza. Sin embargo soportaba todo ese sufrimiento como una valiente amazona. Por lo tanto, en la primera oportunidad que tuvo para contraatacar, Gordon le propinó unos golpes demoledores. Al bloqueo de un gancho, siguió un recto de izquierda que reventó en el rostro de su rival, después el fornido aliado de Martin arremetió con todo lo que tenía: gancho de derecha de nuevo al mentón, recto de izquierda al pecho, un upper de derecha también al pecho, una patada lateral al rostro de nuestra amiga, quien definitivamente acusó todos los golpes, los más fuertes que haya recibido jamás. La patada la mandó contra una pared. El único que observaba ese castigo fue un medio recuperado Dylan, ya que Ginnette y Martin estaban inconscientes. Por primera vez desde que Alejandra pisó suelo estadounidense, se encontró ante un rival que le estaba propinando un verdadero castigo. Se estrelló de espaldas contra la pared, sintió que sus fuerzas le abandonaban y vio como Gordon se acercaba. Trató de defenderse lanzando golpes pero estos eran esquivados y bloqueados. El último golpe lanzado por Alejandra fue un recto de izquierda que fue atajado por la mano derecha de Gordon. Su mano envolvió el puño de nuestra amiga y comenzó a apretarlo. Alejandra sintió como su mano era triturada por la del fortachón y empezó a gritar. Sus gritos no eran escuchados. Además, para causarle aún mas daño, Gordon retorció el puño y la muñeca de Alejandra, provocándole un dolor intenso. Por primera vez nuestra amiga lloraba en un combate. Después el amigo de Martin la atraería hacía sí y le propinó un recto de izquierda en la boca de Alejandra, estrellándola de nuevo contra la pared. En eso, Dylan se incorporó y lentamente se acercó a dónde ambos peleadores estaban. Y fue una buena idea la que se le ocurrió, puesto que, con asombro, vio cómo Alejandra demostraba que no era una peleadora fácil de dominar. Estaba a merced de la fuerza de Gordon y lucía descompuesta, pero en lo que el fortachón se acercó, tuvo arrestos para propinarle una patada también en sus bolas. Gordon acusó el golpe, maldiciéndola y retrocedió un poco tomándose sus partes adoloridas. Alejandra puso una rodilla en el suelo, tomándose su mano magullada. Entonces quiso levantarse para propinarle patadas a su rival, solo que no se había percatado de la presencia de Dylan, quien se puso detrás de ella. Y cuando iba por Gordon, Dylan se acercó y la tomó por detrás, aplicándole una llave tipo Nelson. Alejandra, presa de la desesperación, comenzó a forcejear pero estaba débil y no podía liberarse de aquella llave. Gritó Dylan: -¡Vamos Gordon! ¡¿Qué esperas?!- Gordon, aún con sus partes íntimas doliéndole, se incorporó y fue a donde estaba su compinche tratando de dominar a la aguerrida peleadora. Entonces le conectó un tremendo recto de derecha en sus labios. Tal puñetazo terminaría de desarmarla por completo y el fortachón ordenó a Dylan que la soltara, que ya no había necesidad. La soltó y Alejandra aún se mantenía en pié, pese a que estaba casi ida. Hacía rato que sus labios estaban partidos debido a tanto castigo y sangraban profusamente; tanto que manchó los nudillos de Gordon, quien a continuación empezó a molerla a golpes. -Esto es por lo que le hiciste a Mildred primero y a Martin después ¡Perra!- Primero empezó con una combinación de ganchos a sus costados, luego cambió a rectos... derecha... izquierda... derecha... izquierda, todos al pecho. Gancho de derecha, gancho de izquierda, los dos a la cara, upper de derecha a su barbilla, codazo a su estómago con la misma derecha y después levantó ese brazo para golpear de nuevo la boca de nuestra amiga que ahora lucía indefensa. Voló un diente y la sangre brotó debido a la acción del puñetazo. Luego cambió a patadas empezando con una lateral a su pecho, levantándola del suelo y siempre pegándola contra la pared, luego cambió a otra frontal que le dio en la barbilla, siendo este el golpe más devastador, pues Alejandra cayó de rodillas. Pero antes de terminar de ir al suelo, Gordon la tomó por los cabellos y luego le dijo: -Esto es también por maldecir a mi país... la tierra que te está dando de comer ¡Maldita!- Acto seguido, la levantó del suelo, le propinó un par de azotes con sus manos en revés para finalizar dando la vuelta y conectarle una patada hacia atrás, gritando fuertemente, la cual hizo explosión en la cara de nuestra protagonista, quien a partir de ese instante comenzó a ver todo negro y ya no sentía dolor. Fue todo. Sin mirarla, completamente seguro de haberla noqueado, Gordon se retiró junto a Dylan y entre los dos se llevaron al todavía inconsciente Martin al auto, marchándose a toda velocidad. Alejandra y Ginnette quedaron inconscientes en el suelo, pero sería la nativa de Wyoming la primera en recuperar el sentido. Cuando lo hizo, vio una escena que la dejó aterrada. Vio a su amiga Alejandra, tirada en el piso al pié de una pared, completamente inconsciente, sangrando por la boca. -¿Alex? ¡Alex! ¡Noooooooooooooooo!- Ginnette salió corriendo a abrazarla. La tomó y trató de reanimarla, pero no, Alejandra no reaccionaba. Entonces gritaba auxilio, pero nadie iba en su ayuda. La madrugada de Astoria vio a Ginnette sentada en el suelo acariciando el maltratado rostro de Alejandra en sus piernas. Lloraba desconsoladamente. Fue la primera derrota de nuestra protagonista en un combate real. Se topó con alguien que la superaba... Sin embargo, ninguno de los involucrados sabía de la verdadera jerarquía de nuestra protagonista... Fue una golpiza brutal la que recibió Alejandra ¿Podrá recuperarse? Y eso en lo físico. Si así fuera ¿Tendrá la misma fortaleza anímica de antes? Ahora que se sintió derrotada... Lo sabremos más adelante. Señores, este fue un capítulo esperado por muchos; después de leerlo, por favor, ruego escriban sus comentarios inmediatamente a mi correo: vene_wanderer73@hotmail.com