Simplemente... Alex. Por El Bohemio de Caracas. Enfrentando a Mildred. Son las cinco y media de la mañana. Ginnette duerme plácidamente, pero una serie de sonidos extraños la perturban. Abre un poco los ojos y presta atención a dichos sonidos, pero no escucha más nada y trata de conciliar el sueño. Cuando intenta hacerlo, los ruidos comienzan de nuevo, esta vez con más frecuencia. Ginnette termina por despertarse. Lo que a la oriunda de Wyoming le llama la atención es que parecían ser unos fuertes siseos, como si alguien estuviera soplando muy fuerte. Comenzó a prestar atención, y escuchó una voz que ahogaba una especie de grito. -¡Yah!- Es lo que consigue escuchar. Se levanta al percatarse que esos sonidos no tienen lugar en la calle, pues dormía con la ventana abierta, sino que provenían dentro del apartamento. Por un momento se alarmó, pero luego se extrañó cuando creyó que los ruidos provenían de la habitación de Alejandra. Se incorporó lentamente. Abrió con mucho cuidado la puerta de su habitación; luego se dirigió al aposento de su amiga mexicana, comprobando que, en efecto, de allí venían esos siseos y raros sonidos, decidiendo entonces asomarse por el agujero de la cerradura. Vio algo que la dejó asombrada... y extrañada también. No podía ver el cuarto en toda su extensión, pero pudo observar lo suficiente como para contemplar a su amiga ejecutando una serie de movimientos y ejercicios de artes marciales. Notó que su cama la había arrimado hacia una pared y estaba en el centro de la habitación haciendo movimientos típicos de una experta luchadora. -¡Usss!... ¡Yah!... ¡Jey!... ¡Yah!- Alejandra terminaba los movimientos con un siseo o un gritico ahogado, según el tipo de maniobra que hacía. Ginnette se preguntó por qué estaba haciendo esa rutina en plena madrugada, antes del amanecer. Decidió tocar la puerta. -Alex... Alex, por favor, abre...- Alejandra interrumpió su rutina. El llamado de Ginnette le sacó de concentración, entonces le abrió. -Pasa, Ginnette...- Ginnette cerró la puerta tras de sí y entonces se dedicó a ver a su amiga reanudando las rutinas. No quiso hacer comentarios, solo se puso a ver. Era la primera vez que veía a Alejandra hacer katás. No se animó a preguntarle nada pues no quería desconcentrarla, pero además estaba sorprendida por aquel extraño ritual de su amiga. Se sentó en la cama para verla bien. Así transcurrieron los minutos, observando los movimientos firmes y enérgicos que hacía la mexicana. Pronto se hicieron las seis de la mañana y entonces Alejandra dio por terminada esa improvisada sesión. -Oye Alex ¿Se puede saber por qué?- Preguntó Ginnette. -No me preguntes Ginnette, solo sé que no podía dormir. Eso es todo- Respondió Alejandra mientras se sentaba junto a su amiga en la cama. -Vaya, amiga mía, la verdad es que eres una experta. Nunca habías hecho estos ejercicios- -Desde que llegué aquí no me había dedicado a hacerlos. Pienso inscribirme en el gimnasio de la universidad para retomar esto- -¿Y eso, Alex?- -Bueno. Te digo que siento una necesidad, una tremenda necesidad de asistir a clases de karate. Necesito retomar mis conocimientos. Hoy estuve haciendo las últimas rutinas que hice allá en Guadalajara y siento que no las estoy haciendo completas, no sé...- -Vaya, si todo esto que acabo de ver te parece una rutina incompleta, entonces qué será cuando las hagas bien- -Ja, ja, ja- Rió Alejandra -Bueno...- -La verdad es que quisiera verte en un torneo...- -¿No te bastó con lo que le hice a ese par de forajidos?- -Bueno... me gustaría verte pelear con alguien que también sepa de karate- -¿Nunca has presenciado un torneo?- -No- -¿Nunca has visto a dos karatecas pelear?- -Tampoco, Alex- -Bueno...- Alejandra suspiró. Luego se levantó, tomó sus sandalias caseras, el paño y se dirigió a la puerta. -Son más de las seis, Ginnette. Voy a ducharme...- Ginnette sintió la aprehensión de su amiga en esas ultimas palabras, por lo que se apresuró a volver a preguntarle: -¿Seguro que no pasa nada, Alex? ¿Todo está bien?- -No pasa nada. Tranquila- Esa respuesta no la convenció pero dejó que se fuera a la ducha. Hacía tiempo que no veía a Alejandra tan circunspecta como en ese momento. Sospechaba que su amiga se estaba preparando para algo. Había notado desde hace unos días que el físico de ella se estaba haciendo un poquito más robusto, aunque sabía que había intensificado sus ejercicios matinales; veía que sus brazos estaban algo marcados. Su aire era vigoroso. Pero era la primera vez que la veía hacer esos katás que acababa de contemplar. Alejandra se bañó. Mientras que Ginnette aprovechó de ir a la cocina para preparar el café y el desayuno, como todos los días desde que viven juntas en aquella pieza, una distribución de tareas que realizan ya de manera automática cuando alguna de ellas se despertaba más temprano que la otra. La mexicana era quien salía más temprano a las clases de los lunes, mientras que Ginnette salía a las nueve. No desayunaron juntas, debido a la rutina mañanera que les tocó, pero antes de que Alejandra se dirigiera a la puerta para marcharse al campus, Ginnette la detuvo y esta vez le preguntó con determinación: -Alex ¿Pasa algo? Lo noto a leguas en tu mirada y en el tono de tu voz- Le dijo enfocando sus azules ojos sobre los de Alejandra, quien no pudo aguantar por mucho la fijeza de aquella mirada. -Tengo la sensación de que algo me espera allá afuera hoy- Respondió cabizbaja. -¿Qué quieres decir?- Ginnette frunció el ceño. -Lo que sé es que algo me dice que debo estar preparada para lo que pueda suceder hoy. Tal vez pelee, no sé, pero debo estar alerta- -Sea lo que sea, Alex... ten cuidado- -Lo tendré- -Cualquier cosa estaré pendiente- -Gracias, Ginnette- Se abrazaron y luego Alejandra se fue. Alejandra vestía un pantalón jean de color negro ceñido a su cuerpo. La tela de dicho pantalón era liviana, algo que le permitía caminar con mucha soltura. Andaba con una franela blanca, con el símbolo de smiley en el centro, y zapatos de tacón alto. En su mochila llevaba, aparte de la libreta de 8 materias, la camiseta del local del Sr. Windischmann y otras pertenencias, lo cual la hacía muy abultada y pesada. Decidió dejarse su cabellera suelta, todavía mojada, lo cual le daba una estampa de modelo vestida de manera informal. Y como siempre, resultaba atractiva para los transeúntes del sexo opuesto. Llegó a la universidad. Saludó a Marla, a Mat y a Janeth. Ésta última le preguntó por Walter. -Oye, Alex ¿Has visto a Walter?- -No, no lo he visto, hace varios días que no le veo la cara...- Entonces Janeth llamó a Marla y Mat e hizo una especie de reunión con Alejandra. Intervino la panameña. -Alex, no te lo tomes a mal, pero es que a Walter no le vemos la cara desde que estuvo contigo...- -Oigan, yo no tengo la culpa de que él se haya perdido...- Se defendió la mexicana. Después hablaron Janeth y Mat. El pequeño grupo sabía de lo pendiente que estaba Walter de Alejandra. Conversaron un rato, aunque trataron de reprocharle a Alejandra que a lo mejor pudo haber sido ruda con él. Ella se defendía diciendo que lo rechazó porque simplemente no quería empezar una relación, que de momento tenía otras prioridades. Les explicó que había sido lo más diplomática posible con él, que tuvo mucho cuidado de no herirle sus sentimientos. Al cabo de unos minutos, sus amigos sintieron la sinceridad en sus palabras, vieron que ella no sería tan mal agradecida de las atenciones que él le dispensaba y que no iba a rechazarlo rudamente. Pero cuando justo iba a empezar la primera clase del día y el caso Walter se había aclarado, el chico apareció. Los muchachos se alegraron, sobretodo Alejandra, quien a pesar de todo se sentía culpable por haber roto el corazón a una persona que la trataba demasiado bien. Walter los saludó a todos, uno por uno, primero a Mat, luego a Marla, después a Janeth. Dejó de última a Alejandra, a quien solo saludó con un gesto en la mirada. Ella sintió que estaba enojado todavía. Y así vieron la primera clase. Después de terminarla, Alejandra decidió abordar a Walter. -Ven, Walter, vamos a charlar- Walter titubeó, pero finalmente condescendió a acompañarla. Parecía que iba a ser una charla muy extensa, porque ambos recogieron sus útiles, dejando el salón. Janeth, Marla y Mat se miraron e hicieron votos para que esa amistad que debía prevalecer dada la negativa de la mexicana, no se deteriore. Ni se rompa. Mientras estaban en los pasillos, Alejandra decidía a dónde ir para conversar tranquilamente con Walter. Eligió el gimnasio y para allá se dirigieron. Su amigo se extrañó... Una vez allí, solos, en un recodo de las gradas de la cancha principal, pues ésta estaba cerrada, se sentaron para conversar y así Alejandra comenzó a aclararle todos los puntos de su negativa. Charlaron largamente. Fue una conversación en el que los sentimientos salieron a flote, así como los reproches de Walter, quien estaba profundamente dolido. Sin embargo, Alejandra tuvo la suficiente paciencia y elocuencia para convencer a su pretendiente de que lo quería solo como amigo. -Eres una gran persona, Walter, pero por favor entiende, comprende... Yo no quiero tener novio en este momento... Por favor amigo mío, no creas que yo no me siento mal al tener que decirte esto, pues, tus sentimientos han sido genuinos, pero por favor... perdóname...- Walter quedó callado por un instante, viendo hacia la cancha, escuchando la voz enternecida de una Alejandra que no le pedía, sino que le rogaba, le suplicaba que comprendiera su decisión. Luego de unos minutos de tierna tensión, Walter, haciendo un esfuerzo por dominarse, decidió aceptar las disculpas de su amiga. -¡Gracias Walter! ¡Gracias por entenderme!- Se levantaron y se dieron un fuerte abrazo. Aún así Walter quiso besarla, pero Alejandra no se dejó. Volvió a suplicarle. -Por favor Walter... No...- Dijo Alejandra esta vez con los ojos humedecidos, pidiéndole a su amigo por última vez que aceptara la realidad. Viendo que su amiga estaba firme en su determinación, Walter se separó de ella. Pero para que no hubiera dudas de que la seguía estimando, volvió a acercarse y le dio el beso... en la mejilla. -Está bien, amiguita, aunque me duela no tenerte, quiero que sepas que cuentas conmigo... No ha pasado nada ¿Entiendes? Tranquila- dijo Walter, un poco más calmado. Alejandra volvió a agradecerle, enjugándose las lágrimas. -Gracias Walter...- Después de resolver la situación, ambos decidieron salir caminar juntos por las instalaciones del gimnasio. Fue una iniciativa de Alejandra, quien le pidió a su amigo que la acompañara un momento a un salón ubicado detrás de la cancha. Ya todo estaba resuelto. -¿Qué vas a hacer, Alex- -Voy a inscribirme en unas clases de karate- Respondió la mexicana. -¿Clases de karate?- -Sí- -¿Y eso?- -Bueno, tu sabes... desde que me asaltaron...- -¡Ah okey! Así que vas a aprender a defenderte ¿No?- -¿Aprender a defenderme?- -Bueno, supe que peleaste, aunque me cuesta creer que tu sola te liberaste de ellos- -Ay, Walter... ¿tampoco crees que pelee con ellos?- Alejandra lo miró un poco seria. No dijo más nada. Siguieron caminando por el pasillo mientras Walter volvía a preguntar, dándose cuenta que había herido a su amiga con su incredulidad. Se disculpó. -Alex... lo siento, disculpa... Es que de verdad, como eres tú, con ese cuerpo de azucena que tienes...- Dejó colar un piropo disimulado -... me cuesta creer que lograste deshacerte de tres ladrones... de tres ¡hombres!...- -Tranquilo, Walter...- Dijo Alejandra. Estaba tranquila, pero el alivio que sentía cuando Walter, con una extraordinaria madurez, aceptara su papel de amigo, nada más, fue sustituido por una frustración debido a su escepticismo. Ahora su orgullo estaba ciertamente herido. Deseaba demostrarle sus dotes de experta en artes marciales. No se lo imaginaba, pero estaba a punto de hacerlo. Y no precisamente en una clase. Habían llegado al salón, pero éste estaba cerrado. Miró la cartelera informativa que estaba al lado de la puerta para ver allí los horarios de las clases. Comentó con su amigo su deseo de inscribirse, haciéndole una exposición de motivos. Finalmente, luego de un rato escuchando a su amiga, Walter preguntó: -Ya que me dices que sabes pelear, dime ¿Qué cinta eres?- -Marrón...- Alejandra contestó con humildad. -¿Marrón? ¡Guau! Eso explica todo ¡Eres toda una experta, Alex! ¿Por qué no nos lo habías dicho?- -Bueno, tu sabes que suelo reservarme algunas cosas ¿No? Además, no venía al caso- -Está bien. Ya sé que eres experta pero quisiera verte pelear- dijo Walter guiñándole un ojo. Alejandra solo atinó a sonreír. Pero justo cuando se disponían a retirarse del sitio, oyeron una voz que llamaba a Walter, casi a modo de regaño. -¡Walter!- Walter se volvió con una expresión de indignación al sentir que lo llamaron de mala manera. Pero la cambió por una de sorpresa cuando vio a la persona que bramó su nombre. Era Rosemary, quien estaba acompañada por Tom, Carol y por una chica que no había visto antes. -Oye Rosemary ¿Qué te ocurre? ¿Qué te hice?- Walter estaba molesto. -Nada... simplemente te veo con esta latina por aquí...- Dijo Rosemary con tono despectivo. -¿Y qué? Oye... ¿Qué diablos te pasa? No entiendo...- Volvió a replicar Walter. Lo mismo pensaba Alejandra, quien de inmediato intervino. -Oye, Rose... Yo creo que a ti y a mí no nos han presentado siquiera... Apenas nos vemos las caras y...- -¡Cállate tú! ¡Latina de mierda! ¡Que no hablo contigo!- Rosemary le lanzó un insulto como si fuera un latigazo que lastimó a la mexicana. Alejandra no terminaba de entender el comportamiento de la pelirroja hacia ella. -También me pregunto ¿Qué te hice yo, Rosemary?- -Oye Walter, veo que sigues con ella...- -¡Ah! ¡Ya sé lo que ocurre!- Alejandra entendió inmediatamente que la pelirroja estaba celosa, porque Walter andaba con ella todo el tiempo. Supo rápido que estaba pendiente de su amigo y que la estaba viendo como una rival. -Oye Rose, yo no tengo culpa que Walter no se haya fijado en ti- A todas estas, Walter estaba mudo. Pronto se produjo una discusión en la que Rosemary llevaba la voz cantante. De la manera más infantil e inmadura, la pelirroja reclamaba a Walter el no haberse fijado en ella. Este se defendía haciéndose el desentendido. -Oye Rose, tú y yo no somos sino compañeros de clases...- -Walter, ¡tú me gustas! Pero andas con esta mexicana...- Rosemary hacía énfasis en "mexicana" dándole connotación peyorativa. -Mira, no sé que está pasando pero sea lo que sea, yo no tengo nada con él- Dijo Alejandra. -¡He estado detrás de él todo este tiempo pero siempre se va contigo!- -¿Tengo culpa de que él me prefiera?- La discusión subía los decibeles cuando los reclamos de Rosemary se hacían más sonados. Mientras el espectáculo de la pelirroja seguía, Tom, Carol y la chica que los acompañaba miraban la escena. Pero el tercer personaje observaba fijamente a Alejandra, la observaba, la estudiaba. La mexicana se dio cuenta. -¡Yo no sé que le viste a ésta... perra latina!- Inesperadamente la pelirroja cambió el tema de la discusión y lo que hizo fue insultar a Alejandra en su raza. Esta se molestó. -Oye Rosemary ¡No te permito que me insultes de esa manera!- Respondió ofendida. Walter apreció que la situación se estaba saliendo de control y tomó a Alejandra por un brazo, quien dio un paso hacia Rosemary. Tom y Carol sonreían, la otra chica parecía estar a la expectativa. -¡Es que los mexicanos como tú siempre vienen a joder!...- Rosemary siguió emprendiéndola con ella ahora con feroces insultos xenófobos y racistas. La paciencia de Alejandra se estaba agotando. -¡Por favor, Rose! ¡Ya basta!- Pidió Walter, pero la pelirroja seguía con sus imprecaciones. -¡¿Vas a defender a ésta, Walter?!- Rosemary siguió insultando. -¡Ya vas a ver!...- Alejandra no pudo controlarse y cayó en las provocaciones de la pelirroja. Fue a dónde ella estaba. Walter le volvió a tomar del brazo para calmarla, pero ella se zafó. Justo cuando se le acercaba a Rosemary, intervino una de sus acompañantes, interponiéndose bruscamente entre ella y la pelirroja. -¡Quieta, extranjera!- Se trataba de Mildred. La amiga de Tom, su compañera en la Hermandad. Se produjo un careo entre ella y la mexicana. Alejandra se quedó quieta, viéndola. Por alguna extraña razón, supo que ella era la causante de su insomnio de anoche. -Quédate quieta, extranjera... Ella no sabe pelear, pero yo sí... Si le pones una mano encima, tendrás problemas...- Alejandra solo pudo mirarle a sus ojos verdes. La diferencia de estatura no era mucha, debido a que nuestra amiga calzaba un par zapatos de tacón alto, lo cual le hacía emparejarse en alzada con su inesperada rival, quien calzaba zapatos de goma. Las dos se miraban fijamente a los ojos. -Con que ésta gringa loca tiene quien la defienda ¿no?- Se dijo Alejandra en su fuero interno. Mildred no se movía, estaba parada firme con las manos abajo y cerradas en puños. La escena se mantuvo por unos instantes. Luego habló Tom. -Oye, mexicana, tú sabes pelear... ¿Por qué no enfrentas a alguien que puede luchar de igual a igual contigo?- Alejandra no quería apartar la vista de su contrincante, pero apenas vio por el rabillo del ojo terminó de voltearse para mirar mejor a la persona que le hablaba. Lo reconoció: era el mismo chico que la había estado mirando de mala manera el día que se deshizo de los tres atracadores centroamericanos. -¡Tú!- Le dijo, señalando, con el dedo. -Bien, querida, ya lo oíste. Sabemos... que sabes pelear... ¡Y yo quiero retarte!- Habló Mildred. Alejandra miró a Walter, quien estaba igual de asombrado como ella. Después miró a Tom, luego a Rosemary, para después fijarse en Carol. Todos ellos la miraban con desprecio y a la vez, a la expectativa de la actitud que iba a tomar ante ese panorama. Finalmente se volvió a Walter: -Walter ¿Querías ver una pelea mía?- Le preguntó a su amigo, quien no supo qué decir. Alejandra prosiguió -Pues ¡Ya la vas a ver!- Acto seguido, empujó a su contrincante y dejó caer la mochila al suelo. Mildred dio unos cuatro pasos hacia atrás, totalmente sorprendida por la reacción de Alejandra y se disponía a atacar cuando Walter dijo: -¡No! Alex, no ¡Aquí no! ¡No pelees aquí! ¡No peleen aquí!- Alejandra ya se había cuadrado, pero Tom trató de contener a Mildred, quien lo manoteó. Walter propuso: -No, no peleen en medio de este pasillo. ¡Yo les diré donde!- -¡No! ¡Resolvamos esto aquí mismo!- Clamó Rosemary. Carol también decía lo mismo. -¡No peleen aquí! ¡Vamos para allá! ¡Caminen!- Acto seguido, Walter tomó a Alejandra de un brazo para evitar que comenzara la pelea. Mildred se quedó tranquila, mientras que Tom conminaba a sus amigas a caminar, sabía del sitio al que se refería el amigo de la mexicana. Alejandra recogió la mochila y siguió a su amigo. Mildred, Rosemary, Tom y Carol los siguieron. Walter los llevó al interior de la cancha y una vez allí, bajaron las gradas y se dirigieron a una puerta en la pared norte de la cancha. Allí sacó unas llaves y abrió dicha puerta, metiéndose en el umbral e hizo pasar a Alejandra. -¡Vamos! ¿Qué esperan? ¡Métanse rápido antes que llegue alguien!- Los apuró. Los cuatro siguieron a Alejandra y Walter cerró la puerta, pasándole llave. A la puerta le seguían unas escaleras que llevaban al sótano del gimnasio. Iban bajando hasta llegar a un pasillo. Allí se toparon con otro pasillo que cruzaba longitudinalmente, como marcando el cuadro de la cancha central del gimnasio, Walter se puso al frente del grupo y los guió hasta una puerta. Sacó de nuevo las llaves y la abrió, encendiendo la luz, puesto que estaba oscuro: se trataba de un depósito en donde había unos pocos materiales y equipos para gimnasia como potros, colchonetas, plintos, anillos y unas barras asimétricas. -Bueno ¡Ya llegamos! Dense con todo aquí- Dijo Walter. Y ante todo eso, pese a la rabia que sentía en aquel momento, a Alejandra le sorprendió ese gesto de su amigo. Después le preguntaría de dónde había sacado las llaves y desde cuando conocía las instalaciones del gimnasio, pero por el momento, le dio a él su mochila. Rosemary, Carol y Tom se dirigieron a un rincón junto a Mildred. Se pusieron a hablar entre ellos al tiempo que no dejaban de mirar a Alejandra. Rosemary le habló a Mildred. -¡Vamos Mildred! Jode a esa maldita ¡Aplástala!- -Tranquila- respondió la rival de la mexicana. Mientras eso sucedía, Walter llamó a Tom y entre los dos se dispusieron a hacer espacio en el depósito para la pelea. Primero movieron las colchonetas, luego unos plintos; cuando se proponían a mover otras piezas, Mildred dijo: -¡Hey, chicos! ¡Ya hay espacio suficiente! No importa- Alejandra estaba en otro rincón. Se recogió el cabello y se quitó los zarcillos y un collar, así como un anillo; seguidamente los guardó en la mochila. Justo cuando lo hacía, su contrincante se le acercó. -¡Vamos, niña! Sin mucha ceremonia ¡comencemos!- -Ok- Fue la escueta contestación de la mexicana. Las dos se colocaron en el centro del espacio habilitado por los chicos, al tiempo que Rosemary y Carol aupaban a su peleadora. -¡Muy bien, Alex! ¡Vamos que tú puedes!- Apoyaba Walter quien estaba con una expectativa muy grande. Estaba ansioso por ver pelear a su amiga. -A ver, de qué estará hecha esta mexicana- Dijo Carol a Tom. -Veremos un buen combate... lo sé- respondió él. Ambas comenzaron a moverse en círculos. Las dos se miraban fijamente. Mientras Alejandra tenía una franela, unos jeans ajustados y unos tacones, Mildred también tenía el mismo atuendo, solo que calzaba zapatos deportivos. Walter se dio cuenta de ese detalle y se preguntó si esos zapatos con tacones no perjudicarían a Alejandra en su accionar. "Temo que sí va a tener problemas", pensó y se le ocurrió advertírselo, pero ya era demasiado tarde. Mildred se lanzó al ataque, lanzó par de combinaciones de izquierda y derecha, fueron unos rectos con ambas manos que trataron de tomar por sorpresa a su rival, pero no logró su cometido porque la mexicana estaba atenta, que con ágil movimiento pudo esquivarlos. Tenía un pié adelante y otro hacia atrás así que lo hizo sin salir de su posición. Luego de ese intento, Mildred adoptó pose de boxeador, bailando un poco aprovechando que calzaba zapatos de goma, mientras que Alejandra solo estaba quieta, claro está, con su defensa armada y moviéndose lateralmente. Ambas no dejaban de mirarse, se estudiaban, analizaban sus posibles puntos débiles, buscaban el lugar perfecto donde conectar el primer golpe, aunque más bien parecían estar esperando el momento oportuno para atacar, dado los estilos de cada una. Sin embargo, ambas eran karatecas, solo que cada quien imprimió a las técnicas aprendidas su estilo y sello personal. Cuando ambas comenzaron a girar, Rosemary aupaba a Mildred, pero poco a poco un silencio invadió el lugar. Parecía un momento solemne y es que ambas contrincantes inspiraban tal respeto que los asistentes se callaron. De nuevo Mildred lanzó una especie de jab con su izquierda, de nuevo Alejandra se echa hacia atrás para esquivarlo. Esa fue la tónica durante unos instantes, hasta que Mildred decidió tomar la iniciativa. Lanzó par de combinaciones de derecha e izquierda, cuatro golpes rectos seguidos que se dirigían al rostro de Alejandra, pero que fueron bloqueados por la mexicana, aunque la hicieron retroceder, dado que Mildred fue rápidamente encima, al tiempo que gritaba para imprimir fuerza. La mexicana hacía su labor callada, aunque pronto le tocaría a ella gritar para contragolpear. Mildred volvió a lanzar otra combinación, pero esta vez lo acompañó con una patada giratoria al rostro de su rival. Aquí Alejandra tuvo que agacharse pero intentó conectar, solo que Mildred, con un ágil movimiento, supo retirarse de su alcance para volver a arremeter con otra combinación; esta vez fueron ganchos que nuestra protagonista supo neutralizar. Al bloquear el último golpe, Alejandra conectó una patada al costado de su rival, ésta se la bloqueó y retrocedió. A partir de aquí comenzó un intercambio de golpes que eran bloqueados y esquivados con tal pericia que tanto Walter como Tom y Carol quedaron boquiabiertos, en tanto que Rosemary solo arqueaba sus cejas. Después de lanzar golpes y patadas sin dañarse mutuamente, ambas peleadoras volvieron a adoptar la postura inicial. Las dos entraron en razón, conscientes de que iba a ser una gran lucha. -Tienes estilo, latina... Me gusta- Dijo Mildred a Alejandra. -Muy bien, me alegra que te guste... y a mí también me contenta encontrar a alguien que sepa pelear- rispostó nuestra protagonista. Lo cumbre es que no se conocían. Sobretodo Mildred, quien no tenía conciencia de que se encontraba ante una rival cuyo nivel estaba por encima del suyo. Estaba confiada en su físico, pues, era un poco más alta y corpulenta que la mexicana, aunque ésta mostraba con sus movimientos y desplazamientos que sabía pelear. Sin embargo, Alejandra todavía se preguntaba qué nivel tenía su contrincante. Supo lanzar los golpes y las patadas con un estilo bastante depurado que la hicieron emplearse a fondo en la defensa. A su vez contuvo los embates de la mexicana con bastante soltura. Nuestra amiga sacó una conclusión: Que esta pelea estaba pareja. "Vamos a ver de qué está echa esta madrina" pensó e inmediatamente se lanzó al ataque. Comenzó con par de rectos a su rostro, Mildred los bloqueó; volvió a cargar pero sobre la marcha conectaba ganchos y uppers, al tiempo que colaba una patada con la derecha y otra patada con la zurda, todo con rapidez. Lanzaba un golpe, era bloqueado, otro golpe, era esquivado, una patada, también era bloqueada, otra patada y con igual resultado. Sin darle tregua, Alejandra sacaba golpes desde cualquier ángulo y en la medida que lo hacía fue minando la defensa de su rival que solo atinaba a retroceder. Esta le lanzó un recto de derecha, pero Alejandra ya había entrado en calor y no fue sorprendida, mas bien repitió una maniobra que Tom la había visto hacer frente a los ladrones chapines: tras bloquear el golpe, envolvió el brazo de su rival con el suyo, a la altura del codo, luego hizo presión sobre él causando dolor a Mildred y a continuación le propinó un recto con la derecha, la mano que tenía libre, golpeándole la boca. Lo hizo tres veces seguidas y después envió a su contrincante contra unos plintos que los muchachos habían movilizado. Mildred quedó allí, consternada y dolorida. "Wow", "Ohh" Eran las expresiones de asombro de los asistentes. El rostro de Rosemary tenía un rictus de doloroso estupor al ver el castigo que sufría su "madrina". En cambio Walter estaba boquiabierto, vio como Mildred se estrellaba con los plintos y se revolvía de dolor al tiempo que se llevaba la mano a la boca. Después contempló a Alejandra. Esta se quedó inmóvil, en el mismo sitio desde donde había proyectado a su rival, parecía que le iba a dar un respiro. De repente, Walter sintió alegría. -¡Bravo, Alex! ¡Así se hace!- No dudó en felicitarla. Alejandra se quedó quieta viendo a su rival. Esta se volvió hacia ella y la miró con una expresión de asombro mezclada con dolor. La mexicana inmediatamente supo que Mildred no estaba a su nivel, sin embargo no tenía prisa en acabar con ella. Sintió que estaba en un examen... de repente quiso retomar lo último que había aprendido en el gimnasio de su tierra natal. -Practicaré con ella- dijo en su fuero interno. Esperó a que se incorporara y le dijo "vamos", tanto en inglés como en español. Mildred no dejaba de tocarse la boca, sentía dolor; luego vio su mano, estaba ensangrentada, Alejandra la había lastimado, por lo que de la sorpresa pasó a la ira. Se fue tras Alejandra, pero ahora lanzaba los golpes más rápidamente, por lo que nuestra amiga tuvo que emplearse a fondo para contener esa arremetida. También sabía colar patadas en su repertorio por lo que la mexicana debió multiplicarse en su defensa, pero ocurrió lo impensado para ella. Mildred lanzó otro recto, también de derecha y Alejandra volvió a emplear la misma técnica, pero antes de que hiciera presión en el codo, Mildred, tratando de no caer de nuevo en la trampa, lanzó un zurdazo haciendo que la mexicana lo bloqueara, así evitaba que volviera a presionarle el brazo. Entonces Mildred agarró la muñeca del otro brazo de su rival y ambas quedaron trenzadas en un duelo de fuerza. Alejandra quiso propinarle un puntapié pero Mildred se lo absorbió, y para sorpresa de todos, incluida su rival, le propinó un cabezazo que la dejó aturdida, después le conectó un rodillazo al estómago que le sacó el aire, luego se liberó y le dio un azote de revés con su mano izquierda y la envió al suelo. Ahora eran Tom y Rosemary quienes festejaban ante la desazón de Walter. Carol solo estaba boquiabierta. Era evidente que no había visto un combate real entre un par de expertas en artes marciales. Alejandra estaba en el suelo y parecía en peligro, pues Mildred estaba junto a ella y a diferencia de la mexicana, que la dejó recuperarse tras el castigo inicial, empezó a patearla. Alejandra se protegía como podía y esa escena desesperó a Walter. Seguía recibiendo castigo pero cuando Mildred intentó pisotearle la cabeza, la mexicana rodó por el suelo en una providencial maniobra y el pié de su rival dio de lleno contra el piso. Mildred iba a ir por ella, pero cuando intentó moverse sintió dolor en su rodilla. El pisotón le había lastimado "¡Rayos!" Se decía mientras se llevaba las manos a la rodilla. Alejandra rodó un poco más para alejarse todo lo posible de su contrincante y se incorporó rápidamente, aunque con cierta dificultad. Se asombró de sí misma por haber resistido esa patada al estómago, aunque ésta le sacó un poco de aire. Era fruto de la intensificación de sus ejercicios matinales. -¡No, que va! ¡Mejor termino con esto de una vez!- Pensó nuestra amiga. Después se levantó, mirando fijamente a Mildred. Ésta su vez se reincorporó y olvidando que tenía la rodilla lastimada también adoptó posición de combate. -Esto está indeciso- Dijo Carol. -¡No! ¡Mildred ganará!- Soltó Rosemary. -Confío en Mildred- Murmuró Tom. -¡Vamos, Alex!- Decía Walter en su fuero interno. Las dos peleadoras comenzaron a girar. Alejandra estaba decidida a terminar la refriega lo antes posible para evitar complicaciones, ya que la patada recibida le hizo reaccionar y darse cuenta que confiarse sería un error, aunque sí creía poder terminar con su rival de manera rápida. Fue ella quien comenzó a atacar. Gritando, lanzó una patada frontal al estómago de Mildred, pero está se lo bloqueó hacia un lado y a la vez alzó su pierna derecha para conectar a la mexicana en el pecho, logrando detener su arremetida haciendo retroceder a su rival unos cuantos pasos. Luego la amiga de Tom tomó la iniciativa y empezó a lanzar combinaciones. Recto de derecha, recto de izquierda, cambiaba a una patada giratoria, todo esto bloqueado de manera ingente por Alejandra. Nuestra protagonista volvía a estar a la defensiva, pero no había perdido su balance, afortunadamente para ella. Lo que siguió fue un intercambio de golpes. Recto de derecha de Mildred, bloqueado, luego Alejandra respondía con un gancho de izquierda, también neutralizado, quiso conectar una patada pero Mildred alzó su pierna y bloqueó el intento. Recto de izquierda de Mildred que la mexicana logra esquivar y ésta responde con un recto de derecha al pecho de su rival. La madrina de Rosemary gritó de dolor, pero aguantó. Los puñetazos eran conectados con una rapidez impresionante. Los cuatro presentes en el duelo volvieron a guardar silencio mientras veían a las peleadoras golpearse estoicamente. La mayoría de los puños y patadas eran esquivados o bloqueados por cada una, pero pronto se vio quien tenía mayor nivel técnico: Alejandra. Comenzaba a hacerse notar el mayor peso que significaba el color marrón de la cinta de nuestra protagonista con respecto al verde de su rival. Mientras Mildred lograba conectar uno o dos golpes que hacían mella en la humanidad de Alejandra, esta colaba dos o tres, tenía más habilidad, incluso llegó a ripostar con cuatro puñetazos seguidos, todos netos al rostro y pecho de su contrincante. Las esperanzas de los tres acompañantes de Mildred empezaron a esfumarse. Mientras ella lanzó par de combinaciones que eran bloqueadas por la mexicana, ésta contestaba y desde algún ángulo imposible conectaba un puñetazo en el rostro de su rival. Volvía a bloquear otra combinación y de nuevo propinaba otro puñetazo. Esta vez le hizo saltar un diente. Mildred retrocedió, completamente fuera de balance. Se llevó la mano a su ensangrentada boca, notando el daño recibido. Llenándose de furia, arremetió contra Alejandra. Siguió con otra combinación que fue bloqueada antes de recibir una patada frontal en el pecho que la hizo retroceder. La amiga de Tom volvió a la carga, pero esta vez sus golpes fueron esquivados por una mexicana que se agachó para conectar con sus piernas dobladas una rapidísima combinación de cuatro golpes al estómago de su rival. Walter apreció que su amiga acribillaba a su rival con sus manos. Recto de derecha, recto de izquierda, derecha... izquierda... Mildred quedó sin aire, pero no cayó al suelo, por lo que inmediatamente Alejandra le propinó una patada giratoria que impactó en las piernas de su rival, barriéndola. El cuerpo de Mildred se dobló y fue a dar contra el suelo. Alejandra se incorporó rápido e intentó rematarla con un puntapié en la cara, pero Mildred logró bloqueárselo y respondió con una patada desde el suelo que golpeó el muslo izquierdo de la mexicana, quien perdió un poco el equilibrio. Mildred logró levantarse mediante un movimiento casi gimnástico. Pero estaba algo aturdida. Alejandra se había alejado un poco pero inmediatamente reanudó el ataque. Recto de izquierda al rostro de Mildred, pero esta vez el bloqueo fue defectuoso por lo que llegó a hacer impacto. Siguió un recto de derecha, el cual dio en el pecho, Mildred intentó responder pero su golpe fue bloqueado, Alejandra dio una patada giratoria a una velocidad impresionante que dio en la cabeza de Mildred: fue el golpe más devastador, pues lo recibió justo detrás de su oído izquierdo. Quedó mareada. A partir de allí Alejandra dio una exhibición de golpes: recto de derecha al rostro, recto de izquierda al pecho... derecha al estómago... patada de revés con la izquierda que azotó el rostro de su rival, quien se tambaleó y fue a dar contra una pared donde la mexicana la acorraló decidida a terminar con el pleito. Luego le conectó par de combinaciones de rectos al pecho, como los boxeadores, pero Mildred no terminaba de caer. Izquierda... derecha... Mildred lanzó un manotón pero fue esquivado sin problemas... Rápidamente Alejandra conectó otra combinación pero de ganchos al rostro y después, gritando, saltó para darle una patada frontal en su barbilla con la punta del pié y allí sí marcó el final de la pelea, pues a Mildred se le doblaron las rodillas y completamente noqueada, cayó al piso, ante el desconsuelo de Tom, la amargura de Rosemary y el estupor de Carol. Walter lanzó una exclamación y una vez que Mildred estaba en el suelo, completamente vencida, corrió a donde su amiga y la abrazó, al tiempo que intentaba calmarla, pues se le fue encima con la intención de rematarla en el suelo. -¡Ya, amiguita! ¡Ya! ¡La venciste!...- Le decía mientras la retiraba hacia el otro lado del salón. Alejandra respiraba muy rápido. Todavía se sentía tensa y al escuchar las insistentes exhortaciones de su amigo Walter, fue recuperando la calma y la serenidad. La otra cara de la moneda la tenían Tom y compañía, quienes corrieron a socorrer a Mildred. De repente, Alejandra se dirigió a la pelirroja con intenciones de seguir con ella su demostración de defensa personal, pero fue contenida por Walter. Rosemary estaba aterrada. -¡Mira, Rose! ¡Ya déjame tranquila! ¡No te hice nada malo! ¡Déjame quieta o si no acabarás como ella!- Le gritaba una enfurecida Alejandra que era contenida a duras penas por Walter. Rosemary solo atinaba a mirarla con pánico. Carol notó el estado anímico de su amiga y dejó a Tom con Mildred para ir con la pelirroja a apoyarla. Walter logró llevarse a Alejandra al otro lado del recinto, alejándose ambos de Rosemary, tratando de calmar a nuestra protagonista. Al cabo de unos instantes en el que Tom reanimó a Mildred, Rosemary asimilaba poco a poco la derrota de su madrina y Alejandra recuperaba la calma y la cordura, ésta se dirigió al cuarteto: -Rose, espero que te haya quedado claro quien soy... No vuelvas a buscarme... Mira bien a tu amiga- señaló a Mildred -Mira como quedó por tu culpa...- Alejandra calló un rato mientras seguía mirando a Rosemary con rabia contenida. Dejó en claro que no tenía nada con Walter, exhortó a Rose a que dejara de comportarse de esa manera tan infantil y que dejara de perseguirla. Rosemary sentía un miedo muy grande, lo mismo Carol, en cambio Tom... Tom sentía ganas de golpear a Alejandra, pero no lo hacía dado que ella era una gran peleadora que podría darle el mismo trato aún siendo él mismo un chico alto y corpulento. Estaba tan molesto y consternado por la derrota tan fácil de su amiga que allí pensó en una idea: declararla enemiga de la Hermandad y vengar la paliza recibida por Mildred. Alejandra también lo miró... e inmediatamente le preguntó: -¡Tu! ¿Que hacías allí cuando aquellos rufianes me asaltaron? ¿Qué tienes en mente? ¿Quieres luchar también? ¡Vente! ¡Vamos!- Alejandra fue por Tom y lo encaró, ante el temor de Walter. No pasaría de ahí. Luego de verle a los ojos por un instante, Alejandra se volvió hacia su amigo para tomar la mochila que éste le extendía y mirando al grupo de la pelirroja les advirtió: -¡Por favor!... No vuelvan a meterse conmigo... ¡No vuelvan a meterse conmigo!...- Acto seguido, abandonó el lugar. Walter instó a Rosemary, Tom y Carol a llevarse a Mildred y salir del salón; estos le obedecieron y el amigo de Alejandra procedió a apagar las luces del depósito y cerrarlo con llaves. Lo hizo con rapidez pues quería alcanzar a Alejandra que se había ido inmediatamente. Pasó por el pasillo, alcanzó a Rosemary y sus amigos. -Llévenla a la enfermería- Les recomendó y después emprendió veloz carrera para tratar de alcanzar a Alejandra. El trío cargó con Mildred hasta salir de la cancha. La anterior rival de la mexicana caminaba con dificultad y lloraba desconsoladamente. Sus acompañantes le hablaban y la animaban, aunque Tom estaba consternado. Ni se diga de Rosemary, que hasta sufrió de un repentino dolor de estómago. El sentimiento de rabia y dolor que tenía era indescriptible. Aunque odiaba a Alejandra, estaba consciente de que no sería rival para ella y le dolía inmensamente el haber sido vencida en su estrategia. Carol se sentía dolida y apesadumbrada, acompañando a su amiga en su derrota. Ellas estaban completamente desmoralizadas. En cambio, Tom sintió ganas de llorar al ver el estado en quedó su amiga. Tenía el rostro hinchado, labios y nariz partidos que sangraban y manchaban su franela, tenía moretones en sus brazos producto de tantos bloqueos hechos. Mildred no paraba de llorar. -¡Me venció! ¡Me venció! ¡Fue mucho para mí!- Luego miró a Tom. -¡Lo siento, Mildred!- Inmediatamente la abrazó. -Esta vergüenza no se va a quedar así... ¡No!- Gritó Tom, completamente furioso -¡Ya verá esa maldita!- Allí quedó el cuarteto, en las gradas del gimnasio, llorando como plañideras la humillación que una "insignificante" latina les hizo pasar. Walter corría por las instalaciones del gimnasio, cuando de repente recordó que tenía que cerrar aquella puerta. Se devolvió, cruzó la cancha, miró a las gradas y vio al cuarteto. Sintió lástima por Mildred pero después pensó en su amiga y con mucho orgullo se dirigió a la puerta y la cerró con llaves. Luego reanudó su búsqueda. Corrió por todos los pasillos, sin encontrarla. Mientras pensaba "Alex es una tremenda peleadora ¡Wow!" Dándose cuenta que no estaba en el gimnasio, decidió salir al campus. Miró en todas direcciones. No lograba ubicarla. Comenzó a buscarla en el edificio de los salones y nada. Preguntaba a sus amigos si la habían visto, con resultados negativos. Resolvió mirar al decanato y hasta allí se dirigió. La búsqueda era infructuosa. Ya cansado se resignó "Espero que venga mañana" Lamentó no tener ni el número de su teléfono celular, pero se decidió a buscarla a su trabajo. Tampoco se encontraba allí. El mismo señor Windischmann lo atendió y le dijo que la había mandado al hospital. -Me dijo que tuvo un altercado. ¡Por Dios! Tenía un pómulo de la cara amoratado. Volvió a lastimarse en el ojo ¿Qué pasó en realidad?- Preguntó el dueño del local. -Tuvo una pelea con otra karateca- le respondió Walter. -¿Otra karateca?- -Sí. Alex es experta en artes marciales y derrotó a otra peleadora como ella- -¡Wow!- El señor Windischmann quedó asombrado. Walter se retiró del local, pues comprobó que la amiga de Alejandra, Ginnette tampoco estaba allí, pues tenía el día libre. Se dirigió a casa de la mexicana, pero cuando iba por la calle, su padre iba en su automóvil y lo detuvo. -¡Oye, hijo! ¡Acompáñame a ver a tu tía Anne!- Le llamó de manera imperiosa. -¿Qué pasó?- -Sufrió una caída ¡Ven, vámonos- Su tía Anne era la preferida y aunque tenía unas ganas infinitas de ver a su amiga mexicana, tuvo que acompañar a su padre al hospital. En cambio, Alejandra estaba en su cama, sentada junto a Ginnette quien le curaba las heridas. Le estaba contando lo que le sucedió. -¿Viste, Ginnette? ¡Sucedió!- -Vaya, pero ¡Tú si que tienes unos presentimientos malos, niña!- -Pues ¿Qué le puedo hacer?- Pasó esa tarde. Alejandra se quedó en casa tratando de calmarse. Se sentía orgullosa de haber vencido a Mildred pero al contrario de lo que pudiera pasar con alguien que haya vencido en una pelea, Alejandra se encontraba tranquila. Más bien ratificó su deseo de entrar a aquellas clases en el gimnasio donde se batió con aquella cinta verde. También pensaba invitar a su amiga Ginnette a recibir esas lecciones. Entretanto, Tom se dirigía en su auto hacia el rancho Causeway, donde se encuentra la sede de la Hermandad. Y tenía entre ceja y ceja una idea. "Venganza... venganza... ¡Venganza!" Continuará. vene_wanderer73@hotmail.com